CAPÍTULO 15. -CHISPAS.
EDITADO
La cama me recibe, y yo, me hundo entre las sabanas tibias. En realidad, no hay mucho para hacer un sábado después de salir de terapia, si es que así le puedo llamar. Ese doctor me ha dejado un mal sabor en la boca. Levanto mis brazos hacia el techo y miro mis muñecas, luego rodeo una de ella con mis dedos. Una risa se escapa de mi boca, bien podrían caber mis dos muñecas en el espacio que sobra. Me levanto de la cama, y me quito toda la ropa, quedándome solo en bragas. Luego me acerco al espejo, y me observo fijamente: ¿hay algo malo conmigo? Me paso el dedo por el hueso de la clavícula y toda la piel se me estremece con ímpetu. El recuerdo de Lucas y su caricia en la fiesta, se materializan sin poder evitarlo.
También lo hace nuestro ultimo encuentro, y mi cuerpo se encoge un poco, por instinto. ¿Quién es él? El brillo en sus ojos, y la sonrisa maliciosa, sus palabras, la manera en la que se dirigió a mí.
—¿Teres...? —Dice alguien, abriendo la puerta del cuarto.
Me giro algo asustada, y veo a Joe, con sus ojos negros, completamente abiertos, observándome. No decimos nada durante largos segundos, mientras intento acomodarme a la nueva situación en la que me encuentro.
—Hola —digo, pero él permanece pasmado en la entrada del cuarto, sin soltar la perilla. Luego sacude la cabeza, y se da la vuelta. —¿Qué pasa?
—Dios mío, te vi las tetas, Teresa, estás desnuda —dice, con tono rasposo y luego empieza a reírse.
Bajo mi cara, encontrándome semidesnuda. Todas las alarmas se disparan en mi interior, y de un salto tomo mi ropa y me la pongo. Ahora sí que he empezado a transpirar y a morirme de la vergüenza. Trago saliva y carraspeo para llamar su atención, entonces él se gira y con gesto incomodo, se sienta tímidamente sobre la cama.
—Siento eso —susurro, cubriéndome la cara con las manos.
—No pasa nada —responde Joe, con una gran sonrisa en su cara. —O sea, me refiero a qué, no te preocupes... Tú entiendes.
—Lo sé —susurro, colocándome sobre la cama, con la cara pegada al colchón.
—¿Qué te pasó en el cuerpo?
—¿Qué?
—Los golpes —insiste. Ruedo los ojos, cansada ya del tema.
—Bien.
—¿Todo bien en casa? ¿Cómo te fue en la terapia? —Insiste, otra vez.
—No quiero hablar de eso.
—¿Te los hiciste tú misma? —Cuestiona con voz suave, pero no logra evitar que me invada la ira.
—¿Qué te importa? —Mascullo, mirándole con furia.
Joe me mira, fijamente, con las cejas oscuras completamente fruncidas. Es como si intentara leer mis pensamientos, deducir algo más allá de lo que digo.
—Me preocupo, ¿sabes? Todos lo estamos. Parece que cada día que pasa, estás a punto de desaparecer... como si te fueras a desvanecer de un momento a otro —explica.
Me acomodo, sentándome sobre la cama, mientras abrazo una de mis almohadas.
—¿Acaso no lo ves? —insiste, una vez más y me giro para mirarlo. —No te ves bien.
La comisura derecha de mi boca se curva hacia arriba, pero esa pequeña sonrisa no llega hasta mis ojos.
—Pensé que preocuparte por Amy iba a ser suficiente —musito, destilando todo el veneno a través de mis palabras. —¿Ahora quieres meterte en mi vida también?
La mirada de Parker se cristaliza un poco, y esa pequeña reacción, en vez de hacerme sentir mal, acrecienta mi necesidad de herirlo. Mi corazón se acelera, y tomo aliento, esperando su respuesta, pero lo único que hace es agachar el rostro y cerrar los ojos. ¿Por qué hace eso? ¿Acaso tiene miedo de responder y herirme? No sé porque de un momento a otro todos hacen de mí un espectáculo y me usan como motivo para preocuparse por algo. La mandíbula de mi compañero se tensa. Comienza un tonto juego con el borde la sabana, que solo aumenta mi impaciencia.
—¿Por qué te comportas así? —dice, dolorido. —¿Es por Lucas?
Mi garganta se cierra, y parpadeo con afán.
—¡No es por él! —Exclamo, sintiendo como mi cuerpo se eriza por el solo hecho de escuchar ese nombre.
Todo lo que tenga que ver con Lucas provoca en mi un cosquilleo inminente y una humedad repulsiva, que no obedece a la lógica.
—¿Tanto te afectó que Amy se acercara a él? —Increpa.
Mi cara se crispa y desvío la mirada. No es eso, ¡no es eso! No tiene nada que ver con Lucas, ni con Amy.
—¡No! No lo sé, no sé qué me pasa, estoy como en una maldita nube —respondo, bruscamente —y tú no me estás ayudando una mierda, ¿sabes?
—Creí que con Amy ya era suficiente —suelta, sonriendo de manera despectiva y se levanta de la cama. —Me largo, nos vemos el lunes, y si aún quieres ver a Amy, me dices.
—Espera —le interrumpo y me levanto, para caminar hasta él. —Lo siento.
Joe no dice nada y me abraza. Mi cuerpo, pegado totalmente contra el suyo, me da la sensación de calor y doy un ligero respingo cuando mi pecho, roza contra sus costillas. Cierro mis ojos, y disfruto de la cercanía de otro cuerpo, el calor, el aroma, el latido de su corazón. Un pasmoso cosquilleo inunda mis entrañas, haciéndome suspirar.
—También yo —murmura, y se separa, un poco de mí. —Teresa, yo... —se lleva la mano a la cara y con la otra, me toma por el cuello. —Esto está muy mal, ¿lo sabes? Realmente quiero que te pongas mejor, no soportaría verte como a ella... —musita, acariciando mi mejilla.
Le dejo hacerlo y por un momento puedo dejarme ser vulnerable en sus brazos. Una lágrima sale de mi ojo y cae sobre su camiseta de algodón. Su cara se acerca a la mía, y sus labios, rellenos y rojos, se juntan con los míos. Me besa tan superficialmente, que siento ahogo. Como si quisiera respirar, pero no pudiera y una angustiosa necesidad oral toma control de mí. Le muerdo fuertemente, y él se queja en voz baja, aun sin que mis dientes liberen su labio. Aprieta mi cadera con sus manos, y me empino un poco. La pasmosa humedad se hace presente, de nuevo, y cuando la punta de su lengua se asoma, la recibo dichosa, casi eufórica.
—Tere —interrumpe, y se aleja, con angustia en su cara. —Es mejor que me vaya —su voz refleja desesperación y más que todo, confusión.
Me llevo una mano a la boca, dándome cuenta de lo acaba de pasar. Su labio luce hinchado, y más rojo de lo normal.
—Esto no paso, ¿vale? —ordena y se acerca, para darme un casto beso en la mejilla. —Cuídate.
Sin decir más, se da la vuelta y sale del cuarto.
***
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