Capítulo 12
No existía una mirada o roce que amara y elevara más que los producidos por aquel luniano. Ese ser que apareció en su camino del vacío y se había convertido en su esposo. Más allá del cielo había mucho más de lo que estudió o llegó a imaginarse, encontró a otra persona con la que se unió para ser uno.
Todavía le costaba procesar la mayoría de los sucesos ocurridos desde el momento en el cual salió del planeta Tierra o Tellus, como solía llamarlo su ahora esposo. Todo fue extraño porque no enloqueció, aceptó y se adaptó a todo como si hubiese nacido para vivir en esa luna escondida. Llegó para encontrarse con un completo desconocido que halagaba ser su alma gemela y algo de cierto tuvo que ver en sus palabras porque desde el encuentro de su mirar, Jimin quedó prendido en un hechizo en apariencia inmortal o mínimo tan longevo como podrían llegar a ser los lunianos.
En el tiempo que compartía con Yoongi solamente existían ellos dos en una cápsula potenciada e inquebrantable. Olvidaba esos pleitos que tenía su esposo con los hedios, aunque no sonara tan bonito, también borraba a su familia de la mente. Sus suegros, esas dos personas inconformes con su relación y que aunque no quisieran tuvieron que aceptarlo por ser nada más y nada menos que el Gariani del regente de Luna Dorada. Un día abría los ojos en un hermoso cuerpo celeste que hasta el momento desconoció, al otro estaba hablando y haciendo ciertas muecas frente a ese hombre que ahora lo besaba. Luego, sin que cualquier aviso bastase llegó el momento en el cual se casaron frente a todo un maldito mundo.
Le recordaba un poco a la Boda Real en el Reino Unido en la Tierra. No era ni remotamente similar, pero en su planeta natal incluso en Corea del Sur transmitían el evento. En Luna dorada, absolutamente todos sus habitantes sin importar su ubicación u horario salieron para crear un nuevo cielo con todos sus poderes reunidos para bendecirlos. Según Augustus, esa ceremonia y el tiempo esperado era aquello que lo ayudaba tanto como preparaba para ese momento en el que por primera vez ellos practicarían el tan nombrado arte de la cama. Por primera vez desde que estudió su teoría y escuchaba a Yoongi hablar de ello, podía sentir a un nivel inimaginable lo que esas palabras significaban. Su mente fue la primera en sucumbir, la vista le siguió y moría por incluir el sentido del tacto también.
Y así, llegaron a ese punto en el cual ambos se miraban después de haberse provocado tanto. Jimin había estado yendo hacia su Minrey, así que esta vez, fue el rey quien caminó hasta su Atemin con los pasos más lento que jamás dio. Ahora que Jimin deseaba que Yoongi levitara, este andaba como un humano cualquiera. El terrestre no tenía mucho que eliminar, pero el contrario aún llevaba un impoluto y prodigioso traje único para la ocasión. No existía otro en todas las galaxias que siquiera se le asemejara.
Se hizo el silencio, uno tan alto como calmo en el que sus respiraciones era todo lo que podían escuchar debido al hermetismo de la habitación. Ondas de calor que chocaban contra su cuerpo expulsadas por el lunasio. Fueron sus manos aquello que Min utilizó para guiar a Jimin, mostrándole todos los secretos y formas en que debía deshacerse de toda la seguridad de su traje. En el momento en que Yoongi llevó la palma de la mano contraria a sus labios para recorrerla con la lengua, Jimin dejó escapar toda la respiración contenida sintiéndose casi temblar. Esta misma acción la repitió con la boca del menor, indicándole que él también debía lamerla y así, con la saliva entremezclada de ambos, la posó en su pecho, justo en el medio para hacer desaparecer todo rastro cobertor.
Por primera vez, Jimin lo veía en su totalidad y plena gloria. Allá no creían en seres todopoderosos, pero a su mente solo vino la frase, "como Dios lo trajo al mundo". No sabía si alguna divinidad se ofendería por sus pensamientos, pero para él en ese momento, Augustus Min Yoongi era su mismísimo Dios.
— No necesito de cuidados o un romanticismo excesivo, Minrey. Eso lo podemos tener en cualquier momento y en este preciso instante únicamente quiero sentirte. — Murmuró Jimin delineando sus hombros.
El traje de Yoongi parecía un filtro, uno demasiado notable, porque había diferencia entre el imponente rey trajeado y el ser completamente desnudo junto a él. Estaba lejos de ser alguien escuálido o demasiado delgado. Para nada, su cuerpo estaba elegantemente marcado, los músculos estaban ahí presentes, pero no opacaban el resto. Siempre tuvieron la misma estatura, mas por mucho tiempo el regente para él se sentía como alguien al cual debía mirar hacia arriba a pesar de su cercanía. Ahora era diferente, se había casado, eran esposos.
Sumamente intrigante algo que por mucho que supiese y comprendiera, seguía pareciéndole increíble. Las venas que resaltaban en el cuerpo del luniano tenían un tono azul. Sus genitales también eran asombrosamente llamativas por muchas razones, el azulado color, la forma, su circunferencia o extensión. El cambio de colores en sus irises por primera vez no se adueñaron de toda su atención. Ya había visto otras muestras durante sus estudios, incluso había acariciado a Yoongi, sin embargo verlo así por y para él, listo para finalmente consumar su matrimonio lo mantenía relamiendo sus labios.
Se sentía que estaba ahogándose en algo invisible, ansiedad, tal vez algo de nerviosismo, expectativas. Solo sabía que deseaba dejarse consumir por el gobernante de Luna Dorada. Estaba seguro de que en ese día la luna brillaría más que nunca. Porque era un amor y una necesidad que aunque querían no podían controlar.
La mano de Yoongi atrajo más a Jimin por su nuca mientras la mano libre vagaba por su piel en un sutil reconocimiento. Hombros, los costados de su torso, descendiendo hasta sus muslos para volver a ascender hasta su trasero, descansando ahí. Cada toque desplegaba los vellos del cuerpo terrestre, como si desdoblara o desempaquetara el mejor envuelto regalo y no estaba equivocado. No era un objeto o algo material que Yoongi pudiese obtener sin más, se trataba de su arma gemela, pero Jimin se había convertido en el mejor regalo recibido durante toda su vida, el más valioso y exclusivo.
— No decides lo que necesitas por tu cuenta. — Rebatió afianzando sus dedos en la piel contraria, sacando su lengua para lamer los labios que segundo después atrapó entre sus dientes, llevándolos nuevamente a un profundo beso. — Creo que debo recordártelo ahora, mas debido al intercambio de energía y fluidos la primera vez que nos unimos es probable que uno de los dos o tal vez ambos perdamos por completo el conocimiento. No te asustes si eso llega a ocurrir, tampoco si el lunasio que conoces cambia un poco.
Jimin podía percibir el cambio en su temperatura, la frialdad en las manos de Yoongi por momentos se volvía demasiado a pesar de haberse adaptado un poco a esa luna. Los dos mantenían sus frentes unidas en un lánguido reconocimiento, ojos cerrados y besos intercalados con mordidas, lamidas o medidas succiones. Sin embargo, parecían pequeños trozos de hielo aquello que Yoongi tenía por dedos, unos muy estimulantes que le hicieron gemir bajo al rozar sus pezones. No recordaba que en el pasado fuesen tan sensibles, no sentía mucho o más bien nada cuando los tocaba él mismo, en sus experiencias anteriores fue simple, no eran insensibles, pero tampoco es que sintiera demasiado. Ahora el cambio de temperatura los había sorprendido un poco, mucho más de cualquier vez en el pasado mientras habitaba en la Tierra.
De sus labios cortaron pequeñas risas cuando Min acarició su marca de nacimiento en su axila, sorpresivamente eso también se sintió bien a pesar de hacerle un poco de cosquillas. Le gustaba la idea de a tan temprana etapa de su encuentro ir descubriendo que le gustaran nuevas cosas. Quería explorar todo el placer que pudiese llegar a sentir en manos de un jodido rey increíble que era completamente suyo.
Él era el esposo de un ser que no solo dirigía un país o continente, sino todo un mundo. Era como si Tellus fuese dirigida en su totalidad por una única persona y que justamente esa persona, se entregara en su totalidad a un humano cualquiera. Alguien que derrapaba cariño, deseo, protección y un cúmulo de sentimientos por todos lados a su alrededor, unos que eran creados y dirigidos hacia él, gracias a él. Jimin no sabía si su amor por la astronomía fue el causante de todo esto, si inconscientemente siempre supo que su lugar era en medio de las estrellas, pero en el exterior del planeta que lo vio nacer.
Con una sonrisa interrumpió su beso, alejándose de su esposo y notando como este quedó con sus labios entreabiertos y agitados. Yoongi estaba completamente confundido, no obstante sus pupilas siguieron detenidamente los movimientos de Jimin hasta su cama.
— Eres tan hermoso... — Musitó el luniano contemplando a su esposo, acercándose lentamente para tirar de su cuerpo y arrastrarlo hasta el borde de la cama. — Pero tan jodidamente rebelde. — Mencionó volteando a Jimin, golpeando su trasero con tanta fuerza que el humano desfiguró toda su cara debido a látigo de dolor que lo recorrió. — Mostrándote desnudo delante de mis hombres, desobedeciéndome, yendo en mi contra en cada oportunidad, voluntarioso, atrevido...— Lo golpeó otra vez y Jimin se incorporó para tirar de él a la cama utilizando los movimientos aprendidos por el propio rey que quedó completamente confundido cuando su espalda tocó la cama. — ¿Ves?
— Por supuesto que veo. — Respondía Jimin apretando con fuerza su cuello. — Imposible que me quede sin más cuando me golpeaste tan fuerte, ¿olvidas que soy humano?
— No, eres un humano fuerte que me desafió y por eso estás pagando las consecuencias. — Jimin no se enteró del momento en el cual Yoongi volvió a intercambiar posiciones hasta que su propia espalda quedó pegada a la cama. Sus miradas se encontraron, los dos sonrieron y para el momento en el cual el rey se inclinó para unir sus labios, ambos exhalaron de manera extendida. — ¿Quieres que vaya despacio?
— ¿Despacio por qué? ¿Es acaso nuestra primera vez? Yo no soy alguien que jamás ha tenido sexo y tú después de tu especialización en el arte de la cama mucho menos. — Yoongi hizo una mueca de desagrado. Si Jimin hubiese sido luniano, él también se hubiera graduado del arte de la cama como todos, era lo más normal, pero por un segundo la idea de Jimin con alguien más no le gustó en lo más mínimo. — ¿Qué? — Preguntó al ver lo serio y silencioso que permaneció su esposo observándolo. — Suga... — Lo llamó acariciando suavemente su rostro, viendo unas irises que batallaban entre azul y rosa. — ¿Qué sucede?
— Estoy muy feliz y agradecido del momento en que llegaste a mi vida, de ser tuyo, de que tu alma sin conocerme me eligiera. Sé que quizás para otro ser esto podría ser triste, porque no todas las personas logran conocer a su alma gemela, mucho menos ser correspondidos por ella. En este mundo a diferencia del tuyo, muchos mueren por esto. El porcentaje de que esto ocurra es tan bajo e ínfimo que tenerte aquí entre mis brazos, ver mis sentimientos ser recíprocos, me hacen sentir demasiado frágil y a su vez invencible. ¿Sabes cuántos años he estado vivo sin vivir?
— Minrey...
— Siempre he estado solo, jamás sentí o supe que deseaba ser abrazado. Me gradué en el arte de la cama y aunque tuve pieles y brazos a mi alrededor ninguno me calentó. Pude entender todo lo que este arte esconde, pero el secreto de lo que verdaderamente se podría llegar a experimentar junto a mi alma gemela no lo pude descifrar hasta que llegaste tú. El silencio muchas veces me ha hecho compañía y mi única conversación era con el cielo, las estrellas perdidas en este universo eran las únicas que hablaban mi mudo lenguaje. Entonces un meteoroide atravesó mi atmósfera regando mi pecho de partículas de otro tipo de polvo, hielo o rocas.
— Nunca me habían comparado con un meteoroide. — Sonrió Jimin sin procesar por completo que ese ser que lo miraba con evidencia de lo que para los humanos serían lágrimas pudiese decir ese tipo de cosas. No es que jamás haya sido dulce con él, que se haya abierto hasta vomitar palabras, mas este lado se sentía nuevo para él. Con una sonrisa se inclinó para besarlo con calma.
— Se podría decir que aquí carecemos de emociones porque no vivimos con ellas. Cosas como el cariño o la empatía son muy difíciles de experimentar, solo con nuestros padres o hijos sentimos algo similar. Es en el momento que encontramos a nuestra alma gemela que realmente podemos sentir. Por eso no nos experimentamos un vacío como el que muchas veces los humanos ansían llenar, porque no se puede llenar algo que no existe. Al verte por primera vez supe que eras mi alma gemela casi al instante y mientras aguardaba por tu despertar, me sentí por primera vez en un sitio lejano y poco especial, fue la primera vez que la melancolía me vino a visitar de una forma tan dolorosa. Muy diferente a la vez que perdí a mi hermano. Porque solamente temía que al abrir tus ojos y pasar el tiempo te dieras cuenta de que yo no era nada para ti. Temí ser un alma gemela no correspondida.
— Para mí o mejor dicho, para la mayoría de los terrestres, el término de alma gemela no es tan literal como lo es aquí. Cuando me decías cosas de ese tipo temía que todo esto pasase por mi cuerpo y vida como un fantasma a una pared, como esas palabras que levan y te dejan caer, abrazos que carecen de sinceridad. Fui atrevido por vivir todo esto contigo aun sabiendo que si todo esto terminase mal yo me quedaría sin alma, como si alguien cometiese el peor de los crímenes sin necesidad de derramar sangre o arrastrarme hasta la oscuridad y es por eso que comprendo tanto tus temores como el motivo detrás de tus agradecimientos. También agradezco saber que en el rincón menos esperado de este universo alguien esperó por mí, que mi presencia le haya traído tanta dicha a alguien al cual me encontré amando sin previo aviso. Pero no tienes que temer, yo me quedaré aquí a tu lado por siempre, mi amor.
Yoongi permaneció en silencio y tan serio que Jimin por un instante se preocupó. Fue entonces que una sonrisa fue brotando de sus labios, un nuevo acercamiento los unió, sus lenguas caldeando un momento enfriado por temores. El lunasio no volvió a pronunciarse en ese momento, siempre tuvo curiosidad por el motivo que llevaba a los telluanos a volverse esclavos de vanidades, banalidades que les hacía ansiar el hallar a alguien soñado. Es que en esa búsqueda endémica y constante, el desespero y la ansiedad terminaban dañando sus corazones sin entender que el amor no era perfección. Ahora quizás los comprendía un poco, si hubiese sabido que Jimin estaba por ahí, en algún lugar, él hubiera corrido a su encuentro mucho antes. Sin embargo, agradecía también lo no haberlo hecho porque con serenidad pudo disfrutar lo nuevo que a su vida llegaba. Ahora estarían así, justo como ahora, juntos, por siempre como Jimin le dijo.
Las calientes manos de su Atemin fueron derritiendo la escarcha que cubría su piel tal cual hizo con su corazón tiempo atrás. Lo sentía recorrer cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a esa zona ubicada entre sus piernas. Sus pupilas buscaron las contrarias, descendió sus párpados solo un segundo debido a la sensación que lo recorrí, pero no lo suficiente como para no ver la sonrisa que comenzó a adornar los labios de Jimin. Sus besos fueron una vez más escalando los niveles de intensidad, ya no había un orden, sólo lenguas enredadas, salivas desbordadas casi obscenamente.
Caricias que iban desde el más delicado roce hasta las uñas de Jimin tirando de la piel de Yoongi. No se rasgaba, no quedaba evidencia de esto porque su dermis no era tan frágil como la de los humanos.
— Mi cuello, chúpalo... — Jimin le indicó al lunasio lo que deseaba y este lo complació.
La lengua de Yoongi recorrió desde el hombre derecho hasta el cuello del menor, besó, mordió y por último succionó con fuerza escuchando a Jimin gemir. Repitió la misma acción del otro lado, luego todo el frente guiado por unas manos perdidas en su cabello rojo demostrando la pasión que lo golpeaba. Un hilo inexistente tiraba de Min para descender por aquel universo inexplorado que era el cuerpo de su esposo. Cada relieve era una curva, cada gemido exteriorizado era un himno en los oídos del regente.
Jimin lo observaba maravillado, siendo estimulado solo con esa visa prodigiosa que se tornó borrosa al sentir la lengua extremadamente fría de su esposo bordeando su pene. Se burlaba de él, cada vez que iba desde la base hasta la punta haciéndole creer que lo tomaría en su totalidad nada más para regresar y hacer lo mismo por un nuevo tramo de piel. La respiración del luniano sobre su eje lo agitó y fue entonces que se dio por vencido en guiarlo, el contrario se estaba tomando su tiempo y él desconectaría su cuerpo de su mente, vivir ese momento a un nivel más espiritual e íntimo en vez de exclusivamente físico. El deseo controlado y frustrado le ponía la tarea difícil, pero no había nada que Jimin no lograra hacer si se lo proponía.
— Oh mierda... — La voz de Jimin se rompió al ser envuelto en su totalidad por una boca muy diferente a lo esperado. La garganta de Yoongi era muy diferente a la de los humanos y fue evidente en el momento en que la alcanzó.
Yoongi lo había tomado por completo, mas sin moverse. Mantuvo la cabeza y lengua quieta mientras sus dedos recorrían los muslos del terrestre con lentitud. Una vez más llevó sus manos a los cabellos del mayor que lo miraba. Ahí vio que Yoongi estaba posiblemente más excitado que él, el color rojo de sus ojos era lo único que evidenciaba esto porque su respiración era contante y lucía completamente tranquilo.
En un futuro posiblemente Jimin podría contenerse, algo que en ese instante era imposible. Estaba demasiado encendido, eso era algo que había querido durante demasiado tiempo. No podía evitar mecer sus caderas contra la boca que comenzaba a moverse.
— No tragues... — Pidió Jimin un poco más demandante de lo esperado. — No te tragues la saliva, quiero verte babear. Deja que se escurra por la boca.
— ¿Quieres crear un desorden tan temprano? Eres un hombrecito terrestre muy sucio y creo que amo demasiado eso. — Comentó Yoongi sacando su lengua en medio de una sonrisa tan perversa que Jimin sintió los vellos de su cuerpo erizarse y su pene contraerse. — ¿Quieres esto? — Indagó cepillando su lengua con la erección del menor, sus ojos se cerraron y una gota da baba se deslizó por su barbilla hasta su cuello.
— Sí.
— ¿Qué más quieres? — Preguntaba el luniano en voz baja, haré todo lo que pidas y desees. En la cama se mezclan nuestros intereses para poder llegar al final de la satisfacción unánime. Quiero hacer todo lo que mi humano desea. Dime lo que quieres.
— Más...
— ¿Cuánto más?
— Todo lo que puedas o quieras darme, todo lo que podamos experimentar o hacer hoy y siempre. — Musitó Jimin con su pecho acelerado
— Te lo daré, hoy y siempre te brindaré todo lo que quieras, Atemin.
— Me gustaría ahogarte.
— ¿Ahogarme? — Los ojos de Yoongi se ensancharon y Jimin no pudo evitar reír.
— Sí, quiero que mi pene se pierda en esa boca tan filosa y chica. Quiero que la boca que con una palabra domina a todo un mundo se enmudezca con el miembro de su Atemin. Quiero que ambos dejemos de respirar envueltos por el placer y el amor recorriendo nuestras venas.
— Eso suena genial, pero no lo comprendo bien. ¿Por qué no me lo muestras? — Preguntó Yoongi incorporándose hasta ponerse completamente de pie sobre la cama. Caminó hasta el pecho de JImin, colocando cada pie a un lado de este y luego se agachó, presentando su miembro en esos carnosos labios que se separaron divertidos. — Dame tus manos, las dos.
— Minrey... — Exhaló moviendo ambas manos a la parte superior de su cabeza.
— Abre la boca. — Demandó enamorado de la vista del humano bajo él. — No, así no, toma solo un poco. Permanece en la parte superior, no es momento de que me tragues aún.
Pasando sus dedos por los cabellos del menor, Yoongi le marcó su ritmo sin empujarlo o aplicar presión porque le daba total libertad a Jimin. Sus manos solamente eran un aliento, caricias sutiles. Los ojos de Jimin estaban centrados en su esposo, sus labios envolviendo la punta de su miembro y por un momento Yoongi se sintió como si estuviese en trance. Inconscientemente, una de sus manos se deslizó hasta llegar hasta la parte posterior de su cabeza como si ese fuere su sitio destinado. Obviando lo que él mismo había dicho, Jimin intentó tragar la saliva acumulada en su boca. Los dedos de Yoongi apretaron y tiraron de su cabello completamente consciente de que esta acción le recordaría a Jimin sus palabras.
El ritmo se fue incrementando paulatinamente, en algún punto Jimin lo sentía chocando contra su garganta y las náuseas que esto le provocaba en ocasiones hacía que la baba escurriera de su boca a borbotones. Había algo especial y es que ninguno dejaba de admirarse, incluso cuando Yoongi clavó los dientes en su propio labio, cuando los ojos de Jimin lagrimearon e incluso cuando alguna arcada venía, Jimin no dejaba de contemplarlo a través de sus lágrimas.
— ¿Cómo puedes ser tan perfecto? — Esa pregunta fue casi un gruñido de Yoongi.
Haló las hebras enredadas en sus dedos para separar a Jimin al sentirse tan cerca de correrse. No era un problema, a diferencia de los humanos ellos tenían una mayor duración y podían eyacular siempre más de tres veces antes de sentirse un poco flácido. Esta era su mínima, podrían continuar por muchas horas, pero seguía preocupado por Jimin, así que iba con calma.
Al lograr respirar el gemido de Jimin fue ahogado y prolongado. Podía sentir su pene palpitar y tan duro como una roca, se encontraba abrumado mientras trataba de controlar su respiración.
— Abre la boca. — La voz de Yoongi volvió a resonar. — Saca la lengua.
— Minrey, por favor.
— Lengua afuera. — Yoongi podía ver como el terrestre había comenzado a maniobrar sobre su miembro y no le dijo nada sobre esto, si lo veía demasiado cerca entonces se lo impediría porque no quería terminar así ese momento. — Eres tan hermoso... — No sabía cuántas veces había pensado o dicho esto en voz alta.
Acariciando suavemente su erección, la movió hasta la mejilla izquierda de Jimin, pintando una línea de pre-semen por donde pasaba. Tragando saliva, agitó dos veces su mano sobre su miembro y con este golpeó contra la mejilla del terrestre. Frente a esto Jimin se estremeció, gimiendo mientras mordía su labio inferior. Ubicando su pulgar en el mentón del menor, Yoongi le indicó que abriese la boca para una vez más perderse ahí.
Las manos de Jimin parecían perder su camino, mientras se masturbaba sus dedos recorrían traviesos intentando también llegar hasta su entrada. Para su sorpresa no estaba tan seca y reacia como se lo imaginó, como si el contrario hubiese dejado caer allí una estela de líquido preseminal. Cegado por el placer simplemente perdió su dedo medio hasta su segundo nudillo, gimiendo alrededor del miembro de Yoongi.
Dramáticamente, sintió la soledad golpearlo cuando con dos movimientos de caderas más el lunasio se alejó completamente de él. Su pene, sus dedos en su cabello y cabeza, su cercanía, todo se perdió en un santiamén. Sin embargo, pronto fue recompensado cuando como lo había hecho rato atrás, volvió a su entrepierna para realizarle una enloquecedora felación. Sus caderas se movían a su encuentro y Yoongi no lo evitó, al contrario, lo alentaba a hacer con él lo que quisiese y Jimin no se iba a negar. No fue hasta que se sintió al borde de venirse que tiró de la cabeza del mayor para que se separara.
Agitados y desordenados, pero el regente de Luna Dorada se rehusaba a dejarlo descansar. Abriendo sus piernas mucho más y agarrando sus muslos para elevarlo hasta la altura de su boca, Yoongi comenzó a lamer esa zona intrincada y llena de pliegues que arrancó guturales gemidos de placer por parte de Jimin. Su lengua probaba fuerza, casi lo penetraba algunas veces, otras simplemente bailaba en el borde u trazaba largas líneas.
— Espera, para, Minrey... — Jimin pidió cerrando sus ojos sintiendo un peligroso remolino formarse en su vientre tensado. — Maldición, detente.
El rey hizo caso omiso a sus palabras, en cambio, permitió que su lengua continuara dilatando ese anillo de músculos y una de sus manos agitara el palpitante miembro de Jimin. Eso fue todo lo que el terrestre necesitó para eyacular entre sonoros gemidos, viendo como su semen salió disparado hacia alguna desconocida dirección. Fue un error el creer que Yoongi lo dejaría descansar cuando lo acostó en la cama. Es que el rey lo confundió cuando degustó su sabor y luego lo compartió en un beso tranquilo, pues no esperó que este sin más entrara en él cuando recién acababa de liberarse. Estaba demasiado sensible, así que no supo si el dolor inicial fue por esto o por la intrusión como tal. Casi maldijo, pero los besos fueron un buen incentivo que le hicieron abandonar su pequeña huelga incluso antes de comenzarla.
— Dinksee... — Maldijo Yoongi en el oído de su esposo al sentirlo por primera vez de ese modo.
Los latidos de su corazón disminuyeron casi hasta detenerse, cada uno de sus sentidos comenzaban a agudizarse una vez que las palpitaciones retomaron su ritmo habitual. Un fuerte dolor recorrió a Yoongi yendo desde su cabeza hasta los pies en pocos segundos y Jimin, aunque mucho más ligero también sintió lo mismo. La diferencia fue que para el terrestre esto fue casi como una larga punzada. Sabía que algo ocurriría cuando las almas gemelas se unían, pero no sabía cómo se sentiría todo para él siendo humano.
Frente a los ojos del rey, ráfagas de imágenes de él con Jimin comenzaron a pasar frente a sus ojos como un recuento de todo lo que habían vivido hasta el momento. La marca de nacimiento que Jimin tenía en su axila comenzó a picar, a arder por breve tiempo. Ambos confirmaban que exitosamente había comenzado su unión.
Tal vez por las emociones que lo azotaron y abrumaron; las lágrimas de los recién casados hicieron acto de presencia. Se abrazaban mientras se movían lentamente y besaban con anhelo intentando fundirse en uno.
— Hijo de tu adorada mafa, ¿no pudiste prepararme más o al menos avisarme? — Preguntó Jimin tirando de los cabellos de su esposo para besarlo ferozmente. — Recuerda algo Minrey, tu esposo es terrestre, humano, telluano, ¿comprendes? — Yoongi asintió volviendo a unir sus labios, aumentando el ritmo de sus penetraciones. — Pero sigue así, muy bien mi rey, muy bien... — Gimió echando su cabeza hacia atrás.
Se habían tardado tanto, mas Jimin sentía que ahora todo había valido la pena porque le encantaba estar así con su esposo. Esa mezcla de su frío miembro con el calor de su propio cuerpo condensaba su excitación. Ya se lo había dicho, pero envuelto en ese frenesí Jimin le repitió muchas veces lo mucho que lo amaba. Cada vez que lo hacía, el pene del luniano se contraía y Jimin se aferraba más a él apretando su entrada haciéndose gemir mutuamente. Se sentían flotar como un recién formado sistema estelar tras ellos haber vagado como solitarios cuerpos celestes que gravitaban en torno a un sentimiento, ligados por una fuerza de gravedad superior a todas.
Jimin se aferró al cuello y espalda contraria con sus piernas suspendidas en el aire. Escuchaba los sonidos que sus cuerpos y ellos mismos producían cuando gemían libremente.
— Oh di Minrey... — Gimió Jimin volviendo a sentir la misma sensación que lo recorrió tiempo atrás. — Di lor...
— Dinksee... — Lo enloquecía escuchar a Jimin hablando su idioma, era simplemente excitante y eso también comenzó a disparar las alertas que le avisaban que estaba próximo a liberarse.
Quiso aumentar la velocidad, pero todo lo que pasó fue que él fue volteado por un Jimin que quedó a horcajadas sobre él. Sus uñas se afincaron en el pecho del luniano, su cadera comenzó a oscilarse circularmente de modo tal que su próstata era masajeada brutalmente delicioso. Yoongi dejó caer su cabeza hacia atrás, sus manos aferrándose a ambos lados de las caderas de un Jimin que tomó sus manos para llevarlas a su cabeza, inclinándose para besarlo casi con obscenidad.
— A-Atemin... — Fue todo lo que logró decir cerrando los ojos.
— Mírame. — Ordenó Jimin viendo nuevamente las irises y el cabello de Yoongi comenzar a cambiar de color. — Quiero tus ojos en mí.
El rey asintió, atrayéndolo hasta pegar sus pechos, sus caderas se despegaban de la cama para ir al encuentro de Jimin mientras este último dejó de moverse circularmente para también ir hacia su encuentro. Solo podía mover sus caderas, el resto de su cuerpo quedó preso entre los brazos del regente que tan rápido comenzó a moverse. Los dos se sostenían con fuerza, gemían sin contención, sus pieles chocaban con tanta fuerza que picaba y ambos lo disfrutaban.
Inesperadamente, el cuerpo de Jimin comenzó a perder movimiento, era Yoongi quien se movía frenético hasta gritar cuando llegó a la cumbre de su orgasmo. Casi no podía respirar, pero el rey fue recuperando su respiración sin querer soltar a su esposo.
— Atemin... — Jimin estaba demasiado callado y esto fue lo que le hizo levantar su cuerpo para mirarlo, no obstante el terrestre cayó desplomado en la misma posición. Había estado tan perdido y entregado que el regente de Luna Dorado no se percató del momento en que su esposo se desmayó.
💜💜💜
Han pasado eones desde que actualicé este fanfic. He tenido que vagar por mis notas e incluso leer algunas cosas de Amor Lunar para volver a conectarme con los personajes y así escribir. Lamento mucho la demora, espero que aquellos que sigan por aquí y lean este capítulo puedan disfrutarlo.
LORED
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