Capítulo 26
Comienza a recuperar la conciencia lentamente, sumida en una profunda calidez que la envuelve por completo. Sin abrir los ojos, se acurruca instintivamente en busca de protección, moviendo suavemente su cuerpo hacia la fuente de calor que la sostiene. Rozando su nariz con delicadeza contra una piel cálida, un gesto que le resulta tan natural como respirar cuando se siente segura. La calidez es reconfortante, la hace sentir protegida, y su respiración se acompasa mientras inconscientemente se aferra más a esa fuente de seguridad.
A medida que despierta, un latido suave y constante empieza a hacerse presente en su percepción, resonando cerca de ella. El ritmo del corazón que escucha no es el suyo, sino el de alguien más. Bruna entreabre los ojos, desconcertada por el sonido que la trae de vuelta al presente. Al darse cuenta de dónde está y de quién la sostiene, siente que su corazón se acelera y una mezcla de confusión y vergüenza la invade.
Al levantar la mirada, se encuentra con los ojos de Elisey, el alfa, observándola con una expresión enternecida y comprensiva. Su cabello rubio platinado, desordenado y enmarañado, cae alrededor de su rostro. El rastro de la preocupación marca sus rasgos cansados; aún lleva la misma ropa del día anterior, arrugada y ligeramente desaliñada, evidenciando que no la ha dejado sola ni un momento.
—¿Cómo te sientes? —pregunta Elisey en voz baja, con un tono suave y lleno de preocupación genuina. Su mano, cálida y firme, permanece en la espalda de Bruna, como si no quisiera que se apartara.
Ella parpadea varias veces, todavía tratando de procesar lo que está sucediendo. El gesto de cuidado de Elisey la conmueve profundamente. El cariño que emana de su mirada la hace sentir apreciada y protegida de una manera que no ha experimentado antes. Ese tipo de afecto es algo que ella valora como un tesoro raro, algo que no se le otorga a menudo.
De repente, las emociones la abrumaron y las lágrimas comienzan a acumularse en sus ojos. Una sensación de gratitud tan intensa que no puede contener las lágrimas la golpea con fuerza. Pero, al mismo tiempo, un sentimiento de vergüenza la invade. No quiere que Elisey la vea así, tan frágil y rota.
—No me mires, por favor —suplicó con voz temblorosa mientras trata de esconder su rostro en el pecho de Elisey. —No... no quiero que me veas así. Me detesto por llorar... por tonterías sin sentido.
Elisey la estrecha con más fuerza, acunándola con una ternura que solo alguien que realmente se preocupa podría ofrecer.
—Bruna —susurra, su voz suave como una caricia—, no tienes que esconderte de mí. No es una tontería lo que sientes. Estoy aquí, y siempre lo estaré, para todo lo que necesites. No te juzgaré, ni por un segundo.
Las palabras de Elisey atraviesan la coraza que ella ha construido a lo largo de los años. El simple hecho de saber que hay alguien que no la ve como débil, que no la critica por llorar, sino que entiende y acepta sus emociones, la quiebra por completo. Las lágrimas fluyen libremente, pero esta vez no intenta detenerlas. En cambio, se deja sostener, permitiendo que la calidez y el amor incondicional de Elisey la envuelvan por completo.
Elisey, conmovido por la vulnerabilidad de Bruna, le acaricia suavemente el cabello, murmurando palabras de consuelo y cariño. Para él, el verla así, aunque duele, también es un privilegio. Es una muestra de la confianza que ella deposita en él, un reflejo de que él puede ser ese refugio que ella tanto necesita. Mientras la sostiene, sabe que hará lo que sea necesario para protegerla, cuidarla y amarla, incluso en sus momentos más frágiles.
Y aunque se siente pequeña e indefensa, alza la mirada una vez más, encontrando consuelo en los ojos de Elisey. En ese momento, entiende que no está sola, que siempre habrá un lugar en el mundo donde podrá ser ella misma, sin temor a ser juzgada. Y con ese pensamiento, se permite un momento de paz, un respiro en medio de la tormenta, mientras se aferra a lo único que la hace sentir verdaderamente segura: el amor incondicional de Elisey.
Elisey mantiene a Bruna abrazada por un buen rato, permitiéndole calmarse y encontrar consuelo en su cercanía. Siente el latido acelerado de su corazón contra su pecho, pero con cada segundo que pasa, ambos se vuelven más tranquilos. La calidez de ese momento es reconfortante, pero Elisey sabe que Bruna necesita algo más que consuelo emocional.
—Debes tener hambre, no hemos comido desde ayer —dice con una sonrisa suave, rompiendo el silencio. —Voy a pedir que nos traigan algo de comer. Necesitas reponer fuerzas.
Asiente levemente, sintiendo cómo su estómago vacío comienza a quejarse, recordándole que ha pasado demasiado tiempo sin alimentarse. Elisey, sin soltarla del todo, estira la mano para alcanzar su smartphone que siempre lleva consigo. Con unos pocos comandos, se asegura de que una comida sustanciosa sea preparada y llevada a su habitación lo antes posible.
Mientras esperan, Elisey la mantiene cerca, su mano acariciando suavemente su brazo en un gesto de consuelo y protección. Quiere que ella se sienta segura, que sepa que está allí para ella en todo momento.
—Bruna —comienza Elisey con suavidad, midiendo sus palabras—, quiero explicarte lo que ocurrió después de que te desmayaste.
Levanta la mirada, sintiéndose aún vulnerable, pero llena de curiosidad. La mención de su desmayo la hace sentir un ligero rubor de vergüenza, pero asiente, indicándole que continúe.
—No hay problema, cuéntame. Aunque perdóname por haberte preocupado tanto... No es realmente esa mi intención, jamás, la verdad —se disculpa, molesta consigo misma.
—No te molestes contigo. Hay veces que simplemente no podemos controlarlo todo, y eso nadie más que yo lo sabe perfectamente. Muchas veces lo he sentido, pero no es para que te culpes, así que por favor... Desarruga ese ceño y relájate —responde Elisey, conmovido y comprensivo, dejando un beso en la frente de su Luna.
Ella intenta hacerlo, tocando la zona con la mano, tratando de relajarlo. Esto provoca una que otra risa en Elisey, aunque ella se lo propone a modo de aceptar la opción de relajarse.
—El medibrujo, Hans Adler, te revisó exhaustivamente —explica Elisey, observando atentamente su reacción.— Es un experto en tratamientos médicos y en el uso de magia curativa. Ha sido parte de la manada Rudeltlantik durante generaciones, y su linaje ha ayudado a nuestra gente desde hace mucho tiempo. Él fue quien descubrió la causa de tu falta de resistencia física.
Lo mira, intrigada. «Esto solo me pasaba pocas veces antes, pero desde que estoy en este pueblo... Parece ser que soy más inestable que de costumbre...» reflexiona para sí misma. Resignada, acepta escuchar más información.
—No puedo evitar elogiar sus capacidades avanzadas ante el trato médico. Debe ser una sensación calmante saber que dispones de una fuente de ayuda que sabe cómo ayudar a tu gente, sin esperar largas horas por una atención óptima... —comenta, sintiéndose contenta de que aquí puedan tener esta ciencia tan avanzada, aunque su mirada se torna nostálgica al recordar su país y su pasado, lo que la lleva a sonreír buscando esfumar con su propio optimismo sus recuerdos para nada calmados en cuanto a sus recaídas de salud en Paraguay.
—Suena a que tienes mucho que contar respecto de la medicina. ¿En Paraguay no tienen algo similar? —pregunta Elisey, sin tener mucho conocimiento profundo acerca del país del que proviene su Luna.
—Como cada país del mundo, tenemos deficiencias en tratamiento y atención médica. Es difícil hoy día tener una atención óptima como la que has solicitado esta vez para mí. Te estoy infinitamente agradecida por tu hospitalidad —responde, sin necesidad de entrar en detalle. Hablar de la situación en Paraguay podría sonar a queja y disgusto, y ella aún ama a su país a pesar de sus defectos.— En fin, puedes proseguir, perdón por interrumpirte.
—Descuida, no me molesta. Está bien compartir tus experiencias, no está mal. Además, me gusta que tengas confianza para comentar sobre dónde creciste, a pesar de que no sean de buenos momentos —comenta Elisey comprensivo, continuando con delicadeza, sabiendo que la información que está a punto de compartir podría ser un tanto abrumadora.— Hans descubrió que tienes una habilidad elemental que ha consumido parte de tu energía espiritual. Eso explica tu debilidad física y la baja temperatura corporal. Es como si tu cuerpo estuviera usando energía para algo que no sabes cómo controlar conscientemente.
Frunce el ceño, tratando de procesar lo que escucha. «Ya sabía yo... Que hablar con los Seelies no era algo común, era por una razón...» piensa. Su habilidad con los elementos ha sido un misterio para ella desde hace tiempo, y ahora parece tener una explicación.
—Hans dijo que tu habilidad necesita ser equilibrada, o de lo contrario podrías enfrentar problemas aún más serios. En tu estado actual, necesitas restablecer tu energía espiritual y fortalecer tu cuerpo. Estaba preocupado, pero también tenía confianza en que con el tiempo podrías recuperar tu fortaleza —continúa Elisey, su tono lleno de cuidado y preocupación genuina.— Quiero que sepas que estás en un lugar seguro y que haré todo lo posible para asegurarme de que te recuperes completamente.
Al instante siente un profundo alivio al escuchar estas palabras. Aunque no le gusta sentirse vulnerable, sabe que tiene en Elisey a alguien en quien confiar. La seguridad que siente a su lado es reconfortante, y el hecho de que él esté dispuesto a hacer todo lo posible para ayudarla la hace sentir agradecida.
—Gracias, Elisey. No sé qué habría hecho sin ti —dice con voz suave, con lágrimas en los ojos de nuevo, pero esta vez por gratitud más que por tristeza.
Elisey le sonríe dulcemente, acariciando su cabello con ternura.
—No tienes que agradecerme. Estoy aquí para ti, siempre. Ahora, descansa un poco y come algo. Tu salud es lo más importante en este momento.
Mientras Elisey se aleja para hacer los arreglos para la comida, Bruna se acurruca en la cama, sintiéndose profundamente reconfortada. La calidez de la habitación y la presencia de Elisey a su lado son un bálsamo para su alma herida. Con el tiempo, su cuerpo y mente comenzarán a sanar, y ella sabe que no está sola en este proceso. La sensación de seguridad y amor incondicional es un regalo invaluable, y ella está decidida a aprovechar esta oportunidad para recuperar su fortaleza y encontrar un nuevo equilibrio en su vida.
En un rincón de la habitación, Elisey realiza las gestiones necesarias para que la comida llegue lo más rápido posible, mientras observa a Bruna con una mezcla de preocupación y ternura. Sabe que su trabajo no termina aquí, que hay mucho más por hacer para asegurar la recuperación completa de Bruna. Sin embargo, con el primer paso dado y con su corazón lleno de amor y esperanza, se siente preparado para enfrentar cualquier desafío que venga.
Ambos, cada uno a su manera, se preparan para afrontar el futuro juntos, sabiendo que su vínculo se ha fortalecido aún más en este momento de vulnerabilidad compartida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top