🖤 Capítulo 11. "Paz"
Luciale.
Al momento de llegar al puerto de Aldiwarah, los guardias que custodiaban la zona nos revisaron para asegurarse de que no traíamos ninguna potencial arma que fuese utilizada para acabar con los Dioses Antiguos y Olvidados. Intentaron colocarnos las pulseras que inhiben los poderes de cualquier ser sobrenatural, pero me negué de manera rotunda. No podían rebajarme al nivel de una ciudadana común cuando yo soy parte de la Corte de Dioses, de la misma Corte a la que pertenecieron los Dioses Antiguos y Olvidados que tanto cuidaban.
Ver Dreim había pensado en aceptar que le colocaran las pulseras inhibidoras. Sin embargo, volví a negarme. Al ser un ciudadano aridiense, los guardias de Aldiwarah no podían cuestionar las decisiones que tomara la emperatriz de Abdrion sobre sus ciudadanos.
Pronto nos escoltaron hasta el inmenso páramo desolado que rodeaba al Castillo abandonado de Aldiwarah. Es el mismo lugar que he visto con Tree aquella vez que Zhasira nos contactó, estoy segura que mi querida estrella ha visto este lugar más veces que yo. Shaperi solo puede ayudar a distorsionar la realidad utilizando paisajes que ella conoce, y por el momento, solo ha habitado Abdrion y Aldiwarah.
El Castillo de Aldiwarah siempre se destacó por sus dos grandes torres y por poseer un aspecto de la arquitectura medieval de la Tierra. En las torres cuelgan los estandartes que identificaban a Aldiwarah como el quinto imperio de Lilium y como un territorio pacífico; no había espadas o algún tipo de arma en sus banderas, solo flores, un sol radiante combinado con una luna, y un corazón llameante similar al símbolo de la vida aridiense.
—En breve los recibirán los guardias de la Diosa Zhasira Arino —indica uno de los soldados antes de reverenciarse. Evita el contacto visual con nosotros, un gesto que agradezco de cierta manera—. Que tengan una buena estadía en nuestro imperio. Aldiwarah siempre abrirá sus puertas para Abdrion.
Asiento sin emitir palabra alguna, mantengo las manos cruzadas a la altura de mi pecho mientras espero que se retiren. Ver cruza sus manos atrás de su espalda, con una postura recta y una mirada seria. Sus ojos marrones parecieran no desear despegarse del uniforme de los soldados que comienzan a desdibujarse tras alejarse del Castillo. El azul profundo de sus armaduras indica que sirven a la familia imperial de Aldiwarah, el águila grabada en sus espaldas es el símbolo personal de dicha familia.
—Saben el peligro que corren al permitir el ingreso de cualquier ciudadano extranjero —susurra tan bajo que casi no logro oírlo. No se inclina cerca de mí para disimular que hablamos, no hemos podido ignorar que alguien nos vigila en todo momento. Desde que pisamos el puerto de Aldiwarah hasta ahora—. Me alegro que no hayas permitido que inhibieran nuestros poderes.
—Jamás entraría aquí sin mis poderes —aseguro en un susurro, trago saliva—. Siempre encontraría la manera de entrar con ellos. Estoy en territorio desconocido, Zhasira lo debería comprender. Tampoco le beneficia que inicie una guerra conmigo, es consciente de que perdería.
—¿La estás dejando vivir por benevolencia?
—Algo así —murmuro antes de voltearme en el instante en que se abren las inmensas puertas de madera que permiten la entrada al Castillo. Un grupo de seis guardias, con trajes grises y un sombrero de copa azul, se presentan ante nosotros mientras realizan una breve reverencia—. Les agradecemos la bienvenida.
—Por favor, déjenme guiarles a la sala de reuniones donde los espera nuestra querida Zhasira Arino —habla una de las tres mujeres que componen al grupo. A juzgar por el broche en el cuello de su traje, debe tratarse de la líder de los guardias del Castillo—. Su impaciencia nos tiene un poco alarmados. No mencionó el motivo de esta reunión, pero ha destacado que es de gran importancia para ella.
—Es importante —me limito a decir, la mujer asiente y comienza a caminar.
La seguimos, su andar es tranquilo, pero está bastante alerta a cualquier reacción imprevista de nuestra parte. No paso por alto que mantiene su mano derecha en la empuñadura de su espada de plata, la cual cuelga del cinturón de su pantalón. La plata debilita a cualquier ser sobrenatural, si ella nos atacara de manera repentina, nos tomaría un poco de tiempo reaccionar con la fuerza necesaria.
—Espero que su estadía en el imperio sea de su agrado, majestad Luciale de Abdrion —nos invita a pasar tras detenernos en una puerta de detalles plateados y azules. Pequeños estandartes cuelgan del marco de la misma—. Seré quien los escolte al momento de salir, así que espérenme si no me ven.
Le dedico una mirada recelosa, pero al analizar sus ojos, solo encuentro honestidad. Ella en verdad quiere protegernos, noto cierta admiración en sus iris brillantes en el momento en que conecta sus ojos con los míos. Aldiwarah nunca fue un imperio confiable, y esta mujer lo sabe.
Es una de las resucitadas. Con anterioridad trabajaba para la familia imperial de Aldiwarah. Murió en la Guerra en la que destruyeron este imperio, ella dio su vida por sus emperadores. Fue asesinada por un soldado aridiense tras ser atravesada con una espada envenenada.
—Gracias por la amabilidad —habla cortés mi compañero de viaje.
Lo único que soy capaz de emitir es una leve sonrisa un tanto incómoda como para indicarle que se retire. Pareciera captar mis intenciones al segundo, pues se reverencia de nuevo antes de regresar a su puesto de trabajo.
—Fue resucitada por Zhasira —le susurro a Ver. Me observa con incredulidad, pero termina asintiendo como si comprendiera el accionar de la mujer—. Dio su vida en nombre de la lealtad a sus emperadores, fue asesinada por un soldado de Abdrion. No somos tan bienvenidos aquí y ella lo sabe.
—Podemos confiar en ella —murmura con seguridad y yo asiento. Si bien no tengo acceso a sus recuerdos, sé que esa mujer no atentaría contra nuestras vidas. Su lealtad a los antiguos emperadores de Aldiwarah no le otorgó nada bueno a su vida.
Al ingresar por las puertas con detalles plateados y azules, somos recibidos por la figura de Zhasira sentada en lo alto de unas escalinatas dónde reposan unas mesas bajas y almohadones en el mismo tono de azul que vimos en las ropas de los guardias del puerto. Ella nos sonríe con amabilidad antes de continuar bebiendo su vino.
—¿Dónde está mi hija? —pregunto tajante. La veo hacer una pequeña mueca de disgusto con sus labios antes de suspirar profundo y apoyar su vaso de metal en la mesa más cercana a ella—. No volveré a repetir la pregunta, Zhasira.
—Buenas tardes a ti también, Luciale —ironiza antes de escudriñar con la mirada a Ver—. Me alegra que hayas pensado en preservar el bienestar de tu esposa. Espero que se encuentre bien.
Me acerco a las escalinatas con un andar que aparenta estar sereno, pero en realidad solo reprimo la furia que crece en mi interior conforme ella ignora mis peticiones de dejarme ver a mi hija. De llevarme a mi niña. Mi querida Vayannah nunca debió estar en este lugar, si tanto comprende que los niños no entran en las guerras, debería acabar con esto lo antes posible y dejar libre a mi bebé.
Los guardias que la custodian toman las empuñaduras de sus espadas como una señal de advertencia hacia mi persona. Mantengo una postura relajada mientras analizo a Zhasira con las manos cruzadas. A juzgar por su rostro, no hallo indicios de que se sienta intimidada por mi presencia, así como tampoco encuentro que ella se sienta culpable por algo. Pareciera no haberme mentido en ningún momento, ni siquiera cuando dijo que esperaba que Tree se encontrara bien.
Me extraña que los últimos descendientes del linaje imperial de Aldiwarah no se hayan presentado ante mí. Este inmenso salón de techo abovedado, de grandes ventanales rectangulares y de empinadas escalinatas de cristal, tiene el mismo valor que el salón de tronos de Abdrion. En este imperio, se ha creído que un trono demuestra debilidad, ya que reafirma tu posición superior sobre los demás; al utilizar almohadones, en los cuales solo puede sentarse la familia imperial, podrían llegar a crear este efecto que son personas comunes dentro de los ciudadanos del imperio.
No comparto esa idea. Es mejor dejar en claro siempre que hay diferentes posiciones dentro de la sociedad y que cada uno debe cumplir con sus respectivos deberes. De hecho, Nymra Polvest reafirmaría mi postura y aseguraría que mantener un estrecho vínculo con el pueblo puede desencadenar en tragedias si no se lo sobrelleva de manera correcta.
—Vayannah se encuentra bien, Luciale. Mi esposo la cuida en este momento, también una de las institutrices de las difuntas hijas de la familia imperial está con ella. ¿Me crees capaz de herir a una niña? —habla como si se sintiera ofendida por mis palabras.
—Nunca hemos dicho eso, Zhasira —interviene Ver, con tono gentil. Se acerca a mí a pasos serenos—. Solo estamos preocupados por nuestra niña. Deberías comprender la preocupación de una madre y de un abuelo, tú también en algún momento fuiste madre.
Disimulo mi asombro al oír al padre de mi querida Tree. Presiono mis manos con fuerza para no demostrar ninguna especie de expresión facial que delate que estoy sorprendida ahora mismo. Desconocía mucho sobre la vida de los Dioses Antiguos y Olvidados de Lilium. Sus historias se han perdido en los registros de nuestro universo. En ningún libro se mencionó que alguno de ellos llegó a tener hijos en su momento.
—Y es por esa misma razón que no permití que Shaperi se llevara a Vayannah —sisea, sus ojos claros se enfocan en mi rostro antes de sonreír con cierta tristeza—. Está bien, Luciale. Traigan a la princesa Vayannah, por favor. Es momento de que se reencuentre con su madre.
La mujer joven junto a ella asiente y se dirige hacia la puerta detrás de nosotros para desaparecer por ella. Al cabo de unos minutos, regresa junto a unos pasitos delicados y lentos que reconozco a la perfección. Incluso si estoy de espaldas, si no puedo verla, si intentan borrarme la memoria, yo siempre reconocería a mi hija. A mi niña. A mi Vayannah.
Sonrío emocionada cuando oigo que se suelta de la mano de la mujer que la trajo hasta aquí.
—¿Mamá? —pregunta con cierta duda en su voz infantil. Me doy la vuelta para obsequiarle una amplia sonrisa dulce y amorosa—. ¡Mamá!¡Abuelo!
Corre hacia nosotros y nos abraza a cada uno por separado. Conmigo se toma más tiempo de rodearme con sus brazos, de aferrarse a mí y yo a ella. Sus manos pequeñas palpan mi rostro en el momento en que me encorvo hasta su altura, como si quisiera confirmar que en verdad soy yo. Nada me hace más feliz que ver el brillo de emoción en sus ojos grisáceos, en sus cejas alzadas por la felicidad, en la sonrisa adorable que esboza en su rostro.
—¿Te han hecho algo, mi Vaynni? —susurro tan bajo que solo nosotras dos podemos escuchar. Ella niega con la cabeza, peino su cabello oscuro con mis dedos—. ¿Estás segura?
Asiente con una sonrisa confiada. Beso sus mejillas antes de regresar a mi postura recta, sin soltar su pequeña mano.
—¿Y mami?¿Dónde está? —cuestiona al no ver a Tree por ningún lado.
—Mami tuvo que quedarse en casa. Alguien debía cuidar nuestro hogar en tu ausencia y asegurarse de que Ire se encuentre bien, mi cielo —mi tono de voz se transforma en uno dulce y amoroso, ella asiente al comprender mis palabras—. ¿Cómo llegaste hasta aquí, Vaynni?
—Uh... —arruga las cejas al intentar recordar, su mirada viaja desde Zhasira hasta mí—. La mujer extraña que ví en mis sueños quiso mostrarme algo, dijo que las conocía a ti y a mami. No sé qué pasó, pero estábamos en un lugar oscuro. Y después vino la señora Zhasira con su esposo, dijo que es una amiga de mami.
Me quedo sin aliento cuando oigo que estas Diosas Antiguas y Olvidadas se presentaron como viejas amigas de mi esposa. Si bien considero que Zhasira tal vez lo hizo para que mi niña confiara en ella, Shaperi no lo dijo con los mismos fines. Me incluyó a mí también en su «vieja amistad» para que Vayannah confiara más rápido en ella.
—El esposo de la señora Zhasira dice muchas bromas, me agrada —finaliza con una sonrisa amable—. ¿Puedo volver en algún momento?
—Claro, mi cielo, pero primero debemos hablarlo con mami. ¿Si? —beso su frente antes de que ella me abrace otra vez, pero con más fuerza—. ¿Me esperas afuera con tu abuelo? Debo hablar algo con Zhasira.
Vuelve a asentir. Se acerca a su abuelo, quien la toma de la mano, y ambos salen por la puerta. Me tomo el tiempo necesario para asegurarme que se encuentran lo bastante lejos como para no oírnos.
—No iba a permitir que Shaperi le hiciera daño a una niña, Luciale —expone seria, su mirada se muestra firme a sus palabras—. Nunca me llevé a Vayannah con malas intenciones. Solo evité que Shaperi la hiriera o...
—Debo suponer que eres la más inofensiva de ellos, ¿No? —la interrumpo, con cierta sonrisa irónica—. Es curioso que afirmes con convicción que los niños no entran en las guerras, pero lo único que deseas es acabar con la familia Ditnov de Astenont. Hay niños allí, Zhasira.
—No lastimaré a ningún niño Ditnov —asegura con la mirada baja—. No repetiré los mismos errores que sus antepasados.
Supongo que fueron los antiguos Ditnov quienes acabaron con la vida de la descendencia de Zhasira y Kerathon Arino. Desconozco cuántos hijos tuvieron, sin embargo, eso no reduce el hecho de que fue un acto cruel. Las almas de los Dioses Antiguos y Olvidados de Lilium se alimentan del odio, del rencor, de la crueldad, de los sentimientos negativos que han reprimido durante años. No es de extrañar que ella ahora desee atacar Astenont, incluso si las personas que gobiernan ese imperio en este instante no le han hecho ningún daño.
—Los repites en el momento en que inicias una guerra contra Astenont, Zhasira —señalo con suavidad para no provocar su ira.
No obstante, ella no se lo toma como un ataque o algo por el estilo. Asiente con lentitud antes de elevar su mirada hacia mi rostro.
—Te pareces mucho a tu madre con esas palabras —murmura con una leve sonrisa nostálgica—. Nunca la conocí en persona, no viví en su tiempo, pero he escuchado mucho sobre la gran Dríhseida Arino. Anhelaba la paz y fueron sus mismas ansias de paz las que la llevaron a responder a los ataques de su hermana Mon. La paz no existe en este planeta.
—¿Esa es tu mayor razón para iniciar una guerra, Zhasira?
—Sé que en algún momento lo comprenderás, Luciale —suspira profundo—. Tu mayor amenaza en este momento es Shaperi y su ejército de esclavos. Sí, has oído bien, me refiero a ellos como esclavos porque no son más que personas que están atadas a una fe que no les proporcionará nada bueno nunca y porque son Dioses que han decidido creer en sus palabras vacías.
...
Rowan.
—¡Mami, mami! —oigo la voz de mi bebé y sus pasitos que corren hacia la cocina.
Chrystel me dirige la mirada, asombrada de la rapidez con la que han regresado de Aldiwarah. Yo, por mi parte, me mantengo inmóvil, incrédula. Mi corazón late tan fuerte que los latidos se cuelan por mis oídos, la felicidad que recorre mi cuerpo es inmensa y presiento que en cualquier instante lloraré.
Una sensación cálida se instala en mi pecho, me es inevitable no sonreír entre aliviada y emocionada cuando Vayannah me abraza con fuerza. Sus pequeñas y delicadas manos se aferran a mí, sé que todavía me llama, a pesar de que soy incapaz de oírla debido a que no pude salir de este estado de incredulidad.
—¡Mami! —me llama otra vez, logro salir de mi trance para sonreírle. No lo pienso dos veces antes de corresponder a su abrazo, pequeñas lágrimas se escapan de mis ojos—. Mami, ¿Por qué estás llorando?¿Qué pasa?
—Estoy muy feliz de verte, mi corazón —respondo honesta, me seco las lágrimas antes de peinar su cabello oscuro—. ¿Estás bien?
—Estoy bien, tu amiga Zhasira me pidió que te dé sus saludos y me dijo que espera verte pronto —dice sin conocer el significado real detrás de esas palabras. Disimulo el miedo que comienza a atacarme, me esfuerzo en sonreír para mi bebé—. Su esposo hace muchas bromas, me agrada. Me imagino que a ti también.
—Sí, él es agradable —miento antes de besar la cima de su cabeza, aún con mis brazos alrededor de ella.
Comparto una mirada recelosa con Chrystel antes de que mi mujer se presente en la cocina. Mi sonrisa se amplía al verla, tan radiante y elegante como de costumbre. Se acerca a nosotras a pasos acelerados para rodearnos con sus brazos, en señal de que siempre nos protegerá, sin importar lo que cueste.
—Vaynni, la tía Chrystel tiene un anuncio que darles a ti y a tu hermana —le susurra Lu antes de besar su mejilla—. Ahora mismo tu hermana está con las tías Laissa y Paularah, sin embargo, no tardará en venir.
—¿Puedo ir con ellas yo también? —pregunta con emoción.
—Claro, mi cielo —responde mi amor con dulzura—. Eso será más adelante, ¿Si? Por el momento lo más seguro es que ustedes vivan con nosotras, en el Palacio.
...
¡Buenas, buenaaas!
Discúlpenme por la tardanza, como les mencioné en Instagram, estuve enferma y la verdad no tenía ni ánimos para escribir. Me dolía todo el cuerpo, me sentía fatal a tal punto de estar medio aturdida todo el tiempo, pero ya estoy mejor 💕
No se preocupen, su escritora favorita todavía tiene muchos años por vivir JAJAJAJA
¿Cómo andan?¿Qué se cuentan?
¿Vieron que regresó Vayannah? REGRESÓ NUESTRA NIÑAAAAA
*gritito*
Yo sé que ustedes quieren que Zhasira entre en razón y se deje de mamadas con la guerra hacia Astenont, pero la señora parece no querer entrar en razón 😔
Sobre Shaperi, no se preocupen. Pronto se muere
¿Teorías?
En el próximo cap, Chrystel va a hacer su anuncio de embarazo con una celebración. Obvio que nuestras niñas van a estar re emocionadas por tener más primos 💕
(Sí, ellas consideran a los hijos de los mellizos Ditnov como sus primos. También al bebé de Meghan y Nymra)
Los amooo, les agradezco por la espera <3
Sin más que decirles, nos vemos el próximo viernes o sábado (depende de cuando tenga tiempo para escribir) con el nuevo cap semanal
Recuerden que el 26 de octubre tenemos una cita con Keatlyn y Einer 🫂✨
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