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Y aunque se habían conocido gracias a Steven, cada día que transcurría Samuel y James se sentaban en sus respectivas fronteras para hablar de cosas de la vida.

Samuel se dió cuenta entonces que James, Steven y su otra amiga Natalia, eran todos huérfanos y solo se tenían los unos a los otros. Trataban de ayudar a otras personas en lo que fuera que necesitasen y al mismo tiempo no dejaban morir la esperanza de unir ambos pueblos nuevamente. Solo que sentían que nadie los escuchaba.

Él, por su parte, le contó a James las creencias en su pueblo y la forma en que creían que sucedieron las cosas. Le contó sobre la leyenda que había leído el otro día en la biblioteca del pueblo y cómo la mantenía oculta. Sin embargo, su curiosidad le permitió entrar a todas aquellas cosas que creía prohibidas.

James lo veía hablar, y se dió cuenta de que ese chico de piel morena del Sol, era bastante culto y que le gustaba ir más allá de lo que se podía ver. Le sorprendía lo mucho que quería aprender sobre ambos pueblos y sus historias, dándose cuenta así de que en el lado del Sol no les hablaban a ciencia cierta de lo que se creía había sucedido y de sus profecías.

Y silenciosamente, James estaba dispuesto a contarle todas las cosas que Samuel quisiera preguntarle.

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