I
Lee Minho, 20 años, un chico alto, con cabello color azabache y portando uniforme escolar entra a su casa con el mayor cuidado posible. Rompió la regla de llegar tarde a casa, por cuarta vez consecutiva esta semana, y sabía a ciencia cierta que su madre lo mataría.
— ¿Te parecen bien estás horas de llegar? — interrumpió una linda mujer, con similares características físicas que el más joven, sobresaltando al susodicho.
— No es para tanto — respondió de forma altanera, esperando a cual sería su castigo está vez sin mostrar importancia.
— Haz el favor de limpiar tus platos de hoy y sacar los platos rotos de ayer.
Bingo pensó el más alto de los dos.
— Ya lo haré mañana.
— Eso dijiste ayer — intervino su madre.
— Claro, es un mañana de 'pronto'.
Su madre se levantó de la silla del comedor golpeando la mesa.
— ¿Cómo eres tan descarado? — dijo levantando un poco su tono de voz — Encima que trabajo hasta el cansancio para darte lo mejor, ¿está es tu forma de agradecermelo? — tomo unos papeles que Minho no había notado que posaban sobre el comedor y se los tiro.
— Explicame, faltandote tan sólo 6 meses para graduarte... — continuó mientras el menor recogía los papeles donde remarcaban sus notas actuales — piensas sabotear tu propio futuro!? — le regaño.
— Y que más da! — respondió levantando su tono — Ni siquiera me gusta estudiar, no me agradan mis compañeros, ni yo a ellos — hizo una pausa para respirar — ¿Y sabes qué? Me da completamente igual.
— Minho... — se acercó a su hijo — Sé que los últimos años han pasado difíciles sin tu padre pero-
El menor la miro con ira.
— Que putas tiene que ver papá con esto?! — interrumpió el más alto.
— Podemos superar eso, pero no tires al carre todo por lo que he trabajado, por lo que tu padre y yo-
— Deja de mencionarlo! — interrumpió grotesco — Solo ten presente una cosa — dijo mientras se acercaba de forma retadora.
—Odio esa maldita escuela, tanto como te odio a ti por haber roto con e-
Antes de que pudiera terminar de hablar, su madre deposito una fuerte bofetada en su mejilla.
— Te doy hogar, pago tu universidad, y crees que tienes algún derecho para hablarme de esa forma? — le respondió — ¿Hasta donde piensas llegar con tu altanería?
El azabache la miro lentamente mientras sostenía su mejilla pensando reducir el gran ardor aumentando gradualmente allí.
— Olvídalo, dejaré esta mierda pronto, querida madre — contestó aún molesto y se dirigió a su cuarto, encerrandoce en el.
Mientras terminaba de deshacer su corbata mal puesta, se tiro a su cama y buscó sus audífonos, sacó su teléfono del bolsillo trasero y lo conectó vía bluetooth .
En el reprodució “Middle of de night” a todo volumen mientras cerro sus ojos mientras se dejaba llevar por la melodía y voz de Elley. Su madre tocó su puerta, pero no se molestó ni en levantarse.
Pero antes de saber que canción seguía, una fuerte explosión interrumpió todo sus pensamientos y se levantó de golpe, logrando ver a través de su ventana una gran montaña de humo creciendo desde la lejanía difícil de ver debido a la oscuridad de la noche. Salió de su habitación rápidamente a buscar a su madre, pero estaba solo.
— ¿Mamá.. escuchaste eso? — preguntó igualmente. Luego de recibir la respuesta esperada del mero silencio, se preguntó a que podría haber salido si era tan tarde para ella.
Decidió restarle importancia, como a todo lo que debería de preocuparle y decidió acostarse, no sin antes echar un pequeño vistazo a la neblina de humo que se iba expandiendo.
Una vez amaneció, era un día más. Con pereza se quito su uniforme, ya que se durmió con el puesto, y se metió a la ducha. Una vez salió, se puso su ropa interior y se acercó a el uniforme que estaba en el suelo.
— Umh — dijo mientras lo levantaba y olía un poco — Aún está limpio — se respondió a sí mismo mientras se lo ponía.
Comió un poco de cereal y mientras se cepillaba, se percató de algo extraño.
Nadie le ha gritado alguna cosa a primer hora del día.
Continuó cepillandose algo extrañado. Cuando terminó, busco la billetera de su madre y sacó unos cuantos billetes.
— Tomaré prestado un poco madre — dijo, sin recibir respuesta alguna. Pensó que aún estaría molesta por lo de anoche, aunque él sabe perfectamente que cruzó la línea, su ego era más grande.
Salió del apartamento, notando las nubes de humo y el gran bullicio de la ciudad a primera hora del día. Y definitivamente, eso no pudo ignorar.
Salió a la calle y vio un par de gente corriendo y cubriéndose el rostro. Todo era demasiado extraño, hasta para el que pasa de todo. Sobretodo al ver a su madre mirando un punto fijo al otro lado de la calle, aun con sus ropas de anoche.
— Mamá? — le dijo mientras se acercaba a ella, mirando el pequeño gran caos de su vecindario — Má, tienes idea de que está pasando? ¿porqué tanto alboroto? — tocó ligeramente su hombro. Pero se apartó de inmediato al ver su rostro de que algo iba extremadamente mal.
Sus ojos rojos, casi sangrando, completamente sucia, con arruñetazos en sus mejillas.
—... Minho, mi Minho... — dijo sin parpadear.
— Mamá, mamá — se acercó de nuevo y sostuvo su rostro en sus manos -
— No luces bien, quién fue el maldito eh? — dijo mientras checaba el estado de sus heridas.
Quizá fue algún hijo de puta de las aventuras que ha tenido, pensó.
— Minho... yo, no me siento nada bien — dijo mientras apoyaba su mano sobre la del menor — Me siento, extraña... — contestó mientras cerraba sus ojos con fuerza.
— Mamá, tranquila, respira — intentó ayudarla - Son cosas que pasan, pero estoy aquí, yo mataré a ese malnacido, no te preo-
“Gwr, ahg, crick”
Fueron los sonidos que interrumpieron sobre su voz. Mientras veía como su madre torcía lentamente su cuello, lentamente alejo su mano, miedoso.
— Mamá... qué... ocurre? — dijo, retirándose de ella. Pero antes de dar un paso atrás, su madre se lanzó sobre él con un desgarrador y fuerte gruñido. Haciendo que ambos cayeran al suelo mientras ella intentaba morderlo.
Antes de poner hacer algo, con un poco de esfuerzo, la quito de encima. Pero apenas pudo ponerse de pie, su madre intentó lanzarse de nuevo, intentó evitarla a toda costa, así que tomó la botella que cargaba siempre a un costado de su mochila y se lo arrojó.
— Qué demonios te pasa? — le dijo mientras ella se retorcía.
— Minho... — logró decir en medio de gruñidos — Te amo hi- "crck..." perdóname... — intentó decir su madre, mientras tomaba la botella y golpeaba su cabeza contra ella.
Lee, ya para este punto, aterrorizado. No paraba de murmurar "mamá?" mientras se quedaba a verla caer inconsciente y sangrando.
Qué mierda... qué pasa, qué hago...
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