Pesadillas
Esta es una nueva historia que me ha pedido una amiga. No creo sea muy larga pero trataré de hacerla intensa.
Quizá no se note, pero tambien soy fan de Star VS fuerzas del mal.
Como siempre no sé bien para donde va la historia pero tengo un esbozo en mente.
Saludos a todos.
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Dentro de las toscas cobijas que le habían proporcionado, un joven se movía inquietamente.
Su cama, típico aditamento campirano que no esbozaba un mínimo de lujo llegaba a crujir incluso, ante los movimientos del muchacho.
Sudaba frío, gesticulaba, parecía que algo le estuviera lastimando desde dentro.
Sufría las indolencias terribles de un obvio mal sueño. Una pesadilla.
-No, Star...¡STAR!- gritó incorporándose el joven de ascendencia latina.
Respiraba con rapidez y profundidad. Agitado por las vivencias oníricas tenía en el pecho un susto terrible. Y un sabor a hierro subiéndole por la garganta.
Con lentitud volteó a ver su mano derecha, morena como toda la vida.
Pero en su sueño, la había visto negra intensa, hasta debajo de la muñeca.
-¿Qué pasa conmigo?- dijo llevándose una mano a la garganta.
No era la primera noche que lo soñaba. Llevaba una semana con terribles pesadillas intermitentes en donde él se veía a sí mismo, diferente. En su mal sueño él tenía alas, alas membranosas, no como las de Star. Y podía volar. Bueno, eso no era tan malo en realidad.
Lo malo era que, en su sueño se sentía fuerte, demasiado fuerte. Poderoso. Sentía su pecho lleno de orgullo y de pronto se le agolpaba en el pecho algo como una necesidad.
-Ese poder se siente bien.- se sinceró consigo mismo el joven y volvió a ver su mano.
-No, esto está mal. Esto está muy mal- y se tapó con la almohada la cabeza acostándose nuevamente.
Últimamente todo sucedía muy rápido, nada era como lo había planeado y generalmente todo estaba saliendo para mal.
Empezando por el asunto de la capa que aún le avergonzaba.
-Que estúpido me debí haber visto presumiendo mi capa- pensaba ya más tranquilo, olvidando un poco que hace unos momentos, deseaba un poder que nunca había tenido.
-Todo para que fuera un triste mantel- dijo sintiendo ese enojo que últimamente le nacía con facilidad.
-Ridículo- se dijo mientras apretaba el puño izquierdo deseando romper algo, mientras, siendo inconsciente de sí mismo. Sus ojos brillaron leve, muy levemente.
Luego el joven se llevó las manos a la cabeza incorporándose nuevamente en la cama,
-Cálmate Marco, cálmate...- dijo en voz alta.
-Fue solo un mal entendido, en el que tú quedaste como un estúpido- dijo y se sorprendió diciéndolo.
En esa semana de pesadillas, había notado que se estaba volviendo menos tolerante.
No era la primera noche que se cuestionaba ese cambio que, curiosamente, solo se daba por las noches. Después de la pesadilla recurrente.
Todo había comenzado desde aquella vez que uso la varita de Star y sintió correr en su cuerpo la poderosa magia de esta. No había comentado nada pero la sensación de sentirse un ser de magia fue indescriptible, y, si quería ser del todo honesto, se moría de ganas por volver a sentirlo.
-Si yo tuviera un poder así, pasaría de ser un escudero a un guardián de todo Mewni- pensó.
-Solo una vez más- dijo sonriendo.
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En un lugar de ese mismo castillo, pero en una torre particularmente vigilada, ya hacía en una cama caprichosamente adornada una mujer, en una larga bata y cabello recogido. Los extraños símbolos en sus mejillas adornaban celosamente su rostro, como el de todas las mujeres de su familia.
Se podría decir que dormía boca arriba, con las manos juntas a la altura de su vientre, sin embargo sus ojos estaban abiertos, sin parpadear, la pupila centrada viendo hacia la infinidad del techo sin moverse, como expectante. Como un mecanismo que espera ser detonado.
De pronto, la temperatura del cuarto bajo de súbito. Ningún proceso natural terrestre podría llevar a cabo tan espontáneo paso de 20 a 5 grados en 2 segundos. Era algo a luces sobrenatural.
Los símbolos en las mejillas de Eclipsa brillaron tenuemente, pero ella no movió ni un músculo, manteniendo su mirada clavada en el techo de su habitación. Se sabía que respiraba por el vaho que soltaba su nariz, provocado por el frio.
Y es que una puerta en una habitación muy específica del inmenso castillo se acababa de abrir.
Era Marco, quien observaba a la princesa de Mewni dormir plácidamente.
Sentía sus ojos vacíos y un deseo creciente en el pecho.
"Toma la varita, y demuestra lo que vales a todos en este reino"
Y supo que no se detendría.
Hasta que lo vio a él.
Glosarick lo veía fijamente desde la penumbra, sentado en una silla cerca de la cama de Star. No se movía, no decía nada de sus parloteos sin sentido.
Solo lo veía como sabiendo sus intenciones. Como culpándole de algo que pasaría aún.
Marco se retiró de inmediato procurando cerrar la puerta con la mayor delicadeza posible.
Al llegar a su cuarto no daba a crédito a lo que había estado a punto de hacer.
Su mente se excusaba en el argumento de que solo quería sentir el poder una vez más pero, aun así, era algo indebido. Esto no era como robar sus tijeras dimensionales, que de una u otra manera, eran suyas.
La varita de estar era un objeto de tradición y herencia. Podrá llegar a ser el objeto más preciado del reino.
Y él lo deseaba porque quería sentirse poderoso.
-qué diablos me pasa- dijo tomándose el puente de la nariz.
Luego se recostó para tratar de conciliar el sueño-
En el cuarto donde descansaba una de las más recordadas villanas de Mewni, la temperatura se estabilizó, el brilló en sus mejillas cesó y cerró los ojos lentamente.
Ya sería otro día.
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-¡Marco detente!- gritaba una bastante maltrecha Star Butterfly mientras, en el aire, veía a dos de sus mejores amigos enzarzados en una batalla grotesca.
La noche lo dominaba todo, y estando a las afueras del pueblo, la gente corría despavorida ante el sorpresivo ataque. Entidades de la raza de los lagartos, diversos monstruos y hasta algunos humanos, ya hacían tirados por doquier producto de una sangrienta batalla.
Kelly, quien igual estaba bastante golpeada se acercó dónde estaba Star.
-¿Qué diablos está pasando?- preguntó a la rubia.
-Es Marco- le respondió y señaló al cielo.
La escena era terrible, Marco, que había generado unas horrendas alas quien sabe de dónde o porqué, envolvía con uno de sus brazos el cuello de Tom, era su brazo monstruo que, como un terrible tentáculo, asfixiaba al joven demonio quien hacía lo posible por soltarse, sin mucho éxito.
-Nunca debiste volver con Star- le dijo el chico terrestre mientras apuntaba su otra mano hacia el vientre de Tom, haciendo el ademán de lanzar un poderoso golpe al estómago, pero con la palma abierta, como queriendo atravesarlo con los dedos. Las uñas de esa mano crecieron un par de centímetros.
Star y Kelly no podrían creer lo que veían, algo había salido muy pero muy mal y no sabían que era.
Cuando divisaron que el chico pretendía atravesar a Tom, la desesperación tomo otro nombre.
-¡No Marco NO!- gritó la princesa y, sacando fuerzas de donde no había, surgieron sus alas de mariposa y se lanzó a detener al chico antes de que cometiera una atrocidad.
Marco apretó el cuello del mitad demonio sin prestar atención a lo demás y escucho algo crujir. Su sonrisa sardónica y una mirada ajena lo convertían en alguien muy diferente.
-Que...te...pasa Ma...Marco...-alcanzó a preguntar Tom terriblemente mal.
-Alguien me enseñó a que debo hacer que me respeten- y Marco lanzó el golpe mortal.
Atravesó a Tom limpiamente, su brazo entró hasta el codo cubriéndose de tinte carmín.
Pero el mundo se le vino encima cuando se dio cuenta, que junto con el chico de los cuernos, también había atravesado a Star.
-¡NOOOOOOO!-
Y Marco, despertó bañado en sudor.
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La llegada de la mañana fue algo que el chico añoraba. Tenia en mente que con las actividades del día dejaría lejos esa sensación de vacío y horror que le había dejado esa última pesadilla. La que había llegado después de que estuviera a punto de irrumpir en el cuarto de su amiga para tomar su varita sin su permiso.
-En que estaba pensando al hacer eso-se cuestionó.
-¡Marco! Estás bastante perdido hoy- le dijo la rubia exasperada, pues esa noche habían pactado hacer una fogatada con Tom, Kelly, Ponyhead y Janna y ellos debían llevar los bocadillos.
-No, si te estaba poniendo atención Star- recalcó Marco con poco ánimo.
-A ver que te acabo de encargar- dijo ella cruzándose de brazos.
-Aaam-dudó el chico- ¿Palomitas?-
-¡Los nachos Marco! ¡Te encargaba los nachos! Si no ¿que haríamos con todo el queso?-
Ella se le quedo viendo consternada -Todo el día has estado así- le dijo.
Ambos se encontraban en medio de lo que vendría siendo un hipermercado, en donde vendían todo tipo de alimentos chatarra de varias dimensiones.
Podías encontrar desde algodones de azúcar flotantes, frituras con queso de kimera (para mayores de 15 años ya que provocaban mareos), preparados de frutas mixtas (melón que sabe a sandía, piña que sabe a guayaba) con chile extra picante y demás rarezas; pero nada de eso le hacía algún interés a Marco.
Para la rubia era raro, el chico siempre tenía buen humor para las compras y se emocionaba con las salidas al campo. Pero esta vez, había algo realmente raro con él.
-¿Qué te pasa?- cuestionó por fin Star.
-Bueno, yo, la verdad quería decirte algo- comentó Marco rascándose la nuca.
-¡Oh por dios! ¿No vamos a hacer esto ahora verdad?- dijo ella poniéndose de pronto ansiosa.
-¿Qué? ¡No! Me refiero a que he estado teniendo pesadillas casi todas las noches y no he dormido bien- aseveró él.
Star suspiro fuerte como descansando y luego con una sonrisa le dijo.
-Marco, las pesadillas no son reales, me lo dijo mi Mamá hace mucho tiempo- dijo ella triunfante.
-Eso ya lo sé Star, es solo que son molestas y no me han dejado descansar-
Ella se puso seria de pronto y lo tomó por el hombro.
-Marco, te entiendo. Yo igual he lidiado con esos horribles sueños y terminé durmiendo debajo de la cama en muchas ocasiones. ¡Pero hoy dormiremos acampando! Ningún sueño malo te molestará si estamos todos juntos. Relájate y disfruta el día Marco. ¿Qué hago si mi escudero esta triste? ¿Eh? ¿Eh?- y le comenzó a jalar una mejilla.
-Je,je, tienes razón Star. Pero ya basta con lo de la mejilla-
-Un poco más, un poco más- y la Butterfly seguía jalando la mejilla de un molesto chico.
-En serio ya basta Star- Ella desistió y juntos rieron.
En verdad lo había hecho sentirse mejor.
-Continuemos que se hace tarde- dijo ella dando media vuelta -¿Dónde quedaban los nachos?- preguntó al aire.
Pero Marco no la escuchó. Al dar la vuelta, la bolsa de Star se abrió un poco, dejando ver libre y totalmente expuesta.
La varita de Star.
Y Marco sintió una presión en el pecho.
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Hasta aquí por ahora. Saludos a todos.
Gendou Uribe
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