Capítulo IX - El árbol de los lamentos 1
La muerte casi siempre es la artífice de una tragedia, tal como lo fue hace mucho tiempo, siendo esta la causante de una guerra entre vampiros y demonios. A pesar de ser historia antigua, aún hoy en día todavía es bastante conocida, si bien, actualmente ambas especies están en relativa paz, este suceso fue una huella imborrable en la conciencia de muchos, más conociendo la triste verdad de lo sucedido...
En el tranquilo bosque, la tranquilidad reinaba sobre el ambiente hasta que alguien paso a gran velocidad siendo perseguida por su fiel sirviente.
—Princesa Yuki, deténgase.
—Oh, vamos Yuto, no seas aguafiestas, no siempre puedo salir a explorar debido a mi madre.
—Es por eso debemos regresar, si descubre que se escabulló de su lección la castigara de nuevo, la puede dejar sin beber sangre por días otra vez.
Al parecer esas palabras la hicieron reaccionar, ya que se detuvo repentinamente y agachó la mirada como si estuviese reflexionando, se giró hacia Yuto, acercándose hasta poner su mano sobre su hombro.
—Tienes razón Yuto.
Él suspiró aliviado de que entrara en razón rápidamente, se iba a dar la vuelta para regresar, pero pudo apreciar de reojo como ella sonreía y tuvo un mal presentimiento.
—Primero tienes que atraparme —gritó la princesa vampiro mientras salía corriendo de nueva cuenta, su cabello rojizo ondeaba con el viento.
—¡Princesa! —trató de llamarla, sin embargo, fue en vano y no tuvo de otra que perseguirla una vez más.
Corrieron por un largo tiempo hasta que ella tuvo que detenerse para descansar, diviso un gran árbol sobre una colina, su follaje era abundante, perfecto para tomar un respiro debajo de su sombra.
No obstante, al llegar se percató que el lugar no estaba solo, alguien estaba recostado sobre el frondoso tronco, debido al olor que expedía pudo identificar de inmediato que se trataba de un demonio, se puso en alerta al igual que su sirviente al notar también aquella presencia. Sabían que las negociaciones con los demonios no han ido de lo mejor en estos últimos días, por lo que la tensión entre ambas especies únicamente incremento, si bien, todavía no se habían tomado medidas hostiles y físicas, no podía confiarse que siempre sería así. Su padre le advirtió innumerables veces respecto al peligro con los demonios, por lo que le prohibió más de una vez que no interactuara con ninguno de esa especie, que por ahora él y sus funcionarios serían los únicos que estuvieran relacionados mientras se llegaba a un acuerdo.
Pero lejos de lo que creía, ese demonio no se movió ni un centímetro, a pesar de que era más que seguro que ya supiera que estaban allí, parecía estar durmiendo cómodamente. La princesa curiosa ante esto, no pudo evitar caminar hacia él para observarlo de cerca, su sirviente intentó detenerla, aunque fue imposible.
Ella al verlo más a detalle no pudo evitar sonrojarse, era muy guapo, cabello negro como la noche misma, rostro bastante perfilado y piel levemente bronceada, por no decir que se miraba que era fuerte debido a sus músculos.
—Yuki... —susurró Yuto —vámonos antes de que despierte.
Estaba tan fascinada que su mano se dirigió inconscientemente hacia él, intentando tocar su rostro, pero de repente fue sujetada de forma brusca y poco delicada que la hizo sisear del repentino dolor.
—¿Qué quieres vampiro? —una voz ronca y ruda retumbo en sus oídos, mientras que unos ojos tan rojos como la sangre la miraban fijamente.
Sin embargo, ella, lejos de intimidarse, le devolvió la mirada desafiante con sus ojos color índigo, en tanto insertaba sus uñas en la mano que se negaba a soltarla, aun así no retrocedería ante este hombre. A diferencia de ella, el sirviente sí se asustó e intentó intervenir de alguna manera fuera de la violencia, pues aunque sabe pelear, sigue siendo alguien muy temeroso, por eso muchos decían que no era el indicado para servir a la realeza, pero eso nunca le importó a la princesa y siempre lo mantuvo a su lado.
—Señor, perdone haber perturbado su descanso, ya nos íbamos, por favor suelte a la señorita —deliberadamente no la llamaba princesa, pues varias veces ella le ha dicho que cuando salgan a escondidas evite llamarla así frente a los demás.
Aquellos ojos escarlatas lo voltearon a observar unos pocos segundos para después devolver la vista hacia ella.
—Suéltame, demonio. Te lo advierto —exclamó, por lo general ella evitaba cualquier conflicto, pero si era provocada no dudaría en luchar, máximo que podía sentir la hostilidad emitida por ese hombre.
Él sonrió ante esta amenaza verbal y sin más la soltó con una sonrisa burlona.
—Yo no empecé esto, vampiro, si alguien intentara tocar su cara sin consentimiento, ¿no cree que es normal defenderse?
Ella se sintió molesta y ofendida más porque no podía refutar nada.
—Tsk, grosero.
—No más que usted —le contestó para luego colocarse su capa y retirarse, bajo la atónita mirada de ella.
—¡Espera! —no podía dejarlo irse así, por lo que se puso enfrente de él para impedir que se fuera.
—¿Qué? —contestó irritado al verse detenido por ella.
—No puede ser que tu educación sea tan pobre, aun después de ser tan abusivo, mínimo dígame su nombre —era una razón absurda, pero fue lo primero que se le ocurrió, además de que por algún motivo no quería dejarlo ir.
—No tengo por qué decírselo... princesa.
Ambos vampiros se sorprendieron, ella inmediatamente frunció el entrecejo —Usted me conoce, pero yo no a usted, no me parece justo.
—Lo que no es justo es el trato que quieren realizar los vampiros con nosotros, aparte de injusto, es ridículo —le dijo molesto.
Ella se quedó pensando un momento, pues debido a que su padre no quiso que se involucrara en este asunto, desconoce por completo que fue lo que hablaron ambas especies; entonces, si él sabe al respecto quiere decir que es parte de los embajadores que vinieron a nuestro reino hace unos días, pero no recuerda haberlo visto en el séquito que llegó, o quizás estuvo oculto todo el tiempo.
—Yo no sé qué es lo que mi padre propuso —aclaró.
—Qué conveniente. Además de molesta, ignorante.
Esto la enfureció por lo que quiso golpearlo, pero él supo defenderse y atrapo su puño justo en el instante, aunque tampoco esperaba que le hiciera una llave y lo tirara al suelo, quedando ella encima, debe admitir que bajo la guardia y terminó en esta situación.
Ella con una sonrisa sádica le preguntó una vez más —Ahora, ¿si me dirás tu nombre? —luego se acercó rápidamente para lamer parte de su cuello, como si estuviese a punto de morderlo y eso a él lo enojo también, por lo que usando su fuerza invirtió las posiciones.
—Agh —se quejó ella, el desgraciado sí que es fuerte.
—¡Princesa! —llamó su sirviente alarmado, mientras se acercaba para atacarlo, para intentar de alguna forma que la soltase.
—Espera —gritó de inmediato ella —no te acerques Yuto.
—Pero...
—Quédate allí —insistió.
—Que venga princesa, vamos a ver si puede hacer algo —retó el demonio.
—Cállate —le respondió —ya me ganaste, ahora apártate.
Él se levantó con las manos hacia arriba, tratando de decir que no hará nada, luego ensombreció su mirada —No vuelva hacer eso jamás, que la próxima será más que solo tirarla al suelo —acto seguido se esfumó.
Ella se colocó de pie, su cara estaba roja de lo molesta que se hallaba.
—Prin... princesa —titubeó su sirviente, es poco común que ella esté tan enojada para incluso estar sin palabras.
Ella únicamente se giró a dirección al castillo y con un simple "vámonos" llamó a Yuto. Al llegar rápidamente se fue a encerrar a su habitación, justo antes de que su madre la reprendiera, pero aun así no le importó, necesitaba tranquilizar su mente, ya que está lo suficiente furiosa como para tratar con alguien más, máximo su madre que de seguro venía imponerle un castigo y el constante golpeteo de la puerta solo se lo confirmaba.
—Desgraciado —murmuró entre dientes.
Y así como estaba se terminó quedando dormida. A la mañana siguiente, se despertó al alba, el sueño le había ayudado a calmarse, pero la insistente curiosidad de saber quién era nunca desapareció.
Quería ir a preguntarle a su padre si conocía la identidad de ese tipo, pero sabía que si lo hacía, prácticamente estaría confesando que se reunió con un demonio y eso si sería un problema, su madre es estricta a comparación de su padre, sin embargo, si se desobedece sus órdenes podía ser bastante cruel.
Pero simplemente no podía apaciguar su mente hasta no saber de quién se trataba y si es parte de la delegación de los demonios y si fuera ese el caso, no cree que sea posible un acuerdo de paz, al menos, no a corto plazo, ya que él parecía bastante descontento con lo que supuestamente el reino vampiro estaba ofreciendo.
Por lo que ahora también necesitaba saber de qué era ese dichoso tratado. Tomado una decisión, se levantó con prisa y se encaminó al estudio de su padre, quizás podía escabullirse sin que se den cuenta y encontrar información al respecto.
Se acercó con cautela para asomarse sobre la esquina y ver como dos guardias custodiaban esa puerta, esto no será sencillo.
Sacó un frasco con una pócima para dormir, se lo agradecerá a su amiga bruja después y la arrojó en medio de ellos, entonces explotó de inmediato en una nube de gas y ambos guardias se desvanecieron. Se apresuró, no había arrojado lo suficiente para que estuvieran fuera de combate por mucho tiempo.
Abrió la puerta del estudio y corrió hacia el escritorio, había muchos papeles desordenados encima, sin embargo, ninguno relevante al tratado, más bien, era sobre su propio reino, aunque eso ahora no era lo importante, por lo que enseguida buscó en los cajones, pero no encontró nada.
—Buscabas esto —alguien asomo un papel frente a ella, espantándola en el proceso, que dio un brinco hacia atrás.
Al percatarse de quién era se puso a la defensiva.
—¿Qué mierda haces aquí?... demonio.
—La estuve observando desde que noqueo a sus propios guardias.
Ella cruzó los brazos —¿Y como porque?
—Pasaba por aquí —dijo con arrogancia.
La princesa está enojada, ayer se comportó como todo un idiota y ahora que la descubrió hurgando en los papeles de su padre tenía una actitud cínica y burlona.
—Maldito bipolar —susurró para después cerrar rápidamente los cajones y caminar hacia la salida, ni siquiera vio el papel que él "amablemente" le había dado.
Pero justo antes de que saliera, escuchó el ruido de los guardias, despertando, además de otros pasos que se acercaban al lugar, de seguro era su padre.
Maldición, se entretuvo demasiado con este demonio, dispuesta a no ser descubierta, corrió hacia la ventana lista para saltar, sabía que había árboles abajo, si bien, dolerá mucho, tampoco morirá, sin embargo, antes de siquiera pensarlo, la tomaron en brazos y saltaron.
—Mierda —gruño ella, mientras se aferraba al cuello del demonio.
Ambos cayeron de forma un poco estrepitosa, pero no hubo mucho daño, ya que él bastante agilidad supo utilizar las ramas y follaje de los árboles a su favor.
Cuando por fin aterrizaron sobre el suelo, ella inmediatamente se soltó y le dio un golpe en el hombro.
—Eres un loco.
—¿Acaso la princesa no pensaba hacer lo mismo?
Enmudeció, pero tampoco espero que él la siguiera.
—¡Ash! Que le importa —me largo. Quería preguntarle otra vez su nombre, pero no estaba de humor para dirigirle la palabra.
—Rikyu —dijo de repente.
—¿Qué? —preguntó ella confundida.
—Mi nombre —contestó él, para luego irse, dejándola a ella sola en el lugar.
Continuará...
10/03/24
¡Hola queridos lectores y lectoras! espero se encuentren bien. Ya sé, ya sé, dirán esta historia que tiene que ver con nuestra historia principal, pero creanme que tiene su propósito, además de que también sirvará para más detalles más adelante. Ya estoy escribiendo la segunda parte y por supuesto ya regresaremos al presente por decirlo así y allí entenderán porque estoy narrando esto. Sin más, espero sigan leyendo lo que más les guste y disfrutando de todas sus lecturas.
Nos leemos luego, bye bye.
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