🖤 Capítulo 5. "Las ninfas del sol nunca mueren"

Luciale.

Bajo la mirada con cierta tristeza mientras suspiro profundo, supuse que mi madre no tendría idea alguna sobre el regreso de su mejor amiga de toda la vida y me equivoqué en ello. Mi madre siempre sabe todo, es parte de ser una médium. Ve el futuro, apuesto que habrá visto esta situación hace unos días, meses o años, pero no puede revelar nada por respeto a las decisiones que tome la Diosa Skara sobre nuestras vidas.

—Espero con todo mi corazón que no suceda lo mismo que con la difunta emperatriz Zarahíe —murmuro, mi padre le da un suave apretón a mis manos y yo levanto la mirada para encontrarme con sus dulces ojos tan grisáceos como los míos—. Si llegamos a encontrar a Nilu, nosotras iremos a verla. No se preocupen.

—Es posible que alguien haya poseído su cuerpo, así que cuando la encuentres... —mi madre hace una pausa en sus palabras, su voz se quiebra—, pregúntale cómo llamábamos a Eilara y pregúntale cuál fue la fecha en la que conocí a tu padre. Solo Nilu sabría responderte eso, quien sea que haya tomado su cuerpo no puede acceder a sus recuerdos.

—De acuerdo —acepto con un asentimiento de cierta resignación.

—Sabrás cómo actuar si no es ella... —dice casi en un susurro, sus iris verdosas se enfocan en mi rostro y casi que me suplican por dejar ir en paz a su mejor amiga, si es que ha sido poseída por alguien.

Una presencia femenina irrumpe en la habitación, la reconozco como la Ashtare de este imperio y una de las personas más leales a mí. Estos diez años nos han hecho madurar a todos, pero más a ella. A Paularah Kreshton, la actual esposa de Laissa Arino.

Sé que no fue nada sencilla su relación con mi prima. Laissa tuvo pesadillas sobre Herafel, así como también de su hijo nonato. Sé que a día de hoy se culpa por todo lo sucedido y cree que quizá jamás debió haber conocido a ese desgraciado.

Tengo entendido que durante estos diez años ellas intentaron tener un bebé. El sueño de Laissa siempre fue convertirse en madre y formar una familia con el amor de su vida, casarse, continuar con sus estudios, ser libre y estar en paz. Me entristece saber que cumplió con casi todos sus sueños, menos con el que más anhelaba con toda su alma.

Si Chrystel pudiera regresarle la capacidad de ser madre, estoy segura de que lo haría sin dudar. Luego del aborto espontáneo que tuvo mi prima, su cuerpo se convirtió en un lugar hostil para albergar vida. Su magia dañó su útero, en un claro intento de protegerse de Herafel y sus maltratos. Él la llevó a perder a su hijo, porque ese niño iba a nacer si ella no estaba con él.

—Majestad, mis señores —saluda Paularah. A pesar de tener más de cuarenta años, aún se ve tan joven como el primer día que nos conocimos en persona—. Me han informado de la llegada de Rheilla Varsiova al puerto que se encuentra en Kriast. ¿Desea que la traigan al Palacio?

—Sí, por favor —le pido con una sonrisa amable—. Necesito hablar con ella cuánto antes.

—Como desee —asiente pensativa antes de continuar:—. El ex Conde Lastyon Meire ya ha llegado al Palacio. Solicitó hablar con usted sobre unos asuntos que descubrió en lo que respecta a lo que usted le pidió.

—En unos momentos iré, avísale que mi esposa estará presente en la conversación —suspiro profundo, le dedico una mirada cansada a mis padres antes de levantarme para acercarme a Paularah—. Espero que Laissa se encuentre bien.

—De momento lo está —murmura con cierto pesar, comprende que me refiero a las recientes noticia sobre la salud de Danira Arino.

...

Mi tío Lastyon me espera en uno de los salones de invitados, sentado junto a una mujer de cabello naranja a la que reconozco como su esposa y como descendiente de algún familiar de Kreim Liweul. Posee los mismos ojos que mi viejo amigo y solo dicha familia es portadora de un gen tan atípico.

En el sofá contiguo, tres jóvenes quizá con unos años menos que nosotras, nos dedican una mirada inquisitiva. Sé que dos de ellos son mellizos —los mayores—, y la muchacha es la menor de los tres. No los he visto tantas veces, pero sí las suficientes como para reconocer si están cómodos en esta habitación o no.

Ellos sí, pero Lastyon se muestra inquieto. Uno de sus pies golpetea el piso en un ritmo constante, casi imperceptible, pero lo hace. Lleva las manos cruzadas sobre su regazo, los hombros tirados hacia atrás en un intento de relajarse, y su mirada grisácea no para de analizarnos a mí y a mi esposa.

—Es un honor conocer a los familiares de Vorkiov, aunque lamento que sea en estas circunstancias —saluda Tree con esa sonrisa gentil que la caracteriza—. ¿Desean comenzar ya o prefieren tomarse un tiempo para descansar?

—Les agradezco por la bienvenida y por la invitación a descansar en el Palacio por unos días —habla Lastyon, con esa formalidad que siempre ha descrito mi madre. Ella lo conoció en su momento, tal vez no mantuvieron tanto contacto, pero de alguna manera logró conocerlo—. Es evidente que algo grave sucede. Nunca nos llamaría si no fuese así, majestad.

—Necesitamos que refuercen la barrera protectora del Palacio. Hemos sido informadas de posibles presencias extrañas en distintos lugares de Lilium —explico como si estuviera calmada. En mi interior solo deseo gritar de frustración y acabar con Shaperi de una vez por todas, incluso si ello me lleva a ser una Diosa Antigua y Olvidada más—. Comprenderán ustedes que es mejor prevenir que lamentar.

Lastyon asiente de manera silenciosa a mí sutil referencia de que protegeremos la vida de Vayannah e Ireena sin importarnos el precio o la condena a pagar. Nuestras hijas son lo más importante de este mundo para Tree y yo, soy capaz de lo que sea con tal de que mis niñas estén bien.

—Claro que sí, majestad —asegura la esposa de Lastyon. Creo recordar que su nombre es Circe Liweul, hermana mayor de la madre de Kreim—. Lo comprendemos mejor que nadie. No se preocupe, ya mismo comenzaremos con los hechizos para fortalecer la barrera protectora.

—Gracias —dice Tree más tranquila que antes—. Si necesitan algo, no duden en decirlo.

—Eres tan amable como afirman todos los ciudadanos que te conocieron —comenta mi tío con respeto. Acomoda su saco negro antes de levantarse del sofá—. Me alegra saber que Abdrion está en buenas manos. Si nos disculpan, haremos nuestro trabajo en breve.

Los jóvenes sentados en el otro sofá observan con notable curiosidad a mi esposa. Soy consciente de que nuestro pueblo alaba a su emperatriz consorte por sus nobles acciones, por sus reformas modernas y por traer paz al imperio. Ella es el motivo más importante por el que Abdrion es lo que es hoy en día, y la razón por la que he dejado de tomar decisiones por encima de las opiniones de otros.

Mi amada Tree me ha enseñado el arte de escuchar diferentes puntos de vista y decidir, de acuerdo a esas perspectivas, cuál es la opción más conveniente para llevar a cabo. Me ayudó a respetar lo que opinan las personas, incluso si yo no estoy de acuerdo con ellos por obvios motivos.

—Nunca había visto a una ninfa del sol —murmura la hija menor de mi tío al pasar por nuestro lado. Se detiene junto a nosotras, pero su mirada tan semejante a la mía se detiene en la emperatriz de mi vida—, pero eres en exactitud cómo las describen en los mitos o en los libros de historia. Sean eternas, por favor.

—Eternas en vida sí, pero en el poder no. Las herederas de Abdrion tomarán el trono algún día —afirma Tree con dulzura—. Apuesto que tus descendientes algún día las conocerán.

La joven de cabellos naranjas queda estupefacta ante las palabras de mi esposa. Sus ojos grisáceos reflejan absoluta sorpresa, imagino que es otra persona que toda su vida deseó poder tener hijos y hasta el momento no se le dio la oportunidad.

—La familia de Lastyon Meire nos llevará a las respuestas que necesitamos para nuestros planes —susurra Tree una vez mi prima se va. Arrugo las cejas, desconcertada y al mismo tiempo un tanto asustada. Toma nuestras manos para entrelazar nuestros dedos, una amplia sonrisa amorosa se esboza en sus labios amarronados antes de continuar:—. Ellos y Rheilla Varsiova van a ser nuestras fuentes de información, Lu. Por nada en el mundo debemos perderlos de vista.

—¿Son acontecimientos que aún no debo saber? —susurro con una pequeña sonrisa pícara. Suelto una de sus manos para acomodar unos mechones de cabello que cubren su bello rostro—. ¿O es que no estás tan segura de lo que has visto?

—Creo que ambas cosas —responde con cierta confusión. Su mirada café conecta con la mía y puedo apreciar un brillo dorado en sus ojos—. Lu... Hay algo que no te dije.

Alzo una ceja como si estuviera sorprendida, a pesar de que no lo estoy. La conozco tan bien que he sido capaz de notar las ligeras muecas de desagrado que solo hace cuando está nerviosa, el hecho de esquivar la mirada, de juguetear con nuestro anillo de matrimonio. Incluso me he percatado de que el esmalte de sus uñas se ha saltado un poco, lo que me lleva a pensar que quizá se las ha estado mordiendo para tranquilizar sus nervios.

—Cuéntame, mi vida. Sabes que no me voy a molestar ni enojar —aseguro con una sonrisa dulce y amplia, de esas que a ella tanto le encantan. Sé a la perfección que ama mi sonrisa cuando enseño mis dientes y yo he aprendido a no odiar esa parte de mí con el tiempo—. ¿Qué sucede en esa hermosa cabecita tuya? Sabes que no debes temer cuando estés conmigo y que sea lo que sea que no me hayas dicho, voy a comprender tus motivos.

Son escasos los centímetros que nos separan. Rompe la distancia entre nosotras con un cálido beso, la unión de nuestros labios es dulce, suave y tranquila. Es todo los que ella y yo necesitamos en este momento de intranquilidad.

—Vayannah la vio —suelta en un murmullo, noto la preocupación en su voz. Libera un suspiro cansado—. No sé si en una visión o es que se metió en su sueño, pero le preguntó por mí.

Mis labios se entreabren por la estupefacción que me recorre, un escalofrío trepa por mi espalda y casi me obliga a sacudirme. Sus palabras me acaban de dejar helada, con el miedo en aumento, con el pánico como la otra cara de mi supuesta calma que todos ven.

He sufrido tanto cuando Herafel estaba vivo y mi maldición no había sido liberada, no puedo permitirme que mi familia viva algo semejante a lo que yo sentí hace años. No le deseo a nadie ese nivel de dolor, de odio hacia uno mismo —porque yo llegué a odiarme, a detestarme, incluso cuando parecía que la persona que más me amaba era yo misma—, de rencor y de infelicidad.

—Tree...

—También escuché algo, no sé si fue ella o si fue alguno de los Dioses actuales... Alguien mencionó el quinto imperio, pero ese imperio ya no existe, ¿Verdad? —habla pensativa, lo detecto en sus ojos cafés que se encuentran ciertamente nublados.

—Sus tierras nunca fueron ocupadas. El quinto imperio ya no existe, se acordó que parte de su territorio quedaría deshabitado hasta que hubiese sobrepoblación en algún imperio.

—¿Y se supone que todos murieron? —pregunta con cierta duda.

—Ya que lo dices de ese modo, sí, se supone que sus ciudadanos murieron en su mayoría y otros fueron ubicados en Zildwi —murmuro con cautela, es imposible pasar por alto el hecho de que una corriente gélida ha invadido este espacio y ninguna de las ventanas se halla abierta—. Rheilla Varsiova está en camino, será mejor que preparemos su bienvenida y le expliquemos los acuerdos que cumpliremos con ella.

...

Rowan.

Me siento junto a mi mujer mientras esperamos que Rheilla llegue escoltada por Paularah y Griseynna. Me es inevitable no percibir la presencia de Shaperi en estas cuatros paredes, ella ronda alrededor mío y finge que yo no me percato de ello.

Jamás voy a ignorar el hecho de que se acercó a mi hija. Shaperi nunca fue conocida por sus buenas acciones, detestaba a los niños durante su gobierno. Es una potencial amenaza para mis niñas y no voy a descansar hasta detenerla.

Hasta matarla.

O hasta rendirme ante ella si no encuentro otra manera.

Lu toma una de mis manos para masajear sobre el dorso con sus largos y finos dedos pálidos. Sus uñas, no tan largas como el día en que la conocí, están pintadas de un tono azul oscuro; fue una petición de Vayannah, ya que deseaba pintarle las uñas a su madre con su color favorito.

—Espero que Rheilla sea una buena aliada... —susurra sobre mi hombro antes de depositar un beso en el, aún sin soltar mi mano. Regresa sus ojos grises a mí, con ese brillo tan característico de ella al mirarme como si fuese la persona más bella que ha conocido—. ¿Tardará mucho en confiar en nosotras?

—Se podría decir que sí —la veo a los ojos con una sonrisa dulce, ella suelta un suspiro cansado. Atraigo su rostro hacia mí con sus manos y beso la punta de su nariz—. Pero será una de las más leales a nosotras, como Griseynna o Paularah.

—Me agrada la gente que confía en nuestros ideales —habla, con las mejillas un poco ruborizadas luego de que yo tomara su rostro entre mis manos—. Nunca imaginé tener esta vida y ahora no puedo imaginar un futuro sin ti, Tree. Sin nuestras niñas. Sin nuestra familia.

—Yo tampoco puedo imaginarme sin ti, Lu —admito en un susurro—. No sé qué nos deparará el futuro, pero quiero que siempre tengas presente que debemos destruir cualquier amenaza para nuestras hijas. No importa quien sea.

Rheilla aparece junto a Paularah y Griseynna. Su mirada se ve bastante perdida, sin ese brillo de seguridad que había visto en ella hace diez años. El paso de los años es visible en su rostro pálido y en la manera en la que recoge su cabello: ha optado por llevarlo en un moño esta vez, junto al velo que utilizan los astenienses cuando se encuentran de luto.

La muerte de sus padres le ha afectado en demasía y estoy más que segura que ella sabe mucho del asesinato de su padre. Por el tipo de mirada dolorosa que porta, ella lo vio morir, pero el impacto de un hecho como ese fue tan grande que le cuesta expresarlo.

Lo hará. Tarde o temprano. Y yo sé quien fue.

—Majestades —nos saludan Paularah y Griseynna a la vez, mientras que Rheilla solo se mantiene en silencio.

—Fuiste enviada aquí como una ciudadana astenienses que requiere de la protección de las emperatrices de Abdrion por hechos violentos que han interrumpido el curso habitual de su vida —hablo con firmeza mientras Lu se limita a señalarle la silla frente a nosotras para que tome asiento. Tras unos minutos, lo hace y puedo continuar:—. Tu lugar de residencia, por el momento, será el Valle Infernal, siendo más específicas, en la mansión que habitan los antiguos Arino. ¿Comprendes eso, Rheilla?

—Sí —es lo único que responde, aún sin vernos. Su mirada solo se enfoca en la madera de la mesa.

—Cualquier intento de escape o de agresión hacia los Arino, hacia la familia imperial Meire-Becker o hacia la Guardiana del Valle Infernal, será tomado como un ataque a la corona y rechazaremos el trato que hicimos con tu mejor amiga Einer Ditnova —expone Lu con cierta frialdad. A pesar de los años, ella no perdió su tono serio e inexpresivo cuando habla con personas ajenas a nuestra familia—. Estás aquí solo por petición de ella, Rheilla. Entrenarás tus habilidades sobrenaturales como si fuese una ciudadana aridiense.

—¿Para qué? —se interesa en saber, por fin se digna a observarnos, aunque lo haga con mucha dificultad—. Soy una protegida, ¿No?¿Por qué tengo que practicar mis habilidades?

—Por si la persona que mató a tus padres decide venir a Abdrion y hacer lo mismo contigo —miento a medias, pues también la entrenaremos para que sea nuestra aliada contra Shaperi. No es una ninfa del sol completa, pues no ha heredado todos los poderes, pero sí nos ayudará a espantar al intento de diosa que nos atormenta—. Debemos estar preparadas.

—No fue una persona —me corrige. Finjo confusión mientras le doy el derecho a hablar y explayarse como desee—. Fue una presencia, un espíritu superior, algo más grande... No solo ha abierto un portal, emperatriz Rowan, ha hecho más que eso. No hay una sola presencia, hay varias de ellas y los Dioses están enfurecidos por las decisiones tomadas a sus espaldas.

No me importa lo que la Corte de Dioses piense al respecto de lo que he hecho en el pasado. La vida de mi esposa pendía de un hilo y necesitaba liberarla de su maldición antes de que la consumiera, y antes de que Herafel pretendiera destruirla. ¿Cómo se van a enojar cuando me han dado la espalda en algo tan delicado como ello? No me han ayudado, no se han pronunciado al respecto, no hicieron nada en su momento y tampoco ahora.

Da igual si soy la reencarnación de la semidiosa Elyssandre, al parecer a la Diosa Skara se le olvida ayudar a sus ciudadanos.

—Los Dioses nunca estuvieron presentes en un asunto importante y de alguna manera había que tomar cartas en el asunto —siseo un tanto molesta por ese señalamiento—. Tú decidirás si te quedarás en Abdrion, dónde estás segura por ahora, o vuelves a Astenont y te enfrentas a quienes asesinaron a tus padres. Por lo visto, sabes tanto como yo, así que me alegra saber que hablamos con el mismo conocimiento.

—Zhasira y Kerathon Arino —se limita a decir, seria—. Lo sé porque ellos son los únicos que han robado la habilidad de corromper mentes a uno de sus amigos mientras estaban vivos.

—Llévenla a su nuevo hogar, por favor —pide Lu con una sonrisa satisfecha.

...

Las palabras de Rheilla recorren mi mente en círculos, son la confirmación de lo que yo ya sospechaba. Tengo la certeza de que Zhasira y Kerathon no se meterán con mi familia ni con mi imperio, pero no puedo decir lo mismo de Shaperi. Ella ya ha dejado en claro sus intenciones contra mí y contra mis hijas.

Lo que me aterra y me lleva pensar en todo esto es el hecho de que mencionó que no solo ellos están aquí, hay más de los Dioses Antiguos y Olvidados vagando por Lilium. ¿Cuánto tardarán en presentarse en Abdrion o en Khiat? Sus súbditos ya han comenzado a presentarse, como una resucitada Zarahíe o Nilu Willekster.

¿Existen posibilidades de que Nilu Willekster sea ella todavía?¿O es alguien más que poseyó su cuerpo, al igual que como sucedió con la madre de Nymra?

Cierro mis ojos con intenciones de descansar por al menos una hora. Los seres sobrenaturales no necesitamos dormir, pero yo considero que en estos instantes lo necesito. Estoy tan agotada, tan alerta de todo, vuelvo a sentirme como cuando vivía preocupada de que el esposo de Marissa Vertiev no me golpeara y demás.

Un pinchazo punzante en el costado derecho de mi abdomen me obliga a sentarme con rapidez. Reviso la zona por debajo de la tela de mi camisón para comprobar que hay un pequeño agujero que perforó mi piel, del cuál brota un hilo de sangre, y a pocos centímetros de mí hay unas largas uñas que pertenecen a unos dedos huesudos.

Ni siquiera noté que no estoy en la habitación que comparto con Luciale. El lugar que me rodea es una especie de bosque seco, sin árboles, solo con sus troncos, y con una espesa bruma gris oscuro que dificulta la visión.

—Siempre me han causado cierto rechazo las ninfas del sol —chasquea la lengua al retirar por completo sus uñas de mi piel y levantarse del suelo. Su silueta es alta y delgada, tanto que pareciera ser un esqueleto andante. Ahora comprendo el porqué del miedo de mi hija Vayannah, Shaperi nunca se había presentado ante mí con su verdadera forma—. No comprendo el motivo por el que la Diosa Skara compartiría parte de su poder con seres que deberían ser insignificantes. Las ninfas del sol nunca mueren y de hecho, pueden manipular la realidad que vemos.

Se encorva hasta acercarse a mi rostro, una especie de vapor gélido escapa de sus labios rojos entreabiertos. El azabache de sus ojos se asemeja a un pozo sin fin, al abismo que quizá todos tienen dentro y se niegan a aceptar. He controlado mi bruja de sangre interior por años, y sin embargo, ahora solo deseo drenar su sangre y sus poderes hasta que me suplique por piedad.

Pero yo no soy así. No debo dejarme llevar por mis instintos naturales.

—Tal vez el lugar en el que estamos es producto de la manipulación de la realidad que tú puedes hacer, Electra... —intento moverme, pero mis extremidades están rígidas y pesan tanto—. Las ninfas del sol solo mueren cuando se inducen la muerte, ¿Sabías ese detalle?

—Acércate a mi hija otra vez y me encargaré de que seas parte de mí —susurro con tranquilidad, sé que ese pensamiento le aterra y sé que su debilidad son los ataques de las ninfas del sol.

—¿Tu hija?¿Cuál de las dos?¿La que ya no está en su habitación y ahora vaga por algún lugar desconocido de Lilium?¿O la que se ha quedado en el Palacio, ya que pareciera ser inmune a mis habilidades?

...

¡Buenas, buenaaaas!

¿Cómo se encuentran después de este capítulo?

¿Qué hizo Shaperi con nuestra niña? 🤠🔪

Vieja loca, con la niña nooo

Nos caen mejor Zhasira y Kerathon porque al menos respetan eso de que con los niños no. Nomás se meten con los adultos ellos

¿Qué creen?¿Shaperi se llevó a Vayannah?

¿Nilu volvió?¿O es alguien más usando su apariencia?

¿Qué opinan de Rheilla? Además de que sabemos que va a ser la futura esposa de Griseynna (tremendo spoiler, pero ya lo adelanté en mi Instagram)

Me disculpo por no actualizar el viernes, estoy pasando por un pequeño bloqueo de escritor y quiero escribirles capítulos que les gusten, que salgan de mi inspiración y que no sean relleno. Me tomo muy en serio el hecho de escribir historias que me llenen a mí y que les gusten a ustedes, así que si ven que no actualizo el día de la actualización semanal, es por eso 💞

Recuerden que para saber más sobre las historias que estoy escribiendo de esta saga y para adelantos de futuros proyectos, pueden seguirme en mi Instagram (_merqueen. Tengo la misma foto de perfil que acá). También si quieren hablar conmigo, vayan ahí. Yo suelo hablar con ustedes y hacer dinámicas de preguntas 🫂✨

Sin más que decirles, nos vemos la próxima semana. Sabremos si Vayannah está bien o no 🫶🏻

Besitos y abrazos. Los amooo







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