Capítulo 8 : Futuro Incierto

Alice

—¿Crees que le gustará? — preguntó Esme mientras daba los últimos martillazos.

Mi madre le encantaba hacer regalos, más bien, ver la reacción de la otra persona. Su mayor deseo es ver feliz a su familia. Desde hace diez años, yo me he propuesto lo mismo, pero centrándome mucho en Esme. Por eso, para hacerle feliz, me introduje en el futuro de Renesmee y vi su reacción al recibir el regalo.

—Le encantará — dije con una gran sonrisa — aunque me gustaría rellenarlo con libros más... modernos.

Ella bufó alto y me despeinó el pelo. Estábamos en el bosque cerca del río y la casa. Hacía dos días que Esme, Jasper y yo habíamos empezado a hacer el regalo de la benjamina de la familia. Era una estantería en forma de árbol. Renesmee le encantaba el bosque, amaba los aromas, el clima, los animales y la naturaleza. También amaba leer, algo heredado de su madre. Así que se nos ocurrió hacerle una estantería para su cuarto de la casa de sus padres.

La Semivampira se había dedicado éstos últimos años a ambientar su cuarto como si fuera un mini bosque y esta estantería era perfecta. Era muy difícil ocultársela, por eso, cada día Jasper la cambiaba de lugar. Yo le indicaba donde ponerla, dado que podía ver el futuro y sabría con exactitud que ella no la vería. Había elegido este lugar porque vi que se iría en la dirección contraria. Me extrañó, dado que no pude ver más allá de ella corriendo hacia el bosque, el lugar donde los ciervos descansaba. No le di mucha importancia. Lo importante era que el regalo estaba a salvo.

Hacía pocas semanas que ya podía ver completamente su futuro y era muy raro. Siempre había estado borroso, era como ver por debajo del agua, o al menos con ojos humanos. Pero ahora cada vez se hacía más nítido su futuro. Creo que es porque le conozco más y porque tengo un fuerte vínculo con ella. La otra posibilidad sería que fuera porque su condición estuviera cambiando, pero ¿Puede dejar de ser humana o de ser vampira por voluntad propia? No lo creo, ella nació así.

—Sé que es inútil discutir contigo, Alice — dijo con una gran sonrisa — así que accederé a que pongas todos los libros que quieras, incluso aquellos que hablan de vampiros de una forma errónea.

Me miró con una expresión de amor y de orgullo. Me sentí avergonzada. No merecía tanto cariño y menos cuando le había hecho tanto daño. Ella, ajena a mis pensamientos, dijo lo que tantas veces me había repetido durante años.

—Me alegro tanto de que volvieras.

Le miré intentando contener el dolor, no quería proyectarle el malestar. Sabía que mi marcha cuando los Vulturis iban a por la familia, les dolió. Para algunos, como Rosalie, fue abandonarlos. Pero fue la única alternativa para salir todos ilesos. El único futuro más prometedor, pero no por ello el más doloroso.

Afortunadamente todo salió bien. Renesmee está viva, mi familia está protegida, pero... no pude evitarles el dolor, la duda, la sensación de abandono, les defraudé. Una vez hablé con Bella sobre el tema. Ella me dijo que con el tiempo se curaría. Ella le costó recuperarse después del abandono de Edward. Dijo que fue como un vacío eterno en el interior y que nada ni nadie podría rellenarlo. Sólo podía la presencia de Edward.

Si hacemos paralelismo con mi situación, yo había vuelto. Tenía que esperar que ese hueco volviese a rellenarse. No sería fácil, pero esperaría. Así que decidí ser paciente. Pero a pesar de que ya había pasado diez años, Esme se preocupaba cada día.

Todos los días por la mañana se presentaba en mi habitación y cuando me veía que allí estaba se relajaba y me daba un beso de buenos días. Esa acción me rompía el corazón, mi madre había sufrido y seguía sufriendo, por mi culpa.

Así que me acerqué a Esme, y le abracé con intensidad. Quería transmitirle todo el amor que sentía por ella. Ella siempre ha sido como una madre para mí, una figura que hasta que la conocí, no sabía lo que era. Mi pasado siempre ha estado borroso, pero tenía claro que no tuve madre o al menos alguien que hiciera bien ese papel. Si no, no hubiera estado en el manicomio que, según James, había estado parte de mi vida humana.

—No me iré a ningún lugar — dije intentando despistar estas imágenes de mi cabeza — éste es mi hogar. Si alguna vez tengo que partir, nunca dudes que volveré, mamá.

Ella me sonrió con orgullo por mis palabras y dirigió su mirada a la estantería. Se secó el "sudor" de la frente con la manga. Un gesto muy humano dado que nosotros no sudábamos. Esme seguía haciendo esos gestos. Siempre pensé que era para disimular cuando estábamos con los humanos, ahora me doy cuenta que lo hace automático.

—Nos ha quedado bastante bien — dijo dando los últimos retoques — puedes ir con Jasper. Yo iré a cambiar la guardia con Carlisle, lleva sin cazar tiempo. Vigilar a su alumno se ha vuelto una prioridad. Quiere mucho a ese muchacho.

Asentí con delicadeza y me fui caminando dirección a la casa. Mientras lo hacía comencé a ver el futuro de todos los habitantes de la casa. Empecé con Rosalie, dado que me pidió que mirase si le iba a gustar el coche a Renesmee. Comprobé que sí, aunque tendríamos que hacerle clases de conducir. Iba a ser un peligro sin duda.

Seguidamente profundicé en el futuro de Emmett y vi que se estaba peleando con alguien. Eso me alertó. Intenté averiguar quién era, pero la imagen estaba borrosa. Ante esto, miré desesperada el futuro de Jasper y lo que vi, heló mi cuerpo de un soplido.

Jasper estaba inmóvil en el suelo del despacho de Carlisle. Éste último se encontraba como inconsciente a su lado y el amor de mi eternidad estaba como ausente. Ante el horror de estas imágenes corrí con todas mis fuerzas hacia mi hogar.

Entré como un torbellino por la puerta. Rosalie y Emmett se me quedaron mirando, pero enseguida me siguieron al darse cuenta de mi estado de desesperación. Corrí hacia la estancia y abrí la puerta con tanta fuerza que me la llevé de cuajo. Contemplé con horror como mi visión se estaba haciendo realidad.

Justo en ese momento, Esme llegó y corrió hacia mi padre. Yo solté la puerta y fui hacia Jasper. Lo toqué y me sorprendí al notar que su temperatura estaba mucho más baja que la mía. Eso era extraño, muy extraño, dado que ambos éramos como témpanos de hielo. Paseé mi mano por todo su brazo y llegué a su rostro. Sus ojos dorados me miraban con preocupación, pero no podía ni pestañear. No hacía el acto de aspirar oxígeno, tampoco lo necesitábamos, pero estábamos acostumbrados a hacerlo para las apariencias.

—Mi amor — dije intentando controlar mis emociones — ¿Qué ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto?

No me contestó. Escuché como Esme le hacía las mismas preguntas y corrió la misma suerte. Entonces levanté la vista y vi que Alan no estaba. Mi cuerpo entero se tensó. Intenté buscar su futuro. Me costaba mucho ubicarle, dado que no lo conocía y me era ajeno. Cerré los ojos con la intención de concentrarme, siendo consciente que tenía a mis pies a Jasper paralizado.

—¿Qué les pasa? — preguntó Rosalie — ¿Por qué no se mueven?

—¿Dónde está Alan? — Contestó Emmet con otra pregunta — ¿Ha sido él, el que ha atacado?

Escuché como Esme intentaba tranquilizarse y mantener una conversación con el resto de mi familia. Yo estaba aún ocupada intentando ver los posibles futuros. Indagué, indagué, pero estaba todo borroso. Algo o alguien estaba impidiendo que viese a ese individuo, ¿Qué significaba eso? ¿Alan tenía el don de camuflarse? Pero que estuviera mi compañero de vida y mi padre en ese estado... ¿Era obra de él?

Cogí a mi alma gemela en volandas y lo intenté poner en la mesa del escritorio. Rosalie me ayudó, a la vez que Emmet y Esme hacían lo mismo con Carlisle en la mesa de operaciones donde estuvo Alan unas horas atrás. Cuando ya estaban en sus posiciones me vino una visión. Era Renesmee corriendo por el bosque y Alan persiguiéndola, sediento y con ganas de alimentarse.

Volví en sí y corrí hacia la habitación de la Semivampira. Allí no había nadie, me asomé por la ventana y sólo pude ver a Alan correr, detrás de ellos pude ver a Edward, Bella y a los lobos. Al menos había alguien que le protegería.

Volví al lado de mi amado. Intenté ver su futuro pero no lo hallé. Eso me alteró bastante. Quise buscar el futuro de Carlisle, pero tampoco tenía. Me puse muy nerviosa y comencé a hiperventilar.

—Alice, sabes que no soporto que no cuentes lo que ves. Recuerda que no todos somos videntes — dijo con fastidio Rosalie.

—Si hermanita — saltó Emmett — si lo sueltas todo es mejor.

—¿Qué pasa mi niña? — preguntó Esme con la voz destrozada.

—Alan está persiguiendo a Renesmee — dije en susurros — pero ha ido Edward, bella y los licántropos a por ella.

Miré a Jasper. Él notó mi preocupación y mi dolor. Poco a poco comencé a sentir una sensación de tranquilidad, de serenidad... como esa sensación de seguridad al estar en mi hogar. Él, a pesar de estar paralizado, se preocupaba por mi estado emocional y me quería tranquilizar. Me acerqué a su oído.

—Gracias — susurré.

Entonces le besé. Sus labios estaban rígidos y helados. Era como besar a un iceberg. Ya no había calidez, ni pasión, ni siquiera emoción... era como si besara a un objeto inanimado. Llegado a este punto entendí lo que pasaba. Se estaba convirtiendo en piedra.

Sólo había escuchado a dos vampiros que le habían pasado lo mismo. Esos eran Vladimir y Stefan. Se quedaron tanto tiempo sin moverse que se quedaron petrificados. Los Vulturis destruyeron su castillo y así pudieron reaccionar ¿Tendría que quemarlos para que pasara lo mismo?

—Tenemos que llamar a los Denali — dijo Rosalie — puede que ellos sepan que hacer.

—Se están convirtiendo en piedra — dije acariciando el cabello de mi amado — se están congelando.

Al decir lo que pensaba en alto todo se puso en movimiento. Emmett cogió el móvil y escuché como llamaba a los Denali. Rosalie buscó libros en la biblioteca para buscar información. Esme comenzó a cantar para tranquilizarse y de paso para que Carlisle se sintiera acompañado.

Yo no pude moverme. Me quedé paralizada y perdida en el ámbar de los ojos de Jasper. Mi mente voló a tiempo atrás, cuando le encontré. Su mirada me transmitía lo mismo que antaño. Dolor, soledad y desesperación. Algo le ocurría. Su don, que estaba usando en mí, se iba debilitando y el horror me llegó a consumir. Estaba a punto de arrancarme los brazos y quemarme, al pensar siquiera en seguir existiendo sin él, cuando Edward, Bella y Alan entraron al despacho.

—¿Qué ocurre? — preguntó Bella al ver el nerviosismo de todos los vampiros.

Edward al leer mi mente corrió hasta Carlisle y luego hacia Jasper. Me miró con determinación. Luego se volvió al neófito y se mordió el labio. Me levanté con decisión y me dirigí hacia él.

—Has sido tú — dije señalándolo — les has petrificado.

—Alice, no es necesario — me advirtió mi hermano.

No le hice caso. Le di un puñetazo en la cara. Alan solo giró la cabeza. Él era muchísimo más fuerte que yo. Era de todos conocido que los recién convertidos tenían problemas de autocontrol. Se dejaban llevar por sus emociones muy fácilmente. Si quisiera él podría arrancarme la cabeza en un segundo. Pero no hizo nada. Se limitó a mirarme. No me importaba que fuera el vampiro más fuerte de la casa.

—No hagas nada, Alyn — dijo sin quitarme la vista de encima — está dolida.

—Devuélveles a la normalidad — le ordené — ¡ya!

—No soy yo el que lo ha hecho — dijo levantando las manos — es ella.

Me acerqué lo más que pude a él. Aún tenía algún rastro de olor a humano. Eso era porque corría algo de sangre humana por sus venas. Dentro de pocos meses se le iría sin duda. Intenté despistar ese perfume y le observé con dureza.

—¿Quién es ella? — grité a escasos centímetros de su cara.

—Alyn, ella es mi hermana melliza — soltó sin miramientos.

—¿Tu hermana? — preguntó Emmett sorprendido.

—¿Dónde está? — preguntó Rosalie — no huelo a ningún humano.

—No lo es — dijo Edward apareciendo dentro de mi campo de visión — es un fantasma.

Me quedé bocabierta, dado que nunca había escuchado un caso similar. Por primera vez en la vida, me hubiera gustado ver el pasado y no el futuro. Por una parte, tenía curiosidad de su vida y de su hermana melliza, por otro, estaba tan cabreada que quería desmembrarlo.

Apreté los dientes e intenté controlarme. Si le atacaba seguro que íbamos a desatar una guerra y Alan es de la familia o al menos Carlisle lo considera como tal. Entonces Esme se acercó lentamente y se posicionó a mi lado. Miraba al neófito con dolor, tristeza y con súplica.

—Por favor, Alyn, devuelve a Carlisle a su estado original — dijo en un quejido — cada segundo que pasa así, es equivalente a miles de años sin una gota de sangre. Él tiene mi alma, devuélvemela para completarme.

Le cogió las manos e hizo un quejido. Alan, cerró los ojos y suspiró con ganas. Me miró e intenté suplicarle con la mirada. Sentía lo mismo que Esme. Jasper formaba parte de mí no vida. No quería vivir en este mundo sin él.

—Alyn, por favor — dijo en un susurro el neófito — dales vida.

No había ni terminado la frase, que Carlisle y Jasper comenzaron a moverse. Al notar movimiento me giré y le observé. Él me sonrió con ganas y abrió sus brazos. Corrí a refugiarme en ellos.

En ese preciso momento alguien entró por la ventana destruyéndola y esparciendo cientos de cristales. Detrás de él apareció un vampiro y pegó un chillido que se oyó en toda la casa y juraría que más a allá de los árboles.

Giré mi cabeza. Estaba ya muy cabreada y preocupaba. No tenía ánimos de ver nuestra casa hecha pedazos. Me levanté y me giré a los dos invasores. Suspiré al reconocerlos. Pensé que no volvería a verlos.

Ante mi asombro apareció Renesmee en la sala y Jacob. Estábamos la familia completa. La pequeña de la familia se acercó a los más allegados y sonrió.

—¡Bienvenidos, de nuevo!

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