36. La sorpresa
Dereck
Nunca antes había sentido tanto dolor como el que siento en estos momentos, duele más que una herida superficial, ¿cómo lograr apaciguar el dolor que tengo por dentro? Al menos el dolor de una cortada, una fractura, hasta el simple dolor de cabeza lo minimizamos con analgésicos, pero el dolor que sentía por dentro nada lo calmaba, mi pecho dolía todos los días a cada momento, me sentía débil y sin ganas de hacer que la luna de miel fuera maravillosa he inolvidable, lo que más deseaba era hundirme en mi dolor, jamás creí llegar a amar tanto a una persona, me costaba demasiado hacerme a la idea de que había perdido quizás a la mujer de mi vida y todo por no ser cuidadoso a la hora de tener relaciones con una mujer que solamente era mi novia para intentar olvidar un pasado que creía había sido el más doloroso de mi vida, pero que estúpido he imbécil fui.
Ahora estaba pagando las consecuencias de mis estúpidos actos, y Raquel no paraba de llorar todos los días, eso me frustraba más. En nuestra primera noche la deje sola en la habitación y me fui a beber a un bar cerca de la playa, aún no me creía que ya era un hombre casado y con una responsabilidad, esa primera noche no llegue a dormir hasta a otro día. Llegue en malas condiciones, arrastraba los pies y no me importo el dolor y la decepción que le había causado, aun así, fue muy comprensiva. Lo último que recuerdo fue que me ayudo a recostarme y después dormí prácticamente todo el día.
Cuando desperté entendí mi realidad, aun así, no podía corresponder a sus sentimientos, cada que buscaba un beso se lo aceptaba sin sentimientos, o se lo desviaba.
Se distraía cuando íbamos a la playa, cuando la llevaba a comer, Raquel siempre estaba con su sonrisa, pero yo no podía seguirla, el dolor seguía fresco dentro de mí y no creía ser capaz de sanar pronto. Pero mi actitud me llevo a tener problemas a los siguientes días, ya que Raquel no soporto más mi indiferencia, pero sobre todo mi rechazo.
No fui capaz de hacer el amor o si quiera tener sexo.
Recuerdo una noche que la vi salir del baño, vestía una bata de color negro de seda, la vi caminar al costado de la cama donde me encontraba recostado, sabía lo que estaba intentando hacer y en lugar de sentir atracción o alguna sensación positiva me dio vergüenza y no por ella, si no por mí.
Cuando estuvo frente a mí con una sonrisa coqueta, abrió su bata y la dejo deslizar por el suelo dejándome ver su cuerpo desnudo, sus pechos estaban ligeramente más grandes y sus pezones eran más oscuros, su vientre ya no era plano pues un pequeño bulto comenzaba a notarse, no voy a decir que no era bonita o que su cuerpo ya no era atractivo, simplemente ya no la deseaba como mujer, ya no despertaba ningún tipo de atracción en mí.
Esa noche me puse de pie y cogí la bata para después cubrirla por los hombros.
- no lo hagas...
Le susurré por detrás de su oído y después me alejé un poco para tomar asiento en la pequeña estancia.
- ¿ya no te gusto?
Su voz se quebró y después se giró para mirarme con los ojos rojos.
Sobe de mis sienes, ¿cómo diablos le decía que simplemente no me apetecía tocarla como mujer, ya no era capaz de tomarla por gusto o satisfacción.
- no es eso...
Susurré dejando salir un suspiro.
- ¿qué es entonces Dereck?, no puedo soportar que me ignores, que ya no me digas palabras bonitas como antes, que ya ni si quiera me abraces o cojas de mi mano cuando vamos en la calle, no puedo más, ya no puedo más con tu rechazo...
Sus lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas.
- sé que hice mal al quedar embarazada sin tu consentimiento...
Agachó la mirada y cubrió su pequeño bulto con sus manos, (mi bebé comenzaba a crecer).
Entonces recordé el motivo por el cual decidí proponerle matrimonio, recordé el <aceptó> que le dije frente al altar haciendo promesas que debía cumplir, aunque me costara el mayor de mis esfuerzos.
Pase ambas manos por mi cara dejando salir un suspiro, me puse de pie y me acerque a ella, con gentileza pose una de mis manos sobre su vientre, Raquel quito sus manos para dejarme sentir el pequeño bulto, una media sonrisa se dibujó en mis labios, tenía que esforzarme por mi bebé, y deseaba que tuviera una familia unida. Así que con el mayor de mis esfuerzos subí ambas manos a su mejilla para cogerla con suavidad y llevar sus labios a los míos, no es que de pronto me hubieran crecido las ganas de besarla, pero si quería que mi matrimonio funcionará tenía que acceder ya que mi dolor no solo me afectaba a mí y a ella, sino también a mi pequeño angelito que venía en camino con el único propósito de alegrar la vida de su mamá y la mía.
Esa noche, después de varios días por fin volví a acceder a hacerla mi mujer.
Es muy difícil explicar ¿cómo diablos la hice mía si no sentía nada por ella? No había sentimientos o atracción de mi parte, pero, aunque suene estúpido e ingenuo logre hacerlo, aunque quizás no hubo los resultados esperados, pero Raquel logro tranquilizarse y me sentí tan mal cuando susurro un <gracias> sobre mi pecho, como si me hubiera pedido un favor y con trabajos se lo concedí.
Preferí guardar silencio y quedarme esa noche con ella en la cama, aunque no aguante mucho ya que cuando la vi dormida me puse de pie y me vestí de la cintura para abajo y fui al balcón para observar el color negro del mar y el aire fresco golpear mi torso y mi rostro, cogí un cigarro y al encenderlo comencé a calar para intentar apaciguar el dolor que nuevamente estaba oprimiendo mi pecho como las noches anteriores, sentí unas inmensas ganas de caer en el llanto; recordar su sonrisa, la suavidad de su piel, sus ojos color miel, pero, sobre todo recordar sus besos y cada una de sus caricias me mataba por dentro, literal sentía que mi cuerpo estaba presente pero, mi alma estaba en otro lugar sufriendo, quemándose, retorciéndose de dolor por el simple hecho de no poder tenerla conmigo a mi lado.
Le di una larga calada al cigarro y detuve el humo en mis pulmones lo más que pude para después dejar salir el humo con lentitud.
Caroline.
Mi Caroline.
Me detesto cada que recuerdo su mirada llena de decepción, la tristeza al verme casado, sus lágrimas al despedirse de su familia para estar lejos de mí.
¿por qué la amo?, ¿por qué no puedo resignarme que no puede ser para mí?, ¿por qué me cuesta tanto trabajo alejarla de mis sentimientos?
Terminé de fumar y apagué el cigarro tirándolo al piso.
Entre nuevamente a la habitación y observe a Raquel dormir con la sabana cubriendo medio cuerpo, se veía sensual pero solo eso, no era como si quisiera comerla con los ojos. Decidí ir a la nevera a coger una cerveza. Estas últimas semanas había bebido más de la costumbre, intentaba disminuir el dolor y resultaba después de unas cuantas botellas terminadas, puesto que me era más fácil dialogar con Raquel y fingir que no sucedía nada.
Hay personas que beben para olvidar cuando resulta todo lo contrario y por lo menos a mí me servía para minimizar el dolor, aunque nada me hacía olvidar y quizás por eso poco a poco me estaba volviendo independiente del alcohol y agradezco no convertirme en un hombre agresivo cuando estoy ebrio, y aunque parezca extraño solo así podía lograr conciliar el sueño.
A otro día Raquel me despertó para desayunar, al abrir los ojos de inmediato el cuello comenzó a doler, quizás me había torcido por quedarme dormido en el sofá.
Estuvimos bien un par de días, cuando nuevamente volvió el tema del sexo, ya que no había vuelto a tocarla y mucho menos a besarla.
No deje ni un día de beber, aunque tampoco terminaba perdido, fumaba más de lo normal y la cabeza me dolía y retumbaba con cada grito de Raquel.
- tienes que calmarte, piensa en el bebé...
Le decía sobando de mis sienes, recién habíamos llegado del restaurante porque Raquel comenzó a sentir un ligero dolor en el vientre. Al llegar comenzó a estar de cariñosa, sabía lo que quería, pero la rechacé con un ligero gesto, el dolor de mi cabeza ya estaba, pero ahora con sus gritos se intensificaba el dolor.
- ¿QUÉ PIENSE EN EL BEBÉ? ¿ACASO TU LO HACES?, NO ME TOCAS, NO ME BESAS, TENGO QUE ROGAR POR UN POCO DE TU MALDITA ATENCIÓN Y YA ESTOY FASTIDIADA DE ESTAR HUMILLADOME Y NO RECIBIR NADA A CAMBIO...
- basta...
Pedía aún con la poca tolerancia que me quedaba.
- ¡NO, DERECK! TU ME PEDISTE MATRIMONIO, YO NUNCA TE FORCÉ A NADA...
y esas fueron las palabras para perder la poca tolerancia que me restaba.
- NO ME SALGAS CON MIERDAS RAQUEL, DIME ENTONCES ¿CUAL ERA TU MALDITO PROPÓSITO AL EMBARAZARTE? ACASO SOLO QUERÍAS TENER UN HIJO MIO Y YA...
- TE AMO MALDITA SEA...
- PERO YO NO...
De pronto un silencio nos invadió, me lleve las manos a la cara por la frustración al decir lo que realmente sentía de una mala manera. Raquel dejo salir un sollozo mientras lágrimas descendían por sus mejillas.
- no puedo creer que ya no sientas nada por mi...
Susurró... Apreté mis ojos y me dejé caer al sofá.
- basta Raquel, ya no quiero seguir discutiendo...
- TU NUNCA QUIERES HABLAR, SOLO TE DEDICAS A BEBER Y A FUMAR, AÚN CUANDO SALIMOS ESTAS DISTANTE, ES MAS QUE OBVIO QUE YO NO SOY LA DUEÑA DE TUS ESTÚPIDOS PENSAMIENTOS... ¿QUIEN ES...?
- basta...
- ¿QUIÉN MIERDAS ES DERECK?
En un arranque de irá me puse de pie y le dije la verdad a medias.
- SI, RAQUEL, ESTOY ENAMORADO DE OTRA MUJER Y NO SABES CUANTO ME DOLIÓ PERDERLA POR TI, POR INTENTAR DARLE UNA FAMILIA A MI HIJO...
Raquel en un impulso me empujo, logrando únicamente que retrocediera dos pasos.
- IMBÉCIL, AHU...
De pronto se encogió abrazando su vientre y comenzó a quejarse de dolor.
Me lleve las manos al cabello revolviéndolo y después me acerque...
- DEJAME, AHU...
- por favor, tienes que tranquilizarte...
Intentaba acercarme, pero de nueva cuenta me empujo.
- NO ME TOQUES, TE ODIO, DEJAMÉ TRANQUILA...
- MIERDA RAQUEL, NO ES MOMENTO DE PENSAR EN TI O EN MI, EL BEBÉ DEBE SER NUESTRA PRIORIDAD.
- ESTE BEBÉ ES MÍO, Y SI NO ME QUIERES NO TIENE CASO QUE ESTÉS CON NOSOTROS ASÍ QUE VETE...
- POR SU PUESTO QUE NO ME IRÉ, TAMBIÉN ES MI HIJO Y MI RESPONSABILIDAD ASÍ QUE, AUNQUE NO QUIERAS VENDRÁS CONMIGO...
La cogí de los brazos con fuerza ya que seguía poniendo resistencia y no quería forzarla pues sabía que estaba haciendo esfuerzo y eso le haría mal al bebé así que la cargue, aunque recibí unos buenos golpes en el pecho y cuando la dejé en la cama sentí una fuerte bofetada provocando que el dolor de cabeza fuera mucho más fuerte.
- mierda...
Susurré después de la bofetada.
- eres un imbécil, no te quiero ver... VETE DERECK.
Comenzó a dar un fuerte grito y el dolor que tenía en el vientre se intensifico ya que volvió a encogerse y de nueva cuenta abrazo su vientre.
Sin decir nada hice un par de llamadas para irnos de inmediato a la Ciudad de México.
Después llame a un doctor particular para que viniera a revisarla.
Tuve que estar lejos de ella, ya que no paraba de gritar que me odiaba y que no me quería cerca, así que obté por salir al balcón y fumar mientras se controlaba y llegaba el doctor.
El teléfono sonó y corrí a responder, era de la recepción avisando que el doctor había llegado, le di acceso y en minutos ya estaba con nosotros, claramente se sentía la tensión entre Raquel y yo, el doctor se dio cuenta y dijo que era necesario que guardará reposo y evitará a toda costa exaltarse ya que ella misma provocaba los dolores y empujaba al bebé hacía la vagina.
En cuanto el doctor nos dio la receta se fue dejándonos nuevamente solos, me dejé caer en el sofá y la escuchaba sollozar, por un momento me arrepentí por haberle dicho sobre mis sentimientos, pero ya no podía seguir ocultando algo que por dentro me estaba destruyendo y decírselo fue como quitarme un peso de encima, aunque no fue el momento ya que mi bebé era el que estaba recibiendo las consecuencias.
Poco después recibí una llamada de Elisa, sin pensarlo conteste ya que antes del viaje le pedí que llamará en caso de ser urgente.
- dime...
- hola hijo, perdón por molestar en tu viaje...
Le di una leve mirada a Raquel quien se dio cuenta de que había recibido una llamada y se enderezó para poner atención a lo que decía, sin pensarlo rodé los ojos y proseguí con la llamada.
- ¿qué sucede?
- siento ser yo quien te dé esta noticia, pero...
Comencé a presentir algo extraño en mi cuerpo, y mi ritmo cardiaco se aceleró aún sin saber que sucedía.
- necesito que hables ya...
- es tu padre hijo, está en el hospital...
Entonces mi pecho volvió a doler y un nudo comenzó a formarse en mi garganta.
- es grave Dereck, tu madre a solicitado tu presencia y la de tu hermano...
- ¿ya hablaste con Alejandro?
- lo voy a hacer después de colgar...
- yo lo hago... Y por favor mantenme al tanto en lo que llego...
- por su puesto cariño, adiós.
Colgué la llamada mientras dejaba salir el aire con fuerza.
En mi teléfono busque el número de Alejandro, y tarde un par de segundos, pero finalmente marque, ya que él también tenía todo el derecho de saber sobre la salud de mi padre.
- ¿hola?
Respondió dudoso, ya que era más que claro que le extraño mi llamada.
- llamo Elisa, papá nos necesita...
- ¿qué?, no comprendo...
- tampoco se detalles, solo me aviso que se encuentra en el hospital y mamá solicita nuestra presencia...
- voy para haya entonces...
Sin más colgué la llamada y me dirigí a terminar de empacar, Raquel solo miraba mis movimientos.
- ¿qué haces?
Su tono seguía siendo serio, aún estaba molesta conmigo y en verdad que ya me había cansado de tanto discutir.
- tenemos que regresar, mi padre se encuentra en el hospital...
- ¿pero, y la luna de miel?
Levante las cejas sorprendido ante su más estúpido comentario, pero, decidí ignorarla y proseguí levantando nuestras pertenencias.
- voy a pedir una silla de ruedas, para que no tengas que caminar...
Levante el teléfono de la habitación, cuando bufo con exageración y medio abrazando su vientre soltó un, <estoy perfecta> y comenzó a caminar saliendo de la habitación.
- Raquel... ¡Raquel!
Nunca antes me había sacado de mis casillas como hoy, realmente estaba enfadado y no por lo que estaba sucediendo entre nosotros, me daba rabia que solo pensara en ella y le diera igual el bebé.
La seguí, pero ella ya estaba tomando el ascensor.
- te espero abajo, mientras menos te vea mejor...
Dijo entrando al elevador.
En cuanto las puertas se cerraron me llevé ambas manos a la cara y solté un fuerte bufido ante la desesperación que estaba despertando en mi Raquel.
Regresé a la habitación y llame al camarero para que se llevará las maletas, poco después ya me encontraba con Raquel rumbo al aeropuerto, y suerte que no estábamos lejos así que en un par de horas estaríamos en la Ciudad de México y después de ahí conduciría por la pista para llegar a Puebla, quizás llegaríamos en la madrugada, pero no me importaba ya que lo más importante en estos momentos era saber sobre la salud de mi padre.
En cuanto llegamos a la Ciudad, Raquel con toda la intensión comenzó a descender por las escaleras normales en lugar de hacerlo por las eléctricas, una fuerte molestia seguía creciendo dentro de mí, solo estaba provocando empeorar su estado sin importarle nada.
Decidí dejarla, por supuesto que me preocupaba el bebé, pero al final es su cuerpo y por más que le pedía que tuviera cuidado, más hacia lo contrario peor que una niña de cuatro años haciendo berrinche por un dulce.
En cuanto llegamos al estacionamiento del aeropuerto la vi con el semblante pálido, sabía que le estaba doliendo el vientre pues no dejaba de acariciar su estómago y hacer gestos extraños, subimos y encendí el motor.
- ¿te duele?
Pregunte serio, pero sin ser grosero.
- ¿ahora si te importa mi bebé?
Dejo salir una sonrisa burlona.
- me case contigo, obviamente porque me importa mi hijo...
Comencé a conducir rumbo a la carretera que me llevaría directo a mi destino.
- que estupidez...
Dijo en un susurró.
- eso mismo dije cuando me enteré que a propósito dejaste de tomar las píldoras para retenerme a tu lado...
- ¡lo hice porque te amo!
Decidí no responder y me limite a mirar al frente.
Por fin había silencio en el coche y a pesar de mi cansancio no deje de conducir, aunque solo escuchaba como Raquel de pronto soltaba un quejido, quise preguntar, pero cuando volteaba a verla ella desviaba la mirada de mí.
Paso otro rato más y ya faltaba poco para llegar a la casa de mis padres, quería pasar a dejar primero a Raquel para que descansará y después iría directo al hospital para ver a mi padre, pero de pronto Raquel hizo un sonido extraño y me gire para verla...
- diablos...
Dijo en un susurró. Cuando la vi, observe que veía entre sus piernas, toco cerca de intimidad y después levanto la mano. Pude ver con exactitud el color rojo de sus dedos, comprendiendo que estaba sangrando.
- mierda, ¿qué diablos te está pasando?
Sabía la respuesta, pero aun así no pude evitar hacer la pregunta.
- creo... Creo que estoy perdiendo al bebé...
Comenzó a respirar con rapidez, y sin pensarlo aumente la velocidad directo rumbo al hospital, no quise perder más tiempo así que en cuanto llegue me adentre a emergencias para que de inmediato comenzarán a atenderla. No podía perder a mi bebé, no podía perder el único motivo que me mantenía en este matrimonio.
De inmediato la atendieron en cuanto les dije que estaba embarazada, después no me dejaron entrar con ella a revisión y me quede afuera, cogí el celular y llame a sus padres para avisar que ya estábamos de vuelta y lo sucedido con el embarazo, cogí unos papeles y posteriormente fui a la sala de espera donde me encontré a mamá con lágrimas en los ojos, me acerqué para abrazarla y hacerle sentir mi apoyo, después sentí unas palmadas en mi espalda y al girar vi a Alejandro con una mirada triste y preocupante, volví los ojos a mi madre y observe con atención sus ojos café claro, del mismo color que los de mi hermano.
- ¿qué fue lo que sucedió?
Pregunte ocultando el miedo que me estaba matando por dentro.
- no sé hijo, solo comenzó a sentir que le faltaba el aire y de pronto se desplomo, Elisa llamo a la ambulancia y hasta ahora no hemos sabido nada...
Volvió a pegar su frente en mi pecho y volví a abrazarla.
Mi padre era el hombre más importante para mí, y aunque un tiempo estuve molesto con él, no deseaba que nada malo le sucediera y aún con su enfermedad deseaba que nunca muriera, aun sabiendo que era imposible, pero aun así me resistía a que algún día mi padre nos dejará, sabiendo que quizá sería lo mejor para que dejará de sufrir.
Creo que soy egoísta.
Después de un rato mamá volvió a tomar asiento junto a Alejandro mientras que yo iba de un lado a otro, tenía dos preocupaciones o más bien tres; papá, Raquel y mi pequeño angelito que luchaba por su vida desde el vientre de su madre.
El cansancio lo tenía hasta más no poder, vaya que había tenido unos días bastante agotables y hoy no creía resistir seguir de pie. Los padres de Raquel llegaron y me acerqué a ellos para decirles lo que había sucedido y aunque no di detalles les confesé que habíamos discutido por mi causa en un tema personal que comprendieron muy bien ya que no siguieron preguntando.
Fuimos los tres a recepción para pedir detalles de Raquel, las enfermeras no me dijeron nada ya que seguían examinando el embarazo, desde lejos escuche a un doctor pronunciar mi apellido y supuse que se trataba de mi padre, así que me disculpe con ahora mis suegros y regresé corriendo con mi madre para saber cómo estaba papá.
Después de escuchar las palabras más deseadas, sentí como mi pecho dejaba de estar ligeramente oprimido, puesto que todavía tenía la preocupación de Raquel.
Al saber que mi padre estaba mejor, decidí salir a coger un poco de aire y fumar un cigarro, el aire estaba frío ya que estábamos a las seis de la mañana, ya no tardaría el sol en asomarse. Mientras disfrutaba de mi cigarro escuché unos pasos acercarse y por el rabillo del ojo visualice a Alejandro quién se acercó y tomo asiento a mi costado.
- ¿cómo está Raquel?
Dijo mientras prendía un cigarro.
Antes de responder, me tome la libertad de calar de mi cigarro con toda calma.
- estable...
Fue lo único que dije y aunque todavía no sabía realmente como estaba, decidí decir lo que yo esperaba escuchar de la boca del doctor.
Por unos instantes el silencio nos invadió y el único sonido que se escuchaba era de nuestras bocas cada que soltábamos el humo de nuestros pulmones.
- gracias...
Dijo Alejandro apenas en un susurró después de dejar salir el humo de su interior.
- ¿de qué?
Volteé a ver directo a sus ojos, esperando escuchar su respuesta, aunque ya la sabía.
- por llamarme a pesar de tu odio por mi...
Ambos nos quedamos en silencio mientras fumábamos y mirábamos a la nada, procese cada una de sus palabras, y es que realmente nunca podría odiar a mi hermano, a pesar de todo, eso éramos... Hermanos.
- no te odio, me decepcionaste si... Pero no te odio.
A vente la colilla de cigarro y me puse de pie para regresar al hospital.
- tengo que entrar, quiero ver a mi padre antes de ir con Raquel.
Dije ya que lo vi atrás de mí. Sin más me adentre en el hospital y busque al doctor para pedirle que me dejará ver a mi padre, en un principio se negó, pero después de prácticamente rogarle me dio acceso y muy feliz fui a la habitación donde lo vi durmiendo o eso parecía.
Acerque una silla al costado de la camilla y me senté para después coger su mano que estaba helada, intente hacer que entrará en calor frotando mis manos en la suya, después me acerque y le di un ligero beso en la frente.
Me partía el alma verlo en ese estado, mi padre, el mismo hombre que jugaba conmigo cuando era un niño, el mismo que me consoló después de que un niño me rompiera mi lápiz ya que era de mi súper héroe favorito...(risita) Capitán América y ese mismo día mamá me compro dos lápices nuevos, uno de Capitán y el otro de Iron Man.
Papá decía que él era Iron Man y Alejandro siempre decía ser Batman, el único de la familia que le gustaba DC.
Mi padre nos había dado una infancia hermosa y si pudiera regresaría el tiempo para repetir esos buenos y agradables momentos. Y eso realmente esperaba darle a mi hijo o hija, porque si fuera niña también sería capaz de sentarme con ella para jugar a la comidita, incluso me dejaría peinar por ella y si fuese niño igual le daría de mi tiempo para enseñarle a patear un balón, para hacerle avioncito... Realmente daría lo mejor de mí para mi bebé.
- te amo papá...
Y esta fue la primera vez que le decía que lo amaba, ya que siempre era un... te quiero.
- cuando era niño te decía lo mucho que te quería y hoy te digo que te amo y agradezco la infancia y educación que me diste.
No pude evitar que una lágrima deslizará por mi mejilla.
- Dereck...
Susurró la voz de la Sra. Isabel.
Limpie de mi mejilla con mi ante brazo y de inmediato me acerque a la puerta.
- te busca el doctor, al parecer ya tienen noticias de Raquel.
- ahora mismo voy...
Regresé con mi padre y me despedí de él dándole un beso en la mejilla.
Después con pasos acelerados fui en busca del doctor que había atendido a Raquel.
En cuanto lo encontré me llevo directo a la habitación donde se encontraba la mamá de mi bebé.
- muy bien señor Coleman, le informo que su esposa estuvo a punto de perder al bebé y aunque logramos hacer que el sangrado se detuviera aún sigue en peligro que el bebé se desprenda del útero, es muy necesario que la madre no caiga en estrés...
Observo a Raquel y continuo...
- si usted está bien, su bebé también lo estará... O ¿acaso no quiere a su bebe señora Coleman?
Raquel agacho la mirada.
- sí, doctor...
- entonces por favor trate de estar tranquila y no haga nada de esfuerzos, por ahora estará en reposo completo hasta estar seguros de que el bebé no corre ningún riesgo.
Ahora el doctor poso sus ojos en los míos.
- su esposa va a necesitar mucho de su apoyo para lograr que su bebé nazca sano y fuerte.
Después de eso el doctor salió de la habitación quedando únicamente Raquel y yo.
Observe en su mirada que aún seguía molesta conmigo, no deseaba verme, su quijada la tenía tensa y en ningún momento quiso hacer contacto visual conmigo.
- Raquel...
Llame prácticamente con un tono de súplica y solamente así logre ver lo rojo de sus ojos.
No decía nada, solo me miraba con resentimiento.
- perdóname...
Dije agachando la cabeza y la verdad es que me sentía culpable de que ella estuviera ahora aquí, internada por mi culpa, por hacerle pasar malos ratos y escuchar de mi propia voz mis sentimientos no correspondidos para ella.
Raquel deslizo unas cuantas lágrimas, pero siguió sin decir nada, decidí salir de ahí para no molestarla o incomodarla con mi presencia.
Sus papas esperaban afuera y en cuanto me vieron les dije que podían pasar y así lo hicieron, estaba seguro que Raquel les diría el motivo de nuestra discusión y la verdad es que no me importaba que se enterarán, lo único que quería era que no me alejarán de mi angelito.
Los días pasaron y Raquel fue dada de alta, decidimos quedarnos en su casa por un tiempo mientras terminaba de guardar reposo ya que yo tenía que estar al pendiente de mi padre, la escuela, el trabajo etc.
Casi no dormía, estaba en lo último de mi carrera y los trabajos eran muy pesados, y para agregar tenía trabajo pendiente del bufet donde mi padre me había dejado a cargo, aunque a pesar de todo no me arrepentía de haber aceptado ya que sería un impulso para mi carrera y comenzaría a tener experiencia en los casos.
Cuando por fin mi padre fue dado de alta me sentí realmente feliz, por un momento creí que ya no volvería a escuchar su voz o su sonrisa, pero gracias a Dios todavía podía disfrutar de él.
Me encontraba en la cocina de la casa de Raquel, cogiendo un poco de limonada para ella cuando escuche la voz de mi madre, al salir de ahí escuche que decían del cumpleaños de alguien...
- es su cumpleaños...
Escuche decir a Diego.
- ¿de quién?
Pregunte saliendo de la cocina.
- mañana cumple mi hermana dieciocho años...
Hacía ya varias semanas que no sabía nada de la mujer que provoca que mi corazón palpitará con fuerza de emoción con tan solo escuchar su hermoso nombre.
Por fin cumpliría dieciocho, que lastima que fuera hasta ahora. ¡¿por qué mierda no supe esperar?!, ahora ella y yo podríamos estar juntos y felices disfrutando del uno con el otro.
Jamás me cansare de repetir todos los días lo estúpido que fui.
- mañana tengo que ir a la Ciudad, tengo que resolver un asunto de la oficina... Si quieres te llevo.
Deseaba verla, necesitaba verla y si... Era mentira que tenía que ir a la Ciudad pero era el pretexto perfecto para poder estar cerca aunque ella no me viera.
- ¿podrías hacer eso?
Preguntaron ambos al mismo tiempo.
- de echo yo me regreso mañana a mi departamento, ya que la escuela me espera...
Dijo Alejandro con prisa, arrugue la frente, parecía que no quería que fuera yo quien llevará a Diego y claramente por que aún seguía sintiendo algo por ella.
- pero... No tendrías fecha de regreso, y estaría más seguro si Dereck lo lleva y lo trae...
Dijo el Sr. Bernardo, y lo agradecí.
- nos vamos mañana en la madrugada ya que necesito llegar muy temprano a mi cita.
Volví a mentir, pero quería llegar pronto para pensar en un regalo para ella.
Por último, le di una leve mirada a Alejandro y después subí las escaleras para darle a Raquel su limonada.
Salude a mamá con un beso en la mejilla y después me dijo que no olvidará que podía contar con ella en lo que llegará a necesitar Raquel, también me dijo que mañana mismo regresaría Alejandro a la Ciudad ya que la escuela lo esperaba, y aproveche para pedirle su dirección, en cuanto me la dio se despidió ya que no quería estar lejos de papá mucho tiempo. Cuando salió Raquel me preguntó el motivo por el cual le pedí la dirección de mi hermano, le dije el motivo y no dijo nada. Aún seguíamos distanciados, pero al menos ya hablábamos un poco.
La habitación de Raquel es la misma que compartía con Caroline, y mientras estaba sentado en el escritorio observaba a detalle la cama de la mujer que me hace suspirar, me puse de pie y me senté en su cama con delicadeza, recordando la vez que la vi con su paliacate en la cabeza, también cuando aquí mismo nos besamos y por poco fuimos descubiertos por Raquel que ahora duerme en su cama.
<Caroline, todavía te amo como un maldito desesperado por la impotencia de no poder tenerte a mi lado y demostrarte todo el amor que sería capaz de darte.>
No dormí absolutamente nada esa noche, los nervios me traicionaban, el solo pensar que estaría cerca de ella me ponía emocionado, feliz, estúpido y todo un maldito idiota.
Apenas escuche la alarma me adentre al baño para darme un baño, después me despedí de Raquel a lo que ella solo susurró un... <adiós > al bajar a la sala vi a Diego listo para irnos, el sol todavía no salía y conduje directo a la Ciudad de México.
Llegamos en menos de una hora, el sol apenas salía cuando Diego ya estaba tocando la puerta de la casa de sus tíos. Baje del coche y me dedique a observar la casa, había un balcón donde salió su tía ya que soltó un pequeño grito en cuanto vio a Diego.
Poco después ya estaba abriendo la puerta de la entrada invitándolo a entrar.
- pasa Dereck...
Animo su tía Triana quien tengo entendido es la hermana de la Sra. Isabel.
- no gracias, solamente vine a dejar a Diego...
- tiene trabajo tía...
Dijo Diego.
- entonces te esperamos en la noche para festejar el cumpleaños de Caroline...
- gracias... Si me da tiempo vengo, si no vengo mañana por ti para regresar a la casa...
Le dije a Diego.
Sin más me despedí de ambos y volví a mi coche para conducir directo al departamento de Alejandro ya que no tenía a donde más ir.
Al llegar me sorprendí que no vivía lejos y en mi mente cruzo la idea de que quizás se han visto y solo pensarlo me dolía el pecho ya que el interés que Alejandro tenía por Caroline era verdadero y en verdad me temía que me hiciera caso al decirle que podía cortejarla cuando en realidad deseaba que no fuera a hacerlo.
Estacione el coche sobre la calle y después baje para ir a tocar el timbre de su departamento, en cuanto respondió pude escuchar la sorpresa en su voz, pues olvidé decirle que vendría.
Me dio acceso y subí por el ascensor y después toqué la puerta, en cuanto abrió me dio una sonrisa nerviosa.
- esperó que no te moleste si me quedo esta noche aquí...
Dije mientras entraba sin esperar que me invitará, al parecer estaba en shock.
- por supuesto que no... ¿Ya dejaste a Diego en casa de su hermana?
- sí, vengo de ahí... Por cierto, no viven muy lejos...
Me deje caer en el sofá y después me quite los lentes para tallar un poco mis ojos ya que comenzaba a darme un poco de sueño.
- ¿la viste?
Su pregunta solo me confirmo que efectivamente tenía comunicación con ella, y mi pecho se oprimió, pero de inmediato oculte la emoción de tristeza que estaba creciendo dentro de mí.
- no...
Pude ver el alivio que sintió Alejandro al escuchar mi respuesta. Efectivamente sucedía algo entre ellos.
- bueno, me tengo que ir... Te veo más tarde, te quedas en tu casa...
Y dejándome con la boca abierta salió.
Me recargue en el respaldo del sofá y cerré mis ojos, en mi mente pasaban varias ideas para hacerle saber a Caroline la emoción que me causaba saber que hoy era su cumpleaños, pero sin la necesidad de presentarme, lo que menos quería era provocar un problema con su familia, cogí mi teléfono y decidí llamar a Luis para que me diera un consejo.
- no lo puedo creer, ¡creí que nunca volvería a saber de ti!
Solté una pequeña sonrisa ante su comentario.
- hola, te llamo por qué necesito de tu consejo...
- sabes que te ayudaré en lo que pueda...
- ¿estás solo?
Decidí preguntar ya que no deseaba que Erick escuchará, ya no quería más problemas con mi propio amigo que seguía enamorado de ahora mi esposa.
- estoy con Pamela...
- perfecto, pon tu alta voz quizás ella también pueda ayudarme...
- ¡hey, Dereck!
Saludo Pamela en cuanto Luis puso la alta voz.
- chicos, sé que no les parecerá lo que voy a decir, pero, hoy es el cumpleaños del amor de mi vida...
- Caroline...
Confirmo Pamela.
- sí, hoy cumple su mayoría de edad y quiero darle una sorpresa sin la necesidad de que me vea...
Luis soltó fuertes carcajadas.
- ¿cómo va a ser posible eso?
Dijo Luis.
- para mi suena muy romántico, deberías de enviarle unas flores...
Sugirió Pamela.
- mmm...
Dije no muy convencido.
- vamos Dereck, va a ser imposible que le des una sorpresa...
- claro que se puede, envíale serenata...
Y esas fueron las palabras que necesitaba escuchar para darle una sorpresa al amor de mi vida.
- gracias Pam, es una muy buena idea...
- por favor tienes que contarnos los detalles después de que lo hagas...
- sí, Dereck... Yo también quiero saber que canción cursi le dedicarás a tu amor imposible...
Auch.
- cállate...
Reprimió, Pamela.
- gracias chicos, les llamo después...
Sin más colgué la llamada y busqué en internet mariachis que dieran sus servicios en la zona donde estaba la casa de los tíos de Caroline.
En cuanto localicé al grupo, salí del departamento para encontrarme con ellos.
Mientras manejaba me encontré con varios negocios de flores, estacione por un momento el coche y comencé a observar los arreglos florales, pero no quería que fuera muy ostentoso así que quizá sería una buena idea que solo fuera una rosa roja. La compre y la vendedora se encargó de envolverla en papel celofán transparente, se veía muy bonita pero no deseaba que fuera entregada así.
Volví a subir al coche y conduje directo al paradero del grupo de los mariachis.
No estaban muy lejos, pero si un poco retirados, en cuanto di con su paradero bajé y fui a hacer el contrato.
- ¿a nombre de quién va a quedar el contrato?
Preguntó el representante del grupo.
- Dereck Coleman.
- ¿alguna canción en especial?
- sí, de entrada, las mañanitas ya que es su cumpleaños, y otra cosa... Será una sorpresa que se llevará a cabo sin mí, lo único que les pido es que después de las mañanitas toquen una canción especial y le den esta flor...
Le entregue la rosa.
- será como usted deseé...
Rasque mi nuca, pues estaba debatiéndome en decir lo siguiente o quedarme callado.
- no se preocupe joven, estamos para servir y si gusta algo más, solo dígalo y nosotros lo cumpliremos.
Solté un suspiro.
- por favor, al terminar la canción podrían darle un recado de mi parte.
- por su puesto...
- nadie puede escucharlo, más que ella...
- será como usted demande...
El representante fue muy amable y de pronto ya no sentí pena alguna en decir lo que deseaba que le dijeran.
- bien: Nuestros caminos se encuentran en diferentes direcciones, pero algún día la vida nos volverá a sonreír... te amo, Dereck.
- confíe en que su recado será entregado, ¿podría decirme el nombre de la chica?
- Caroline...
- ¿a qué hora gusta que se lleve a cabo la serenata?
Entonces recordé que su tía me dijo que en la noche le festejarían su cumpleaños.
- a las diez de la noche por favor...
Y así esperé a que diera la hora para sorprender a la mujer que amo.
El tiempo fue eterno, no veía el tiempo avanzar. Estacioné el coche unas cuadras lejos de la casa de la tía Triana y me escondí detrás de un arbusto para poder apreciar el momento en que le llegará mi sorpresa, pero al parecer el sorprendido fui yo, ya que el aire se me fue en cuanto vi el coche de Alejandro acercarse, de ahí bajaron Diego, Norely, un chico que no conocía, Alejandro y Caroline... Todos iban con una inmensa alegría y a mí se me rompió el corazón al ver al amor de mi vida besar a mi hermano.
Di media vuelta ya que no podía seguir viendo tal escena, cubrí mi rostro con ambas manos, y aunque ya lo imaginaba fue muy diferente verlo con mis propios ojos.
Solté un fuerte suspiro y me lleve una mano al pecho ya que el dolor que existía se intensifico al triple provocando un fuerte nudo en la garganta, una lágrima resbalo por mi mejilla, pero aun así decidí esperar a que los mariachis llegarán, quería presenciar el momento y ver la sorpresa en la mirada de ahora, la novia de mi hermano.
En cuanto entraron a la casa me desplomé en el suelo, y me dejé llevar por mis sentimientos, me puse a llorar como un chiquillo, verla con Alejandro me rompió el corazón, que estúpido fui al decirle a Alejandro que era libre de enamorarla y hacer que me olvidará, no, no, no... Caroline no puede olvidar los hermosos momentos que pasamos juntos, no puede olvidar mi amor, mis besos, mis caricias...
La camioneta de los mariachis llegó y me puse de pie para observar cómo se acomodaban y de pronto comenzaron a tocar las mañanitas de Pedro infante.
Poco después salieron todos de la casa, pero en lo único que me concentre fue en ver el aspecto de ella, estaba confundida, sorprendida... Al terminar la canción el vocalista preguntó por el amor de mi vida y así prosiguieron a tocar la canción que le dedicaba con todo mi amor.
En la canción le decía todo lo que significaba para mí, le decía que nuestro amor era lo bastante fuerte para lograr ser destruido, ya que, aunque besará, o se dejará querer por alguien más, nuestro amor siempre reviviría en ella y por más que se resistiera nadie la iba a amar con tanta fuerza como la amo yo.
Una pequeña pizca creció dentro de mí al ver como sus ojos se entristecieron, y al escuchar mi recado una lágrima rodó por su mejilla... <aún me ama > susurre, de eso no había duda.
Mientras observaba el momento, mi cuerpo temblaba ya que era la primera vez que hacia algo parecido, y deseaba con todas mis fuerzas presentarme y ser yo quien le entregara esa roja y decirle cuanto la sigo amando.
Caroline, la única mujer que ha logrado que no duerma, que mi pecho duela cada que respiro, que mis ojos ardan cuando recuerdo cada uno de nuestros besos, pero sobre todo... duele, duele el alma recordar las veces que hicimos el amor.
Cuando los mariachis terminaron, se despidieron y comenzaron a irse, vi la confusión de todos a excepción de Caroline y Alejandro, quien seguramente sabía a la perfección que era yo el responsable.
Los vi conversar y mi pecho volvió a doler cuando la vi poner la flor que le había dado en la jardinera, para después abrazar a Alejandro y eso me dolió, me hirió sin saberlo.
Decidí esperar a que Alejandro se fuera, cuando por fin lo hizo me deslicé por la pared de la casa de enfrente y encendí un cigarro para esperar a que las luces se apagarán.
Parecía un total estúpido quedarme ahí tanto tiempo, pero saber que estaba tan cerca de ella me reconfortaba.
Al ver que las luces por dentro se apagaron, decidí acercarme lo suficiente para observar hacia el balcón, encendí otro cigarro y comencé a calar con tranquilidad mientras pensaba que estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos.
Poco después la puerta del balcón se abrió y pensé en comenzar a correr para esconderme, pero de inmediato reconocí su porte... Era ella.
En cuanto se acercó al balcón me vio y sus ojos color miel hicieron contacto con los míos, mi corazón comenzó a palpitar fuerte y rápido, sin más le sonreí.
Caroline, se llevó una mano a la cabeza sorprendida por verme, después volvió a entrar y una desilusión creció dentro de mí, apague el cigarro he iba a dar media vuelta cuando escuche la puerta abrirse, se veía tan hermosa, solo llevaba un short rosa de pijama, un top negro y un ligero suéter del mismo color.
Mis ojos se cristalizaron al verla y sin necesidad de palabras la vi acercarse a mí con pasos grandes y me abrazo por el cuello dejándome sentir su calor y volví a apreciar su fresco aroma, pero no era eso lo que me hizo sentir feliz, la paz que sentía entre sus brazos nada ni nadie más lo lograba, entonces cerré mis ojos escondiendo mi rostro en su cuello y la abrace por la cintura haciendo un poco de fuerza mientras pegaba su cuerpo al mío, necesitaba creerme este abrazo, para confirmar que no era un sueño...
Y este abrazo fue suficiente para confirmar que todavía me amaba tanto como yo a ella.
- Te amo...
Susurré en su cuello.
- Te amo...
Susurró en mi cuello.
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