- Noche -
Ace se puso el collar. No era como si desconfiara de Marco, pero había escuchado muchas historias donde los Omegas eran marcados mientras dormían, porque los instintos de los alfas se activaban cuando estaban dormidos y, cuando la mañana llegaba, todo era un desastre.
—¿Siempre llevas uno, yoi? —Marco no podía estar más feliz; iba a compartir su cama con Ace.
—Sí, todos en mi familia, solo por seguridad. No es que desconfiemos, pero todo Omega debe llevar uno para las peleas o para evitar incidentes —Ace le explicó mientras se sacaba la camisa y sacaba su pijama de la mochila.
—Sí, lo entiendo. Si no mal recuerdo, creo que Thatch también tiene uno, pero no deja que nadie entre a su cuarto, así que no lo usa, yoi —Ace arqueó la ceja.
—¿Ni siquiera a Izo? —Marco sonrió.
—Izo es el más prohibido de todos aquí; a Thatch parece no gustarle su aroma, yoi —Ace rió por lo bajo.
—¿Es posible que no te guste el aroma de tu alma gemela? —Marco miró impactado a Ace.
—¿Thatch es el alma gemela de Izo? Pero... él lo habría dicho. Llevamos años viviendo juntos; él nos dijo que aún no florecía nada, yoi —Ace no pudo evitar reír; por eso se llevaba tan bien con el cocinero, eran muy parecidos.
—Yo lo vi claro cuando lo rescaté. Tal vez solo se siente un poco presionado para que funcione; después de todo, viven en el mismo barco y son parte de la misma familia —Ace rió, sentándose en la cama ante la cara desconcertada de Marco.
—¿Tú no te habrías abierto conmigo si te hubiera unido, yoi? —El razonamiento entró en el cerebro del rubio.
—¡Pero por supuesto que no, Marco! —Marco se sentía mal por estar feliz de que Ace no se hubiera unido aún a la familia y que el destino le hubiera dado otra oportunidad.
—¿Por qué no, yoi? —Ace no pudo evitar sentir su corazón latir al sentir los ojos de cachorro lastimado.
—Porque yo iba a ser el nuevo y tú eras el comandante. Teníamos puestos diferentes, estancias diferentes y además parejas destinadas. ¿Y si no funciona? Estaremos siempre mirándonos incómodos —Marco lo pensó. Solo había pensado en lo positivo; parece que Ace pensaba en positivo y negativo.
—¿Así que eres más inteligente de lo que pareces, yoi? —Marco rió al sentir cómo era golpeado por una almohada y un Ace sonrojado.
—¡Claro que soy inteligente, Marco! No es como si fuera un ignorante o algo así —Marco rió; le gustaba mucho más el Ace juguetón que el Ace enfadado con él.
—Está bien, está bien, no estoy dudando de tu inteligencia, yoi —Marco rió y le quitó la almohada a Ace, tomándolo por las muñecas. El más joven estaba sonrojado mirando, pero Marco no podía quitar los ojos de los labios de Ace. ¿Si daba otro paso ahora... no se enojaría?
—¿Marco? —Ace miraba muy nervioso cómo poco a poco sus labios se acercaban. El rojo iba subiendo cada vez más y sus labios estaban uno contra el otro, pero no quería rechazarlo; abrió su boca para que Marco hiciera cualquier cosa.
—Mmmh —Ace se soltó de las manos de Marco, pero se agarró de la camisa del rubio. Cuando por fin su boca fue liberada, estaba tratando de conseguir un poco más de oxígeno, completamente avergonzado.
—¡P-perdón, no te enojes conmigo, yoi! —Ace no podía con la jodida ternura que le daba Marco.
—Está bien, no estoy enojado, es solo que no suelo... besar a la gente, muy poca —Marco estaba celoso. ¿Alguien más había besado a Ace?
—¿Alguien más te ha besado, yoi? —Ace se puso un poco nervioso ante la mirada intensa de Marco, mientras él repartía besos en sus manos.
—¡Ay! —Ace miró su muñeca; ¡Marco le había hecho una mordida temporal!
—... —Ambos se miraron en silencio.
—¿Me marcaste? —Ace no se lo podía creer; Marco era de los celosos.
—Yo... Uggghh, soy de lo peor. Nunca me había pasado, pero la idea de alguien más besándote me volvió loco —Ace bufó. Alfas, pero por alguna razón no le molestaba que Marco lo hubiera hecho, aunque quería que la balanza se equilibrara, así que extendió su mano.
—Dámela —Ace miró serio a Marco.
—¿Qué es lo que quieres, yoi? —Marco no entendía, pero fuera lo que fuera, se lo daría a Ace.
—¡Pues tu mano! Tú me marcaste, así que yo te voy a marcar —Ace gruñó por lo bajo.
—Pero... ¿No es como confirmar que eres mi pareja, yoi? —Ace lo miró a los ojos.
—¿Me marcaste sin querer ser mi pareja? —Ace se dio la vuelta ofendido—. Y yo pensé que no eras como los otros alfas idiotas —Ace se estaba haciendo la víctima, pero Marco lo tomó por la cintura, sentando a Ace en sus piernas, chocando el pecho del rubio con la espalda del pecoso.
—¡Claro que quiero que seas mi pareja! Aquí tienes, yoi —Ace sonrió al ver cómo Marco le daba su mano para que pudiera morder a gusto. La tomó entre sus manos y lentamente acercó su boca, dando una leve mordida. La marca temporal del Omega no era tan fuerte como la del Alfa; en realidad, el Alfa ni siquiera la sentía, pero para la mandíbula del Omega era un poco más complicado.
—¡Listo! Ahora eres mi novio y te haces cargo —Ace ronroneó en el cuello de Marco.
—¡Ace, yoi! —Marco estaba sorprendido; nunca había escuchado a Ace ronronear.
—¿Qué? —Marco sonrió y ambos se fueron a dormir abrazados.
A la mañana siguiente, Marco estaba buscando su camisa de ayer, pero no la encontraba, así que se puso otra. Cuando Ace se levantó, Marco supo dónde estaba su camisa.
—¡Ace, esa es mi camisa, yoi! —Marco no podía esconder la sonrisa; Ace llevaba su ropa, con su aroma.
—¡Muy tarde! —Ace se escapó de la habitación. Marco se sentía tan feliz; tenía que convencer a Ace de quedarse. No quería que se fuera y esto terminara.
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