¿Quieres salir conmigo?
Capítulo 13.
¿Quieres salir conmigo?
Aún miraba el teléfono sobre su pequeño escritorio mientras estrujaba entre sus manos la tarjeta de cartoncillo. Por un asunto familiar Néstor había salido antes de la hora de la comida con la promesa a su jefe de quedarse horas extra por la tarde; Daniel había aprovechado esa "privacidad" para hacer una llamada al mesón de doña Marta y no con la intención de ordenar comida: Alan había aceptado su invitación.
Daniel estaba nervioso, en mucho tiempo no había invitado a alguien a salir; sabía que en esta ocasión no era con intención romántica pero también estaba seguro que la pregunta: "¿Quieres salir conmigo?" probablemente no fue la ideal para esta reunión que se negaba a llamar cita. Pero ya estaba hecho, Alan había aceptado reunirse en un bar conocido esa misma noche.
~*~
Lucas dejó escapar un largo suspiro mientras balanceaba sus pies; estaba en aquél parque, ocupando una solitaria banca.
—¿Qué te sucede?— Gabriela se acercó desde el lado posterior y se recargó apoyando los antebrazos sobre el respaldo de la banca, muy cerca de Lucas. Ella había preferido esa posición, mirando la espalda del chico, ya que al no tenerla que ver a los ojos él tendría más confianza y soltura al decir lo que en realidad le acongojaba.
—Rafael no estuvo muy contento cuando vio la marca— señaló su antebrazo.
—¿Y desde cuando te ha incomodado lo que él diga? Recuerdo que cuando mencionó que el verde no iba contigo apropósito cambiaste todo tu guardarropa a ese color.
Se encogió de hombros, —supongo que fue la manera en que lo expresó; me hizo pensar en que yo... yo no puedo tener a alguien atado a mí.
—¿Por qué no? Además no lo hiciste a propósito.
Lucas gimió derrotado, —justo eso le dije, que no lo planee.
Ella sonrió, —¿Sabes qué creo? Que en realidad lo que el viejo Rafa piense te tiene sin cuidado; lo que te preocupa es algo más.
Meneó la cabeza tratando de ordenar sus ideas por unos segundos o tal vez pensando en las palabras correctas, —no estoy seguro pero creo que herí sus sentimientos.
—¿De Rafael?— arqueó las cejas.
—No. De Daniel.
Gaby fingió pensarlo un poco y dijo, —no veo cómo pudo ocurrir algo como eso.
—La otra vez, cuando salimos al cine, nos encontramos con Sam. Él ofreció comprar a Daniel y obviamente me negué.
—¿Salieron?— rodeó la banca para tomar asiento a su lado.
—Nada especial ni diferente, todos los días nos reunimos por las mañanas o al medio día, pocas veces por las tardes. Pero eso no es importante, sino que Daniel lo escuchó y dijo que pude deshacerme de él, repitió prácticamente lo mismo cuando sucedió lo de Rafael.
—¿Pensaste siquiera en la posibilidad de venderlo?
—Por supuesto que no; Sam es cruel.
—Admito que lo es, pero era una buena forma de deshacerte del problema.
Lucas giro el rostro tan rápido para mirar a la mujer que fue un milagro que el cuello no se le torciera, —Es una maldita broma, ¿cierto? Sería peor que abandonarlo a su suerte.
—Tú mismo lo has dicho, no lo planeaste; además por lo que me has contado entiendo que de alguna forma Daniel se merece un castigo, hizo un trato que no debía y hay consecuencias.
—Fue engañado— le justificó frunciendo el ceño.
—Eso no te lo discuto, aunque te puedo asegurar que nadie lo obligó a realizar el primer contacto con Bell, fue su decisión.
—Pero estaba desesperado. ¡Él no sabía qué más hacer!— elevó un poco la voz.
—Aguardar por lo inevitable sería una buena opción— dijo la mujer tranquilamente, sin que el tono anterior le afectara, —hay que aceptar cuando alguien debe partir.
—Gaby, no quiero ser grosero pero creo que estás siendo muy cabeza dura.
La nombrada sonrió levemente, con un atisbo de satisfacción, —bueno, en ese caso no diré nada más sobre cómo o porqué Daniel lo hizo; pero de lo que sí me gustaría hablar es de su futuro. Estás siendo un amo bastante amable, ¿permitirás que tenga pareja o familia?
—Sí.
~*~
Cuando las manecillas marcaron las dos de la tarde Daniel fue directo al ascensor, estaba dispuesto a no regalar su tiempo. Catalina sólo le miro y volvió a lo suyo, ella tomaba sus alimentos allí mismo en su lugar ordenándolos por teléfono o llevando los propios.
El pelinegro aflojó un poco su corbata mientras el cubículo de metal descendía; el timbre sonó y las puertas se abrieron. En seguida se encontró con Lucas, que le miraba con una sonrisa tímida.
—¿Ey, cómo va todo?— saludó el más bajo.
—Bastante bien.
—Me alegra— comenzó a caminar a la par con él. Desde lo ocurrido en la tienda de ropa parecía que el ambiente entre ellos no era el mismo. Lucas pensó que debía aclarar las cosas; en verdad no había sido su intención decir aquello ni mucho menos que sonara tan indiferente: "No lo planee".
Fue muy tarde cuando se dio cuenta pero ahora ya había aprendido la lección: debía pensar muy bien antes de hablar. Creyó conveniente dejar que las cosas se enfriaran, sobre todo porque fue el mismo Daniel quien cortó el tema para preguntar sobre Rafael y luego sobre la procedencia de la ropa de segunda mano.
Decidido, Lucas respiró y profundo y se preparó para hablar, pero justo cuando abrió la boca Daniel lo hizo primero.
—Te alegrará saber que te tomé la palabra— su voz era suave.
—¿Eh; de qué hablas?— la afirmación tomó desprevenido al castaño.
—Yo...— Daniel se humedeció los labios, —yo invité a Alan a salir esta noche.
—¿Invitaste a... a Alan?— Lucas tardó varios segundos en procesar la información, entonces recordó al muchacho del mesón y en cómo él mismo le había dado la idea de que podrían ser compatibles.
—Así es, hoy le llamé y aceptó que nos veamos— miró a Lucas pero al notar que no contestaba en seguida agregó; —tu ofrecimiento de no aparecer sigue en pie, ¿no es así?
—Ss-sí, sí, por supuesto.
—Iremos a beber unas cervezas, ya sabes, para platicar y conocernos mejor.
—Claro— respondió Lucas algo distante, preguntándosepor qué le causaba un poco de incomodidad aquella noticia.
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