7.- Flor de café.

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Buscó a Tweek con la mirada cuando lo perdió de vista. Su madre le había ordenado que lo cuidara porque el muy tonto se había enfermado el día anterior con la lluvia. Aunque no hubiera sido necesario que se lo ordenara, porque de cualquier forma pensaba hacerlo. Pero al menos ahora tenía una excusa para seguirlo por todas partes.

Excepto ahora, claro, porque Tweek había corrido a esconderse cuando él estaba distraído mirando un árbol que tenía distintos matices de verde. Decidió dejarlo tranquilo. Tweek seguramente no quería ser atosigado y él no estaba de humor para seguirlo, no ahora que había encontrado algo más interesante que hacer.

— No.- escuchó la voz de Token a su espalda, se giró para mirarlo.- Te conozco lo suficiente como para saber que tienes planeado subir.- Reprochó.

Craig sonrió, volvió a mirar al árbol.

— Necesito hacerlo. Lo sabes.

— Eres un jodido loco.- Token negó con la cabeza.- Si llegas a caer diré que te encontré así.

La sonrisa de Craig se extendió. Comenzó a trepar al árbol. Sabía que era un raro, que todos pensaban eso, sabía que nadie más podía entender lo que hacía y mucho menos el porqué.

Amaba descubrir cosas nuevas, por más simples que fueran. Desde pequeño siempre le gustó indagar en cosas, animales, y personas, lo hacía feliz. Esa era la razón por la que la mayor parte del tiempo estaba de buen humor. Y no había nada, absolutamente nada que se comparara a la sensación después de descubrir algo, o eso creía.

Mientras escalaba el árbol su cuerpo se llenó de sensaciones, le temblaban las piernas por el cambio de gravedad, también por la adrenalina contenida. Sentía que podía correr, no literalmente, claro, sentía que iba a estallar y que de su cerebro saldrían volando miles de colores, quizá sólo estaba delirando, quizá en realidad si estaba loco. Pero le encantaría que todo el mundo pudiera ver las cosas de la manera en la que él lo hace.

Podría salir volando en cualquier momento y perderse en el espacio y aún así sentirse como en casa. Justo ahora se sentía como un cohete volando por ahí, sin rumbo, sin trayectoria, pero completamente feliz. Era una rara comparación, pero era justo lo que pasaba por su cabeza en ese momento.

— ¿Por que lo dejaste subir ahí arriba, hermano?- Craig bajó la vista para encontrarse a Clyde mirándolo con el entrecejo fruncido.

— No es como que hubiera podido detenerlo, de todas formas.- Replicó Token

Ahora mismo le gustaría que el árbol tuviera mas follaje, para cubrirse del resto del mundo y aplicar aquella técnica de: Si yo no te veo tú no me ves. Siguió subiendo hasta que las ramas eran lo suficientemente delgadas como para asegurar una caída. Quería ser biólogo, no se lo había dicho a nadie aún, pero él de verdad quería estudiar esa profesión.

— ¿Dónde demonios está Tweek cuando lo necesitas?- Escuchó decir a Clyde.

Y con al sola mención del nombre Craig volvió a aterrizar. Miró a los alrededores sólo para buscarlo. Era lo malo de estar enamorado de alguien, siempre quieres tenerlo a la vista. Y sí, Craig sabía que estaba enamorado de Tweek, lo sabe desde algún tiempo atrás. Bueno, más o menos. Y es que, ¿cómo no enamorarse de Tweek, si era la cosa más interesante y caótica del maldito mundo?

Todo el mundo debería enamorarse de Tweek. No, mejor dicho, todo el mundo debería conocer lo increíble que Tweek puede llegar a ser, pero por nada del mundo puede pasar por sus mentes enamorarse de él, ni de chiste. Sólo él quería ver sus pecas, que parecían salpicaduras de pintura. O sus ojos, que eran de un color azul oceánico. O su cabello, que parecía un nido de aves aunque lo peinara. O la asimetría de sus orejas. O... oh. Tweek estaba ligando con un montón de chicas.

Bueno, no era un montón. Eran sólo tres. De primer grado, seguramente. Y el muy idiota estaba ahí sonriendo como el estúpido que es. Ese maldito. Había huido de él para ir a encontrase con sus hermosas amigas de cabello largo y pestañas pesadas. Como lo odiaba.

— Oye Craig. El descanso va a terminar, baja ya de ahí.- Gritó Clyde desde abajo.

Craig asintió. Quitó la mirada su amigo estúpido y bajó del árbol. Suspiró para deshacerse de la sensación.

— ¿Tienes idea de donde está Tweek?- Preguntó Token, parecía cansado, como una madre después de perseguir a sus hijos por el parque para ir a casa.

— Nuestro muchacho ha crecido. Está por allá ligando con una chicas lindas.- Repuso señalando el lugar al que se refería. No notó que estaba apretando los dientes.

— Vaya eso es genial.- Mencionó Clyde, mirándolo con una expresión que no supo descifrar.- Entonces supongo que nos alcanzará más tarde.

— Sí.

Craig comenzó a caminar a su siguiente clase. Miró al cielo por un segundo en el cuál presionó los ojos con fuerza, miró al frente y siguió. Al menos ahora tenía una nueva cosa que investigar. Celos.

De repente sintió curiosidad, quiso saber más sobre sentimientos y sus orígenes. Ahí supo que estaba bien. Por un momento pensó que se hundiría en la depresión.

Al llegar al salón recordó que ni siquiera había examinado las hojas, ni había llevado ejemplares consigo. Se golpeó mentalmente, tendría que volver en el siguiente descanso. Faltaban aproximadamente diez minutos para que el profesor llegara, así que sacó su cuaderno de anotaciones para apuntar aquello que quería investigar.

Cerró la libreta de golpe cuando Token se sentó frente a él. De alguna manera se alegro de que no fuera Tweek quien ocupara aquel asiento, pero aún quedaba el que estaba detrás y Clyde ya se había instalado en la fila de al lado.

— ¿Lograste recolectar algo?- Preguntó su amigo. Craig negó con la cabeza.

— Me quedé embobado mirando las hojas. Incluso en una rama había dos tipos de hoja, era bastante extraño.- Eso lo había notado de lejos.

Token asintió. Craig pudo notar algo en sus ojos, como si quisiera preguntar algo delicado, pero no supiera como hacerlo. Quizá había notado su sarcasmo cuando le preguntó por Tweek, y Craig se preguntó que haría si alguien llegara a descubrir sus sentimientos. Sólo esperaba no cometer ninguna estupidez.

Tweek justo iba entrando. Craig bajó la vista a su cuaderno y lo abrió para seguir anotando, ya le daba igual que Token pudiera leer. El rubio se sentó tras él, Craig cerro los ojos, aunque ni siquiera él sabe porque. Cuando los abrió se encontró con la mirada intensa de Token y con la curiosa de Clyde. Craig sonrió y negó con la cabeza. Como si de alguna manera intentara decirles que no se preocuparan por él.

Y es que no debían. Craig sabía de sobra que, independiente a si Tweek tenía una novia o mil, él seguiría queriéndolo de la misma manera. No es que lo haya elegido, pero sabía que era así, podía sentirlo.

— Oye.- Tweek lo picó con un lapicero a mitad de la clase. Craig se giró un poco para poder escucharlo.- ¿Estás molesto conmigo?

Craig se giró un poco más para mirarlo a los ojos, sonrió negando con la cabeza. Podría haberle dicho que sí. Pero, Craig solía mentir cuando era estrictamente necesario. Como ahora. No lo hacía porque quisiera esconder sus sentimientos, si no porque conocía a Tweek lo suficiente como para saber cuanto le afectaba el saber o pensar que alguien estaba molesto con él. Lo que menos quería Craig en este momento era preocupar a Tweek o alterarlo. Después de todo, esa una de las mierdas de estar enamorado, ¿no? es decir, se va a la mierda lo que tu sientas, mientras esa persona esté bien. Que destructivo era todo esto.

— Siento que estás molesto conmigo.- Volvió a decirle Tweek cuando terminó la clase.

Craig estaba guardando sus cosas, tenían que cambiar de aula. Le sonrió con sinceridad, la extraña sensación había desaparecido.

— Eso es porque eres un imbécil paranoico. ¿Quieres que vayamos por café?

Tweek sonrió también, hace mucho tiempo que Craig había sentido como todo su campo gravitatorio giraba en torno a aquella sonrisa.

— Si nos apresuramos alcanzaríamos a llegar a tiempo para la siguiente clase.- Mencionó Tweek con una sonrisa.

— ¿Nos apartan lugares?- Pidió a Clyde y a Token. Ellos asintieron.

Craig siguió a Tweek, quien ya se había adelantado y lo miraba con impaciencia. Craig rodó los ojos, a veces parecía una bestia infantil y sin neuronas. Tweek se tropezó con sus propios pies, Craig soltó una carcajada. Todo en aquél chico era tan caótico, tan extraño.

En parte entendía a aquellas niñas que se habían reunido al rededor de Tweek, ya que incluso para una persona normal era difícil apartar la vista de él. Llamaba la atención sin planteárselo siquiera. Ya fuera por los sonidos extraños que emitía de la nada, o por sus constantes tics, o por la manera en la que su voz subía de tono y bajaba en una misma frase. O, simplemente, porque era una criatura endemoniadamente hermosa.

Tweek esperó a que Craig se acercara y volvió a sonreírle. Mala idea. El pelinegro sintió como algo cálido se instalaba en su pecho.

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