Capítulo 1
A la edad de dieciséis años él ya se había graduado con honores en la universidad. Ser un pequeño genio de la Astronomía sumado a las largas horas de estudio sin socializar con casi nadie en su juventud más de lo necesario estaba rindiendo sus frutos. Su extensa gama de conocimientos finalmente podrían sacar provechos. Siempre se sintió tan cerca pero a la vez tan lejos del universo exterior que ser capaz de en esos momentos, a sus veintitrés años de edad formar parte de una expedición a tan grande escala lo hacía sentir más que feliz. No existían adjetivos que pudieran describir las emociones que lo recorrían en esos momentos. Podría ver por si mismo ese maravilloso mundo que solamente había podido observar a través de telescopios e imágenes didácticas ya fuesen por videos o fotos.
Para él la astronomía significaba más que solo la ciencia que se ocupaba del estudio de los cuerpos celestes del universo. Era esa sangre que hacía funcionar a su organismo. Con ella como aficionado y científico podía desempeñar un papel activo, especialmente en el descubrimiento y seguimiento de fenómenos como curvas de luz en estrellas variables, materia interestelar o sistemas de materia oscura, galaxias, cometas, tenía un sin fin de cosas para descubrir que ni siquiera siendo inmortal podría cubrir.
Los científicos se apegaban a las cosas que podrían comprobar con hechos, cálculos y evidencia confiable que respaldaran sus palabras. Sin embargo, se caracterizaba por ser un tanto diferente porque sabía que aunque todo tuviese una explicación, muchas cosas que los humanos desconocían eran como magia en su estado más puro. El hombre no había descubierto ni siquiera un diez por ciento de todo lo que el Bing Bang provocó hacía trillones de años atrás. Todo ese universo que se creó en gran parte seguía siendo un misterio que muchos luchaban por conocer.
Quizás ahora que sería capaz de ir al espacio exterior, él podía ser una de esas personas que contaría con la buena fortuna de hacer un nuevo descubrimiento que se quedase plasmado en la historia. Soñaba con ver a niños y personas de todo el mundo estudiando y aprendiendo gracias a sus descubrimientos.
Su familia le decía que un día de estos podía terminar completamente loco pero realmente no le importaba, si ese era el precio a pagar, lo iba hacer gustoso de la vida.
Terminó de arreglarse como si fuese a salir a la mejor cita de su vida, tomó su portafolio y descendió a toda prisa la escalera de la casa de sus padres en Busán pues, aunque solía vivir solo justamente ese fin de semana había ido a visitar a su familia por el cumpleaños de su hermano menor. Nunca pensó que mientras vacacionara en su casa recibiría una llamada de la JAXA, Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial. Formaría parte de un equipo de científicos voluntarios que se embarcarían en una expedición patrocinada por la NASA y JAXA.
— Tu hermano todavía no está listo, por favor ve a buscarlo para que podamos desayunar juntos antes de que tenga que irse para la escuela y tú regresar a Seúl. — Mandaba su madre organizando la mesa con ayuda de su padre.
Asintió sonriente luego de contemplar una escena tan hermosa como esa, ver la complicidad de sus padres aún después de tantos años juntos era hermoso y revitalizador, todo lo que podía pedir esa mañana.
— Bicho, apúrate y baja a desayunar. ¿Por qué tardas tanto? Si no te apresuras no podremos desayunar juntos. — Le habló a Jihyun parado en la puerta de su habitación observando su alrededor. — ¿Qué tanto se tiene que arreglar un niño como tú para ir a la escuela?
— No soy un niño hyung, ya tengo doce años. — Jimin negó con su cabeza sonriente antes la adolescente vanidad de su hermanito.
— Sigues siendo un niño, bicho. ¡Apúrate! Por mucho que te arregles seguirás igual de feo.
Trancó la puerta velozmente conociendo ya cuál sería el siguiente movimiento de su hermano, lanzarle una de sus almohadas antes de gritarle. Permaneció detrás de la puerta hasta que sintió el impacto en la misma seguido de los gritos del menor de los Park que resonaron en toda la casa. Este intentó abrir la puerta segundos más tarde pero como Jimin hacía fuerza del otro lado, impidiéndole que lo lograra.
— ¡Hyung, te odio! — Gritó haciendo al mayor estallar en risa.
— ¡Ay, mamá! — Exclamó cuando sintió que tiraban de su oreja. — D-Duele, ya suélteme.
— ¿Acaso eres un niño para ponerte a la altura de tu hermano? Parece mentira con tantos vellos que tienes ya sigas en esa bobería cuando se supone que eres ya un científico y hombre trabajador. Supongo que tu edad, logros y madurez no van de la mano. Si así te comportas en los laboratorios no sé como has podido sobrevivir sin morirte a causa de una bacteria.
— Mamá soy astrónomo no biólogo, tampoco trabajo todo el tiempo con químicos, deje de exagerar. ¡Ay!
Se encogió cuando la mano de la señora colisionó con su espalda, conteniendo una risa al igual que el menor quien sabía que si se reía también se llevaría una probadita de lo que estaba teniendo su hermano.
— Como sea, caminen los dos que se va a enfriar el desayuno. — La señora Park sonrió contenta a escondidas de sus hijos, sabía que esas peleas eran un juego pero tenían que tener un tiempo para todo. — ¿Por fin que tren tomarás para regresar? Puedo llevarte a la estación ya que tu hermano se va solo para la escuela.
— Viajaré con KTX, el tren bala siempre es mucho mejor puesto que me tardo solamente dos horas y quince minutos en llegar, con los demás me tomaría mínimo cuatro horas y necesito llegar allá cuanto antes. — Respondió terminando de beber su zumo de naranja. — Pero no se preocupe, tomaré un taxi.
— De eso nada, termina ahí para que se despidan antes de que nos marchemos. Iré por mi bolsa y en diez minutos nos vamos.
Jimin asintió sonriente mientras agitaba el cabello de su hermanito quien intentaba alejar su mano con fastidio. Su padre también los miraba sonriente bebiendo su típico café mañanero. En ese momento, él no sabía que sería la última vez que los vería en un buen tiempo. En su mente estaba en que tendría el chance de presentarse en la asociación y una vez que todos los datos se ultimaran regresar a despedirse.
No obstante nada fue según lo planeado, una vez allí le advirtieron que no podría decirle a nadie de la misión y que a partir de ese preciso momento no abandonaría más la base. La expedición tendría lugar treinta y cinco días después de que le informaran de todos los detalles pero debido a las preparaciones y todo lo que aquello conllevaba, tenía que permanecer encuartelado junto al los otros científicos y pilotos que lo acompañarían.
Una llamada fue todo lo que pudo hacer para despedirse de su familia, por supuesto omitiendo los detalles del trabajo que haría y contándoles que permanecería alejado de todo por seis largos meses. No vieron nada raro, no era la primera vez que se ausentaba largos períodos de tiempos por investigación aunque nunca se extendió tanto, lo máximo que permaneció antes alejado fueron tres meses. La fecha que en ese momento era estipulada, era aproximadamente el doble.
Aún así estaba feliz, no podía decir lo contrario. Todo era una nueva experiencia, un nuevo mundo que estaba explorando y no podía estar más entusiasmado. Los días pasaron velozmente llegando la fecha de la partida mucho antes de lo que se imaginó. La nave espacial era un sueño. Cada vez que la veía le recordaba al Programa Apolo o Skylab, la única diferencia de que este no era un cohete desechable. La astronave claramente sería tripulada, era magníficamente increíble. Por mucho que pasaban los días no se acostumbraba a ella.
Decir que estaba nervioso a parte de su felicidad era poco, le habían dicho que era una misión segura y sin riesgo pero no era bobo. Una misión segura y sin riesgo en el espacio exterior al que los humanos no estaban adaptados ni con toda la tecnología actual, era simplemente inexistente e imposible. Una misión segura no era un secreto ni se manejaba con alta confidencialidad tanto por parte de las agencias como de los gobiernos. Conocía los riesgos y sus posibilidades de no regresar con vida pero no le importaba. Era optimista y si por desdicha del destino le tocaba morir fuera, moriría feliz en el lugar que siempre soñó.
Aquel traje espacial blanco que los ayudaría no solo con la gravedad sino a realizar diferentes tareas era majestuoso. Todo lo que estaba a su alrededor lo era pero esa escafandra presurizada que tenía en sus manos era inigualable. Dentro de la atmósfera terrestre pesaba, los dispositivos de control térmico, suministros de oxígeno y otros soportes vitales eran un cargamento extra que sin duda hacía peso.
Era una combinación de intravehicular y extravehicular que le permitiría llevarlo tanto dentro como fuera de la nave. Por alguna extraña razón se sentía más seguro dentro de su traje que de la nave como tal. Con él estaría protegido de las temperaturas más elevadas como las bajas, la radiación y la nula presión atmosférica del espacio exterior, así como una medida de seguridad más a la hora del despegue.
Podía sentir en el aire la emoción y tensión de todos los envueltos en esta expedición, no solamente los que se iban aventurar a salir del planeta, sino también aquellos que se quedaban para monitorear todo el proceso, así como estar al pendiente de lo más mínimo que pudiera ocurrir ya fuese positivo o negativo. Otro viaje a la luna se realizaría y esta vez, el coreano Park Jimin formaba parte de la tripulación orgulloso.
El despegue fue un éxito, los cinco astronautas, incluyéndolo a él que se encontraban ya en dirección a la Luna festejaron en sus asientos una vez que se estabilizaron en el aire. Iban algo tranquilos a pesar de su nerviosismo, al menos sus familias serían indemnizadas por la ISS si algo les llegaba a ocurrir. Mas nada de eso vagaba en sus mentes, estaban demasiado emocionados por ver de cerca aquello que hasta el momento solo habían visto a través de los lentes de los telescopios.
Sin embargo, ninguno se esperó el momento en el que repentinamente todo el sistema de alarmas se activó. Corrieron a sus puestos para asegurarse pero las palabras de los pilotos que dirigían la nave dejaron a todos consternados.
— Estamos recibiendo una gran cantidad de radiación de Hawking que no podemos evitar. — Avisó el piloto principal buscando no transmitir el pánico que comenzaba a cundirlo mientras más eran atraído por el horizonte de sucesos de un agujero negro, ya no era gravedad cuántica. La teoría había quedado de lado y se estaban enfrentando a la realidad sin aviso alguno, — ¡Abróchense fuertemente!
Todos sabían ya a lo que se enfrentaban, si no esquivaban el agujero iba a ser el final para todos. En el interior de un agujero negro existía una concentración de masa tan elevada y densa que generaba un campo gravitatorio del cual ninguna partícula material podría escapar, ni siquiera la luz.
Tuvieron infinitos simulacros que los prepararon para un sinnúmero de situaciones en los que se podían encontrar. No obstante la realidad era muy diferente, sabían que allí no existía un tiempo límite en el que todo se acababa y volvía a la normalidad. Era un hecho que a todos los estaba cundiendo el pánico. Los dos pilotos intentaron maniobrar sin un punto al cual dirigirse moviéndolos a todos de un lado hacia otro pese a los cinturones que parecieron no resistir. Fue una lucha que duró horas hasta que finalmente lograron salir de ese lugar pero no contaron con el fatídico destino que los esperaba.
La nave se estrelló contra algo que ninguno de ellos pudo divisar, una gran cantidad de energía se disparó haciendo fallar a sus sistemas, mismos que ya estaban casi en las últimas desde el instante del choque. Jimin no sabía qué pasaba, estaba de cabeza y no lograba ver a su alrededor, lo único que podía escuchar eran gritos llenos de terror. Seguido de ellos fragmentos de la astronave comenzaron a llegar a él y en un pocos minutos todo empezó a desmoronarse. Él, que antes del primer inconveniente se encontraba jugando con su casco trayéndolo puesto, estaba algo más protegido pero sus compañeros no corrían con la misma suerte.
Podía sentirlos como se comenzaban a ahogar con el puro hidrógeno que entraba y a sufrir quemaduras por la radiación electromagnética. No supo cómo reaccionar cuando vio caer al vacío a uno de sus compañeros, los dos pilotos fueron arrastrados junto con la cabina y por el movimiento él y el último tripulante sobreviviente se abrazaron fuertemente. Aún así no pudieron permanecer así por mucho tiempo, la nave estaba casi desintegrada en su totalidad y con ella se llevaba a todos los allí presente.
En un momento de lucidez generada por el miedo, supo que si se zafaba y alejaba de lo que quedaba de nave tendría una mayor oportunidad de sobrevivir. Su traje estaba diseñado para pasar varios días en el espacio exterior y tenía sistema de comunicación de emergencia que iba directamente a las agencias. Su primera meta era soltar los ganchos de seguridad y después vería cómo sobrevivir a esa catástrofe.
Quizás era por el escaso control de sus extremidades, por el pavor o por alguna otra falla pero no lograba liberarse. Escuchó la radio, estaban intentando comunicarse con alguno de ellos desde la Tierra pero parecía que ya ninguno quedaba con vida. Sin saber exactamente dónde tocaba, presionó lo propulsores de comunicación emergente.
— ¡Park tiene que liberarse de inmediato! ¿Nos escucha? Debe liberarse para poder sobrevivir, estamos enviando rescate, ya están en camino solamente debe zafarse y aguantar un poco más. — La voz de quien había sido su maestro, el mismo que lo recomendó llegó a sus oídos y lo único que pudo hacer mientras continuaba luchando por soltarse era llorar.
Llorar y pensar en su familia porque eran los único que le preocupaba, lo que le quedaba atrás. Se arrepentía de haberles mentido y no despedirse correctamente pues lo más probable es que ni siquiera se enteraran de su muerte para mantenerla en secreto junto con toda la fallida misión como solían hacer siempre los gobiernos. Tal vez sí le dijeran, pero una gran mentira inventada que él ayudó a formular en una carta de despedida neutra por si llegaba a sucederle algo, justo como los soldados que se iban a la guerra. Eso era lo único que tenía en mente pero por otro lado, estaba satisfecho. Moriría en el vacío exterior.
Justo en ese momento en el que sus manos se estaban dando por vencidas, los broches se zafaron y él comenzó a dar vueltas en el espacio. No supo cómo había pasado y tampoco el recorrido que estaba llevando su cuerpo, puesto que después de unas cuantas vueltas perdió el conocimiento.
¿Esa era la muerte? ¿Por qué se sentía como un sueño? Exiguas imágenes de personas que no conocía llegaron a él. ¿Dos hombres? No estaba del todo seguro pues cuando quiso verlos con claridad todo desapareció.
Era cálido, se sentía débil pero extrañamente bien y tranquilo. ¿Estaba descansando en paz? Eso era lo más probable pero le daba miedo abrir los ojos y ver a su alrededor. No sabía siquiera si podría abrir los ojos una vez muerto y temía intentarlo. Los apretó con más fuerza resistiéndose al impulso de abrirlo y se agitó batallando consigo mismo hasta que lo que él creía que era una caricia llegó a su rostro.
— ¡Shhh! Tranquilo, todo está bien telluano, yo estoy aquí a tu lado. — Era una voz rara, como si intentara combatir con la dulzura y rudeza que vivía en ella. Era ronca y algo distante pero podía sentir la calidez que de esta emanaba. — Puedes abrir los ojos si lo deseas.
No entendía cómo o por qué pero esas simples palabras lo animaron para hacer algo contra lo que había estado luchando desde hacía un rato. Sin hesitar siguió la implícita orden y con extrema parsimonia, comenzó a elevar sus párpados.
— Eso es, no hay prisa. — Lo alentaba acariciando sus cabellos.
En otro momento hubiera protestado o se hubiera sentido incómodo si un desconocido lo hubiese tocado sin su consentimiento pero ya qué más daba. Muerto y soñando no sufriría daño alguno.
— ¿Me escuchas? ¿Me entiendes? ¿Cómo te sientes? — Fueron las preguntas que escuchó pero aunque quiso responderlas sus fuerzas parecían no alcanzar para esto y el atractivo sujeto que lo miraba parecía entenderlo. — Está bien, no tienes que hablar. Ya tendremos todo el tiempo del mundo para eso, descansa.
Parecía estar drogado o borracho, quería al menos saludar al hombre de sus sueños por si no lo volvía a ver jamás pero no pudo hacer absolutamente nada. Permaneció allí en silencio y contemplándolo hasta que lentamente su silueta comenzaba a difuminarse.
— Eso es, descansa mi Ato, descansa. Tu alma gemela estará aquí para cuando despiertes.
https://youtu.be/7OOBASu2NiY
Telluano: Habitante de Tellus, el planeta Tierra.
Ato: El novio del rey o heredero al trono de Luna Dorada.
💜💜💜
¡Hola mis lunianos!
Aquí les dejo el primero capítulo, espero que no lo hayan encontrado aburrido y que fuera de su agrado.
LORED
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top