Capítulo 41
Elisey había esperado mucho tiempo para este momento, tanto él como Bjorn, su lobo interior. El deseo acumulado se sentía como una tensión constante en el aire, pesada y palpable. La reunión en la Torre Alba había sido solo un trámite más, una distracción tediosa. Pero ahora, todo lo que importaba era ella.
Cuando llegó a su torre, no perdió tiempo en ordenar a su escuadrón que se retirara. El vínculo mental que compartían dejó claro su mensaje:
—Quiero la torre vacía. Nadie puede quedarse. Es cuarentena.
Nadie se atrevió a preguntar o siquiera dudar. Una orden del Alfa era definitiva, incuestionable. Todos, incluidas las criaturas mágicas que podían habitar en los alrededores, abandonaron la torre en silencio. El deseo de Elisey era ley, y ahora, su única preocupación era Bruna, su Luna no reclamada.
El aroma de ella flotaba en el aire, dulce y tentador. Aunque se encontraba en la tercera planta, él la podía sentir como si estuviera al alcance de su mano. El ascensor lo llevó hasta donde estaba, pero cuando las puertas se abrieron, la oyó correr. Bruna había descendido por las escaleras, su corazón latiendo con fuerza, un claro indicio de que estaba huyendo, aunque ambos sabían que esto no era más que un juego.
Una sonrisa oscura apareció en los labios de Elisey. Bjorn estaba despierto y ansioso, deseando el momento en que finalmente pudiera marcarla. En un par de pasos ágiles, bajó las escaleras, sus sentidos agudizados, rastreando su aroma y el latido rápido de su corazón. El juego estaba en marcha.
Finalmente, la alcanzó. La atrapó por la cintura, tirando de ella con una facilidad que hablaba de su poder. Bruna jadeó, sorprendida, pero sus ojos, grandes y brillantes, lo desafiaban con un deseo contenido.
—¿Pensabas seguir escapando de nosotros, cariño mío? —murmuró Elisey, su voz profunda y ronca, cargada de una lujuria apenas contenida. Sus ojos celestes brillaban con un toque de rojo, una señal clara de que Bjorn estaba muy cerca de la superficie.
Bruna trató de mantener el control, pero su respiración estaba agitada, sus labios entreabiertos. La tensión entre ambos era palpable, como si cualquier palabra pudiera hacer estallar el fuego entre ellos.
—Solo... estaba haciendo tiempo —dijo, su voz temblorosa, aunque una sonrisa juguetona se asomaba en sus labios.
Elisey rió suavemente, su pecho vibrando contra el de ella. La tenía atrapada, su presa, su Luna, y no había nada que ella pudiera hacer para evitar lo inevitable. Esta noche la marcaría, y no había vuelta atrás.
—No habrá más tiempo, Bruna —murmuró, inclinando su rostro hacia su cuello. El calor de su aliento la hizo estremecer—. Esta noche, eres solo mía.
Sin más palabras, Elisey la empujó suavemente contra la pared, su cuerpo cubriendo el de ella con una fuerza firme, pero no violenta. Sus labios encontraron los de ella en un beso hambriento, y Bruna jadeó en su boca, su resistencia desmoronándose ante la pasión que él desataba. Su lengua exploró la de ella con urgencia, sus manos recorriendo su cuerpo, reclamando cada parte de ella como propia.
Elisey la levantó del suelo con facilidad, y Bruna se aferró a él, sus piernas rodeándolo mientras él la sostenía. Sus besos se volvieron más profundos, más intensos, como si el tiempo y el espacio se hubieran detenido. El mundo exterior dejó de existir. Solo quedaban ellos dos, enredados en ese momento eterno.
Elisey deslizó sus manos por la espalda de Bruna, su piel suave bajo sus dedos. Cada roce hacía que ella temblara, y los jadeos suaves que escapaban de sus labios solo lo excitaban más. La necesidad de reclamarla, de hacerla suya, lo quemaba por dentro.
—Te haré olvidar todo lo que conociste antes —susurró contra su oído, su voz cargada de una promesa oscura—. Solo yo existo para ti. Solo yo, Bruna.
Sus manos encontraron el camino bajo la ropa de ella, sus caricias lentas y deliberadas, pero cargadas de una intensidad que hacía que Bruna se retorciera de placer. Su cuerpo se arqueaba contra él, buscando más, deseando más, pero Elisey controlaba el ritmo, prolongando la dulce agonía.
—Elisey... —gimió ella, su voz entrecortada, los ojos cerrados mientras se rendía al placer que él le ofrecía.—Necesito más —exigió con la misma dominancia que él.
Él la bajó al suelo de nuevo, pero no dejó de tocarla. Sus dedos encontraron el camino hacia donde ella más lo necesitaba, se deslizó entre la ropa interior moviéndose con una precisión experta hacia el clítoris empezando a acariciar con persistencia, arrancándole gemidos incontrolables. Bruna jadeaba, su cuerpo convulsionando mientras él la llevaba al límite hasta que sin poder siquiera dejarla digerir las sensaciones, metió dos dedos sin problema alguno ante la excesiva humedad y esencia de la excitación clara. Sin dejarla escapar de la tormenta de sensaciones que había desatado.
—Solo yo, Bruna —repitió, sus labios rozando su cuello, su lengua trazando un camino hacia el punto donde la marcaría. . Justo cuando la percibió tener las contracciones y atrapar a sus manos entre ese chapoteo claro, mientras se agarraba con ansiedad jadeante a él, gimiendo sin poder hablar, los supo."Era el momento"
El placer en su cuerpo alcanzó su punto máximo. Bruna gritó, su cuerpo temblando mientras el orgasmo la atravesaba como una ola imparable. Y justo en ese momento, cuando estaba completamente perdida en el éxtasis, Elisey la mordió.
Sus colmillos penetraron suavemente en su piel, en aquel cuello menudo, blanco, suave, no había sido con violencia, sino con una precisión que transformó el dolor en un placer aún más profundo. Bruna gritó de nuevo, pero esta vez su voz estaba llena de deseo, de satisfacción, mientras la marca se completaba.
El vínculo entre ellos se cerró con fuerza. Sus almas ahora estaban entrelazadas, y Bruna podía sentirlo dentro de ella, no solo físicamente, sino a nivel emocional. "Él era suyo. Ella era suya." Y no había nada ni nadie que pudiera romper ese lazo.
Elisey la sostuvo mientras su cuerpo aún temblaba con los espasmos finales del placer. Bajó su rostro hasta su cuello, lamiendo suavemente la marca recién hecha, calmando la piel que seguramente ardía mientras la conexión entre ambos se fortalecía con cada segundo que pasaba.
—Ahora eres mía para siempre —murmuró, su voz apenas un susurro cargado de devoción y lujuria. La besó de nuevo, con una pasión renovada, sabiendo que, a partir de ese momento, no habría nada que los separara.
Bruna, aún jadeante, lo miró a los ojos, su corazón latiendo a mil por hora, pero ahora lleno de una calma profunda. Había sido marcada, y con ello, su destino estaba sellado. Elisey era todo lo que existía ahora. Su Alfa. Su único. Y en ese momento, no deseaba nada más, que solo a él.
—Vayamos a la cama... Mgh... Te necesito antes de terminar durmiendo... —susurra con voz rasposa por tanto gemir, por los gritos y por supuesto por la necesidad inminente que percibía y era clara, que no era solo suya.
—No pensaba detener mi encanto, mi Luna.—dijo Elisey con voz ronca y grave.
La piel de Bruna se estremeció al saber lo que significaba, Björn estaba presente.
—Pero con una condición —sentenció ella, tras aclarar su voz.
Elisey incrédulo y Björn se carcajeó divertido por la ocurrencia, ambos quedaron estáticos ante la audacia que la frase sugería.
—¿Cómo? ¿Qué desea nuestra Luna?—Habló Bjorn, por los dos.
—Como me marcaron, yo los quiero marcar como míos a mi manera, también —dijo Bruna, levantando el rostro con una mirada lujuriosa encendida, con una sonrisa curvada y tomando el rostro de su Alfa entre sus manos— Porque no sería justo solo si ustedes lo hicieran, mis lobos.
—Pero ... Tus dientes no son suficientemente fuertes para dejar una marca igual al nuestro —comentó confundido Elisey, descolocado.
—¿Quién dijo que te mordería? —rió con diversión la Luna— Voy a cavar mi amor y encanto pasional en ti alma, y seré conocida por ustedes como su Luna de Amor, mi encanto alemán.
Anfitrion licantropo y lobo interno quedaron estáticos, asombrados y con la garganta seca. Temblorosos ante esa seguridad arrebatadora que expuso ella. Sin poder evitarlo, ella lo estiró hacia la habitación, lo besó tan profundo con una pequeña lucha de lenguas que los enloqueció por igual, y en cuanto ella se separó de ellos causando un gruñido de molestia y hambre.
—Bruna...
—Relájate, y disfrutemos de nuestro nudo, cariño mío. —dictó con voz ronca, imponente y determinada.
Elisey jadeó al sentir el empujón que lo hizo caer a la cama, gruñó al verla desnudarse sin vergüenza alguna ante él, dejando ver los voluptuosos senos que eran ocultos por esa remera holgada, sin ropa interior explicando el motivo de haber sentido sus pezones erectos momentos antes, enloquecido, quiso hacer algo, tocarlos, morderlos, pero en cuánto quiso hacerlo ella lo miró desafiante.
«Desnúdate para mi, dame las mejores vistas que pueda tener. Hazme olvidar de otros que pude haber visto»pensó tan fuerte y claro, que la llama de la pasión y juego vibró en el corazón del Alfa.
—Joder, mi Luna.
Elisey se desnudó tal y poco su Luna exigió, quedando expuesto como Adan ante Eva, viendo perfectamente como esa mirada café claro lo comían vivos. Y no esperó mucho, ella se subió encima suyo, y ambos corazón saltaron en sintonía al sentir el roce de pieles desnudas, los pechos saltando por sus movimientos a gata hacia él, muy a duras penas pudo estirarse a buscar un condón del cajón izquierdo de la cama. Sin embargo, su luna se lo arrebató y con tanta experiencia hambrienta se lo colocó, viendo el cielo y las estrellas en cuánto esa boquita dominante lo comió entre chupones y sorbos, haciéndolo echar la cabeza para atras, tensando sus músculos, gruñendo ronco por el placer y sus manos rasguñando las sábanas bajo él. Elisey sentía que su cuerpo era tan inexperto ante ella, por más mayor que fuera para ella, se sentía tan docil que lo cohibía.
—Luna.. agh...
Quiso decir que pare, detenerla. Pero ni siquiera el pudo controlar su propio placer, porque en cuanto ella aflojó su garganta en cuanto lo introdujo a su boca, hasta tocar la campanilla, su visión se nubló y un rugido ronco lo hizo perder los estribos. Corriéndose descontroladamente en el condón, tembloroso, ido y con una sonrisa de pura exquisitez la miró, aún sintiendo el temblor de su éxtasis.
—Aun no es suficiente, cariño. Hoy aprenderás a terminar tres veces, hasta mojarte con mi esencia como más me plazca —gruñó con un brillo latente en sus ojos, uno que parecía dorado.
Aquello sorprendió de sobremanera a Elisey, mientras que Björn ronronea encantado al percibir la esencia lupina en ella. «En definitiva, ella es de los nuestros»pensó encantado el lobo interior.
«¿Qué? ¿Pero cómo?»pensó absorto, pero no pudo pensar más, porque su cadera se curvó de puro placer en cuánto sintió que su Luna tomó con seguridad y sabiduría de cuidado su dura erección direccionandolo hacia su profundo interior.
—Me vas a matar...
—De amor y pasión, si, es mi misión. —ella bromea decidida ante un jadeo propio, mientras se deja caer por el largo y grueso falo, hasta lo profundo. Quedando solo un cuarto de su erección fuera de ella.
Elisey quiso decir algo más, pero volvió a ser acallado por un gruñido y gemido ronco e involuntario de su ser, en cuanto ella se curvó encima suyo, dejando que sus voluptuosos senos rozaran su torso desnudo, el sudor y la esencia de su placer la hacían moverse con tanta seducción, deleite y deseo pleno, produciendo que el calor pareciera vapor en la habitación como si la pasión mezclada entre ambos, pudiera ser capaz de conseguir un vapor de Sauna pero no asfixiante sino que sexy.
Siendo así como los vaivenes eran justos y certeros hasta que ella jadeando, nerviosa y sonriente susurró:
—Creo que mi adrenalina se me está agotando... Muevete profundo y sin parar por favor... Eso me gusta mucho —suplicó antes de besarlo intensamente, con un amor que con ese beso, prendió un frenesí único entre ellos.
Elisey tomó su cadera con ambas manos, y empezó con las embestidas como ella había pedido, escuchándola suplicar que no pare, que estaba al limite de su climax, mojandolos plenamente en un gran chorro de esencia. Björn y Elisey generosos, fueron más frenéticos al punto que pudieron sentir su segunda corrida en cuánto ella culminó, pero en cuánto el profundo interior de su Luna se contrajo fuertemente entorno a su erección punzante lo hizo cumplir con la tercera vez terminando. Tan puntual, dejándolo agotado, cansado.
Ambos con la respiración jadeante, acelerada y agotada, se quedaron unidos por más tiempo del que creían. Bruna inclusive se estaba quedando dormida, como si toda la adrenalina estuviera siendo consumada con solo el descanso del climax.
—Señorita, aún no se duerma. Vayamos a ducharnos y luego permito que descance como se merece —Elisey ofrece ahupandola hacia él, aunque ambos soltaron un gemido al haberse olvido de la conexión profunda de sus sexos en el uno con el otro— Voy a sacarlo.
—Mejor... —susurró cansada Bruna.
Siendo así como, el Alfa con su gran fortaleza, pudo llevarse a su Luna adormilada y reclamada hacia la ducha. Debía cumplir con esa misión antes de que el cuerpo de su amada fuera un peso muerto, apresurandose, llegaron al baño y comenzó a mimarla como su Reina.
Encantado del buen momento complacido y consumado por ambos. Pudo conocer la actitud adormilada, risueña y somnolencia de su Luna al enjabonarla, limpiarle el sudor pero el aroma a él se encontraba latente y ya nunca más tendría otro aroma.
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