19
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Habían pasado dos semanas desde su última cita. Jaehyun quiso invitarlo antes a la playa, pero lamentablemente, al parecer sus profesores se habían puesto de acuerdo para llenar a ambos chiquillos de trabajos, por lo que no tuvieron tiempo.
De todas formas, sin importar aquello, Jaehyun se las ingenió para pasar la mayor parte de su tiempo con el chico de ojitos brillosos. Estaba contento porque Woonhak se volvió rápidamente amigo de sus amigos, y se sentía bonito ver eso.
De vez en cuando Jae coqueteaba bobamente con el, y es que no podía resistirse. Woonhak sólo se sonrojaba y reía tapando su rostro.
Justo el día anterior a ese tuvieron un momento íntimo, distinto a cualquier otro. Woonhak le estaba explicando un ejercicio de matemáticas cuando Jaehyun no pudo evitarlo y su cabeza se desconectó totalmente de los números y multiplicaciones confusas y se quedó observándolo fijamente, casi que con corazones en los ojos.
De un momento a otro, su vista bajó a los labios del pelicastaño y fue ahí cuando éste lo notó.
Fueron pequeños segundos de contacto visual, pero los mejores sin duda. La repentina tensión fue percibida por ambos y lo único que Jaehyun quería era besarlo.
Pero se contuvo, diciéndose que no era el lugar adecuado, no en la biblioteca de la escuela con la señora esa que los callaba a cada rato. Maldita bibliotecaria.
Aunque no tenía miedo de parecer atrevido, pues creía haber dejado claro con sus acciones que Woonhak le gustaba, sólo que no lo decía en palabras.
— ¡Ya tengo todo! — anunció Woonhak, saliendo del baño que quedaba dentro de su habitación.
El mayor la esperaba paciente sentado en el borde de la cama, observando las adorables decoraciones en las paredes junto a algunos dibujos.
Una vez salieron de KOZ, fueron a casa de Woonhak para que éste pudiese buscar su ropa, toalla de playa, entre otras cosas necesarias.
Jaehyun había guardado sus propias pertenencias el día anterior, por lo que no fue necesario desviarse a su hogar.
— ¿Tú haces los dibujos? — preguntó, fijo en un papel de acuarela que tenía pintado una terraza lluviosa con un gato parado en la baranda.
— Sí... No son muy bonitos, pero mamá dice que debo lucir lo que hago — jugó con sus manos, le avergonzaba que vieran sus trabajos.
—¡¿Qué dices?! ¡Están preciosos! — soltó sincero, era impresionante el realismo que lograba.
— Gracias, Jae — sonrió y guardó el bloqueador en su mochila —. ¿Vamos?
— Vamos.
— ¡Aquí es! —habló animoso, habían llegado a una de las playas más bonitas en Seúl y para su suerte, el lugar estaba casi vacío.
Se acomodaron colocando las toallas sobre la arena. Ambos llevaban puestas bermudas y camisas de playa a medio abotonar.
Woonhak untó la crema protectora por sus brazos, piernas y rostro, todo bajo la atenta mirada del chico a su lado.
— ¿Quieres? — ofreció y el asintió.
Una vez estaban con el bloqueador listo, se recostaron en la tela bajo sus cuerpos.
Woonhak estaba acostado boca arriba, con los ojos cerrados y las manos a sus costados. Jae estaba acostada de lado, observando al chico disimuladamente.
Era una obra de arte, uno de esos poemas cortitos de máximo cuatro líneas, pero que aún así lograban mucho con sus pocas letras. Tan profundo y sensible.
Sus suspiros lo delataron, pues Woonhak volteó ligeramente hacia el, con media sonrisa.
El mayor se sonrojó, desviando la mirada.
— Jae.
— ¿Si?
— Gracias por traerme aquí — pensó en sus siguientes palabras — Y por... por unirme a tu grupo, hablarme y... no sé, no tenías la obligación y aún así me uniste y sin ti mi estadía en Seúl no sería la misma.
Jaehyun sonreía, oyéndolo atento. Tan enamorado estaba de ese osito.
— Woonie, en serio no tienes que agradecerme. Me llamaste la atención desde la primera vez cuando tenías a Ditto sobre ti —rió— Sabía que quería acercarme, antes de que si quiera llegaras a KOZ, en serio.
¿Eso era como una confesión? Más o menos, pero para Jaehyun estaba bien por ahora.
A las seis de la tarde, luego de comer unas frutas que había llevado Woonhak y las sodas de Jae, decidieron que era un buen momento para meterse al agua.
La marea estaba tranquila, habían unas pocas gaviotas al rededor y el resto de personas abandonaron la playa una media hora antes.
— Sabes nadar, ¿no? — le preguntó el mayor, ofreciéndole una mano para que se le hiciera más fácil levantarse.
— Síp, me enseñó mi papá hace muchos años, sólo que me da algo de miedo el mar. Es decir, la playa es hermosa, pero soy más de admirarla desde la arena, sin acercarme tanto.
— ¿Entonces estás seguro que quieres ir? Podemos quedarnos aquí, sabes que no tengo problema.
— No, no. Puedo intentarlo — hizo un ruido de afirmación y se deshizo de la camisa que cubría su torso.
Caminaron hasta la orilla, descalzos. Woonhak se quedó un poco más lejos, cuestionándose si era una buena idea.
— Vamos, dame la mano — dijo Jaehyun, notando su inseguridad — Conmigo estás a salvo, un verano fui salvavidas — contó orgulloso, estirando su muñeca para alcanzar la del menor.
— ¿En serio? Eso es genial.
— Sí, bueno, en verdad lo hice porque perdí una apuesta con Riwoo, pero igual aprendí mucho.
Le charlaba con calma, intentando que se le olvidara un poco su rechazo a las aguas. Entendía que el mundo marino no era para todos.
— ¿Cómo qué? Yo no sabría qué hacer si veo a alguien ahogándose — dio un escalofrío, imaginándose la terrible situación que esperaba jamás vivir.
— Lo primero... — por fin cercó al menor a el, envolviendo su mano al rededor de la de Woonhak — Hay que mantener la calma. Relájate, relaja tu cuerpo — hablaba con una sonrisa enorme, pues estar así con Woonhak era uno de sus sueños desde que lo conoció — Piensa en algo que te guste.
A los ojos de Woonhak, Jaehyun brillaba con esa sonrisa, por lo que se concentró en sus labios, dientes, mejillas. Todo menos la sensación que sus pies estaban experimentando al hacer contacto con el agua llena de sal y piedritas.
Jaehyun quiso gritar al notar donde se dirigían los lindos ojos del chico. ¡No podía hacer eso, ahora el era quien estaba de todo menos tranquila!
— Tu sonrisa, tu sonrisa me calma — susurró Kim, sin apartar su mirada — Así que vuelve a sonreír, por favor.
¡Pum!
¿Oyeron eso? Eso fue el corazón de Jaehyun saliendo de su pecho.
Estaba atontado, sonrió porque se lo pidieron, pero Jae solo quería saltar a la boca del castaño frente suyo y besarlo.
— Ahora, sigue mis pasos — pidió mientras se movía lentamente más a lo profundo del mar.
Jaehyun se había acercado más a el, desconcentrándolo tanto que ni notó que ya la mitad de sus rodillas estaban bajo el agua.
— Y por último... — cerró los ojos, suspiró, se aclaró la garganta y... — ¡Bu! — gritó, asustando a Woonhak, quien luego de pegar un gritito lo miró con un puchero en los labios.
— Jaeeeeeee~ — reclamó, frunciendo las cejas levemente, aún con su pucherito. Hermoso—. Que malo eres.
— Pero mira, ya estás dentro del mar y ni lo notaste.
La boca de Woonhak se cerró, quedando muy impresionado.
— ¡Tienes razón! ¡Eres increíble! — se abalanzó un poco sobre el mayor, agradecido. No sentía miedo.
Un repentino sonido los hizo voltear al frente. Un conjunto de pájaros volaban en sincronía, formando una hermosa "V" al revés. El sol se sumergía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. Una vista maravillosa si le sumabas el agradable sonido de la brisa marina.
— Jae, ¿alguna vez has visto algo tan hermoso como esto? — preguntó Woonhak, sus ojos reflejando los colores del cielo.
Era un atardecer mágico, un momento que sentían que estaba destinado solo para ellos. Sus manos unidas y sus corazones latiendo al unísono aumentaron la agradable tarde.
Jaehyun sonrió, disfrutando el suave viento en su rostro.
— Creo que sí... — se volteó hacia Woonhak, su mirada llena de ternura y amor.
— ¿Qué cosa? — cuestionó iluso, esperando que le comentara de algún otro paisaje que alguna vez haya presenciado.
—¿Recuerdas cuando nos vimos en esa plaza? — el asintió — Pues tus ojos no tienen competencia, Woonie — la sonrisa subió a sus ojos, sus palabras fueron tan sinceras que ni se le pasó por la cabeza las probables burlas que recibiría de Riwoo si alguna vez se enteraba de lo que dijo, tachándolo de ser un cursi de mierda - que sí era -.
Los latidos del corazón de Woonhak aumentaron con fuerza.
El sonido de las olas y el suave susurro del viento creaban una sinfonía perfecta de fondo para su momento especial.
Woonhak quería besarla.
Jaehyun era todo lo que le gustaba, y no de manera amistosa. Myung Jaehyun, en menos de un mes, había logrado que sus sentidos se alteraran y le recorrieran nuevas sensaciones de amor con sus lindas palabras y actos cordiales.
Jaehyun se ganó el corazón de Woonhak por ser el chico más dulce que alguna vez conoció.
El no sabía mucho del tema del amor, de enamorarse, pero sentía que era una aventura que quería vivir, que estaba listo. Más si se trataba de Myung.
— Quiero besarte.
— Quiero besarte.
Dijeron la frase al unísono, fue sin querer y ambos rieron de felicidad.
— Puedes besarme entonces, Jae — susurró, tímido y con su ya conocido color rosa en las mejillas.
Jaehyun mordió su labio, evitando desmayarse de terneza. ¡Woonhak quería besarlo, Dios mío!
El primer beso entre ellos estaba a punto de ocurrir, y el mundo parecía detenerse para darles su espacio.
Lentamente, se inclinaron una hacia la otra, sus labios casi rozándose.
Y entonces, finalmente, sus belfos se encontraron en un beso que fue más que un simple roce de labios. Fue un beso cargado de ternura, un beso que selló su romance que recién partía.
Las olas seguían rompiendo en la orilla, testigos mudos de su amor. El mundo seguía girando, pero para Woonhak y Jaehyun, ese momento en la playa era el único que importaba.
El beso se prolongó, y el tiempo pareció detenerse. Sus labios se movían con suavidad y pasión, como si estuvieran explorando un nuevo universo lleno de emociones y sensaciones.
Cuando finalmente se separaron, sus ojos se encontraron una vez más. El mundo cobró vida de nuevo a su alrededor.
— Woonie — susurró Jaehyun, su voz dulce y llena de emoción — Me gustas mucho, tanto que no hay minuto en el día que no te piense.
Woonhak sintió un nudo en la garganta mientras las palabras de Jaehyun llenaban su corazón.
— A mí también me gustas — susurró con voz temblorosa.
Jaehyun sonrió, sus ojos brillando con felicidad.
Se sonrieron, compartiendo el calor de su amor en medio de la brisa fresca del océano.
Experimentaron unos cómodos segundos de silencio que Woonhak, repentinamente, rompió. Soltó sus manos y se agachó para tirarle agua, riendo travieso.
Jaehyun lo miró incrédulo, con la boca abierta.
Comenzaron a molestarse, el menor corriendo entre gritos del mayor, quien amenazaba con tumbarlo al agua.
La tarde los acompañó en esa nueva etapa de su vida, donde por fin Jaehyun estaba con el osito que tanto le había gustado desde el primer día.
Sentados sobre sus piernas, arriba de la toalla de Pokémon de Jaehyun, conversaban de cosas al azar con sus cabellos mojados y comiendo sandía.
— Oye... hay algo que no te he dicho.
Jae tragó el pedazo de fruta.
— ¿Qué? — preguntó, limpiando sus comisuras.
Ya se había oscurecido un poco, aunque el sol todavía no desaparecía por completo.
— Rompí la promesa, sí leí tus tweets.
— ¡No, Woonhak! — tapó sus mejillas con vergüenza, queriendo desaparecer.
Woonhak rió con diversión, acercándose para plantarle un beso en la nariz.
Jaehyun seguía escondido tras sus manos.
— ¡Riwoo es un tarado! ¡¿Ahora te parezco un bicho raro, no?! ¡Dios mío! — lloriqueó falsamente, sin querer hacer contacto visual — ¡Te juro que solo fueron unos segundos!
Las carcajadas de Woonhak aumentaron, negando con la cabeza.
— Jae, tranquilo — sacó las extremidades de su rostro, observándolo con cariño, Jae lo miró apenado — Lo encontré muy dulce — sonrió, con ganas de otro besito.
— ¡¿Hablas en serio?! — se lanzó contra el cuerpo del menor, abrazándolo fuertemente.
La espalda del castaño tocó la arena, y el puchero en sus labios la derritió.
— Por supuesto — jugó con uno de los mechones de Jaehyun — Eres adorable.
Myung no se contuvo, atacando sus labios inevitablemente.
Dejó piquitos por todo su rostro antes de refunfuñar por el molesto sonido de una notificación en su celular.
— ¿Quién interrumpe ahora? — ayudó al menor a levantarse y encendió el aparato — ¡Obvio tenía que ser el minion de Riwoo! — gruñó, notando el etiquetado.
Woonhak rió, acercándose para hundir su cabeza en el cuello de Jaehyun y abrazarlo por la cintura mientras éste desbloqueaba el móvil.
—El me da miedo, Woonie...
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