Unico

El ambiente era demasiado ligero para todo ser que se acercara en aquella casita del campo que estaba rodeada de flores de todo color y aroma que se pudiera encontrar en una casita como esas que solo se podían sentir al momento de que un tranquilo viento rozaba por aquellos lugares y miles de fragancias, eran posibles. Pequeños animalitos que solo iban de pasada pero que se quedaron al sentirse totalmente tranquilos que no dudaron en dormir en ese momento, aunque no solo esos pequeños animalitos, demás criaturas mágicas que solo muy pocos podían ver, aparecían ese momento para danzar con suavidad de un lado a otro, unos más giraban y otros más solo descansaban en alguna rama cercana para poder cerrar sus ojos y mover sus pequeñas manos o pies al ritmo de lo que invadía el ambiente. Otros más empezaban a bostezar para poder acomodarse en una cálida rama mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro porque sabían, no habría problema de que algo malo les pasara cuando el ambiente se sentía tan dulce y tranquilo como el de ese momento, como cada noche donde podían suspirar y soñar. No molestaban a nadie, solo estaban ahí para poder escuchar, para poder soñar como ella misma lo estaba pidiendo.

Mientras tanto, la tranquilidad dentro del hogar era lo que se podía sentir que incluso, las luces habían sido bajadas un poco de su brillo para poder sentir aquella calidez y que estos no perturbaran lo que en ese momento estaba pasando en ese lugar. Incluso, se podía llegar a respirar aquella paz, se podía sentir aquellos buenos deseos, aquellos sentimientos que eran transmitidos como era debido y como realmente era deseado. Se podía escuchar en todo el lugar que colores cálidos y claros era lo que invadía en ese momento para no romper aquel lindo ambiente.

Se podía observar a Silky estar sentada en uno de los sillones de la sala, como se concentraba en tejer lo que sus hábiles manos le permitían, a su lado, una canasta de hilos de diferentes colores que no dudaba en intercalar para aquella hermosa prenda de ropa que esta vez, era un poco más pequeña pero que de alguna manera, le fascinaba hacer. Una pequeña sonrisa aparecía en su rostro, aquel ambiente tranquilo y pacifico era lo que le permitía el balancearse en aquella silla, hacia adelante y atrás mientras miraba con atención lo que estaba tejiendo. Un pequeño suspiro salió de la misma al mismo momento que levantaba la vista para dirigirla a las escaleras, quería levantarse pero prefirió no hacerlo, una pequeña risita salió de ella al momento de sentir sus mejillas completamente rojas de la felicidad, encoger un poco los hombros y volver a fijar su vista a la ventana. Observaba con atención lo que estaba pasando afuera de su casa y era lo esperado cuando su niña de cabellos rojos empezaba a cantar aquella suave nana. Lo más chistoso, es que no iba dedicada aquella nana para su señor Elías para hacerlo dormir cuando este no ha descansado, esta vez, esa dulce nana iba dirigido a alguien más. En realidad, a tres pequeños que esperaron pacientemente a que su madre cantara aquella canción para hacerlos dormir y tener dulces sueños como se es costumbre.

Silky volvió a sonreír al momento que volvió a concentrarse en su tarea de hacer aquella ropa que a sus niños, les gusta vestir y modelar frente a ella para aplaudirles y darles sonoros besos en su pequeña frente o en sus mejillas antes de verlos partir a la escuela o a donde sus padres se encontraban. Alzo los hombros completamente feliz de lo lindos que se verán. Ups, ya estaba hablando un poco demás.

¿Qué se encontraba arriba de las escaleras?

¿De dónde venía tanta calidez?

Solo era cuestión de entrar a una de esas habitaciones para poder observar con atención a una mujer de largos cabellos rojos sentada en una de las dos camas que se encontraban ahí mientras en sus brazos se encargaba de mecer a ese pequeño cuerpo que estaba disfrutando de sus brazos y de aquella canción que mamá es capaz de cantar para ellos. Elías se encontraba sentado en la otra cama mientras posaba su gran mano en una de esas pequeñas cabezas para revolver con cuidado sus cabellos y tomar con cuidado, las cobijas que se encontraban a sus pies para poder cobijarlos con todo el cuidado posible. Otorgaba suaves palmadas en su pecho para hacerle saber que aun ahí se encontraba. Este, no dudo en mirar a la mujer que cantaba con suavidad, con sus ojos cerrados y con una pequeña sonrisa en su rostro.

--Uno, dos, donde florecen, bajo la ventana donde duerme el niño, flores blancas en la noche de luna hay --Su voz suave para una nana que era muy bien conocida por todos los que se paraban en la ventana para escuchar.-- Tres, cuatro, donde florecen, en el marco del espejo de mamá, florece una pequeña flor de color azul --Abrió los ojos despacio para dejar ver sus ojos verdes que miraban con tranquilidad a los pequeños que bostezaban y se volteaban para escuchar más la voz de mamá.-- Cinco, seis, donde florecen, bajo la profunda nieve apilada están, esperan la primavera para salir --Se levanto con cuidado para poder acariciar los cabellos de sus hijos al mismo tiempo que bajaba un poco el rostro y besaba su frente.-- Vamos a contar, vamos a contar, busquemos y contemos las flores que ahí están --Camino con cuidado para dejar ese pequeño cuerpo en la cuna que se encontraba donde Ruth descansaba al escuchar aquella canción que solo le otorgaba sueño pero que de todas maneras, movió su cola contento al sentir a Chise cerca de él que solo alzo la mirada para observarla con atención. Como ella dejaba a la menor en la cuna para cobijarla con cuidado y otorgarle un beso en su frente mientras acariciaba sus cabellos.-- Siete, ocho contemos aquí, en el sueño donde duerme el niño, mamá te dará un gran ramo de flores, mamá te dará un gran ramo de flores

Una vez que su voz dejo de escucharse. Fue en el momento correcto donde todos los niños suspiraron un poco para poder adentrarse al mundo de los sueños. Chise no pudo dejar de sonreír para mirar a sus pequeños dormir. Alzo la vista al ver a Elías como se encargaba de cobijarlos bien y con una suave caricia de su rostro, era como les ofrecía un beso de las buenas noches. Alzo el rostro completamente feliz, claro aun siendo Chise la única capaz de saber que expresiones tenía en su rostro después de todos esos años. Soltó una pequeña risita al momento de bajar su mano y querer acariciar la cabeza peluda de Ruth que contento, recibió aquella caricia como. Una vez que la caricia termino, se volvió acomodar en el piso para poder vigilar a esos mocosos que ahora sí, ya se encontraban dormidos.

--Buenas noches mis niños --Murmuro Chise con suavidad antes de despedirse de sus hijos y observar como Elías apagaba la luz del cuarto para poder salir con toda seguridad de que sus hijos van a estar dormidos y no despertaran al día siguiente.-- Buenas noches Ruth

Cerraron la puerta despacio para evitar que no se despierten con el ruido pero no era necesario cuando saben que cuando les cantaba aquella canción, estos iban a despertar al día siguiente para seguir haciendo escándalo como ya estaban acostumbrados desde el momento que los niños llegaron a casa. Estaban tan orgullosos de ellos que poco les importaba el ruido o desastre que hacían por que disfrutar de momentos como esos, eran realmente maravillosos. Tanto Elías como Chise se miraron en ese momento antes de caminar un tanto cansados a su habitación para descansar después de sus actividades de ese día. El efecto de aquella canción de cuna empezaba hacer efecto en ellos dos y si no querían caer como piedras en el pasillo, era mejor llegar a su habitación, tomados de las manos, sintiendo la calidez contraria. Una vez que entraron, solo cambiaron sus ropas del día por su cómoda pijama y poder acompañar a sus hijos en aquellos sueños que de seguro, ya están teniendo. En el momento que Elías volteo a sus espaldas para poder acostarse en su cama, su querida aprendiz y esposa ya lo esperaba en cama con los brazos abiertos.

Ni lento y ni mucho menos perezoso, camino para poder acomodarse en cama y acostarse en su regazo como cada noche. Soltó un pequeño suspiro de satisfacción en el momento que recibía aquellas suaves caricias.

--¿Puedes cantarme la canción de cuna? --Murmuro Elias somnoliento.-- Me gusta cuando la cantas

--¿Aunque al final recibirás de esa medicina horrible porque no despiertas al día siguiente? --Noto como este se tenso, soltó una pequeña risita antes de bajar un poco su rostro y besar su cabeza.-- Tranquilo, esta vez, si despertaras al día siguiente, lo prometo

--Nuestros hijos se despiertan al día siguiente ¿Cómo es que no pasa conmigo?

--No lo sé --Alzo los hombros despreocupada.-- Supongo que porque son niños con bastante energía y tu eres un adulto que se cansa demasiado, debes dormir más para poder conseguir esa energía que nuestros hijos tienen --Sonrió con un poco de burla hasta que este le miro y dejo a un lado aquellas burlas.-- Por ahora dormiremos, mañana será otro día y podremos convivir más con nuestros hijos

--Me parece bien --Soltó un bostezo.-- Gracias por darme unos niños tan energéticos, te quiero mi maestra humana

--También te quiero, mi maestro de magia --Beso su cabeza una vez más.-- Te amo Elías

No recibió respuesta contraria porque este ya estaba completamente dormido. Chise solo sonrió y apago las luces para que la oscuridad apareciera y ella pudiera cerrar los ojos para dormir en los brazos y en la calidez de su esposo desde hace algunos años y que aun se mantuvieran juntos después de todas aquellas dificultados que pasaron en el pasado y que ahora, pudieran disfrutar de su ahora con esos niños. Aquella dulce canción de cuna siempre servía para poder dormir y con los años, pudo controlar su poder para que no afectara a todo el mundo como desde un principio y pudieran despertar al día siguiente aunque para Elías seguía siendo un tanto misterioso que este despertaba hasta días después aun con los ruidos que sus niños hacían. Aunque tal vez sería para otro momento hablar sobre esta historia.

Buenas noches y asegúrense de despertar después de esta canción de cuna que mañana, será otra día para nuestros magos favoritos y sus queridos niños que sin duda, serían esa familia que todos han querido ser.

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