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Ambos recostadas, Allan sobre el pecho del rubio, dormitaban con el atardecer a sus pies. Luego de charlar un rato y robarse uno que otro beso, Allan se había acostado sobre Ken y el cálido sol la había hecho cerrar los ojos poco a poco.

Seguido del rubio, que ahora estaba casi que roncando.

—¡Plancha humana! — gritó una voz a sus espaldas, ninguno lo oyó hasta que despertaron cuando sintieron el peso de una persona sobre sus cuerpos y sus corazones casi se detienen del susto.

Issa ahora estaba como estrella sobre Allan, que a la vez estaba sobre Ken.

A los segundos, ya tenían a sus otras dos amigas, una sobre la otra.

—¡Issa! — reprochó Ken, intentando sacarlas de encima para que no le pasara algo a Allan, aunque éste último reía, sin una pizca de queja o dolor.

Una vez todos de pie, Barbie se acercó a ellos.

— ¡Buenas tardes, jovencitos! — el formalismo de Barbie era pura burla — ¡Vinimos a interrumpir su cita! — movió a Allan del lado de su chico, pegándolo a sí misma — ¿Qué tal es Ken? ¿Seguro que quieres estar aquí? Sabes que puedes correr cuando quieras, yo lo distraeré — usó una falsa preocupación en su tono de voz, pasando sus manos por la frente del pelirrojo, como revisando que todo estuviera bien en el. Sólo quería molestar al rubio.

— ¡Oye, dame a mi novio!

— ¡¿Novio?! — tres chicas gritaron, dos chicos se sonrojaron.

— ¡Dios, Allan, ¿por qué aceptaste eso?!

Ken fulminó con la mirada a Issa mientras se volvía a pegar a su rojito, rodeándolo meloso.

— No es mi novio aún, pero lo será pronto — explicó, besándole la mejilla.

Allan lo miró con ojitos esperanzados, contentos.

— ¡Dios, son unos cursis! — la morena  imitó un sonido de arcada y se giró hacia la playa — Bueno, vamos al agua, ¿no? — preguntó de nueva cuenta.

Antes de que alguna respondiera, Barbie salió corriendo con rapidez.

— ¡Quién llegue último comprará helados para todos!

Los demás reaccionaron, corriendo de igual manera.

En mitad de camino Issa ya se había cansado por culpa de sus cortas piernas, así que Kate la tomó en brazos y la cargó, apurando su paso.

Lo que no contaban era que pronto Ken las alcanzaría, seguido de Allan.

—¡Issa, patéalo!

Issa lanzó una patada voladora aún en los brazos de su novia, logrando dar con la espalda de Ken como pudo, haciéndolo caer de cara contra la arena. Rieron cómplices, viendo como Allan se detenía para ayudarlo, tratando de ocultar su risita.

Y en cuanto iban a llegar a la meta, un perrito - que no era Ditto - se les atravesó, botándolas a ambas. Ken, en el piso y aún sintiendo los granitos de arena en su boca, no pudo evitar carcajear fuertemente, al igual que Allan y Barbie, quien ya había llegado a la meta, pero sus escandalosas risas se oían desde allí.

— ¡Kate McKinon, eres una idiota!

El minion se había enojado.

Hora de correr.

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Un capítulo más y terminamos esta historia 👀