⚠️Capítulo 21 Isobel.⚠️
A la mañana siguiente me desperté y Damon ya no estaba conmigo, estaba con Stefan.
- Stefan, Stefan - le llamó Damon dentro de la celda.
Entonces decidí vestirme de nuevo, entré con Damon a la celda y le llamé también.
- Hermanito - dije acariciándole el hombro para que se despertara.
- Te quiero, Stefan - añadí mientras Damon me cogía de la mano y nos íbamos fuera de la celda.
Cuando Damon volvió a cerrar la celda me sujeté de los barrotes, le miré con pena y dije.
- No soporto verlo encerrado así - dije sin ánimos.
- Fuiste tú quien le encerró - dijo Damon que estaba apoyado en la pared.
- Con tu ayuda - dije.
- No podía dejarlo suelto comiéndose gente mientras el consejo busca vampiros ¿no crees? - dijo con su típica sonrisita que me sacaba de quicio pero que a la vez era tierna.
- ¿Y no tiene nada que ver con que te preocupas por él? - pregunté provocándole.
- Eso es lo tuyo, no lo mío. Por cierto se te da genial hacer de hermana mayor, sobre todo en la cama - dijo provocándome.
Ese comentario me sacó de quicio y con mi mente le lancé una almohada en señal de queja.
- ¡Oye! - me quejé poniéndome de morros y cruzándome de brazos. Aunque al instante me reí y Damon me lanzó una de sus miraditas como diciendo que quería acostarse conmigo. Pero como siempre, lo dejó estar y se fue a arriba. Por lo que decidí quedarme abajo un rato más con Stefan.
Me quedé un rato observándolo en silencio, sin embargo al final decidí irme arriba con Damon. Cuando subí vi que Damon tenía una especie de reloj de bolsillo, a lo que le pregunté.
- ¿De dónde has sacado eso? - le pregunté acercándome a él.
- Me lo dio Pearl, es un invento que ella le quitó a Johnathan Gilbert - contestó examinando el reloj de bolsillo.
- Habrás averiguado para que sirve, ¿no? - dije mientras se sentaba en el sillón, puesto que ahora estábamos en el salón.
- No. Sea lo que sea no funciona - contestó a la vez que me acercaba a él.
- ¿Pearl no te dijo nada más? - pregunté mientras él me cogía mi mano para que me sentara en su regazo.
- Ella creyó que era el detector de vampiros, pero parece un reloj - contestó retirándome un mechón del pelo de la cara, odiaba cuando hacía eso, me ponía nerviosa. Sin embargo cuando Stefan lo hacía me gustaba y había veces que hasta me sonrojaba.
Ambos sabíamos que Johnathan Gilbert era un científico loco.
- ¿Vas a dormir esta noche conmigo? - preguntó, a lo que a la vez que me bajaba de él le pregunté de broma.
- ¿Algún problema? - pregunté con una sonrisita de orgullo al ver como provocaba a mi hermano mayor.
- Sí, eres muy molesta y además te mueves mucho en la cama - dijo susurrándome al oído y siguiéndome el juego.
- Damon, hay que bajar a bajo a llevarle algo de comer a Stefan - dije entre risas.
- Baja tú, para que coma de ti - contestó con un tono sarcástico.
- Ja, ja, muy gracioso, me encanta tu sentido de humor, pero enserio lo que Stefan necesita es dieta Stefan cien por cien y lo sabes - contesté.
- Vale, pero si decides bajar, tendrás que quedarte detrás de mí para protegerte - contestó mi hermano.
- No te preocupes - contesté tranquilamente con una sonrisa.
Damon cogió una botella de sangre de animal de la antigua nevera de Stefan y bajamos juntos. Después se paró en la celda de Stefan y dijo.
- Deberías comer. Dieta Stefan cien por cien - dijo.
Él no contestó, ni se movió, estaba sentado en la cama con la cabeza sobre sus rodillas, con lo que Damon continuó hablando. Yo estaba callada y quieta detrás de mi hermano mayor que tenía mi mano cogida para evitar que hiciera alguna de mis tonterías de diosa. Como él las llamaba.
- Sabes lo que pasará si no comes. Acabarás podrido y reseco. Con lo que yo me podré quedar con Luna y me podré casar con ella - dijo poniéndome furiosa. Era idiota, le quería poner celoso a pesar de que fingía estar preocupado por él. Así que hice algo de lo que no estoy orgullosa y me arrepiento desde que lo hice. Le pegué un bofetón entre lágrimas y me senté en el suelo entre lágrimas por lo que había dicho Damon. En realidad a mí también me gustaba Damon, pero no quería estropear lo que tenía con Stefan, no quería hacerle daño. Fue por lo que salté y reaccioné de esa manera. Creo que le hice daño.
- Lo siento - dije apoyada en mis rodillas desde el suelo cuando me sequé las lágrimas .
Damon me miró poniendo su mano en su mejilla, estaba un poco sorprendido, pero lo dejo estar y Stefan habló.
- No tengo hambre - contestó sin más.
- Claro que sí, es un hambre eterna. Toma - dijo poniendo la botella de sangre en el pequeño escalón de los barrotes.
Y como no se movió siguió hablando. Yo, me tranquilicé, me levanté y me quedé callada junto a Damon.
- Ya has eliminado la sangre humana ¿Quieres decirme por qué sigues aquí autocompadeciéndote? - siguió hablando.
Una vez más fue inútil, Stefan no contestó.
- Vamos, bebe - dijo Damon tirándole la botella dentro de la celda para que bebiera de ella.
En cuanto la botella cayó al suelo Stefan la miró pero volvió otra vez a bajar la cabeza.
- Vale, tú muérete, me da igual - contestó indiferente mientras se iba otra vez arriba.
Esta vez intervine yo abriendo la celda para entrar y ver si podía animarle. Sabía que él me contestaría.
- Hola - dije sentándome a su lado.
Él se alejó de mí para contestarme.
- Hola - contestó con la misma actitud que antes. Estaba arrepentido de lo que me había hecho, pude verlo en sus ojos. Quería redimirse, quitarse toda la culpa y se comportaba así porque creía que solo de esa forma algún día podría lograr su principal objetivo. Quitarse toda esa dichosa culpa.
No quería agobiarlo, así que le dije.
- Te quiero, me voy arriba, si necesitas algo me llamas y en cuestión de segundos me tienes para lo que sea - dije mientras me intentaba aguantar, no soportaba verlo en esa camiseta de tirantes blanca, le tenía especial debilidad a esa camiseta de tirantes, cuando llevaba esa camiseta me daba ganas de acabar en la cama con él.
Me fui arriba mientras que por el camino le escribía un mensaje a Elena contándole que su madre se llamaba Isobel, era la esposa de Ric y era vampira porque la había convertido Damon.
Cuando estaba subiendo arriba, justo antes de llegar a subir el último escalón Damon me pegó un susto sobresaltándome.
- ¡Bu! - dijo apareciendo delante de mí.
- ¡Ah! - grité mientras mi hermano que estaba sin camiseta se reía y me cogía en brazos para evitar que me cayese.
Al verlo sin camiseta con esa sonrisa tan característicamente suya tan provocadora me dio ganas de acabar con él en la cama y al bajarme de sus brazos decidí ponerle también para poder disfrutar algo después de todo lo vivido. Por eso me acerqué a él y le susurré.
- Daaaamon - susurré tiernamente con una sonrisa a la vez que me ponía de puntillas.
- Tengo ganas de hacer travesuras - añadí con el mismo tono.
A veces Damon y yo nos comportábamos de la misma manera, éramos hermanos y había algo de Damon y Stefan en mí. Lo cual me encantaba.
- ¿Pues a qué esperamos? - dijo con una sonrisa traviesa.
- Vale, pero antes quiero ver que opina Stefan - contesté.
Damon P.O.V
Lo que había hecho Luna era algo que me dejó un poco sorprendido, aunque aún así me gustó saber que mi hermana pequeña tenía un lado travieso.
- Vale, pero voy contigo - contesté mordiéndole el labio para que gimiera.
Esta vez noté que gimió mi nombre sin mostrarse molesta.
- ¡Damon! - gimió acercándose a mí.
Me abrazó y nos fuimos a hablar con Stefan.
Abajo Stefan seguía todavía en la celda de la misma manera que antes.
- Stef... - empezó a decir Luna, pero decidí interrumpirle y seguir yo.
- ¿Me puedo tirar a Luna? - pregunté.
Luna se dio con la mano en la frente por lo que había dicho, pero lo dejo estar.
- Haz lo que quiera Luna, ella es la que decide - contestó sin ánimos.
Entonces Luna entró, le besó, le acarició un poco y dijo a su lado.
- Te quiero - dijo Luna.
Sin embargo Stefan le miró y le contestó.
- No merezco tu amor, hermanita - contestó.
Después salimos y nos fuimos arriba a mi habitación para acostarnos. Desde que le conté que me gustaba, ella había intentado ser más amable, cariñosa y comprensiva conmigo. Supongo que tenía miedo de perderme como hermano y era comprensible, yo también lo tenía. Quería intentar ser un buen hermano mayor con ella, quería tratarla bien para que se sentiera a gusto conmigo.
Luna P.O.V
Cuando llegamos a su habitación Damon empezó a hacerme cosquillas para provocarme. Cerré mis ojos y decidí seguirle el juego. Me quité mis zapatos y me tiré encima de él en la cama mientras empezaba a besarle. Damon tenía la respiración agitada y eso me encantaba. Estaba encima de él, sentada sobre mis tobillos cerca de su pecho y vi que iba a levantarse de la cama, entonces le dije.
- Ni hablar, tú te quedas ahí - dije poniendo mis manos sobre su pecho para empujarle de nuevo a la cama entre besos.
Él me hizo caso y empezó a quitarme la camiseta dejándome en sujetador. Pero tuvimos que dejarlo en eso porque de pronto el móvil de Damon empezó a sonar. Me dejó sin camiseta en la cama y lo cogió para hablar a la vez que volvía conmigo a la cama para acariciarme mientras hablaba. Yo podía escuchar toda la conversación gracias a que era diosa.
- ¿Hola? - dijo Damon hablando por el teléfono.
- Hola, soy Alaric Saltzman - contestó Ric desde el otro lado de la línea.
- ¿De dónde has sacado este número? - preguntó mi hermano.
- Es un misterio - contestó Ric.
- Escucha, he estado indagando sobre el tío de Elena, ¿te interesa? - añadió.
Yo miré a mi hermano y le asentí haciendo un puchero para que dijera que sí, Damon me miró, suspiró y preguntó.
- ¿"Indagando"? - preguntó.
- Tengo un amigo que hizo criminología cuando estábamos en la universidad, digamos que se le da muy bien indagar - contó Ric.
- ¿Y ha..., encontrado algo? - preguntó mi hermano.
- Le pedí que examinara los registros telefónicos de John, recibió varias llamadas de un número, pero ese número se desconectó un día misteriosamente cuando probé a llamar - dijo mientras Damon aprovechaba para besarme un poco haciendo que sonriera al sentir sus labios sobre los míos.
- Isobel conoce a John, ya lo sabemos - dijo Damon como si no fuera relevante.
- Sí pero ahora recibe llamadas de otro número y mi amigo ha podido localizarlo. Tengo la dirección, es..., una casa en Grove Hill - explicó.
- ¿Isobel está en Grove Hill? - preguntó mi hermano.
Me lamió la mejilla con una sonrisa tierna, entonces intenté que no se me escapara la risa pero no pude, por lo que se me escapó una risita mientras le miraba sonriéndole.
- No lo sé - contestó Ric.
- Podríamos echar un vistazo - añadió.
- Perfecto. Dime dónde es - contestó mi hermano.
- ¿Para que vayas sin mí? No, creo que no - dijo Ric.
- Vamos, intentaste matarme - protestó mi hermano intentando convencerle.
-Tú me mataste a mí - replicó Ric.
- Vale, te espero en una hora - contestó mi hermano dándose por vencido.
- Bien - dijo Ric colgando el teléfono.
- Bien, ¿por dónde íbamos? - preguntó Damon mientras me sentaba encima de él a la vez que él ponía sus manos estrujándome las piernas contra él para provocarme.
- Mira, será mejor que lo dejemos, dentro de una hora te tendrás que ir con Rick y mejor ahora vamos a cuidar de Stefan - dije bajándome de él y sentándome en el borde de la cama a su lado.
- Como tú quieras, hermana - dijo sentándose junto mí en el borde de la cama.
- Pero no quiere comer nada, ya le has visto - añadió.
- Tiene que comer. ¿Cuál es su..., qué le gusta de...? - pregunté con un poco de vergüenza a lo que me pudiera decir.
- ¿Qué le gusta..., de qué? - preguntó Damon.
- ¿La sangre de qué animal prefiere? - pregunté.
- ¡Iugh!, qué asco - dijo fingiendo que le había dado asco lo que había dicho, además de sonreírme.
- ¡Tus bromas no le ayudan! - me quejé.
- A mí sí, bueno, vámonos, no soy su niñera, tengo cosas que hacer - me contestó.
- Iba a decir "muérete", pero... - comenté sonriendo.
- Ja, ja, ja, le gusta la sangre..., de perrito. Esos cachorros de labrador con las orejas enormes, son sus favoritos - dijo mientras me ayudaba a ponerme la camiseta.
- ¡Oh! - exclamé fingiendo estar indignada por lo que había dicho.
- Yo también te quiero - añadí con sarcasmo bajándome de la cama.
Él me cogió de mi brazo y bajé a ver cómo estaba Stefan. Allí me pegué a los barrotes para hablar con él. Damon se quedó en el salón esperándome y bebiendo bourbon.
- ¿Cómo estás?, Damon dice que tienes que beberte eso - dije señalando con mi dedo a la botella.
Simplemente negó.
- Lo necesitas, Stefan. No podrás sobrevivir - dije.
- Siento decirte esto, pero, no quiero sobrevivir - contestó esta vez.
- ¿Qué?, no digas eso, ya te perdí una vez, esta vez no volverá a pasar, te reviviré si hace falta - dije decidida.
- Lo siento, Luna, no quiero vivir - contestó desanimado.
- Después de lo que hice no puedo seguir. Esto tiene que acabar - añadió.
- ¿El qué hiciste? ¿Me hiciste daño por beber de mí? ¿O te refieres a Padre? ¿O Damon?, Stefan si es así, me da igual, eso fueron cosas que cometiste en el pasado, olvídalo, de verdad, no me importa - dije.
Decidí dejarlo estar y me subí arriba al salón con Damon. Cuando llegué Damon me cogió de la mano para sentarnos juntos en el sofá y contarle lo sucedido con Stefan. Le conté mi conversación con Stefan y me dijo para que no me preocupara.
- Solo está en plan dramático. No va a matarse de hambre - explicó.
- ¿Y por qué dice esas cosas? - pregunté.
- Se siente mal por lo que hizo. Es típico, Stefan el mártir. Se le pasará - contestó rodeándome con su brazo.
- ¿De verdad? - pregunté.
Asintió mientras yo añadía.
- Porque parecía sufrir mucho - añadí.
- Ya, y se le pasará cuando se alimente - explicó.
- No hablo de ese sufrimiento - dije.
- Sé de que hablas - contestó.
- ¿Te importa si te dejo sola un rato? He quedado con el profesor - añadió levantándose del sofá.
- Ya, ¿ahora sois amigos? - le pregunté.
- Yo no tengo amigos, Luna - dijo mientras se iba.
- Me tienes a mí - contesté dándole mi mano con un poco de tristeza por lo que había dicho.
- Tú eres diferente, eres mi hermana - dijo soltándomela.
- Es mejor que te que te quedes arriba, no deberías bajar tú sola - añadió mientras se ponía su característica chaqueta negra de cuero.
- Todo irá bien - contesté.
- Sabes..., confías mucho en él, dadas las circunstancias - comentó mientras le ayudaba a ponerse la chaqueta con una sonrisa.
- Tú también - dije mirándole sus bonitos ojos azules.
Él me miró a mis ojos a la vez que yo hacía lo mismo con los suyos.
- De lo contrario no te irías - añadí cogiéndole su mano.
Él apretó el agarre y me la acarició a la vez que le miraba a sus ojos.
- No tardaré - contestó mirándome a la cara mientras decidía soltarme e irse.
Cuando se fue Damon decidí desobedecerle y bajar a estar con Stefan. Bajé y me quedé mirándole desde los barrotes. Entonces Stefan comenzó a hablar débilmente.
- Sabes que Damon no me ha dado verbena hace días. Podría llegar a esa puerta en un instante y estarías muerta - dijo desanimado.
- Sí podrías..., pero ¿de qué te serviría? Soy más fuerte que tú y los dos lo sabemos. Además te conozco y eres mi hermano - contesté.
- Por favor, vete - me suplicó. Me daba pena verlo suplicándome que me fuera.
Entonces decidí entrar dentro de la celda, Stefan me miró y me dijo sorprendido.
- ¿Qué estás haciendo? Sal de aquí - dijo un poco sorprendido.
- No - contesté con firmeza.
- Estas haciendo una estupidez - dijo a lo que me encogí de hombros y dije indiferente.
- Seré estúpida - dije encogiéndome de hombros.
- No digas eso, tú no eres estúpida - contestó Stefan que no quería insultarme.
- Tienes que beberte esto - dije recogiendo del suelo la botella de sangre a la vez que extendía mi mano para dársela.
- Luna, sal de aquí o los dos nos arrepentiremos - dijo.
- Bebe - contesté.
Entonces se levantó rápidamente y me quitó la botella de las manos con su velocidad vampírica diciendo.
- ¡He dicho que te vayas! - me gritó con los ojos rojos y las venas apareciéndoles en la cara.
Me dio un poco de miedo pero le contesté decidida.
- No quiero - contesté.
Retuvo su transformación a vampiro y se sentó en la cama.
Me senté a su lado y le dije.
- Háblame, Stefan - le supliqué.
- ¿Por qué haces esto? - pregunté.
- Es lo que debería haber hecho hace muchos años - contó bajando la cabeza arrepentido de lo que me había hecho.
- Eso me da igual, todos merecemos segundas oportunidades incluso por mucho que la odie, Katherine - dije a regañadientes lo último.
Flashback por Stefan Salvatore, Mistic Falls 1864.
Estaba furioso por la muerte de Luna, mi hermanita pequeña, de la que me enamoré accidentalmente, pero ya no podía decírselo y eso me enfureció aún más. Entré al despacho de padre y este cuando me vio se levantó inmediatamente de su silla un poco asustado y diciendo.
- Dios santo - dijo.
A lo que yo pregunté.
- ¿Incluso muertos te avergonzamos? - pregunté.
- Eres uno de ellos - afirmó.
- No, solo he venido a despedirme - dije acercándome a él.
- Y a decirte que tu hija posiblemente esté muerta por culpa de la redada sorpresa de vampiros - añadí apretando los dientes para no desmoronarme por perder a mi hermanita pequeña.
- Yo te vi morir - dijo Padre.
- ¿Viste cómo nos mataron? -pregunté.
- Os disparé yo mismo - confesó haciendo que mi enfado fuera en aumento.
- ¿Mataste a tus hijos? - pregunté.
- Dejasteis de serlo cuando elegisteis a los vampiros - contestó.
- Vale, nosotros está bien, pero ¿qué hay de Luna?, ella no tenía nada que ver con los vampiros, no tenías derecho a matarla - le dije.
- Sí lo tenía, ella era algo peor, era bruja o algo, vuestra madre lo sabía pero se lo calló hasta que descubrí lo que podía hacer, no quería matarla pero le pegaba porque también la veía como un demonio, a parte ese amor que sientes por ella..., es repugnante, ella jamás podrá sentir lo que tú sientes por ella. Y sí, está viva Katherine le salvó - confesó.
- Gracias a Dios vuestra madre no está viva para ver lo que habéis hecho - añadió sin más.
- No me he transformado, no quiero. Voy a dejarme morir, padre, por favor - le expliqué alterado.
- Sí, vas a morir - dijo cogiendo su bastón y partiéndolo para hacer una estaca de madera.
Vino hacia mí para clavarme la estaca pero me aparté de él rápidamente y le tiré al suelo con mis nuevos poderes. Se le clavó la estaca en su barriga y no dejaba de salirle sangre.
- ¡No! Dios mío. Padre, yo no quería - dije arrepentido acercándome a él para quitarle la estaca.
Puse mi mano en la estaca para quitársela pero él me dijo.
- ¡Aléjate de mí! - dijo poniendo su mano en la estaca para impedir que se la quitara.
- ¡No, déjame, por favor! - dije quitándole la estaca.
Tenía la estaca en mi mano, estaba llena de la sangre de Padre, no podía soportarlo, la sangre me llamaba, era una necesidad, al final cedí a los deseos de beber de su sangre y recogí un poco de la sangre de la estaca, la dejé en el suelo y me chupé lentamente los dedos de mi mano.
Le retiré la mano de la barriga y metí mis dedos entre su herida provocándole en el acto más y más dolor para después llevármelos a la boca mientras se me aparecían unas venas en el rostro además de los ojos rojos. Seguí bebiendo de su sangre hasta que me salieron los colmillos de vampiro, por lo que me empezó a doler la mandíbula.
- ¿Qué me está pasando? - pregunté.
Fin del flashback
- ¿Cómo puedes seguir mirándome a la cara? después de lo que te he hecho, seré una decepción de hermano mayor - preguntó mirándome.
- Tienes que dejar salir estas cosas, hermanito - le dije mirándole.
- Ven arriba - dije cogiéndome de su brazo.
- Podemos seguir hablando y seguiremos todo el tiempo que necesites - añadí mirándole.
- ¿Crees que puedo hacerlo? - preguntó mirándome.
Entonces asentí y cogí el anillo de Stefan que me había dado Damon diciéndole a la vez que se lo enseñaba.
- Cuando estés dispuesto..., estaré arriba - dije poniéndole el anillo encima de la camilla.
Stefan miró el anillo a la vez que yo decidía subir al salón antes de que me pillara Damon y me regañara. Cuando llegué al salón hice que viniera con mi mente uno de mis manuales de poderes que me dieron las brujas. Eran, como yo los llamaba, mis deberes divinos, o deberes de diosa. Llegué justo a tiempo porque en cuanto me senté con mi manual y empecé a leerlo llegó Damon.
- Oh, Dios, ¿sigues aquí? - preguntó mientras se acercaba para sentarme a mi lado en el sofá.
- ¿Esperabas otra cosa? - pregunté lanzándole una miradita para provocarle.
- No - contestó sentándose en el sofá conmigo.
- Bueno, ¿qué tal te ha ido? - pregunté cerrando mi manual a la vez que me acercaba más a él.
- Mal, aunque he presenciado una crisis existencial del profesor - contestó con una sonrisa por lo último.
- ¿Stefan ha comido? - añadió preguntándome mientras yo memorizaba una lección relacionada con el fuego.
- ¿Acaso te importa? - pregunté provocándole.
- Es simple curiosidad - contestó mi hermano con una sonrisita siguiéndome el juego.
- Está entrando en razón, pero hay mucha culpa que tiene que resolver y no ayuda que te hayas pasado los últimos cincuenta años castigándole porque cogieran a Katherine y te convirtieras en vampiro por su culpa - dije.
- ¿Así que es mi culpa ahora? - preguntó dándose por aludido.
- No es culpa de nadie, Damon. Solo digo que tampoco eres inocente - contesté.
- Has dedicado tu vida a hacerle pagar por ello - añadí consiguiendo que se levantara pero inmediatamente le cogí de la mano para que volviera a sentarse conmigo y se sentó conmigo. Entonces le rodeé con mi brazo y le dije.
- Lo siento, es solo que no me gusta cuando discutís y os peleáis. No quiero regañarte pero es que no me lo pones fácil - contesté con calma.
- Desde que Stefan probó la sangre es otra persona. Debería agradecérselo, ha sido divertido - dijo Damon haciéndome que me preocupase.
- Dios mío, dijo que quería morir. Por eso no quiere comer. Ahora lo entiendo, pero... - dije comprendiendo lo que pasaba.
Damon me rodeó con su brazo y me acarició mi hombro.
- Él decide, hermanita. Si de verdad es tan estúpido, allá él - contestó tumbándose en el sofá conmigo encima.
- No hagas eso, no finjas que no te importa - protesté indignada bajándome de él y yéndome a bajo.
- ¿Adónde vas? - preguntó como si estuviera borracho, con lo que me daba a pensar que o había bebido sangre o había bebido alcohol.
Bajé abajo y entré en la celda de mi hermano que estaba abierta pero no había nadie. Se había dejado encima de la camilla su anillo de día. Lo cogí fuertemente y decidí salir corriendo para contárselo a mi hermano mayor, estaba aterrada y le necesitaba.
- ¡Damon! - grité entre lágrimas corriendo al salón.
Damon vino corriendo hacia mí a la misma vez que yo y entonces nos chocamos.
- ¡Auch! - nos quejamos.
- ¿Estás bien? - preguntó un poco preocupado por el grito que había pegado aunque quería que no notase que estaba preocupado.
- No..., Stefan..., no está... - dije alterada como pude entre lágrimas abrazándome a él mientras le enseñaba el anillo.
- Ayúdame - le supliqué con miedo, no sabía qué hacer.
- Ve al lago, será mejor si hablas tú con él, él te hará caso - dijo mirándome y abrazándome.
Yo sabía que en el fondo me miraba con pena aunque lo quisiera ocultar.
- Eh, eh..., vamos, vamos, Luna, échalo todo - añadió dándome un beso en la mano que me había cogido, era lo típico que hacía con las chicas que conocía cuando éramos pequeños.
Hundí mi cabeza en él, llenándole de lágrimas y cuando me tranquilicé y vi como le había dejado la camiseta me disculpé.
- Lo siento - me disculpé limpiándome las lágrimas.
- No importa y ahora ve a salvar a Stefan - dijo soltándome.
- ¿Por qué eres tan amable conmigo? - pregunté. Esa pregunta le sorprendió un poco pero al final contestó.
- ¿Y por qué no iba a serlo? eres mi hermana pequeña y tengo que cuidarte - contestó, no quería que viera su parte tierna, quería hacerse el duro, pero no le funcionó porque él sabía que tenía que cuidar de mí.
- Gracias, hermanito - dije abrazándole.
- No hay de qué - contestó abrazándome a la vez que hundía mi cabeza en él.
- Ahora ve a salvarle, que eso es lo único que se te da bien como diosa - añadió después de un rato para provocarme.
Por lo que exclamé fingiendo estar indignada.
- ¡Oh! - exclamé.
- ¡Oye! que sé hacer más cosas como diosa - dije riéndome con mi hermano.
- Ve con él - dijo Damon soltándome.
- Sí - contesté mientras me transformaba en zorro para ir corriendo, ya que me gustaban los zorros y quería lucir mi pelaje naranja.
-Espera, ¿vas a ir convertida en zorro? - preguntó un poco sorprendido.
- Sí - contesté.
- ¿Y tu ropa? - preguntó.
- Mi ropa la llevo conmigo, la otra vez fue diferente, me asustaste y no me dio tiempo a reaccionar, podría haber roto el vestido pero sin embargo solo se cayó al suelo - contesté.
- Ah y cuida mi manual, es ese pequeño cuaderno de cuero que parece un grimorio o uno de los diarios de Stefan, por favor, déjalo en mi habitación - añadí.
- Vale - contestó cogiendo mi manual.
- Dios, eres..., estás... - dijo mirándome sin saber muy bien qué decir.
- Lo puedes decir, estoy buenísima, no me importa, enserio - dije.
- Ya, sí, pero eres muy adorable como zorro, por no decir la otra palabra - dijo con un poco de vergüenza por decir que era adorable.
- Sí, ya, zorra, no importa, me da igual - dije por él mientras salía del salón para ir al lago.
Cuando llegué, me encontré a mi hermano sentado en la orilla del lago mirando al firmamento, estaba sufriendo.
- Hermanito - dije a la vez que él me miraba y yo me acercaba a él todavía convertida en zorro.
Me miró confundido, así que me convertí de nuevo en humana para que viera que era yo.
- Pensé que te encontraría aquí - añadí acercándome a él.
- Debí morir aquella noche, como había elegido y debí dejar morir a Damon - dijo a la vez que me sentaba a su lado.
- Pero no lo hiciste. Y el que mueras ahora no va a cambiar lo que pasó - dije rodeándole con mi brazo.
- Todas las personas que han muerto..., tantas vidas perdidas, todo es culpa mía - dijo.
A lo que yo le conté.
- La noche que moristeis vosotros, descubrí que era diosa y podía haberos salvado, esa noche lloré tanto que sentí como si se me encogiese el corazón. Fue horrible, no quiero recordarlo, pero fue mi culpa, yo decidí lo que íbamos a hacer esa noche y por eso moristeis. Nuestros actos ponen cosas en movimiento, pero hay que vivir con ello - dije entre lágrimas recordando aquella noche.
- Yo tomé una decisión y por esa decisión mucha gente ha muerto - dijo mientras me acariciaba cuidadosamente.
- Y tomaste la decisión de parar, rechazaste lo que la sangre hacía contigo. Elegiste ser bueno, Stefan - dije abrazándole.
Entre tanto, él negaba a la vez que decía.
- No, por favor, no hagas eso - dijo apartándose un poco de mí.
- Y esa persona fue junto a Damon la que me protegía de padre - dije.
- Eso no cambia nada - dijo.
- Esa persona me salvó la vida - dije.
- No lo entiendes, Luna - dijo mientras le cogía su mano y decía.
- ¡Explícamelo! - repliqué.
- ¡Me duele! Me duele saber lo que he hecho y ese dolor... Ese dolor está siempre conmigo y cada día pienso que solo... Solo con entregarme a la sangre puedo hacerlo desaparecer. Así de fácil y todos los días igual. Y me aterra pensar que un día pueda cansarme de luchar, Luna. Y la próxima persona a la que haga daño, puedes ser tú - explicó soltándome la mano.
- No, no lo harás - dije.
- Eso no lo sabes - aseguró negando con su cabeza.
- Puede que no. Pero lo que sé, es que puedes coger esto, tirarlo al lago y dejar que amanezca. O puedes coger este anillo y ponértelo y seguir luchando - dije dejándolo en su mano a la vez que se la cerraba.
Entonces decidí besarle con cuidado por si me apartaba de su lado, aunque no me apartó y me dejó besarle. Pasé mi mano por su pecho acariciándolo y le dije mirando a sus encantadores y atractivos ojos verdes.
- Tú eliges - dije mientras me iba para volver a casa con Damon.
Cuando estaba a unos metros de él, me llamó.
- Luna - me llamó haciéndome que me parase en seco y me girase para mirarle a la cara.
Se puso el anillo y fue corriendo hasta mí con su velocidad vampírica para cogerme rápidamente la barbilla y besarme apasionadamente. Le abracé entre lágrimas y nos quedamos allí durante un tiempo. Hasta que dejamos de besarnos y nos fundimos en un abrazo más que fraternal.
- Mejor será que volvamos a casa, sino se va a hacer tarde y es peligroso estar solos aquí - dijo Stefan cogiéndome en brazos mientras se me escapaba una risita.
- Siento todo eso que te he hecho, de verdad, hermanita - dijo de corazón.
- No importa, eres mi hermano y te quiero - le contesté con una sonrisa.
Cuando llegamos casa fuimos hasta el salón cogidos de la mano para evitar que Damon se pusiera celoso. Damon estaba sentado en el salón y la chimenea estaba encendida. Damon estaba jugueteando con el reloj de bolsillo.
- ¡El hijo pródigo! - exclamó mientras me sentaba a su lado y Stefan se quedaba de pie a mi lado.
- Gracias - dijo Stefan.
- No, gracias a ti. Tú has vuelto a la sangre de Bambi y yo a ser el hermano malo, todo ha vuelto a su sitio - contestó mientras Stefan se sentaba a su lado entre Damon y yo.
- Hablo enserio, gracias por ayudarla a cuidar de mí y por protegerla de mí - dijo cogiéndome mi mano y acariciándomela.
- Te amargas demasiado. No todo tiene que ser culpa tuya. Mis actos no son tu culpa, son míos. Me pertenecen, no puedes quedarte mi culpa - dijo Damon.
- ¿Sientes culpa? - preguntó Stefan.
- Si quisiera... Está ahí - confesó bebiendo un vaso de bourbon.
Entonces se levantó dejándome con Damon, por lo que me acerqué a Damon para darle mi mano.
- ¿Sabes que Emily esperó hasta que me hube convertido para contarme lo de Katherine y el hechizo? Me ocultó lo de la tumba. Por no influir en mi decisión - contó Damon mientras me levantaba y me iba con Stefan.
- No quería que lo hiciéramos, porque era una maldición - dijo Stefan abrazándome.
- Brujas. No las aguanto - dijo Damon.
- ¿Y me lo ocultaste? - preguntó Stefan acariciándome la mano.
- No era asunto tuyo. Te odiaba y te odio - contestó Damon.
- Ya - dijo Stefan.
- Damon, es nuestro hermano, ¡cómo puedes decir eso! - dije indignada.
- No importa, Luna - dijo Stefan.
- Que tú le ames, no significa que yo tenga que hacerlo - dijo Damon para mí con una sonrisita.
- Damon, déjala en paz, deja que diga lo que quiera - dijo Stefan en mi defensa, por lo que le besé con una sonrisa a modo de agradecimiento.
- Dios, siempre que digo algo de Luna tienes que saltar para defenderla, muy propio de ti, Stefan - dijo Damon con una sonrisa sarcástica.
- Pero no te odiaba por hacerme beber - continuó hablando.
- ¿Por qué? - preguntó Stefan.
Damon se levantó y cuando se acercó a mi lado dijo.
- Porque te convirtió. Iba a ser solo yo, Stefan. Solo yo - dijo girando alrededor de Stefan para irse del salón.
- Vámonos arriba - le dije cuando Damon se fue.
- Vale - dijo empezando a hacerme cosquillas.
- Te quiero - dije entre risas pasando mis manos por su pecho.
Stefan me dio la mano y subimos arriba.
Alaric P.O.V
Estaba harto de buscar a mi esposa, no aparecía por ninguna parte, así que por eso me fui al Mistic Grill a beber algo y desahogarme. Estaba bebiendo un vaso de bourbon cuando de pronto me pareció escuchar a Isobel decir.
- Hola, Ric - dijo.
Me giré y contesté.
- Isobel - contesté angustiado.
Ella se rió y dijo.
- Me alegro de verte, estás muy bien - comentó como si no pasara nada.
- He oído que ahora eres profesor de historia - añadió.
- ¡Vaya!, ¿cómo es eso? - dijo sorprendida.
- ¿Dónde estabas, Isobel? - pregunté.
- No tengo ninguna razón que puedas comprender. No tengo ninguna explicación que te pueda satisfacer - dijo haciéndose la misteriosa.
- Quería hacerlo - añadió.
- ¿Así de simple? - pregunté intentando no derramar lágrimas.
- Sí - afirmó haciendo hincapié.
- Y tú debías llorarme y superarlo - añadió indiferente.
- Eras mi esposa y te amaba. ¿Cómo no iba a buscarte? - repliqué.
- Porque no me había perdido, Ric - dijo Isobel.
- Tengo entendido que conoces a mi hija, Elena y también a Luna. He oído que Elena ha estado buscándome y Luna la ha estado ayudando. Así que quiero que me organices una cita con Luna - dijo pasándome una servilleta en la que había escrito un mensaje.
Sostuve la servilleta con mis dos manos, la miré y dije.
- Vienes a verme - dije haciendo una pausa para aclararme la voz.
- Para que pase un mensaje - continué diciendo amargado por lo que me estaba haciendo Isobel.
- Sí - contestó sonriendo.
Tiré la servilleta encima de la mesa, le miré a los ojos y dije.
- Que te den, zorra egoísta - dije mirándole a los ojos mientras me levantaba de la silla y me iba afuera para buscar mi coche y volver a mi apartamento.
Cuando estaba a punto de subir a mi coche Isobel apareció de repente y le pregunté mirándole a la cara.
- ¿Qué quieres de mí? - pregunté.
- Te lo he dicho - contestó sonriéndome.
- No voy a hacer nada por ti - aseguré.
Entonces vino hacia mí con su velocidad vampírica, me cogió del cuello estampándome contra el coche y mostrándome sus colmillos, sus ojos rojos y el rostro cubierto de venas, me amenazó.
- Vas a decirle a Luna que quiero verla. O empezaré a matar a los vecinos de este pueblo uno por uno, empezando por tus alumnos, ¿vale? - amenazó.
Cuando acabó de hablar me tiró al suelo y se fue por donde había venido como si no hubiera pasado nada. Me levanté como pude y cogí la servilleta antes de que se volara por los aires. La miré y decidí irme a mi apartamento.
Luna P.O.V
A la mañana siguiente cuando me desperté Stefan no estaba conmigo, sin embargo, estaba el molesto de mi hermano mayor, por lo que me asusté y se me escapó un chillido agudo como si fuera una niña pequeña. Él estaba tumbado en la cama encima de las sábanas observándome con una sonrisa en el rostro. Únicamente estaba tapada por las sábanas de la cama.
- ¡Ah! - chillé asustándome.
- Calma, calma que soy solo yo - dijo acariciándome el pelo.
- ¿Y Stefan? - le pregunté somnolienta sonriendo por las caricias.
- Está duchándose - contestó.
- Pero eso ahora no importa, lo que importa es que tenemos un sandwich sexual pendiente - dijo Damon mirándome con su típica mirada que ponía para provocarme.
- ¿Es enserio? ¿chistes sexuales? - pregunté lanzándole una miradita furibunda.
Puse mis ojos en blanco y dije.
- Tengo que montar la carroza de Miss Mistic Falls para el desfile y si no, me las veré con Caroline - dije acordándome.
- ¿Y tú, hermanito? ¿cómo va todo? - le pregunté mientras él me cogía de la barbilla y me besaba.
- Oh, estoy genial, muchas gracias - contestó dándose por halagado.
- ¿Y Stefan? ¿tú crees que ya está mejor? - le pregunté.
- Oh, está..., horrible - dijo haciéndome que me preocupara y le cogiera su mano.
- ¿Qué le pasa? - pregunté preocupada y pegándome más a él.
Él sonrió indicando que le gustaba cuando me pegaba más a él y le cogía de la mano.
- Vuelve a ser aburrido, estirado y deprimente. Has conseguido quitarle lo poco interesante que había en su personalidad - dijo con una sonrisa.
- ¿Recuerdas quién me ayudó? - le pregunté tranquila al saber que era una broma.
- Y cómo me arrepiento - dijo sonriendo a la vez que se acercaba a mí mientras yo me acurrucaba.
Pero tuvo que dejarlo en eso porque Stefan salió de la ducha con la toalla colgando de su hombro y en camiseta de tirantes.
- Disfruta con la Miss, yo lo hice - dijo.
Me puse boca arriba y le cogí la mano de Damon para acariciársela un poco y decirle.
- Te quiero - le dije sonriendo.
- Bueno, os dejo. Portaos bien - dijo Damon levantándose de la cama con una sonrisa.
Cuando se fue, Stefan preguntó.
- ¿Estás bien? he oído un grito, pero como estaba en la ducha y sabía que Damon estaba contigo, no he salido - dijo un poco preocupado mientras se acercaba a mí.
- Sí, tranquilo, Damon es idiota - dije sabiendo que me oiría.
- Te he oído - dijo Damon desde su habitación.
- Lo sé - dije para Damon.
- ¿Puedes quedarte a mi lado un poco antes de irnos al instituto? - le pregunté preocupada.
- Claro, siento todo lo que te hice, todavía te lo tengo que recompensar - dijo tumbándose a mi lado en la cama.
- Y siento que tuvieras que pasar esa noche sola, sin nadie que te pudiera consolar - añadió abrazándome apenado por mí.
- Te amo - dije besándole mientras nos abrazábamos.
- Lo sé y yo también - contestó subiéndose encima de mí a la vez que me iba besando, pero se lo pensó mejor y dijo.
- Será mejor que lo dejemos así por si acaso - dijo un poco preocupado.
- Tienes razón - dije haciendo que viniera hacia mí con mi mente una camiseta y unas mallas además de mi ropa interior para vestirme.
Cuando me vestí Stefan me cogió en brazos para bajarme de la cama tiernamente. Era super tierno cuando hacía eso. Sin embargo no le dejé que me bajara de sus brazos así como así, enrollé mis piernas alrededor de su cadera y le besé. Entonces, ya sí dejé que me bajara de sus brazos. Me bajó de sus brazos, se puso una camiseta y nos fuimos al instituto. En cuanto llegamos fuimos a la sala donde estaban decorando la carroza Elena, Bonnie y Caroline. Pero vino hacia nosotros Ric.
- Hola, señor Saltzman - saludé.
- Venid conmigo, tenemos que hablar - dijo guiándonos hacia una aula para poder hablar en privado.
Le escribí un mensaje a Damon para que viniera. Stefan estaba sentado en una mesa y yo estaba a su lado sentada en una silla. Ric nos explicó lo de Isobel y nos pusimos serios. Cuando Damon abrió la puerta Ric le dijo.
- Damon, gracias por venir - dijo Ric mientras que mi hermano sonreía y decía.
- ¿Llego tarde? traigo una nota - dijo sonriendo pero cuando vio nuestras caras, sobre todo cuando me miró a mí, sonrió y añadió.
- Da igual - añadió.
Damon me miró a los ojos, se puso un poco más serio y preguntó.
- ¿A qué vienen esas caras? - preguntó.
- Vi a Isobel anoche - contestó Ric.
- ¿Isobel está aquí? - preguntó mi hermano un poco extrañado.
Ric asintió.
- ¿Enserio? - preguntó una vez más.
- Sí - contestó Ric.
- ¿Le preguntaste por el tío John? ¿Trabajan juntos? - siguió preguntando mi hermano.
- No - contestó Rick.
- ¿No, qué? - continuó hablando Damon.
- No pregunté - contestó Ric que estaba sentado encima de su mesa.
- ¿Qué hay del invento? - preguntó entrando al aula.
- Tampoco - respondió Ric.
- ¿Sabe algo de la tumba? - siguió interrogándole mi hermano.
- No lo sé - contestó.
- ¿No fuiste capaz de decir una palabra? - le preguntó alzando la voz.
Por lo que Ric se defendió diciendo.
- Estaba algo alterado al ver a mi esposa, la vampira muerta, para hacer preguntas - contestó subiendo su tono de voz.
- ¿Qué quiere? - preguntó Damon calmándose un poco.
- Quiere verme, Damon - contesté.
Él me miró y Stefan se lo explicó.
- Alaric tiene que organizar la cita, no sabemos lo que quiere - explicó con calma.
Damon me miró a los ojos, yo le miré y él me dijo.
- No tienes que hacerlo si no quieres - dijo.
- No tengo más remedio - contesté.
- Ha amenazado con una matanza - explicó Ric.
- Ah - comprendió Damon.
- Supongo que eso no os parece bien, ¿verdad? - añadió comentando con una sonrisa.
- Quiero hacerlo, por lo menos por Elena - contesté.
- Bien, pero déjame acompañarte - dijo Damon acercándose a mí.
- Ya voy a ir yo - contestó Stefan mientras me cogía de su mano y nos levantábamos.
Damon insistió en llevarnos en su coche y al final Stefan accedió. Por lo que Ric, Stefan, Damon y yo fuimos en su coche hasta el Mistic Grill. Cuando llegamos Damon y Ric se quedaron afuera esperándonos y Stefan y yo entramos. Stefan se fue a una mesa que estaba cerca del billar y yo me senté en una mesa que estaba cerca de la entrada. En cuanto el camarero me trajo un vaso de agua le susurré.
- Gracias por venir - susurré mirando al frente.
- Estoy nerviosa - añadí con una pequeña sonrisa.
Él me sonrió, a lo que yo contesté.
- Me alegro de que estés aquí - contesté cogiendo el vaso de agua.
Stefan me sonrió y le susurré.
- Te quiero - susurré.
- Te quiero - contestó mi hermano.
De pronto Isobel apareció y se interpuso entre mi hermano y yo. Impidiéndome verle. Dejó su chaqueta encima de la silla y me puse seria. Ella sonrió y dijo.
- Hola, Luna - dijo.
- Como dos gotas de agua, a excepción de los ojos y el pelo. Asombroso - añadió comentando.
No entendí a qué se refería con eso, por lo que pregunté.
- ¿A qué te refieres con eso? - pregunté confusa.
- Te crees que lo sabes todo acerca de tu familia y el mundo en general. Pero no, en realidad no sabes nada, nadie sabe nada - dijo haciéndose la misteriosa.
- Tu padre. Bueno, vuestro padre, después de que creyerais que vuestra madre había muerto, tuvo una aventura con una pueblerina de por ahí, nadie sabe su nombre. Bien, pues de esa aventura nació una chica a la cual llamaron Summer pero después se cambió el nombre a Leah, muy propio de ella, la verdad. Bueno, pues ella tenía el pelo corto y rubio como tú y tu hermano del que estás profundamente enamorada, muy tierno la verdad, además ella tenía los ojos del color de tu hermano - explicó.
- Por cierto vuestra madre sigue con vida - añadió sonriendo.
- Bueno, ¿y qué? - dije sin más.
- Leah sigue con vida, es vampira, la convirtió Katherine y ahora son mejores amigas. Katherine no va a ninguna parte sin ella - explicó.
- ¿Conoces a Katherine? - pregunté.
- Ella me encontró cuando me convertí, creo que a Leah al igual que a Katherine les fascinaría verte - dijo.
- ¿Quién es el padre de Elena? - pregunté.
- Eso no importa, era un adolescente prescindible - contestó.
- Un nombre estaría bien - dije.
- Sí, ¿verdad? Haces muchas preguntas - siguió hablando Isobel.
- ¿Por qué eres así? ¿Así de fría y distante? - pregunté.
- Porque así es como somos, somos lo que somos y forma parte de nuestra naturaleza - contestó.
Con lo que yo negué diciendo.
- No, conozco a otros vampiros, no es verdad - dije negando.
- ¿Cómo tu novio y hermano que está en la mesa de billar? ¿Stefan Salvatore? - preguntó Isobel mientras Stefan me miraba.
- ¿Por qué Stefan? ¿Por qué no elegiste a Damon? ¿O disfrutas de ambos como Katherine? - preguntó.
Sabía que en lo último tenía un poco de razón, pero esa pregunta no me la esperaba para nada y me chocó saber que llevaba un poco de razón en lo último. Stefan se puso serio y bajó la mirada. Yo no sabía que contestar.
- ¿Para qué querías verme? - pregunté después de un rato de silencio.
- Porque sentía curiosidad por la diosa de la naturaleza - dijo.
- Ah, así que es obvio que ya sabes lo que soy y lo que soy capaz de hacer, pero sin embargo no tienes miedo de mí - dije comprendiendo.
- No te tengo miedo porque conozco a Leah y conozco lo que es capaz de hacer y puede hacer - dijo sonriendo.
- Pero, la verdadera razón es que quiero lo mismo que tu tío, o debería decir, el tío de Elena - dijo.
- ¿El qué? - pregunté.
- El invento de Johnatan Gilbert - contestó Isobel.
- ¿De qué le conoces? - pregunté.
- Pasé mucho tiempo aquí, cuando era joven. John estuvo enamorado de mí durante años. Fue el primero que me habló de los vampiros - contó.
- ¿Qué te hizo desear ser uno? - pegunté.
- Hay una larga lista de razones, Luna - contestó.
Por lo que dije harta de todo este misterio.
- Lo siento, pero no tengo lo que estás buscando - dije levantándome de la silla para irme del Mistic Grill con mi hermano.
Ella me sujetó con fuerza del brazo haciendo un poco de daño y dijo.
- Siéntate y dile a tu novio y hermano que no se acerque - dijo dándose cuenta de que Stefan se había acercado a donde estábamos.
Me senté mirando a Stefan a la vez que le asentía, aunque Stefan me miró preocupado, pero me hizo caso. Cuando me senté Isobel me soltó el brazo.
Ella sonrió y dijo.
- Quiero ese invento - dijo como si no pasara nada.
- No lo tengo - le contesté alzando la voz.
- Ya lo sé, pero Damon sí - dijo.
- Y vas a conseguírmelo - continuó.
- No querrá dármelo - mentí, obviamente me lo daría si yo estuviera en peligro.
- Entonces correrá mucha sangre - dijo levantándose de la silla para irse por donde había venido.
- Ha sido un placer conocerte - añadió saliendo del Mistic Grill.
En cuanto se fue, Stefan vino a donde yo estaba lo más rápido que pudo sin utilizar su velocidad vampírica. Se me escaparon las lágrimas y me abracé a Stefan.
Damon P.O.V
Estaba con Isobel en su salón intentando captar su atención, tenía la camisa desabrochada. La estaba besando en su sillón cuando después le cogí del cuello y la tiré al suelo con mi velocidad vampírica. Estaba encima de ella, por lo que le dije.
- Ahora tengo tu atención. Escucha bien, no puedes venir a mi pueblo amenazando a la gente. Y lo de mi hermana pequeña, mala idea, déjala en paz o te arrancaré las tripas porque yo creo en matar al mensajero - le dije furioso por haberse atrevido a hacerle daño a mi hermana pequeña.
- ¿Sabes por qué? Porque eso envía un mensaje - dije estampando su cabeza de nuevo contra el suelo.
- Si Katherine quiere algo, dile a esa zorra que venga a buscarlo - dije soltándola y levantándome de ella para irme a casa.
Luna P.O.V
En cuanto llegamos a casa le conté lo que me había dicho Isobel acerca de nuestra hermanastra, que se suponía que era la más pequeña de nosotros y también le hablé de lo de madre. Después Stefan me besó, me quitó la ropa y nos metimos en la cama. Cuando estábamos en la cama, Stefan me cogió suavemente de la barbilla y me dijo.
- Si Leah aparece por Mistic Falls le daremos una oportunidad de estar con nosotros, pero si resulta que nos engaña y te hace algo te juro que se arrepentirá de lo que te haga. Al fin y al cabo se merece una oportunidad, es nuestra hermanastra, aunque prefiero considerarla como nuestra hermana pequeña - dijo Stefan, por lo que le besé, le abracé y le dije.
- Gracias - dije sonriendo.
De pronto escuchamos el ruido de un vaso estrellándose contra el suelo que provenía del salón. Así que me volví a vestir y bajamos abajo. Allí estaba Damon furioso.
- Luna, no te acerques, estoy enfadado y no quiero hacerte daño - dijo Damon mientras Stefan me cogía de la mano.
- ¿Qué te ha pasado? - le pregunté.
- Es Isobel, me tiene harta - explicó cogiendo otro vaso de bourbon y bebiendo de él.
Se tranquilizó y se sentó en el sofá.
- Damon, te tenemos que contar una cosa - dije mirando a Stefan no muy segura de lo que estaba haciendo.
Stefan me indicó con su brazo que le dejara hablar a él y yo me callé para dejarle hablar.
- Isobel nos ha dicho, no sabemos si es verdad o mentira, pero nos ha dicho que tenemos una hermanastra que ahora se llama Leah, es vampira y es la mejor amiga de Katherine. Además nos ha contado que nuestra madre está viva - le explicó Stefan haciendo un resumen de lo que había pasado.
- Cuando murió madre, padre tuvo una aventura con una pueblerina de por aquí, nadie sabía su nombre, y de esa aventura nació Summer, que ahora se llama Leah - añadí con miedo.
Stefan vio mi reacción y apretó un poco más el agarre de mi mano para que supiera que pasara lo que pasara él estaría ahí para apoyarme.
- O sea, ¿me estáis diciendo que padre le ha sido infiel a madre? - preguntó Damon.
- Sí, pero no sabemos si es verdad - contesté.
- Así que no solo te pegaba a ti, sino que también nos engañaba y se iba por ahí a tirarse a una completa desconocida - comprendió.
- Menos mal que ya está pudriéndose en esa tumba - comentó furioso al acordarse de todo lo que me hacía padre.
- ¿Y decís que madre puede seguir con vida? - siguió preguntando Damon.
- Sí - contesté.
- Genial, pues espero que no nos tengamos que encontrar nunca a esa zorra - dijo Damon fuera de sí.
- Damon, no digas eso, yo la quería. Sé que no os trataba bien, pero... - dije entre lágrimas.
- Eso es quedarse corto. A ti te trataba bien porque eras su favorita - comentó.
- Eso no es justo - protesté mientras se me caían las lágrimas de las mejillas.
Damon vio mi reacción y al momento recapacitó. Se dio cuenta de lo que había hecho y se disculpó serio.
- Lo siento - se disculpó bebiendo un poco de bourbon.
- No importa - dije calmándome a la vez que me acercaba a él para acurrucarme junto a él en el sofá.
Cuando me senté en el sofá Stefan se sentó a mi lado y me acurruqué junto a mis hermanos al lado de la chimenea que estaba encendida.
Instantes después Bonnie me mandó un mensaje y varias fotos, explicándome lo que había averiguado en el grimorio que heredó de su abuela. No quería hablar conmigo, porque no quería meterse en problemas de vampiros, pero como era su amiga y era diosa me mandaba mensajes para hablar conmigo. Casi siempre que tenía tiempo y podía le escribía mensajes contándole como iba todo. Me mandó una foto que era de una página del grimorio donde hablaba sobre los inventos de Johnatan Gilbert. En la página salía un dibujo de la brújula para vampiros. En el siguiente mensaje me escribió contándome que según Emily, Johnatan Gilbert nunca consiguió que funcionaran sus inventos. Ella los hechizó en secreto con su magia, la brújula, los anillos, el objeto extraño del que le hablé, cada invento lo había mandado con la foto que aparecía en el grimorio, para que viera como estaba documentado en el grimorio. Cuando me enseñó la foto del invento extraño, le dije que Damon tenía solo una parte de él, es decir, que no estaba completo. Ella siguió escribiéndome otro mensaje en el que decía que Emily le había jurado lealtad a Katherine pero no podía ver morir a tanta gente inocente, por lo que pensó que de esta forma podía ayudar, haciendo creer a Johnatan que realmente había inventado estas cosas. Con lo que le pregunté si decía para qué servían esas cosas. Por lo que me envió la siguiente página para que fuéramos más rápido. Al cabo de un rato me mandó un mensaje preguntándome si estaba segura de que Isobel quería eso, a lo que yo le contesté que sí estaba segura de que lo quería y quise saber por qué. Era un arma contra los vampiros, me explicó en otro mensaje.
Mientras le estaba dando las gracias por la información Damon me fue acariciando la pierna algo así como para provocarme y acabar en la cama. Estaba tan asustada que al terminar de escribirle el mensaje y volverme a guardar mi móvil todo mi cuerpo empezó a temblar. Me vino a la mente el recuerdo del día en que creí que habían muerto. Así que se me hizo un nudo en la garganta por miedo a que volviera a pasar pero que esta vez fuera para siempre
- ¿Luna? - dijo Damon parando de acariciarme.
- ¿Estás bien? - preguntó Stefan.
Me sentía fatal, no sabía cómo contárselo. Perdí el control y acabé convertida en un zorro. Por lo que decidí enrollarme y mis orejas se bajaron haciéndome parecer asustada y débil. Pero recordé que tenía que ayudar a Elena, Caroline y Bonnie con la carroza. Intenté convertirme de nuevo en humana, pero no dio resultado.
- ¡Maldita sea! - exclamé frustrada entre lágrimas aún convertida en zorro.
- ¿Qué te ocurre? - preguntó Damon.
- No me puedo convertir de nuevo en humana y no quiero decepcionar a Elena, Caroline y Bonnie - contesté.
Hice un esfuerzo por tranquilizarme, respiré hondo y me transformé de nuevo en humana. Aunque no sirvió de mucho, porque se me quedaron las orejas y las patas de zorro, en vez de manos ahora tenía las patas de un zorro. Me miré mis manos y comenté para mí.
- ¡Oh!, genial - comenté sin ánimos.
- Bueno, eso es mejor que estar convertida completamente en zorro - comentó Damon.
- Tienes razón, pero no sé como taparme las orejas y las patas - dije.
- Las patas, es fácil, te pones unos guantes y ya está. Las orejas es lo difícil - sugirió Stefan.
Damon fue a la cocina con su velocidad vampírica y en un segundo volvió al salón con unos guantes de jardinería y una cinta aislante. Entonces, me puse como pude los guantes y entre Stefan y Damon me los ataron con cinta aislante para que no se me cayeran.
- Podrías tratar de ocultarlas entre tu pelo, no sé - sugirió Damon.
- ¿Y si se salen? - pregunté.
- Pues te las ato con cinta aislante - contestó acercándose a mí con la cinta aislante.
Puse mis manos para impedir que se acercara y dije.
- Eh quieto ahí, ¿tú sabes siquiera lo molesto que es tener lleno el pelaje de pegamento? - dije.
- No - contestó.
- Alguna otra sugerencia que no tenga que ver con pegamento - dije haciendo énfasis en lo último a la vez que miraba a Damon.
- Podemos decir que llevas un disfraz puesto y que eso está de moda - sugirió Stefan.
- Vale, me parece bien - dije.
- Pero primero escóndelas entre tu pelo - dijo Stefan.
- Vale - contesté.
Me las escondí entre mi pelo y Stefan me cogió de la mano para ir al instituto. En realidad no estaba bien, pero fingía estarlo a pesar de que sabía que eso más tarde me pasaría factura.
Cuando llegamos al instituto, le dije que quería ir a hablar con Elena, él accedió y lo perdí entre la multitud. En cuanto encontré a Elena vi que estaba hablando con Isobel y me mantuve al margen. De pronto un hombre se subió en la carroza en la que estaba trabajando desde debajo Matt y se le cayó encima, dejando al pobre Matt herido del brazo. Elena quiso ir a ayudarle pero Isobel le sujetó del brazo, tampoco podía ir yo porque sabía que no estaba en condiciones de tentar a la suerte. Ya bastante tenía con que tenía retenida la mitad de transformación de zorro a humana, como para cometer un despiste y ayudar a levantar la carroza con mi fuerza. No podía arriesgarme, era demasiado arriesgado, podía transformarme en zorro y todos estarían allí para verme. Sin embargo, apareció mi hermano y les ayudó a subir la carroza con su fuerza vampírica.
- Caroline llama a una ambulancia - dijo mi hermano.
- Vale - contestó.
Decidí tomar cartas en el asunto e intervine.
- ¡Isobel! - grité.
- Hola diosecilla patética - dijo sin miedo, odiaba cuando me llamaban de esa forma.
- Quieres el invento de Johnatan Gilbert, ¿no? - dije furiosa.
- Dámelo y os dejaré en paz - contestó indiferente.
- Te lo dije, Damon no me lo dará y aunque me lo diera jamás te lo daría, zorra egoísta - dije.
Isobel soltó el brazo de Elena para cogerme el mío que me sujetó con más fuerza haciéndome que me quejase.
- ¡Auch! - me quejé intentando que me soltara pero sin conseguirlo.
- Yo creo que subestimas lo que Damon podría hacer por ti - contestó.
- Te matará antes de dármelo - dije.
- ¿Antes o después de que yo mate al hermano de Elena, Jeremy? - preguntó Isobel.
Elena se giró y buscó a Jeremy donde antes estaba escuchando música pero ya no estaba.
- ¿Jeremy? - dijo Elena buscándole entre la multitud.
- ¡Jeremy! - dijo una vez más Elena pero Isobel aprovechó y se fue por donde había venido.
Entonces Bonnie, Elena, Stefan y yo decidimos reunirnos en una aula del instituto.
- ¿Y el invento? - preguntó Bonnie
- Lo tiene Damon, será difícil razonar con él - contestó mi hermano.
Elena me miró y supo que algo no iba bien por lo que preguntó.
- ¿Qué te ocurre? - preguntó.
- ¿A mí? A mí nada, estoy genial - contesté fingiendo que no pasaba nada, aunque estaba de los nervios.
- No sé, lleva toda, la mañana así después de hablar con Bonnie - explicó mi hermano mientras yo empezaba a andar en círculos por la clase intentando relajarme aunque estaba histérica por lo del invento.
- Creo que yo sé lo que pasa - dijo Bonnie.
- ¡Qué va! No lo sabes - contesté de los nervios, no podía soportar toda esta presión.
- Tiene miedo de lo que os pueda hacer a ti y a Damon el invento - dijo Bonnie.
- Y como ya os perdió una vez no quiere que vuelva a pasar - añadió mientras Stefan me miraba.
Él me miró y me preguntó.
- ¿Es eso cierto, Luna? - preguntó.
Creo que él sabía que cuando se trataba de él no podía negarme y siempre tenía que decirle la verdad.
A lo que asentí bajando la mirada.
- Tiene que entenderlo - dijo Elena.
- Hablaré con él - propuse parando de moverme y quedándome al lado de mi hermano.
- No querrá dárnoslo y menos si es peligroso para los vampiros - dijo Stefan.
Una parte de mí estaba con Damon, no quería que se lo entregara a Isobel porque ella podría utilizarlo en contra de mis hermanos, pero otra parte de mí deseaba hacerlo para acabar con las muertes y salvar a Jeremy.
- ¿Y si no lo fuera? - sugirió Elena mientras miraba a mi hermano y él la miraba.
Nos miramos los cuatro y decidimos ir a casa para hablar con Damon. Cuando llegamos a casa Elena le pidió el invento.
- Por supuesto que no - contestó negándose a dárnoslo.
- Déjame explicártelo - intervine sabiendo que a mí me dejaría explicárselo.
Me acerqué a él, él me miró y me rodeó con su brazo.
- No voy a dárselo a Isobel para que se lo dé a John para que venga a matarme, ¿o es que quieres que maten a tu hermano mayor? - dijo lo último mirándome y haciéndome un puchero.
- Me gusta ser un muerto viviente - añadió comentando mientras me cogía la mano. Siempre le gustaba hacerme pucheros, tonterías y tratarme como si fuera débil y cualquier cosa me hiciera daño. Creo que a veces se comportaba como si fuera padre y yo fuera su hija pequeña, me trataba como una cría.
Era un poco tierno cuando mi hermano me trataba así, pero al final me cansaba de tanta protección.
- Será inofensivo, Bonnie le quitará su poder - repliqué.
- No me fío de ella - dijo alzando la voz a la vez que le miraba a Bonnie.
- Puedo anular el hechizo original - dijo Bonnie que estaba al lado de la lámpara junto a Elena.
Yo alcé los brazos y dije.
- John e Isobel no lo sabrán - dije.
Pero mi hermano negó y dijo.
- No, rescataré a Jeremy a mi manera - dijo.
- ¿De verdad? - preguntó Stefan mientras Damon asentía.
- ¿Cómo lo harás? Porque Isobel es una vampira y Jeremy estará muerto en cuanto cruces la puerta - añadió explicando.
Sin embargo Damon no le contestó, miró a Bonnie y siguió hablando para ella.
- ¿Y tú sabes de qué hablas? No es por nada, no eres Emily Bennett. Ella sabía lo que hacía - dijo mi hermano para Bonnie.
- He estado practicando - dijo Bonnie tranquilamente mientras se acercaba a donde estábamos mis hermanos y yo.
- No es como tocar el piano - explicó Damon.
Bonnie se acercó a Damon y le dijo.
- Tu libro favorito - dijo.
Mi hermano se sorprendió por lo que había dicho y preguntó.
- ¿Qué? - preguntó Damon.
- Di un libro, cualquier libro - contestó Bonnie.
- ¿Un libro...? - dijo pensando a la vez que miraba a su alrededor para escoger un libro.
- ¿Qué tal "Colmillo blanco", Jack London? - contestó mi hermano sonriendo a la vez que miraba a Bonnie.
Bonnie se acercó a una estantería e hizo que saliera volando el libro hacia Damon, que sin esfuerzo alguno lo cogió al vuelo. Lo volteó para echarle un vistazo y verificar que era ese libro y dijo.
- Jack London - dijo tirando al suelo el libro.
- Buen truco de salón - añadió mirándonos a los cuatro, como si quisiera hacer parecer que no había sido nada lo que había hecho Bonnie.
Me sentí un poco más aliviada al saber que Bonnie dejaría el invento inutilizado, por lo que ya me pude controlar y deshice la transformación de zorro quedándome en mi forma humana. Con lo que me quité los guantes arrancándome un poco de piel de zorro que se había quedado pegada al pegamento de la cinta aislante.
- ¡Auch! - me quejé por el tirón.
Stefan que ahora estaba a mi lado me preguntó.
- ¿Estás bien? - preguntó.
- Sí, ha sido la piel que se me ha quedado pegada a la cinta aislante, por eso no quería que me pegarais con pegamento - contesté dejando los guantes encima del sofá con mi mente.
- Vamos a hacerlo, Damon y lo haremos a nuestra manera - dijo Elena hablándole con firmeza.
- Dame el invento - añadió Elena.
- Solo se lo daré a mi hermana, que es en la que verdaderamente confío. Bueno en realidad es en la única persona en la que confío - dijo Damon haciendo que me sintiera un poco halaga por el cumplido.
Damon no contestó ni hizo nada.
- No hay tiempo - le pedí.
- No me fío de ti, intenté matarte - dijo Damon mirando a Bonnie.
- Mmm... Cierto, no deberías - contestó provocándole mientras le lanzaba una mirada furibunda solo para provocarle, por lo que me puse un poco celosa y le cogí de su brazo.
- Confía en mí - dije cogida de su brazo a la vez que le miraba a sus preciosos ojos azules, me gustaban sus ojos, porque me gustaba saber que había heredado esa parte de él.
Le extendí la mano que tenía libre, él miró a los tres, que estaban de acuerdo conmigo y se sacó el invento del bolsillo para dejarlo con delicadeza en mi mano a la vez que me la cerraba cariñosamente.
- Gracias - le respondí de corazón contemplando sus ojos a la misma vez que él hacía lo mismo con los míos.
Bonnie preparó el ritual encima de la mesa que había en el salón y en un santiamén lo terminó. Mientras, Damon y Stefan estaban a mi lado por lo que Damon, que estaba aburrido preguntó.
- ¿A qué ha venido antes ese numerito de celos? - me preguntó alzando una ceja.
- Lo siento - dije arrepentida para Stefan.
- No importa, es inevitable, al fin y al cabo somos tus hermanos - me contestó con una sonrisa.
Damon me miró y dijo.
- No lo puedes negar, antes cuando me ha mirado de esa forma tu amiga la bruja, has sentido celos de mí, ¿verdad? - dijo.
- Sí - admití bajando la mirada.
- Porque no soportas que me aparten de ti y en el fondo nos quieres a los dos y si pudieras te casarías con los dos, ¿me equivoco? - siguió diciendo mi hermano.
- Sí - admití apenada, una vez más tenía razón.
- Lo siento. Estoy haciendo como Katherine pero no quiero romperos el corazón a ninguno de los dos - confesé mientras derramaba una lágrima.
Stefan me miró apenado y dulcemente pasó su mano por mi mejilla para recogerme la lágrima mientras me abrazaba. Stefan estuvo abrazado a mí durante todo el ritual y cuando terminó el ritual, Bonnie dijo.
- Ya está - dijo Bonnie.
- Genial, ¿y ahora qué? - preguntó Damon con sarcasmo.
- Se lo das a Isobel - dijo Elena para mí mientras que yo cogía el extraño broche que estaba dentro del reloj de bolsillo.
- ¿Eso te ha dicho? - pregunté sorprendida mirándola.
- Sí - contestó Elena.
Entonces decidimos que me acompañarían mis hermanos por si acaso. Esta vez Bonnie y Elena se quedaron al margen. Fuimos a la plaza que estaba en frente del Mistic Grill. Era de noche. Anduve sola por la plaza y de repente apareció Isobel detrás de mí.
- ¿Dónde está el invento? - preguntó.
- ¿Y el hermano de Elena? - pregunté firmemente.
- No estamos negociando - contestó Isobel.
- ¿Dónde está el invento? - preguntó una vez más.
- ¿Dónde está el hermano de Elena? - le pregunté cruzándome de brazos.
- ¿De verdad crees que he venido sola? - preguntó.
Me giré y vi a una chica al lado de un chico que se estaban claramente obligados.
- ¿Y tú crees que yo he venido sola? - pregunté volviéndome a girar para mirarle a la cara.
Indiqué con mi cabeza que se girase y mientras se giraba se iban acercando mis hermanos a Isobel.
- Por dios llama a tu hermana - dijo.
Me quedé confundida y pregunté.
- ¿Qué hermana? - pregunté.
- Tu hermana adoptiva, mi hija - dijo Isobel.
- Ah, sí, ya - contesté acordándome.
Cogí mi móvil y llamé a Elena que me dijo que no pasaba nada y Jeremy estaba en casa sano y salvo.
- No ibas a hacerle daño - dije cuando me guardé el móvil de nuevo.
- No, iba a matarle. No busques rasgos positivos en mí, no hay ninguno - contestó, pero no lo hacía por ella, lo hacía por Elena, porque era su madre biológica.
- Pero te arriesgaste con Damon, ¿cómo sabías que iba a dármelo? - pregunté.
- Porque está enamorado de ti, como lo está también Stefan, me pregunto a quién le romperás primero el corazón - dijo sonriendo.
- Que tierno, lo peor es que como Katherine, te has enamorado de los dos - añadió Isobel.
- Yo no soy Katherine - contesté con firmeza.
- Es verdad, lo tuyo es peor, son tus hermanos mayores y tú eres una diosa. Me pregunto que pensarán los demás dioses si los llegas a conocer algún día - dijo Isobel riéndose.
Miré a Damon, que a su vez miró a Stefan que estaba preocupado por lo que podría pasar entre nosotros tres.
Isobel extendió la mano y le entregué el invento a regañadientes.
- Adiós, Luna. Mientras tengas a un Salvatore o de otra forma, mientras tengas a tus hermanos en cada brazo, estás perdida - dijo Isobel.
- Katherine fue inteligente, los dejó. Pero ya sabemos que tú no eres Katherine - añadió mientras se alejaba de mí andando.
Stefan se acercó a mí y dijo.
- Vamos - dijo abrazándome al ver que me había puesto triste a la vez que iba acariciándome el pelo.
Damon se quedó al margen.
Hundí mi cabeza en él, creo que fue el abrazo más tierno que me dio hasta el momento.
Cuando llegamos a casa fuimos al salón y Damon decidió ponerse a beber bourbon. Stefan me había rodeado de su brazo para evitar que me echase a llorar. Me solté de él y decidí sentarme en el sofá.
Damon que se estaba preparando un bourbon le preguntó a Stefan.
- ¿Quieres uno? - preguntó mirándome.
Stefan no dijo nada solo le miró. Por lo que empezó Damon a decir.
- Dilo. Lo que sea. Expúlsalo - dijo haciendo el ademán con su mano de expulsar algo de su boca, muy poético y dramático a mi parecer.
- Es por lo que dijo Isobel - comentó tranquilamente apoyado en la barandilla.
- ¿Qué dijo? - preguntó Damon fingiendo no saber a lo que se refería.
- Bueno, Luna y tú os lleváis bien. Sé que ella te quiere y tú a ella también - dijo sabiendo que estaba aquí.
No me gustaba cómo se estaba poniendo esto.
- Vaya, esto se está poniendo interesante - comentó Damon.
- No, por favor, no os peléis por mí - supliqué.
- No nos estamos peleando solo estamos dejando las cosas en su sitio - dijo Damon.
Los dos sonrieron.
- Me preocupa que hagas daño a Luna, ella te considera algo más que un hermano - dijo Stefan acercándose a Damon.
- Yo también, Luna es una buena hermana - contestó Damon.
- Es más, diría que es mi única..., amiga - añadió Damon.
- ¿Algún problema? - preguntó Damon.
- A riesgo de parecer un hermano y novio celoso... - dijo.
Damon soltó una risita y dijo.
- No hay riesgo, lo eres - afirmó Damon muy seguro de sí mismo.
- La historia no se repetirá esta vez, por lo que respecta a Luna - dijo Stefan.
- ¿Me he explicado? - añadió.
- Claro, claro - dijo muy tranquilo girándose.
Stefan fue hasta donde estaba Damon con su velocidad vampírica.
- ¿Me has entendido? - le preguntó una vez más cerca de él.
- Lo que tú digas tío solo somos hermanos, y como hermanos no sabía como decirle la verdad - dijo Damon.
- ¿Qué verdad? - intervine esta vez yo.
- Sobre John, ya sé que no os gustan nada los secretos y nunca podréis dejar de contaros la verdad - comentó.
- ¿De qué estás hablando? - preguntó Stefan mientras yo los miraba sin entender nada.
- ¿Es qué soy el único de la familia que sabe sumar dos y dos? Isobel ¿Hola? - dijo mirándonos esperando a que dijéramos la respuesta.
Stefan se encogió de brazos por lo que Damon continuó hablando.
- Salió con John cuando tenía 15 años. Se queda embarazada y termina en la consulta del hermano de John ¿cuál creéis que es su papel en todo esto? ¿eh...? - dijo Damon.
- Vamos, venga, pensadlo, os espero. Tic tac, ¿qué tal? ¿Ya? - dijo Damon poniendo la típica cara que ponía cuando sabía algo que no sabíamos los demás.
- ¿Así que piensas que John es el padre de Elena? - dijo Stefan.
Damon emitió un sonido como cuando ganabas algún concurso.
- ¡Din din din din din! - exclamó Damon.
- ¿Qué pruebas tienes? - pregunté acercándome a Stefan.
- No las necesito, por mí pueden hacerse la prueba del ADN en la tele si quieren - dijo Damon.
- Dormid bien - dijo yéndose del salón.
- Stefan, lo siento, yo... - dije sin saber qué decir o hacer cuando se fue Damon.
Sin embargo Stefan no me contestó, me besó.
- No digas nada, es nuestro hermano, lo entiendo, le quieres. Solo quería ver qué decía Damon, tranquila no estoy celoso. Quería provocarle un poco - dijo con una sonrisa cuando nos separamos.
- Y tranquila, si quieres podemos hacer esos tríos que tanto te gustan - añadió sonriéndome.
- Stefan, no quiero abusar de tu confianza en mí - dije negando con un poco de vergüenza.
- Tranquila, no me importa, porque pase lo que pase tengo que cuidar de ti, eres mi hermana - dijo acariciándome.
- Eres el mejor - contesté besándole.
- ¿Quieres que le pregunte a Damon si le apetece venir arriba con nosotros? - preguntó.
Esa pregunta me sorprendió un poco porque sabía a lo que se refería con eso, sin embargo le contesté.
- No, me apetece quedarme a solas contigo para disfrutar durmiendo a tu lado - le contesté besándole.
- Vale, me parece buen plan. Y ¿qué podemos hacer durante la noche? - preguntó mi hermano sabiendo lo que iba a contestarle.
- Pues no sé, podríamos acostarnos hasta que nos hartemos - dije con una sonrisa coqueta mientras me mordía tiernamente el labio, quería ponerle.
- Vamos a la habitación - añadí cogiendo su mano.
Cuando subimos hice que Stefan se tumbara en la cama y me senté encima de él como hacía otras veces con Damon. Me senté sobre mis tobillos encima de él, cerca de su pecho y comencé a pasar lentamente mis manos por su pecho. Después poco a poco le fui desabrochando la camisa a la vez que le dejaba tiernos chupetones y le lamía el pecho. La respiración de mi hermano estaba agitada, es decir, que lo que le estaba haciendo estaba dando resultado.
Me empecé a mover lentamente en él mientras mi hermano no dejaba de suspirar.
- ¿Te gusta? - le pregunté parando.
- Eso es quedarse corto - contestó mi hermano entre jadeos.
- Te amo - dije besándole y cogiendo su camisa para tirarla por el suelo.
Stefan me volteó y empezó a hacerme cosquillas. Después me quitó la ropa y yo terminé de quitársela a él. Entonces decidimos acostarnos en la cama y nos quedamos dormidos.
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