- Familia -
- ¿Qué harías si el rey de los piratas tuviera un hijo? - Y por un momento todo en la mente de Barba Blanca cuadró. ¡El karma le había devuelto el golpe al hijo de perra de Roger, un hijo por un hermano!
- Yo creo que sería un chico muy amable, que merece vivir sin que los pecados de su padre lo amarren - Ace miró al mar en estado de shock. ¿Este viejo estaba hablando en serio?
- ¿De verdad estás diciendo eso? - Ace parecía querer correr y eso hizo que el otro hombre se sintiera mal.
- ¿Por qué pensarías otra cosa? Después de todo, soy un emperador del mar, entre piratas no nos miramos así - Ace se sonrojó, tenía razón, los piratas no pensaban lo mismo que la gente común del rey pirata.
- ¡Ace, ven aquí, tu medicina está lista! - White Bay llamó al pecoso para que bajara. Ace obedeció mirando al hombre que sentía.
- Gracias... - Fue un susurro, pero a la chica le bastó.
- Una después de cada comida sin falta, y necesitas tener pequeñas siestas de vez en cuando durante el día, ¿Entendido? - Ace asintió, le debía una a esta chica. Del bolso en su pierna sacó una moneda, una moneda de cobre, se la entregó y la chica la observó con cuidado. - Si alguna vez necesitas un favor de un mercenario, dales esta moneda y diles que vas de parte de As de Picas.
- Eso es genial, gracias Ace - Ahora que por fin tenía el medicamento, podía ser libre. No esperó a que el hombre siguiera preguntando y simplemente se fue, después de todo, ya había cumplido con su parte del trato.
- Y ese mocoso se volvió a escapar - Shirohige suspiró. Claramente, al chico de fuego le era difícil de roer.
- Así son todos al inicio, ¿Acaso no recuerdas a Namur y Thatch? - Whitey Bay se alejó de su padre riendo, mientras el hombre se acomodaba de nuevo en su asiento, pensando en qué debía hacer con el nuevo mocoso.
- Bueno, supongo que por fin podré estar tranquilo - Ace decidió que tomaría una pastilla ahora, y después a la hora de la comida se comería la otra y sucesivamente sería así para nivelar las cosas.
- ¿Te dieron medicamentos, ¿no? - Marco se acercó lo más amable que pudo el pecoso.
- ¿Te importa? - Ace casi gruñó.
- Ace... No soy malo - Ace miró por el rabillo del ojo al hombre piña. Claro que no era malo, solo era un tipo idiota.
- No eres malo... Marco, solo soy un poco nervioso. Eso es todo - Marco levantó la vista sorprendido. Ace nunca le había dirigido la palabra así.
- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? - Marco se acercó despacio con las manos arriba para que el Omega no se asustara.
- No...- Ace se sonrojó un poco por la nueva cercanía del rubio.
Marco se percató del sonrojo y no pudo evitar sonreír.
- ¿¡A quién le sonríes tanto!? - Ace se ruborizó con los brazos cruzados sobre su pecho.
- No es nada, solo me pareces realmente lindo - Ace sintió que su corazón se le iba a escapar del pecho. ¡Él odiaba los alfas idiotas!... Pero Marco no parecía ser un Alfa idiota.
- ¡Yo no soy para nada lindo, soy As de Picas, uno de los mercenarios más grandes de todo el mundo, uno de las mejores Omega mercenarios, la palabra lindo no entra en mi definición! - Ace dio un pequeño gruñido.
- Bueno, en mi definición de, ¿Cómo es Ace?, la primera palabra que llega a mi cabeza es realmente lindo. - Ace no se dio cuenta en qué momento Marco lo tenía acorralado con un brazo en la pared.
- Bueno, cuando a mí me preguntan cuál es la definición de Marco, la primera palabra que llega a mi mente es testarudo. ¿Ya te dije que no quiero tener nada cierto? - Ace se estaba cerrando de nuevo. Marco sintió que tenía que retroceder, no quería forzar nada, pero también sintió que esta era su oportunidad.
- ¿Puedo tener por lo menos una cita contigo? - Ace se sintió realmente acojonado. ¿Él? ¿Una cita? Usualmente tenía un montón de alfas acosadores detrás de él, pero nadie nunca le había pedido una cita. Usualmente los alfas creían que podían llegar a su lado, tratar de dominarlo y morderlo. Claro que todos esos idiotas se iban con algún labio partido y algún ojo morado. Marco era el primer Alfa en pedirle una cita. No podía evitar que la idea le gustara un poco.
- ¿Una cita? - Miró un poco inseguro al rubio.
- ¡Solo una cita, una oportunidad! - Marco parecía realmente esperanzado. Ace no sentía que pudiera negarle nada al pobre chico.
- Bien, pero solo una oportunidad. Te veo a la noche - Ace se escapó hasta su habitación dejando a Marco parado.
- ¿Él te dijo que sí? - El chismoso de Thatch apareció detrás de él batiendo una especie de crema.
- ¡Él me dijo que sí! - Marco sacudió al pobre cocinero que no dejaba de reír. Marco se alejó rápidamente del lugar para ir a pensar en qué podía hacer para la cita.
- ¿A él le dijeron que sí? - Izo apareció al lado del cocinero que no podía dejar de reír.
- Parece que el pequeño petardo está comenzando a abrirse con nosotros - Thatch se relajó al lado del Alfa.
- Bueno... Ellos van a tener una cita, ¿A ti no te gustaría tener una cita? - Thatch soltó una carcajada profunda.
- ¿Una cita con quién? Yo no tengo marca - Izo vio cómo el cocinero se iba. Él y el hombre de cabello castaño eran unas de las pocas personas en el mundo sin tener una marca de alma gemela, papá les había dicho que había mucha gente que no las tenía, pero que también podría aparecer a lo largo de su vida, que la de él había aparecido en su vejez.
-Ya no quiero esperar tanto tiempo..." - Izó suspiró, no le interesaba si su marca aparecía ahora o no aparecía nunca, él quería vivir su vida al lado del cocinero, del que estaba enamorado.
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