2.- Once años.
⚡️Tweek⚡️
Tweek tocó el timbre de la casa de Craig. "No es mía, es de mis padres" escuchó decir a la voz del pelinegro dentro de su cabeza. Dos años de conocerlo y Tweek ya se reprendía a sí mismo con la voz del azabache. Rodó los ojos (manía que también había adoptado de él). La madre de Craig abrió la puerta, y le sonrió con calidez.
— Pasa, cariño. Hace frío afuera.- le dijo. Tweek asintió, dándole la razón.
— ¿Está Craig?
— Sí.- Su madre sonrió como si estuviera disculpándose por adelantado.- Está afuera.
Y ahí estaba otra vez. Siempre que escuchaba esa frase "está afuera" implicaba que Craig estaba haciendo uno de sus experimentos extraños, otra vez. Suspiró antes de encaminarse al patio trasero.
— Hay sándwiches en la mesa.- señaló Laura sonriendo.
Tweek comenzaba a pensar que siempre tenía sándwiches para él como recompensa por soportar a su hijo extraño. Fue a la cocina primero, sintiéndose más animado, tomó la bandeja de sándwiches y fue a encontrarse con su mejor amigo.
Craig estaba en pleno ataque de euforia. Aparentemente acababa de descubrir algo interesante y hablaba incoherencias consigo mismo. Tweek volvió a rodar los ojos. Tomó un cuarto de sándwich llevándoselo a la boca (Craig tenía la manía de cortar los emparedados en cuatro partes casi perfectas).
Siguió caminando hasta su amigo. Pegó un brinco cuando casi pisa el arco del violín de Craig. Buscó con la mirada hasta dar con el instrumento tirado al lado de su amigo. Tweek suspiró, levantó el arco cuidado de no volcar sus emparedados, y le picó la espalda a Craig.
— Hola, puto irresponsable.- le dijo.
Craig lo miró por un momento, como si no pudiera recordar quien era. Sonrió finalmente. Tweek lo miró con molestia por el gesto.
— Hola, adicto.- respondió.
Depósito el arco con cuidado sobre el suelo, y tomó asiento al lado de su amigo que había continuado con su charla de demente. Volvió a reparar en la presencia de Tweek. Lo miró como si estuviera esperando que le preguntara lo que hacía. Así que Tweek, sin realmente interesarse mucho, preguntó.
— ¿Que haces ahora?
Craig se apartó un poco, dejando ver al menos tres caracoles rodeados de pequeñas piedrecitas. Tweek lo miró con una ceja alzada.
— ¿Sabías que en periodo de apareamiento pueden durar entre dos a doce horas? Apareándose, quiero decir.- Mencionó Craig con los ojos brillando por la emoción.
— ¿Entonces también tienen género?
Con el paso del tiempo Tweek fue acostumbrándose a los temas de conversación que podía tener con Craig; como si no fuera más fácil hablar de series de televisión o libros. Pocas veces Craig le daba oportunidades a actividades más... comunes. Y a Tweek no le quedaba otra que aceptarlo. Aunque fuera de mala manera.
— La mayoría de las especies son hemafroditas, es decir, tienen un órgano reproductor femenino y uno masculino.-
Eso era todo lo que sabían sobre el tema; que los animales se reproducían. Pero no sentían curiosidad sobre el tema en relación a los humanos. Al menos no como sus compañeros de clase. Craig estaba muy ocupado en otras cosas, y Tweek estaba muy ocupado cuidando que no se hiciera daño y buscando más material para poder molestar a su amigo.
— Vaya. Genial. Ahora comételos.- Replicó Tweek.
Se estiró por encima de Craig para alcanzar su violín. El chico tenía cuatro meses tocándolo (iba a clases una vez a la semana) y era una mierda. Tweek no quería decírselo por temor a herir sus sentimientos. Pero era una mierda. Y sospechaba que Craig ya lo sabía. Sin embargo seguía intentando, y no soltaba el instrumento. Lo tenía consigo desde que llegaba del colegio hasta que se iba a dormir.
Craig le propinó un golpe con el codo y tomó un sándwich. Tweek se quejo mirándolo con fastidio.
— Los caracoles que comen los franceses son de un tipo en específico. Se llaman Escargot.- puntualizó sonriendo.
— Vaya, eso suena asqueroso.- replicó, con toda la intención de ignorarlo.
Tweek tomó el violín de Craig como si fuera un ukelele, y, siguiendo la líneas guía que le habían puesto a Craig en el diapasón, comenzó a tocar notas al azar. De alguna manera intentaba recordarle a su amigo que tenía clase al día siguiente, y que debía practicar si no quería que lo reprendieran por hacer el tonto. Sin embargo, Craig no se inmutó. Siguió observando a los caracoles como si fueran lo más interesante del mundo.
— ¿De donde esos?- le preguntó cuando la idea le pasó por la mente. Craig lo observó unos segundos.
— Estaban en las plantas de mamá.- Respondió encogiéndose de hombros.
Tweek sonrió, su amigo no tenía remedio. Pasado un tiempo Tweek logró hacer que su amigo regresara los caracoles a su lugar de origen, y subieron al cuarto del azabache.
El rubio frunció el entrecejo al entrar. Por lo general el lugar estaba impecable, pero ahora... daba la impresión de que un remolino había tirado montones de hojas al piso. Craig entró como si nada, intentando no pisar nada. Tweek suspiró y rodó los ojos, ¿Cuantas veces había hecho ya ese gesto el día de hoy?
Comenzó a recoger las hojas. Craig, al verlo, se dispuso a ayudarlo. Al final tenían un montón de hojas por organizar. Había trabajos entregados, hojas de lectura para clase, partituras, bitácoras de las investigaciones de Craig, en fin. Craig guardó todo en carpetas distintas y las puso sobre su escritorio.
Tweek reparó por primera vez en las paredes del chico. Lucían distintas. Tenían una textura acolchada y eran de color negro.
— Son aislantes.- Dijo sin dar mayor explicación.
— ¿Cuando las pusieron?
— Ayer, cuando estaba en la escuela. Dijeron que así podía practicar a la hora que quisiera sin molestar a los vecinos.- Tweek soltó una risa.- Tu madre dijo que consideraría la idea de ponerte unas también. Porque eres un jodido loco.
— Mi madre no diría que soy un jodido loco.- Reprochó cruzándose de brazos.
— Claro, pero estoy seguro de que eso quiso decir.- Miró a Tweek por encima de su hombro.- Lo sé porqué escuché la conversación desde la cocina.- mencionó como si necesitara explicarlo.
— Seguro dijeron que tú eras un jodido loco.
Tweek se dio la vuelta, dispuesto a llevar la bandeja vacía a la cocina. Al volver Craig estaba practicando; se dejó caer en su cama justo cuando Craig desafinaba en una nota. Estaba seguro de que su amigo tocaría bien algún día y entonces él lo vería y se sentiría orgulloso de sí mismo por haberlo soportado cuando tocaba fatal. Sólo era cuestión de tiempo y práctica.
Craig dejo de ensayar una hora después. En todo ese rato Tweek había estado jugando en el celular, o mensajeando con Clyde y Token, sus otros amigos. Craig se dejó caer junto a él, con la respiración agitada. Tenía la mala costumbre de olvidarse de respirar cuando se distraía. Craig era muy inteligente; pero podía llegar a ser muy tonto para cosas simples.
Se quitó el abrigo y Tweek alcanzó a notar que había una marca roja en el hueso que sobresalía de su clavícula, se sentó para ver mejor la marca.
— ¿Ahí te choca el violín?- preguntó. Craig frotó la zona afectada con una mueca.
— Sí. En realidad no me duele tanto, sólo que mi piel es muy sensible, y queda así.- Explicó. Tenía la voz entrecortaba debido al cansancio.
— Quizá deberías dejar de moverte tanto mientras tocas, y si recordaras respirar sería maravilloso.- Le dijo Tweek, volviendo la vista a su teléfono.
— ¿Y entonces cómo aprenderé a tocar como los profesionales?
— Respirando.- Respondió Tweek encogiéndose de hombros; después de todo él no sabia casi nada sobre el instrumento o la forma de practicarlo. Recordó algo que tenía que preguntarle.- Oye, por cierto. ¿Has visto mi libreta de sociales? No recuerdo dónde la dejé.- preguntó avergonzado.
— Te la pedí prestada. Y la tomé de tu casillero.- Respondió. Tenía la respiración más controlada.
— Oh. Entonces la tienes tú.
Craig lo miró con una ceja alzada, casi como si estuviera burlándose de él en silencio. Tweek volvió a recostarse a su lado, estaba más tranquilo ahora que sabía el paradero de su cuaderno.
— Espera.- le dijo Tweek con expresión confusa.- ¿Cómo demonios tienes tú mi contraseña?
— Es tu fecha de nacimiento. Siempre estoy detrás de ti cuando la pones. Eres muy despistado, y yo soy muy bueno recordando cosas. Al contrario de ti, que incluso olvidas dónde dejas tu ropa interior.- se burló.
— Te digo que los gnomos son reales.
— Deberías dejar de beber tanto café por las noches, amigo.
Tweek lo miró con una ceja alzada y rodó los ojos. De verdad debería dejar de hacer eso; lo de los ojos, el café jamás.
— Eres un tonto.- le dijo. Craig rodó los ojos, ahí estaba.
No sabía porqué, pero el gesto en Craig causaba intimidación. Con el tiempo Tweek comenzó a pensar que cada vez que Craig rodaba los ojos era una especie de "No jodas más". Y es que era Craig, y su seriedad hacía que cualquier gesto en él pareciera intimidante.
Craig le dio un golpe suave a Tweek en la frente. El chico lo miró con el entrecejo fruncido. Craig le sonrió de lado, y Tweek podría jurar que algo brincó en su estómago, probablemente estaba a punto de morir.
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