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Habitación 101


-Puedes salir...pobre niño mío- su ceño se frunce ante oír aquella voz, sintiendo como su corazón late con ímpetu, no quiere voltear y verlos, sabe que allí están ambos, quizás con diminutas sonrisas falsas.

Norman no puede aceptar eso, no quiere ver a Peter y aquellos ojos cínicos; pero hay una persona más, y allí, en un lugar de su roto corazón, algo le duele demasiado.

Porque los ojos de su padre no los recuerda bien, pero sabe que los comparte, que él tiene el mismo color cielo. No quiere recordarlos, no voltea, su respiración se agita, su corazón le duele en demasía.

Es como sangrar y no hallar nada, solo sentimientos vidriosos (y que Norman trata de arreglarlos, pero siempre se lastima al hacerlo)

-Oh James, tu lárgate de aquí, estás desesperando al niño- alega Peter con veneno, sonriendo y acercando su cuerpo al del joven que se acurruca al rincón de su blanca habitación.

-Shhh, está bien, tu padre ya no te lastimará ¿quién puede hacerle tanto daño a su propio hijo?

No quiere mirar, y aún así, sus ojitos azules buscan aquellos ojos símiles a los suyos, solo que estos parecen tristes y Norman sabe que le dolerá el por qué, así que desea ahorrar dolor y centrarse al plan.

Su sonrisa amable se pinta en su rostro blanco, aceptando manso la mano de Peter y levantándose.

-¿Sa...salir?- interroga con los ojitos esperanzados, Peter se limita a asentir, aunque aquella sonrisa que le regala al joven es tan falsa y sorna.

Porque ya lo tiene en la palma de su mano, así que no hay problema.

«Emma y Ray...por favor, no hagan nada aún»

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-Entonces...recuerda lo que hablamos anoche con él, las carpetas están en la oficina principal del director, actualmente oficina que ocupa el doctor James; las carpetas son necesarias para demostrar la corrupción de este manicomio y...

-Emma, ya lo sé, no es necesario que lo repitas- alega con aburrimiento Ray, la pelirroja tan solo ríe con suavidad y asiente con un leve rubor.

-Norman es realmente brillante...espero que todo salga como planeamos- susurra con cariño, mientras la teclas del piano suenan sin respeto alguno, son tocadas por ella para disimular los murmullos.

-Eres muy cursi...igual que tu novio- se queja Ray con ojos en blanco al ver aquella tierna expresión- Ese chico es capaz de hacer todo por ti.

-Ray...no digas esas cosas- murmura la niña de ojos verdes, dando un leve puchero ante tanta sinceridad, con el palpitar alegre al saber aquello.

Ray ríe por lo bajo, hasta que llega Anna y le sonríe bonito (como siempre lo hace, pero siente amar cada vez más a ese angelito de ojos azules) con delicadeza acomoda su fleco el cual parece más largo y ríe sutil ante el extraño gesto de Ray.

-Ey rubia, no me tientes- murmura con gracia al ser ayudado por ella a levantarse y dar su paseo matutino.

-Tienes ojeras Ray ¿a qué hora dormiste ayer? No puedes disminuir tus horas de sueño- el chico quiere decirle la verdad, decirle que está metido en un gesto muy amable para la mayor accesibilidad de atención en ese manicomio que engaña y roba dinero.

La mira una vez mas, y sonríe con disimulo porque también anhela decirle que la ama y quiere huir por ella.

Pero no, simplemente se niega a ponerla en riesgo.

-Estuve leyendo- se limita a decir, la niña sonríe pero entonces Ray cae, tosiendo repetidas veces con desespero.

El chico siente su garganta arder, así que se arrastra y trata de alejarse de Anna, no quiere que lo vea así, pero ella es quien debe ayudarlo.

Comienza a vomitar, le asquea y duele, es ácido y cuando sus ojos se enfocan, puede ver el color carmesí combinado con aquellos fluidos desagradables.

Anna cubre sus labios, esta pálida y tiembla al ver la sangre de él escurrir por su barbilla y su respiración atormentada. Palmea su espalda como mero gesto de apoyo, mas con decisión observa a la enfermera de lado con el ceño fruncido.

-¡Llama al doctor James!- exclama con miedo oculto, los ojos de Ray son llorosos, sabe que es por el esfuerzo y asco de tal acción así que solo se mantiene a su lado- Está bien Ray, tranquilo, ya viene la ayuda- susurra con dulce voz quebrada.

A Ray le duele eso, porque ella es demasiado bella para llorar.

-¡Doctor!- nombra Anna al verlo a su lado, con expresión compasiva ante tal imagen (porque esa niña rubia le recuerda a alguien que amó)

El albino tan solo toma su hombro con delicadeza y niega sin más, haciendo que esos ojitos de bonito cielo se opaquen ante la cruel verdad.

(Anna no lo quiere aceptar)

-Lo siento, pero estas son las consecuencias que tiene que pasar- dice con tristeza, y el chico se retuerce allí, vomita sangre y la jovencita tan solo lo abraza.

Lo abraza como si todo fuera a calmarse, lo abraza con pureza y amor sincero, mientras el cuerpo de Ray tiembla y su mirada se dirige a ella.

-Estaré bien...Anna- murmura aún tosiendo, y la chica tan solo asiente y cree en esa mentira tan dulce.

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-Nunca me hablaste de ese nuevo joven, James- dice Peter con seriedad, revisando uno que otro papel importante- El tal...Ray Grace.

-Y tú nunca me dijiste que le robas indirectamente a nuestros pacientes, supongo que da igual ahora saber ese dato- anuncia con suave voz James, para depositar sus ojos de azul color en la persona que tiene al frente.

-Oh... veo que te enteraste- alega el menor con gracia, juntando sus manos y observando con cinismo al doctor- Bueno...el apellido Ratri debe estar siempre en los mejores lugares, ya sea en hospitales, manicomios, acilos y orfanatos, en todos somos los mejores...el fin justifica los medios, hermano- James no puede evitar fruncir el ceño ante dichas palabras, mas calla al no querer ser expuesto.

-Cambiando de tema...- murmura Peter- Tu esquizofrénico hijo se negó a salir, aunque esté perdido por esa niña revoltosa...Emma Bell.

-Norman pronto saldrá, la paciente Emma Bell parece ayudarle indirectamente.

-Un esquizofrénico y una loca...es triste que no encuentre ayuda en ti...pero bueno James, tú lo dejaste en ese estado.

-Hablas mucho de mi hijo ¿por qué no hablas del tuyo? O...lo siento, Hayato prefirió una vida sin ti que el dinero que estabas dispuesto a darle.

Ambos sonríen con cariño falso, tratando de ver quien cede ante tanto veneno suelto con sutiles palabras. Hay tensión y todo se resume en sangre Ratri contra sangre Ratri.

-Eres un asco para esta familia, James.

(Escritora: Já, claro Peter, mejor di "Mamá dijo que ya no hablaras sobre eso" XD)

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-Anna...ve a casa, ya estoy bien, no tienes que quedarte aquí toda la noche.

La jovencita de dorados cabellos corta distancia suavemente, sonriendole con cariño y negando sus palabras.

-Está bien, igual es mi turno de supervisar a los pacientes- habla dulcemente la niña mientras de reojo observa los expedientes.

-Anna- la llama una vez más, y la chica con sus ojitos cansados lo mira tiernamente- Voy a morir...y tú me diste tantas cosas en estos días- sincera él, y la rubia siente una presión en el pecho tan dolorosa que no lo quiere escuchar, así que retira sus papeles y le da la espalda.

-Anna- aquel nombre suena tan seguro para un joven que dentro de días perderá la vida, ella no lo quiere mirar, pero la mano de Ray tomando la suya hace que todo se rompa.

La chica se acerca, toma su rostro y lo único que hace es besarlo con fuerza y, a la vez, dulzura. Se siente torpe en un inicio, pero luego todo es intenso, el calor abruma en ambos y Ray solo la toma de la cintura, acercándola más a él y la camilla.

Sus labios se alejan con lentitud, y Anna con ingenuidad acomoda su cabello dorado mientras trata de calmar su respirar. Ray sonríe pícaro aún con todo eso, y la fémina tan solo quiere ir más allá con él.

-No debes obligarte a hacer esto conmigo- murmura el azabache, tratando de evadir el azul de sus ojos, que lo observan con un deseoso fuego.

Anna se separa y eso deja a Ray casi confuso, pero cree que es mejor que no lleguen a más, aunque su cuerpo este anhelando sentirla tan cerca y acariciar cada parte de ella.

Y realmente culpa a Emma por eso, porque es ella quien dice que el placer no es ningún delito, y que Norman y ella pueden disfrutar de estar unidos siempre, porque se aman y tienen la necesidad de necesitarse.

La rubia sonríe con encanto, y cierra la puerta de aquella habitación sin salir de esta.

-En estos momentos no puedo evitar desearte...Ray.

«No me negaría a sentir tales sensaciones... si es contigo, Anna»

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