Te necesito.

Capítulo 31.

Te necesito.

Escuchó un ligero gimoteo y luchó por abrir los ojos, sus párpados se sentían pesados pero al fin logró que estos cedieran.

Jamás pensó que esa imagen fuera la primera que se encontraría: Daniel lloraba en silencio inclinado sobre él mientras se concentraba en curar los cortes de sus costillas.

—¿Dan...?— musitó intentando llamarle, pero en seguida se interrumpió quedándose sin aliento e inmóvil cuando los ojos de Daniel se posaron en los suyos. Jamás, nunca había encontrado tanta pena y sufrimiento en una mirada.

—¡Lo siento!— exclamó el humano retirando sus dedos de la herida abierta y enderezándose, parándose derecho, —¿Te hice daño, te duele?

Lucas le miró con detenimiento; gimió culpable al notar que Daniel tenía los ojos hinchados, acuosos y tristes, su nariz estaba enrojecida y la sorbía, su cabello revuelto.

—Perdóname— dijo Daniel, se acercó con cautela y le besó la frente con suavidad, —perdóname, no quise hacerte daño.

Al principio Lucas no comprendió, pero luego se dio cuenta de que el humano había mal interpretado las cosas, sobre todo cuando el pelinegro agregó; —yo sólo quería tratar tus heridas y...

—Gracias— exclamó, sintiendo su garganta seca y rasposa; se removió pero no le fue posible puesto que se sentía exhausto, además de que se hallaba sobre su costado y su cuerpo estaba atrapado entre muchas almohadas y sábanas dobladas, estás a manera de "cuña" para que estuviera cómodo.

—Permanece quieto— le dijo Daniel con una evidente preocupación; —tienes tantas heridas que yo... creí que esa posición era la mejor— y es que tanto el estómago como la espalda del castaño estaban llenos de laceraciones y cortadas, ni qué decir de sus brazos.

—Quédate tranquilo— trató de reconfortarlo.

—¿Cómo quieres que esté tranquilo cuando has sufrido de esa manera?— Daniel frunció el ceño.

—No necesito que...

—¿Y que hay de lo que yo necesito?— la voz de Daniel se quebró y gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas, —necesito que estés bien, necesito que nadie más te vuelva a lastimar— se hincó cerca del borde de la cama y agregó, —necesito que siempre estés sano y salvo— alargó la mano y con suma cautela acarició los dedos vendados de Lucas; luego rió sin ganas, —soné como un maldito egoísta al pedir todo eso, ¿verdad?

—No— respondió Lucas, suspiró antes de hablar de nuevo—yo tengo el mismo sentimiento hacia ti— confesó al recordar que había eliminado a Demmon para evitar que en el futuro pudiera dañar a Daniel. Escucharle decir lo que tenía planeado para el humano, decir solamente su nombre le había enfurecido hasta el punto de ignorar el hecho de que su padre tomaría cartas en el asunto al haber sido despojado de una de sus fuentes de energía.

—¿En serio?— preguntó el humano.

—¿Lo dudas?— lanzó la pregunta con una leve sonrisa.

Daniel negó con la cabeza, secó sus lágrimas y se estiró hasta llegar a Lucas y le besó en los labios con reserva y mesura, suave para no incomodarle por sus heridas.

—Ven a la cama conmigo— pidió el castaño en cuando el beso finalizó. Daniel le miró preocupado y algo dudoso.

—No me harás daño, prometo que si estoy incómodo y algo me duele te lo diré— agregó para convencerlo, y funcionó.

Con parsimonia Daniel se metió bajo las sábanas, y se posicionó también sobre su costado, quedando frente a Lucas. Miró con detenimiento el rostro del demonio, desde su frente hasta su barbilla, estaba amoratado y con varios rasguños.

—¿Pero qué te han hecho?— dejó escapar la pregunta al aire con pesar y levantó su mano para acariciarle la mandíbula, el único espacio aparentemente sin daño.

Tras unos instantes de disfrutar de sus caricias, Lucas se relamió los labios, aún tenía un leve sabor a sangre, y sin dejar de mirar al moreno hizo una confesión; —maté a uno de mis hermanos.

—¿Qué?— los ojos de Daniel se encontraron con los suyos, ya que antes había estado examinando la nariz torcida y rota del castaño. La expresión del humano denotaba sorpresa, asombro; mas no miedo; —¿hiciste qué; eso no te traerá problemas?— ahora su semblante volvió a ser de preocupación.

—Tal vez.

—Fue en defensa propia así que...

—Eso no es un argumento válido; si he de recibir un castigo lo enfrentaré con dignidad— dijo, ya antes habían hablado sobre ese retorcido asunto; nada era justo. Estuvo a punto de decir que no había sido en defensa propia, pero entonces al explicar la verdadera razón era más que seguro que Daniel se sentiría culpable.

Para que el humano no indagara más sobre el asunto se removió.

—Ey, ten cuidado con tus heridas— Daniel tomó con suavidad los hombros de Lucas para mantenerlo en su lugar.

—Sólo quiero ponerme más cómodo— el castaño, aún en su estado era más fuerte que el humano, así que le empujó con suavidad para hacer que se tumbara sobre su espada, luego escaló hasta quedar sobre él.

—Mucho mejor— dijo Lucas respirando hondo, apoyándose sobre el pecho de su "almohada humana". Le agradaba su aroma, era como vainilla con canela, algo no muy fácil de explicar o especificar, sólo sabía que le gustaba demasiado.

—¿Seguro que no te haces daño?

—Por favor, deja de tratarme como si fuera un niño; he dicho que se me duele algo te lo haré saber— levantó el rostro para mirarle e infló las mejillas en un intento de rabieta.

Daniel sonrió; Lucas le imitó.

Horas pasaron y Daniel no se cansó de acariciar los castaños cabellos de Lucas mientras este descasaba sobre su pecho. Recordó la angustia y el susto cuando lo recibió mal herido e inconsciente en la madrugada; estuvo aterrado porque pensó que estaba muerto, pero en seguida revisó su pulso y respiración, apenas se percibían. Lo había recostado con cuidado en la cama preocupado por no dañarlo más de lo que estaba. Decidió colocarlo sobre su costado y comenzar a limpiar sus heridas. No sabía si al ser un demonio funcionarían los tratamientos de ese tipo, pero nada perdía con intentarlo.

—Oh, muchacho— escuchó la voz de Gaby y el jadeo de Rafa debido a la escena; pero no se inmutó ante su repentina presencia, continuó con lo suyo pasando bolitas de algodón con antiséptico por las costillas de Lucas.

—¿No puedo hacer nada más por él?— preguntó con la voz quebrada.

Gabriela se aproximó y le ofreció una caja mediana color rosa; Daniel la miró con asombro y luego con algo de molestia. ¿Cómo se le ocurría llevarle galletas en una situación de gravedad?

Gaby sacudió la caja incitándolo a tomarla y dijo; —tu cuidado es lo que necesita.

El humano tomó el cuadrado rosa, lo abrió y notó hilo, aguja y otros utensilios básicos de curación.

Cuando fue adolescente perteneció a los boys scouts por unos meses, suficientes para aprender a hacer nudos y coser una herida. En ningún momento su llanto se detuvo mientras trabajaba en las heridas abiertas; tampoco le importó mucho cuando los otros dos se marcharon ni cuando Rafael dijo que había dejado sopa en la cocina y prometió que regresarían por la tarde del día siguiente.

El estómago de Daniel se estómago se quejó debido a ese recuerdo haciéndolo caer en la cuenta de que no había comido en casi un día entero.

—¿Qué tienes allí, una gárgola?— exclamó Lucas cuando el estómago de Daniel rugió por segunda vez.

El humano se sonrojó debido al extraño sonido que emitió su cuerpo.

—No has estado matándote de hambre, ¿verdad?— dijo el castaño ante el silencio del otro.

—Claro que no— se defendió.

—Eso espero, porque...— el estómago de Lucas también chilló interrumpiendo su regaño.

Ambos se miraron y luego se echaron a reír con fuerza, el castaño incluso tuvo que sostener su torso debido al dolor en sus costillas; eso hizo que el momento feliz se cortara debido a la preocupación y sobre protección de Daniel.

—Iré por la sopa que Rafa y Gaby dejaron.

—¿Ellos han estado aquí?— Lucas jamás se había dejado ver en tan mal estado.

El humano asintió con la cabeza, —hace algunas horas, dijeron que vendrían mañana por la tarde cuando te sintieras mejor— explicó acomodando a Lucas de nuevo entre las almohadas. —No tardo— agregó cuando terminó con su labor y luego depositó un beso en la frente de Lucas antes de bajar de la cama y salir de la habitación.

Lucas soltó un suspiro. Tenía varios huesos rotos, la espalda lacerada, la piel de sus extremidades rasgada, pero jamás se había sentido tan bien, tan feliz y en paz. Lástima que ese sentimiento le duró poco.

—¿De verdad, esta pocilga es su refugio?

Los globos oculares de Lucas amenazaron con salir de sus cuencas; la voz de su gemelo era lo que menos quería escuchar.

—Te dije que era espantoso.

Agregó Hellen.

Lucas giró sobre su espalda para mirarlos: estaban los tres allí, al otro extremo de la habitación.

—Vinimos a terminar lo que Demmon no pudo— habló Samael encogiéndose de hombros.

—Lárguense— ordenó Lucas con los dientes apretados.

—¿O sino qué, también te comerás nuestro corazón?— se burló Luzbel; —cuando Demmon se ponía cachondo era un estúpido y se confiaba, por eso fue un blanco fácil; además ahora somos tres contra uno.

—Padre no lo permitirá— argumentó; era su única esperanza.

—¿Y tú crees que le importa?— rió Hellen.

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NOTAS DEL AUTOR.

Hola, muchas gracias por seguir esta historia, la cual ya está llegando al final. Les agradezco en verdad, este es el primer proyecto que completo primero en aquí; los anteriores ya han sido terminados antes en otras plataformas.

Soy muy feliz cuando me dejan su voto, pero me pongo más contenta y con más ganas(¿?) de escribir cuando me dejan un comentario, por más pequeño que sea les estaré eternamente agradecida.

Nos leemos pronto. 

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