La lluvia.

Capítulo 26.

La lluvia.

Apoyando el codo izquierdo sobre la mesa y el mentón sobre la palma de su mano, Lucas mordisqueaba la pajilla mientras miraba por el ventanal y esperaba que Daniel regresara; ambos se encontraban en "una cita", así lo habían decidido porque era una forma de disfrutar los días que quedaban, pronto febrero llegaría a su fin y Lucas debía visitar a su padre.

—Sin ketchup pero con mucha mostaza— dijo Daniel al dejar el plato con la enorme hamburguesa frente a al castaño.

—Gracias— sonrió haciendo a un lado el vaso, listo para devorar sus alimentos.

Daniel le miró divertido, Lucas había dado una enorme mordida, —si estabas tan hambriento pudiste haberlo dicho antes.

—Nom esm hambrem— tragó el bocado— es antojo, me gustan mucho.

Daniel rió con más fuerza y elevó la diestra para limpiar la comisura de los labios de Lucas, un gran manchón de mostaza llegaba casi hasta su mejilla, luego dijo, —está bien, pero come más despacio.

—¿Bromeas? No sé cuando pueda volver a probar una de estas— explicó antes de dar otro mordisco.

—Sería todos los días si así lo quieres— dijo el moreno con sinceridad, pensó que no le molestaba conseguir una para Lucas a diario.

Lucas meneó la cabeza de manera negativa después de tragar lo que había masticado, —no es tan simple, después de la próxima semana no podré ni siquiera moverme— tomó el vaso de gaseosa y le dio un trago largo.

Daniel le miró pensativo; era verdad, faltaba menos de una semana para que febrero terminase.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo sobre ello?— preguntó por enésima vez.

—Trato de no darle muchas vueltas al asunto, es mejor concentrarse en el ahora y disfrutarlo— respondió el castaño relajado, incluso con una leve sonrisa antes de regresar a la tarea de devorar lo que quedaba de la hamburguesa.

Después de ese comentario ambos se esforzaron porque el ambiente fuese cómodo; bromas y comentarios como cuando recién se conocieron salieron a flote, incluido el mesón de doña Marta y por ende Alan.

—En realidad fue él quien terminó conmigo, se dio cuenta de que eres tú quien me gusta— dijo Daniel, porque hasta entonces ninguno de los dos había hablado de ese episodio de la historia con detalles.

—¿Éé-él...?— Lucas no pudo preguntar, en vez de ello un repentino calor invadió su rostro. Aún el escuchar que Daniel sentía algo por él le causaba sonrojos.

Daniel meneó la cabeza de manera afirmativa, —Si no me hubieras obligado a salir con él, probablemente no me habría percatado y las cosas entre tú y yo hubieran sido más lentas.

El castaño frunció el ceño, —¿Yo te obligué?

—Hablabas de la perfecta pareja que haríamos— se balanceó un poco hacia atrás en su silla y cruzó los brazos sobre su pecho, elevó una ceja y agregó, —¿no lo recuerdas?

—Nunca usé la palabra perfecta— Lucas hizo una mueca de disgusto.

—Alan es un chico dulce y observador— le alabó.

—No lo dudo— apretó los dientes.

—¿Te había dicho que es muy inteligente? Está buscando una universidad al norte del país.

—Sí— masculló, cerrando las manos en puños sobre la mesa.

—Eso es algo que tenemos en común; desea estudiar...¡ey, cuidado!— Daniel detuvo su casi monólogo y tomó la mano de Lucas para alejarla de las servilletas de papel que comenzaban a convertirse en cenizas debido a unas pequeñas llamas.

—¡Lo siento!— Lucas se puso de pie de manera brusca, parecía haberse percatado recién del incidente; la gente les miró debido al chirrido de la silla pero tras un par de segundos todos continuaron con lo suyo.

—Perdón, yo no quise...— Lucas miró hacia abajo algo avergonzado por no haberse controlado, intentó zafarse del agarre de Daniel pero este lo sujetó con más fuerza para evitar que se alejara.

—Perdóname tú a mí, no debí hablar de él de esa manera— le tomó sólo un par de segundos darse cuenta de su error: había enfatizado demasiado las cualidades de Alan; los celos estaban justificados, él se sentiría igual o peor si Lucas fuera quien hablara de alguien más de esa manera.

—No es tu culpa— el castaño suspiró, —cuando la fecha se acerca a veces no puedo controlar del todo mis emociones—, rió de manera floja, —una vez golpee al viejo Rafa porque no estaba lista la comida.

Las cejas de Daniel se elevaron antes de que este riera también; —supongo entonces que tendré que ser más cuidadoso.

Lucas también rió con más ganas.

El camino de regreso decidieron hacerlo a pie, aún cuando algunas nubes oscuras adornaban el cielo vespertino.

—¿Crees que vaya a...?— la primera gota impactó en la frente de Daniel antes de que terminara la pregunta, —simplemente genial— ironizó.

—Tranquilo, el agua nunca le ha hecho daño a nadie.

—¿Ah, no? ¿Y qué dices del diluvio?— exclamó y tiró de Lucas para resguardarse bajo el toldo de un establecimiento que en ese momento te hallaba cerrado; —y justo cuando me puse mis zapatos favoritos— lanzó un suspiro.

—¿Te preocupan los zapatos?— Lucas los miró, eran unos mocasines marrón, no parecían especiales pero sabía que la apariencia era lo de menos, a veces los humanos se aferraban a cosas materiales por el valor sentimental.

—Preferiría mantenerlos secos— explicó y sacudió su cabello; no era un aguacero muy fuerte pero no se arriesgaría a salir de allí.

—Mojarse bajo la lluvia es divertido— Lucas salió de su escondite y abrió los brazos antes de girar y mirar hacia el cielo. De por sí no había mucha gente por los alrededores y ahora con el clima las personas habían desaparecido prácticamente.

Daniel se apoyó en la pared debajo de la cornisa mientras observaba al otro, Lucas se veía muy feliz, sus labios curvados en una enorme sonrisa dejaban en evidencia lo bien que se la estaba pasado, disfrutaba algo tan sencillo como la lluvia.

Sus zapatos podían esperar allí resguardados; así que se los quitó y corrió descalzo hasta Lucas para levantarlo sobre su hombro como si de un costal de patatas se tratase y girar con él a cuestas.

El grito de sorpresa y el estallido de las carcajadas del castaños fue explosivo y musical, algo que Daniel estaría dispuesto a escuchar para siempre.

—¡Bájame!— exclamó Lucas sin ninguna verdadera intención.

No fue hasta que Daniel se quedó sin aliento que los giros cesaron, sólo entonces bajó a Lucas y lo colocó sobre sus pies. El castaño aprovecho la posición frente al humano, se elevó un poco sobre la punta de sus pies y chocó sus labios con los de él. Aquella risa estruendosa había finalizado en algo tan cliché como un beso bajo la lluvia. Quería más de él, así que se aferró con los brazos al cuello de Daniel e hizo el contacto más profundo antes de por fin separase y respirar de manera agitada.

—¿Ahora crees que la lluvia es divertida?— cuestionó Lucas cuando las gotas mermaron.

—Mucho, muy divertida— respondió antes de darleun beso rápido en la nariz, tomarle la diestra entre sus manos y depositar enella también un beso.

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*Notas: Ahora sí, viene "lo bueno"; Lucas deberá ir a visitar a su padre.

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