- Conviviendo -

Ace se sabía cada uno de los caminos que podía recorrer por las tuberías de los Barba Blanca, pero ahora no estaba evitando a nadie; si lo hacía, se vería como un cobarde.

- ¿Ace? - Oh, bueno, ese era Thatch.

- ¿Sí? - Ace aún mantenía un poco de distancia con el cocinero.

- ¿Puedes acompañarme a la cocina? Necesito hablar un poco contigo. - Ace asintió siguiendo al cocinero; estaba buscando un lugar para anidar, aunque la camisa de Marco le daba más seguridad.

- ¿Qué es lo que sucede, Thatch? - Ace aún trataba de mantenerse lo más formal que podía.

- Marco habló conmigo hoy en la mañana, algo sobre mi alma gemela. - Ace asintió.

- ¿Izo aún no sabe que es tu alma gemela? - Ace movió su cabeza confundido; era la primera vez que veía el rojo vivo subiendo a las mejillas del castaño.

- Claro que sabe que soy su alma gemela, tiene mi letra en su cuerpo, pero no sabe que yo tengo su marca. Él cree que es una de esas marcas platónicas. Quería pedirte lo mismo que le pedí a Marco, ¡por favor no le digas nada! - Ace no lo entendía, pero no era quién para decirle qué hacer al mayor.

- Está bien, no tengo ningún problema. ¿Puedo preguntar por qué? - Ace tenía curiosidad.

- ¿Quieres un trato? - Ace desconfió un poco, pero hizo un ademán con su cabeza para que el cocinero siguiera hablando.

- Tú tienes que hablar un rato con papá, y luego yo te contaré lo que quieras. - Ace asintió, no tenía problema con eso.

- ¿Algo más? - Eso no era realmente un reto.

- Oh, tienes que venir a las reuniones de comandantes. - Thatch le sonrió a Ace.

- Pero no soy un comandante, ¿por qué debería ir a ellas? - Ace se sentía como en una trampa.

- Porque estás cumpliendo las funciones del comandante de navegación, solo por rutina, Acey. - Ace lo miró a los ojos y asintió.

Se levantó de la silla y caminó hacia Barba Blanca, que estaba mirando a sus hijos. Se subió de un salto al reposavasos y Banshee no pudo evitar mirarlo curiosa.

- ¿Por qué estás ahí, Ace? - Banshee llamó la atención del pecoso que estaba retando con la mirada a Shirohige.

- Una apuesta con Thatch. - Ace miró a Barba Blanca que rió; claro que Thatch tenía que estar detrás de eso.

- ¿Pasas el día conmigo, mocoso? - Ace no pudo evitar sentirse avergonzado. Ahora no había enemistad, era solo este hombre mayor tratándolo como uno de sus niños.

- Sí... - Ace solo miró al mar, por alguna razón se sentía en paz. Poco a poco, el día pasó, y solo podía mirar el sol esconderse en el mar.

- Ace... hijo, ¿por qué estás llorando? - Shirohige se dignó a preguntar al ver que ya estaban solos.

Ace se estremeció y se llevó las manos a la cara, balbuceando y secando sus lágrimas. No se había dado cuenta.

- Perdón, haz como que eso no pasó. - Ace le pidió a Barba Blanca.

- No puedo, Ace. ¿Qué es lo que te duele? - Ace miró a los ojos del hombre. Cuando lo secuestró, lo veía como si fuera... ¡el peor! Pero ahora era como si fuera... su papá.

- ¿Por qué nos quieres tanto? Somos niños rechazados, nadie nos quería, solo era yo y mis hermanos. Luego llegué a los mercenarios y éramos los chicos y yo... todos contra el mundo. La Marina quiere mi cabeza a toda costa, arrastré a mis hermanos... debería haber muerto en el parto. - Ace abrió los ojos cuando un terremoto lo sacudió, se asustó.

- No te atrevas a decir nunca más que no mereces estar vivo, Portgas D. Ace. - Ace quería llorar más. - Eres mi hijo, no me interesa lo que digas, eres mío, mi hijo Omega, y no me importa lo que la Marina quiera. No arrastraste a tus hermanos, porque son piratas de Barba Blanca de nacimiento, y si la Marina quiere a cualquiera de mis hijos va a tener que aprender a cruzar maremotos. - Ace tenía la boca abierta... Shirohige era un hombre respetable, era su padre.

- Sí... papá. - Ace agachó la cabeza ante el hombre que lo miró con ternura y le dio un abrazo.

- ¿Entonces te quedas, hijo? - Shirohige soltó al joven ya más calmado.

- Voy a hablar con los demás sobre quedarnos... pero si no, ¿aún puedo mantenerme en contacto y llamarte papá? - Ace estaba avergonzado y Barba Blanca se rió con todo.

- Claro que puedes, hijo mío, claro que puedes. - Ace se escapó, había perdido la apuesta con Thatch, pero tenía que hablar con sus hermanos. Se metió en el cuarto de Deuce donde estaban todos.

- ¿Ace? - Cornelia lo miró preocupada al ver los ojos rojos de su hermano.

- Barba Blanca... es mi padre. ¿También es el de ustedes? - Ace preguntó y todos lo miraron.

- Sí... es mi padre. - Kukai suspiró avergonzado.

- Sí. - Todos los demás asintieron.

- ¿Nos quedamos? - Ace les preguntó a todos y comenzaron a hablar, cuando los comandantes entraron.

- ¿Sí se quedan, yoi? - Ace le sonrió a Marco.

- Estamos hablando de eso. - Ace rió por lo bajo.

- No me gusta estar siempre en el mar, sabes que me gusta tomar misiones. - Ducky Bree suspiró.

- Sí, pero también tenemos la oportunidad de navegar. - Leonero se estiró.

- No me gusta que me sigan a todos lados. - Banshee cerró sus brazos sobre su pecho.

- ¡No es nuestra culpa que seas tan buena cocinera! - Ace se rió por la reacción dramática de Thatch.

- ¡Me siguen! - Deuce le dijo a Ace.

- ¡Ha pasado tiempo desde que tenemos hermanos tan jóvenes, estamos un poco emocionados! - Se defendió Haruta.

- ¿Qué tú no eres más joven que nosotros? - Ace lo miró impactado.

- ....

- ¿Por tu tamaño? - Respondieron todos al mismo tiempo.

- ¡Soy más grande que todos ustedes! ¿A quién están llamando enano, pequeño, diminuto, hormiga...? - Haruta iba a seguir chillando pero Vista le puso una mano en la boca y lentamente lo arrastró lejos de la habitación.

- ¿Eso... es normal? - Todos miraron con los ojos abiertos a los comandantes que sonrieron y se fueron.

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