12. Luna Creciente: amarte así
Amarte así
La calidad humana no tiene nada que ver con el nivel social.
"Mi abuela la paso mal también por culpa de mi abuelo, definitivamente a las mujeres Abadía cerramos los ojos y no vemos más allá de lo sano". Pensó Alana mientras continuaba su lectura.
«Noviembre 22 1976
La vida nunca es fácil, para las mujeres de corazón fuerte y dado que eso era. Me rompió el alma, saber más y más, conociendo más la situación en la que vivían esas 3 mujeres, traté de entender cómo eras mi mujer después y antes de mí. ¡Qué mujer más fuerte!, me exalto de una forma bonita...
—La amo tanto —le digo a mi amigo Aurelio
—Hermano, te cogieron de las verijas y ya no vas a tener como soltarte
—¿Y yo para qué me voy a querer soltar? — hablé yo, con una cerveza en la mano.
—No sé, porque usted como es tan loco.
—Sí, pero he estado loco, es por ella— miré a amigo y le hice la pregunta del millón de dólares —¿usted cuándo se va a casar con la doctora Rosario?
—Cuando mi papá mande a Francisco a un sanatorio o a la cárcel —. Y no es que quisiera eso, pero, lo que pasa es que ese muchacho no es de fiar y duele y asusta mucho.
Ambos reímos por un momento —. Quizás lo haga antes de que su hija nazca—miró con sus ojos azules un poco más oscuros que los míos, más enamorados de lo normal, bueno que no sabía cuando mi amada Marcia quedara en embarazada. —la amo tanto Jonás que creo que lo entiendo.
Así continuaron los días entre lo que amo y es propio de mí, al tiempo que ella baila en mi cabeza, sintiendo cómo los booms de la guerra en el campo le afectan de alguna manera, además de que hace bastante tiempo que no sabemos mucho de su familia y eso, en cierta forma, la tenía intranquila por muy obvias razones, le había notado más cansada de normal, hasta que una tarde de un fin de semana hermoso con las laderas de Manizales a la vista, escuche lo esperadamente hermoso que pude creer.
—¡Jonás! —exclamó ella, sentada en la cama—. Creo que estoy embarazada.
¿Qué? No podía creerlo, pero, al mismo tiempo, estaba demasiado extasiado y feliz, un hijo mío y de ella, alguien a quien querer más que a la propia vida»
La abuela le contaba parte de la historia a la joven Alana, quien estaba decidida a tomar una fuerte muestra de su poder, ya que la chica se conocía bastante bien y entendió que era bastante similar a su abuela Marcia. Sin embargo, la anciana estaba preocupada por su nieta, pues sabía que era quien tenía la última palabra y que, en muchos aspectos, vivía lo mismo que su antepasado... Un amor peligroso, pero al tiempo divino como lo eran ellas.
—Esto es emocionante, abue —dijo la chica, mirando el viejo cuaderno donde el difunto Jonás contaba parte de su vida y de la familia que lo adoptó, reparando en que no se trató de su suegra ni de su cuñada menor.
Cuando cambió de página, notó que la letra había cambiado, era la abue Marcia, una letra demasiado pulcra y distintiva.
—Quiero que lea con atención lo que va a pasar ahí —dijo la anciana, sobando la cabeza de la joven con ternura—. Su abuelo siempre trató de ser justo con lo que se debía ser justo y, a veces, ustedes dos se me parecen mucho—Se refería al hermano menor y a ella.
Un leve suspiro y un abrazo de su abuela, le dieron ánimos para seguir leyendo e interactuando con las personas que estaban escritos en esas hojas de papel de cuaderno, para interiorizarse que eran diferentes a las personas con las que ella había convivido durante toda su vida, y admirando de a poco la fuerza interna de su familia materna.
Ahora bien, no sabía qué iba a decir después de terminar la historia leída, quizás iba a consultarla con su otra abuela, que también era un Pilar bastante fuerte en su existencia, a pesar de que no tuvieran las mismas creencias ni las mismas maneras de ver el mundo.
—Debería contarle a doña Inés —sugirió la anciana, como si le estuviera leyendo la mente a la joven escritora.
—No, mi abuela Inés me manda al infierno —ambas rieron fuertemente — y de verdad, lo que meno quiero es meter a más gente en este enredado.
Alana sabia que con cualquier cosa preocuparía a su abuela, pero inevitable.
—¿El papá de Daniel, le dijo algo?
—El papá de Daniel no quiere que esté con él. Dice muchas cosas pendejadas —Marco habló tranquilamente —pero ellos no van a permitir que me separe de Daniel.
—¿Cómo así? —volvió a interrogar la señora.
—Mita, es que además Daniel y Derek estar conmigo, ellos también están juntos.
Marcia sonrió y lo negó.
***
—No se me haría nada raro. Ustedes los jóvenes hacen un vivo y claro ejemplo de libertad bastante grande. Aunque me preocupa lo del bastardo de Francisco. — Sinceramente, la señora Marcia pensaba en cómo ayudar a su nieta y a sus nietos políticos, porque ya eran eso parte de su familia.—Creo deberán destruir a Francisco desde la raíz —dijo algo más asustada.
—Abuelita, no sé como hacerlo —en algún momento del día lo creyó—no, quiero perder a mi Daniel, ni dañar más a Derek.
«15 de diciembre
Las cosas se volvieron intangibles como los sueños que una vez tuve, pero nada está claro hasta el momento en que suceden las cosas y mi idea principal fue escaparme de Darío para volverme una administradora famosa de un bar ubicado en una ciudad gigante de un país que no conociera... Pero no, aquí estoy, más preñada que nunca y con el presentimiento de que en la casa, dentro del pueblo, todo está mal, cosa que sabía por qué Amatista no contestaba las cartas y estaba completamente segura de que algo tenía que ver con mi madre y su gran idea de transformar a sus hijas en monjas sirvientes de Dios.
Si no fuera por mi incoherencia, diría que el Señor es un ser egoísta, pero, por cosas de la vida y la existencia, también sé que hay que opinar en algo, además, más allá del no opinar, pensé que Él es un hombre mediocre y sé algo de lo que tiene que ser un hombre o, bueno, eso es lo que nos han vendido todos estos años de miseria y pobreza.
Y sí, la incoherencia es bastante grande en mi vida, igual que el sarcasmo, pues me casé con Jonás y, realmente, estaba muy feliz, ya que no confié que el hombre fuese a cambiar tan pronto desde que aparecí en su casa, al igual que tampoco creí que me perdonaría tan fácil y tampoco sentí tantas cosas hasta el momento en que estuve encima de él, amándolo tanto como ahora. ¿Ahora qué va a pasar? No tengo ni la más mínima idea porque Aurelio, mi queridísimo amigo, está amenazado de muerte por destapar algunas cosas notan buenas de la zona cafetera en donde vivimos de nuestro país, Colombia, eso ya lo sabíamos, la muerte de quienes buscan la verdad, es algo tan inevitable.
Había estado pensando en la leve posibilidad de que nos tocaría escapar hacia la finca, dado que, lo único que tenemos bien claro, es que debemos comprarnos otra porque no quiero vivir con mi mamá y fue eso mismo lo que le dije a Genoveva porque, si la quiere vender o donar a las hermanitas de la caridad, jum... Manada de ladrones, como quisiese mi mamá.
(nótese a Alana ahí).
Cosas que debería dejar de hacer para que el embarazo tenga buen término: dejar de fumar, de tomar y comer mejor, por ejemplo, vitaminas y minerales que le hagan bien al ser dentro de mí, siendo esas indicaciones las que me dijo la médica. Pese a no quererlo, tenía que hacerlo porque yo también quería un hijo de Jonás, aunque muchos piensan que él me obligó a quedar preñada, siendo todo lo contrario, pues, el día en que el tipo en cuestión me obligue, lo pico.
Y es por eso que quiero tener una hija, por lo menos dos, pero, como no se sabe qué va a pasar conmigo, la verdad es que ni se lo he dicho a mi hermana ni a la otra, porque, seguramente, se fue a Medellín, mientras que Amatista tenía un trabajo ahí antes de que papá se enfermara. Lo más seguro es que ya se volvió para allá hacer quién sabe qué cosas... Me preocupa, sí, muchísimo, pero no puedo obligar a la gente a estar conmigo cuando no se puede.»
—A ver, mita —dijo Alana, procesando la información dada—. Usted me está diciendo que su hermana del medio fue la dueña y creadora del "Olimpo" o sea la abuela de Rubí. Donde trabajaba Rubí.
—Mmm —afirmó doña Marcia—. Ella era la primera cortesana del lugar, bueno, eso es lo que pude saber de ella.
***
—Amatista vendió a Rub a Gaspar, ¿entonces? —La escritora, deseaba huir e ir a Medellín, bueno, aunque ya sabia que su prima estaba con Josmer Santana... pero eso no lo necesitaba saber su abue.
—No, Amatista no lo hizo —Marcia guardo silencio y diciendo ese gran secreto que le dolía —fue Rubiela, quien repitió la historia con su hija.
—Abue, ¿Por qué no hizo algo? —preguntó la chica.
Cómo decirle a su nieta, qué cuando se dio cuenta de que su hermana del medio había muerto fue a su casa en Medellín y no encontró a su sobrina ni a sus sobrinas nietas, pero solo encontró un bastardo, llamado Gaspar Santana, quien se había adueñado de todos los negocios de Amatista. El tipo en cuestión solamente le había dicho donde habían dejado el cuerpo de su hermanita en el cementerio, lejos de todo.
Lo más fuerte fue ver a Rubí en una esquina del burdel y ahí ella supo que no podía hacer nada para sacarla de ese mundo.
—No pude hacer mucho porque no sabía cómo ahora, hace dos años, vi a su prima mayor, usted no se puede imaginar cómo me dolió verla en el estado que se encuentra toda drogada y malherida.
Aquello le saco algunas gotas saladas a su nieta.
—Pero Rubí era la más fuerte—Dijo un poco más triste la joven Alana, ella sabía todo lo pasado por esta.
***
«Los días eran verdaderamente tranquilos, nos teníamos a nosotros mismos y eso era suficiente, pero las bendiciones no llegaban solas y, tanto Jonás como yo, lo estábamos experimentando.
—Ya nosotros estamos mejor financieramente porque, no más se va unos días al pueblo y esté pendiente de su mamá, de su papá y de sus hermanas y yo voy por usted —dijo él, mirando mi vientre todavía plano.
—¿Cómo es que me conoce tan bien? —le pregunto con deje de admiración y de miedo.
—Le llevo tatuada en el alma desde que usted tenía catorce años. ¿Quiere algo más? ¿Una explicación científica de eso o una explicación jurídica? —habló, como siempre, algo más que romántico.
—Entonces, me va a acompañar al terminal de buses mañana en la mañana —nos miramos como si hubiéramos perdido el respeto al qué dirán, cogiéndonos hasta donde no se podía hacer.
De hecho, es lo único que siento mío todavía después de salir de la casa: la libertad que obtuve al encontrar quién soy.
—Claro. ¿Usted cree que la voy a dejar sola, así como así? —me mira con dulzura.
¿Cómo no me voy a enamorar de este hombre que es un loco, un loco por mi causa?
—Opino que ambos sabemos que no es bueno estar alejados porque el embarazo le hace tener antojos bastante extraños —meditó—. Además, su mamá no me da buena espina.
—Qué me guste la mermelada de espinaca, no quiere decir que tenga gustos extraños —me defendí.
En general, el embarazo iba por buen camino, dado que yo solo sufrí antojos y solo comía como un marrano, mientras que Jonás sufría los malestares durante los primeros meses: mareos, náuseas y ganas de dormir todo el día.
Decidimos que nadie iba a saber que estaba en cinta hasta que ya fuera demasiado obvio, pero, como siempre, por cosas de la vida y la existencia, siempre iba a pasar algo y ese algo era la gente que nos conocía, o sea, las vecinas chismosas, Rosario y Aurelio.
La mujer del socio había cambiado bastante hasta que una tarde se descubrió todo de una impresionante manera.
—Marcia, tú debes de contarle algo a tu novio o, en este caso, a tu marido —habló ella con tono de preocupación—. Muchísimas cosas dependen de lo que digas y hagas, además de tus amigos.
Le puse más atención.
—Sabes bastante bien que los muchachos son bastante difíciles, sobre todo el hermano menor de Aurelio —suspiró inmediatamente, tratando de agarrar fuerzas para contarme lo inevitable—. Francisco Hoyos tiene nexos con la guerrilla, no sé con cuál, pero tiene cercanía y ya me amenazó con matarnos a mí y Aurelio, incluso al papá, si no le guardo el secreto.
—¿Y qué se cree ese pendejo? —hablé fuerte y claro—. Déjamelo a mí, que con Jonás tenemos que buscar una solución a esto antes de que el pendejo este sí haga algo horrible y luego se pueda arrepentir por el resto de su vida.
Me puse iracunda, no iba a permitir que ese niño hiciera una estupidez, así como así, no en mi guardia, pues tenía mucho que perder, pero Rosario lo negó inmediatamente.
—Pero usted está embarazada, no debería arriesgarse tanto, por eso necesito de su ayuda para protegerlos y protegerme, protegerla a usted y el bebé —Rosario era la amiga que nunca tuve.
—¿Voy a contarle a Aurelio? —pregunté para ver qué se puede hacer—. Usted sabe que él no la va a dejar sola y siempre le va a creer, sobre todo por los tantos años que llevan juntos.
Me calmé un poco para hablar.
—Rosario, ustedes tienen muchísimos años juntos, desde antes de venir a vivir a acá, en Manizales, y, según eso, ustedes tenían una relación constituida y, si no sea han casado, no es porque no quieran, sino porque Francisco se siente con el derecho de no sé qué.
Reflexioné esto en el momento en que mi amiga se fue a casa, pensé también en cómo podría ayudarla y así evitar un desastre que nadie podría remediar, necesitaba que mi amiga se sintiera tranquila y confiada de alguna forma y que buscaríamos una solución a esto. Fue así que, cuando ya era muy de noche, vi entrar a mi esposo con lágrimas en los ojos y el corazón roto, por lo cual me acerqué para saber qué pasó.»
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