Lucifer

— ¿Pudiste comprobar con quién se reunió? — le pregunté a Yen que acababa de entrar a mi oficina después de pasar el día con Lux.
— No, ella y su amiga fueron muy cuidadosas, solo puede sentir la presencia angelical una vez, cuando fue al baño, pero Ana no me permitió acercarme.
— Entonces es un hecho, al menos pudimos confirmar que esa pequeña rata traicionera se está encontrando con alguno de mis hermanos.
— Sí, pero hay algo más que me inquieta.
— ¿Qué? — pregunte curioso.
— Su amiga— alce una ceja sin comprender — Ana parece estar al tanto de todo, de quienes somos, lo que somos, pero aún así no a salido corriendo, parece ser que comprende bien y la situación y esta de acuerdo a convivir con nosotros a pesar de todo.
— ¿Y?
— ¿No te parece extraño? ¿Cuando viste humanos tan valientes?— no respondí, pero pensé en sus palabras y analizando un poco mejor, Yen tenía razón, los humanos suelen ser cobardes y siempre que descubren la verdad tratan de huir, de mantener distancia, pero por algún motivo estas dos chicas no tienen intensiones de marcharse. — No creo que Lux sea humana, debido a lo que hemos comprobado de ella, pero tampoco creo que lo sea su amiga, hay algo extraño en su aroma, no es angelical, pero tampoco humano. No la logro descifrar.
— Mantenlas vigiladas, son demasiados secretos los que ocultan, no podemos bajar la guardia.

Yen asintió y se marchó dejándome sólo en mi oficina, me senté en mi silla y giré hacia el ventanal y observé la vista nocturna de la cuidad, era magnífica, los humanos sabían crear cosas bellas, sabían como agradar, como meterse bajo tu piel, eran como cucarachas, capaz de adaptarse y sobrevivir a casi cualquier cosa. Yo mejor que nadie lo sabía y por eso los odiaba, por eso la odiaba, odiaba que mis pensamientos siempre terminarán vagando hacia ellos, en su cabello dorado y resplandeciente como el oro, sus labios perfectos y seductores.

Basta, no puedes confiar en ella

Mi conciencia tiene razón, no puedo creer en ella, sabía, desde el primer momento que nos reencontramos que su apareció tenía algo que ver con mi padre, hoy todas mis sospechas fueron verificadas , pero a pesar de saberlo, aún tenía una gota de esperanza enterrada en alguna parte.
Deseaba que fuera una coincidencia o que al menos ella no supiera nada o no tuviera contacto con mis enemigos. Por estúpido quise volver a creer en ella y una vez más me defrauda.
Si mi padre acaba de realizar una jugada tan arriesgada, como ponerla a ella frente a mí, quiere decir que sospecha algo de mis planes, si no lo sabe ya, tendré que ser más rápido, esta vez no puedo fallar. En esta ocasión no puedo perder, no hay lugar para errores, ni para la debilidad, debo estar concentrado en mi meta.
Me disponía a salir de mi oficina cuando mi secretaria entró con una pequeña caja.
— Un empleado trajo esto, dice que es de parte de la señorita Lux. — le hice un gesto con la mano indicando que se retirará y ella obedeció.

Me acerque a la mesa donde había depositado la caja y la abrí, dentro había un pañuelo blanco y una tarjeta.

Alguna vez escuche a los hombre quejarse de no poder entender a las mujeres, y hasta este momento yo nunca había experimentado esa situación, pero luego de leer la tarjeta no puede parar de preguntarme en qué estaba pensando esa chica, que ideas rondaban por su pequeña y frágil cabecita, de donde sacaba el coraje para ponerme paz luego de reunirse con mis enemigos, o de donde le nacía la valentía para ordenarme ser puntal, no sabía si la chica era demasiado valiente o demasiado estúpida, pero eso no me evitó sonreír al volver a leer la nota y mientras sostenía el pañuelo en mi mano y que me deleitara con su fragancia.
Pensé en negarme y no asistir, pero la curiosidad por saber lo que estaba planeando era demasiado fuerte, así que puntualmente a la hora indicada me dirigí al penthouse  donde se alojaba,  toque la puerta una vez y de inmediato escuche el repique de sus tacones en el piso. Lo primero en lo que se centro mi vista fue en sus labios , pintados de rojo vino.
— Bienvenido — saludó obligándome a mirarla a los ojos, esos ojos tan claros como el cielo, cuidadosamente maquillados — Adelante, la cena esta lista. — Se apartó de la puerta dejándome espacio para entrar, di solo un paso, deteniéndome frente a ella  observándola con descaro, se había vestido de negro, se había puesto mí vestido negro. — Considéralo una oferta de Paz. — dijo a modo de explicación al ver que la observaba.
Sabía que le quedaría bien, pero nunca imagine que se vería tan hermosa y malditamente sexi. Me obligué a concentrarme, no estaba allí para eso. Retome mi camino hacia el interior de la habitación, en el centro había una mesa con la cena, tome asiento y ella hizo lo mismo. Cenamos en silencio bajo las opacas luces de la habitación.
— Creo que es hora de que te expliques. — rompí el silencio luego de tomar mi copa de vino y probarlo. — me invitas a tu habitación de noche a cenar, en este ambiente tan intimo, podría pensar que intentas seducirme. — sonrió mostrando su perfecta dentadura.
— Eso quisieras, pero no, estamos aquí para hablar de negocios. No tiene caso mentirte así que seré directa y sincera, Miguel me pidió que me acercará a ti, dice que tienes un plan malvado y me necesitaban para distraerte. — lo sabía, fue lo primero que gritó mi mente, es una traidora y siempre lo será.
— ¿Por qué me lo cuentas? A dónde quieres llegar o qué planeas ganar.
— Una cosa a la vez — alzó su copa y bebió — no confío en Miguel por eso te cuento.
— ¿Y confías en mí?
— Tampoco, pero quiero respuestas y él no parece interesado en dármelas.
— Así que esperas que te las dé yo. ¿Por qué debería creerte?¿ Por qué iba a confiar en  ti y decirte algo cuando es evidente que estás del lado de mis enemigos?
— No estoy del lado de nadie, estoy en el medio de su guerra y seré la primera en caer, necesito escoger un lado, pero para hacerlo, necesito saber la verdad. Necesito conocer tu verdad. — se puso de pie y recorrió la distancia que nos separaba, tomo mi mano entre las suyas — ayúdame a entender todo esto, ayúdame a entenderte.