CAPÍTULO 50
Hacienda del Fuerte:
El matrimonio Hernández se quedó en la recámara de los esposos Montero para cuidar de sus ahijados... Dany dormía muy bien, pero su marido no se encontraba a gusto, (le incomodaba dormir ahí)... Cuando los gemelos lloraban, él se paraba rápidamente a atenderlos y así lo hizo durante toda la noche... A la mañana siguiente, Dany despierta y al no ver a su esposo piensa que se fue a trabajar en los pendientes de la hacienda, sin embargo al levantarse lo ve recostado en el sillón con el pequeño Rogelio dormido sobre su pecho, (la imagen le pareció tierna y se dedicó a observarlos)... El bebé comienza a moverse y pasa sus manitas por la cara de su padrino. Alejandro siente los golpecitos y abre los ojos al mismo tiempo que el pequeño.
Alejandro: (se ríe),¿Te diviertes haciendo esto pequeño rebelde?
Dany: ¡Le divierte eso y más!, (se va a sentar en el sillón de al lado), con decirte que ayer me tuvo más de media hora rogándole para que se tomara el biberón.
Alejandro: ¡Pues entonces te gané!... conmigo se lo tomó muy rápido y sin berrinches.
Dany: ¡Eso no es posible!... María dice que de los dos gemelos, el pequeño Rogelio es el más rebelde en cuanto a la comida, y que a veces tardan una hora en conseguir que acepte la mamila.
Alejandro: Entonces seré un excelente papá, porque logré lo que ninguno en ésta casa.
Alejandro se levanta junto con el bebé y lo lleva a acostar en la cuna. Dany se había quedado en silencio después de lo que dijera su esposo y una pregunta se hace presente en su cabeza... Alejandro regresa a darle un beso y enseguida se baña y se viste, pero en todo ese tiempo su esposa no se movió ni dijo nada.
Alejandro: ¿Qué te sucede Dany?
Dany: Nada malo, es sólo que... (Nerviosa), que me gustaría saber si en tus planes inmediatos está el que seamos papás.
Alejandro: (¿?), ¿A qué se debe la preocupación?... ¿tú no deseas que tengamos hijos?
Dany: ¡No es eso mi vida!... te juro que aparte de ti, lo que más quiero en el mundo es que formemos una familia, pero necesito saber qué piensas tú al respecto.
Alejandro: (se sienta junto a ella y toma sus manos), Yo seré feliz el día que me digas que me convertiré en papá, pero no tengo prisa... Aún somos jóvenes y por el momento me gustaría seguir descubriendo lo hermoso del matrimonio.
Dany: Y si te dijera que serás papá en unos meses, ¿qué harías?
Alejandro: ¡Dany!...¿tú, (nervioso), ¿tú estás...
Dany: ¡No mi vida!, pero como dijiste que te gustaría seguir descubriendo lo hermoso del matrimonio, pensé que tal vez te sería muy difícil asimilar esa clase de noticia.
Alejandro: ¡Sabes bien que no!, (suelta sus manos y se pone de pie), yo no soy como mi padre, y tener un hijo será la segunda bendición más grande que la vida pueda darme.
Dany: (alcanza su mano y la vuelve a sujetar), ¡Tú eres mucho mejor que él!, pero ya no lo recuerdes, ahora sólo piensa en consentirme y amarme para que el día en que estemos preparados, concibamos a nuestro bebé con mucho más amor.
Alejandro: ¡Yo te amo!, y este sentimiento crece cada día que pasa.
Dany: A mí me sucede lo mismo.
Él la jala para que se levante y la abraza. Dany lo besa y poco a poco va aumentando la intensidad hasta que el cuerpo de ambos demanda mayor atención y sin saber cómo, ya estaban sobre la cama con media ropa de fuera, pero antes de llevar las cosas más lejos, Dany reacciona y se aleja de su esposo.
Alejandro: (agitado),¿Qué te pasa Dany?
Dany: ¡Perdóname mi vida!, pero ésta habitación no es motivante para mí... ¡es más!,me limita demasiado.
Alejandro: (se pone la camisa), En eso tienes razón... pensar en que nos entreguemos en la cama donde duermen Rogelio y Ana Paula no me gusta, pero me dejé llevar por tus caricias y perdí el control.
Dany: ¿Ahora yo tengo la culpa?
Alejandro: ¡Tú me besaste primero!
Dany: ¡Lo admito!, pero tú eres el que se descontrola con tan sólo un beso... Si así te pones conmigo, no quisiera imaginarme cómo te pones con otras mujeres.
Alejandro la acerca con su brazo y Dany le empieza a abrochar la camisa.
Alejandro: Dany, ninguna otra mujer pudo despertar en mí tanto amor y deseo como el que tú me haces sentir, por eso me atrevo a jurarte, que si en el pasado no lo consiguieron, mucho menos ahora que te encontré.
Dany: Esas palabras pueden ser tomadas como juramento de fidelidad, y aunque no niego que me halagas, debo decirte que necesitaré más que eso para poder creerlas, así que mejor dejemos que sea el tiempo el que nos demuestre si somos capaces de cumplirlas.
Alejandro: ¡Yo sí estoy seguro!
Dany: ¡Mi vida!, no puedes hablar con tanta seguridad de algo que no podemos predecir.
Alejandro: Tengo razones para estar seguro.
Dany: (se levanta), ¡Muy bien!, entonces confiaré en tus palabras, aunque lamentablemente los hombres juran mucho y cumplen poco, (saca una toalla de una maleta), y ahora si me disculpas, me voy a bañar...Por la tarde cuando termines tu trabajo en la hacienda, pasas por mí a San Gabriel porque ésta noche sí quiero tener conmigo al esposo pasional que tanto me gusta... ¿estás de acuerdo?
Alejandro asiente y Dany le manda un beso con su mano para después entrar al baño... Él va con los gemelos a cerciorarse de que estaban bien y al ver que sí, sale de la recámara rumbo al despacho.
Zona forestal de Tuxtla:
Desde hace unos días, Raúl, Cynthia y cuatro hombres más, llegaron a habitar una casa en la parte baja de la carretera de Tuxtla, (mediana, con una cama, una mesa, tres sillas, estufa y sillones individuales)... Cynthia estuvo un día inconsciente, pero cuando despertó era como si su mente se encontrara en otro sitio, (no hablaba, no miraba un punto en particular y casi no se levantaba de la cama)... Tres de los cuatro hombres salieron por la madrugada a la ciudad de México para conseguir dinero y mientras regresaban, Raúl cuidaba de ella.
Muy temprano Cynthia se despertó y de inmediato dirigió su mirada a la ventana... Raúl la observaba sentado en el sillón y podía ver que de vez en cuando resbalan por su rostro algunas lágrimas. Un hombre de mediana estatura y delgado, entra a la casa para dejar en la mesa unas bolsas con comida.
Hombre: ¿De nuevo está llorando?
Raúl: Lo hace desde que abre los ojos hasta que los cierra.
Hombre: ¿O sea que deja de sufrir cuando está dormida?
Raúl: ¡Dormida es peor!... No sé qué soñará, pero se mueve con desesperación y aunque trata de no gritar, puedo oír sus quejidos, (se levanta y revisa lo que hay en las bolsas), ¡Oye César!, ¿no pudiste encontrar algo mejor?
César: Es muy poco lo que nos queda y el cuñado del señor Luis no ha querido dar más dinero.
Raúl: ¡Maldito!, después de que le arruinó la vida al señor Mendoza, no quiere cumplir su última voluntad.
César: Dijo que si ya está muerto, no tiene la obligación de ayudar a una mujer que no conoce... Por cierto, ¿ya sabes quién es la persona que no deja de llamarte?... a lo mejor es alguien que sí nos puede ayudar.
Raúl: ¿Y si es uno de los que mataron al señor Luis?
César: No pierdes nada en contestarle... puedes ir al otro lado de Tuxtla y citarlo en alguna plaza.
Raúl: ¡Ya veremos!,(le extiende un plato), ahora intenta que se coma esto.
César: ¡No quiere comer nada!, lo que deberíamos hacer, es dejarla cerca del reclusorio para luego largarnos de aquí para siempre.
Raúl: El señor Luis me pidió que la cuidara y es lo que haremos, ¿entendiste?
César: ¡Está bien!,(toma el plato), pero a este paso nos van a matar a los seis.
César se acerca a la cama y le extiende una cuchara con un poco de arroz. Cynthia lo ignora y el hombre regresa a dejar el plato sobre la mesa. Raúl lo toma y va a sentarse a un lado de ella.
Raúl: ¡Coma!, porque Luis no murió por nada.
Cynthia voltea rápidamente y sus lágrimas aumentan. Su desesperación es tan grande que comienza a mover las manos provocando que el plato caiga al momento de golpearlo... Raúl la sujeta de las muñecas y César va con una inyección para ponérsela en el brazo... Segundos después Cynthia se tranquiliza y cierra los ojos. Raúl la acomoda en la almohada y recoge la comida del suelo.
César: ¡Ésta mujer nos causará muchos problemas!... Raúl, no podemos cuidar de una loca, por eso considera lo de ir a dejarla en un lugar donde la atiendan como se debe.
Raúl: ¡Quédate aquí y cuídala bien!... yo voy a ver si hay manera de salir de Tuxtla sin que los hombres que mataron a Luis nos sigan.
César: Pero...
Raúl: ¡Cállate!...se lo debes a Luis.
César ya no dice nada y Raúl se va al camino que lleva a Tuxtla... Desde que saliera de la casa no dejó de pensar si era viable comunicarse con la persona que lo llamaba... el temor a caer en una trampa era grande, pero si no se arriesgaba, igual morirían.
Londres – Centro de Convenciones:
Rogelio manejaba a toda velocidad por las calles de Londres, (se le hizo tarde)... La noche anterior durmió poco debido a que la reconciliación le tomó más de la mitad de la madrugada, y cuando apenas había cerrado los ojos, el despertador comenzó a sonar y de un golpe terminó con el ruido. Sin embargo se quedó en la cama por lo menos una hora más y de no ser porque Edward le marcó al celular, jamás se hubiera levantado... Rogelio se disculpó varias veces y le prometió apurarse para recogerlo, pero él le dijo que ya estaba en el Centro de Convenciones gracias a que les llamó a Ricardo y a Hugo...Minutos más tarde llega aprisa al set donde ve a su concuño hablando con la socia de nombre Bárbara, Hugo atendía a otro socio y Edward conversaba con Gina Martin... Ver a esa mujer lo incomodó tanto que pasó rápido para que no lo viera y se sienta en la mesa junto a Ricardo... Como no había nadie que requiriera información, se dedicó a observar la manera en que su concuño se manejaba con la socia, (quería ver si existía alguna forma de ser atento, sin parecer coqueto). Pero Ricardo y Bárbara se reían mucho y él la tomaba de la mano, (ella incluso le acarició la mejilla en repetidas ocasiones). Ese comportamiento le hizo entender lo que vio su esposa el día de ayer... Después de un rato, la mujer se levanta y Ricardo la sigue para luego despedirse con un abrazo. Al estar solos, Rogelio jala la silla donde iba a sentarse su concuño y éste tiene que maniobrar rápido para no caerse en el piso.
Ricardo: ¿No te parece que ya estamos algo grandes para estas bromas?
R: Veo que te llevas de maravilla con esa mujer.
Ricardo: Es muy agradable, y tiene el mismo sentido del humor que yo.
R: ¡Ah!... pero no creo que tanto como tu mujer ¿o sí?
Ricardo: Vanesa es mujer de otras costumbres, (serio), aunque no entiendo por qué me preguntas cosas de ella que conoces mejor que yo.
R: (¿?), ¿Y qué conozco mejor?
Ricardo: ¡Todo!, y por eso sabes que no soy su tipo.
Rogelio: Si no fueras su tipo, Vanesa nunca habría aceptado darte ni un hola... Ricardo,tu mujer ha cambiado tanto que ya no parece la misma Vanesa que conocí hace años... En éste momento es más alegre y eso es gracias a ti.
Ricardo: ¡Ser su payaso nunca fue mi objetivo!
R: (¿?), ¿Y ahora qué rayos te pasa?, ¿de dónde se te vienen esas ideas tan poco inteligentes?
Ricardo: ¿Y tú podrías decirme a qué debo tus insistentes preguntas?
R: A que no me parecen las confianzas que te estás tomando con la socia... Tienes una mujer que te idolatra y en lugar de comportarte como un buen compañero, estás coqueteando con otra.
Ricardo: ¡Tú haces lo mismo con cada mujer que se te pone enfrente!, y no puedes negarlo porque fue justamente por tu comportamiento de ayer, que tu esposa estaba triste.
R: ¿Qué te está molestando realmente de mí Ricardo?
Ricardo: (desvía la mirada y trata de calmarse).
R: ¡Contéstame!,¿qué es lo que te hace hablarme de esa manera?... ¿acaso te ofendí?
Ricardo: (sereno), ¡No Rogelio!, ¡discúlpame!, no era mi intención comportarme mal contigo... después de todo, tú eres quien menos culpa tiene.
R: ¿Culpa de qué?
Ricardo: Te lo explico luego... Lo que sí quisiera comentarte, es que evalué mi situación con Vanesa y finalmente tomé una decisión.
R: ¿Qué decisión tomaste?, (sonríe), ¿decidiste casarte con ella?
Dos clientes se acercan a la mesa y Ricardo se levanta para ir a atender a uno, pero Rogelio lo detiene del antebrazo.
R: No me vas a dejar todo el día con la duda, así que responde... ¿tu decisión fue casarte con mi cuñada?
Ricardo: Vanesa está protegida legalmente en Estados Unidos para que yo cumpla con mis obligaciones con nuestros hijos, y me parece que en México hay un trámite que también la ampara, por eso no veo la necesidad de que nos casemos.
R: (alterado), ¡Cómo carambas no!
Ricardo: (mueve las manos para pedirle compostura), ¡No grites que vas a espantar a los clientes!
R: ¿Y cómo quieres que me ponga, si me acabas de salir con la mayor estupidez de tu vida?
Ricardo: ¡Eres muy anticuado Rogelio!, en estos tiempos se da mucho la unión libre y nadie se ha quejado, (le da un leve golpe en la frente), ¡usa el cerebro!... A Vanesa no le conviene atar su vida a un payaso de circo que aunque tiene mejor pierna que tú, le faltan músculos en los brazos, (lo mira de pies a cabeza), ¡Vaya!, y eso que no te dedicas a las carreras de caballo y te ves más fuerte que yo.
R: (serio), ¿Te parece gracioso lo que acabas de decir?
Ricardo: ¡Pues no tanto!... el ser jinete nos hace tener buen músculo en las piernas junto con un poco más de retaguardia, (le muestra el brazo), pero sólo un conejito en los brazos, (pensativo), aunque Edward tiene más que yo... ¡bueno!, será porque es más alto.
R: ¿Así es como evitas hablar de lo que te afecta?... Jennifer y tú son iguales en ese aspecto... siempre cubren lo que les incomoda, con una máscara de risa.
Ricardo: (se ríe),¡Qué imaginación Rogelio!, en mi caso no cubro nada... Yo nunca he sido de los que permite que los problemas afecten su vida, sino más bien, busco soluciones rápidas para no amargarme la existencia...Pero ya no hablemos de asuntos personales en el lugar de trabajo,(señala a los clientes), yo atiendo al de la izquierda.
R: ¡No señor!, esta conversación no ha terminado.
Ricardo: (pasa por su lado), ¡Para mí sí concuño!
Ricardo y uno de los clientes se van a un área designada para tomar café. Rogelio atiende al otro hombre y aunque intentaba apurarse para ir a con su concuño, cada que terminaba con un cliente, enseguida se le acercaba otro y después de un rato olvidó lo que en un principio deseaba hacer.
Mansión de los Sanders – Cocina:
Magda se levantó temprano y alcanzó a despedir a Edward, (él le dejo el encargo de prepararle un desayuno abundante a su prometida debido a que no cenó bien). La señora se dedicó a cocinar en cuanto se fue y pasadas las diez de la mañana, Jennifer baja ya arreglada. En su camino a la cocina ve que Paula iba llegando y como ninguna había desayunado, ambas se dirigieron hacia allá con la intención de prepararse algo, pero Magda les muestra la mesa y les pide que se sienten mientras termina... Paula miraba mucho a Jennifer debido a que aún conservaba la palidez del día anterior, sin embargo ya no quiso atosigarla con preguntas incómodas y mejor se limitó a comentar la fiesta... Magda les lleva los platos y cuando le daba el suyo a Jennifer se da cuenta de lo blanca que estaba.
Magda: ¿Se siente bien señora?
Jennifer: ¡Por supuesto que sí Magda!, ¿por qué la pregunta?
Magda: Es que la veo muy pálida.
Jennifer: Tengo el estómago revuelto, pero debe ser porque anoche no comí casi nada.
AP: Una visita al doctor no te caería mal.
Jennifer: ¡Ana, en qué quedamos!
AP: ¡Sí, Sí!...¡perdón!, ya no digo nada.
Magda: ¡Bueno!, las dejo conversar, (hace una reverencia), con su permiso señoras.
Jennifer: ¡Espere Magda!, (señala la silla frente a ella), ¡desayune con nosotras!
AP: ¡Sí por favor, acompáñenos!
Magda: Está bien señoras y gracias por su amabilidad, (va a servirse un plato y regresa a sentarse).
AP: Disculpe lo que voy a preguntar Magda, pero tengo la duda de si usted y su marido tuvieron hijos... Es que en el tiempo que llevamos aquí, únicamente los hemos visto a ustedes dos y cuando platicamos nunca los menciona.
Magda: No tuvimos hijos propios señora, pero sí adoptamos uno.
Jennifer: ¿Usted no pudo tener hijos?
Magda: Lamentablemente no... Cuando lo supe quise morirme, pero gracias a Dios, Mateo me brindó su apoyo incondicional y aceptó adoptar un bebé... La señora Catherine iba a ser la madre de ese niño, pero en ella sí ocurrió un milagro y concibió al joven Edward a los meses de haber hecho la solicitud de adopción.
Jennifer: ¿Mi suegra tuvo problemas para embarazarse?
Magda: Sí... La señora tenía dificultades para retener a los bebés... Se embarazó dos veces de su esposo, sin embargo el destino no permitió que se lograra el primero... Mi niña Catherine lloró mucho y a diario le pedía perdón al señor Stefan, pero él era un gran hombre y también le dio su apoyo a pesar de la falta que cometió, (cubre su boca de forma nerviosa).
AP: (¿?), ¿Y cuál fue su falta?
Magda: Es algo que no me corresponde contar... sólo el joven Edward puede decírselos.
AP: Tiene razón, y perdón por ser tan curiosa.
Magda: No se disculpe señora, comprendo su curiosidad y me encantaría responder a sus preguntas, pero únicamente el joven tiene el derecho de hablar de sus padres.
Mateo entra a la cocina y después de darles los buenos días, le pide a su mujer que lo acompañe a retirar unas cosas que faltaron de la estancia. La señora comió lo que pudo de su plato y se va con su marido... Paula siguió tomando su desayuno, pero ve que Jennifer ya no comía y estaba pensativa.
AP: ¿Te sigues sintiendo mal verdad?
Jennifer: Un poco, y la verdad me sorprende porque nunca me he enfermado del estómago...¿tú crees que la comida inglesa no me caiga bien?
AP: Si así es como quieres pensarlo, entonces te diré que es lo más probable.
Repentinamente Jennifer se levanta y sale de la cocina. Como a Paula le tomó por sorpresa su reacción, se queda sentada, pero los minutos pasaron y como no regresaba, decide ir a buscarla a su recámara, (al entrar la ve saliendo del baño).
AP: ¿Te encuentras bien Jen?... te ves mucho más pálida que antes.
Jennifer: Volví el estómago... de pronto se me vinieron unas nauseas horribles.
AP: (molesta), ¡Jen!, de verdad que eres una necia... Voy a aceptar que tengas miedo de tocar ciertos temas, pero es necesario que descartes otros padecimientos.
Jennifer: (se sienta en la cama), ¡Está bien!... luego voy al médico.
AP: ¡No es luego, sino hoy!
Jennifer: Es que hoy quiero pasar un tiempo a solas con Edward. Mañana es el último día de la convención y tendrá todas las horas ocupadas.
AP: Personalmente considero que primero debes atender tu salud y después haces de tu tiempo lo que quieras.
Jennifer: Ya no hay mucho tiempo para él Ana y mi prioridad es su felicidad.
AP: (¿?), No comprendí lo que dijiste, pero te pido que no dejes pasar más días la ida al médico... Jen, es por tu bien.
Jennifer: ¡Te prometo que iré en cuanto pueda!, (se levanta), ahora vámonos al Centro de Convenciones porque me pienso robar a mi prometido.
AP: ¿Yo también puedo robarme a mi marido?
Jennifer: ¡Yo creo que sí!, pero vas a tener que solicitar el apoyo de Ricardo para que no se resienta la ausencia de Rogelio.
AP: ¡Ojalá quiera ayudarme!, y también necesito pedirte un favor.
Jennifer: ¡Lo que quieras!... tú me haces compañía y me regañas, así que me toca corresponderte.
AP: ¡No sé si agradecer el comentario u ofenderme!, (suspira), bueno, lo que necesito es algo muy sencillo... sólo quiero que me recomiendes un lugar romántico para llevar a Rogelio.
Jennifer: Sí podría recomendarte lugares románticos, pero Londres tiene callejones que parecen laberintos y si no conoces bien la ciudad, seguro te pierdes.
AP: "Preguntando se llega a Roma", aparte Rogelio debe conocer algunos sitios de por aquí... y si no, siempre puede revisar el mapa.
Jennifer: ¡Copiona!, el dicho lo uso yo, pero en lo demás tienes razón... Rogelio te puede guiar aunque, ¿no se supone que es una sorpresa?
AP: La sorpresa será en dos días... Hoy sólo quiero pasear con mi marido.
Jennifer: Ok... vamos a la Convención y le preguntamos a Edward sobre un lugar bonito.
AP: ¿O sea que tú no sabes?
Jennifer: (se ríe),¡No!... Conozco los sitios a los que me ha llevado Edward, pero no pienso compartirlos.
AP: ¡Egoísta!
Jennifer: ¡Un poquito!, pero ya vámonos o se nos escapan con otras.
Antes de salir, Jennifer se pone más polvo para cubrir la palidez del rostro y se va junto con Paula al Centro de Convenciones.
Londres – Centro de Convenciones:
La ida y venida de clientes mantuvo a todos los ganaderos más ocupados que el día anterior. La competencia era bastante, pero Rogelio estaba orgulloso de ganar varios contratos a pesar de no ser europeo, y deseaba terminar pronto para ir a darle la buena noticia a su esposa. En un momento en que baja la visita de clientes, Edward se sienta en una silla al lado de él, (Rogelio vio cómo su amigo ya dependía más del tacto para moverse solo).
Edward: ¿Mucho trabajo Rogelio?
R: ¡Pues sí!, pero no me quejo... llevo ocho precontratos y mañana se hará la firma final.
Edward: ¡Te felicito!, muy pocos ganaderos obtienen contratos con la primer convención europea a la que asisten.
R: ¡Bueno!, tengo el apoyo de la compañía Smith y la reputación de tu empresa.
Edward: El mérito es sólo tuyo, nosotros únicamente te recomendamos... A parte éste no era el negocio de mi familia y muchos pudieron declinar el riesgo de hacer tratos contigo.
R: Puede ser, (mira a todos lados), ¡Ya se fue!... ¡Qué bueno!
Edward: Si hablas de la señorita Martín, temo decirte que es ella justamente lo que me trajo a tu set... La señorita quiere que Ana Paula y tú le acepten una invitación al teatro.
R:¿De eso estabas hablando con ella?, (irónico), yo suponía que me la quité de encima porque tú la atenderías.
Edward: En realidad te la devolví, (sonríe), es una mujer algo especial y le dije que tú eras mi socio y el mejor proveedor que podría encontrar.
R:¿Y quieres que te agradezca?
Edward:¡Sé que no, por lo de tu esposa!, pero yo no tengo ni el ánimo ni el tiempo para soportar los juegos de la señorita.
R:¿O sea que yo sí debo soportar a esa mujer en tu lugar?
Edward: Era tu cliente desde el principio, pero como ayer se molestó contigo, quiso que yo la atendiera para no verte, sin embargo ya aprendí a decir "no" cuando es necesario.
R:Pues de pasada le hubieras dicho que no estoy interesado en su empresa.
Edward: Sabes que es el mejor cliente que tienes, y dejar perder ese contrato sería muy poco inteligente de tu parte.
R:(suspira), ¡Ta bueno!, además a Ricardo le costó mucho conseguir la atención de Gina, (pensativo), aunque ¿cómo le hizo para que ella aceptara escucharlo?
Edward: La señorita Bárbara Jones es accionista de la empresa donde trabaja la señorita Martín, y sirvió de contacto entre ellos... Al parecer Ricardo le cayó bien desde que lo conoció y desde entonces lo busca hasta para ir a comer.
R:(molesto), ¡Méndigo Ricardo!, ahora entiendo porque no se casa con Vanesa... Es bueno para hacer hijos, pero no quiere ataduras con la mujer.
Edward: No creo que Ricardo sea ese tipo de hombre, pero tampoco sé lo que pasa por su cabeza porque nunca hablamos de su esposa.
R:¡Su mujer nada más!, porque él no quiere honrarla con el título de esposa.
Hugo:(se acerca a ellos), ¡Perdón por la interrupción!, pero vine a darle esto patrón, (le extiende un sobre), la señorita Martín me pidió que le entregara estos boletos.
R:(los toma), Esto no me traerá nada bueno con Paula, pero le diré que es idea de Edward.
Edward: Si eso te libra de un regaño, entonces no hay problema.
R:(¿?), ¿Ese es el humor cruel del que hablaba Ricardo?
Edward:¡Lo siento!, no debí usar la palabra "regaño", Ana Paula es mucho más fuerte y seguro te golpea ¿verdad?, (se pone de pie y le sonríe), debo atender mi set, (se va alejando), con tu permiso.
Cuando Rogelio entiende el comentario, le avienta los boletos pero Edward ya le llevaba ventaja y estos cayeron al piso. Hugo se agacha para recogerlos y se los devuelve. Él los toma de nuevo y se dedica a mirarlos mientras pensaba si era buena idea aceptar semejante la invitación.
Hacienda del Fuerte:
Helena fue a llevarle unos documentos a Alejandro, pero como a su camioneta le faltaba gasolina, pasó antes con un peón que la ayudó a llenar el tanque. Mientras esperaba a que terminara de hacerlo, ve a Alejandro y a Pancho caminar hacia donde estaba, y como ninguno la había visto, se dispone a abordarlos... Los dos hombres se detienen a observar las parcelas y Helena se coloca a un lado de ellos.
Helena:¡Buenos días!, (los dos la miran y corresponden al saludo).
Alejandro:¿Se le ofrece algo Helena?
Helena:¡Sí Licenciado!, (le muestra tres folders), Consuelo dice que hoy es día de pagos y que debido a la inversión que hizo la señora Montero, no se puede retirar dinero sino hasta mañana, por eso le pide de favor que le haga un depósito al rancho.
Alejandro:¡Claro Helena!, (a Pancho), Tú continúa con esto por favor.
Pancho:¡Está bien Licenciado!, (regresa al campo).
Alejandro le ofrece su brazo a Helena y le sonríe... A ella le sorprendió la manera tan amable con la que se estaba dirigiendo, pero agradecía que fuera de esa forma y entrelaza su brazo al de él para caminar hacia la casa.
Alejandro:¡Hoy está muy bella Helena!
Helena:(¿?), ¡Muchas gracias Licenciado!, y si me disculpa el atrevimiento, usted se ve muy guapo con ese traje.
Alejandro:(se ríe), Entonces voy a usarlo más seguido porque con los demás no me encuentra guapo.
Helena:¡Perdón!, ¡Yo no quise darle a entender eso!... en realidad usted siempre se ve muy atractivo.
Alejandro: Y usted siempre está hermosa.
Helena:(se detiene), ¿De verdad?
Alejandro:¡Por supuesto!... no tendría por qué mentirle.
Ambos retoman el camino hacia la casa y Alejandro comenzó a platicar de varias cosas, (sobre las magníficas ventas que ella obtenía, y el gran trabajo que hacía en el rancho). Lo que Helena escuchaba la sorprendía, pero a la vez le daba confianza para iniciar con lo que planeara días atrás.
Vanesa y las dos niñas también se dirigían a la casa, (del lado opuesto a ellos)... Las tres salieron a visitar la escuela y ahí estuvieron hasta que Vanesa terminó de elaborar las solicitudes para que les trajeran unos libros de texto faltantes... Casi llegando a la entrada, ve a Helena y Alejandro tomados del brazo y sonrientes, pero como no tenía ganas de preocuparse por los demás, entra con las niñas antes de que ellos lleguen.
Alejandro suelta el brazo de Helena a unos pasos de la entrada de la casa y eso la desconcierta... ahora él caminaba adelante y su actitud se volvió seria, (apenas y hablaba)... Alejandro revisó a conciencia los documentos que iba a firmar y minutos después hace la transferencia e imprime los comprobantes del depósito. Cuando termina se los entrega... Helena le agradece y luego se dirige a la puerta, pero antes de que saliera Alejandro vuelve a hablarle.
Alejandro:¿Sabe Helena?, me gustaría que algún día me acepte una invitación a comer... aunque no sé si a usted le parezca correcto salir conmigo.
Helena: Por mí no hay problema Licenciado, pero no quisiera que la gente del pueblo malinterpretara las cosas.
Alejandro: No se preocupe por nada... yo siempre he sido muy discreto.
Helena:(¿?), ¿A qué se refiere?
Alejandro: Se lo digo cuando me acepte la invitación.
Helena:(lo piensa un momento), ¡Está bien!, será cuando usted desee.
Alejandro:¡Gracias Helena!... yo le llamo para indicarle el día.
Helena:(le sonríe), Espero ansiosa la llamada.
Alejandro:(corresponde con otra sonrisa), Yo también estaré ansioso.
Helena:(¿?), Bueno, me tengo ir... hasta después Licenciado.
Alejandro:¡Que le vaya bien Helena!
Helena sale del despacho y Alejandro continúa atendiendo sus pendientes.
Clínica de San Gabriel – Sala de descanso de enfermería:
La mañana había estado muy ajetreada en casi todas las áreas de la clínica. Dany y Mercedes terminaron de atender una emergencia y fueron a descansar un momento a la sala. Mercedes llevaba unas revistas de novia para que Dany las viera, (ella hojea varias y se emociona al ver un vestido de corte princesa con holanes, escote en forma de corazón y chaquetin transparente con decorados de hilo de plata).
Dany:¡Es precioso!... ¡mira Mercedes!, (le enseña la revista), ¿verdad que está hermoso?
Mercedes:¡Muchísimo Dany!, aunque es un modelo bastante caro.
Dany:¿Sí verdad?... creo que me excedí con el precio.
Mercedes:¡Claro que no!... Tu marido tiene buena posición económica y te ama tanto que jamás te negaría nada.
Dany:¡Lo sé!, pero no quisiera cargarle la mano comprando cosas tan caras, (cierra la revista), mejor busco uno económico.
Mercedes toma la revista donde estaba la imagen del vestido para verlo de nuevo. Ernesto llega con ellas y se deja caer en el sillón.
Ernesto:¡Estoy muerto!... vamos a tener que contratar más personal porque ya no nos damos abasto.
Dany:¿Pero la clínica cuenta con suficientes ingresos para solventar más salarios?
Ernesto: Rogelio ha estado obteniendo varios contratos para la hacienda y eso nos beneficia también a nosotros... El problema es encontrar buenos médicos y enfermeras.
Dany: Mercedes conoce algunos que trabajaron en el hospital de Tuxtla y los puede contactar para hacerles una oferta.
Ernesto: Yo también los conozco, pero está complicado que acepten venir atrabajar por estos rumbos, ¿verdad Mercedes?
Mercedes:(seguía atenta a la revista).
Ernesto:¡Mercedes!, (se coloca a su lado y ve el vestido), ¿estás buscando vestidos de novia para que me anime a volver a casarme contigo?
Mercedes:¡No!... éste hermoso vestido es el que eligió Dany para su boda.
Ernesto:¿En serio?... pues déjame felicitarte por el buen gusto Dany...Alejandro estará orgulloso de llevarte al altar con ese vestido.
Dany: El vestido me gusta, pero no pienso comprarlo.
Ernesto:¿Y por qué no?
Dany: Es demasiado costoso y no quiero que Alejandro gaste tanto en mí.
Mercedes: La boda por la iglesia sólo se vive una vez Dany y debes disfrutarla al máximo.
Ernesto: Concuerdo con Mercedes, además Alejandro carece de problemas económicos y puede tomar un poco de todo lo que tiene guardado en el banco.
Dany: Prefiero que no mal gaste, (se pone de pie), bueno, voy a regresar a mi área... nos vemos más tarde.
Dany se va y Mercedes recoge las revistas para ir a guardarlas en un cajón.
Ernesto:¡Espera Mercedes!, (extiende su mano), ¡préstame la revista por favor!
Mercedes:(se la entrega), ¿Y tú para qué la quieres?
Ernesto: Se la voy a enseñar a Alejandro.
Dany:¿No oíste que Dany no quiere que gaste en ese vestido?
Ernesto:¡Ya la oí!, pero él le dará todo lo que ella desee aunque no se lo pida, (sonríe), si decidió dejar la castidad, es porque debe amarla mucho ¿no te parece?
Mercedes:(¿?), ¿Castidad?... ¿acaso iba a ser cura?, ¿o por qué lo dices?
Ernesto:(tenso), ¡No me hagas caso!, fue un decir, (se levanta y camina hacia afuera), me voy al consultorio... te veo más al rato para que nos vayamos a comer.
Ernesto desaparece rápidamente de la vista de Mercedes, (que se quedó muy curiosa de lo que significaron las palabras de su esposo).
Londres– Centro de Convenciones:
Por la tarde se hacía una muestra del ganado en un terreno detrás del edificio de la Convención... Rogelio y Hugo enseñaban a los clientes documentos que avalaba a los animales de la Hacienda como ganado de calidad, (también se hicieron cargo de los correspondientes a la empresa Sanders)... La asistente de Edward se quedó en el set de ellos, debido a que Ricardo se desapareció toda la mañana y aún no volvía.
Paula y Jennifer llegan a donde estaba Edward y al pasar por el set de la hacienda, se les hace extraño ver a la señora Macmillan ahí... Jennifer se coloca enfrente de su prometido a la espera de que terminara de atender a un joven empresario y cuando éste se va, creyó que voltearía a verla, pero Edward siguió apuntando unas cosas en su agenda. Desconcertada se acerca y le da un beso en la mejilla provocando que se sorprendiera.
Jennifer: ¿Te asusté mi amor?
Edward: (se pone de pie), ¡Hola mi amor!... ¡claro que no me asustaste!, ¿por qué lo dices?
Jennifer: (lo mira fijamente), ¡Por nada!
AP: ¡Hola Edward!
Edward: ¡Hola Ana Paula!, ¿qué tal te la estás pasando en Inglaterra?... ¿Jennifer ya te llevó a conocer algún sitio turístico?
AP: No... Es que Jennifer no se ha sentido...
Jennifer: (la interrumpe), Es que únicamente conozco lugares para parejas y ni modo de llevarla ahí, (se ríe), ¡imagínate lo que van a pensar si vamos dos mujeres a un sitio donde abunda el romance!
Edward: (¿?), Son sitios turísticos y van todo tipo de personas, (le acaricia el rostro), si le dices eso a Ana Paula, pensará que visitamos hoteles.
AP: Yo no pensé eso Edward, aunque sí pienso que Jennifer es algo egoísta porque no me quiere decir a dónde puedo llevar a Rogelio.
Edward: Y supongo que deseas que sea un sitio romántico ¿verdad?
AP: (apenada), ¡Así es!... lo que sucede es que no hemos tenido tiempo de disfrutar de nuestra estancia en Londres y nada más nos quedan dos días.
Edward: ¡Es cierto!, pero no te preocupes... en éste momento te digo algunos y tú decides a cuál deseas ir.
AP: ¿Pero no habrá problema en que me lleve a Rogelio?, (voltea al set de la hacienda),no veo ni a Hugo ni a Ricardo.
Edward: Hugo está con Rogelio en la muestra del ganado, así que no hay problema en que te lo lleves, pero tendrás que esperar unos minutos para que termine esa parte del programa.
AP: ¡Muy bien!, no tengo prisa, (ve a todos lados), lo que sí me gustaría saber es ¿en dónde está Ricardo?
Edward: Ricardo está... (¿?), ¡Pues la verdad no tengo idea!... desde la mañana se fue y no dijo a donde.
Jennifer: Tal vez está ultimando detalles del contrato con la empresa de la señorita Jones,(pícara), ¡ese Ricardo le gusta mucho a Bárbara!, (Edward le da un leve apretón a su mano).
AP: ¡Dices que Ricardo le gusta a esa mujer!, (a Edward), ¿mi cuñado se fue con ella?
Edward: No lo sé Ana Paula, aunque no te niego que estuvo hablando con ella por la mañana, pero luego vino otro cliente y salieron de los sets... a partir de ahí ya no regresó.
AP: ¡Más le vale que no esté haciendo lo que me imagino, porque no es justo para Vanesa!... ella sufriendo por él, y el señor divirtiéndose como sin nada.
Jennifer: ¡Ricardo no es así Ana!, (dudosa), ¿verdad que no Edward?
Edward: ¡Por supuesto que no!
Gina: ¡Yo no me confiaría tanto de la fe del señor Sanders, señora Montero!
Paula voltea de inmediato a ver a la mujer que se atrevió a entrometerse en la conversación, e iba a reclamarle, pero se contuvo debido a que no quería darle el gusto de sacarla de sus casillas... Al mirarla bien, se dio cuenta de que era una mujer demasiado elegante a pesar de su manera de vestir, (llevaba joyas finas, un vestido de seda corto y ajustado al cuerpo y un gran escote)... Por un momento se quedó en silencio provocando la risa interior de Gina, pues le estaba ganando una batalla.
Gina: ¡Disculpe la intromisión señora!... Antes que nada, quiero dejar en claro que el señor Archer nos contó que es pareja sentimental de su hermana y como también conozco a la perfección la relación que está llevando con Bárbara, pues me siento con la obligación de darle un consejo... Los hombres nunca serán fieles y eso hay que aceptarlo, pero aun así no se preocupe, porque lo importante es que su hermana se mantenga como la principal mujer en la vida de su cuñado para que las otras sean simples aventuras.
AP: ¿Eso quiere decir que debemos aceptar que el hombre con quien compartimos nuestra vida se divierta con cuanta mujer se le ponga enfrente?
Gina: Los hombres nunca van a lograr controlar su instinto, y sí por cada desliz vamos a hacer una escenita, lo que sucederá es que los iremos cansando hasta el punto de que se harten y decidan terminar la relación.
AP: Entiendo su forma de ver las cosas, y ahora le puedo confesar sin temor a equivocarme, que ya no hay nada de usted que me preocupe.
Gina: (¿?), ¿De qué habla?
AP: A que hay dos clases de hombres... En la primer clase tenemos a los que les atrae las mujeres bonitas, sin pudor y sin cerebro, y en la segunda clase están a los que les gustan las mujeres igualmente bonitas, pero recatadas y con masa cerebral en la cabeza.
Gina: ¿Y eso qué quiere decir señora?
AP: Que mi esposo está en la segunda clase de hombres y usted es la mujer que prefieren los de la primera.
Gina: (furiosa), ¿Cómo se atreve a ofenderme?, ¡usted jamás podrá compararse conmigo!,(la mira de arriba abajo), con ese atuendo más parece una pobretona, que una señora de buena posición.
Edward: ¡Señorita Martín!, reconsidere la manera en la que se dirige a la señora Montero o...
Jennifer: O tendremos que sacarla acompañada por el personal de seguridad.
AP: ¡Esperen!... les agradezco su apoyo, pero no necesito que me ayuden con una mujer que a pesar de sus lujos jamás será una dama, porque para serlo, primero tiene que aprender a darse a respetar como mujer.
Gina trata de abofetearla, pero Paula la detiene sosteniendo su mano y le provoca un fuerte dolor en la muñeca.
AP: ¿Éste es el modo en que una mujer de clase arregla las cosas?... ¿Dónde está su educación señorita Martín?
Gina: ¡Suéltame!, si comienzo a gritar tu marido quedará muy mal ante toda la gente.
R: (detrás de ella),¡Puede hacerlo Gina!... prefiero mil veces explicar su acoso a que siga ofendiendo a mi esposa.
Gina voltea y se encuentra a Rogelio, a Hugo, a los socios y ganaderos que habían regresado a los sets para continuar negociando. Todos ellos escucharon la ofensa que le hizo a Paula, y varios comenzaron a murmurar cosas desagradables sobre ella. Apenada y a la vez furiosa se suelta del agarre, pero antes de retirarse se acerca a Paula para decirle que esa humillación se la pagaría... Cuando Gina se va, Rogelio abraza a su esposa y todos los demás vuelven a sus funciones.
R: ¡Perdóname Paula!, debí ponerle un alto antes de que las cosas llegaran a éste punto.
AP: No tienes por qué pedirme perdón amor, esa mujer no iba a entender aunque tú le hubieras dejado en claro que no querías nada con ella.
R: Pero al menos te hubiera evitado el mal momento.
AP: Bueno, dejemos a esa desagradable mujer y mejor llévame a dar un paseo por todo Londres para que se me olvide el mal momento.
R: Me encantaría complacerte, pero tenemos que esperar hasta la siete, y a esas horas los únicos lugares accesibles son los miradores o los restaurantes.
Hugo: No se preocupe patrón, yo me puedo quedar atendiendo a los clientes.
R: Hugo, has hecho un gran trabajo y obtuviste dos contratos muy buenos, pero las personas que vienen por la tarde son importantes y se necesita de mucha experiencia para que confíen en nuestro negocio.
Ricardo iba llegando cuando Rogelio termina de decir eso y le da una palmada en la espalda para que voltee a verlo.
Ricardo: No sé de lo que están hablando, pero si necesitas salir yo me quedo.
R: (suelta a su esposa), ¿Dónde carambas andabas?
Ricardo: Verificando los contratos de la empresa Jones... ¡acuérdate de que mañana se hará la firma final!
R: ¿Y cómo es que esa mujer aceptó firmar tan rápido y sin ver la muestra del ganado?
Ricardo: Es que le presenté muy buenos argumentos y quedó encantada con lo que manejas en la hacienda.
R: ¿Se puede saber cuáles fueron exactamente esos buenos argumentos?
Ricardo: ¿Importa acaso concuño?... creo que en estos momentos no deberías pensar en otra cosa más que en ganar los mejores contratos de toda la convención, y te lo digo porque cuando estaba llegando, vi a Gina Martín salir furiosa de aquí, y al preguntarle lo que tenía, me gritó que ni soñáramos en que haríamos algún trato con sus jefes, pero tú sabes que ella no es socia de la empresa ni nada parecido... sin embargo Bárbara sí es accionista y está dispuesta a ponerte en contacto con el dueño de la compañía Moreau.
AP: (sarcástica),¡Muy amable la señorita!, pero lo que me sorprende más, es la familiaridad con la que hablas de ella.
Ricardo: Es una gran mujer y merece toda mi admiración y respeto... Además nos conocemos desde que llegué a Inglaterra y nuestra relación ahora es más íntima.
AP: ¡Con que más íntima!, (molesta), ¡escúchame bien Ricardo!...
Edward: ¡Disculpa que te interrumpa Ana Paula!, pero si no aprovechas la hora, más tarde no te será posible disfrutar de los lugares que deseas visitar.
AP: ¡Espérame Edward!, primero necesito que...
Jennifer: ¡No te preocupes Ana!, Edward y yo hablaremos con él, (ve a Ricardo), A mí tampoco me parece lo que estoy escuchando.
Ricardo: (¿?), ¿De qué hablan?... ¿acaso dije algo malo?
Edward: Lo que sucede es que a veces te pasas de sincero, pero yo te daré mi voto de confianza.
Jennifer: (¿?), ¿Qué dijiste?... Mi amor, ¿es que no oíste las tonterías que está diciendo?
Edward: ¡Sí lo hice!, pero si Ricardo estuviera haciendo algo malo, simplemente no lo dice y ya.
R: ¡Por su bien espero que así sea, porque Vanesa no está sola!
Ricardo: (sarcástico),¡Siempre dispuesto a defender a las mujeres! ¿verdad Rogelio?
R: (se le acerca molesto), ¿A qué demonios te refieres?
Edward: (se coloca frente a ellos), Rogelio, ve con tu esposa y diviértanse... Nosotros tres nos quedamos hasta terminar.
AP: ¡Edward!, es que Jen también quería...
Jennifer: (sujeta su mano), ¡Ya deja de preocuparte Ana!, ve con Rogelio y olvídate de los malos momentos ¿Ok?
AP: (sujeta su brazo y se aleja con ella de los demás), Pero Jen, tú querías pasar tiempo con Edward.
Jennifer: ¡Estaremos juntos!... Ana, nosotros ya hemos recorrido gran parte de los sitios turísticos de Londres, así que no te sientas mal por mí, y mejor disfruta el paseo con tu esposo, (sonríe), ustedes también se merecen un tiempo a solas.
AP: ¡Está bien Jen!, y ¡muchas gracias!
Jennifer: ¡No me lo agradezcas!, siempre es bueno hacer favores a los amigos porque después podemos pedirles uno sin remordimientos.
AP:¡Tienes razón!, y sabes bien que cuentas conmigo para lo que necesites, como por ejemplo... acompañarte al médico.
Jennifer hace una mueca de negación y enseguida llama a su prometido para que le diga a Paula los lugares a donde puede llevar a Rogelio. Edward se acerca y comienza a enumerarle los sitios famosos que existen en Londres, (también le entrega una guía de sus calles)... Paula hubiera querido ir a todos los sitios, pero finalmente se decide por uno que le permitiría conocer y observar la historia de la antigua Gran Bretaña y a su vez pasear por hermosos jardines... Sin perder tiempo se despide de todos, (Rogelio apenas y alcanzó a pronunciar un "hasta luego")... Al estar en el auto, él preguntó a dónde quería ir, (ella le entrega el mapa que tenía señalado un sitio). Como Rogelio ya había viajado, conocía muy bien el lugar, pero finge no saber nada y arranca el coche para dirigirse allá.
Hacienda del Fuerte:
Las horas del día estaban pasando demasiado lento para Vanesa... No tenía ganas de nada e incluso dejó que las niñas jugaran solas. Cuando Margarito regresó de la escuela, le pidió que se quedara con ellas porque quería dormir un rato, pero al no poder conciliar el sueño se levantó y dio una vuelta por la casa, aunque no duró mucho y mejor se fue a sentar en la sala de la terraza... Alejandro terminó con su trabajo en la hacienda y subió a la terraza a esperar la hora en que debía ir a recoger a su esposa. A unos pasos de la sala, ve a Vanesa mirando fijamente hacia afuera, y al observarla mejor, se da cuenta de que lucía más delgada, (no sabía nada de embarazos, pero estaba seguro de que no era normal que de un día para otro bajara tanto de peso). Él se sienta a un lado y la saluda, sin embargo Vanesa ni siquiera lo miró, así que tiene que captar su atención alzando un poco la voz.
Vanesa:(lo mira), ¡Buenas tardes Alejandro!
Alejandro:¡Buenas tardes Vanesa!... ¡Perdón!, ¿hay algo interesante allá afuera?
Vanesa:(¿?), ¡No!, ¿por qué la pregunta?
Alejandro: Porque miras con mucha insistencia ese lugar.
Vanesa: Estaba pensando en que me gustaría irme lo más pronto posible de aquí, (regresa su mirada), ojalá que Ricardo no tarde porque ya quiero abandonar ésta casa.
Alejandro:¿Por qué?... ¿Hay algo que te haya hecho sentir incómoda?
Vanesa:¡Todo mi pasado!, (se pone de pie), discúlpame, me voy a dormir.
Vanesa se aleja despacio... en el camino se encuentra a María que la sostiene del brazo y ambas ingresan a la casa. Alejandro se acomodó en el sillón y miraba hacia el frente mientras pensaba en mil cosas... su celular suena y con premura lo contesta al ver el número.
Alejandro: Esperaba su llamada.
Raúl:¿Quién habla?
Alejandro: Soy Alejandro Hernández Ramos... abogado y amigo de la familia Montero.
Raúl:¡Con que abogado de los Montero!... es una buena tetra, pero no conseguirá engañarme tan fácilmente.
Alejandro:¡No lo estoy engañando!, lo único que quiero saber es si la hermana de Rogelio Montero se encuentra bien.
Raúl: Si le interesa tendrá que venir al poblado de San Cristóbal, pero nos encontraremos en la plaza hasta las dos de la madrugada, y lo más importante, ¡deberá venir solo!... Si noto algo extraño no preguntare nada y me desharé de usted, ¿entendió?
Alejandro:¿Y quién me garantiza que no estoy hablando con la persona que mató al doctor Luis Mendoza?
Raúl: Mi trabajo consistía en cuidar al señor Mendoza, pero él prefirió que me hiciera cargo de Cynthia Montero y así lo he hecho.
Alejandro: Esa no es una prueba suficiente para darle mi confianza.
Raúl: Pues tendrá que arriesgarse abogado, porque el maldito que mató al señor Mendoza, envió a sus hombres a buscarnos y eso me parece muy extraño... Estamos seguros de que su objetivo ahora es la hermana del señor Montero.
Alejandro:(¿?), ¿Y por qué ella?
Raúl: Lo espero en la plaza, (cuelga).
Alejandro:¡Espere!... ¡maldición!, (guarda el celular)... ¡esto es malo!
Margarito:(detrás de él), ¿Qué es malo?
Alejandro:(se sobresalta), ¿Qué haces aquí Margarito?
Margarito: Vine a hacer mi tarea... la tía Vanesa se fue a dormir al cuarto de Mary, pero como las niñas también duermen la siesta se acostaron junto a ella... Ya que te respondí, ¿tú me dirás lo que te tiene preocupado?
Alejandro:(se levanta), Tengo que atender un asunto importante en otro poblado,y como no está Pancho necesito que te quedes al frente de la hacienda... ¿crees poder hacerlo solo?
Margarito:¡Claro que sí!, pero ¿de qué se trata ese asunto importante?
Alejandro: Es personal Margarito... si se resuelve a favor te prometo contarte.
Margarito:¡Está bien!, pero que conste que me lo prometiste.
Alejandro:¡Y lo cumpliré!, (ve su reloj), mejor me voy de una vez a recoger a Dany para que al menos la lleve a cenar.
Margarito: No creo que a ella le parezca que la dejes sola todo el tiempo.
Alejandro:(¿?), ¿Y tú cómo lo sabes?
Margarito:¡Ya les dije que no soy un niño!, y se nota que a la tía Dany no le gusta que te la vivas viajando.
Alejandro:¿Ella ha dicho eso?
Margarito: No, pero cuando mi papá se va solo a sus viajes de negocio, Paula se queda triste y luego se pone a decir que es un mal marido porque no la lleva con él y la tía Dany la apoya.
Alejandro:¿En serio?, (suspira), ¡Qué complicado es esto del matrimonio!...yo nunca estaba en mi departamento porque me la vivo de aquí para allá y pensé que nada cambiaría si me casaba.
Margarito:¡Qué inmaduros son los adultos!... Te recomiendo que cuando vuelvas le traigas flores y unos boletos para algún evento.
Alejandro:(¿?), ¿Y es muy necesario hacer eso?
Margarito: Si te parece demasiado, deberías ver todo lo que tiene que hacer mi papá cada que regresa de sus viajes.
Alejandro: Con el carácter de Ana Paula me doy una idea... ¡Bien!, entonces traeré flores... ¡Gracias Margarito!, y me voy yendo... No tenemos ningún pendiente, pero cuando termine la jornada del día, llamas a Consuelo y le pides que revise los correos de la hacienda y si hay algún pedido se lo pasas a Pancho.
Margarito:¡Así lo haré tío!
Alejandro revuelve el cabello del jovencito, (cosa que no le pareció), y se dirige con María para avisarle que se iría... Margarito se sienta en la sala y cuando el auto de Alejandro sale, él se asoma y ve a David mirándolo también, pero con el ceño fruncido... David se siente observado y voltea hacia la terraza... Margarito se inquieta por la manera en que lo veía y mejor entra a la casa para ir a refugiarse al despacho, de algo que no comprendía.
Murallas de York – Londres:
Luego de un largo trayecto para llegar a su destino, (Rogelio se equivocó de camino), finalmente arribaron a la ciudad de York. En ese lugar se encuentra la mayor longitud de murallas que se remontan a la antigua época romana. La entrada sur, (Micklegate Bar), es una de las cuatro puertas que existen para ingresar y dentro de ésta hay un museo que contiene la historia de la ciudad, (ahí tardaron bastante tiempo pues Paula veía a detalle cada exposición), visitaron también su terraza que estaba flanqueada por lechos de rosas blancas y al salir pasearon por los Jardines de York, donde observaron las ruinas de la abadía de Santa María y su iglesia. El escenario que contemplaban era impresionante; por primera vez estaban disfrutando juntos de la belleza de una parte de Inglaterra... En Paula la emoción era doble, pues nunca en su vida había visto otro sitio aparte de Tuxtla y el D. F., y ahora estaba en un país europeo y con el mejor compañero que pudiera tener.
Después de terminar su recorrido por tan majestuoso jardín, caminaron cerca del puente Lendal y se sentaron en la orilla para admirar el río...En medio de la tranquilidad que se respiraba, Paula saca su celular e interiormente ruega porque pudiera comunicarse con quien deseaba.
Despacho de la hacienda:
Margarito hacía su tarea cuando el teléfono suena.
Margarito:¿Sí?
AP:¡Hola mi amor!
Margarito:(emocionado), ¡Hola!, ¿cómo están?
AP:¡Estamos bien!, aunque extrañando a nuestro hijos, (mira a Rogelio y éste le sonríe), ¿tu tía Vanesa te dio mi recado?
Margarito: No, pero ha de ser porque desde ayer anda muy triste.
AP:(¿?), ¿Triste?, ¿y por qué?... bueno, después yo le llamo,(sonríe), mejor cuéntame, ¿qué has hecho en nuestra ausencia?
Margarito:(orgulloso), Mi tío Alejandro me tiene como encargado de la hacienda.
AP:¿Ah sí?, ¿y él te está instruyendo?
Margarito: No porque anda de aquí para allá, (pensativo), yo creo que tiene un problema y por eso está saliendo mucho de San Gabriel.
AP:(¿?), ¿Alejandro sale mucho?, (Rogelio le pide hablar con él),Margarito, tu papá quiere hablar contigo, te lo paso, (le entrega el celular).
R:¿Cómo está mi chamaco?
Margarito:¡Bien papá!... ahora me encuentro en el despacho porque dentro de un rato voy a hablarle a Consuelo para que chequemos los pendientes del día.
R:¡Eso me gusta hijo!, pero dime ¿Dónde anda Alejandro?
Margarito: No sé, no quiso decirme.
R:(se soba la sien), ¡Ta bueno!, luego me comunico con él, y pasando a lo importante, creo que tu mamá te está llamando para presumirte el paseo tan divertido que estamos haciendo, (ella le pega y trata de quitarle el celular), ¡no te creas Margaro!... La verdad es que al estar aquí nos entró la nostalgia por nuestros chamacos.
Margarito: Yo los extraño mucho papá... Mary está muy feliz con mi prima Valeria y por eso no se da cuenta de que ustedes no están.
R:Nada más faltan tres días para vernos de nuevo hijo... En cuanto llegue, tú y yo nos vamos unos días de campamento ¿sí?
Margarito:¿Sin mi mamá?
R:¡Sin Paula!, porque es un viaje sólo para machos, (Paula vuelve a pegarle, pero esta vez sí le duele y se queja).
Margarito:(se ríe), ¿No le gustó verdad?
R:¡Ya sabes!, se siente sola cuando no me ve.
AP:¡Ya quisieras!... aunque si tú te vas con Margarito, entonces yo me voy de compras a Tuxtla con el resto de mis hijos y además me llevo a Dany para comprarle su ajuar con tu dinero, (Rogelio hace una mueca).
R:¡Margaro!, tu madre ya nos está arruinando el paseo antes de tiempo, así que ya no iremos.
Margarito:(desilusionado), ¿Ya no?
AP:(le quita el celular), ¡Claro que sí irán Margarito!, lo que le dije a tu papá no era cierto... Ustedes dos merecen pasar más tiempo juntos... Además me preocupa la inmadurez de Rogelio y siento que tú puedes enseñarle cómo se comparta un hombre educado.
Margarito:¡Yo encantado!, y te prometo que lo dejaré bien encaminado.
AP:¡Así se habla hijo!, y ahora quisiera pedirte de favor que vayas con Mary y tus hermanos... yo por lo mientras les tomo una foto de éste bello lugar donde estamos.
Margarito:¡Voy lo más rápido que pueda!
Margarito sale corriendo del despacho sin cerrar la puerta y entra al cuarto de su hermana... Cuidadosamente le despierta y tomándola de la mano se la lleva a la recámara de sus padres para estar junto a sus hermanos, (María dormía en el sillón y no se dio cuenta del alboroto). Margarito prende el altavoz y lo acerca a la cuna... Paula les habla dulcemente a sus hijos y les dice que los ama. Rogelio se une al discurso y Mary se alegra al escucharlo. Los gemelos no emitían ningún sonido, pero miraban con curiosidad el aparato del que salían las voces de sus padres. La conversación no fue larga,sin embargo duró lo necesario para que el alma de una madre estuviera más tranquila.
Al colgar, Paula derrama lágrimas de felicidad y Rogelio la abraza para que juntos compartieran aquel sentimiento... Cuando la emoción de sus corazones regresa a la calma, continúan con su paseo por las murallas. Paula no dejó de tomar fotografías de aquél hermoso lugar y cada que pasaba una persona, le pedía que la fotografiara junto a su esposo... Cerca del ocaso, el matrimonio regresa a la residencia de los Sanders, aunque en la mente de Rogelio estaba el no terminar el día únicamente con un recorrido por Londres y en cuanto llegan, le pide a su esposa que se bañen juntos. A Paula le encantaba esa actividad porque sus mejores fantasías las cumplía ahí, pero Rogelio no llevo las cosas más allá y se limitó a bañarse. Después de asearse, se pone el pantalón de su pijama y deja su torso descubierto para deleite de su esposa. Paula se puso un camisón de seda blanca con escote y su collar de corazón como único adorno. Rogelio la toma de sus manos y la conduce a la cama. Ella comienza a besarlo, sin embargo Rogelio se aleja y desde la puerta le pide que lo espere un momento... Para no aburrirse saca el libro que Jennifer le prestara y se dedica a leerlo. Lo que describía le parecía tan familiar que incluso empezaba a creer que ella era la heroína de esa historia.
AP:(en voz alta), "No sólo se demuestra amor con la unión de los cuerpos... "El verdadero amor ni siquiera tiene que tocarse para que sea sentido"... "Tú vives en mis pensamientos, en el aire que respiro, en mis sentidos, y en mi corazón"... "Te toco y es como si tocara las nubes del cielo"... "Te miro y veo la luz de la estrella más brillante"... "Pronuncio tu nombre y mi corazón late desenfrenado"... "Aspiro tu perfume y me sumerjo en tu esencia"... "Beso tu boca y mis labios se llenan de ti"..."Te alejas y me pierdo en el abismo"... "Y el día vuelva a escuchar un te amo, moriré feliz", (voz baja), "¿moriré feliz?"... ¡qué extraño!, pero lo demás me gustó.
Se levanta y camina hacia la ventana para abrirla y salir al balcón desde donde se puede ver la otra mansión.
AP:¡Allá también debe verse ésta casa!, (se recarga en el barandal de piedra), ¿Querías verlo?
R:¿A quién quiere ver?
AP:(asustada), ¡Rogelio!
R:(¿?), ¿Qué te pasa?
AP:¡Pasa que con ésta van dos veces que me asustas!
R:Entré haciendo ruido, pero tú estabas muy entretenida mirando hacia afuera y no me oíste, (trata de asomarse), ¡por cierto!, ¿qué veías?
AP:(lo detiene y cierra la ventana), ¡Sólo miraba el bosque!
R:(¿?), ¿En serio?
AP:¡Sí Rogelio!, (se cruza de brazos), aunque presiento que no traes nada y por eso estás desviando mi atención con esas preguntas.
R:(sonríe), ¡Parece como si no me conocieras!, (toma su mano), ¡vamos a que veas lo que preparé para pasar una noche romántica!
AP:(lo abraza y besa su cuello), No tienes que preparar nada porque ya siento lo placentero de ésta noche.
R:(se zafa del abrazo), ¡Verás que lo que hice es más placentero y romántico de lo que te imaginas!
Sujetando nuevamente la mano de su esposa, Rogelio baja con ella y la guía hasta la sala en donde se percibía un ambiente cálido y romántico... La chimenea estaba encendida e iluminaba todo el lugar,(no había ninguna otra luz), sobre la mesita de centro se encontraba una charola de plata con dos copas de cristal vacías, un vino blanco, una canasta de frutas, dos platos de porcelana, un par de cubiertos de plata y un jarrón con distintas flores. Rogelio lleva a Paula a sentarse en un sillón blanco y afelpado... En las copas sirve el vino y en los platos coloca un racimo de uvas y fresas, (uno se lo da a su esposa y él se sienta a su lado con el otro plato).
R:¿Te gusta éste ambiente?
AP:¡Sí, amor!, se siente casi igual que en la cabaña de Monte Bello, e incluso se parece un poco.
R:¡Se parece demasiado!, aunque ésta es más grande en todas sus habitaciones, (extiende la mano con la copa), ¡brindemos!
AP:(¿?), ¿Y por qué brindaremos?
R:Porque estamos juntos... nos amamos... tenemos cuatro hijos y porque me haces muy feliz.
AP:¡Está bien!, brindemos de nuevo por todo lo que nos hace felices.
R:Siempre brindamos por lo mismo ¿no?, bueno, pues entonces cambiaré el discurso... Brindo por la hermosa mujer que está junto a mí, y quien por cierto es muy afortunada de tenerme como esposo.
AP:¿Ahora vas a ser un ególatra?
R:Todavía no termino... También brindo porque aparte de Margaro y Mary, le di dos chamacos sanos, fuertes, guapos y encantadores.
AP: De nuestros hijos no te discuto nada, pero eso de que soy afortunada al tener un ególatra por marido, no me convence.
R:(se acerca seductor), ¿Ah no?, ¿y qué me falta para convencerte?
AP: Que me demuestres el verdadero significado de hacer el amor.
R:¿Tú también lo viste?
AP:(¿?), ¿Vi qué?
Rogelio retira las copas y le responde besando sus labios, pero no lo hacía de una manera común ni pasional. Sus besos eran suaves; dados con extrema paciencia, absorbentes en momentos, tiernos, devotos y un sinfín de emociones en un solo gesto. Ambos redescubrían el sabor del otro y sus manos se paseaban libremente por sus cuerpos. El delicioso aroma del perfume de Paula, era percibido por cada poro de la piel de Rogelio, al igual que ella aspiraba el aroma de él... De su garganta dejaban escapar el sonido de sus nombres pidiendo estar más cerca, a pesar de encontrarse muy juntos... El largo beso, las caricias delicadas y el calor de sus cuerpos, se convirtieron en una experiencia nueva y muy placentera... Jamás se deshicieron de sus ropas durante aquél acto de amor, pero sus manos tocaron todo su cuerpo y no dejaron espacio sin ser recorrido... Al cabo de una hora se rindieron al cansancio, (el cual fue mayor que el de una entrega completa)... Exhaustos y bañados en sudor, se recostaron en el amplio sillón y miraban el techo.
AP:¡Gracias por ayudarme a comprender!
R:¡Yo te iba a decir lo mismo!
AP:(¿?), No te estaba dando las gracias a ti, sino a otra persona,(acaricia su rostro), aunque fuiste tú quien me demostró el significado de lo que leí en un libro.
R:Yo también me preguntaba lo que significaban esas palabras, y a pesar de que una parte de mi las entendió, tú me enseñaste que van más allá de un simple pensamiento.
AP:¿Entonces tú también lo leíste?, (sonríe), creí que eso va en contra de tu naturaleza machista.
R:¡Leer cultiva!, (besa su mejilla), ¡ya ves que hasta encontramos una nueva forma de amarnos!, y tengo que decir, ¡que me encantó!
AP:¡Y a mí!, pero ahora señor Montero, debemos dormir o mañana volverá a llegar tarde.
R:¡Te aseguro que caeré rendido en cuanto dejemos de hablar!
AP:¡Buenas noches amor!
R:¡Buenas noches mi Paula!
La pareja se abraza y enseguida se quedan dormidos, pero en sus cuerpos aún queda la sensación de su reciente descubrimiento... El fuego de la chimenea se va haciendo pequeño hasta que finalmente se consume, quedando sólo la ceniza de lo que antes fuera un madero cubierto por las llamas de la pasión.
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