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A los pocos días llamaron a mi puerta. Era uno de los familiares de mi amigo, lo estaban buscando. Me dijo que había desaparecido sin dejar rastro. Yo fui de las últimas personas que lo vieron antes de que perdiera contacto con su familia.
La versión oficial apunta a que llego tarde a su casa, sus padres lo escucharon entrar pero no se comunicaron. A la mañana siguiente, su madre fue a su habitación para despertarlo, pero al entrar el no estaba. Se confirmo que si había llegado a casa por las llaves que usaba para entrar, estas se encontraban tiradas en el piso de su cuarto, junto a su celular y su cartera, en medio de un horrible desorden. Lo extraño es que parecía haberse escenificado una intensa pelea. Varias de sus pertenencias fueron quebradas y arrojadas en todas direcciones, algunos muebles estaban rotos y fuera de lugar. Pero era imposible que eso hubiese sucedido esa misma noche, tal caos significaría un gran estruendo, pero nadie escucho nada durante toda la madrugada, aun así, de él ya no se supo nada.
Su familia acudió a la policía, a hospitales, colocaron fotocopias de su rostro en la calle y en muchos lugares más. Visitaron con incertidumbre varias morgues para encontrarlo. Pero todo fue en vano, su paradero se convirtió en un misterio.
Pasaron algunos meses. La monotonía de mi vida regreso, Aun conservaba la esperanza de que mi amigo reapareciera, pero todos temíamos lo peor, quizá mi amigo no soporto la presión de su propia existencia y decidió terminar con su vida y en un último intento por no hacer sufrir a su familia, tal vez encontró una manera de eliminarse sin dejar rastros. Me sentía tan mal al pensar en el de esa manera, pero sin duda me estaba convirtiendo en un tipo sin esperanzas, pero, creo que en realidad, hacía mucho tiempo que ya lo era.
Recuerdo que eran principios de septiembre. Días después mi cumpleaños llego. Me la pase en casa solo sin nada que festejar y al día siguiente fui a trabajar como siempre.
El otoño llego, transcurría con lentitud. Me encontraba melancólico y pensativo, un viernes en la noche. No tenía nada que hacer, estaba solo y aburrido, sentado en mi sillón, hojeando una vieja revista. De la nada recordé la nota que me había dejado mi amigo, la busque.
Por suerte la pequeña nota seguía ahí, un poco arrugada pero visible, en mi vieja mochila. Entre a mi dormitorio. Encendí la computadora y espere. Los iconos aparecieron lentamente, Abrí una página de Internet Anote la dirección de la hoja de papel. El buscador comenzó a funcionar y después de varios segundos una ventana apareció.
Ese fue el verdadero comienzo de mis pesadillas...
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