Capítulo 28
Acurrucados en silencio, Bruna finalmente decidió que era suficiente haber llorado hasta que sus ojos quedaron hinchados. Se obligó a dejar de llorar, enfocándose en los latidos del corazón del rubio que la sostenía. En ese estado de calma, empezó a notar detalles que antes había pasado por alto. El primero fue que Elisey, el Alfa de la Manada Rudeltlantik, estaba visiblemente preocupado por ella. Parecía agotado, probablemente porque no había comido hasta hace unas horas, y sin embargo, no la había abandonado ni un solo momento.
El segundo detalle, que la hizo sentir cohibida, fue el hecho de estar acurrucada contra su pecho desnudo, con él abrazándola, transmitiéndole un calor corporal reconfortante. El contacto con su piel cálida y la cercanía la hacían sentir una mezcla de nervios y gratitud.
Sin levantar la vista de su pecho, con la mejilla aún apoyada contra él, se atrevió a preguntar mientras abrazaba nerviosa a su Seelie.
«¿Es normal que ellos estén así? Digo... sé que los licántropos tienen una temperatura más alta, pero que él esté tan despreocupado sin camiseta... no es algo que suela ver.»pensó tímidamente, dirigiendo la pregunta a su Seelie.
«Los humanos siempre han sido criaturas extrañas para nosotros», le respondió telepáticamente el Seelie, una criatura acuática vinculada a ella. «Tal vez para él es molesto llevar ropa en este calor, y no lo digo solo porque sea del elemento agua», añadió con cierta ironía.
«Tienes razón», aceptó Bruna con una sonrisa interna, aferrándose a él con un abrazo más mimoso antes de suspirar y soltarlo. «Creo que deberías irte. Debes estar aburrido aquí conmigo» expresó con una ligera vergüenza, cayendo en la cuenta de que había tratado al Seelie como si fuera un peluche.
«No te preocupes, no ha sido doloroso. Aunque sí, das miedo cuando estás enojada. Estoy seguro de que hasta un dragón de fuego se aliaría contigo solo para no enfrentarte», confesó el Seelie, haciendo que su cuerpo acuoso vibrara nerviosamente al recordar alguna ocasión en que la había visto furiosa.
Bruna no pudo evitar soltar una risa ronca y suave al escuchar la exageración de su Seelie.
-¿De qué te ríes? También quiero reírme -preguntó Elisey con curiosidad, mientras continuaba acariciando su cabello corto y sedoso con un cariño palpable.
-Seelie dijo algo exagerado, tanto que me resultó cómico -respondió Bruna, aún sintiendo la timidez que le provocaba estar tan cerca de él, especialmente por su torso desnudo-. Aunque no creo que te haga tanta gracia.
-¿Qué dijo? -preguntó con interés Elisey, intrigado por la relación única que Bruna compartía con las criaturas mágicas. Aún le parecía un misterio que su Luna pudiera comunicarse tan fácilmente con seres tan distantes de los humanos.
-Dijo que doy miedo cuando me enojo, tanto que hasta un dragón de fuego se aliaría conmigo solo para no tener que enfrentarme -comentó Bruna, recordando cómo su sobrina mayor, Barbie, le había dicho algo similar en varias ocasiones.
Elisey se quedó pensativo, mientras Bjorn, su lobo interior, le daba la razón: «No está mintiendo. Cuando nuestra Luna se enfurece, puede aterrorizar a cualquiera. Nadie imaginaría que alguien tan hermosa tuviera un temperamento tan ardiente».
-Además -continuó Bruna, ahora divertida-, los dragones se extinguieron hace mucho tiempo...
-Eres ingenua -respondió Elisey, con una sonrisa traviesa-. Recuerda que desde que me conoces, has estado inmersa en el mundo sobrenatural. Lo que para los humanos se ha extinguido, no siempre es definitivo. Y, además, estás hablando con una criatura acuática, del elemento agua... -se burló suavemente mientras tocaba con dos dedos la frente de Bruna, de manera juguetona.
Bruna sintió cómo el calor subía a sus mejillas, sonrojándose visiblemente.
-Vivo en un mundo que siempre creí ficticio. No es fácil digerir que esto es real y no solo un sueño, ¿sabes? -respondió con un toque de sarcasmo.
-No es un sueño -murmuró Elisey en un tono más bajo y juguetón-. ¿Quieres una prueba? -susurró mientras veía cómo el Seelie se escurría entre sus dedos y se desvanecía, dejándolos a solas.
-No necesito más pruebas. Estoy contra tu torso desnudo -replicó Bruna, claramente cohibida, mientras intentaba crear algo de espacio personal, empujando suavemente el pecho de Elisey con su mano derecha.
-¿Oh? ¿Te pone nerviosa nuestra cercanía? -preguntó Elisey, claramente entretenido, mientras notaba su incomodidad.
-No es la primera vez que estoy en una cama con un chico medio desnudo, ¿sabes? -respondió Bruna a la defensiva, mostrando una actitud segura e independiente.
Elisey se mordió el labio, intentando controlar un gruñido de deseo ante la actitud desafiante de su Luna.
-Lo sé. Pero tengo la sensación de que es la... «primera vez» en mucho tiempo -dijo Elisey, con una mezcla de galantería y picardía, consciente de lo evidente que era su vergüenza y timidez.
-No lo voy a negar -admitió Bruna, con las mejillas ardiendo y una sonrisa nerviosa que solo acentuaba su reacción cohibida.
-Sabes que te respeto mucho, ¿verdad, Luna mía? -preguntó Elisey, respetando el espacio que ella intentaba mantener entre ellos, aunque cada vez le costaba más contener su propio deseo y el de Bjorn, su lobo interior.
«¡Es nuestra oportunidad, Elisey. Hay que demostrar que somos su macho, suyos»recalcó primitivamente Bjorn.
-Lo percibo, pero... no lo sabía realmente -murmuró Bruna, aún embelesada por la atención y el calor que él le ofrecía.
-Mi lobo y yo estamos locos por ti, Luna... y olemos tu excitación -murmuró Elisey, con voz ronca, mientras apartaba suavemente las manos que antes lo empujaban. Bruna, finalmente, se rindió ante la tensión entre ellos.
-¿Björn...? -susurró ella, nerviosa, su respiración acelerándose-. Es difícil no caer en la tentación... eres demasiado guapo -admitió en un murmullo avergonzado.
Bjorn aulló de dicha al escuchar su nombre salir de los labios de su Luna, deleitándose con el sonido.
-Entonces, ¿por qué te resistes? -preguntó Elisey, inclinándose sobre ella, atrapándola bajo su cuerpo mientras la observaba con ojos hambrientos.
-Porque hay muchas cosas en qué pensar... no puedo ser tan impulsiva -suspiró Bruna, tratando de calmar la incomodidad que sentía por la tensión palpable entre ellos, especialmente al sentir la evidente dureza de su cuerpo.
-¿Impulsiva? -repitió Elisey, tragando saliva, sin comprender del todo.
-Si cedo a la química entre nosotros... sabiendo cuánto tiempo llevo en abstinencia... no voy a dejar que sigas cumpliendo tus obligaciones -respondió Bruna con voz firme, aunque sus muslos temblaban al intentar controlar el deseo que sentía.
Bjorn rugió en su interior, luchando contra el autocontrol de Elisey: «¡Es nuestra oportunidad! ¡Hazla nuestra, Elisey!».
-Eres muy consciente... y muy pícara, Süßer Mond -susurró Elisey, en un tono hambriento, sus ojos brillando entre el azul celeste y el rojo de su lobo interior-. Dame una razón más por la que no deba consumar nuestro fuego.
-Elisey... -gimió Bruna, su cuerpo reaccionando a la suave provocación, acalorada por la frase dicha en alemán y la sugerencia lasciva. Amaba su tono posesivo y cariñoso, frustrada al comprobar que no le creía en su fundamento expresado- Es la verdad, seré tu distracción y yo... No quiero compartirte con el mundo... si me sacio con tu atención.
Bjorn empujó su instinto salvaje contra el autocontrol de su anfitrión, rompiendo con éxito ante esa intervención por su Luna.
«Bjorn... Contrólate.»rugió Elisey.
«Mírala, siéntela, huele su aroma»Bjorn, ruge ansioso el lobo interior.
Elisey no pudo contenerse más. Con un gruñido bajo, ambos lucharon por el control hasta que Bruna, con un esfuerzo sobrehumano, intercambió posiciones, quedando encima de él. Sus manos se apoyaron en la cama, mientras su cuerpo jadeaba, exhausto pero dominante.
-Calmados... Preciosos míos -susurró Bruna, de una forma determinada y posesiva. Atreyendo la atención de Anfitrión y lobo interior, quedando estáticos, perceptivos y locos por su audacia.
-Nos atrapaste... ¿y ahora qué harás? -preguntó Elisey, con la mirada hambrienta, completamente rendido ante ella.
-Ser el agua de cabeza fría -contestó y sugirió Bruna confundiéndolos, mientras los besa tan intensamente por fin acallando sus instintos a uno mismo- Cuando me recupere... Juguemos al lobo y la caperucita, mi guapo Alfa.
Elisey gruñó roncamente ante el deseo consumado a través de ese beso. Al igual que ambos caen en cuenta de la recuperación que ella debe obtener pronto.
-Haces de la espera, un martirio mutuo, pequeña Luna...-jadeó en protesta en cuanto sus labios se separan por oxígeno.
-La paciencia siempre tiene sus recompensas -sugiere risueña.
Ganándose una sonrisa comprensiva, aunque Elisey, vuelve a tomar control y toma de la cintura a su Luna. -Que mas quisiera que me dijeras si a que consumamos ahora nuestro fuego fatuo -gruñó hambriento pero cedió ante el mal aspecto físico de su Luna. Acarició el cuerpo con deleite y cariño.
-Tiempo al tiempo, cariño.
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