Capítulo Único

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Luna...

Sangre...

Muerte...

Sacrificio...

Ese era el ciclo de vida para todos aquellos moradores de la tierra del norte. Aquel frío paraje habitado por una ancestral familia de extraña apariencia y extrañas costumbres. La tribu Hyūga del norte, ubicada en lo más recóndito de una gran montaña, justamente a sus faldas; lejos de las demás civilizaciones. Malditos de nacimiento a la espera de un milagro que pudiera cambiar sus destinos.

Milagro que recibieron luego de décadas de espera, luego de décadas de sacrificio y muerte. Luego de vivir con miedo a aquel demonio rojo, sediento de sangre, sediento de poder. El cual regía esas tierras desde tiempos remotos y al que le debían ofrendas para mantener a su gente a salvo. Era un pacto, un pacto de sangre que había pasado de generación en generación, atando a todos ellos a un destino sin fin, un destino sin solución.

Aquel nacimiento, que había ocurrido años atrás, significó esperanza para una tierra marchita y sumida en la oscuridad. Una joven, segunda hija de la casa principal, de castaños cabellos y mirada determinada; aquella que era la salvadora de su gente, el milagro vivo del sol viviente, era luz y absolución a todas sus penas. Para todos excepto para la primera hermana, para quien su llegada al mundo significaba una tortuosa condena.

Tu hermana es el milagro que Dios a enviado para nosotros — había dicho su padre con mirada severa — Tu vida se debe por y para ella — la miró a los ojos de manera fría y lejana — No nos decepciones

Esa había sido su sentencia, una tortura anunciada con palabras afiladas que sólo auguraban sufrimiento para ella. Hyūga Hinata, la única diferente de todo su clan, la perla repudiada de la casa principal. No era una chica ordinaria, y no en el buen sentido; desde joven era consciente de lo renuentes que eran todos a su alrededor. No sabía la razón, pero el rechazo siempre estaba latente en los perlados ojos de todos los habitantes del pueblo. Así había crecido, y con el pasar del tiempo nada había cambiado.

Das lástima — escuchó tras sus espaldas de pronto. Toda la piel se le erizó, escalofríos navegaban libremente su espina, hasta acelerar su corazón de súbito — Y pensar que alguien tan patético como tú pudiera tener nuestra sangre corriendo por tus venas

Él siempre era así, se regocijaba molestándola hasta el cansancio. Burlándose de su suerte mientras deseaba ser juez y verdugo de su vida. La odiaba, la detestaba y no tenía idea del porqué.

¿Q-Qué necesitas... — dejó de aplicar el ungüento al corpulento caballo perteneciente a su hermana para mirarlo de soslayo — Hermano Neji?

No eres digna de llamarme de esa forma, así que no lo hagas — la tensión era palpable en el ambiente, el castaño no soportaba estar en presencia de ella — Hiashi pidió que volvieras — se dio la vuelta para salir del establo, no sin antes agregar al ver que no se movió de su sitio — Ahora

Luego de acompasar su respiración, salió del lugar dejando todo en su respectivo lugar. Caminó bajo la nevada despacio, evitando los senderos concurridos con dirección a su hogar, si es que se le podía llamar de esa forma. Perdida en sus pensamientos daba cada paso con suma desgana, mientras abrazaba su frágil cuerpo cubierto por ropa escasa, sin llegar a ser suficiente para abrigarla apropiadamente.

Era común que nevara en el norte, la mayor parte del año era así. Por esta razón todos contaban con gruesas pieles para abrigarse, excepto ella, cuyas pertenencias habían sido dadas a su pequeña hermana, quien había descuidado las suyas hasta el punto de no poder utilizarlas. Era una situación difícil, pero no estaba en una posición como para quejarse al respecto.

Sin darse cuenta, llegó hasta la gran puerta de madera que daba entrada a su hogar. Suspiró antes de ingresar, de seguro se estarían preparando para compartir la mesa, a la cual no estaba invitada. Sólo podía saciar su hambre luego de que Hanabi estuviera satisfecha con su comida, mientras ella esperaba por su turno para ingerir bocado. Justo iba a abrir la puerta, cuando las voces de sus padres llamaron su atención.

¿Están seguros que ya es tiempo?

"Mamá" pensó, esa era la preocupada voz de Hanna, su dedicada y nerviosa madre.

Si, los ancestrales confirmaron que el próximo fenómeno es mañana...

Ambos callaron cuando deslizó la madera, se miraron entre sí antes de posar sus ojos en ella, momento que aprovechó para reverenciar antes ellos con la intención de retirarse lo antes posible.

Hinata, hija mía — mencionó su madre, dejándola clavada en su lugar, temerosa de levantar la mirada — Acompañanos esta noche

"¿Yo? ¿Compartir la mesa?" se cuestionó internamente, era algo inusual e inesperado. Pero la sonrisa que surcó su rostro, acompañada de un asentimiento por parte de su padre terminó por convencerla.

Al fin recibía algo de amor, amor que había estado anhelando por años y que nunca había sido concedido hasta ahora. Tenía ganas de llorar, no importaba cuán extraño era, estaba inmensamente felíz de ser tratada con cariño al menos una vez más.

●●●●

Hermana... ¿Me acompañas?

Esa había sido la solicitud de Hanabi esa mañana, no podía y no quería negarse, menos cuando la habían tratado tan bien la noche anterior. Así que sin más se preparó para salir con ella, cuando para su sorpresa su madre apareció con abrigos de pieles para ella.

¿A dónde vamos Hanabi? — caminaban tomadas de la mano, mientras se alejaban cada vez más de la aldea en dirección al bosque.

Madre tiene unas bonitas flores plantadas al final de este camino — le explicó de forma vaga — Antes de partir padre esta mañana, me pidió que te las enseñara. Es su lugar especial

Caminaron en silencio por largo rato, mientras la claridad del bosque era reemplazada por la penumbra a medida que avanzaban. Tenía una mala sensación en el corazón, algo no iba del todo bien.

¿S-Segura que es por aquí? — cuestionó intimidada — El frío se hace más y más pesado

Estoy segura — desvió su vista al frente y apuntó a un lugar en específico — Mira, ya nos estamos acercando — pero todo lo que podía divisar era oscuridad.

Avanzaron un poco más, hasta llegar a un pequeño claro entre tantos árboles. Y a pesar de que no estaba cubierto por ellos, de todas formas la penumbra parecía rodearlo al completo. Se aproximaron, y pudieron divisar siluetas alrededor de lo que parecía ser un pozo.

"Es extraño..."

Hinata, Hanabi — esa era la voz de su padre — Acérquense — y así lo hicieron.

En silencio ambas se colocaron a cada lado de él. Se sentía desconfiada. ¿Por qué su padre y madre estaban en ese lugar?, y lo más importante ¿Quiénes eran aquellos que los acompañaban?. Pero no pudo pensar demasiado, ya que una luz incandescente apareció en medio de todo, mientras brazas rojizas se alzaban majestuosas e imponentes hasta casi alcanzar la copa de los árboles.

¿Qu-Qué es esto padre? — preguntó al sentir que este tiraba de ella en dirección a la luz.

¿Pa-Padre? — volvió a pronunciar, cuando su agarre se hizo más fuerte sobre sus muñecas.

Esto es por nuestra familia — fue lo único que mencionó, mientras se aproximaba cada vez más.

Le tomó un momento para mirar alrededor y procesarlo todo. ¡Pensaban sacrificarla!. Esas personas que estaban ahí eran los sabios ancestrales, quienes estaban preparados para el ritual. El miedo aguijoneó su pecho con gran intensidad y sin pensarlo demasiado forzó el agarre de su padre hasta poder liberarse, pateando su espinilla en el proceso.

En seguida corrió como alma que lleva el diablo, decidida a escapar de su verdugo, obviando las voces que le pedían parar y desistir de su locura.

¡Se dirige a lo profundo del bosque, debemos pararla! — fue lo último que escuchó mientras se sumergía entre las ramas que parecían darle cobijo.

Cada paso era más difícil por la densidad de la nieve, el esfuerzo se volvía mayor hasta el punto de tener que abandonar su abrigo. Las ramas golpeaban su cara, rasgaban su piel, pero hizo caso omiso con tal de desaparecer de allí. Ahora toda la actitud de su familia cobraba sentido en su cabeza, y ella como estúpida se había dejado engañar.

No supo cuánto tiempo corrió, pero cuando se quiso dar cuenta la luna bailaba sobre su cabeza y el viento soplaba fuerte, condenadamente helado. Estaba en lo profundo del bosque, un lugar que no podía reconocer ni aunque quisiera.

Lu...na san...grienta — susurró con el aliento entrecortado por el esfuerzo.

La luna roja era un fenómeno que no pasaba con frecuencia, pero que indicaba muerte para su gente. Los sabios elegían al adecuado para la ceremonia, cuyos resultados o razones desconocía.

Se sentía cansada, desolada, pero sobre todo triste. Había tenido la esperanza de que todo sería mejor, pero el destino se reía de ella una vez más. Sus lamentos cesaron cuando movimientos erráticos llamaron su atención. Pisadas, crujidos, arrastres de algo que no pudo identificar le pusieron la piel de gallina. Estaba asustada, y lo estuvo mucho más cuando una figura humana se acercó a ella de forma lenta.

De repente algo rozó su derecha y luego su izquierda, pero no logró ver nada con claridad. Zarpazos se hicieron presentes a su alrededor, hasta alcanzar sus ropas y posteriormente su piel mientras el extraño no dejaba de acercarse.

¡Ahhh! — su grito de dolor parecía agradar a aquel hombre, quien mostró su hilera de dientes a consecuencia de su sufrir.

"No" pensó "No puedo morir aquí"

Pero sus fuerzas la abandonaron. Cayó arrodillada en el suelo, mientras su sangre teñía la nieve a sus pies.

Se desplomó por fin, y justo antes de perder la consciencia aquel hombre se arrodilló ante ella, clavando sus largas uñas en todo su rostro. Lo último que pudo ver fue una mata de cabello rojizo ondeando cual llama flameante, y unos ojos color turquesa cuál fina tela de oriente.

No... por favor — fueron sus últimas palabras antes de entregarse a la oscuridad.

●●●●

¿Por qué no puedo matarla? — cuestionó sin apartar sus ojos de la peliazul.

Ella es la clave

¿La clave para qué?

La clave de nuestra destrucción

Eso significa entonces... —

Que sólo hay una forma de evitarlo — aquella bestia se movió inquieta, lista para cumplir lo que anhelaba — Ya sabes que debes hacer

Se acercó a la joven que yacía en el piso, sin vacilar en ningún momento. Se la veía demacrada, sin contar con las heridas recientes en todo su cuerpo. La ropa rasgada lo invitaba a terminar lo que había empezado, su bestia interna pedía a gritos saciar su necesidad, pero esta vez debía obedecer lo que su Bijū sugería.

"Tal vez así pueda deshacerme de esa escoria"

La pateó suavemente para levantarla de su sueño, pero no respondía, cosa que empezaba a irritarlo. Se colocó en cuclillas, tomó su rostro entre sus manos y mordió su cuello con fuerza, logrando un alarido por parte de la ojiperla quien se había despertado exaltada y asustada.

Hasta que al fin despiertas — la joven rápidamente buscó refugio en las frías paredes, lo más alejada de él que pudiera estar — Tranquilizate, no pienso matarte

"Aún" pensó para sus adentros.

¿Q-Qué quiere de mí? — su voz era baja, como si le doliera al hablar.

No mucho — cabeceó mientras pensaba cómo plantearlo — A cambio de perdonar tu vida, necesito tu cooperación

¿Per...donar mi vida? — Gaara, molesto de su actitud sólo asintió — N-No tengo por qué ayudarlo — titubeó.

Para el pelirrojo esa fue la gota que culminó con su paciencia. En un parpadeo se encontraba frente a ella, la tomó del cuello con fuerza y la estampó contra la pared. Hinata por su parte quedó paralizada por la frialdad y desprecio que mostraban sus ojos, aquel hombre era peligroso, pero más que nada había una chispa de interés y cautela hacia ella.

No estás en condición de nada — cuando el aire casi se escapaba de sus pulmones la soltó de golpe — No lo olvides 

Coff.... Coff... Coff... — tosía mientras sostenía su garganta, abrumada por lo sucedido.

¿Y bien? — cuestionó cuanto la vio más calmada.

¿Q-Qué hay para mí...? — estaba asustada, pero eso no impediría que intentara buscar la forma de librarse de aquello.

Hmmph — resopló con burla, tenía ganas de reír por aquella tonta pregunta — ¿Qué quieres?

M-Mi familia... — murmuró por lo bajo, paralizándose por la cínica risa que soltó el pelirrojo ni bien había empezado a hablar.

¿Quieres volver con las personas que intentaron sacrificarte?

"Chiquilla tonta" resonó Shukaku en su cabeza. Pero entonces la vio negar lentamente.

No... — dijo temblorosa — Quiero vengarme

Quería arrancar de raíz todos esos años de sufrimiento, el engaño, el dolor y la soledad que la habían hecho pasar. Otorgándole esperanzas para luego dejarla caer en su realidad de forma cruel. Hinata estaba rota, y se dejaría llevar por el abismo gustosa con tal de castigar a su familia de una vez por todas.

Bien — una peligrosa sonrisa asomó en la cara del pelirrojo. Se acercó hasta tomarla del mentón y fijar sus ojos en ella — Tenemos un trato

No podía ser más perfecto, gracias a aquella estúpida mataría dos pájaros de un tiro. Acabaría con los Hyūgas y su chica milagro, y así el norte sería sólo suyo.

"Esto es perfecto" pensó regocijándose por adelantado del dolor que sentirían esos bastardos.

Hinata por su parte quedó paralizada al verlo de forma nítida frente a ella. Nivea piel surcada con profundas cicatrices, ojos adornados con profundas ojeras, cabello rojo cual fuego abrasador y labios peligrosamente perfilados con largos y afilados dientes. Era una vista aterradora pero fascinante, de la cual quedó prendada por un breve momento.

"Vamos Hinata" la oscuridad crecía en su interior mientras él mantenía aquel tacto "Puedes hacerlo" se dijo. Gaara no pudo más que sonreír satisfecho al ver sus ojos vacíos, al fin era hora de masacrar a esos idiotas.

●●●●

Dos días después, los sabios y la cabeza familiar aún discutían el desafortunado incidente, haciendo planes para poder recuperar nuevamente a la peliazul.

Es necesario buscarla para terminar el ritual — agregó uno de aquellos — Sólo así podremos derribar a la maligna bestia

La sangre de Hinata derramada, otorgará a su hermana la capacidad suficiente para poder aniquilarlo — dijo otro de ellos — Es la única forma

Por generaciones hemos esperado este momento, debemos recuperarla o estaremos condenados — se lamentó el canoso hombre — Es el último día de la luna sangrienta, no podemos esperar más

La discusión se tornaba más acalorada a cada minuto. Todos los hombres de la aldea estaban reunidos para trazar un plan de rastreo, y así dar con la escurridiza chica que se había escapado por poco de su destino.

Si nos dividimos en varios grupos podemos cubrir más terreno y ... — el discurso de Hiashi se vio interrumpido por un estruendo.

Rápidamente salieron del lugar y quedaron espantados por lo que captaron sus ojos, fuego arropaba todas las esquinas de la aldea. Mujeres y niños corrían tratando de evitar lesionarse, otros trataban de extinguir las llamas sin ningún éxito.

¿Pero qué demonios es esto? — Neji se giró para preguntarles a los mayores sobre el asunto, pero no pudo agregar nada más porque su garganta fue cortada, dejando una hilera de sangre a su paso. Horrorizados, vieron cómo el joven se desvanecía en el suelo, dejando ver a una figura conocida luego de su caída.

¿H-Hinata? — su padre no pudo evitar que le temblara la voz, aterrado por lo que veía. Con ojos como platos, los demás incluido el castaño que agonizaba en el suelo, vieron a la ojiperla quien parecía una muñeca sin vida.

Por más que intentaron no respondió, y en su lugar incrustó su espada hasta la empuñadura en el pecho de aquel que alguna vez llamó padre. Dando inicio así a la masacre de todo el clan.

Es tu turno — ordenó Gaara a su Bijū, que gustoso desmembró y devoró todo a su paso, mientras su amo veía todo satisfecho.

Desgarros, decapitaciones, miembros despedazados por todas partes. Nieve teñida de sangre, adornando lo brillante de la noche, con la luna resplandeciendo sobre sus cabezas. Mataron a cada habitante, no importaba lo jóvenes o viejos que fueran, hasta que no quedó ninguno de ellos.

Gaara se acercó entonces hasta ella, sosteniendo entre sus brazos a su pequeña hermana, quien la había condenado a un mundo sin esperanzas. El pelirrojo le sonrió y sin dudarlo, pese a sus gritos, arrancó su cabeza sin titubear en ningún momento.

El hombre entonces la besó, haciendo que recuperara la consciencia perdida. Dándose cuenta de lo que había hecho, cayendo lentamente en la locura y desesperación.

¿Qué ocurre? — preguntó burlón — ¿No es esto acaso obra tuya?

Rió con ganas mientras ella gritaba hasta quemar su garganta. Jamás pensó en algo así cuando habló de vengarse, él la había utilizado. Así que tomando el poco valor que le quedaba, tomó firmemente la espada y atravesó su cuerpo sin obtener ningún resultado.

Eres una tonta — dijo mientras la sostenía del cuello, su cara rápidamente se tornó roja, pero él no dejó de hacer presión.

Las lágrimas surcaban su rostro, el dolor era casi insoportable, hasta ser consciente de que pronto dejaría de vivir. Sólo entonces se permitió relajarse y aceptar su destino, no tendría que sufrir más y eso suponía un gran alivio para su alma. Por fin tendría paz, esa que le fue negada durante toda su existencia.

Pero de repente la presión de su cuello desapareció, aquel hombre la acercó hacia él y lamió su cuello con deleite, recorriendo el hilo de sangre que salía de su boca, hasta estampar sus labios con los suyos disfrutando del sabor salado y metálico de sus lágrimas mezcladas con la sangre.

Eres mía — amenazó con voz gruesa y satisfecha — Estás ligada a mí, desde ahora y para siempre

Sangre, dolor y sufrimiento. Salvación o condena... eso es todo lo que puedes esperar, bajo la luz de una Luna Sangrienta.

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Un poco tarde pero aquí está. Este es mi aporte para el HinataHalloweenHarem preparado para ustedes por la Editorial_Ilussia

Las demás historias de este evento están en los perfiles de estas fabulosas escritoras:

Wanderlust_326
Doradita092
Inari_nun
ItzelBadban
skybluePetunia

Esperamos lo disfruten, y no se olviden de apoyarnos en este proyecto.

Los quiere Eaton093 (✿◡‿◡)

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