El inicio del todo
Con el transcurso de los años las historias cambian, en el paso de las generaciones las palabras cambian, todo se transforma y nada prevalece, todo cambia de alguna forma y lo mismo sucede con la historia, la leyenda y el mito.
¿Quién contó la historia primero? ¿Cómo supo qué sucedió? Es acaso su propia versión que los demás aprendimos a aceptar y a compartir de mil formas distintas, como la voz de los viejos a los jóvenes, los primeros manuscritos, los textos que ahora conocemos ¿Qué es real y qué es mentira? Tal vez no sepamos la respuesta, pero permíteme mostrarme esta versión.
Cuando el universo nació todo quedó en el vacío, existía algo pero no se sabía que era aquello ni quién lo había formado.
¿Por qué había nacido? ¿Cómo podía llamarse nada, si al tener nombre eso le daba existencia? No lo sabía, sin embargo vagando en aquel espacio infinito se dio cuenta de lo que era, lo que simbolizaba y lo que podría hacer
Él era el tiempo.
Existencia, nacimiento, un recorrido y un termino, el todo y la nada, un inicio y un final. El primero en contar el tiempo de los inicios, el primero en recorrer la nada.
Después llegó la segunda criatura que recorrería la nada, que dejo de ser nada con el inicio de su existencia.
La Tierra, a la que también llamaron naturaleza.
Tiempo la conoció y la hizo crecer, compartieron su existencia y se unió a ella ayudándole a crear a sus cuatro amados hijos: los elementos.
Agua para iniciar la vida y alimentar la existencia, Tierra para que la naturaleza crezca y se multiplique, fuego el hermano de la luz que como la tierra alimenta la existencia brindando calor a la vida y Aire quien era el travieso mensajero que refresca las creaciones. Ellos eran los mayores, los primeros nacidos de la unión de padre tiempo y madre naturaleza, ya después vinieron la luz y la obscuridad, hermanos gemelos que debían acompañar a los elementos en aquel todo.
Naturaleza y tiempo se enorgullecían de sus creaciones, pero estos eran inquietos y altaneros, haciendo y deshaciendo, construyendo y destruyendo sin contemplar el equilibrio que era necesario para ese todo que pasaría a ser el universo. Inquietos ante la falta de madurez de sus hijos juntos decidieron conceder el nacimiento de dos seres que calmaran a los inquietos, de esta idea nacieron los hermosos astros.
El primero fue la luna, hijo del tiempo nacido sin unión.
La luna nació con cabellos claros con brillo suave y calmo, su tez destacaba por su blancura, con ojos verdes tan preciosos como las creaciones de la naturaleza, con carácter tranquilo o frio cuando era necesario, capaz de controlar y calmar a los elementos, guía de la oscuridad y compañero de la luz, el mítico ser que equilibraba a sus traviesos hermanos.
El segundo fue el brillante sol, hijo de la naturaleza nacido de su propia carne.
De rubios cabellos brillantes como si la luz le entregará sus dones como su hermano favorito, de ojos azules como el hogar que se le fue otorgado, de piel brillante y hermosa como la brisa que cambia al pasar por su lado, de carácter radiante, amable y honesto, el motivante capaz de hacer que sus hermanos aprendieran a moderarse sin dejar de ser libres, el que se encarga de mostrarles su lado bueno y que hasta la existencia de la oscuridad es brillante a su manera.
Sol y luna eran los sabios ahí. El cielo fue bendecido como el hogar de ambos astros, la oscuridad le brindo un manto a su pequeño hermano, mientras luz le otorgo el suyo a su hermano brillante.
En medio de un cielo divido en dos estaban ellos, encargándose de proteger y velar por aquella nada que se volvió un todo. Ambos en sus tronos sobre el cielo gobernaban y supervisaban a los traviesos, la luna tomaba el rol materno que la naturaleza le había mostrado en su crianza, con el temple de su progenitor el tiempo, el sol se encargaba de cumplir con las enseñanzas de su maestro el tiempo pero con los dones que su madre le ha otorgado.
Sol y luna gobernaban hombro con hombro hasta que su unión se convirtió en un lazo más grande.
El Aire se volvió el guardián de aquellos seres jóvenes en su tiempo, se convirtió el mensajero de un cariño que envolvía al cielo, las estrellas nacieron como polvo de los susurros cargados de amor de ambos, se materializaron en un brillo único capaz de crear caminos para que esas dos personificaciones dejaran sus tronos de vez en cuando, cruzando un puente de estrellas que les permitiría tocarse y volver el mundo más brillante, más oscuro en otras, la mitad del cielo que pertenecía a la luna se volvía ligeramente clara y la mitad del cielo que le pertenecía al sol se volvía ligeramente oscura y sus hermanos revoloteaban contentos por ellos.
El fuego junto con la luz brindaba amor a la pareja, el agua y el aire celebraban en movimiento la felicidad de su hermana la luna, la oscuridad se envolvía orgulloso de sus guías y la tierra miraba embelesada con la esperanza de tener alguien a quien amar también.
La madre naturaleza y el padre tiempo bendijeron aquel lazo, después de todo solo bastaba ver el brillo en la mirada de ambos para saber que necesitaban estar juntos.
El sol y la luna eran felices, su amor iba dejando rastros que se convertían en nubes en cada danza, estrellas nacían en cada palabra dulce, miles de eventos que sucedieron en el cielo fueron por el amor de aquellos dos seres.
En medio de aquel baile lleno de pasos suaves y fuertes las primeras almas gemelas habían nacido, capaz de no solo de complementar sino crecer juntos y unirse en una alianza donde el mundo bajo su belleza viviría.
Un día donde aquellos astros se unieron en su máximo esplendor nació su primer hijo: Humanidad.
Sus hermanos les otorgaron un regalo en festejo del nacimiento de su primogénito. La tierra dio su imagen y su esperanza alimentar y cuidar a la humanidad, viento les regalo un suspiro de vida, agua y fuego crearon condiciones para mantener esa vida, naturaleza les regalo alimentos y un manto, y tiempo concedió su existencia.
Padres y hermanos adornaron a lo que llamaron el mundo, el planeta tierra, el tercer en la línea de benditos por el sol que con orgullo acompañaba a los nacidos del fuego.
La humanidad frágil como era se resguardó en aquel regalo de los benditos, habitaron sobre tierra quien ahora vivía dormida mientras los hermosos dones de su hermanos habitaban en su alrededor.
La pequeña humanidad se multiplico como las estrellas del cielo, todo bajo el cuidado del sol y de la luna que miraban orgullosos a aquellos seres que formaban a su hijo.
La humanidad inició su desarrollo y creo cuatro grandes reinos.
Picas quienes tomaron a la luna y al tiempo como sus deidades, Diamantes que nombraron al sol y a la luz como sus maestros, corazones que nombro al fuego el símbolo de su pasión, y tréboles quienes creían en los mejores lados de oscuridad.
Aquí conocemos esta historia del origen de nuestro mundo, los sabios contaron esta historia, los científicos creen que hay muchos más mundos por descubrir, lo único que sabemos con certeza es que el sol y la luna nos aman tanto que decidieron separarse en el cielo para que humanidad fuera feliz, pero esa historia vendrá después. Claro, solo si desean escuchar mi relato...
Hasta que nos volvemos ver mantengan esta palabras en su mente:
"Todos somos hijos de la luna y el sol, hermanos de los elementos y compañeros de la luz y la oscuridad, por eso no temas o pienses que estas solo pues nuestros padres aún en el cielo nos aman con todo su ser"
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