CAPÍTULO 55
Delegación de Tuxtla - Separo:
Alejandro se removía intranquilo en una de las literas de la pequeña celda en donde los policías lo aventaron después de darle una golpiza... Aún no sabía la razón por la que lo tenían en ese lugar, pues ni siquiera le informaron el supuesto delito que cometió, (aunque tenía una ligera sospecha del verdadero motivo).
Con dificultad acomoda su espalda en la pared y estira las piernas... El dolor en el costado le estaba siendo insoportable y presentía que se debía a que le rompieron alguna costilla... El cansancio y el dolor lo hacen caer en un profundo sueño, (que no dura mucho)... Los mismos policías que lo dejaron en tan deplorable estado, entran y con una macana, le dan un golpe en la pierna para despertarlo... Alejandro tarda en abrir los ojos, y cuando está lo suficiente consciente, les dedica una mirada burlona, que enfurece a uno de ellos y como desquite, le da un puñetazo en el rostro.
Policía 1: ¡Vuelve a hacerlo y el siguiente te romperá el cráneo!
Alejandro se obliga a no sobar el área del golpe y regresa a su postura irónica... El policía se enfada más y trata de volver a golpearlo, pero su compañero lo detiene.
Policía 2: ¡Déjalo!... recuerda que lo quieren vivo.
Ese simple comentario hace que el policía se calme, (al menos por el momento).
Alejandro: ¿Cómo es que ustedes pueden estar aquí dentro?... se supone que cuando capturan a un delincuente, y lo traen a la delegación, termina su trabajo y las interrogaciones pasan a ser responsabilidad de los encargados de este lugar.
Policía 2: Estos burócratas no son lo suficientemente hombres para dejarte el mensaje que nos encargaron.
Alejandro: ¿Y qué mensaje me tenías qué dejar?, (se ríe), ¡Claro!... aparte de los golpes que me dieron.
Policía 2: ¡Me impresionas!... los de tu clase estarían llorando para que no les hagamos nada, pero tú te burlas de la mala situación en la que te encuentras.
Alejandro: Vengo de barrio, por eso los golpes no son algo nuevo para mí. Pero ahora me urge dormir, así que lo que tengas qué decir, ¡dilo rápido y lárguense!
Policía 1: ¡Ahorita te burlas, niño!, pero cuando estés en el reclusorio, toda esa altanería desaparecerá enseguida.
Alejandro: ¡Ya veremos!, e insisto... ¿cuál es el mensaje?
Policía 2: La familia Mendoza, pide que guardes silencio... No me especificaron el asunto, pero supongo que tú ya sabes a qué se refieren.
Alejandro: ¡Sí lo sé!, aunque si ese era el mensaje, entonces no entiendo qué hago aquí.
Policía 2: Más tarde vendrán a informarte el delito por el que se te arrestó, pero me parece que escuché que se trata de un fraude que le hiciste a unos empresarios para conseguirle dinero a un tal Bruno Rey.
Alejandro: ¡Ah bueno!... siendo así, será mejor que me ponga muy cómodo.
Policía 1: ¿Sí cometiste ese delito?... ¡Vaya!... ¿quién se iba a imaginar que un niño bonito, iba a resultar ser un delincuente?
Alejandro: (se ríe quedamente), ¡Señores!, como el mensaje está dado, les pido que me dejen descansar, (con su dedo señala la salida de la celda), ¡hasta nunca!
Los policías se miran entre sí antes de salir... Al cerrar la puerta, le dan un último vistazo, y se sorprenden por la tranquilidad que demostraba, (ya había cerrado los ojos y se acostó en la litera, con los brazos tras su cabeza)... En cuanto se fueron, volvió a abrir los ojos.
Alejandro: ¡Dany!... lo único a lo que le temo, es a tu rencor... Espero que si llego a salir de ésta situación, todo vuelva a ser como antes.
Con una de sus manos, hizo una ligera presión en su costado y al sentir el dolor se retuerce... Sin poder lograr que el dolor disminuya, decide intentar dormirse para al menos no pensar en él.
Hacienda del Fuerte:
Un joven peón cuidaba del portón cuando divisa una camioneta de la hacienda y abre las puertas para dejarla pasar. Marcial se estaciona y enseguida bajan Rosaura y Dany... Las dos se habían quedado en casa de Dany, debido a que ella no quería ver a nadie para no dar explicaciones sobre lo sucedido con su esposo, pero como Marcial se negó a dejarlas solas, tuvo que prestarle la recámara de huéspedes. A primera hora decidieron regresar y pensaron que en cuanto llegaran, María les diría una larga letanía por no avisarle en dónde estaban. Sin embargo al entrar se extrañan de no ver actividad en la casa.
Rosaura buscó en toda la casa, pero no encontró a nadie... Dany había ido a la cocina para tomarse un vaso con agua, pues tenía la boca seca.
Rosaura: ¡Qué raro!
Dany: (¿?), ¿Qué se le hace raro, Rosaura?
Rosaura: Es que no hay nadie en la casa... Busqué en el cuarto de María, en el cuarto de Vanesa, en el de Mary, en el de Margarito y en la recámara de mi sobrina, pero todos están vacíos... Con decirte que ni los gemelos están aquí.
Dany: Tal vez Ana Paula y Rogelio ya llegaron y se fueron a festejar al río... ya sabe que les encanta estar al aire libre.
Rosaura se lo piensa un momento y luego jala una silla para sentarse, recargando sus codos sobre la mesa.
Rosaura: (suspira), Supongo que tienes razón.
Dany se sienta frente a ella, y por varios minutos, sólo reinó el silencio... Rosaura estira su mano y sujeta con cariño la mano de Dany.
Rosaura: ¿Cómo te sientes?
Dany: ¡No sé!... Desde hace unas horas no he pensado en nada, aunque el dolor en el pecho continúa igual de fuerte.
Rosaura: ¡Dany!, Alejandro no sería capaz de engañarte.
Dany: Creí que conocía a mi esposo, pero entre más convivo con él, menos lo entiendo, (pasa su mano por su cabello), ¡nunca debí casarme con Alejandro!
Rosaura: Daniela, no me parece justo para ese muchacho, que saques conclusiones en base a los chismes... Alejandro está pasando por un momento muy difícil y te necesita a su lado para apoyarlo.
Dany: ¿Usted sabe cuál es ese momento difícil?
Rosaura: (desvía la mirada), Alejandro es quien tiene que decirte, y más porque ahora mismo ni yo sé qué está pasando.
Dany: (se ríe con amargura), Él no me dirá absolutamente nada, así que para qué pierdo mi tiempo.
Dany se levanta y se va a encerrar a su cuarto, de rato sale con la maletita en la que había llevado su cambio de ropa, mientras cuidaba de sus ahijados... Rosaura estaba cansada de remar contra la corriente, así que decidió dejarla en paz... Dany iba a abrir la puerta, cuando entra Consuelo muy emocionada, jalando un perchero donde venía colgada alguna clase de vestimenta.
Consuelo: ¡Mira Dany!, esto lo mandaron de una tienda del D. F., y viene a tu nombre.
Dany: (¿?), ¿Una tienda del D. F.?... ¿y qué es?... yo no solicité nada de la capital.
Consuelo: ¡Sabrá Dios, mujer!, pero no es todo lo que trajeron.
Consuelo sale corriendo y luego entra de nuevo cargando unas cajas que deja sobre la mesa de la sala.
Consuelo: ¡Abre la bolsa y las cajas para que salgas de dudas!
Dany quita la bolsa que cubría la prenda del perchero y observa maravillada el vestido de novia que le había gustado... Sin salir de la impresión, se dirige a abrir las cajas y se encuentra con un velo muy fino, unas zapatillas blancas y un ramo de margaritas bellamente decorado con listones dorados.
Rosaura entra en la sala, pero se limita a observar a Dany desde una distancia prudente... Consuelo admiraba el vestido y con cuidado pasaba sus dedos por la esplendorosa tela... Dany finalmente sale de su impresión y cierra las cajas con algo de brusquedad.
Dany: (alterada), ¡Todos los hombres son unos hipócritas!
Consuelo: (¿?), ¿Por qué dices eso Dany?
Dany: ¿Acaso cree que me voy a casar por la iglesia, después de que me engañó?
Consuelo: (¿?), ¿Quieres hablar más claro?
Dany: (grita), ¡Lo único que tengo claro es que sigo siendo una idiota!
Rosaura: ¡En eso tienes mucha razón!
Consuelo y Dany la miran con un signo de interrogación grabado en sus frentes.
Rosaura: Deseo de todo corazón, que cuando sepas la verdad, ese muchacho aún quiera casarse contigo.
Rosaura sale de la casa, (Dany y Consuelo se quedan mirándose confundidas)... Después Dany abre las cajas y lleva a su pecho el ramo de margaritas. Ella no dice nada... Solamente se dedica a pensar en las palabras de Rosaura y se pregunta si realmente estaba siendo injusta con su esposo.
Aeropuerto de Estados Unidos:
Paula estaba sentada en la sala del aeropuerto esperando a Rogelio y a Edward, (que fueron a recoger las maletas)... Durante el viaje se había sentido ansiosa, y en cuanto descendieron del avión, intentó comunicarse a la hacienda, pero nadie le respondía, (y eso le provocaba más nervios)... Rogelio se acerca y le indica que ya tenía las maletas dentro de un Taxi... En el trayecto hacia la casa de Edward, los dos hombres eran los únicos que conversaban, porque Paula solamente miraba el camino, (Rogelio la veía por el retrovisor y se preguntaba el motivo que tenía a su esposa tan ausente).
Minutos más tarde, llegaron a una casa mediana y con detalles europeos en la fachada... Al entrar, Paula se aleja de ellos para irse a la sala a marcar de nuevo a la hacienda... Rogelio se quedó observándola junto a Edward.
Edward: ¿Le sucede algo a Ana Paula?... Desde que bajamos del avión, no ha querido hablarnos.
R: Sé que algo le está pasando, pero Paula y yo somos iguales en cuanto a carácter, y te puedo jurar, que no dirá nada hasta que ella no quiera.
Edward: ¡Entiendo!, entonces mientras tanto voy a llamar a mi abogada.
R: Está bien... nosotros te esperamos y dependiendo de lo que te diga, decidiremos si nos quedamos otro día, o mejor nos regresamos a Tuxtla.
Edward asiente y se retira a su pequeño despacho... Rogelio entra en la sala y cuidando sus movimientos, se sienta a esperar cualquier reacción de su esposa... Paula se paseaba por el lugar con el celular pegado a su oreja, y cuando estaba por colgar, Consuelo responde.
Consuelo: ¡Buenos días patrona!
AP: Hola Consuelo... disculpa la falta de educación, pero me puedes decir ¿qué es lo que está pasando en la hacienda?... tengo horas hablando y nadie me respondía.
Consuelo: (¿?), No sabría decirle patrona... yo llegué hace treinta minutos y no había nadie más que Dany y su tía... Dany pensaba que ustedes ya habían regresado y que lo más seguro era que se llevaron a todos a festejar al río, por eso no les he preguntado nada a los peones.
AP: Pues ya te diste cuenta de que no hemos regresado, así que por favor... ¡ve a preguntarles!
Consuelo sale corriendo a preguntar... La mayoría de los peones no sabían nada, pero uno que estuvo de guardia en la noche, le dijo que Ricardo se había ido como loco en una camioneta y que una hora después vino Mercedes a llevarse a los niños, pero que no dio ninguna explicación... Alarmada, Consuelo regresa para darle el informe a su patrona... Los nervios de Paula aumentan y sin más le cuelga a Consuelo para llamar a Mercedes, (que tarda un instante en responder).
Mercedes: (seria), ¡Ana!
AP: (¿?), ¿Qué está pasando Mercedes?, ¿por qué te llevaste a mis hijos?
Mercedes: Aún no llegas a Tuxtla, ¿verdad?
AP: (angustiada), ¿Y qué importa si estoy o no en Tuxtla?... ¡Quiero que me digas qué es lo que está pasando y quiero saberlo ahora mismo!
Rogelio se levanta preocupado y se aproxima a su esposa, (él intenta abrazarla, pero ella se aleja).
Mercedes: Ana, esto no es fácil de decir, y menos cuando no puedo ver tu cara.
AP: Déjate de rodeos y dime de una buena vez, ¿qué es lo que sucede?, (solloza), ¿les pasó algo a mis hijos?
Mercedes: No Ana... los niños están muy bien, pero tuve que traerlos conmigo por la situación tan delicada que se vivió ayer.
AP: ¡Mercedes te lo suplico!... ¿qué está pasando?
Rogelio se acerca hasta poder escuchar lo que estaban conversando y Paula separa un poco el celular para que oiga bien.
Mercedes: Vanesa, María y Benjamín sufrieron un accidente... María ya fue dada de alta, pero Benjamín y Vanesa continúan hospitalizados... A él le tuvieron que poner un yeso porque se fracturó el tobillo, y están haciéndole estudios por el fuerte golpe que se dio en la cabeza... En cuanto a Vanesa... bueno a ella le hicieron, (se le quiebra la voz), ¡ay Ana!... lo mejor es que regreses.
AP: (mira a Rogelio), No sé si podamos regresar hoy.
Rogelio dice que sí con la cabeza, y pregunta el estado en el que se encuentra Vanesa.
Mercedes: Está en coma y temen que su cerebro haya sufrido algún tipo de daño, pero no lo sabrán hasta que despierte.
AP: ¡Dios quiera que no le haya pasado nada y que despierte bien!, (nerviosa), Mercedes... ¿cómo está su bebé?
Mercedes empieza a sollozar más fuerte... Rogelio abraza a Paula y ésta empieza a quebrarse.
AP: ¡Dime que no murió!... ¡por favor Mercedes!, dime que ese pequeño se encuentra bien.
Mercedes: Está muy grave... El bebé tenía sufrimiento fetal debido a la falta de líquido y si a eso le sumamos la terrible condición en la que llegó Vanesa, es un milagro que haya podido nacer vivo... Ahora está en una incubadora y lo conectaron a un respirador artificial, pero los médicos no le dan muchas esperanzas... dicen que de sobrevivir, lo haría con una deficiente calidad de vida en caso de que su corazón tuviera algún daño.
Paula se quedó en shock, así que Rogelio toma la palabra.
R: ¿Cómo está tomando todo esto, Ricardo?
Mercedes: ¡Muy mal Rogelio!... Ernesto dice que se aferra a la idea de que todo es un sueño y no ha querido ir a ver ni a Vanesa ni a su hijo.
R: Por favor, Mercedes, dile a Ernesto que esté con él en todo momento... Nosotros nos regresamos ahorita mismo.
Rogelio cuelga después de oír que Mercedes agradecía y de inmediato va informarle a Edward... La noticia fue un fuerte golpe para el futuro padre, (que sintió como si hablaran de Jennifer y de su hijo), pero trato de mantenerse ecuánime y prometió encargarse de todo lo referente al caso de James Clayton, para que Ricardo no tuviera la necesidad de separarse de su familia... Una vez hablado el asunto, Rogelio va por su esposa y con dificultad, hace que se ponga en marcha hacia el auto para ir al aeropuerto, (Edward los mandó en su coche, con un empleado).
San Gabriel - Pensión:
Desde el día anterior, Helena se dedicó a esperar a que la policía fuera por ella, (no había probado alimento y tampoco quiso cambiarse de ropa)... A media mañana ve entrar a James con un semblante entre afligido y furioso.
Quizás en otro tiempo hubiera corrido a su lado, pero ahora no tenía las fuerzas para enfrentarse a las distintas personalidades de James.
Él la mira un largo rato y cuando ella decide regresarle la mirada, no lo soporta más y corre a abrazarla, (ella corresponde abrazándolo también).
James: ¡Perdóname, perdóname!... ¡te juro por nuestro hijo, que no deseaba que eso ocurriera!
Helena: (¿?), ¿De qué hablas James?
James: De lo que hice anoche... yo sólo quería darle una advertencia, pero no creí que iba a terminar así.
Helena: (tensa), ¿Qué hiciste con el abogado?... ¡no lo habrás matado!, ¿verdad?
James se separa bruscamente y la mira con odio, pero enseguida se relaja y desvía la mirada a otro lado.
James: El abogado está bien... o al menos lo estará por unos días.
Helena: ¡Unos días!... ¿qué le hiciste James?
James: (se levanta), ¿Tanto te importa el maldito abogado?
Helena: Me importa, pero no por las razones que te estás imaginando.
James: (se ríe), ¡Sí claro!... aunque yo no hablaba del abogado... Pero como veo que nadie más que él te interesa, entonces el saber que la esposa de Ricardo está muriéndose junto con su hijo, no será importante para ti.
Helena se levanta rápidamente y empuja a James hacia la puerta.
Helena: (grita), ¡Prometiste que no la dañarías!
James: ¡Ya viste que no se me dio la gana cumplir!, así como tú tampoco has cumplido con tu parte.
Helena: (golpea su pecho), ¡Eres un maldito asesino!... ¡estás loco!, ¡estás demente!, eres un...
Helena no termina de hablar porque James le da una fuerte cachetada y la sujeta bruscamente de los brazos.
James: ¡Te he pasado todo!, y lo hubiera seguido haciendo si no fuera porque demostraste preocupación por el maldito abogado... De ahora en adelante mujerzuela, no te vuelvas atrever a alzarme la voz o a golpearme.
James la arroja al piso y sin más le da una patada en el estómago... Helena tose por la falta de aire y empieza a llorar.
Helena: ¿Qué te pasa James?, ¡después de aquella vez, jamás me volviste a pegar de esta manera!
James no responde, y se agacha sólo para volver a tomar los brazos de Helena y continuar aventándola y golpeándola, (incluso en el rostro). El último golpe que da, la deja inconsciente... James recobra un poco de cordura y se acerca al cuerpo de la mujer... Con delicadeza la levanta y acaricia las marcas de los golpes que le hiciera... La angustia y el arrepentimiento se reflejan en su cara, así como algunas lágrimas.
James: ¡Perdóname, Helena!, ¡no sé qué me ocurre!... te juro que intento controlarme, pero en un segundo no me doy cuenta de lo que hago y termino haciendo daño, (desesperado), ¡soy un monstruo!... ¡soy un maldito monstruo!
James la abraza y la besa con una dulzura nada propia de él... Helena abre el ojo bueno que le quedó después de la agresión y aunque tiene miedo, no puede evitar el sentimiento de lástima que le trasmite James, y con recriminaciones mentales sobre su falta de dignidad, estira su mano para acariciar la cara de su agresor.
Helena: ¡Tranquilízate, cariño!
James: ¡Te lastimé!, por eso no puedo...
Helena: Shhh... lastimas porque estás enfermo, pero sé que si estuvieras bien de tu mente, nunca me dañarías.
James: ¡Lo lamento tanto!
Helena: ¡Lo sé!
Helena trata de levantarse, pero el dolor de su cuerpo la hacen volver a caer... James la ayuda a ponerse de pie y a recostarse en la cama. También cura las heridas que le hiciera en el labio y el pómulo... Helena no dejaba de mirar su cara... En ese momento James parecía otra persona, (incluso lo vio como un niño arrepentido y temeroso)... Siempre supo que el hombre al que amaba tenía un problema mental... Varios doctores le recomendaron internarlo, pero cuando iba a hacerlo regresaba ese hombre inteligente y cariñoso que la enamoró. Sin embargo el sueño de una mejoría se desvanecía en pocos meses y James volvía a ser agresivo...El conformismo y la elegante vida que le brindaba en ese estado, relegaban su sentido común que gritaba por hacer lo correcto... Ahora se daba cuenta de que jamás debió permitir que las cosas llegaran a este punto, pero ya era demasiado tarde, porque aunque quisiera, no podría abandonarlo, ni mucho menos odiarlo. Así que pide perdón en su mente a Vanesa, a Alejandro y a todos los que falten en la venganza de su amado, y se promete que lo protegerá de sus errores, y si James se hunde en el infierno, ella se hundirá con él.
Clínica de San Gabriel:
Toda la noche Ricardo permaneció sentado en la sala de espera, con sus manos en su cabeza y sus codos sobre sus rodillas... Ernesto había ido en la madrugada a informarle que su hijo nació vivo, pero que su probabilidad de supervivencia era mínima y que Vanesa fue trasladada a terapia intensiva, aún en estado de coma... Él escuchaba lo que decía, pero su mente y su cuerpo se negaban a reaccionar y lo único que pudo hacer, fue agradecerle con un movimiento de cabeza... Ernesto esperaba que pidiera ver a su hijo y a su esposa, sin embargo esa petición jamás fue hecha y hasta esa hora de la mañana, seguía sin oírla... El sonido de aviso de batería baja, logra que Ricardo se mueva un poco y saque su celular... Antes de apagarlo revisa el último mensaje que recibiera el día anterior y al leerlo se levanta de golpe.
Ricardo:
James Clayton está trabajando en la hacienda, por eso te pido que vayas a la dirección que coloqué abajo de éste mensaje... En esa casa se encuentra la hermana de Rogelio... ¡Por favor!, pase lo que pase, no permitas que James o la policía se la lleven... Es testigo importante contra James... Atte. Alejandro.
Después de leer el mensaje, Ricardo se deja caer en la silla... Él sabía que todo lo que les estaba pasando a los Montero, era culpa suya y se maldijo mil veces... James lo odiaba tanto que no se detendría hasta dejarlo solo... El remolino de sentimientos duró un largo periodo, y cuando éste termina, sale de la clínica lleno de culpa y dolor hacia su familia, pero con la firme convicción, de que los libraría de James, a costa de lo que fuera.
Aeropuerto de Tuxtla:
Consuelo le contó a Dany lo que pasó con Vanesa, y ella decidió que iría junto con Marcial a recoger a Paula y Rogelio para que no perdieran tiempo buscando transporte, (Consuelo tuvo que regresar al rancho en cuanto llegó su esposo, para no dejar a la deriva el negocio de la familia).
Tenían poco de haber llegado, cuando visualizan a Paula corriendo hacia ellos... Al estar frente a su amiga, Paula la abraza con fuerza.
AP: (llorando), ¿Cómo siguen Vanesa y mi sobrino?
Dany: No sé Paula... No tiene mucho que me enteré de lo que pasó con ella y lo primero que se me ocurrió fue venir por ustedes... Me imagino que lo que más deseas es ir a verlos, ¿no es cierto?
AP: ¡Sí Dany!, ¡muchas gracias por venir por nosotros!
Dany mira hacia atrás y ve a Rogelio acercándose con las maletas, (Marcial va a ayudar a su patrón y juntos las llevan a la camioneta)... Paula tarda un poco en recomponerse, pero con el apoyo de Dany logra dejar de llorar y se dirigen con ellos para ir a la clínica.
En la camioneta y ya más tranquila, Paula observa las ligeras bolsas debajo de los ojos de su amiga y la abraza nuevamente.
AP: ¿Qué tienes amiga?
Dany: ¡Nada!, (¿?), ¿por qué lo preguntas?
AP: Tienes los ojos hinchados y algo me dice que no es justamente por lo que le pasó a Vanesa.
Dany: Vanesa y yo estábamos llevándonos mejor, por eso me duele mucho lo que pasó con ella y su bebé.
AP: Sí pero, podría jurar que no estás así por ellos, (afianza más el abrazo), dime Dany, ¿qué tienes?
Dany: ¡Nada Ana!
Rogelio estaba atento a lo que conversaban y aunque no quería ser entrometido, voltea a ver a Dany.
R: Perdón por la interrupción Daniela, pero quisiera saber en dónde está Alejandro.
Paula mira fijamente a su amiga, pero ella evita verlos a la cara.
AP: ¿En dónde se encuentra tu esposo?
Dany: Probablemente esté engatusando a otra ingenua, o tal vez está atendiendo algún caso que se inventó para luego venir a decirme que fue por eso que no tuvo la decencia de aparecerse ayer y explicar lo que la gente del pueblo está comentando.
AP: (¿?), ¿Qué está diciendo la gente?
Dany: Ana, en éste momento ustedes deben preocuparse únicamente por Vanesa y su bebé... Yo soy quien se encargará de resolver los problemas con Alejandro.
Rogelio y Paula se lanzan miradas de preocupación que Dany nota.
Dany: (¿?), ¿Qué pasa?
R: ¿Dices que no has visto a Alejandro desde ayer?
AP: ¿Hablaste con él?... ¿te dijo algo que nosotros debamos saber?
Dany: (¿?), No lo he visto desde la mañana de ayer, y la última vez que hablamos no los mencionó a ustedes, (hace memoria), lo que recuerdo es que se escuchaba ansioso y me dijo que probablemente no podría regresar, pero no supe por qué.
R: (se voltea y suelta un golpe en la puerta de la camioneta), ¡Me lleva!, ¡ya presentía que algo no andaba bien!
Dany: (nerviosa), ¿Por qué lo dices?... ¿acaso ustedes saben lo que pasa con Alejandro?
Rogelio no volvió a mirar a Dany y Paula se acomodó un poco alejada de ella... Al ver el rostro de sus amigos, Dany temió lo peor y sujeta el brazo de Paula.
Dany: ¡Ustedes saben qué es lo que está pasando!
AP: No es mucha la información que tenemos, y además, éste no es el lugar para...
Dany: (alza la voz), ¡Alejandro es mi esposo!, y puede estar en problemas... si ustedes saben algo, es justo que me lo digan.
R: (se gira para verla), Es cierto Daniela, y no es nuestra intención ocultarte las cosas, (se dirige a Paula), ¡amor!, dile lo que pasa.
Paula toma las manos de su amiga y comienza a relatarle lo que Rogelio y Alejandro estuvieron hablando... Dany escuchaba atenta, pero el saber lo que su esposo estaba haciendo, no ayudó a calmarla, sino por el contrario... Ahora tenía miedo de que algo malo le hubiera pasado... Paula terminó de contarle y Dany se puso a llorar de impotencia y arrepentimiento. Su amiga dejó que se desahogara, porque tampoco se encontraba en las mejores condiciones para consolarla cuando ella no podía dejar de pensar en su hermana y su sobrino.
La ida hacia la clínica fue difícil dadas las circunstancias... Algunas horas después, llegan y los tres descienden de la camioneta, pero es Paula la que corre dentro de la clínica para pedir informes... La enfermera de la recepción, le pidió que esperara a que el Dr. Ernesto saliera, sin embargo los nervios de Paula la hicieron gritar para exigir que la dejaran ir a buscarlo. Rogelio trataba de tranquilizarla, pero su esposa no se calmaría hasta no ver a su hermana... Ernesto sale de terapia intensiva y escucha los gritos de Paula y rápidamente se acerca, (ella se zafa de su esposo y se pone frente a él).
AP: ¿Cómo están?
Ernesto: Vanesa ya está estable, pero se encuentra en coma y tú sabes que en ese estado puede durar un día o mucho tiempo.
AP: ¡Sí, lo sé!... ¿y el bebé?
Ernesto: La situación del bebé sí es muy delicada... Nació con bajo peso y por un instante su corazón dejó de latir, y aunque lograron reanimarlo, es un hecho de que sufrió algún daño, pero por su condición tan delicada, es difícil de evaluar, hasta qué grado.
AP: (cubre su boca con sus manos), ¡No Dios mío!... Ernesto por favor, tienen que salvarlo... Vanesa no podría soportar que su bebé...
Ernesto: Hacemos todo lo humanamente posible, pero esto ya no está en nuestras manos, sino en las de Dios, (mira a Rogelio), yo debo regresar adentro, ustedes vienen cansados y lo mejor es que se retiren, además por el momento no podrán ver a ninguno de los dos... también quisiera que se llevaran a Ricardo para que duerma un poco... Toda la noche se la pasó despierto y Vanesa y el bebé necesitan que esté fuerte para lo que venga.
R: ¡Ta bueno!, nada más una cosa... ¿cómo está María y Benjamín?
Ernesto: María está en mi casa y Benjamín se quedará dos días más... no tiene nada grave, pero como no puede mover su pierna y no cuenta con familia en San Gabriel, me pidió que lo dejara aquí, al menos hasta que pueda usar las muletas.
R: Te agradezco por todo lo que estás haciendo por mi familia y empleado, Ernesto.
Ernesto: No hay nada qué agradecer Rogelio, para eso estamos los médicos.
Rogelio le da un rápido abrazo y luego toma la mano de Paula.
R: Entonces nosotros vamos a la hacienda y después...
AP: ¡Yo no me voy a ir de que aquí!
R: Pero Paula...
AP: (se suelta), ¡No insistas Rogelio!
Dany: No te preocupes Rogelio, tú lleva a Ricardo a la hacienda para que descanse y yo me quedó acompañando a Ana Paula.
R: ¡Gracias Daniela!, (mira a todos lados), ¿en dónde está Ricardo?
Ernesto lo busca con la mirada, y al no verlo va a preguntarle al vigilante, (el cual le dice que lo vio irse de la clínica en una camioneta, y que por el rumbo que tomó, salió del pueblo)... Ernesto le agradece y regresa con Rogelio.
Ernesto: ¡Qué extraño!, dicen que lo vieron salir del pueblo.
R: ¿Y a dónde carambas pudo haberse ido, teniendo a su mujer y a su hijo tan delicados?
Ernesto: Nadie sabe nada, pero me preocupa bastante... Desde que tuvo qué decidir a quién atendíamos, se choqueó y no quiso ni siquiera ver a Vanesa.
AP: ¡Esto no puede estar pasando!, (abraza a su esposo), por favor Rogelio, ¡ve a buscarlo!... si estaba en shock, es peligroso que maneje.
Rogelio accede y sale de la clínica para irse con Marcial a dar un recorrido por la carretera... Ernesto regresa a terapia intensiva y Paula va a sentarse porque con tantas emociones, sentía que sus piernas no la sostendrían... Dany se sienta a su lado y la abraza, para de esa forma, darse consuelo mutuo, (ella seguía angustiada por no saber nada de Alejandro)... Ambas permanecieron ahí, rezando en silencio.
Tuxtla - Casa de la madre de Alejandro:
Cynthia miraba la calle como si hubiera algo realmente importante en aquél lugar... Raúl era el único de los cinco hombres que estaba con ella... Las discusiones por la decisión de hacer o no, lo que Alejandro dejó dicho, continuaron hasta la noche anterior, así que en cuanto amaneció, los demás se fueron a dar una vuelta por Tuxtla.
Toda la mañana Raúl se la pasó pensando en lo monótona que se había convertido su vida desde la muerte de Luis, y su frustración aumenta al ver a Cynthia interesada únicamente en la calle, y se levanta enojado, colocándose a un lado de ella... Él esperó a que ésta reaccionara de alguna manera, sin embargo Cynthia ni siquiera se movió de su posición.
Raúl: ¿Hasta cuándo va decirme lo que vamos a hacer con el asesino de Luis?
Cynthia: ...
Raúl: ¿Tan siquiera me oye?
Cynthia: ...
Raúl: (se voltea y lanza un golpe al aire), ¡Maldita sea!... ¿por qué demonios tengo que hacerle de niñera de una lunática?
Raúl sujeta el brazo de Cynthia y con la mano libre, hace que lo mire a los ojos.
Raúl: Si no intenta poner en orden sus pensamientos, la vamos a dejar aquí... ¿sabe lo que eso significa?
Cynthia: (únicamente lo mira).
Raúl: Significa que no vamos a vengar la muerte de Luis y que usted seguramente volverá a la cárcel.
Cynthia retira con suavidad la mano con la que Raúl sujetaba su cara y hace lo mismo para que suelte su brazo, y vuelve a dirigir su atención hacia la calle... Raúl se jala el cabello y empieza a decir maldiciones en voz alta... Después de un rato se calla y se va a sentar en la silla del comedor, pero enseguida Cynthia se decide a hablar.
Cynthia: Ya no podré ayudarte con eso.
Raúl: (¿?), ¿De qué habla?
Cynthia: Han venido por mí.
Raúl se levanta y se asoma por la ventana y ve que de una camioneta baja Ricardo, pero como él no lo conoce, saca su pistola y corta cartucho... Cynthia se para y camina hacia a la puerta con la intención de abrirla.
Raúl: ¡No la abra o será nuestro fin!
Cynthia: Ese hombre no es de quién te hablaba.
Raúl: (¿?), No entiendo.
Cynthia: Será mejor que te vayas... eres sólo uno.
Raúl: (nervioso), ¿Cómo que soy sólo uno?... ¿qué quiere decir con eso?
Cynthia abre la puerta y se encuentra con un sorprendido Ricardo... Los dos se miran analizándose y sin intención de querer ser el primero en hablar, pero Ricardo es quien decide romper el silencio incómodo y con su mano señala el interior de la vivienda para que le permita pasar... Cynthia se hace a un lado y cuando él está adentro, cierra la puerta.
Raúl aún mantenía la pistola en su mano y aunque no le estaba apuntando, Ricardo pone sus sentidos en alerta para anticipar sus movimientos... Cynthia se coloca frente a ellos haciendo que Raúl coloque el seguro del arma.
Raúl: ¿Ustedes se conocen?
Ricardo: ¡No!, pero somos parte de la misma familia.
Cynthia: (¿?), ¿De la misma familia?
Ricardo: ¡Sí!... mi nombre es Ricardo Archer y soy el cuñado de Rogelio.
Cynthia: ¿Eres esposo de Vanesa?
Ricardo: "Esposo"... lo que se dice esposo... pues lamentablemente aún no, pero si todo sale bien, nos convertiremos en esposos oficialmente.
Cynthia: Creo que eso tampoco será posible... ¡Viniste en muy mal momento!
Ricardo mira con una gran interrogante a Raúl, pero éste hace una seña de que no entiende nada.
Raúl: Ella no está bien de su cabeza y dice cosas sin sentido.
Ricardo: ¡Comprendo!, pero no tengo tiempo de ponerme a descifrar acertijos inventados... ¡Por favor!, traiga todas las cosas de la señorita... este lugar ya no es seguro.
Raúl: Ella salió de la cárcel sin nada, así que no hay nada qué traer.
Ricardo: Ok, pues entonces debemos irnos.
Raúl: ¿Y a dónde?
Ricardo: Los voy a sacar de México.
Raúl: No contamos con ningún documento para poder viajar y no pienso irme sin mis hombres.
Ricardo: ¡Está bien!, pero al menos deje que me la lleve a ella... James no debe salirse con la suya.
Raúl: (¿?), ¿Quién es James?
Ricardo: El hombre que quiere a la señorita.
Raúl: ¿Habla del asesino de Luis?
Ricardo: (¿?), ¿Quién es Luis?, (mueve las manos), no importa... lo único que sé, es que James me odia tanto, que desea lastimar a las personas que están cerca de mí, y su objetivo ahora, es la familia Montero.
Raúl: ¡Conque es culpa suya todo lo que nos ha estado pasando!
Ricardo: Lamento mucho esto.
Raúl: ¡Ahora menos lo dejo que se la lleve!... Si ese hombre lo odia, no dudará en matarla en cuanto la vea con usted.
Ricardo: Soy su mejor opción si es que quiere salvarla... Conozco a James y también puedo ayudarlos a capturarlo para que pague por todo lo que ha hecho.
Raúl: ¡No confió en usted!
Cynthia: ¡Yo sí!
Raúl: Usted ni siquiera lo conoce, así que no puede decir que confía en él.
Cynthia: No necesito conocerlo para darme cuenta de que en su mirada existe el mismo rencor que yo siento por ese hombre.
Ricardo: (se acera a ella y toma sus manos), ¡Gracias por el voto de confianza!... le juro que James pagará por lo que nos ha quitado.
Cynthia: No va a poder cumplir lo que juró.
Ricardo: (¿?), ¿Por qué?
Cuando Cynthia iba a contestar, la puerta se abre y por ella entran tres sujetos que sin decir nada le disparan a Raúl. Ricardo estaba desprevenido, aunque intentó hacerles frente, sin embargo uno de los hombres lo golpea en la cabeza con la culata de una pistola y él cae al suelo completamente inconsciente... Cynthia no se movió en ningún momento, ni mostró angustia o pena por Raúl o por Ricardo.
Uno de los sujetos se acerca a Raúl y ve la herida que dejaran en su hombro.
Hombre 1: ¡Está vivo!... ¿lo mato?
Hombre 2: No es necesario, nuestro objetivo está de acuerdo en acompañarnos por las buenas, ¿verdad señorita?
Cynthia no contesta, pero en cuanto el hombre le señala la puerta, camina hacia donde le indican.
Hombre 3: ¿Y qué hacemos con el otro?
Hombre 2: Vamos a llevarlo con nosotros... estoy seguro de que el señor Clayton, querrá terminar con su vida personalmente.
Los otros dos hombres levantan a Ricardo y lo llevan a una camioneta que se encontraba a unos cuantos metros de la casa... Cynthia subió después y al ver que cierran la puerta, arranca un pedazo de tela de su blusa y se dedica a limpiarle la herida de su cabeza... Ricardo abrió por un momento sus ojos y pudo ver la extraña tranquilidad que reflejaba el rostro de su acompañante, a pesar de estar en una situación peligrosa, pero no tuvo la oportunidad de preguntarle a qué se debía, porque volvió a perder la consciencia.
No supieron cuantas horas pasaron, pero fueron bastantes y eso indicaba que ya no estaban en Tuxtla... La camioneta detiene su marcha y los hombres abren la puerta y los sacan para llevarlos a una casa descuidada y sin muebles, en la que sin miramientos avientan a Ricardo al suelo y empujan a Cynthia para después encerrarlos y dejarlos en una completa oscuridad.
Ricardo aún se encontraba mareado, pero se levanta para acercarse a Cynthia y revisarla, (al menos lo que puede alcanzar a ver, por la falta de luz).
Ricardo: ¿Te encuentras bien?... ¿no te lastimaron esas bestias?
Cynthia: No tengo nada.
Ricardo: ¡Qué alivio!... ahora, lo que no entiendo es ¿cómo pudieron dar con la casa en dónde estabas?
Cynthia: Tu furia no te permitió notar que te estaban siguiendo.
Ricardo: (¿?), ¿Tú los viste?
Cynthia: Vi tu camioneta antes de que se detuviera frente a la casa, y detrás de ella venía el mismo vehículo del hombre que mató a Luis... Raúl se asomó por la ventana, pero tampoco se dio cuenta porque se concentró en ti.
Ricardo: (sonríe), ¿Y así dicen que estás loca?
Cynthia: ¡Estoy loca!, pero mi alma es tan negra como la de esos sujetos, y por eso que no pueden engañarme.
Ricardo: Mi alma no está más limpia que la tuya, pero mis pensamientos no están precisamente en éste lugar, sino con mi familia.
Ricardo se aleja de Cynthia y se sienta en el frío piso, recargándose en la pared... Cynthia lo sigue y se acomoda a un lado de él.
Ricardo: (esconde su cabeza entre sus piernas), Ni siquiera me despedí de Vane, ni de mis hijos y ahora no sabré si lograrán salvarse.
Cynthia: ¿Ese hombre los lastimó?
Ricardo: Le provocó un accidente a Vane y estaba esperando a nuestro segundo hijo... Lo último que supe es que nació muy delicado y que tal vez no sobreviviría, además ella está en coma.
Cynthia: ¿Por qué no te quedaste con ellos?
Ricardo: Pensé tontamente en que podía ayudarte, pero caí en la trampa de James.
Cynthia: ¡Gracias!, has hecho más de lo que te imaginas.
Ricardo: (¿?), ¿Qué hice?... lo único que conseguí fue darle ventaja a ese maldito.
Cynthia: A él o a nosotros.
Ricardo: (¿?), ¿Siempre hablas con acertijos?
Cynthia: ¡Él me enseño!
Ricardo: ¿Quién es él?
Cynthia: Luis.
Cynthia se recuesta en el piso dándole la espalda a Ricardo... Él se quedó mirándola, a la espera de que dijera algo más, pero ella ya no volvió a decir nada por el resto de la noche, así que mejor la imitó y cerró los ojos para dormirse y recuperarse de un día doloroso y desgastante.
Reclusorio varonil de Tuxtla:
Luego de una audiencia improvisada y llena de inconsistencias, Alejandro fue llevado al reclusorio... Un guardia lo guía hasta la celda que le corresponde, pero para su mala suerte, es la misma en la que está Bruno, (él sonríe, y mostrando los dientes que le quedan, le empieza a hablar con dificultad).
Bruno: James cumplió e hizo que te trajeran aquí.
Alejandro lo ignora y va a acostarse en el camastro de arriba, (eran literas).
Bruno: ¿Qué se siente pasar de ser un abogado de renombre, a ser un convicto despreciado por la sociedad?
Alejandro: ¡No lo sé!, ¡tú dímelo!
Bruno: No es el mismo sentimiento, porque yo hice cosas malas y tú eres el niño bueno de la historia.
Alejandro: ¡Claro!, ¡sí tu lo dices, entonces soy el niño bueno!
Bruno: (¿?), ¿De dónde sacaste el valor para ser sarcástico?
Alejandro: Siempre he sido así, pero en el tiempo en que te aprovechaste de mi debilidad, fue porque mataste a mi tío y también tenía miedo de perder mi reputación como abogado, sin embargo ahora me importa muy poco mantenerla.
Bruno: ¡Qué raro!, pero no me digas que tampoco te importa tu nueva familia.
Alejandro: Por mi nueva familia, es por lo que dejó de importarme la reputación.
Bruno: Tal vez no te importa la reputación, pero qué me dices de la vida de tus seres queridos.
Alejandro: (se incorpora para mirarlo), ¿Crees que porque tu amigo me tiene aquí, va a poder impedir que los ayude?
Bruno: (sonríe), No estarás entero por mucho tiempo... tú me traicionaste, y te prometo que habré de cobrarme esa traición muy pronto.
Alejandro: No sólo el dinero puede mantenerte vivo en éste lugar, y yo conozco más gente influyente que tú.
Bruno: ¿Estás seguro de que te ayudarán?
Alejandro: Por supuesto que lo harán.
Bruno: ¡Ya veremos!
Alejandro: Lo verás, Bruno.
Alejandro vuelve a acostarse y a los minutos se queda dormido ante la incredulidad de Bruno, ya que ninguno de los internos puede conciliar el sueño debido al miedo de ser asesinados cuando duermen, y se pregunta qué clase de conocidos tendrá de su lado para estar tan confiado.
Estados Unidos - Empresa agropecuaria Sanders:
Fabiola y Edward fueron a la delegación para solicitar la orden judicial que les permitiría obtener el apoyo de la policía mexicana en el caso de James Clayton... Los agentes los mantuvieron ahí por horas debido a que era complicado hacer ese tipo de trámite, y más cuando querían que se incluyera la muerte del doctor Mendoza en el reporte que enviarían a la instancia extranjera... A pesar de los inconvenientes, lograron que al menos quedaran las sospechas como un antecedente, (no les permitieron manejarlo como otro delito).
Una vez que salieron de ahí, Fabiola se retiró a su despacho jurídico y Edward se dirigió a su empresa para atender los pendientes del último mes, (antes quedaron de acuerdo de viajar a Tuxtla a primera hora del día siguiente)... Después de revisar y firmar documentos, llama a su prometida... El escuchar la voz del padre de su hijo, hizo que Jennifer recuperara su ánimo y conversó con él por varios minutos, (incluso sus padres se cansaron de oír la plática amorosa y mejor se retiraron a su cuarto).
Jennifer: ¿Cuándo regresas?
Edward: No puedo darte una fecha exacta, pero si la autoridad mexicana nos da una respuesta rápida, espero estar con ustedes a más tardar en una semana... aunque...
Jennifer: (¿?), ¿Aunque qué?
Edward: Se me estaba olvidando decirte que voy a viajar a México.
Jennifer: ¿Por qué vas a ir?
Edward: Porque la esposa de Ricardo sufrió un accidente y está grave, al igual que su bebé. Por eso quiero ir para darle apoyo de amigo.
Jennifer: ¡My god!, espero que logren recuperarse... Mi amor, yo también quisiera ir a verlos, así que salgo mañana mismo para México.
Edward: No Jennifer, no quiero que viajes, y menos sola.
Jennifer: Voy a preguntarle a Henry si puede ir conmigo.
Edward: Por favor, Jennifer, quédate en París, no estaré tranquilo sabiendo que vienes de tan lejos cuando apenas tienes un mes de embarazo.
Jennifer: Nuestro hijo estará bien... ¡please Edward!, déjame ir contigo.
Edward: (soba su sien), Jennifer, no me gusta imponerte nada, pero en esta ocasión tendré que hacerlo porque no deseo que los problemas te agobien... ¡Entiéndeme sí!... es por bien tuyo y de mi hijo.
Jennifer: (molesta), ¡No soy una muñeca para que me tengas protegida en una vitrina!, soy lo suficientemente fuerte para afrontar cualquier problema.
Edward: No lo dudo y no creo que seas una muñeca... Sé que eres una mujer independiente y te admiro por eso, pero no es el momento para que te expongas a situaciones de mucha tensión, cuando llevas dentro de tu vientre a nuestro hijo.
Jennifer: Pero...
Edward: (conciliador), No te enojes Jennifer... Mi amor, sabes que todo lo que te pido, es por tu bien. Por favor, ponte en mi lugar y medita tu decisión.
Jennifer: ¡I'm sorry!, no debí hablarte de ese modo, pero tú también ponte en mi lugar... Ya estuvimos separados por mucho tiempo y ahora que esperamos a nuestro primer hijo, ni siquiera pudimos disfrutar de ésta dicha porque siempre hay algún problema que nos impide estar tranquilos, y si esa va a ser nuestra vida, entonces quiero enfrentarme a todo, pero quiero que lo hagamos juntos, como pareja.
Edward: Y lo haremos, pero no es necesario que te enfrentes a esto porque para eso me tienes a mí, como tu pareja y futuro esposo... Jennifer, permite que empiece a cuidarte, como no pude hacerlo antes.
Jennifer: Ok... me quedaré aquí, pero si te tardas más de lo que prometiste, iré a buscarte, estés de acuerdo o no... ¿Entendiste?
Edward: Entendí muy bien, señora Sanders, (su secretaria entra y le da un folder para que firme un contrato), Jennifer, tengo que atender unos asuntos de la empresa, pero en cuanto deje todo listo y esté en mi casa, te vuelvo a llamar.
Jennifer: Sí, no te preocupes y termina tu trabajo... te mando un beso.
Edward le manda uno a ella y otro a su hijo y luego cuelga el teléfono... Después de la llamada, Jennifer se queda pensando en las cosas que hablaron, pero la voz de su madre interrumpe su concentración.
Elsbeth: ¿Qué está ideando esa mente tuya?
Jennifer: No ideo nada, mamá.
Elsbeth: ¡No mientas Jennifer!... te conozco y como por desgracia sacaste el carácter impulsivo de tu padre, sé perfectamente cuando están planeando cosas tontas.
Jennifer: Planear darle una sorpresa a mi prometido, apareciéndome en México... no es una tontería.
Elsbeth: No lo es, pero no deja de ser mala idea, cuando él te está pidiendo que lo esperes aquí.
Jennifer: (¿?), ¿Cómo sabes que me pidió quedarme?... ¿acaso me estabas escuchando?
Elsbeth: (le muestra un vaso), Bajé por un poco de leche para tu papá y cuando iba de regreso escuché cuando casi discutías con Edward, por no dejarte ir con él... Hija, pienso que si te pide que te quedes, es porque teme que aquél hombre te haga daño, y su angustia es más grande debido a que estás esperando a su hijo.
Jennifer se levanta del sillón sin responderle y toma el brazo de su madre para que juntas suban a la planta alta... En la puerta del cuarto de sus padres, la suelta y besa su mejilla.
Jennifer: Sí Edward no quiere que vaya por lo de James, entonces no es justificable su sobreprotección, porque él ya no puede lastimarme y no creo que se atreva a hacerlo... menos en éste momento en que lo tienen identificado.
Elsbeth: Hija, no seas necia y espera a Edward.
Jennifer: Lo esperaré la semana que me pidió, pero si me sale con otra cosa, no le diré nada y tomaré el primer vuelo a México.
Elsbeth quiso seguir hablando, pero Jennifer argumentó sentirse cansada y se retiró a su cuarto... A la señora no le quedó más remedio que dejarla en paz, sin embargo no descansaría hasta hacer que su hija cambie de opinión, (aunque de eso se encargaría desde mañana, porque ahora tenía que atender a su esposo).
Clínica de San Gabriel:
Paula y Dany no se movieron de la sala de espera, en toda la tarde. Ernesto no había salido del área de urgencias y cuando preguntaban por el estado de Vanesa y el bebé, nadie en les daba informes... Paula aparentaba estar serena, pero internamente estaba muy nerviosa y Dany no podía dejar de pensar en Alejandro... Algo noche, Rogelio aparece y se sienta junto a su esposa.
R: ¿Cómo siguen?
AP: Nadie sabe darnos razón, y Ernesto ni siquiera ha salido para avisarnos.
R: ¿Quieres que vuelva a preguntar?
AP: De nada serviría... Si el médico tratante no viene a darnos informes, nadie lo hará, (voltea hacia atrás y busca con su mirada), ¿encontraste a Ricardo?
R: ¡No!... Estuvimos conduciendo hasta la mitad de la carretera que lleva a Tuxtla, pero no vimos ningún vehículo... Después regresamos al pueblo y dimos varias vueltas por la plaza, pero tampoco estaba por ahí... Todo el tiempo me la pasé marcándole a su celular, pero no me respondió, y también llamaba cada media hora a la hacienda y el rancho y el resultado siempre fue el mismo... Nadie lo ha visto.
AP: ¿Dónde se pudo haber metido?... pareciera que no le importa lo que pase con mi hermana y mi sobrino.
R: ¡No digas eso Paula!... Ricardo adora a sus hijos y puedo jurar que ama a tu hermana.
AP: (molesta), ¿Y entonces por qué no está aquí?
R: ¡No lo sé!, pero se me ocurren dos posibles causas... la primera es que no soportó lo que pasó y está desorientado... la segunda es que...
AP: (ansiosa), ¿Es?
R: Estaba pensando en que tal vez se topó con James Clayton.
AP: (niega con la cabeza), No creo que sea eso... comprendo que odie a ese tipo, pero antes que cualquier venganza, está la vida de su mujer y su hijo, así que si se atrevió a dejarlos solos por seguirlo, entonces no es mejor persona que él.
R: Paula, entiende que tampoco puede quedarse tranquilo, mientras el asesino de su padre, anda como si no hubiera hecho nada malo.
AP: (alterada), ¡Es su deber estar aquí!
Dany: ¡Tranquilízate Ana Paula!
AP: (alza la voz e ignora a su amiga), Si de verdad no está aquí por ese motivo, en cuanto se atreva a poner un pie en la clínica, lo voy a correr.
R: ¡Paula, por favor!, no es momento como para que te pongas así.
AP: ¿Y cómo quieres qué me ponga?, (comienza a llorar), tenemos horas sin saber qué pasa con mi hermana y mi sobrino, y luego éste hombre se va cuando más lo necesitan.
Dany: ¡Ana!
Paula se levanta y se va a la cafetería ignorando nuevamente a su amiga y a su esposo, (Rogelio se queda desconcertado y no la sigue)... Dany se pasa al asiento en el que estaba Paula, para sentarse junto a Rogelio.
Dany: ¿Te puedo hacer una pregunta, Rogelio?
R: ¡Claro Daniela!
Dany: ¿El caso que Alejandro estaba atendiendo para ti, era sobre ese hombre?, (hace memoria), me parece que se llama James Clayton, ¿verdad?
R: Sí... Yo le pedí que investigara a una persona que pensé que era James, pero la última vez que hablé con Alejandro, me dijo que ya lo había encontrado, así que supongo que me equivoqué en mis suposiciones... Lo que sí es un hecho es que ese tipo se encuentra en México... Aunque lo más extraño de esa última llamada, fue que me pidió que hablara con Fabiola, pero el tono que usó me dejó preocupado, (suspira), después de decirme aquello, colgó y a partir de ese momento no he podido comunicarme con él.
Dany: (coloca una mano en su frente), Rogelio, ¿y qué tal si le pasó algo malo?
R: Yo espero que no, pero...
Dany: Es que es muy raro que tanto Alejandro como Ricardo hayan desaparecido, ¿no crees?
Rogelio mira a Dany y analiza los hechos.
Dany: Alejandro dijo que esperaba poder regresar, pero que si no pudiera, quería que supiera que me ama... En ese momento no quise escucharlo porque estaba molesta, y le colgué sin darle oportunidad a que se explicara, (sus lágrimas se derraman por su mejilla), ¡debí escucharlo!... Si algo le pasa...
Rogelio la abraza y ella llora sobre su hombro.
R: ¡No pienses en eso Daniela!... Quizás Alejandro ideo una estrategia para no llamar la atención de James y está esperando el momento oportuno para atraparlo.
Dany: ¿Entonces por qué también desapareció Ricardo?
R: Pues... mmm... bueno, pienso que lo de Ricardo es por lo que pasó con Vanesa y su hijo... No es fácil sobrellevar una situación en la que la vida de tus seres queridos, pende de un hilo.
Dany: ¿Y coincidió con el hecho de que Alejandro tampoco está por aquí?
R: Sé que Ricardo nunca dejaría sola a Vanesa... ¡Ni por James Clayton, lo haría!
Dany: (se levanta), Si es lo que quieres creer, es tu problema... Yo voy al despacho para ver si Alejandro dejó algún indicio de ese maldito caso que le asignaste.
R: Dany...
Dany: ¡No digas nada!... Ustedes creyeron que estaban tratando con un idiota, pero ese hombre resultó ser más listo y ahora la vida de mi esposo puede estar en peligro.
R: ¡Perdóname, Daniela!... no fue mi intención...
Dany: ¡Déjalo así!
Dany se va y Rogelio se siente repentinamente muy cansado... Lo que ella le dijera estaba en su mente desde que salió a buscar a Ricardo, pero como no deseaba preocuparla, no le confirmó sus sospechas... En un determinado tiempo de la tarde, pasó por la pensión para preguntar por David y Helena, y Macaria le informó que los dos hermanos estaban en su cuarto desde la noche anterior. Aquello significaba que David, no era James y su preocupación aumentó, pues ahora no tenía idea de quién podría ser la persona que Alejandro identificó... Todo ese cúmulo de emociones y dudas, desgastaron sus fuerzas y sin querer se queda dormido en el sillón.
Una hora después, regresa Paula y para su fortuna, Ernesto venía por ella.
AP: ¿Mi hermana está mejor?
Ernesto: Vanesa sigue igual.
AP: ¿Y mi sobrino?
Ernesto: Están por cumplirse veinticuatro horas desde su nacimiento, y aunque sigue en peligro de muerte, ha podido respirar sin dificultades... De librar las setenta y dos horas, podemos asegurar que se repondrá, pero como te dije, eso ya no depende de nosotros.
AP: ¡Entiendo!... (espera unos segundos antes de preguntar), ¿puedo verlo?
Ernesto: Justamente venía a buscarte para que entraras, pero sabes que únicamente podrás verlo desde el vidrio.
AP: Lo sé, pero aunque sea de lejos, quiero cuidar de él, mientras mi hermana se recupera.
Ernesto: Muy bien... entonces, ¡vamos!
Ernesto la lleva a que se coloque la ropa quirúrgica y luego la encamina hasta la mitad del pasillo... Paula llega a los cuneros, y se queda a unos pasos del vidrio admirando a su sobrino... El bebé de Vanesa y Ricardo, en verdad era idéntico a su padre, (dentro de los pocos detalles visibles)... El pequeño tenía su cabello de color rubio y su piel era blanca. De lejos no distinguía bien el color de sus ojos, pero podía asegurar que eran azules... A pesar de su estado, el bebé se movía bastante y sujetaba su pie... Paula no pudo evitar que las lágrimas salieran de sus ojos, pero el sentimiento que tenía, no era de tristeza, sino de esperanza... El hijo de su hermana se había aferrado a la vida y continuaba luchando, convirtiéndose así, en un ejemplo para que no se permitiera derrumbarse... Se juró a sí misma que pasara lo que pasara, sería fuerte por su familia, por su hermana, y por ese pequeño ser que ahora la miraba como si la reconociera... Conmovida coloca su mano sobre el vidrio, al tiempo en que el bebé hace el ademán de haber estirado la suya.
AP: Yo cuidaré de ti, hasta que tu mamá despierte, porque ¿sabes?, ella despertará y junto con tu papá, te llenaran del gran amor que se tienen.
De repente siente unos brazos en sus hombros, y al voltear, se encuentra con la mirada del hombre que más ama en el mundo... Ninguno habló... únicamente admiraban el milagro de la vida, y ahí se mantuvieron abrazados hasta que llegó el resplandor del siguiente día.
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