Capítulo 25
Elisey siente cómo las fuerzas de su Luna se desvanecen poco después de llorar. Ella parece haberse debilitado, pero no es de extrañarse: ha sido protegida por Seelies acuáticos, seres que aparecen raramente y vagan sin establecer relaciones con personas del pueblo o la manada. Es evidente que han sido invocados para ayudarla. Sin embargo, Elisey no tiene mucho tiempo para reflexionar, ya que la temperatura corporal de Bruna desciende abruptamente, provocando una profunda preocupación en él. La levanta del suelo con sumo cuidado y la traslada a través del ascensor, presionando el botón para el tercer piso. Al salir del ascensor, camina rápidamente hasta su dormitorio.
Con la mayor delicadeza y respeto, la cambia a ropa seca, consciente de que con la ropa mojada no logrará que ella entre en calor.
«Beta Leo, necesito que llames al medibrujo. La salud de mi Luna no está en su mejor momento. ¡Que sea rápido!» se comunica telepáticamente con uno de los miembros de su Escuadrón.
«Comprendo. A la orden, Alfa» responde la voz de Leo Müller, con un tono calmado y confiable, inmediatamente atendiendo la urgencia.
Elisey decide subir a la cama con su Luna. Con todo el respeto y la ternura del mundo, la atrae hacia sí, abrazándola con fuerza para tratar de protegerla y detener su descenso. Recuerda las palabras de Bruna en un momento pasado: «Recuérdame la próxima vez dormir sin edredón contigo», entendiendo ahora que el rubor en sus mejillas en ese entonces se debía a la sobreexposición de calor entre él y el cobertor pesado sobre ella.
La mujer delicada, con su cuerpo medio robusto y esbelto, cabello castaño claro revuelto y mojado, corto y ligeramente ondulado, y tez clara con rasgos delicados, ahora muestra una expresión de debilidad y fragilidad. Su apariencia es completamente contraria a la que tenía cuando estaba despierta: su rostro, normalmente pacífico, indiferente o expresivo, ahora está marcado por la vulnerabilidad. Esa imagen de ella, frágil e inconsciente, conmueve a Elisey y a Björn, su lobo interior, quien emite quejidos lastimeros al ver a la Luna en ese estado.
«Si necesito convertirme en peluche para que mi Luna se sienta bien, lo haría mil veces antes de verla llorar así» piensa Björn, el lobo interior, queriendo rozar su hocico contra ella para reconfortarla.
«Ella tiene un trauma relacionado con mi Delta. Sé cómo ayudarla, pero me preocupa que no acepte la ayuda» reflexiona Elisey, intentando calmarse a sí mismo y a su lobo interior. Verla tan frágil le duele profundamente.
Con cuidado, acaricia el cabello corto de su Luna, colocando el flequillo detrás de su oreja para que no le moleste en el rostro.
—Me preocupas, me duele verte así, mi pequeña Luna —susurra afligido.
Sus ojos celestes están llenos de preocupación, dolor y tristeza. Comprende que el desgaste físico y la pelea con su Delta son claros signos de trauma. Ahora entiende mejor la conversación de Bruna sobre su relación pasada con Elías. Sin embargo, había muchas cosas que ambos no habían tenido tiempo de aclarar, y esto le da una visión más clara de la situación. Elías había desaparecido o dejado de hablar con Bruna repentinamente, y verlo a él como una parte importante dentro de la Manada Rudeltlantik es un fuerte choque. No sabe cuánto tiempo han compartido ambos, pero es evidente cuánto lo ha apreciado hasta que lo volvió a ver.
«Ella debe sentirse más indignada que enojada con el mocoso» opina Björn.
«Me imagino que se siente engañada por Elías. Recuerdo que inclusive mencionó a Elías con el nombre de Emmanuel y que habían perdido contacto hace once años» reflexiona Elisey, uniendo los cabos sueltos.
«Recuerda también que la madre de nuestra Luna mencionó una amistad con un chico alemán, y que poco después ella perdió interés en el idioma» recuerda Björn, ayudando a clarificar la situación.
«Todo parece aclararse ahora. Debemos encontrar una manera de cerrar este capítulo de forma sana, respetando nuestros valores y guiándola para sanar sus heridas» opina Elisey, sintiéndose más optimista al entender mejor la situación.
En ese momento, Björn acepta con un aullido la resolución de Elisey. Justo cuando la conversación mental termina, el medibrujo llega a la puerta con su maletín médico. Hans Adler, el único médico y brujo de la manada, con alrededor de 160 años, se presenta con una imponente estatura, cabello canoso y ojos grisáceos penetrantes, un rostro marcado por arrugas de sabiduría y una barba cuidadosamente arreglada, vistiendo una bata de médico oscura adornada con detalles en cuero.
—Disculpe, Alfa Elisey. ¿Cuál es el problema? Cuénteme un poco acerca de lo sucedido, por favor, mientras le tomo los signos —pide Hans Adler, con una actitud respetuosa y profesional.
Elisey, aún sosteniendo a Bruna entre sus brazos, levanta la vista hacia Hans Adler con una mezcla de alivio y preocupación.
—Gracias por venir tan rápido, Hans —dice Elisey, su voz cargada de ansiedad—. Mi Luna estaba esperándome en el salón y parece que se debilitó rápidamente. La encontré con una temperatura corporal muy baja, y aunque intenté calentarla con ropa seca, no mejora. Me temo que hay algo más grave detrás de esto.
Hans se acerca a la cama, colocando su maletín sobre una mesa cercana. Con movimientos metódicos, comienza a sacar los instrumentos médicos necesarios.
—Entiendo. Permítame examinarla —responde Hans, mientras se inclina para revisar a Bruna con atención. Con manos expertas, toma su pulso y examina su respiración—. ¿Ha notado algún otro síntoma o cambios en su estado de ánimo antes de este episodio?
Elisey frunce el ceño, recordando la situación con detenimiento.
—Sí, hubo una discusión con mi Delta, Elías. Ella estaba muy alterada y mencionó algo sobre un tema pasado con él. Creo que esto podría estar relacionado con su estado actual. También noté que estaba temblando y que parecía tener fiebre antes de desmayarse.
Hans asiente, tomando notas mientras realiza su examen.
—Bien, procederé a hacer algunos análisis más profundos para determinar la causa exacta del problema. Es posible que el trauma emocional haya tenido un impacto en su salud física, especialmente si hay una conexión con su temperatura corporal —dice Hans, sacando un pequeño frasco de su maletín—. También realizaré un hechizo de estabilización para asegurarme de que no haya complicaciones adicionales.
Con cuidado, Hans aplica el hechizo y empieza a trabajar en los análisis necesarios. Elisey observa con preocupación, sintiendo una mezcla de desesperación y esperanza.
—¿Qué puedo hacer para ayudarla? —pregunta Elisey, la voz temblorosa—. ¿Hay algo que pueda hacer mientras tanto?
Hans mira a Elisey con una expresión tranquilizadora.
—Su presencia y apoyo son muy importantes para ella en este momento. Asegúrese de mantenerla cómoda y cálida. Además, puede ser útil hablarle con calma y asegurarse de que sienta su apoyo emocional. Esto puede contribuir positivamente a su recuperación.
Elisey asiente, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de Hans. Se vuelve hacia Bruna, abrazándola más fuerte, con una expresión de determinación y cariño.
—Lo haré. Haré todo lo que esté en mis manos para que se recupere.
Hans continúa con su trabajo, y la habitación queda en un silencio tenso, interrumpido solo por el murmullo de los instrumentos médicos y el suave sonido de la respiración de Bruna.
Hans Adler, con el rostro reflejando sorpresa y concentración, realiza una última revisión de los análisis médicos. Después de un momento, se vuelve hacia Elisey con una expresión de asombro.
—Alfa, he encontrado algo bastante sorprendente en los resultados —dice Hans, su voz cargada de fascinación—. Parece que la Luna tiene una habilidad elemental que ha consumido parte de su energía espiritual, lo cual explica su debilidad física y la baja temperatura corporal. Esta habilidad parece estar afectando su salud, probablemente porque no la maneja conscientemente.
Elisey frunce el ceño, su preocupación se mezcla con una creciente curiosidad.
—¿Qué significa exactamente esto? ¿Qué puedo hacer para ayudarla a controlar su habilidad?
Hans asiente, su semblante se vuelve más serio y, a la vez, esperanzador.
—La habilidad elemental que tiene es algo que requiere entrenamiento y comprensión para manejarse adecuadamente. A lo largo de mi vida, he encontrado a pocas personas con habilidades similares, pero nunca había visto a alguien con un potencial tan claro. Permítame explicarle un poco más sobre esto.
Hans toma un respiro profundo, preparando a Elisey para lo que está a punto de revelar.
—Según una antigua profecía transmitida por los Seelies acuáticos, en un futuro surgirá la próxima domadora de criaturas mágicas y elementales. Esta persona será empática, influyente y capaz de crear vínculos profundos con esas criaturas. Su habilidad elemental parece estar en desarrollo y es necesario que ella aprenda a controlarla para evitar que su energía espiritual continúe debilitándose.
Elisey escucha atentamente, asimilando la información mientras mira a Bruna con una mezcla de determinación y esperanza.
—Entonces, ¿cómo podemos ayudarla a controlar su habilidad? ¿Qué pasos debemos seguir?
Hans se toma un momento para pensar antes de responder.
—Primero, es crucial que ella reciba orientación y entrenamiento especializado en el manejo de su habilidad elemental. Recomiendo contactar a un mentor o instructor que tenga experiencia en este tipo de habilidades. Además, es importante que ella reciba cuidado y apoyo continuo mientras realiza este proceso de aprendizaje. Asegúrese de que mantenga una dieta equilibrada y esté en un entorno relajado para facilitar su recuperación.
Elisey asiente, tomando nota de las recomendaciones de Hans. La determinación en su rostro es palpable.
—Gracias, Hans. Me aseguraré de seguir estos pasos y de encontrar el mejor mentor para mi Luna. Haré todo lo necesario para que se recupere y pueda aprender a controlar su habilidad.
Hans le sonríe con aprobación, satisfecho con la actitud proactiva de Elisey.
—Estoy seguro de que con su apoyo, ella podrá superar este desafío. Si necesita más ayuda o asesoramiento, no dude en contactarme.
Con esas palabras, Hans se despide y sale de la habitación, dejando a Elisey con Bruna en la cama. Elisey se sienta junto a ella, envolviéndola en un abrazo cálido y reconfortante, mientras reflexiona sobre el camino que tiene por delante para ayudar a su Luna a sanar y dominar su habilidad.
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