Capítulo 11
La imaginación de Jimin jamás hubiera alcanzado a describir o imaginarse todo lo que vería o experimentaría en un día como ese. De hecho, si le hubiesen dicho desde niño cuando se interesó por en la astronomía que terminaría en un planeta desconocido, casándose con el rey de este, no lo hubiera creído. Le parecería sin lugar a dudas la más gloriosa y magnífica historia pero no lo hubiese creído realmente.
El recuerdo de su pasado, la vida que pasó en laboratorios perdido entre astrobiología, astroquímica, astrofísica y cosmología mientras estaba por completo ajeno del mundo, quizás hubiera sido una señal bastante clara de que su mundo era aparte. Nada tenía que ver con la Tierra aunque de allí proviniera.
La gravedad de ese planeta y su cuerpo repelada con el traje que llevaba y mantenía levitando era brillante. Sentía sus ojos aguarse más no lloraba, físicamente se le imposibilitaba un poco hacerlo debido a las bajas temperaturas. Aún así, cuando sus ojos divisaron al luniano con quien se iba a casar a lo lejos acompañados de sus padres, suspendido en el aire, sintió su nariz y garganta cerrarse.
La vista era abrumadora porque junto a él Esir se mantenía en alerta pero frente a ellos todo un ejército se elevaba a distintos niveles del suelo como una pirámide inversa donde el rey era la punta más alta y cada hilera detrás de él incrementaba el número de personas que a su vez iban pegándose más al suelo. Nada tenía que ver pero el nombre del drama "Escalera al cielo" llegaba a su mente porque era de los preferidos de su madre. Si debía darle nombre a lo que veía, quizás fuera ese, una escalera al cielo creada por lunianos en honor a su casamiento.
Yoongi sacudió sus manos nervioso ignorando las pequeñas quejas que aún escuchaba a su mafa decir antes de trasladarse hacia Jimin. Relamiendo sus labios sonrió tímidamente, Jimin tapó su boca risueño mientras esperaba a que sus manos fueran tomadas. Pensando en él, el lunasio intentó recrear a su manera las bodas telluanas, por eso el traje del rey era negro y plateado mientras el del Atemin era blanco y dorado.
— N-No sé muy bien qué decir. — Musitó Minrey estirando su mano para acariciar sus mejillas, sonriendo al verlo apoyarse en su toque. — Nací escuchando que este día podría llegar, que en algún momento de mi vida conocería a mi alma gemela y entonces volvería a vivir. Para nosotros, la vida es un poco diferente a la de Tellus en muchos sentidos. Nacemos y, cuando alcanzamos la adultez solemos dejar de envejecer a gran velocidad quedando casi suspendidos en el tiempo si no encontramos a nuestra Gariani. Esto es casi como si dejáramos de vivir.
El nudo en el pecho de Jimin solo se incrementaba a medida que escuchaba sus palabras. Yoongi se veía tan desarmado frente a él que por primera vez parecía un humano más frente a él, mostrando abiertamente sus pensamientos y emociones. No se podía quejar, en el tiempo que llevaban juntos había visto su cambio y progreso pero su nariz azulada y voz cortada le quitaban el aliento.
— Cuando te vi sentí revivir. Sentía esa emoción que estudié pero jamás experimenté y aunque creí amarte en ese momento, me di cuenta que verdaderamente el amor lo fui conociendo cada día que pasaba a tu lado. Quizás te cueste comprender hoy que lo que siento es verdadero y te adoro más que a mi vida pero, mi hombrecito terrestre, te aseguro algo. No sé de cuántas maneras pero de todas te amo. Mi alma estaba sola, sin cariño y sin consuelo pero abriste tus brazos hacia mí y me fui a volar hacia ellos como si fueran las alas que me elevaban a lo más alto del cielo.
— M-Minrey... — Su voz se quebró queriendo responderle pero no pudo hacerlo, simplemente se dejó abrazar sintiendo su cabeza ser besada con cautela. — Eres más de lo que alguna vez anhelé, mi paz y mi revolución, mi tranquilidad, fuiste la meta que jamás me impuse y te convertiste en mi mayor fantasía convertida en realidad.
— Cómo no ser todo para ti cuando eres la felicidad de mi alma, Jimin. Eres una tempestad que llegó arrasando con todo y como un pincel de esperanza le diste color a mis grises días y por eso no podría hacer más que amarte, venerarte como ustedes hacen con lo que llaman Dios.
Dudoso acarició sus mejillas, sonrió y con parsimonia se acercó para depositar un beso en sus labios. Fue suave, no tenían prisa aunque literalmente todo un mundo aguardaba por ellos. Rodeando su cintura, Yoongi lo atrajo más hacia él mientras se elevaba a mayor altura, tanto que los lunianos que minutos antes vio parecían puntos negros a lo lejos cuando se separó.
— ¿Esos son lunianos? — Preguntó el terrestre ensimismado, sorprendido con lo que veía.
— Sí, son lunianos que el día de hoy están celebrando junto a nosotros nuestra unión. Eso que estás mirando, es tu reino, tu nuevo mundo. Tú eres su Atemin, gracias a ti ellos también estarán saludables porque su rey recibirá y compartirá poderes una vez se una a ti por completo. — Rió besando su cuello mientras Jimin achicaba sus ojos intentando ver. — Ven aquí. — De su traje Yoongi sacó lo que parecían lentes de contacto que se disiparon al rozar sus ojos como si fueran agua. — ¿Vez mejor ahora?
— ¡Oh por Dios! — Exclamó Jimin al poder ver tan claramente países enteros desde ese lugar. Podía ver a millones de lunianos como si él estuviese en un balcón mirando hacia la calle. — ¿Qué has hecho?
— Desparecerá en varios minutos pero quería que viras todo como lo vería un luniano promedio.
— ¿Como tú no?
— Oh no, ya eso es pedir demasiado, como yo no ve nadie posiblemente, el único ser que podría alcanzar mi vista sería mi heredero y para eso quedan muchos años porque soy un rey egoísta que aún no quiere compartir a su futuro esposo. — Jimin se carcajeó empujándolo pero gritó torpemente cuando se sintió caer a pesar de su traje. — Ya ves lo que sucede si alejas a tu Gariani.
— Engreído. — Se burló atrayéndolo para un beso. — Plo Dakot. — Susurró recibiendo un nuevo beso. — Muchas gracias. — Repitió en su idioma. — En la Tierra hay una frase que muchos utilizan para decís que te querrán y cuidarán. "Pondré la luna a tus pies." Es gracioso porque literalmente nadie puede hacerlo pero tú, me has permitido no solo alcanzar la luna, sino que la estás colocando en mis manos, a mis pies y en mi corazón.
— El universo entenderá que si te la entrego es porque te amo demasiado. — Abrazó tan fuerte al humano que este por un instante sintió dejar de respirar. — Me gustaría desaparecer eternamente cualquier cosa insana que a tu alrededor habite y lo haré, lo intentaré aunque físicamente no me pueda encontrar a tu lado. Siempre estaré contigo Jimin, mi amor es verdaderamente para siempre.
— Lo sé y por eso, me siento el hombre más afortunado. ¿Regresamos a nuestra boda?
— Estamos en nuestra boda, mira lo que ocurrirá ahora. — Yoongi lo abrazó por detrás mientras giraba en círculo y le iba enseñando como todos comenzaban literalmente a brillar, incluyendo el rey, descendiendo junto a él hasta donde se encontraban sus padres y Esir que los envolvieron en un I Sanne Chan enorme. — Luna Dorada nos está transmitiendo su energía.
— S-Siento que tengo sueño.
— Cierra tus ojos, amor. Yo estoy junto a ti.
Jimin se desmayó por la sobrecarga de energía sintiendo todo su cuerpo arder. Durmió plácidamente pero despertó asustado, sonriendo feliz cuando vio a Yoongi junto a él. No estaba dormido, este solo lo miraba enternecido. Todo su mundo era ese hombrecito terrestre que estiraba su mano para acariciarlo.
— L-Lo siento, me dormí en medio de nuestra boda. ¿C-Cuánto a pasado? ¿Se terminó la ceremonia? — Yoongi negó con una sonrisa, entrelazando sus dedos para besarlos con suavidad.
— Las bodas Lucianas no son muy parecidas a las de ustedes, mucho menos las de la realeza. La boda o ceremonia se divide en varias partes. El recibimiento de energía por parte de tus seres queridos, conocidos y demás, cosa que nosotros recibimos de un mundo entero. Es el día en que más dormimos porque debemos absorber energía ajenas a nuestro cuerpo que deben transformarse y mezclarse con la nuestra. Esa es la etapa que estamos ahora. Luego, viene la unión copulativa que en nuestro caso debe ser doble por ser almas gemelas. Ahí posiblemente nos desmayemos cuando estemos uniéndonos y, finalmente llega la clausura de la boda o fiesta.
— ¿Cuánto tiempo dormí?
— Un mes.
— ¡¿Un mes?! — Jimin se levantó rápidamente de la cama en donde se encontraba completamente exaltado. ¿Cómo es posible que haya dormido un mes?
— Yo solamente dormí durante tres días pero tu cuerpo al ser diferente y mucho más débil necesitó mucho más tiempo para su mutación.
— ¿M-Mu... Mu qué? ¿Yo mu qué?
— Mutaste pero no completamente, es solo una parte del proceso de mutación que se cerrará cuando ambos estemos completamente unidos.
De acuerdo, eso era algo que ya Jimin había estudiado pero estaba comenzando a entrar en pánico. Su piel parecía quebrarse completamente irritada. Ardía, el escozor en cada milímetro de su cuerpo era insoportable, su cabeza dolía... Corrección, todo le dolía, su visión estaba nublándose y la voz de su esposo comenzaba a sentirse distante. Quizás por su estado psicológico y físico pero sentía que su cabeza estaba a punto de explotar mientras se movía a ciegas por la cama. A tientas procuró activar su traje de emergencia como si aún tuviera conciencia y echó a correr sin dirección alguna, chocando con las paredes, soldados y varios lunianos en el camino.
Al ver su estado, Esir entró en pánico, intentó seguirlo pero Yoongi negó diciéndole que se encargara de la seguridad del castillo ya que era él quien debería tranquilizar a Jimin.
— ¿A dónde crees que vas? — Escuchó la voz detrás de él y su cuerpo se paralizó completamente.
Quería salir de allí, quería huir a pesar de que todavía no le habían hecho nada malo pero no podía. El lugar donde se encontraba era una fortaleza inquebrantable, impenetrable tanto para los que estaban fuera de estas como para los que estaban adentro, justo como él.
En el momento que abrió sus ojos y se encontró con esos ojos tan fijos en él mientras que su cabello era acariciado con parsimonia, sintió que estaba realmente soñando. Esa era una de las caras más atractivas que jamás había visto, sus ojos grises casi blancos y la leve sonrisa fueron simplemente maravillosos. No conocía el rostro con el que creyó soñar pero aún así disfrutó contemplándolo y así permaneció hasta volverse a dormir. Le transmitía paz y tranquilidad, se sentía débil pero gratamente cómodo.
No pudo resistirse y sin planificarlo, terminó enredando su vida con la de ese hombre olvidándose de todo, incluso hasta de él mismo. Estuvo viviendo en una hermosa burbuja donde no extrañaba absolutamente a nada ni a nadie y esta se reventó en un abrir y cerrar de ojos obligándolo a reaccionar.
No entendía todos los cuentos que le hacían, no creía una sola palabra de lo que le decían. No sabía qué clase de broma era esa pero sin lugar a dudas no era gracioso. Podía comprender miles de cosas pero eso que le acababan de decir simplemente, no. ¡Era imposible!
— ¡Detente! ¡Jimin! — Exclamó con voz ronca, eliminando toda la dulzura con la que hasta el momento siempre le había hablado. — Necesitas calmarte, no puedes reaccionar así.
— No me vengas a decir a mí lo que tengo que hacer o no. No puedes controlar incluso hasta la forma en la que reacciono, es mi maldito derecho y no me lo vas a quitar. Por muy rey que seas, me importa un carajo.
— ¿Qué significa eso? Es decir carajo, ¿qué es? — Preguntó confundido.
— El lugar para el que te tienes que ir.
Lo empujó para sacarlo del camino y correr pero puertas transparentes de cristales que anteriormente no estaban aparecieron frente a él rodeándolo, dejándolo como ratón enjaulado que no podía moverse hacia ningún lado. Lo vio apoyarse en el cristal, su rostro lucía abatido y sus ahora verdes ojos se encontraban cristalizados. Las palmas de sus manos se encontraban a cada lado de su cabeza, haciéndole compañía mientras también descansaba en el vidrio.
— Por favor, necesito que te calmes. Sabes perfectamente que no te haré daño. — Suspiró alzando la vista en un ruego silencioso que Jimin escuchó. Ignorando lo que todos sus pensamientos le decían caminó tres pasos hasta quedar frente a él. Posicionó sus manos justo donde se encontraban las otras, apoyó su frente e intercambiaron miradas. — Di ato... Lored!
Su ato... Hasta que no hicieran todas las ceremonias su matrimonio no estaba sellado y no podía llamarlo Atemin. Notaba lo mucho que la nombrada mutación afectaba al terrestre, quizás tenía miedo de dejar de ser humano pero todo lo que balbuceaba y podía captar de sus ideas era como si este estuviera confundido y su mente divagando por diferentes líneas de tiempo. Es como si hubiese acabado de despertar en Luna Dorada, reviviendo de golpe todo lo ocurrido desde entonces una vez más.
Era demasiada información y cambios que procesar. No podía negarlo, estaba también preocupado de que todo fuese demasiado para él. Era por eso que estaba aguardando a que su cuerpo se fortaleciera más antes de casarse. Si eso ocurría solo con la primera fase, no quería imaginarse lo que podría suceder una vez que sus fluidos internos se unieran también. Cerró los ojos desvaneciendo el cristal que levantó para que no huyera, estirando sus manos para sostenerlo cuando cayó sin fuerzas sobre él.
— Te tengo, mi amor, aquí estoy.
— T-Tengo miedo, Minrey. — Habló temblando, cerrando sus ojos.
— Lo sé, mi hombrecito terrestre pero no temas, no dejaré que nada te ocurra. — Con rapidez, lo cargó para regresarlo a su habitación principal y, cuando llegó, notó que Esir había preparado todo para atenderlo sin perder tiempo. — G-Gracias.
— A sus órdenes, mi Rey. — Musitó inclinando su cabeza luego de mirar el estado de Jimin con su corazón apretujándose. — Me encargaré de todos.
— Por favor.
Pasó nuevamente un mes antes de que Jimin pudiese recobrar el conocimiento. Todo un mes donde Esir y Yoongi estuvieron a su lado cuidándole, haciéndole curaciones constantes en su piel dado que la cantidad de energía recibida había sido casi como si se hubiera expuesto de manera directa a la radiación solar antes de que alcanzara la superficie de la atmósfera de la Tierra y se dispensara de su dirección original a causa de las moléculas en la atmósfera. Pudo haber perdido su piel pero gracias a la regeneración de tejidos artificiales y la tecnología de Luna Dorada, aquello no ocurrió.
Preocupación era poco pero ninguno de sus guardianes permitió que esto afectara su visión y sus cuidados. Cuando volvió a abrir sus ojos, no recordaba aquel episodio, había sido como si se hubiese vuelto a despertar después de la boda con Yoongi a su lado y Esir parado en la puerta. Tuvieron cuidado a la hora de comunicarle lo que había ocurrido pero, sorpresivamente, Jimin lo entendió sin ninguna reacción que los hiciera temblar. Fue muy poco lo que permaneció consiente pero bastó para que esos dos hombres suspiraran con un ínfimo alivio.
— Trae un poco de comida y mucha agua, creo que en un rato podrá alimentarse correctamente sin ayuda artificial. — Pidió Yoongi sosteniendo la mano de a quien ya consideraba su esposo, besándola, sintiendo eso que el terrestre solía decirle, ganas de llorar. Se sentía impotente porque su Gariani estaba sufriendo por su propia causa.
— Estoy bien. — Escuchó la voz de Jimin que llegó como un susurro haciéndole abrir los ojos. Su corazón bajó hasta sus pies al ver su sonrisa, inclinándose para que la mano elevada pudiese acariciarlo. — Perdona si te hice preocupar.
— No tienes que pedirme disculpa, soy yo el que necesita pedirte perdón por no saber cuidarte, por permitir que...
— Shhhh, no hay nada que pudieses haber hecho diferente pero soy un terrestre, no un luniano apto para soportar tu mundo y su genética. Sin embargo, aquí estoy, aquí estás junto a mí. ¿Podría ser mejor?
— Sí. Si estuvieras bien y no hubiese ocurrido nada, todo fuera mejor. — Jimin rió sin poderlo evitar, tosiendo y viendo como el mayor parecía asustarse. — ¿Q-Qué ocurre?
— Es solo una tos, Min, solo necesito agua.
— Agua, sí, sí, agua... — Jimin lo vio cerrar sus ojos y a los segundos, Esir junto a otras siete personas se acercaron con agua al cuarto. — Aquí, agua.
— Pedirlo una vez hubiese sido suficiente. — Comentó agachando la cabeza avergonzado al ver a todos esos lunianos frente a ellos.
— Tú dedícate a beber y calla. — Mandó entregándole el agua que su caballero negro había llevado. — Bebe.
— Ya, ya bebí, Minrey. — Contestó algo divertido por su preocupación. — Estoy perfectamente. ¿Qué es lo que toca ahora? ¿Finalmente experimentaré el arte de la cama?
Todos se retiraron rápidamente, el rostro de Esir se había tornado tan azul como la de Yoongi mientras Jimin elevaba una ceja divertido a la espera de una respuesta.
— Cómo piensas en eso en estos momento, lo importante es que te mejores y-ya después veremos.
— Esa es la medicina que me falta para mejorarme.
— No eres un luniano, no te curas mediante la copulación.
— Eso no lo sabemos, no lo hemos intentado, quizás tu semen pueda...
— Con su permiso. — Se disculpó Esir al escucharlo, retirándose a gran velocidad de la recámara para dejarlos solos.
Yoongi negaba algo frustrado, Jimin no comprendía la gravedad de su estado, él podía morir literalmente si no era capaz de recibirlo correctamente, mucho más si aún estaba debilitado. Alejó suavemente la mano que lo acariciaba, tratando de quitar las suyas que frotaban su rostro para poder verlo.
— Ya te lo dije una vez, yo más que nadie muero por ejercer el arte de la cama contigo pero esto es peligroso para ti y me moriría junto contigo si te llegase a pasar algo. No insistas más con eso, Jimin.
— P-Pero.
— Dije que no y punto, ahora acuéstate, debes descansar.
— Llevo dos meses durmiendo, casi cumplo un año en este país y lo único que he hecho es dormir y recibir entrenamientos cuando estoy consciente. — Protestó haciendo un puchero creyendo que podría convencerlo pero simplemente fue abandonado sin recibir alguna respuesta por parte de su casi esposo. — ¡Augustus!
Yoongi cerró la puerta detrás de él y se apoyó en esta viendo a Esir acercarse. Su caballero dispensó a los soldados cerca de ellos para sentarse en el suelo junto a Yoongi. No dijo nada, solo le hizo compañía mientras lo veía librar una batalla con su interior.
— ¿Sabe la mayor cosa a la que debemos temerle, Su Alteza? — El mencionado negó sin mirarlo. — Al temor. Deberíamos temerle al temor porque es el motivo principal para que no lleguemos a hacer muchas cosas. ¿A qué le teme, mi Rey?
—A perderlo.
— No creo que eso ocurra. Ya sea física o emocionalmente, su Ato es un ser mucho más fuerte de lo que podemos imaginar y no lo abandonaría tan fácilmente, no sin una gran batalla. Debemos ver que ha sido el primer telluano en poder llegar aquí, pudo haber muerto en el espacio pero fue un guerrero que vino directamente a Luna Dorada. Se ha sometido a sus entrenamientos y nunca se ha rendido aunque muchas veces lo ha orillado a eso hasta hacerlo desmayar. Quizás algún otro terrestre se hubiera dado por vencido pero jamás lo ha hecho nuestro Ato. Creo que debería confiar un poco más en él pero también en usted, jamás le haría ningún daño. Donde hay un sentimiento como el de ambos, no puede haber mal.
— Justamente tú me vienes a decir esto. — Sonrió mirándolo. — ¿Cómo puedes?
— ¿Cómo no podría cuando a ambo los amo con mi vida? Son mi rey y mi futuro Atemin, nada es más fuerte que eso. — Comentó devolviéndole tímidamente la sonrisa. — Creo que usted debería animarse a alimentarse un poco y luego, hacer feliz a su Gariani. Hay una boda que finalizar.
El rey le hizo caso, ambos fueron a la cocina y dándole un descanso a la señora Gertus, el propio caballero negro de Luna Dorada se encargó de prepararle una comida al regente de ese mundo. Algo que pocas veces ocurrían, se sentaron a comer juntos aunque cada uno a un extremo de la mesa del comedor. Sin embargo, la comida de ambos quedó atascada en sus gargantas cuando Jimin se apareció ante ellos con un traje casi transparente que Gertus le entregó.
— ¡Todos cierren sus ojos! — Exigió el rey corriendo hacia el rubio que lo miraba con una sonrisa. — ¿Qué crees que estás haciendo vestido así ante todos mis hombre? ¿Enloqueciste?
— Sí. Si mi esposo no va a mí, yo iré a él. — Yoongi lo señaló con molestia, listo para darle una reprimenda que quedó en el olvido cuando descendió su mirada. — ¿Qué?
— ¡Maldición, JimiN! Vas a arrepentirte mucho de esto. — Avisó elevándolo en el aire para colocarlo sobre su hombro. — Al que se le ocurra abrir los ojos tendrá que despedirse hoy de su vida. — Sentenció agarrando con mayor fuerza al terrestre para llevarlo no a la habitación que hasta el momento había estado utilizando JImin, sino a la principal, esa en la que solamente Yoongi podía poner un pie adentro a excepción de Gertus que se encargaba de su cuidado. — ¿Has tenido el descaro de provocarme de esta forma?
— Ese fue solo el inicio, Suga.
💜💜💜
Espero que se encuentren bien.🥺
LORED
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