6
"Luka, tengo algo que decirte".
Lo había dicho con tanta seriedad que Luka, inconsciente de los pensamientos de su amiga, decidió que lo mejor era tomar un pequeño paseo a lo largo de las orillas del río.
Marinette, dubitativa, aceptó con aire constrito, sabiendo que sus palabras había sonado cuanto mucho, muy alarmantes.
Se obligó a serenarse, para así ordenar sus ideas y poder expresar mejor lo que sentía.
Sumidos en un tranquilo silencio, caminaron pausadamente contemplado al mismo tiempo la paz que, desde la última batalla, embargaba por toda la ciudad.
No había akumas, ni villanos. Por lo tanto, no había héroes.
Y más que todo, ya no existían pesadas responsabilidades.
Aún así, la sangre de la chica no dejó de pulsarle las muñecas. Con la boca seca, las manos inquietas y la mirada puesta en el suelo, se atrevió a romper aquella quietud.
—¿Cómo... Cuándo fue que...?
—Recibí el correo de la escuela hoy en la mañana —respondió Luka, adivinando sus palabras—. Sé que suena muy precipitado, a mí también me dejó sorprendido, pero supongo que están demasiado ansiosos de que comience cuanto antes —y para animarla, agregó—: creo que lo que más les impresionó, fueron los trajes que perfeccionaste para la banda. Así que debería darte a ti las gracias.
Sonrió, pero Marinette no lo acompañó en el gesto. Preocupado, él le señaló la sombra de un árbol, dónde descansaba una banca de madera en la cual esperaba que ella se sintiera más animada para conversar.
Regresaron a ese silencio quieto, y cuando se sentaron tampoco se dijeron nada, tan sumidos en las reflexiones de cada uno que tardaron varios segundos antes de que él soltara la primera frase:
—Te voy a extrañar mucho.
Para Marinette, eso causó que un sabor amargo le inundase la boca.
—Y yo a ti.
—Fue divertido trabajar contigo, echaré de menos ser Viperion.
—Siempre te veías genial como Viperion —confesó con un leve rubor en las mejillas—. Me gustaba cómo te quedaba el traje.
—¿Incluso ese movimiento que hacía con la muñeca? —rió—. Siempre pensé que se veía genial, pero en cuanto me mostraron mi propia transformación, sentí que en realidad tan solo era una diva disfrazada de serpiente.
—No, en serio te quedaba muy bien.
—Pues te lo agradezco, me has librado de una enorme duda.
Se permitieron reír un poco. De pronto, Marinette supo cómo debía empezar aquella conversación.
—Ojalá hubieras sido mi primera opción la vez que te ofrecí el miraculous —se lamentó sin atreverse a mirarlo directamente—. Tú y Sass se complementaron tanto que pude haberme ahorrado... Varias equivocaciones.
—No podías saberlo sin antes tener que meter la pata, Marinette —le rascó la coronilla de la cabeza—. Ser Ladybug no te hace libre de errores.
—En eso tienes razón —se mordió los labios, y entonces, clavó sus ojos en los del chico. Cuando habló, lo hizo con tal seguridad que Luka recordó por qué la había reconocido, incluso siendo la famosa Ladybug—. Luka, debes irte.
Él abrió mucho los ojos, luego arrugó el ceño, demasiado confundido.
—A Japón, ya lo sé.
—Debes irte —siguió diciendo cómo si no lo hubiera escuchado—. Tienes que hacerlo.
—Marinette...
—Pero no quiero.
Estando bajo la sombra de aquel frondoso árbol, cubriéndose de los intensos rayos del sol que hacían reflejos en el agua como pequeñas luces encendidas, con el cielo claro y el aire fresco, Luka perdió en un segundo el control de su propia respiración.
Demoró un rato en reaccionar.
—No te entiendo.
—Justo ayer quería decirte algo muy importante —explicó sin apartar su mirada, consciente de que aquello debía hacerlo bien a pesar de su torpeza—. Pero la noticia de tu ida a Japón me cortó en seco, y creí que sería mejor no decirte nada de lo que pensaba.
«Entonces hablaste sobre quién eras, y esa cuestión no dejó de torturarme desde que fui consciente de que ya no necesitaba ser más la Ladybug que todo el mundo creía. Luego me diste el consejo respecto a Adrien, y creí que al estar con él las cosas se volverían más sencillas... Y confirmo que así podría ser. Pero entonces él también se dio cuenta de que yo... yo...
—¿Ya no le quieres? —intentó adivinar.
—Sí, tal vez una muy diminuta parte de mí, la más adolescente e infantil que tengo, seguirá aferrada a él —comprendió para su propia sorpresa—. Pero tan solo lo veo como un buen amigo. En cambio, a ti te veo... te veo... —suspiró—. Te veo como algo más.
Luka, por primera vez, ni siquiera supo las palabras exactas que debía decirle. Si es que las tenía.
Marinette esperó a que dijera algo, a que respondiera a su sincera declaración. Tuvo la tentación de desviar la vista, fijarse en el subir y bajar de las ondas del río y no tener que soportar la reacción de Luka tras oír su confesión.
Pero sería la acción de una cobarde, y hace tiempo que tomó la decisión de dejar de serlo.
—N-no... No sé qué decirte.
Eso la desinfló por completo. Así que a pesar de su intento de ser valiente, se puso de pie, incapaz de sentarse un segundo más con aquella desilución, desesperada de que él no se diera cuenta de ello.
—Está bien, no esperaba que me dieras el sí, tampoco quería obligarte a atarte a una relación que de todas formas sería imposible de llevar. Tú irás a Japón a estudiar música, mientras tanto me quedaré y buscaré trabajar en el mundo de la moda, nuestros caminos tampoco es que puedan cruzarse, ¿sabes?
—Marinette, espera...
—Es decir, ¿cuáles son las probabilidades de que podamos llevarnos bien y mantener nuestros sueños a la par? Ninguno, ¿cierto? De todos modos, entendería que tus sentimientos hacia mí hayan cambiado. Te dejé a un lado por demasiado tiempo al aferrarme tanto a Adrien que no me di cuenta que tú eras lo que quería hasta que fue demasiado tarde.
Luka también se puso de pie, dispuesto a intervenir el rumbo al cual se dirigían los pensamientos de su amiga.
—Marinette, detente.
—¡Ahora te irás a Japón! Lo peor es que ni siquiera me importa si me rechazas o no. Me gustas mucho, Luka. Muchísimo. Me gustas tanto que la idea de que no estés y no pueda verte después de mucho tiempo duele más de lo que me imaginaba. No quiero que te vayas, pero es tu sueño y no te impediré cumplirlo —agachó la cabeza, sintiendo que se le rompía la voz—. Tú siempre supiste quién eras, y lo más increíble es que me enseñaste a preguntarme quién era yo en realidad. Tú me viste realmente y por eso te estoy muy agradecida. Pero te quiero y me duele. Me duele no habértelo dicho antes, Luka. Me duele que no te haya...
Él la abrazó, dejando que ella enterrara el rostro en su pecho, sintiendo el calor de aquel abrazo a su alrededor. Marinette podía percibir el latir errático de su propio corazón y a la vez, también pudo identificar el de aquel chico de cabello azul.
—Me alegra mucho que me lo dijeras —susurró él—. Más aún el que hayas sido sincera contigo misma. Honestamente estaba listo para verte con Adrien o al menos, me había hecho la idea de verlos juntos, —sosteniéndola por los hombros, bajó su cabeza a la altura de sus ojos, sonriéndole con una mezcla de picardía, alegría y sobre todo, cariño—. Estoy muy feliz de que hayas venido a buscarme, y sobre todo, que me lo contaras.
Marinette cerró los ojos.
—Por eso, si pudiera quedarme lo haría —siguió diciendo Luka, con un deje melancólico que provocó en ella una sensación de vació en el estómago—. Pero no puedo.
Marinette tragó en seco.
—Lo sé. Y no he venido a impedir que sigas adelante, sé muy bien que tú...
—Esto sí.
Sosteniendo su cabeza entre sus manos, colocó un tierno beso en su frente, después de eso, volvió a estrecharla entre sus brazos, con extrema tranquilidad que Marinette se preguntó si su pulso latía tan hermético como el suyo.
Un beso. Ni siquiera necesitaba un beso en la boca para dejarla sin aliento.
Iba a extrañar mucho a ese chico.
Permanecieron así, sin que ninguno de los dos se atreviera a romper ese momento. Transcurrieron largos minutos, tras los cuales, Luka por fin se separó de ella.
—Creo que lo mejor será que regresemos. Mi madre y Juleka han prometido una fiesta de despedida, me encantaría que estuvieras ahí.
—Eso no lo dudes —confirmó.
De regreso al barco, Luka no le soltó una mano.
La fiesta transcurrió sin interrupciones. Todos los que alguna vez fueron portadores de los miraculous, sin excepciones, se presentaron animados a una nueva celebración a pesar de dos días consecutivos.
La diferencia estaba, en que en esta ocasión el motivo para reunirse era por una despedida.
—Siempre me pareciste lindo —no dejó de decir Chloe en toda la velada, provocando risas discretas y sobre todo, una que otra carcajada de Luka—. ¡En serio! Cuando te vi estando yo akumatizada, pensé que eras demasiado lindo y que por eso Ladybug te entregó un miraculous. ¡Ni si quiera sabía de ti!
—Él tampoco te conocía, Chloe —comentó Alya, quien se ganó una mirada asesina por parte de la aludida.
—Como sea, ese fue su problema.
Marinette giró los ojos, pero en esta ocasión no se sintió irritada por la presunción de Chloe.
Además, aún se agarraba de la mano con Luka.
A medida de que todos entraban a la fiesta, se iban sorprendiendo por encontrarlos juntos y con la suficiente confianza para demostrarlo. Al principio, Marinette estuvo insegura de si debía o no soltarle la mano. Pero cuando el primer invitado llegó y Luka no disminuyó su agarre, e incluso se mostró más interesado en ella que en la presencia de los demás, supo que pasara lo que pasara, todo estaría bien.
Y así fue, en especial cuando Adrien hizo acto de presencia.
Todos se lanzaron alrededor de Agreste, en especial, Nino.
Aprovechando que Luka había desaparecido un par de minutos para ayudar a su madre con algunos asuntos, Alya se acercó a Marinette con morbosa expectación.
—¡¿Ahora qué vas a hacer?! —exclamó con ojos febriles—. Tú antiguo romance platónico con tu actual romance platónico van a juntarse bajo el mismo techo.
A pesar de que estaba segura de sus sentimientos, la ansiedad de Alya le causó unos extraños nervios en los pies.
—Pues...
—¿De qué están hablando? —preguntó afable Luka, cargando consigo una caja de bocadillos para colocar en una mesa llena de comida—. ¿Me perdí de algo?
—¡No! Nada, nada, nada, solo Alya siendo Alya, tú sabes —su amiga se cruzó de brazos—. ¿Qué?
—No entiendo de qué va todo... ¡Agreste! —ignorando por completo el cotilleo de las chicas, Luka mostró su blanca dentadura, en una expresión de honesta alegría por encontrarse con quien, anteriormente, era la imagen del enamoramiento de Marinette—. Qué bueno que has podido venir.
Adrien enseñó una pequeña estuchera de fieltro negro.
—No me perdería la ocasión para despedirme de ti, Viperion —le tendió el objeto—. Espero que con esto recuerdes lo mucho que hiciste por nosotros
Luka abrió el estuche, y se quedó unos segundos absorto contemplando lo que había dentro.
Curiosa, Marinette intentó echarle un vistazo al regalo de Adrien, pero antes de que pudiera alcanzar a verlo, Luka lo cerró y sonrió agradecido.
—Lo cuidaré, gracias.
Y siendo así, la fiesta continuó.
Adrien no mencionó nada sobre su conversación con Marinette, y nadie le preguntó lo que pensaba con respecto a la nueva relación entre ella y Luka. Varias veces, ambos intercambiaron miradas cómplices, pero cual sea que hayan sido los pensamientos de Adrien, jamás se reflejaron.
Horas más tarde, al darse cuenta que era momento de regresar a casa, Alya volvió a acercarse a Marinette para sacarle toda la información sobre su conversación con Luka.
En esta ocasión, ambas se encontraban solas en una parte lejana del barco. El sol comenzaba a ocultarse, haciendo que el cielo adquiriera tonalidades diferentes de rosa, naranja y amarillo.
Se recargaron en una esquina, observando el subir y bajar de las pequeñas olas al chocar contra la madera de la nave. Exhalando un largo suspiro, Marinette esperó a que su amiga hiciera la primera pregunta.
Obviamente, no tuvo que esperar mucho.
—¿Y bien? Tú y Luka, ¿eh?
Esta vez, no se sintió tan avergonzada por el enrojecimiento de sus mejillas.
—Fue tan solo una confesión.
Alya la empujó de la cadera.
—Te dije que él era lo suficiente maduro para considerar cualquier decisión. Siempre debo recordarte lo genial y lista que soy.
—Hazlo de nuevo cuando no quiera hacerte caso.
Soltaron una pequeña carcajada.
—Y Alya vuelve a salvar el día —la abrazó por los hombros, recargando la cabeza con la de ella—. Ahora cuéntame, ¿cómo fue el beso?
Eso, había sido otro asunto.
—Oh, pues verás, fue muy tierno y considerado. Jamás creí que un beso en la frente sería tan increíble, es decir, casi me deja congelada sino fuera porque me abrazó y luego... —Alya se puso de brazos cruzados, arrugando el entrecejo—. ¿Qué?
—¿En serio? ¿Solo un beso en la frente? ¿Eso es todo?
—Oye, tú preguntaste por un beso.
—¡Uno de verdad, Marinette! Uno que solo los novios y enamorados saben darse.
—¿Acaso Nino no te da besos en la frente?
Alya gruñó de frustración, y se restregó los ojos, poniéndolos en blanco.
—¿De verdad? ¿Tengo que explicarte todo?
—Alya...
—Luka se va mañana en la mañana. Su avión partirá temprano. A menos que quieras desvelarte y levantarte antes de que te gane el sol, te sugiero que vayas ahora, llames su atención, lo apartes de los demás y se lo des tú misma antes de que te arrepientes por no haberlo hecho.
—¿Darle un beso yo a Luka? ¡¿Estás loca?!
—¿Preferirías preguntarle directamente por qué no te ha dado un beso en la boca? Me imagino que no.
Sus pies empezaron a moverse descontrolados. No podía, no podía, no podía, ¡no podía!
Antes de que se diera cuenta, había empezado a ir de aquí a allá. Subiendo a sillas, escondiéndose detrás de cajas e instrumentos.
—¡¿Cómo podría?! Me vería como una loca, ¡Luka me vería como la loca! ¿Y si no beso bien? ¿Y si no le gusta cómo lo hago? ¿Y si tiene tan altas expectativas que luego se decepciona y decide que en realidad no le gusto tanto como ahora piensa? Ay no, ay no, ay no, ¡ay nooo!
Alya se acercó, la tomó por los hombros y la obligó a quedase en un solo lugar.
—Ya relájate, nada de eso va a ocurrir.
—¡¿Cómo puedes estar tan segura?!
—Porque, amiga, a él ya le gustabas a pesar de que ni siquiera se han dado un solo beso.
Con ese pensamiento, todo su cuerpo se relajó.
—Tú siempre tienes la razón —aun así, no pudo evitar agachar la cabeza y recargarla en su pecho—. Soy un desastre, no sé si me atreva cuando por fin tenga que suceder.
—De eso no te preocupes, solo deja que las cosas pasen. Pero sino lo haces, será una oportunidad perdida.
Y de eso, Marinette tenía varias acumuladas.
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