- Cita -

¿¡De verdad le había aceptado una cita a Marco!?, Y ahora tenía que ver qué diablos hacía. ¿Y va a tener una cita con alguien que lo acababa de secuestrar? ¿Qué diablos estaba pasando en la cabeza?

No, había reevaluado su situación un montón de veces en su cabeza. Definitivamente, esto no era síndrome de Estocolmo. Su marca de alma gemela lo estaba llamando, se estaba enamorando.

¡Pero él era un mercenario! Pertenecía al gremio, ¡no se supone que debía enamorarse!

Marco le había pedido a Thatch que hiciera algunos postres para la cita que tenía hoy con Ace. Sabía que al chico de fuego le gustaban los dulces. Había pensado en cambiarse, pero no quería que Ace pensara que era demasiado.

- ¡Y si él piensa que soy un idiota yoi! - Marco caminaba de un lado a otro mientras Namur lo observaba con una sonrisa divertida.

- ¡Ustedes dos están destinados! Aunque él piense que se está enamorando de un idiota, no hay mucho que se pueda hacer. ¡Están unidos por el destino! - Marco le sonrió a su hermano. Él tenía razón, todo iba a salir absolutamente bien. Había esperado por muchos años a su media naranja y por fin estaba aquí.

- ¡Todo va a salir horrible! - Ace se estaba pasando las manos por la cara. ¿Acaso estaba teniendo una cita con uno de sus secuestradores?

No pensaba arreglarse, solo iría hacia él, le diría que eso era un maldito error, esto no estaba pasando.

Ace se levantó de un salto, rápidamente se encaminó al lugar en el que se encontraría con Marco. Se encontró al rubio en la barandilla y se acercó a él lentamente. Se sentía un poco nervioso por toda la situación.

- ¿Marco? - el hombre de una mirada perezosa se dio la vuelta para verlo con una sonrisa.

- Ace, ¿todo bien? Yoi - Ace levantó una ceja. Tenía entendido que ellos pensaban que solo era un niño, pero podía sentir claramente el haki de los otros idiotas espiándolos.

- Bueno, solo quería decirte que... En realidad no estoy muy seguro de esto. Eres mi secuestrador, o algo por el estilo, aún estoy tratando de lidiar con la situación - Ace se apoyó en la barandilla al lado de Marco.

- Oh... Si te incomodo yoi - Marco parecía realmente decepcionado y hizo sentir al pecoso como si hubiera pateado un pequeño cachorro.

- ¡No! - el chico de las pecas se sorprendió por su propio grito, avergonzado ante la sorpresa de los ojos de Marco, simplemente volteó la cabeza para otro lado con un mohín en la cara. - No me incomodas, solo que ahora estoy lidiando con esto... Tengo algunos problemas con los alfas.

- ¿Problemas? ¿Qué tal si comenzamos hablando sobre eso, así sabré qué límites no debo pasar yoi? - Ace se puso rojo. Era la primera vez que un alfa se preocupaba por saber qué era lo que no le gustaba.

- Bueno, básicamente lo que todos los omegas hemos pasado: acoso, intento de abuso, algunas cosas así. No digo que sea normal, pero en el mundo de la piratería y de los mercenarios es a lo que nos atenemos. Algunos logramos defendernos y otros... Solo tienes que esperar no terminar como los otros - Marco se sintió mal. Era su alma gemela. Él debía estar ahí en cualquier momento para defenderlo, pero no lo había hecho. Aunque en ese momento no hubiera conocido a su pareja, el simple hecho de no haber podido defenderlo lo hacía sentir mal.

- Lo siento mucho, debería haber estado ahí para ti yoi - Ace suspiró.

- ¿Eres alguna especie de dios o algo por el estilo? - Marco abrió los ojos sorprendido mirando al portador de las llamas.

- No, pero... yoi - el rubio no encontraba qué responder.

- Entonces no te sientas mal. Conseguí a gente que me defendía, gente buena que me enseñó muchas cosas. No eres un dios para saber todo lo que sucederá, ni para poder modificarlo. Gente mala hay en todo el mundo, Marco. Uno solo tiene que estar listo para detener el impacto cuando te empujan - Marco se sintió sorprendido por la sabiduría que tenía Ace a tan poca edad. Claramente, era un comandante.

- Sí... Me alegra que estés bien yoi - Ace sonrió. Muy poca gente se alegraba de que el hijo del demonio estuviera ahí.

Entonces, recordó que tenía que decírselo a Marco, pero no quería tener un lazo con uno de sus secuestradores. Si le daba información así de importante sobre él, entonces, ¿qué sería lo siguiente?

- ¿Ace yoi? - Marco levantó su mano para tocar a Ace, pero el pecoso se retrocedió callado, mirando hacia otro lugar.

- No debería estar abriéndome así contigo, esto es conflictivo. Ustedes me secuestraron, me alejaron de mi gente, pero por alguna razón me cuidan y son tan malditamente amables que me siento mal rechazarlos - Ace gruñó por sus propios pensamientos. Era un mercenario, ellos no dudaban, iban directo a la yugular y luego pensaban.

- Bueno... En realidad, solo es un pequeño secuestro. Si al terminar los tres meses ya no quieres estar aquí... No te vamos a obligar a quedarte, aunque en realidad sí me gustaría mantener el contacto contigo - Ace suspiró. No iba a hablar más con ellos. Tenía que terminar. Tres meses. Era ganar o perder y él siempre ganaba.

- Adiós, Marco. Tal vez podamos ser amigos cuando todo esto termine - Ace se alejó lentamente para ir a encerrarse en su cuarto. Iba a terminar estos tres meses de una vez por todas.

Y eso fue lo que sucedió. Ace se mantuvo discreto, no causaba ningún problema y simplemente aceptaba el alimento encerrado en su habitación. Rechazaba cualquier acercamiento, y se cumplieron los tres meses.

¿Estás seguro de esto, hijo? - Shirohige sentía que debía contener al chico, no debía dejarlo ir.

¿Tres meses fue el trato, no es así? La siguiente isla está enfrente, solo tengo que irme por ahí hasta los mercenarios - Shirohige y los barba blanca solo vieron cómo la figura del joven pecoso se alejaba de ellos.

Es la primera vez que alguien completa los tres meses - Thatch suspiró cuando vio cómo Marco se iba decepcionado. Se le había roto el corazón a su hermano.

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