Sinceridad.

Capítulo 21.

Sinceridad.

No le sorprendió que unos segundos antes de que la campanilla sonara y las puertas del elevador se abrieran sus acompañantes de esfumaran ante sus ojos, en cambio sonrió de manera inconsciente al ver a Lucas; lucía tímido y vacilante, tan diferente a cuando se enfrentó al perro demoniaco. Había permanecido unos minutos sentado en el suelo del ascensor asimilando las noticias y escuchando algunas cosas más que ese par le dijo, todo era cada vez más descabellado; pero a pesar de todo, miedo era algo que no sentía por Lucas.

Es sólo una pequeña parte de él, es su escudo porque sus hermanos son brutos y groseros; Luc en realidad es dulce, cariñoso, tímido, muy sencillo y pacífico―, las palabras de Gaby no podían ser más evidentes.

―¿En verdad puedo ir contigo?― dijo en voz baja el castaño cuando Daniel se acercó a él.

―Por supuesto― sonrió, ―además, ¿desde cuándo eres tan inseguro?

―No quisiera incomodarte― respondió sincero.

―No lo harías― Daniel le tomó la mano para dirigirse justos a la salida del edificio.

―Puede que sí, a la gente le gusta tener su espacio personal.

Daniel ahogó una risa, ―inseguro y negativo. ¿Qué te ocurre?

Lucas sonrió tímido y algo avergonzado, no podía decir que le preocupaba no ser una agradable compañía, aunque ya habían pasado bastante tiempo juntos y era más que claro que no había desagrado, ―no, nada; pero hagamos un trato.

El más alto, sin soltar su mano, aminoró la velocidad y le miró entrecerrando los ojos, ―¿a qué tipo de trato te refieres?― si era algo que involucrara el sufrimiento eterno en las llamas del infierno tendría que pensarlo por lo menos dos veces antes de responder.

―Si algo te incomoda o disgusta, dímelo por favor; si quieres o deseas algo y está dentro de mis posibilidades dártelo sólo tienes que pedírmelo.

―¿Sinceridad, eso es lo que deseas?― preguntó Daniel con suavidad porque la primera parte de su discurso era comprensible, pero eso de "pedir lo deseado y obtenerlo sin ningún esfuerzo" no era tu estilo; lo último se lo haría saber a Lucas después, con calma.

―Sí.

―Bien― afirmó con la cabeza, ―acepto el trato, pero con una condición.

―¿Cuál?― los ojos de Lucas se abrieron enormemente, tal vez esperando algo extraordinario o laborioso.

―Reciprocidad― los labios de Daniel se curvaron en una sonrisa, ―para que esta relación funcione ambos debemos ser sinceros, ¿no te parece?

Lucas frunció el ceño ligeramente, ―cuando dices "esta relación" no te refieres a la que iniciaste con Bell y yo ahora continúo. ¿Cierto?

―No; me refiero a...― Daniel se encogió de hombros al caer en la cuenta de que había un detalle, ―bueno, no sé cómo llamarle; no somos sólo amigos, tal vez somos...

―Compañeros― interrumpió Lucas con una flamante sonrisa; ―me agradas mucho y me gusta estar contigo― declaró.

"Ha estado muchos años solo, sin un compañero que le comprenda, que cuide de él y le apoye, sin tener un refugio y un verdadero hogar."

Daniel asintió, levantó sus manos unidas para depositar un suave beso en el dorso de la mano de Lucas y dijo, ―sí, somos compañeros― porque sinceramente él se sentía igual, Lucas le daba esa sensación de refugio y paz que hacía mucho tiempo no tenía.

Lucas se sonrojó por el gesto pero se obligó a no bajar la mirada, debía poder afrontar su timidez, era una meta personal que se había autoimpuesto esa misma tarde, ―trato hecho― dijo para romper el hielo y desviar la atención del color de sus mejillas.

―Trato hecho, entonces― respondió Daniel.

Casi dos horas después estaban en el apartamento de Daniel con las manos llenas de alimentos chatarra como palomitas de maíz, frituras, panes dulces y galletas, además de una película zombis que habían obtenido de un pequeño video-club..

―Pudimos haber conseguido esto en menos tiempo― dijo Lucas al entrar en la diminuta cocina, donde sólo una estufa eléctrica, un horno de microondas y un frigorífico mediando sobresalían.

―Lo sé, pero admite que fue divertido; además recuerda que no fue urgente― Daniel rebuscó en la alacena por algún recipiente mediano.

El castaño hizo una mueca de disgusto, reprendiéndose mentalmente sobre haber dicho que sólo usaba su poder cuando era importante y urgente.

―¿Quieres primero las palomitas de maíz o las frituras?― preguntó el anfitrión con una bolsa de cada producto en la mano.

―Ambos― respondió Lucas apoyando los antebrazos en la pequeña barra del desayunador, estirándose para mirar dentro del recipiente mientras Daniel vertía las frituras.

―Supongo que no tiene caso negarme o preguntar por la cantidad, he visto cómo lo devoras― dijo el moreno antes de dar media vuelta para introducir la bolsa de rosetas al horno de microondas.

―Aprendes rápido, debo felicitarte por ello― exclamó Lucas el momento que robaba algunas frituras del recipiente.

A pesar de haber sido una película cuyo género no era por completo de su agrado, si Daniel decía que había sido una noche aburrida estaría mintiendo. En el sofá, Lucas se había acurrucado a su lado durante todo el filme; su calidez era reconfortante y extremadamente placentera, no se movió cuando los créditos finales terminaron, sólo hasta que la pantalla se puso azul y hubo un completo silencio fue que decidió mover un músculo; entonces se dio cuenta que Lucas se había quedado dormido.

No quería perturbarlo puesto que lucía muy cómodo, pero tenía que hacerlo, al menos para colocarlo sobre una superficie plana ya que seguía semi-sentado y con la cabeza ladeada apoyándola en el hombro de Daniel.

―¿Eh?― balbuceó cuando abrió un poco los ojos, tratando se incorporarse y mirar a todos lados.

―Sshh― le calmó Daniel, ―te llevaré a la cama, allí estarás más cómodo― y dicho esto lo levantó, pasando sus brazos por debajo de la espalda y las rodillas de su inquilino.

Lucas sólo atinó a hacerse un ovillo, cerca del pecho de Daniel, donde los latidos de su corazón le arrullaban de nuevo.

Con cuidado lo depositó sobre el colchón y le arropó; con rapidez caminó de nuevo hacia la sala y apagó el televisor, luego regresó a la única habitación.

Tenía una duda: no sabía si dormir juntos sería o no correcto; Lucas había dicho algo sobre el espacio personal, por él no habría problema pero no quería incomodar a su inquilino. Miró la silueta de Lucas, se notaba su respiración pacífica y acompasada, no deseaba perturbar su sueño, pero sí tenía ganas tocarlo y peinar sus largos cabellos con sus dedos. Suspiró y decidió ser un poco egoísta, con parsimonia se subió a la cama y se acurrucó al lado de Lucas; y como si este lo hubiera estado esperando, se removió para estar más cerca, incluso pasó un brazo sobre la cintura de Daniel; todos sus movimientos habían sido con los ojos cerrados.

Daniel sonrió, ahora haría lo que había deseado: extendió la mano y comenzó a pasar los dedos entre las suaves hebras de cabello castaño hasta que él también se quedó dormido.

~*~

Era la segunda mañana que se despertaba con Lucas a su lado, salir a ejercitarse estaba siendo desplazado por la tarea de contemplar a Lucas despertar.

—Hola— dijo somnoliento mientras estiraba los brazos.

Daniel le sonrió desde su lugar: sentado en el colchón y apoyando la espada en la cabecera, —¿Has dormido bien?

—No lo suficiente— le devolvió el gesto.

—Pero si es algo tarde— y lo era, pronto Daniel tendría que apresurarse si deseaba llegar a tiempo a la oficina.

—¿En verdad tienes que ir a trabajar?— Lucas se sentó sin apartar las mantas de su regazo, su cabello estaba desordenado y sus ojos un poco hinchados por haber dormido mucho, —ya te dije, lo que necesites sólo pídelo— el día anterior le había dicho a Daniel que no tenía porqué continuar con su rutina.

—Debo ganarme las cosas— respondió ahora con la sonrisa casi extinta.

—Pero ese trabajo no te gusta, tal vez no me lo has dicho pero yo lo sé, no estás cómodo en ese lugar.

Daniel no podía negar lo último pero aún así no se quedó callado, —de alguna manera tengo que hacer algo, no está bien obtener las cosas gratis.

—No estarías haciendo nada, buscarías algo más divertido para pasar el tiempo, además lo gratis no es malo, es como cuando recibes un obsequio; yo podría darte muchos.

Suspiró sin dejar de mirar al castaño, si lo ponía así no sonaba como una mala idea, él tal vez podría acostumbrarse a no hacer mucho, podría intentarlo, aunque sería algo difícil, teniendo en cuenta lo que le acongojaba y algunos amargos recuerdos.

—Es algo más, ¿cierto?— Lucas le tomó del antebrazo, como si leyera su expresión; Daniel había permanecido en silencio por varios minutos perdido en sus reflexiones y no se había dado cuenta del pasar del tiempo; —pero si no quieres hablar de ello entiendo, es sólo que no me gusta saber que no eres feliz en esa horrible oficina.

Sinceridad, Lucas había pedido eso y él había aceptado y agregado "reciprocidad", así que tomó una bocanada de aire antes de decir, —no quiero ser un inútil— esa era la verdadera razón de querer ganarse las cosas por sí mismo, además de que, claro, estaba en contra de la holgazanería.

Las pestañas de Lucas fueron batidas con rapidez antes de que este exclamara con convicción, —no lo eres.

Daniel se aclaró la garganta antes de decir, —cuando Sandra enfermó fue inevitable sentir que era justamente eso.

Lucas se arrastró un poco sobre al colchón hasta quedar más cerca, sus dedos viajaron del antebrazo que había sostenido hasta el hombro del chico y le dio un suave apretón, —no estaba en tus manos.

—Lo sé, lo sabía; pero no podía aceptarlo— y no puedo aún, quiso agregar.

Lucas se apoyó en el colchón con sus rodillas y se elevó sobre ellas para tirar de Daniel haciéndole posar la frente sobre su pecho y dijo, —no te mortifiques, estoy seguro que tuvo una buena vida a tu lado; a ella no le gustaría que siguieras triste por ello.

—No sé si sólo sea tristeza— suspiró y aspiró su aroma, Lucas olía a vainilla, algo tal vez extraño e inexplicable, pero agradable, muy agradable.

Acarició la cabeza de Daniel, pasando la mano desde el nacimiento de su cabello hasta su nuca, —entonces, sino te sientes bien no deberías ir a la oficina.

El pelinegro soltó una risa floja, —No te rindes, ¿verdad?

—Si tuviera un segundo nombre tal vez sería Tenaz o Perseverante.

—O Terco— añadió Daniel antes de reír con un poco más de fuerza, se separó del pecho de Lucas y le miró a los ojos, —tú ganas esta vez— le dio un beso rápido en la punta de su nariz antes de salir de la cama, —iré a preparar algo de desayunar.

Con la mejillas sonrojada Lucas contestó, —tomaré una ducha, ya te alcanzo en la cocina.  

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