🖤 Capítulo 10. "El quinto imperio"

Luciale.

—¿Qué son las marcas en tu cuello, Luciale? —pregunta Vinavina tras seguirme hasta la biblioteca. Su voz se oye más que preocupada, a pesar de que hace un rato intentó mantenerse tranquila para no alarmar a Chrystel.

No respondo, enfoco mi atención en hallar todas las posibles enciclopedias y libros que contengan información sobre el antiguo quinto imperio. Sus tierras nunca fueron habitadas por diversas razones, una de ellas se relacionaba con la peligrosidad de los océanos que rodean esa inmensa isla que constituía a Aldiwarah. El océano skárdico está compuesto en su mayoría por venenos de los más tóxicos y casi mortales. Si deseo regresar lo antes posible, debo construir una embarcación que soporte ese tipo de magia.

La magia consume mucha de nuestra energía.

—¿Es algo de lo que debería preocuparme? —vuelve a preguntar, tajante por el hecho de que no emití palabra alguna. Apoya una de sus manos en mi hombro derecho y me veo obligada a dirigirle la mirada—. Luciale, no creas que no me doy cuenta que estás más distante que nunca.

—No es nada de lo que deberías preocuparte, solo necesito que mantengan vigilada a mi esposa en mi ausencia —es lo único de lo que soy capaz de decir. Mi voz no se oye para nada tranquila, sus ojos azules se angustian al percatarse de ello—. Confío en que podrán hacerlo.

—¿Cómo que ausencia? —me detiene, retira los libros de mis manos con suavidad mientras sus ojos azules no paran de analizar mi rostro en busca de alguna señal de que debe preocuparse—. ¿Qué vas a hacer?

—Voy a buscar a mi hija —murmuro con aparente serenidad. Alza las cejas con desconcierto, presiona sus labios con fuerza al notar mi calma—. Ya hice un trato. No me harán nada y tampoco pienso ir sola.

Por más que parezco tranquila, en estos instantes me estoy derrumbando por dentro. No he podido controlar el rumbo de mis pensamientos, por lo que lo único que he imaginado durante las últimas horas es que tal vez algo salga mal o surja algún imprevisto y yo termine aún más herida físicamente. Las quemaduras provocadas por la magia de mi esposa me han debilitado un poco, como si ella hubiese drenado parte de mi energía.

Observo a Vinavina con aparente inexpresividad, aunque mi labio inferior tiembla de manera leve y mis uñas se han clavado en las palmas de mis manos para buscar una manera de tranquilizarme por dentro.

Estoy aterrada de lo que pueda pasar. Mi rango de Diosa no me salvará de algún ataque de ellos, a pesar de que dudo que quieran hacer algo contra mí. Su principal objetivo es Astenont y sus emperadores: Einer y Einar Ditnov. Yo no les intereso en lo absoluto.

—¿Fue Rowan? —inquiere luego de unos minutos de silencio.

Inspiro profundo al oírla. La misma sensación de asfixia que sentí cuando mi esposa clavó sus uñas en mi cuello, regresa. No soy capaz de regularizar mi respiración o de lograr que el oxígeno ingrese a mis pulmones. Percibo una presión que aplasta mi pecho cada vez más conforme pasa el tiempo, la mirada de Vinavina se mantiene hincada en mi persona, como si analizara mi reacción para determinar una respuesta a lo que acaba de preguntarme.

—No quise mencionar nada porque ustedes se veían muy felices. Hubiese sido demasiado egoísta de mi parte interrumpirles su momento de felicidad con más preocupaciones —murmuro con una leve sonrisa al pensar que seré tía en unos cuantos meses. Los ojos azules de mi prima brillan con cierta tristeza al escucharme—. Casi me mata. No era ella, no era mi esposa, no era mi Tree. No me reconoció, ¿Sabes? No tenía idea de quién era yo y por ello me atacó, clavó sus uñas en mis manos y en mi cuello, su magia como bruja de sangre quemó gran parte de la piel de esas zonas. Tuve que utilizar mi habilidad de hipnosis para que me soltara.

Traga saliva de manera ruidosa. Sus manos se aferran a los libros que me ha arrebatado con una fuerza inhumana, sus nudillos llegan a tornarse blancos. Los músculos de su cuello se tensan en el momento en que vuelve a tragar saliva, ya no hay rastros de la felicidad de hace un rato en su rostro. Solo hay preocupación y temor.

—No pude utilizar mis poderes contra ella. Jamás podría —susurro antes de pasar mi mano por mi frente para suspirar profundo. Escucho como apoya los libros en una de las mesas cercanas y regresa a mí en unos segundos—. Shaperi sabe que Rowan puede matarme y yo jamás la detendría, Vinavina.

Me rodea con sus brazos de forma repentina, tardo un poco en reaccionar tras sentirme aturdida por su reacción imprevista para mí. Es evidente que los años han cambiado a Vinavina Arino y que ahora demuestra todo lo que siente por su familia, y lo mucho que le dolería llegar a perderlos. Antes ella me odiaba con todo su ser, hoy en día siente el impulso de abrazarme después de contarle que mi esposa estuvo a punto de asesinarme.

Correspondo a su gesto cariñoso y beso su frente con aprecio. Ella me sonríe un poco, se ve obligada a elevar su mirada dado que soy unos centímetros más alta que ella. Siempre he sido una de las más altas en esta familia.

—Chrystel siempre abraza a todos cuando se sienten mal —murmura luego de alejarse de mí. Su voz se oye cálida y amorosa al pensar en el amor de su vida, quién también es mi mejor amiga y hermana adoptiva—. Espero no haberte incomodado.

—Para nada —respondo tranquila, esbozo una sonrisa dulce—. Tú y ella serán unas hermosas madres, Vinavina. Me alegro tanto por ustedes y espero que sean muy felices en esta etapa que comenzará en sus vidas.

—Gracias —amplía más su sonrisa al oírme, se ve emocionada. Puedo verlo en sus cejas alzadas y en sus ojos un poco achinados, creo que el hecho de que pasa demasiado tiempo con Chrystel ha provocado que se mimeticen un poco. Mi mejor amiga también sonríe de la misma manera—. Tengo un poco de miedo, pero espero ser buena madre.

—El miedo es algo normal, sé que lograrás superarlo. Para lo que sea que necesiten, recuerden que Tree y yo estamos para apoyarlas —chasqueo los dedos para tomar los libros que ha dejado en la mesa. Necesito revisarlos lo antes posible—. Gracias por preocuparte por mí, Vinavina.

...

La figura de Ver Dreim aparece por el umbral de la puerta, señalo las sillas frente a mí como señal de que lo invito a pasar. Cruzo las piernas mientras espero a que se acerque, él se reverencia antes de hacerlo.

—Te he notado preocupada en el desayuno Luciale, ¿Ha sucedido algo? —cuestiona serio, como suele ser él. La única persona que ha logrado sacarle sonrisas honestas es mi mujer, a pesar de que hoy he visto que Chrystel ha logrado lo mismo.

—Mi hija está con el difunto matrimonio Arino que ocupó los títulos de Dioses. Zhasira y Kerathon —hablo con cierta frialdad, aunque un leve temblor se apodera de mi voz. Los ojos marrones de Ver se entornan en mi dirección, junta sus manos sobre la mesa para entrelazarlas—. Están en el quinto imperio. Nuestras sospechas han sido confirmadas.

—Hay ciudadanos del quinto imperio que se encuentran vivos, se han ocultado durante todos estos años. Otros han sido revividos tras la salida de los Dioses Antiguos y Olvidados de la dimensión que los mantenía encarcelados —señala pensativo, libera un suspiro cansado—. Los he visto, Luciale.

—¿Nos ayudarán? —inquiero, lo observo fijamente. Él no se inmuta ante mi mirada o mi tono tajante—. ¿Estás dispuesto a acompañarme hoy?

Sé que él me ha dicho hace días que es muy probable que aquellos que han sobrevivido a la caída del quinto imperio o que han revivido luego de los acontecimientos recientes, me ayudarán en esta guerra contra Shaperi. Sin embargo, la espina de la desconfianza aún está en mí.

—Claro que sí. La vida de mi nieta está en riesgo si no vamos a buscarla en los próximos tres días —murmura cabizbajo—. Ellos no le harán nada, pero si ella la encuentra...

—Ella no va a encontrarla. Llegaremos antes. Zhasira y Kerathon han hecho un trato conmigo, con ellos mismos. No incluirán a niños como daño colateral en esta guerra, repudian el accionar de Shaperi —siseo adusta, cruzo mis brazos. La sensación de asfixia me abraza otra vez, como si de nuevo mi esposa estuviera con sus uñas clavadas alrededor de mi garganta y yo le suplico para que me suelte de una vez. No logro olvidar su mirada, tan distante, tan asesina, el odio fulguraba en sus iris rojizas. Su parte como ninfa del sol me ama, pero su bruja de sangre me odia—. Mandaré a llamar a Rheilla Varsiova.

Abre sus ojos con sorpresa, sus cejas se arquean ante la mención de la hija de Pefther Koulliov y Venni Lairovst.

—¿No sería exponerla? Einer Ditnova te confió la vida de su mano derecha.

—Nunca dije que nos acompañará —sonrío calculadora—. Ella nos brindará información importante sobre Astenont para utilizarla en contra de Zhasira y Kerathon. No deseo más guerras en este momento y no pienso poner en riesgo la vida de una ciudadana aridiense que ahora se ha convertido en la emperatriz Keatlyn Trayshon de Astenont.

—Ten cuidado con lo que les dices —advierte serio—. Si Zhasira y Kerathon se ofenden, apoyarán a Shaperi. Son muy volátiles.

—Intentaré disuadirlos. Si no lo logro, habrá que recurrir a algo más fuerte —murmuro con cierta pena de tanto solo pensar en todo lo que han vivido Keatlyn y Einer en las últimas semanas tras las amenazas hacia Rheilla.

...

Rheilla se sube al carruaje que la llevará al Valle Infernal. Griseynna la acompaña luego de ser designada como su guardiana y protectora. No puedo permitirme que alguno de ellos desee rozarle un cabello a la mano derecha de las emperatrices de Astenont.

Zhasira y Kerathon no se atreverían. No ahora. No obstante, hay otros de ellos a los que desconozco y que tal vez se atreverían a cruzar las barreras de mi imperio.

Tree se aferra a mi mano en el instante en que el carruaje que nos llevará al puerto se frena frente a nosotras. Lleva presionando sus labios con fuerza desde hace veinte minutos, puedo oír sus latidos acelerados golpetear contra su pecho, puedo sentir su respiración entrecortada que intenta disimular. El hecho de que su mano se aferra a la mía es la prueba de que no está lista para dejarme ir al quinto imperio.

Ambas estamos más que aterradas por esto. No deseo ir sola, pero al mismo tiempo soy incapaz de exponerla a algún peligro que pueda atentar contra su vida. Shaperi está aquí, en Abdrion, dónde su magia es más débil por las barreras que nos protegen y que actúan sobre sus poderes. Si bien Tree es inmortal, la magia de ciertas especies puede debilitarla bastante y eso no sería nada bueno.

Si llevara a mi esposa al quinto imperio, Shaperi recuperaría toda la fuerza que ha perdido en este tiempo mientras se esfuerza en atormentar a mi esposa en este territorio.

—Si Vayannah no se encuentra bien... —susurra temerosa.

—Acabaré con cada uno de ellos y me dará igual lo que opinen los Dioses sobre mi decisión —susurro firme antes de besar la punta de su nariz.

Peino su cabello oscuro con mis dedos, el viento que sopla en estos momentos la ha despeinado un poco. Contemplo sus ojos cafés con ciertos brillos dorados conectar con los míos por varios segundos, casi un minuto. Ella me brinda una paz inmensa, es inexplicable lo feliz y serena que me siento cuando me encuentro a su lado.

Esboza una sonrisa suave, beso su frente con dulzura antes de abrazarla. Mis brazos rodean su cuerpo, la atraigo hacia mi pecho, siento su inspiración serena al rodearse de la calidez que desprendo.

—Volveré con Vayannah, ya verás —aseguro en un susurro, mis dedos se pasean por su cabello en una gentil caricia de esas que a mi esposa tanto le encantan—. Necesito que cuides a Chrystel en mi ausencia, que recibas las cartas de Ireena. Estoy segura que nos escribirá en las próximas horas.

—Te amo, mi Lu —musita sobre mis labios cuando eleva su rostro. Su aliento cálido y dulce acaricia mi rostro con delicadeza. Sonríe con serenidad—. No cometas ninguna locura, por favor.

—Nunca haría algo que pudiera llevarse mi vida, la tuya o la de alguien de nuestra familia —beso sus labios con suavidad, ella corresponde al gesto con cuidado. Sus dedos cálidos y delgados acunan mi rostro—. Te amo tanto, mi estrella.

—Vuelve con mi sobrina y cuídate mucho, Luciale —me dice Chrystel a un par de metros. Su brazo está enganchado al de Vinavina, mantiene una genuina sonrisa en su rostro pálido.

—Lo haré —asiento antes de regresar mi vista hacia mi esposa. Cada vez que la veo, sé que contemplo a la mujer más hermosa de este planeta y de todas las dimensiones. Para mí es la persona más bella que puede existir, una obra de arte en todo su esplendor—. Tengo que irme, mi estrella, pero no tardaré mucho. Te lo aseguro.

Me veo obligada a deshacer mi abrazo, a alejarme de ella y de mi familia. Mi corazón parecería encogerse con ese acto tan pequeño, pero tan significativo para mí. Hace once años jamás hubiese imaginado estar aquí donde me encuentro ahora, con esta familia, rodeada de amigos, casada, enamorada del amor de mi vida, siendo madre de dos preciosas niñas. Hace once años me imaginaba tan sola, tan lejana, tan rota, y ahora me siento plena. Estoy completa. Soy feliz.

Me consuela saber que volveré en poco tiempo, que parecerá como si jamás me hubiese ido, que regresará una de las razones de mi existencia. Mi hija volverá conmigo, a su hogar, al lugar que le brinda sonrisas y felicidad, junto a su familia, y lejos de cualquier peligro.

—Utilizarás tu magia para teletransportarnos hacia Aldiwarah —le digo a Ver una vez subo al carruaje.

—Espero no cansarme mucho —murmura.

Suspiro profundo, un escalofrío me recorre al pensar que estoy dejando al amor de mi vida sola, a merced de una Antigua Diosa que se encuentra más que furiosa y que anhela asesinarla, torturarla, tomar su alma, atormentarla. Soy consciente de que mi hermosa estrella es fuerte, y que podrá contra ella, pero me aterra pensar que no estaré para acompañarla si algo llega a ocurrir hoy.

Siempre la he acompañado. Desde hace diez años. Me rompe por dentro aceptar que ella estará sola hoy.

—Rowan estará bien —me asegura Ver, comprensivo—. Mi hija es una mujer fuerte, no temas en dejarla sola. Ella sabrá cómo actuar.

...

Rowan.

Ayudo a Chrystel a preparar la cena. Piensa cocinar filetes empanizados de pollo de soja —también llamados milanesas en la Tierra— con verduras cocidas al horno, como papas, zanahorias, morrones, cebollas, un poco de brócoli. De postre va a hacer una tarta de arándanos y fresas con chocolate.

Necesito despejar mi mente, hace varias horas que Luciale se ha ido en busca de nuestra niña y yo no tengo idea de cómo controlar estas ansias que siento de ir corriendo a buscarla. Mi estómago no ha parado de dar vueltas desde que se fue, el temblor de mis manos ha regresado, pero me esfuerzo en creer que no es así.

—¿Sabes? Pensé que le insistirías a Luciale de ir con ella —comenta Chrystel mientras corta las zanahorias en rodajas pequeñas—. Eres terca cuando te lo propones.

—Pero en este momento no —suelto una pequeña risita—. Alguien debe gobernar Abdrion en su ausencia y sería un riesgo para todos que yo saliera. Es mejor quedarme aquí.

—Te va a perseguir... —murmura al comprender mis palabras y yo asiento al saber que se refiere a Shaperi—. Pronto todo acabará. Estoy segura de ello.

—Eso espero —suspiro profundo mientras pico las cebollas. Me arden los ojos por ello, hace tiempo que no me dedicaba a cortar cebollas—. Lo bueno es que Ireena está bien y que a Vayannah no le han hecho nada.

—Hablando de Ireena... —habla Vinavina desde la puerta, Chrystel levanta la cabeza para brindarle una sonrisa enamorada—. Ha enviado una carta.

Me la entrega con delicadeza antes de besar las mejillas de su esposa y robarse una de las fresas ya cortadas que se encuentran en la bandeja de vidrio de la mesada de mármol. Chrystel se ríe al darse cuenta de ello.

Seco mis manos antes de abrir la carta de mi bebé. El aroma a rosas, similar a su perfume favorito, invade mis fosas nasales. He esperado este momento en los últimos días, deseaba saber que mi hija está bien y que sus tías le han brindado momentos de felicidad. Espero que hayan estrechado su relación de tías y sobrina, aunque puedo afirmar que Ireena las adora un montón a pesar de no verlas tan seguido. Siente una profunda admiración hacia Laissa.

Mami, mamá.

Perdón por no haberles escrito antes. La vida con las tías es bastante ocupada.
Las ayudé a cocinar, también estuve ordenando un poco la habitación que me dieron. Es bastante bonita y ahora es aún más bonita, la he decorado con magia.
Ahora tengo un retrato de ustedes en una de las paredes, las extraño.

La tía Laissa está un poco preocupada por su mamá, según la tía Paularah la mamá de la tía Laissa no se encuentra tan bien de salud. Espero que mejore pronto.
¿Ustedes podrían ayudarla si es posible?
Ojalá que se pueda.

Estoy aprendiendo a tejer, aunque todavía es bastante difícil para mí. Espero poder tejerles algo bonito pronto.
Las extraño mucho. También extraño a mi hermana, a los abuelos y a las tías.
Gracias por traerme con las tías Laissa y Paularah. Creo que me venía bien conocerlas mejor.

Las amo.
Las extraño.
Las quiero.
Traigan a Vayannah pronto.

Las ama,
su Iri.

Sonrío emocionada al terminar de leer la caligrafía un poco desprolija de mi bebé mayor. Saber que se encuentra bien es un mimo para mi alma atemorizada por todo lo que ha sucedido en estos días.

Extraño tanto a mi Iri. Extraño sus sonrisas, sus exigencias, su ceño fruncido cuando algo no sale como ella esperaba, sus antojos de comer pastel de chocolate a todas horas, sus risas cuando Vayannah o alguno de nuestros michi hijos hacía algo que le daba gracia.

El Palacio se ha sentido más solitario y silencioso que nunca desde que mis hijas ya no están aquí. Ni siquiera hace diez años se sentía tan vacío como ahora, como si algo faltara, como si una gélida capa invisible se hubiese posado sobre cada rincón de este lugar.

Los gatos también la extrañan. Mandarino se ha recostado en el sofá con una expresión decaída, Kelly y Klay no han salido de nuestra habitación, Perséfone se ha mantenido atenta a quienes entran y salen del Palacio, Hera ha maullado por cada rincón, y Sarah y Musa no han parado de perseguirme como si mi exigieran que trajera de vuelta a mi amada Iri, o a Vayannah. A cualquiera de las dos.

—¿Cómo se encuentra nuestra querida Ireena? —inquiere Vinavina, interesada.

—Ella está bien. Dice que nos extraña bastante y que espera poder tejernos algo bonito en los próximos días —sonrío mientras doblo la carta otra vez, los latidos de mi corazón se tranquilizan al observar a la bella pareja a mi lado—. Yo sé que ustedes también la extrañan.

—Es una niña muy especial, al igual que su hermana —opina Chrystel antes de continuar con la cena.

...

Sentí temor de cerrar los ojos por miedo de despertar otra vez junto a ella, la dueña de mis pesadillas de los últimos meses, aquella que me arrebató la felicidad y paz que tanto me había esforzado por conseguir. Sin embargo, mi temor no fue más fuerte que mi cansancio —tan inexplicable, se supone que al ser una ninfa del sol, no necesito descansar— y me dormí.

Me dormí.

Ahora estoy aquí de nuevo, en el páramo desolado que rodea las inmediaciones del castillo del quinto imperio: Aldiwarah. El gélido viento golpea contra mi rostro, como un recordatorio que mis poderes comienzan a distorsionar la realidad sin que yo lo desee así. Mi vestido se mece junto a la corriente fría que despeina mi cabello y congela mi cuerpo.

Puedo sentir su presencia. Detrás de mí. A unos metros. La he visto tantas veces que he logrado identificar el olor putrefacto que desprende, aunque hoy se encuentra mezclado con un aroma similar a las lavandas. Sus pasos son tan lentos y suaves, casi inaudibles, pero sé que está aquí.

—¿Lo ves a lo lejos, Electra? —susurra detrás de mí, su voz es áspera. Una de sus manos se apoya sobre mi hombro, sus afiladas uñas rozan la piel que no está cubierta por el vestido que llevo—. El castillo de Aldiwarah. El lugar donde está tu esposa.

Su dedo índice acaricia parte de mi hombro, siento el filo de su uña cortar mi piel de manera superficial. Me tenso al instante ante la mención de mi amada Lu, siento un escalofrío recorrer mi espalda, reprimo las ansias de sacudirme por ello. Trago saliva.

—Debo admitir que no me esperaba que te rindieras tan fácilmente. Pensé que insistirías en ir con ella —se mofa con cierto ápice de dulzura, como si en verdad sintiera pena por mí—. Hacen todo juntas, son un gran equipo. ¿Por qué ahora no?

—Me quieres a mí —susurro con una pequeña sonrisa burlona. Siento como su otra mano se apoya en mi hombro libre, la presión que ejerce sobre el provoca un ligero ardor en mi piel. Disimulo manteniéndome impasible ante su contacto físico conmigo—. ¿Crees que te llevaría al quinto imperio?

—¿No será que temes dañar al «amor de tu vida», Electra? —pregunta con sorna, su rostro se acerca al mío. No me muevo ni un milímetro, he descubierto que mientras más serena me muestro ante ella, se irrita aún más, pero también se cansa más rápido—. Porque ya le has hecho daño, ¿No es así?

—No tengo idea de qué hablas —siseo.

—Ya la has dañado, tu bruja de sangre interior anhela salir del encierro al cual la has llevado —una de sus manos señala mi corazón, presiona con ligereza sobre él—. Los instintos naturales son más fuertes que nuestra capacidad de razonamiento, Electra. Lo sabes muy bien.

Agarro su cuello de manera repentina, una fuerza inhumana me obliga a hacerlo. Mis dedos rodean su garganta, ejercen la presión suficiente para que sea incapaz de respirar por unos segundos. Me atrevo a rasgar su piel pálida con mis uñas afiladas, la sangre brota de las heridas de sus clavículas, cuello y hombros.

Sus ojos se abren con notable sorpresa ante mi accionar. A pesar de no inmutarme por fuera, por dentro siento que me quemo en vida. El dolor en mi cuerpo es insoportable, percibo un ardor que se extiende por mi cuello, por mis clavículas y por mis hombros, como si alguien me hubiese rasguñado de la misma manera en la que yo lo he hecho con Shaperi.

—Créeme, el día en que tus poderes como bruja de sangre se liberen, acabarás con todos a los que amas —sisea en el instante en que la suelto, se asegura de inmovilizarme para que evitar que yo vuelva a herirla—. Incluídas tu esposa y tus hijas. ¿De verdad deseas eso?¿De verdad quieres arrebatarles la vida?No importa cuánto lo niegues, la primera etapa de este largo proceso ha comenzado y tú eres la única que puede detenerlo. Ya sabes de qué manera.

...

¡Buenas, buenaaaas!

¿Cómo están esta semana? Espero que se encuentren bien

¿Teorías de lo que va a pasar? 👁️👁️

Se viene un momento de paz, pero después agarrense porque empieza el drama otra vez

Ya vamos a tener a Vayannah otra vez en el Palacio, wiii
Pero... ¿A qué costo?

¿Qué creen que quiere hacer Shaperi con Rowan? 👁️👁️

¿Rowan la matará?

¿Rowan lastimará a los que ama?

Se vienen capítulos oscuros después de la paz 😔
Pero bueno, ya saben cómo soy

Sin más que decirles, nos vemos la próxima semana. Los amo un montón y les agradezco por la espera ❤️‍🩹

Besitos y abrazosss

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