Sam.

Capítulo 10.

Sam.

Lucas parpadeó y tragó impresionado, Daniel se veía condenadamente bien. Había visto al mortal incluso sin camisa la noche que se conocieron, pero esto era diferente, la playera color negro se pegaba a su torso resaltando sus músculos; sin anteojos su rostro se apreciaba mejor, en especial sus pobladas y bonitas cejas. Lo miró con detenimiento bajar los escalones de la salida del edificio.

—Lamento la demora.

—¿Demora? Si sólo han sido dos minutos— exclamó Lucas, —además aún estamos a tiempo.

—¿De verdad usaras tus poderes para llegar allí?

El castaño rió, —¿Mis poderes? Lo haces sonar como si fuera un superhéroe de cómic.

Daniel fingió pensarlo, —haces cosas inexplicables y estás a favor de los menos afortunados, básicamente cumples con los requisitos.

—Créeme, soy varias cosas menos algo así.

—Lo eres para mí.

Lucas le miró batiendo sus largas pestañas, parpadeando ante la declaración.

Daniel se aclaró la garganta y quiso golpearse así mismo, ¿de dónde había salido eso?. Mejor trató de explicarse: —quiero decir, que, bueno, no puedes negar que mi situación no era la mejor cuando apareciste por primera vez— sonrió, —gracias, en verdad.

Los ojos de Lucas brillaron y dibujó una bonita sonrisa, —no fue nada.

El pelinegro sintió ruborizarse y desvió la mirada para que el otro no lo notara; le fue inevitable sonrojarse ya que Lucas se veía diferente, diferentemente bien, su cabello que normalmente le enmarcaba el rostro ahora lo tenía atado en una desordenada coleta, pero eso no le hacía lucir menos masculino.

—¿Quieres que usemos un portal?— Lucas habló de nuevo, —eso nos daría tiempo de comprar muchas golosinas antes entrar a la función.

—¿Así se llama por donde nos transportamos el otro día?

—Sí, a través de ellos se viaja por el espacio-tiempo; es algo confuso e incluso puede llegar a ser aterrador, por eso te pedí que cerraras los ojos.

—¿Aterrador? Pensé que no podría haber nada más aterrador que Bell.

"Si tan sólo supieras", pensó Lucas en un suspiro y se detuvo antes de preguntar, —¿quieres que lo usemos o no?— hasta ese momento habían estado caminando por la acera.

Daniel le imitó y respondió: —Eso nos ahorraría las monedas del trasporte público, así que supongo que sería una buena idea.

—Bien, cierra los ojos.

—¿Aquí?— el pelinegro miró a su alrededor, algunas personas pasan, no eran el centro de atención pero estaba seguro que notarían cuando desaparecieran, —hay gente.

Lucas ondeó la mano, —te aseguro que ni lo advertirán, los humanos están muy distraídos en sus propios asuntos.

—¿Estás seguro?

—Claro, y aunque lo notarán no podrían hacer mucho; confía en mí.

No veía porqué no hacer lo que le pedía: confiar en él. Respiró profundo y cerró los párpados. Sintió la cálida mano de Lucas posarse sobre su antebrazo, esta vez no había tela de por medio como la vez que se le hacía tarde para llegar al trabajo y vestía una camisa de manga larga; ahora era el roce de piel con piel. Percibió el leve tambaleo antes de que Lucas le indicara que podía abrir los ojos y anunciara su paradero.

—Hemos llegado.

—Creo que será fácil acostumbrarse— parpadeó para adaptarse a la brillante luz artificial, estaban cerca del pasillo que llevaba a las escaleras de emergencia del centro comercial, esa área no estaba muy concurrida.

—Bien, ahora vayamos por las entradas, me gustaría que tuviéramos un lugar no muy lejano de la pantalla— Lucas tiró de él para arrastrarlo al cinema que estaba a unos locales de distancia.

Daniel no se quejó, se dejó guiar hasta su destino; una vez allí miraron la cartelera, la función más cercana sería dentro de veinte minutos, tiempo suficiente para comprar los tickets y las golosinas.

Tomaron su lugar en la fila, sólo había un par de personas; solicitaron las entradas y cada uno pago por lo suyo, como lo hacían en el mesón de doña Marta y a todos los lugares donde habían ido.

—Un paquete jumbo estará perfecto para mí— dijo Lucas guardando su boleto en el bolsillo trasero de sus jeans.

—¿No crees que es demasiado?— preguntó el otro mirando el menú brillante que colgaba sobre el mostrador de la dulcería; el paquete jumbo contenía una gaseosa, rosetas de maíz, un hot-dog, una bolsa de frituras y una barra de chocolate, todo de tamaño extra grande; claramente era para dos o incluso tres personas, dependiendo de su apetito.

—Me gusta comer mientras disfruto de una película.

—A mi también, pero no por eso voy a indigestarme.

—¿Ah, sí? Pues...

—¿Luc, eres tú?— una voz suave y calmada le interrumpió. Ambos dieron media vuelta y se encontraron con un hombre un poco más alto que Lucas, de piel morena, cabello oscuro y lacio, largo hasta apenas tapar sus orejas; —hace tiempo que no te veía— agregó el sujeto.

—¿Sam, qué haces aquí?— Lucas frunció el ceño, su sonrisa había desaparecido.

—Sólo vine a cobrar una cuenta pendiente— se encogió de hombros, —ya sabes, nada nuevo.

—Veo que sigues con lo mismo, padre ha de estar orgulloso de ti.

Los ojos de Daniel viajaron del sujeto hacia Lucas y viceversa. ¿Había dicho "padre"?

—Te equivocas, últimamente nuestro viejo es más difícil de complacer; lo sabrías si vinieras a casa más seguido— explicó Sam y luego pareció darse cuenta de la presencia de Daniel, sonrió con malicia y dijo; —¿pero qué tienes allí, una ofrenda para padre? Eres más listo de lo que creí— se relamió los labios, —te lo compro, lo que hayas pagado por tu mascota yo te duplico el precio.

Lucas apretó los puños y dio un paso el frente, interponiéndose entre Sam y el mortal, —haz el favor de largarte.

—¿Esa es la manera de hablarle a tu hermano mayor?— se hizo el ofendido, pero luego la sonrisa tétrica regreso a su rostro, —siempre decías que tener esclavos no era lo tuyo, sabía que en algún momento caerías. Espera a que nuestros hermanos se enteren, te esperará una gran celebración cuando nos visites este año.

—En serio Sam, vete— la mandíbula del castaño estaba tensa.

Daniel se puso algo nervioso, remembro el encuentro con Bell, cuando Lucas le había pedido dos veces que se detuviera y para antes de la tercera le había arrancado el corazón. Ahora sucedía algo similar, Lucas le había solicitado a Sam que se marchara en dos ocasiones, esperaba que no hubiese una tercera.

El sujeto le mantuvo la mirada al castaño y trasunos segundos levantó las manos en forma de rendición curvando sus cejas, —estábien, me voy; fue un placer saludarte, hermanito. 

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