Capítulo 4
-Aah... -soltó un jadeo de cansancio, respirando aire en grandes cantidades para poder seguir
Su respiración era entrecortada. Estaba cansada y hacía frío, pues se acercaba el invierno para la ciudad de Liberio, pronto nevaría, sin embargo eso no detuvo los entrenamientos de Annie.
La rubia pateó la madera que estaba envuelta en sábanas, dando apariencia a un saco de boxeo. Ese día le tocaba reforzar la fuerza de sus piernas y equilibrio al momento de patear.
-Sigue así... ¡Annie! -le llamó la atención cuando vio que ella hizo un mal movimiento. La rubia corrigió su error y siguió pateando con todas sus fuerzas tratando de no equivocarse
-¡Esa es mi hija! ¡Sigue así, Annie! -la rubia de unos, aparentemente, once años ya se había cansado y a pesar de poseer resistencia física, ya no aguantaba más el dolor que sentía en sus piernas- ¡Sigue y no te detengas! -le exigió
Ella reunió fuerzas de donde le quedaban y volvió a patear fuertemente, hasta el punto de sentir que el hueso de su tobillo crujió. Apretó los dientes ahogando un grito de para después caer desmayada.
-¡Annie! -exclamaste preocupada. Corriste hasta ella, poniendo su cabeza en tu regazo- Padre, haz exagerado con su entrenamiento.
-¡No lo entiendes, Tn!
-No, no lo entiendo. -respondiste con seriedad- ¿Por qué tratas así a Annie? ¡Sólo es una niña!
-Lo sé, pero es necesario hacer esto.
-¿Por qué dices eso? Yo ya estoy siendo entrenada como soldado de élite, ¡es posible que hacienda a capitana dentro de unos años!
-Es diferente, tú no vas a participar como candidata a guerrero honorario...
-¡Pero puedo postular! -contraatacaste- ¡Ya no le sigas exigiendo más a Annie!
-No puedes, ya haz dado tu palabra para soldado de alto mando, no queremos más desgracias en la familia si cambias de opinión. Hemos quedado marcados por culpa de tu madre.
-No es cierto, a mí y a Zeke nos consideran como los niños milagro, además le pedimos al comandante Magath que todo permanezca en secreto e inventara rumores para que no perjudicaran a la familia. -tus palabras no hicieron efecto en él, ya que obtuviste una negación de su parte
-Gracias a esos rumores falsos tu hermana no sabe nada respecto a su madre, pero tarde o temprano sabrá la verdad...
-Yo me encargaré de contarle la verdad en su debido tiempo, pero... Por el momento tendré que mentirle con respecto a ella.
-... Tú también ves el parecido entre Annie y tu madre, ¿verdad?
-Se parecen mucho -admitiste. Tus ojos se abrieron a tope cuando una teoría descabellada pasó por tu cabeza- No me digas que... Tratas de esa manera a Annie sólo por el parecido con nuestra mad-
-¡Ella ya no está, la enviaron a Paradis! -te interrumpió abruptamente, provocando que bajaras la cabeza intimidada- Lo hago por ustedes, si Annie logra convertirse en un titán quedaremos salvados y podré estar tranquilo sabiendo que tú y Annie son soldados fuertes... Por eso debo entrenar a Annie hasta la última gota, ¿entiendes?
-No le exijas tanto, sé que esto también involucra el parecido que tiene con mi madre y lo estás haciendo por despecho. Eres duro con ella...
-Igual no parece importarle, siempre lleva su cara seria.
-No. La vida la hizo así padre, pero Annie tiene sentimientos como todo ser humano. -respondiste molesta, cargando a la menor en tu espalda
-Al menos es sincera y no una doble cara como su madre. -escupió él con desprecio
Se aproximó hacia ti y quitó a Annie de tu espalda, para posteriormente cargarla al estilo nupcial. El señor Leonhart entró a casa sin importarle que esas palabras te habían afectado, pues aún te dolía el hecho de que tu madre haya fingido quererte sólo para cumplir su objetivo, ya que después de todo tú eras la que pasaba más tiempo con ella.
Le seguiste el paso luego de unos segundos. Entraron a la casa para recostar a Annie en su cama y antes de que éste se fuera a trabajar, te dio indicaciones de cómo debías cuidarla y especificó cómo debías preparar la comida, ya que eras tan distraída que podías quemar la cena.
-Lo siento, Annie, debí interceder más antes. -te disculpaste viendo los moretones en sus piernas
-Hmmm... -se removió entre las sábanas- Onee-chan, ¿no estabas con tu novio? -te atragantaste con tu propia saliva al escucharla
-N-no es mi novio, Annie. -te fue inevitable no tartamudear ligeramente- Emmm... Yo vine a ver tu entrenamiento con nuestro padre, después iba a verme con Zeke.
-Vaya, tuviste que posponer tu cita con tu amado Zeke por mí. -soltó divertida- Debo de sentirme halagada, supongo.
-¡Hey! -reprochaste- No digas esas cosas, aún soy una niña.
-Eres una adolescente. -te corrigió- Pero prefiero que estés con ese pensamiento de que aún no es hora, así estarás más tiempo conmigo.
-Annie...
-No lo volveré a repetir si eso es lo que piensas.
-Ay, ¡qué mala!
-Nunca vi a una adolescente haciendo berrinche aparentando ser una niña de cinco años.
-... Mejor voy a cocinar. -diste media vuelta indignada
-¡No! -exclamó deteniéndote
-¿Qué? Voy a prepararte lo que te gusta como recompensa por tu entrenamiento. - dijiste con una sonrisa
Tenías una relación cercana a tu hermana y ambas se apoyaban pese a las dificultades que tuviste que pasar en tu infancia. Annie, al igual que Zeke y Tom, no permitieron que te volvieras una persona fría o distante, ya que siempre permanecieron a tu lado, dándote alegría y la dicha de tenerlos.
-¿Querías algo más? -Annie bajó la cabeza
-Sólo no vayas a quemar la comida. -con esas simples palabras te dejó ir, preparándose tanto mental como físicamente para lo que venía después de comer tu menú
-Está bien. -respondiste desde la cocina
-Un día de estos me va a descomponer el estómago. -susurró Annie para sí misma
[...]
-¡Nooo! ¡El arroz se quedó como carbón! ¡¿Y ahora qué hago?!
-¡Tn! ¡Lo estás haciendo mal! -te regañó un rubio
-Zeke, mi hermana me va ahorcar si descubre que quemé el arroz, ¡y ni hablar de mi padre! -tu presión bajó- Estoy muerta. Además, quemé su olla favorita.
El rubio cenizo soltó una carcajada al oírte, pero con solo una mirada lo hiciste callar.
-Está bien, yo te ayudaré. -unas horas más tarde Zeke también quemó el arroz, claramente ambos no sabían cocinar
Abrazaste a Zeke, ambos pidiendo consuelo mutuo.
-Disculpa Zeke, no sé cocinar. -ocultaste tu rostro en el pecho del rubio
-Yo tampoco, pero ya aprenderemos. -recargó su barbilla en tu cabeza
-Si..
-¡Ewww! Si van a comportarse así, les pido que sea fuera de esta casa porque me dan ganas de vomitar, hasta siento que puedo ver corazones alrededor de ustedes dos. Ewww. -repitió con una mueca
-Annie. -tartamudearon ambos separándose al instante
-No entiendo porqué no se hacen novios, ambos se han confesado.
-Pues... -Zeke rascó su oreja, desviando la mirada
-Pero en caso de que sean novios... -miró con una expresión sombría al rubio- Si le haces daño a mi onee-chan te mato, Zeke Jaeger.
Antes de que pudieras regañar a Annie, esta salió prácticamente corriendo a su habitación. Al parecer ya se había recuperado.
-Vamos a comprar comida. -propusiste para cambiar de tema- Mi padre me dio dinero de emergencia.
-¿Esta es una emergencia? -tu estómago sonó
-Puez para mí sí es una emergencia. -reís te avergonzada
-No tienes remedio, Tn Leonhart. -sonrió-Vamos, tengo algo importante que decirte.
-Claro, ¡pero tú compras el helado!
-¡¿Qué?! La última vez hiciste que me quedara en quiebra. -soltaste una risita y buscaste el dinero que te dio tu padre
Salieron de compras al mercado de Liberio, sin darse cuenta que los estaban siguiendo.
-Miren, ahí están. -susurró Pieck
-Hay que darles un empujón, ¿no creen? -propuso Reiner
-Hmp. -fue lo único que soltó Annie
-Annie, ¿por qué estás tan tranquila? Tú no querías que Tn estuviera en una relación. -dijo Marcel
-Ella quiere a Zeke, no puedo hacer nada más que ayudarles si eso la hace feliz. -respondió
-Ya veo, entonces eso significa que ya haz hecho algo anteriormente, ¿verdad? -cuestionó Pieck con sospecha
-Solo dije que se dejaran de jueguitos tontos... Tal vez eso haya herido el orgullo del mono, pero también lo habrá incentivado para que dé el siguiente paso.
-Eres muy noble, Annie. -todos miraron a Berthold- Díganme que no lo dije en voz alta...
Negaron con la cabeza. Berthold se escondió en la espalda de Reiner avergonzado.
-Como sea, también dije que me daban ganas de vomitar si volvían a ponerse cursis delante mío. Por primera vez en mi vida pude ver un aura de corazones, ¡agh! -exclamó con una mueca de asco
-¡Annie! -regañó Marcel
-Pero... Si ese mono se atreve a sobrepasarse con onee-chan, lo castro. Eso también los incluye a ustedes. -Porco, Marcel, Reiner y Berthold se taparon dicha zona, pasando saliva con dificultad
Mientras que ellos discutían, ustedes ya habían terminado las compras. Estaban en un parque, ambos parados bajo un árbol de sakura.
-¿A qué me has traído aquí, Zeke? -preguntaste con desconcierto
-Emmm, yo... -balbuceo nervioso. Sonreíste tranquila, logrando calmar al rubio un poco. Éste se rascó la oreja nervioso, hasta que finalmente se armó de valor
No había vuelta atrás.
-Tn, tú... ¿Aceptarías ser mi enamorada? -preguntó en un tono más seguro. Abriste los ojos sorprendida, causando que Zeke se sintiera más ansioso
-¡Claro que sí! -respondiste casi de forma automática, abalanzándote sobre Zeke. El rubio te tomó de las mejillas y te dio un tierno beso en los labios
Pronto se escucharon aplausos por parte de los demás, provocando que ambos se separaran, viendo a los niños salir de su escondite.
-¿Qué hacen aquí? -preguntaste extrañada
-Venimos a darles un empujón -explicó Marcel-, pero al parecer no hizo falta.
-Al menos ya no van a andar coqueteando. Era incómodo ver las miradas de bobos que ponían. -habló Porco cruzado de brazos
-Tonto. -Annie y Marcel le dieron un golpe en la nuca
-¡Auch! Últimamente tienen mucha fuerza. -se quejó
-No peleen. -pediste con una sonrisa divertida por la escena
-Ya, dejen a esos tontos de lado y dígannos... ¿Para cuándo es la boda, eh? -Pieck movió sus cejas de arriba hacia abajo
-¡¿Eh?!
-¿Y el anillo pa' cuando? -preguntó Marcel siguiéndole el juego
-Aún somos muy jóvenes. -respondió Zeke con seriedad
-Es verdad. -apoyaste- Ahora tengo que hallar una manera de decírselo a mi padre sin que mate a Zeke.
-Él los iba a comprometer de igual manera. -respondió Annie restándole importancia. Viste confundida a Annie, pidiendo una explicación- Nuestro padre me contó que desde pequeños los iban a comprometer. -explicó con brevedad
-¿Por qué no me dijiste antes? -cuestionaste con algo de molestia, mas la rubia volteo su mirada hacia otro lado- ¡Hey! Responde. -te siguió ignorando, a lo que bufaste en signo de rendición, hasta que una idea te vino a la cabeza, provocando que sonrieras internamente- Ya veo... Entonces Annie será la que me llevará al altar y cuidará a mis hijos.
Apenas dijiste eso tomaste la mano de Zeke, él volteó su cabeza para todos los lados, esperando que nadie se diera cuenta de su sonrojo, ya que debía de dar un aspecto seguro y estricto ante los demás, aunque contigo ese objetivo no eran tan fácil.
-T-Tn. -tartamudeo leve, para luego carraspear, aclarando su garganta- ¿Y si le vas entregando a Annie su regalo? -susurró con nerviosismo, notando como Annie iba a abalanzarse sobre él si seguía tocando tu mano
-¡Oh, es cierto! Ten, Annie. -soltaste a Zeke y le entregaste una bolsita de tela a tu hermana
-¿Qué es esto?
-Un regalo, ábrelo cuando quieras. -Annie asintió, dándote las gracias
Los amigos se separaron para ir a sus casas, pero ambas fueron acompañadas por Zeke, quien se ofreció a amablemente, sin importarle la mirada asesina que Annie le mandaba.
-Hasta mañana, Zeke. -te despediste con un beso en la mejilla
El rubio se llenó de valor y te dio un corto beso en los labios en modo de despedida. Se notaba que eran nuevos en eso, su primera relación.
-Hasta mañana, Tn.
-¿Pueden dejarse ya de cursilerías? Qué fastidio es lidiar con esto. -comentó Annie, apareciendo por la puerta
-Pero tú nos ayudaste a que estemos juntos. -contraatacaste con cierto tono de diversión
-Y me estoy arrepintiendo de eso, en serio es raro verlos así de juntos. Agh. -dijo mientras fingía tener un escalofrío
-Nosotros no actuamos así siempre. -negaste
-Claaaro.-contestó con sarcasmo, hasta que su expresión cambió repentinamente por una más severa- Igual eres consiente de que, una vez ya tengas pareja oficial, ya no pueden cambiar de opinión...
Annie parecía tomarse más serio el tema del noviazgo, ya que depués de todo, estaba mal visto que una mujer ande con varios novios. Por ello, apenas se veía una pareja por las calles todos sabían que era algo serio, pues eso conllevaría al matrimonio con el pasar del tiempo, era como una forma de decir que durarían para toda la vida.
-No hay problema con eso, yo quiero a Zeke desde que éramos pequeños y quiero estar a su lado. -soltaste con sinceridad, teniendo un brillo en tus orbes azules
Sabías que esa era la cultura de Marley y también en todo el mundo, ya que la mayoría de mujeres sólo tenían un novio durante toda su vida, algo así como encontrar al indicado y oficializar su relación saliendo por las calles tomados de la mano.
-Qué linda. -pensaron Zeke y Annie al oírte
-Entremos, onee-chan. -Annie suspiró- Ah, tú también, Zeke.
-¿Yo? -se señaló
-Sí, tú. -respondió adentrándose a la casa- Papá los está esperando para oír explicaciones. -miró a Zeke amenazante- Y debes de decirle a nuestro padre las intenciones que tienes con onee-chan. Sino son buenas te matamos los dos.
-Mi padre no le hará nada a Zeke, o eso creo... -susurraste lo último para ti misma
-Todo por Tn. -se repetía Zeke en su mente
-Bueno, mejor entremos a mi casa. -dijiste, él asintió con algo de duda
Apenas entraron vieron que el señor Leonhart estuvo atento a todo lo que hacían, manteniendo un rostro serio, poniéndolos nerviosos a ambos. Finalmente decidió hablar.
-Ya estaban comprometidos. -soltó el mayor como si nada
-... ¿Qué? -parpadeaste un par de veces con desconcierto
-Después de la tragedia de la familia de Zeke... -hizo una pausa, mirando de reojo a Annie, ya que no quería que sospechara de "La desgracia de la familia Leonhart", como él decía- Los señores Jaeger y yo hicimos un acuerdo, un mes antes de ese suceso.
-¿Por qué no me dijiste antes? Lo hubiera entendido.
-Esperábamos el momento indicado, Tn. -suspiró sobando su entrecejo- Tal vez hasta tus dieciocho años.
-Está bien, creo... -respondiste dudosa. Era un día demasiado feliz como para arruinarlo
-¿Qué? ¿Aceptas así como si nada?
-Si, pero tengo una condición... -cambiaste tu semblante a uno avergonzado- Quiero pasar más tiempo con Zeke, sin que alguien nos vigile o siga. -dirigiste tu mirada hacia Annie
-Únicamente es para pasar tiempo con él, ¿verdad? -arqueó una ceja- Si es así, no hay problema. -asentiste alegre, conteniéndote en darle un abrazo a tu padre, pues le desagradaban las muestras de afecto
Luego de aclarar algunas cosas, conversaste con Zeke de manera animada. Ambos metidos en su propio mundo.
-Sé que mi pequeña es inocente e ignora las cosas repugnantes que hay en este mundo, a diferencia de Annie, aunque igual estoy aliviado de que Annie no se haya enamorado de nadie. -pensó el señor Leonhart viéndolos fijamente.
-Gracias, onee-chan. -agradeció la rubia por segunda vez en el día, desde la soledad de su habitación, sentada en el borde de su cama
Había una envoltura decorativa tirada en el suelo y un yoyo en sus manos, ese era el regalo que le diste, pues una vez te había dicho que le gustaría tener uno.
Annie sonrió sinceramente, poniendo como objetivo protegerte y apoyarte pese a todo, aún si todo el mundo se volvía su enemigo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top