Capítulo 1. Una versión de mí que desconozco
AMELIA
El alcohol me empieza a hacer efecto. No voy borracha, solo estoy contenta. Todo por haber visitado un pub. Había buena música así que, aparte de hacer el tonto y reírme de las bromas de Shane, también he bailado un poco con él. John ha intentado bailar conmigo, pero yo no tenía muchas ganas, por mucho que adulara mi forma de moverme. Estoy acostumbrada a que lo hagan: doce años de clase de baile hacen que, como mínimo, todas las miradas recaigan sobre ti cuando te mueves en la pista. Lo dejé el año pasado por culpa del instituto. Mi padre creía que pasaba demasiado tiempo bailando y que tenía que centrarme en mi futuro. Tenía razón. Shane celebra por todo lo alto que hace dos semanas cumplí los dieciocho. La verdad es que cualquiera creería que el cumpleañero es él.
John ha propuesto que vayamos a ver a su amigo al trabajo. Solo son las doce. El rubio me está poniendo nerviosa. No deja de agarrarme de la cintura y pegarme a él, yo me río y lo separo, pero creo que piensa que estoy jugando. No es así. No quiero nada con él, por muy guapo que sea.
Cuando llegamos al pub, John me arrastra hasta la barra y llama a su amigo. Me siento y apoyo los brazos en la madera a la espera del chico. Cabe decir que ya he perdido a Shane de vista, y eso que acabamos de entrar. Debí suponer que me quedaría sola en cuánto viera a un chico guapo. Suspiro y bajo la mirada, no tenía que haberme dejado convencer para venir aquí.
—¡John! ¡Has venido! —La voz del chico es grave, pero acaramelada. Se me hace increíblemente irresistible y alzo la mirada para ver quién habla.
—¿Qué tal, Jake? —John le tiende la mano y enseguida se enfrascan en una conversación a la que soy ajena, pero no puedo evitar observarlos.
El tal Jake no se ha percatado de mi presencia y, por primera vez en mi vida, me siento totalmente embaucada. Tiene el pelo ondulado y cae en una melena despreocupada un poco más corta por los lados. Me encantaría enredar los dedos en ella. Sus ojos son verdes... o azules, no estoy muy segura, quizá una mezcla de ambos. Hermosos, de todas formas. Este chico fue dotado con una belleza muy personal y, tal vez, ese es el motivo por el que nadie más en el lugar lo observa con tanta admiración, y eso me hace pensar que, quizá, solo es especial a mis ojos. John le dice algo y él sonríe a la vez que levanta una ceja antes de responder. Ese gesto me vuelve loca.
¿Será esto amor a primera vista? Porque me pasaría la vida mirándolo.Bueno... estoy exagerando. Gracias alcohol por hacer que me sienta como un personaje de Nicholas Sparks. Me siento estúpida.
Me digo a mí misma que debo dejar de mirarlo antes de que se dé cuenta. Aparto la mirada y resisto el impulso de volver observarlo. Entonces, se da cuenta de que estoy ahí. Un escalofrío me recorre el cuerpo y creo que se ha percatado de la irremediable atracción que siento por él.
—John, perdón. Debo atender a esta chica —le dice al rubio y se acerca a mí.
«No te sonrojes, no te sonrojes, no te...».
—¡Si viene conmigo! —contesta John, que vuelve su atención a mí. —Pues menudo compañero de fiesta eres. —Jake le echa una mirada de desprecio a su amigo—. No salgas con este tonto. —Vuelve a mí y me guiña un ojo—. Deja que yo te invite a algo.
Para mi sorpresa, su mirada me hace sonreír y veo que tiene un lunar debajo del ojo derecho. Esto no me lo esperaba, en absoluto.
—Gracias, pero puedo pagarme las copas.
—Acéptalo. —Apoya los antebrazos en la barra para prestarme más atención—. Venga. No te dejaré pagar, así que...
Alzo una ceja.
—¿Por qué no?
—No aceptaré tu dinero.
—Ya veo quién manda aquí. —Lo miro de reojo con una ligera sonrisa dibujada en el rostro. Estoy jugando.
Se ríe.
—Más quisiera yo. Manda él. —Señala al jefe que está al otro lado de la barra preparando unas cervezas. El chico vuelve a mí—. ¿Me dejas invitarte?
Tardo unos segundos en contestar y él aprovecha para mirarme fijamente.
—Está bien.
Quiero hacerme de rogar, pero no puedo.
Él sonríe y veo que sus ojos son más azules que verdes. El tiempo pasa volando, me habla sobre él y yo lo hago sobre mí. Por lo visto, tiene un año más que yo, pero está en el último año de instituto porque repitió curso cuando era pequeño. Enfermó y faltó a muchas clases. Le encanta su trabajo, pero el jefe le pone nervioso. Yo le menciono que todavía no sé qué estudiar.
—Jake, me voy a hablar con unas chicas por allí abajo —anuncia John antes de acercarse al oído de Jake y cuchichear. Sé que habla de mí. Comparten un gesto cómplice antes de que el rubio se marche y nos deje solos. Jake vuelve su atención hacia mí.
—Por cierto, no me he presentado, soy un desastre. —Hace una pequeña pausa y agarra una carta de cócteles—. Soy Jake.
—Amelia, encantada. —Me siento muy cómoda con él y me gusta hablar con él. Es agradable.
Me da la carta.
Se inclina y me besa en la mejilla a modo de saludo, justo cuando estrecha mi mano. ¿Por qué me besa la mejilla? Por primera vez en mi vida siento la tentación de moverme hacia la derecha y que sus labios se estampen contra los míos, pero no lo haré.
—Escoge lo que quieras de aquí. Te demostraré que soy el mejor preparando cócteles. —Suena divertido
—Entonces, sorpréndeme y hazme tu mejor bebida.
Sonríe.
—Está bien. No te arrepentirás. —Me quita la carta y se marcha a hacerlo.
Se aleja y, de espaldas a mí, lo prepara sin despegar la vista de lo que hace. Intento fijarme en la elección de los ingredientes, pero no puedo verlo. Su jefe pasa junto a él y le dice algo, a lo que él asiente. Enseguida me despisto y me quedo embobada con su espalda y su culo. Nunca me había sentido tan atraída por el trasero de una persona, aunque quiera apartar la vista, no puedo. Es como un imán.
Maldito Shane, ¿dónde está? Necesito que me salve de hacer una locura porque, si le gusto a este chico, creo que será capaz de llevarme a su cama y yo de quedarme hasta después del amanecer.
Pruebo el cóctel; está buenísimo. No tardo en notar el vodka y la menta. Creo que lleva algo de naranja y quizá pomelo, no lo sé.
—¿Te gusta?
—Sí. —Alzo la vista, y él sonríe. Me sonrojo más.
Bajo la mirada de nuevo jugueteo con mi pelo.
—Eres preciosa —susurra mientras me mira a los ojos. Me pierdo en su mirada.
«Tú sí que lo eres».
—Gracias. —Sonrío como una tonta.
Hablamos un rato, pero, sobre todo, bromea y me hace reír. No deja de trabajar al mismo tiempo y me percato de que quiero salir de aquí con él cuando acabe, así nada nos interrumpirá. Estoy muy bien a su lado y me gustaría que esto no quedara en algo de una sola noche. Algo en mi interior no quiere que se olvide de mí, así que hago lo impensable.
—¿Quieres salir a dar una vuelta conmigo cuando termines tu turno?
Me mira sorprendido y, aunque veo un atisbo de duda que me llena de arrepentimiento, al final, tras unos segundos tensos, responde con una sonrisa:
—Claro, me encantaría. Podemos ir donde tú quieras. Le devuelvo la sonrisa y bajo la mirada, avergonzada.
Una de las veces en las que está muy ocupado preparando cócteles, llamo a Shane para ver si se digna a aparecer. Responde y me dice que está en la planta de abajo y que John le ha informado sobre mi coqueteo con Jake. Al parecer no conoce al chico, pero no le importa porque dice que «ya es hora de que tenga experiencias románticas» y que, como es amigo de su primo, es de confianza. Cuelgo molesta. Pues genial, sí. Me iré con Jake y no volveré a interesarme por cómo le va la noche al bueno de mi amigo.
Me reprimo un «por fin» cuando me dice que su turno ha terminado, me pregunta si quiero ir a bailar, pero me niego. Va a cambiarse y sale con unos pantalones tejanos y una camiseta blanca. Espero que me proponga salir de aquí, pero, en lugar de eso, se sienta a mi lado y pide un chupito antes de comenzar una conversación que no sé a dónde llevará. Ya estoy casi borracha y él va por el mismo camino a base de un chupito tras otro. Parece que intenta ahogar la realidad con alcohol. Me entra la risa floja cada vez que pide otro y, en una ocasión, él me agarra de la cintura y acerca mi taburete al suyo.
Quiero tocarle el pelo.
Nos quedamos en silencio con la mirada fija en el otro. Ya no lo resisto más y muevo las manos hacia su pelo castaño y ondulado. Por un momento, siento que ambos tenemos mucho que olvidar. Deseo besarlo, pero no quiero equivocarme; nunca he besado a nadie. Se dará cuenta. Él acerca su rostro al mío, lo suficiente para que crea que va a hacer lo que yo no me atrevo a hacer. Sin embargo, habla:
—Dame tu número —susurra.
Sonrío.
—Claro.
Él también sonríe antes de sacar el móvil y apuntar mi número. Después me dice que va a hacer una llamada y, cuando vuelve, salimos del local para perdernos por las calles de Londres. Me gusta el ambiente de esta parte de la ciudad.
Nos sentamos frente al London Eye después de dar un paseo, pero yo no tengo ojos para la noria. Solo puedo pensar en sus labios sobre los míos y en cómo deseo que eso suceda. Estamos en silencio, mi cabeza apoyada en su hombro mientras él me rodea con el brazo y su calor corporal hace que olvide dónde estoy, lo que estoy haciendo y que es un desconocido.
Solo quiero besarlo, nada más.
—Me encanta sentarme aquí y que la brisa me dé en la cara, ver la noria iluminada... Es precioso —susurra.
Me mira.
—Lo es.
Se ríe.
—¡He bebido mucho!
También me río.
—Y yo.
—Voy a besarte.
—Bésame.
El corazón se me acelera. Sus besos comienzan en mi mejilla, suaves y lentos. Cierro los ojos cuando veo que él también lo hace, pero no sé cómo responder. ¿Cómo me deshago de este miedo a besarlo?
Su aliento cálido huele a tequila. Apoyo las manos en su pecho a falta de valor para hacer algo más. Apoya la mano en mi nuca y me da un último beso en la comisura de mis labios antes de capturar mi labio inferior. Contengo el aire y siento un cosquilleo en el estómago; una sensación que el alcohol transforma en unas mariposas que vuelan desde los pies hasta mi cabeza.
Jake dirige el beso, que se adivina lento y suave al principio, pues segundos más tarde siento que lo necesito. Estoy atrapada entre el banco y su cuerpo y le acaricio la mejilla. Del resto no tengo control, porque, antes de darme cuenta, estoy sentada en su regazo mientras disfruto de un espectáculo de besos que parece no tener hora de cierre.
Esta novela está publicada en papel por la editorial Wonderbooks, y está diponible en España, Argentina y próximamnente en pais países de Latinoamérica. De momento, llegará a México en breve. Sería maravilloso que la disfrutarais y que llegara a vuestras estanterías.
Muchas gracias por vuestra lectura♥️
Noëlle Stephanie
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