- Comedor -

Ace se sentía muy extraño, acababa de abrir sus ojos después del periodo de celo con Marco. Se sentó en el nido y se estiró como un gato, luego miró a sus lados, pero no encontraba a Marco, no estaba en el nido. No sabía por qué, pero su corazón se apretó, su labio comenzó a temblar y cuando menos se dio cuenta, estaba llorando.

—¿Ace yoi? —Marco salió del baño y rápidamente se acercó al pecoso, estaba asustado por saber la razón por la cual Ace estaba llorando—. ¿Qué pasa, luciérnaga yoi?

—Yo... pensé que te habías ido —Ace se abrazó a Marco, que sobaba su espalda. Suspiró, Ace solo estaba sensible por la nueva marca en su nuca.

—¿Por qué me iría si acabo de enlazarme con el omega más hermoso de todos los mares, yoi? —Ace dejó de llorar y miró a Marco, que lo besó.

—¿Ya es de día? —Ace se soltó de Marco, mientras el alfa se vestía. El de pelo negro se levantó del nido y cuando se levantó, inmediatamente sintió un dolor en la espalda y terminó en el piso.

—¡¿Ace yoi?! —Marco rápidamente tomó a Ace por la cintura y lo sentó en el nido otra vez—. ¿Estás bien, yoi?

Ace estaba avergonzado hasta la muerte.

—Sí... solo, necesito un momento —Marco sintió la vergüenza de su omega a través de la marca, se sentó al lado de él y ubicó su mano en la espalda baja de Ace—. ¿Qué estás haciendo? ¡AH!

Ace se sorprendió cuando un fuego azul comenzó a esparcirse por su espalda; de alguna manera ya no le dolía.

—Tranquilo, mi fuego no quema, es curativo, yoi —Ace se sintió mucho mejor, y como agradecimiento le dio un beso en la mejilla. Después fue al baño para poder vestirse. Ace no se dio cuenta, pero durante su camino al baño, Marco no separó sus ojos de su trasero.

Cuando Ace salió del baño, Marco le dio una de sus camisas para que se cubriera todo lo que le había hecho anoche.

—Gracias —Ace se puso la camisa y ambos salieron del cuarto, Marco con su mano sobre la cintura de Ace, camino a tomar el desayuno con su familia.

Cuando entraron al comedor y se sentaron, Barba Blanca tenía una sonrisa en la cara, y cuando Ace examinó a los demás, en especial a Thatch e Izo, se dio cuenta de que ambos habían pasado por lo mismo, con la excepción de que faltaba una mordida, pero bueno, cada quien a su tiempo.

—¿Hay algo que tengan que decirme? —Shirohige miró con una sonrisa a sus hijos.

Ace se sonrojó y miró a Marco, que le sonreía a su padre.

—Ace y yo somos oficiales, oficiales de marca, yoi —Ace se sonrojó cuando los chiflidos de sus hermanos comenzaron.

—¿Y cuándo vamos a ser tíos? —Deuce codeó por un lado a Ace. Ace se prendió en fuego. ¿Deuce quería jugar con fuego? Sí, hermanito se iba a quemar. Dio vuelta la cara para sonreírle maléficamente.

—¿Cuándo le vas a decir a Jozu que ya sabes que son almas gemelas? —Deuce se atragantó con el pan, nadie sabía qué fue lo que pasó, pero el chico ya no estaba.

—¿A dónde se fue? —Haruta miraba para todos lados impactado.

—Bueno, en realidad Deuce, Cornelia, Ace, Kukai y Barry tienen la misma y extraña habilidad de meterse en algún agujero o tubo para escapar de algo incómodo —explicó Aggie 68, mientras los otros silbaban. Lentamente, del comedor Jozu se levantó y salió; tenía que buscar a un joven peliazul.

—¿Hijos? —Todos miraron a Barba Blanca—. Vamos a parar en una isla de invierno —Ace sonrió, él era bueno en los climas invernales. Bueno, él era bueno en todos los climas. Rápidamente todos comenzaron a hablar sobre eso—. Recuerden dejar sus informes esta noche —Shirohige sudó y miró a otro lado, los comandantes miraron nerviosos a Marco y Ace no lo entendía.

—¿Por qué todos miran así a Marco? —Ace le preguntó a Thatch mientras se levantaban para cumplir con sus deberes.

—Porque Marco es muy estricto con los papeleos, ni siquiera ser su pareja te salvará —Thatch se escapó corriendo. ¿A qué se referían con eso? Él ya había hecho su papeleo. Tenía la idea de que si quería jugar debía cumplir primero con sus deberes; eso fue gracias a los mercenarios, que eran muy estrictos con los papeleos de las misiones.

—Bueno... —Ace vio cómo todos se iban y eso también incluía a Marco. Fue a su habitación para arreglar su nido, ordenar todo. Como no tenía mucho más que hacer y le pareció extraña la advertencia de Thatch, decidió adelantar algunos papeles así solo tendría que rellenar algunas informaciones.

El reloj en su escritorio demostró que ya eran las 8 de la noche. Caminó por todo el barco hasta llegar a la habitación de Oyaji. Tocó dos veces y escuchó el "pasa", entró y ahí estaba Marco, regañando a Oyaji por ser demasiado blando con sus hermanos.

—¿Ace? —Shirohige no pensó que el chico fuera tan valiente como para entrar con Marco así de enfadado.

—Sí... Dijiste que entregáramos el papeleo en la noche —Ace se lo entregó a Oyaji, que se lo dio a Marco, que lo revisaba impactado. Todo estaba perfecto.

—¿Quién te enseñó a hacer esto, yoi? —Marco se acercó a Ace, que miraba todo muy confundido mientras Oyaji se reía.

—Pues, en los mercenarios son muy estrictos con el papeleo y aprendí a hacerlo —Ace se sorprendió cuando fue abrazado por Marco, que lo miraba como si fuera un ser místico.

—Ace, cásate conmigo, yoi —Ace lo miró más confundido y miró a Shirohige para buscar ayuda.

—¿Papá? —Ace miraba a Marco, que no lo soltaba.

—¿Te casarás con Marco, hijo? —Su padre no dejaba de reír.

—Pero... primero tenemos que comprometernos —Marco se levantó y se fue—. ¿Qué le pasa, papá?

—Creo que pronto vas a recibir una pedida de mano —Ace suspiró.

—Pero aunque también sea tu hijo, tiene que pedirte la mano a ti —Shirohige y Ace tuvieron sonrisas malvadas.

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