CAPÍTULO 47
Reclusorio Femenil de Tuxtla:
Cynthia despierta con un ligero dolor de cabeza y un vacío en su mente de los acontecimientos del día anterior. Si bien estaba consciente que debido a su estado psicológico, cualquier cosa era anormal, sentía que algo pasó y se esforzaba en recordarlo, (sin éxito). Luis caminaba por el pasillo que conduce a su celda. Desde que amaneció había intentado comunicarse con Rosaura, pero le dijeron que se quedó en el pueblo. Algunos pasos adelante es alcanzado por uno delos guardias, (quien le pide que no se quede demasiado tiempo con la interna); y el resto del camino fue seguido por dicho hombre. Al llegar a la puerta, le dice que al menos le unos minutos de privacidad y que regrese por él cuando quiera. El guardia lo piensa un poco, aunque finalmente termina aceptando debido al aprecio que le tenía al psiquiatra. Luis entra a la celda y Cynthia se levanta de inmediato.
Cynthia:¡Qué bueno que estás aquí!, ¡Eres la única persona que me devuelve la tranquilidad!
Luis:(serio), A partir de hoy necesitarás tranquilizarte tú sola.
Cynthia:(¿?), ¿Por qué dices eso?, ¡Nosotros siempre vamos a estar juntos!
Luis va a sentarse en la cama; Cynthia lo sigue y ambos se quedan en un silencio que hace que ella se sienta inquieta.
Luis: Hace cuatro años llegué aquí sin la intención de quedarme por más de seis meses...Ningún psiquiatra trabaja de tiempo completo en un reclusorio, e incluso la terapia no se da en éste lugar, sino en una institución mental... Sin embargo mi pecado me trajo a ti, y desde entonces el reclusorio se convirtió en mi hogar.
Cynthia: ¿Cuál es tu pecado?
Luis: Uno igual a los tuyos.
Cynthia: No debería sentirme feliz porque sé cuánto te duele el pecado que cometiste, pero no puedo evitar que mi corazón sienta esto... (Toma su mano), Pagué un precio muy caro para encontrarte, pero así fue el destino y no puedo, ni quiero quejarme.
Luis:(retira su mano), Se dice que "un imperio no debe edificarse sobre el dolor de su gente", y el que lo haga tiene asegurada su ruina...Así como ese imperio no podrá resplandecer, los pecadores tampoco obtendrán la felicidad sin antes pagar por el dolor que le provocaron a otros.
Cynthia: ¿Eso qué significa?
Luis: Que tanto tú como yo debemos pagar primero la deuda correspondiente por nuestros pecados... Cuando nuestras almas se encuentren libres de esa mancha, quizás entonces alcancemos la dicha que ahora no nos toca conocer.
Cynthia: ¿Estás diciendo que debemos separarnos para limpiar nuestra alma?,(alterada), ¿acaso no te das cuenta?... ¡yo no puedo seguir si no estás conmigo!
Luis: Para ti fui sólo un mediador entre la locura y la realidad... mi presencia en éste momento ya no es fundamental en tu vida porque tienes la fortaleza necesaria para continuar por ti misma.
Cynthia:(se toca la cabeza), ¡Tantos años y aún no comprendes que has sido más que eso!, y tampoco entiendes que yo no quiero el perdón... lo que quiero es quedarme contigo hasta mi último suspiro.
Luis: Si fueran ciertas tus palabras, entonces te diré que mi deseo es que estemos juntos en la eternidad... Si el cielo existe, es ahí donde quiero encontrarte.
Cynthia: ¡Y sí es sólo un cuento estaríamos desperdiciando la única oportunidad que tenemos de estar juntos!
Luis: ¡Y ahí estará nuestra penitencia!
Cynthia:(comienza a llorar), ¡Eso no es justo!... Yo sé que hice mucho daño, pero te a...
Luis:(la interrumpe), ¡No pronuncies esa palabra!, ¡déjala dentro de tu corazón para que lo proteja de ser consumido por el odio!
Cynthia: ¡Tú fuiste quien me liberó del odio!, sin ti volverá a consumirme y esta vez nadie podrá salvarme.
Luis se acerca más a ella para abrazarla. Cynthia tarda en corresponderle porque primero se dedicó a reconocer su calor. Era la primera vez que podía sentirlo, y con eso terminó por aceptar, que él había sido su motivo para desear ser una buena persona, y se puso feliz...A su mente llega un recuerdo de algo que él le pidió una vez. Se trataba de un ejercicio mental en el que todas las noches imaginara el lugar en el que le gustaría escapar del dolor. Desde entonces soñaba que vivía en una hermosa casa en un bosque; en la chimenea se encontraban varios retratos de su hermano, madre e hija. Cada atardecer salía a caminar; el cielo era tan bello y pacífico que la llenaban de esperanza. Al llegar a un campo, se sentaba a esperar,(no sabía qué ó a quién, pero esperaba)... Todas las hermosas sensaciones que le trasmitía ese abrazo, eran las mismas que las de aquél sueño. Su emoción finalmente la hace corresponder al gesto de Luis; sus lágrimas se detienen y le dan paso a una sonrisa sincera. Sólo faltaba una cosa para hacer de ese momento el más maravilloso de su vida, y separándose un poco, aproxima su rostro al de él. Cuando está por cumplir su deseo, unos golpes en la puerta hacen que la suelte y se levante para ir a abrir. Luis habla con el guardia y segundos después vuelve a cerrar la puerta pero ya no regresa a su lado.
Luis: Ésta noche saldremos de aquí... Por nada del mundo te tomes las pastillas que te traigan, tampoco dejes que te pongan inyecciones o que se te acerquen.
Cynthia: ¿Vamos a ser libres?
Luis: En éste mundo no existe la verdadera libertad... Todos de alguna manera somos esclavos de las circunstancias, de alguien, o de nuestros sentimientos... Hoy tú serás libre porque saldrás de éste encierro, pero tu corazón seguirá aprisionado por tus emociones...El día que logres librarte de ellas, será el día en que volveremos a encontrarnos.
Cynthia:(se altera de nuevo), Si el salir de aquí me aleja de ti, ¡no quiero irme!
Luis: La separación tampoco existe porque es sólo el cuerpo el que no está presente, pues "sus pensamientos viven dentro de la memoria de quien lo recuerda".
Cynthia:(vuelve a llorar), ¡No me dejes sola!, tengo miedo de que si te vas, yo no pueda alcanzarte.
Luis: ¡Sé que sí podrás!
Cynthia aumenta su llanto, pero él no se movió para ir a consolarla.
Luis: Tengo que irme... En la noche vengo por ti.
Luis abre la puerta y sale de la celda dejando a una mujer que comenzaba a sentir que su alma volvía a llenarse de oscuridad.
Carretera rumbo a Tuxtla:
Paula había recargado su cabeza en el hombro de Rogelio para dormir un rato. Él intentó hacer lo mismo, pero estaba muy inquieto y no entendía por qué, sólo esperaba que ese nerviosismo no significara que algo malo sucedería. La mano de su esposa acaricia su rostro. Rogelio se sobresalta y voltea encontrando a Paula mirándolo con preocupación.
AP: ¿Qué tienes Rogelio?
R:(sonríe), ¡Nada!, ¿por qué?
AP: Te siento muy tenso, y tu respiración es agitada.
R: ¡Ah pues!... lo que sucede es que tengo años de no hacer un viaje tan largo.
AP: Ésta primer parte no es tan larga... Primero nos vamos a Estados Unidos y de ahí a Inglaterra... Ese será el más cansado porque dura casi doce horas.
R: ¡Por eso mismo!... me pone muy tenso andar haciendo escalas.
AP: No se podía evitar, sabes que de Tuxtla no hay vuelos directos a Inglaterra.
R: ¡Lo sé!, (más tranquilo), ¡discúlpame, Paula!, para ti es la primera vez que vas a viajar a Europa y deberías ser quién esté nerviosa y no yo.
AP: ¡Estoy nerviosa!, pero a la vez muy emocionada y ya quisiera estar en Inglaterra.
R: París hubiera sido mejor ¿verdad?... Es ahí donde van los enamorados.
AP: Sí pero Inglaterra también es un país hermoso... Sus paisajes medievales le dan ese toque de romance que me gustaría compartir contigo.
R:(besa su mano), ¡Y lo haremos amor!, mi intención es que no sea sólo un viaje de negocios, sino que también pueda enseñarte todo lo bello que hay ahí.
AP: ¡Mas te vale Rogelio!, o si no tendré que buscar pareja en otro lado, (medita), Ricardo es una buena opción porque es divertido y caballeroso.
R:(se ríe), En realidad no me molesta lo que estás diciendo de Ricardo, la mera verdad es un buen tipo... ¡con decirte que no le he pagado nada por su trabajo!
AP: (¿?), ¿Nada?... ¿Y entonces quién le está pagando el hotel y los gastos extras?
R: Hugo dice que él se hizo cargo de todo. Ni Edward le paga nada...Es un hombre extraño, pero debo reconocer que es amable, así que no tengo problema con que te acompañe, pero si te soy honesto, no te lo recomiendo.
AP:(sonríe), ¿Celoso señor Montero?
R: ¡No señora Montero!, pero tú hermana ¡sí se puede molestar!
AP: ¡Es cierto!... El embarazo tiene a Vanesa muy alterada por la ausencia de Ricardo y probablemente pensará cosas que no son.
R: ¡Exactamente!, pero no falta mucho para que se vuelvan a ver y eso le traerá tranquilidad... Después de que termine el evento, yo me haré cargo de los trámites de regreso... Ya fue mucho abusar, y como Vanesa está entrando a los siete meses es seguro que Ricardo quiera estar con ella para la llegada de su hijo.
AP:(acaricia su rostro), ¡Eres muy noble amor!
R: (¿?), ¡Ah caray!... ¿Yo noble?
AP: ¡Así es!... Te preocupas porque Ricardo esté junto a Vanesa en un momento tan bello como es la llegada de un hijo, (le da un beso fugaz), ¡Por eso te amo Rogelio!
Rogelio:(sujeta su cara), ¡Yo te amo mucho más Paula!
Ella lo besa y después de disfrutarse un largo rato, Paula vuelve a recargar su cabeza en su hombro. Rogelio cierra los ojos en un intento de tranquilizar los latidos acelerados de su corazón, pero por más que hacía, no conseguía alejar aquella sensación de inquietud.
Londres– Mansión de la Familia Sanders:
Mateo estaba en la entrada de la mansión esperando a Edward. El Lotus Elite se detiene frente a él y enseguida Edward desciende y camina hacia la puerta del conductor para ayudar a Jennifer a bajar. Ella aprovecha la cercanía y lo besa.
Mateo se pone de espaldas para darles aunque sea un poco de privacidad, (a pesar de que besaban con dulzura y hasta en cierto modo con recato, no dejaba de ser una escena incómoda). Pasados unos segundos, el anciano voltea para ver si ya habían terminado de besarse, pero ellos seguían demostrándose su amor. Cuando iba a girarse de nuevo, se separan; Jennifer toma la mano de Edward y suben las escaleras.
Jennifer:¡Buenas tardes señor Mateo!
Mateo:(hace una reverencia), ¡Buenas tardes señorita Smith!
Jennifer:¡No me llame así!... sólo dígame Jennifer, o, (mira a Edward y le sonríe), señora Sanders.
Edward: Ese se escucha muy hermoso, (besa su mano), "señora Sanders".
Jennifer: ¡Y dicho por ti hace que mi cuerpo se estremezca!
Los dos se quedan mirándose con una sonrisa en sus rostros.
Mateo:(carraspea), ¡Disculpen señores!, Magda está en la sala quitando los muebles que nos encargó joven Edward.
Edward:(hace memoria), ¡Ah sí!... ¡Muchas gracias Mateo!
Jennifer: (¿?), ¿Qué muebles?
Mateo: Unos que ya no es necesario conservar señora.
Jennifer aprieta más fuerte la mano de Edward y lo hace que camine aprisa. Él se detiene y eso provoca que regrese de golpe chocando en el pecho de su prometido.
Edward: ¡Discúlpame!, pero ¿por qué la prisa?
Jennifer: Sólo quiero ver cuáles son los muebles de los que te vas a deshacer.
Edward: Esos muebles son reliquias que ya no van con estos tiempos.
Jennifer:(sonríe), ¿Y te molestaría que yo decidiera si los quiero o no?
Edward: ¡Sí!, (reconsidera), ¡perdón mi amor!, puedes elegir los que te gusten y los demás los llevamos a la bodega.
Jennifer: ¡Entonces vamos!, (él no avanza), ¿qué pasa Edward?
Edward: Es que necesito hablar con Mateo. Mientras puedes irte adelantando a escoger lo que vamos quedarnos.
Jennifer:(lo suelta), ¡Está bien!, pero no te tardes porque me gustaría que ambos decidiéramos el decorado de la casa.
Jennifer entra dejándolos solos. Por un minuto permanecieron en silencio hasta que Mateo toma la palabra.
Mateo: Su prometida es una mujer muy bella.
Edward:(sonríe), ¡Demasiado bella y hermosa!, pero lo que me tiene enamorado es su buen corazón, (suspira), si tan sólo hubiera esperado dos semanas, ella sería mi esposa desde hace quince años.
Mateo:(¿?), ¿Y por qué necesitaba esperar dos semanas?
Edward: Porque cumpliría los dieciocho años.
Mateo: ¿Dijo dieciocho años?, (sorprendido), ¡Entonces ella es mucho más joven que usted!
Edward: Y justamente por quince años, (¿?), pero ¿por qué estás tan sorprendido?
Mateo: Porque sabía que era más joven, pero jamás me imaginé que la diferencia fuera tan grande.
Edward: ¡Eso me hace sentir mejor!... si tú no te imaginabas que nos llevamos tantos años, entonces significa que no me veo exageradamente grande.
Mateo: Usted no aparenta la edad que tiene porque es lo que la gente llama"traga años", sin embargo cuenta con madurez de sobra, y perdón por lo que voy a decirle, pero no creo que esa señorita la tenga aunque rebase los treinta.
Edward: Jennifer es una mujer muy madura.
Mateo: Usted sabe que a los treinta años todavía existe el deseo de hacer muchas cosas; como salir a divertirse con sus amistades, o para que me comprenda... "desea correr, no caminar".
Edward:(molesto), ¿Y eso qué quiere decir según tú?
Mateo: ¡No quiero molestarlo!, lo único que pido es que piense mejor sus decisiones. Usted es un hombre fuerte y sigue viéndose joven, pero al convertirse en un ciego, será una carga muy pesada para una mujer que aún tiene muchas cosas que disfrutar de la vida, y si le sumamos la frustración que sentirá al no ser libre, ese amor que ahora le tiene, al final se convertirá en odio.
Edward: Pero yo...
Mateo: ¡Pero usted la ama!... Esas palabras las escuchaba de su padre,hasta que se dio cuenta de que había sido un egoísta al querer mantener consigo a una mujer que no le estaba destinada, ¡y ya ve en qué terminó la historia!... Lamentablemente ella murió cuando por fin era libre.
Edward: No es el mismo caso.
Edward se quita los lentes y entra a la casa, (Mateo lo sigue). Al llegar a la sala, ve a Jennifer sonriente ante algunas cosas que encontró en unas cajas, (libros escritos a mano). Magda se acerca a Edward y coloca una mano en su brazo.
Magda: En cuanto vio los libros de su padre se puso a hojearlos y parece que lo que leyó la puso contenta, (exhala), esa imagen me recuerda a la sonrisa de la señora Catherine, aunque si he de ser sincera, su madre sonreía más ampliamente que la señorita.
Edward: ¿La sonrisa de mi madre?
Magda: ¡Sí!, (¿?), ¿A poco ya no recuerda la sonrisa de su madre?
Edward: ¡Sí la recuerdo!, pero después de lo que mi padre me contara, pensaba que sólo la fingía.
Magda: ¡Deje de repetir las tonterías de su padre y observe bien a su prometida!... esa sonrisa no es falsa, y es casi la misma que tenía la señora Catherine cada que leía lo que su padre escribía en ese libro... ¡Claro está que la señora sonreía por amor!
Edward mantiene su vista fija en Jennifer. Ella siente la mirada y al ver a Edward cierra el libro y se acerca a él aumentando su sonrisa.
Magda:(le susurra a Edward), ¡A esa sonrisa me refiero!
Jennifer:(besa su mejilla), Espero que no te moleste que esté leyendo el libro de tu padre, pero no pude evitarlo cuando leí la portada, (le muestra el libro), lo de "A mi amada Catherine" me llamó la atención y me quedé prendada de todo lo que le dice... ¡ahora veo de donde sacaste esa manera tan romántica de hablar!, (él sólo sonríe).
Magda: El señor Stefan no escribió ese libro para la señora Catherine...Bueno, al menos nunca le dijo que lo que escribía era para ella.
Edward: Seguramente se lo dedicó porque algunas historias se las contó mi madre... Recuerdo que a mi padre le gustaba escribir, pero en nuestra sociedad no es bien visto que nos dediquemos a profesiones inferiores y por eso no está impreso.
Jennifer: ¡Ser escritor no es una profesión inferior!
Mateo: ¡No lo es!, pero así es el círculo social en el que se desenvuelve la familia Sanders.
Jennifer:(molesta), ¡Pues qué estúpida sociedad!, (apenada), ¡discúlpame Edward!, no quise decir eso.
Edward: No te disculpes por decir la verdad. En sí yo me convertí en un renegado de ésta sociedad cuando se me ocurrió dejar de ser banquero, para ser un jinete de carrera de caballos.
Mateo: Hablando del antiguo negocio joven Edward, necesito conversar sobre algunos asuntos del banco... ¿tendrá inconveniente en que lo hagamos hoy?
Edward: No tengo inconveniente, pero antes que cualquier negocio está mi esposa, (sujeta la mano de Jennifer).
Jennifer: (¿?), ¿Esposa?
Edward: Eres mi esposa desde hace unas semanas, lo único que falta es pedirle a Dios que bendiga nuestro amor.
Jennifer se vuelve a conmover pero como siempre contiene su llanto. Edward se sonríe y comienza a caminar hacia la cocina junto con ella. Magda y Mateo se quedan en la sala. Cuando la pareja no está a su vista Mateo se coloca al lado de su esposa.
Mateo: ¡Un poco mal educada la señora Sanders!, ¿no crees?... Con ese vocabulario que tiene, el joven Edward será muy criticado por la sociedad cuando se le ocurra presentarla.
Magda:(enojada), ¡Ya basta de hacer ese tipo de comentarios!, ¿acaso no aprendiste de lo que pasó con los señores?... por culpa tuya el señor Stefan dejó de ser un hombre feliz.
Mateo: Decir la verdad no es malo, y te recomiendo que no la defiendas. Esa señorita es demasiado joven para creerme el cuento de que está perdidamente enamorada de Edward, (Magda lo mira interrogante),tienen una diferencia de quince años... ¡Mucha! ¿No es cierto?
Magda: No se nota porque él se ve muy buen mozo... Además aquí lo que importa es el amor que se tienen, y en ella se aprecia uno muy grande.
Mateo: No voy a seguir discutiendo esto contigo. Edward deberá reconsiderar el matrimonio, y no sólo por la edad que en realidad no es lo que me preocupa, sino por lo que sucederá cuando deje de ser un hombre.
Magda: Solamente dejará de ver, pero seguirá siendo un hombre.
Mateo: ¡Una carga no es igual a ser un hombre!
Mateo no deja espacio para que Magda siga refutando sus argumentos porque sale de la casa a paso rápido. La señora camina hacia el pie de la escalera y en silencio hace una oración a la pareja del cuadro, para que su esposo no envenene el alma de Edward, tal y como lo hiciera con la de Stefan.
Hacienda del Fuerte:
Vanesa y Valeria esperaban la llamada de Ricardo, (sentadas en el sillón dela sala). Dany iba pasando y las ve jugando con una muñeca de la niña.
Dany: ¡Hola Vanesa!
Vanesa: ¡Hola Dany!
Dany se agacha y saluda de mano a Valeria; después se sienta en el sillón de enfrente.
Vanesa: ¿Sabes Dany?, desde la mañana iba a preguntarte ¿cómo estabas?, pero al verte puedo decir que te encuentras muy feliz.
Dany: ¿Se me nota mucho?
Vanesa: La verdad sí... No sé cómo explicarlo, pero tu sonrisa permanente no da para pensar otra cosa, y eso me da gusto porque significa que sí estás enamorada de tu esposo.
Dany: (¿?), ¿Pensaste que no amaba a Alejandro?
Vanesa le pide a su hija que vaya con Mary a jugar. La niña se levanta y corre hacia el cuarto de su prima.
Vanesa: ¡Perdón!, pero Valeria es muy chica para oír ciertas pláticas...Volviendo al tema, honestamente creí que no lo amabas... Al menos no como amaste a Miguel, pero hoy que te vi con tu esposo, ese pensamiento cambió por completo.
Dany:(sonríe), Alejandro no sólo es el hombre que me devolvió la ilusión. También es la persona que me llena de confianza, de seguridad, de dicha y que me complementa en todos los aspectos,(apenada), y cuando digo en todos los aspectos, me refiero a...
Vanesa: A que te hace sentir una mujer deseada y sensual, y no sólo una compañera ¿no es cierto?
Dany: ¡Creo que sí!, (pensativa), es que hay muchas emociones nuevas que no comprendo y me asustan, pero hablar de esto con Ana Paula es difícil... Miguel era su hermano y no creo que le agrade que le diga que a pesar de que lo amé, siento que algo le faltó a nuestra relación. En realidad los recuerdos que tengo de ese matrimonio se basan en pocos momentos de intimidad y el resto de la convivencia fueron problemas ocasionados por su debilidad, (suspira), supongo que por eso no me sentí tan plena... los problemas disminuyen la pasión ¿no?, (medita), o tal vez como mujer yo no entregué lo suficiente para ayudarlo a responderme igual.
Vanesa: No creo que sea eso Dany... Esto que voy a contarte no me hace sentir orgullosa si no todo lo contrario, pero quizás mi experiencia te ayude a comprender lo que te pasa.
En la entrada de la hacienda se estaciona la camioneta de la que baja Helena, (Consuelo le había llamado por teléfono para pedirle de favor que fuera a la hacienda a recoger unos papeles). Se dirigía al despacho, pero escucha la voz de Vanesa y se queda parada detrás de un muro de la sala.
Vanesa: Conoces de sobra lo que pasó con Rogelio y con Bruno, pero lo que desconoces es que después de que me fui de viaje, me dediqué a buscar un hombre que me hiciera olvidar la obsesión que aún tenía por Rogelio. El problema fue que para lograrlo me acosté con cuanto idiota se me ponía enfrente, y aunque la cantidad no es exagerada, sí es la suficiente como para ser una mujer indigna de un hombre como Ricardo... Te preguntarás qué tiene que ver esto con lo que te pasa a ti ¿verdad?
Dany: Pues un poco, pero continúa.
Vanesa:¡Verás!, hay una diferencia muy grande entre el placer y el amor...El placer es momentáneo y si la pareja no tiene otra cosa en común, a la larga la relación se va a deteriorar porque hasta las más grandes pasiones se terminan, y con ellas el deseo de estar juntos...El amor muy pocos logramos obtenerlo, pero si tienes la suerte de encontrar a esa persona que te brinda confianza, amistad, deseo, pasión, respeto y amor, entonces te sentirás tan plena que ni los problemas serán capaces de disminuir la llama que arde en tu cuerpo y en tu alma al estar con tu pareja... Yo supongo que experimentaste todo eso con tu esposo y te sentiste muy feliz al descubrir tu lado sensual, pero al mismo tiempo te da miedo pues no estás segura si él siente lo mismo cuando está contigo.
Dany: (¿?), ¡Vaya!, acabas de describir exactamente lo que siento con Alejandro, e incluso adivinaste lo de mi miedo.
Vanesa: Porque soy experta en este tema, (melancólica), en mi relación con Ricardo, él me da la plenitud y yo el placer y a pesar de que me dijo que me amaba, he llegado a pensar que lo hizo por la amenaza de aborto que tuve antes de que se fuera... (Trata de sonreír), ¿irónico no?, después de tener varios hombres en el pasado, estoy mendigando el cariño de uno solo.
Dany: Perdona lo que voy a preguntar Vanesa, pero tengo una duda, ¿Ricardo te ha llegado a tratar mal?... es que hablas con tanto dolor que pienso que quizás te ha ofendido o algo parecido.
Vanesa: Ricardo nunca dice palabras románticas y en ocasiones puede parecer frío en ese aspecto, pero jamás me ha tratado mal, ni me ha humillado de alguna manera. Para ser más clara, me trata como a una dama y hasta este punto podría decirte que no es amor lo que siente por mí, y que lo más sano sería dejarlo libre para que encuentre a la mujer que realmente lo haga feliz. Sin embargo cuando me besa, cuando me acaricia y me hace el amor, me lleno de esperanza porque me trasmite lo que tanto anhelo tener... Tal vez soy una necia, pero mientras sienta todo eso, seguiré luchando por él, (acaricia su vientre), y además tengo dos regalos suyos que no me dejarán rendirme.
Dany: ¡Disculpa mi impertinencia!, y ¡tienes razón!, (sonríe), ¡vamos a luchar hasta que ellos también se sientan plenos!
Vanesa: (¿?), Tu esposo sí refleja amor cada que te ve, así que no deberías preocuparte.
Dany: ¡No creas!, Alejandro fue noviero y Fabiola es una mujer muy importante de su pasado... (Alterada), a veces me odio por ser tan insegura, pero esas dos cosas no las sabía porque él nunca me dijo nada, ¡y eso que éramos amigos!
Vanesa: ¡No te preocupes Dany!, verás cómo ese miedo e inseguridad no tienen razón de ser y tu esposo será quién te lo demuestre.
Dany: ¡Ojalá!, porque en verdad lo amo.
Vanesa cambia de tema para tranquilizarla... Helena se encamina nuevamente al despacho.
Helena: ¡Qué estúpidas y cursis!, (sonríe), ¡hay James!, ¡te dije que esa mujer amaba a ese hombre, así que la vas a tener muy difícil!
Unos pasos antes de llegar al despacho, se detiene porque las cosas que escuchó hacían eco en su mente.
Helena: No la humilla ni la trata mal, sin embargo tampoco se siente amada, (lleva sus manos a su vientre), al menos tú sí tienes motivos para luchar, pero yo...
Helena no puede aguantar más sus ganas de llorar... Desde que despertara y se encontrara completamente sola, deseo llorar con todas sus fuerzas, pero eso la haría ver como una mujer débil y es lo que menos quería ser.
Alejandro sale del despacho, (llevaba consigo un folder), y la ve llorando. Al observarla a detalle se da cuenta de que en la comisura de sus labios tenía una cortada. De inmediato recuerda lo dicho por Rogelio y comprende la razón que éste tenía para no desampararla. Con lentitud se acerca a ella y coloca una mano en su hombro, (Helena se asusta pero no se mueve).
Alejandro: ¿Puedo ayudarla señorita Santana?
Helena: Le agradezco su preocupación Licenciado, pero nadie puede ayudarme.
Alejandro: Probablemente sí podría si se animara a contarme lo que la puso así.
Helena mira a Alejandro; a su mente llega lo último que le pidió James mientras la convencía en el lecho de continuar ayudándolo, y con un rápido movimiento se abraza con fuerza de Alejandro. Él se sorprende pero como ella seguía llorando, hace lo que la mayoría de los hombres haría, (corresponde a su abrazo), y por un largo tiempo se dedica a frotar su espalda como una forma de consolarla. Dany y Vanesa salen de la sala y pasan cerca del despacho pues Dany quería ir a ver a su esposo. Al verlo abrazando a Helena siente que una fría sensación le recorre el cuerpo. Vanesa gira su rostro para ver a Dany y la encuentra estática. De inmediato avanza hacia donde estaban Helena y Alejandro.
Vanesa: ¡Buenas tardes señorita Santana!
Helena suelta a Alejandro pero antes le pide que no diga nada de lo que había pasado y voltea a ver a Vanesa.
Helena: ¡Buenas tardes, señora Archer!
Vanesa: Señorita Santana, necesito consultar algunas cosas con el Licenciado, así que le pido de favor que nos deje solos.
Helena: ¡Por supuesto señora!... con permiso.
Helena camina y al pasar al lado de Dany nota la palidez de su rostro, pero a diferencia de otras ocasiones en que esa imagen le divertía, sintió un poco de remordimiento. Sin embargo estaba decidida a ayudar a James y para quitarse aquél sentimiento, se felicita por su primer acercamiento con el Licenciado. Alejandro mira el folder que traía en la mano y sin decir nada se apresura a alcanzarla ante la sorpresa de Dany y Vanesa. Helena casi llegaba a su camioneta cuando la detienen del brazo.
Alejandro:¡Espere un momento señorita Santana!, (le extiende el folder), casi se me olvidaba entregarle la información que necesita Consuelo.
Helena:(toma el folder), ¡Gracias Licenciado!, la verdad es que a mí también se me estaba olvidando llevármelo, (sonríe), y eso que vine precisamente a recogerlo.
Alejandro:(la suelta), Bueno, ya que tiene lo que vino a buscar, la dejo para que vaya con Consuelo... ¡Hasta después!, (regresa a la casa).
Helena: ¡Licenciado!
Alejandro:(voltea), ¿Sí señorita?
Helena: ¡Por favor no me hable tan formal!, sólo llámeme Helena.
Alejandro: ¡Muy bien Helena!
Helena le sonríe más coqueta y sube a su camioneta para dirigirse al rancho. Alejandro regresa con su esposa pero ni ella ni Vanesa se encontraban ya. Como no piensa que algo pudo pasar, se va al despacho a seguir atendiendo los asuntos del negocio.
Aeropuerto de Tuxtla:
Rogelio tomaba un té en un local de comida rápida, (Paula había ido a verificar su vuelo). La sensación de inquietud lo acompañó todo el camino al aeropuerto, pero por más que trató de descubrir la razón a su nerviosismo, no encontró nada, (hasta llamó a la hacienda y María le informó que sus hijos estaban bien). Paula se sienta frente a él y deja su taza de café sobre la mesa. Rogelio ni se percató de su presencia y eso a ella comenzó a preocuparle.
AP:¿Qué tienes Rogelio?
R:(¿?), ¿Cómo?
AP:¿Que qué te pasa amor?... Desde que salimos de la hacienda estás distraído.
R:¡No me pasa nada!, lo que tengo es un poco de ansiedad porque no me gusta dejar solos a mis chamacos por mucho tiempo.
AP: Únicamente serán dos semanas, y además tienen a sus padrinos, a María, a su tía Vanesa y en unos días a su nana Juanita para que estén al pendiente de ellos.
R:¡Ya lo sé!, pero no dejo de sentirme mal por no llevarlos.
AP:(¿?), ¿En verdad es por eso que estás así?, ó ¿hay otra cosa que no quieres decirme?
R:(se pone de pie), ¡Discúlpame!, necesito hacer una llamada... ahora regreso.
Rogelio camina hasta un área donde tiene señal y marca un número.
Reclusorio Femenil de Tuxtla:
Luis se encontraba sentado en un sillón de su oficina enviando un mensaje. Después de mandarlo, su celular comienza a sonar.
Luis:(contesta), ¡Bueno!
R: ¡Buenas doctor Mendoza!
Luis:(exaltado), ¡Señor Montero!
R: ¿Le pasa algo doctor?
Luis: ¡No señor!, ¿qué habría de pasarme?
R: ¡Pues eso es lo que me gustaría saber!... no sé pero pensé que usted me libraría de mi inquietud y por eso lo llamo.
Luis: ¡Probablemente sí lo haré!
R: (¿?), ¿Acaso sabe de qué inquietud le estoy hablando?
Luis: Las emociones humanas son complejas, y se dice que el alma está conectada a otras que son de su afecto. Es por eso que sienten cuando les está pasando algo malo.
R: (¿?), ¿Y le está pasando algo a mi hermana?
Luis: ¡No!, y le juro que nada le pasará mientras yo esté con ella, aunque debo informarle que pronto me iré lejos y Cynthia necesitará del apoyo de su familia para que no recaiga... Hace rato marqué a la hacienda y me dijeron que se iba de viaje junto con su esposa, así que quiero pedirle que por ahora no se preocupe y que disfrute de éste momento que le dará nuevas energías.
R: ¡Lo disfrutaría si no fuera porque tengo ésta maldita sensación de intranquilidad!
Luis: Muy pronto pasará, pero no la fuerce a desaparecer y piense que todas las cosas tienen una razón y un por qué.
R: (¿?), ¡Si ofender!, pero ¿no podría hablar más claro y no con palabras incomprensibles?
Luis:(se ríe), Hay veces en que no se entiende ni a la vida misma, sin embargo la tenemos que vivir y descubrir su secreto conforme vamos avanzando.
R: ¿Y qué secreto guarda al final?
Luis: Todos tenemos uno diferente, por eso no puedo responder a esa pregunta porque dependerá de sus decisiones si será bueno o malo.
AP: ¡Rogelio!
R:(voltea a verla), ¿Sí?
AP: Ya tenemos que ir a abordar el avión.
R: ¡Ah sí!, ¡ahora voy!
Paula da la vuelta y lo deja solo.
R: ¡Disculpe doctor!, pero ya es hora de abordar... ¡Por favor!, le pido que cuide de que nada malo le pase a mi hermana. Cynthia lo quiere y confía en usted, (sonríe), le digo esto porque creo que un día no muy lejano terminaremos siendo cuñados.
Luis: ¡Estoy de acuerdo con usted!, y aunque no sea en éste tiempo le aseguro que siempre estaré esperando a Cynthia.
R: (¿?), ¿Qué quiere decir?
Luis: ¡No me haga caso!, sólo le pido que cuando la vea le diga que yo la amé más que a nada en este mundo.
R: ¡Usted puede decírselo cuando regrese del lugar a donde va!, sé bien que si lo hace mi hermana se pondrá muy contenta y su dolor desaparecerá.
Luis: Para ese día falta mucho tiempo, así que ¡por favor!, no olvide decírselo.
R: (¿?), ¡Está bien doctor!, yo se lo diré y también les organizaré la boda más bella que jamás se hayan imaginado.
Luis: ¡Gracias!, y suerte, Rogelio.
R: ¡Eso Luis!, hay que comenzar a tutearnos como los cuñados que ya somos... Bueno, te cuelgo porque si no me deja el avión. Nos vemos a mi regreso.
Luis: ¡Adiós Rogelio!
Rogelio cuelga y corre hacia Paula para abordar su avión. El haber hablado con Luis le dio la tranquilidad que necesitaba porque estaba convencido de que él siempre velaría por su hermana, y le agradecía a la vida el haberlo puesto en el camino de Cynthia. En cuanto se sienta cierra los ojos quedándose dormido muy cerca de su esposa.
Las horas del día pasaron muy rápido.
Después de escoger los muebles de la estancia principal y la cocina, Jennifer y Edward regresaron al hotel, pero como él no tuvo tiempo de revisar los asuntos que Mateo quería, le prometieron regresar al día siguiente, (pasadas las dos de la tarde pues irían a recibir al matrimonio Montero).
Alejandro dejó arreglados los pendientes más urgentes y de inmediato fue a buscar a su esposa para llevarla a pasear y disfrutar del último día de descanso de Dany, (tenía que regresar a su trabajo de enfermera).
Rogelio y Paula llegaron de noche a Estados Unidos. Enseguida de su arribo tuvieron que abordar el que los llevaría a Inglaterra. Rogelio se quejó todo el tiempo pues decía que ya no podía aguantar ni un minuto más sentado, (le dolía el orgullo). Paula se reía de la cara de dolor que ponía su esposo, y él trataba de corresponder a sus risas, pero aquella inquietud que pensó tenía controlada,regresó con más fuerza y trató de cubrir su preocupación aparentando buen ánimo, (no deseaba arruinarle el viaje a su esposa). Las horas se le hicieron eternas. No cerró los ojos en ningún momento. Siempre se mantuvo ecuánime frente a Paula y gracias a su esfuerzo, ella estuvo tranquila y feliz durante el viaje.
San Gabriel – Fonda de Macaria y Ulises, (casi diez de la noche):
Rosaura permaneció toda la tarde en la fonda. Desde el día anterior no había regresado a la hacienda y al parecer tampoco lo haría esa noche pues se ofreció a ayudarle a Macaria con el negocio, (ella se fue con su esposo al pueblo vecino). Lavaba una pila de trastes cuando entra Pancho.
Pancho: ¡Buenas noches doña Rosaura!
Rosaura: ¡Buenas noches!, pero antes de que siga, recuerde que le dije que no me llame así.
Pancho: ¡Usted perdonará!, pero el patrón me dijo que había que tratarla con el respeto que se merece.
Rosaura: Rogelio podrá ordenar lo que quiera, pero la realidad es otra, por eso le pido que deje de referirse a mí de esa manera.
Pancho: ¡Cómo diga Doña... ¡... ¡Perdón!... ¡Como diga seño Rosaura!
Rosaura:(suspira), ¡Bueno!, algo es algo... ¿Vienes a cenar?... ¿Qué te sirvo?
Pancho: No seño, vine porque el doctor Mendoza me envió un mensaje para usted, (le muestra el celular).
Con preocupación, Rosaura toma el aparato y lee el texto:
"Rosaura:
Hoy seremos libres, pero hay problemas... Te dejo un número de celular...Ponte en contacto con Raúl; él te dirá si las cosas salieron bien.
¡Por favor!, cuida de Cynthia... ¡Tú sabes lo que significa para mí!
Adiós
Luis Mendoza".
Al terminar de leerlo, Rosaura siente una opresión en el pecho y eso hace que se maree obligándose a sentarse en una silla. Pancho la ve mal y se apresura a darle un vaso con agua... Luego de unos minutos, ella recupera color.
Pancho: ¿Se siente mejor seño Rosaura?
Rosaura: ¿A qué hora te mandó el mensaje?
Pancho: Ya tiene rato, pero como estuve ocupado sacando unos pedidos no me fijé sino hasta hace una hora y luego luego me vine a buscarla.
Rosaura:(le devuelve el celular), ¡Por favor comunícame con el doctor!
Pancho hace lo que le pide, sin embargo no le respondían. Rosaura pide entonces que llame a Raúl, pero tampoco respondió. Por varios minutos intentaron comunicarse con alguno de los dos, (obteniendo siempre el mismo resultado). Después de mucho batallar, Rosaura le agradece a Pancho su ayuda, pero decide intentarlo hasta otro día. Él se retira y ella termina de lavar los platos para luego cerrar la fonda e irse a descansar, (aunque no pudo hacerlo, ya que tenía un mal presentimiento que no la dejó dormir en toda la noche).
Reclusorio de Tuxtla:
En una ventana del reclusorio, Luis miraba el patio. El guardia que lo estuvo vigilando desde la mañana, se aproxima a él y le habla susurrando. Cuando termina de darle indicaciones, Luis va a la celda de Cynthia. Ella lo esperaba con dos rosas de papel en la mano. Al entrar, Luis mira las rosas, pero no dice nada al respecto.
Luis: ¡Acompáñame!
Cynthia: Antes quisiera darte algo, (le extiende las rosas).
Luis: ¡Después!
Luis sale de la celda sin tomar el obsequio y ella tiene que correr tras él para alcanzarlo. El corredor por el que caminaban era uno que ya había visto, (el día en que la ingresaran al reclusorio y cuando salió a vengarse de Bruno), pero de pronto sus piernas comienzan a temblar y le costaba mucho mantener el paso de Luis. Él voltea y la encuentra sostenida de la pared, mientras que en su rostro veía la palidez ocasionada por su miedo. Luis hubiera deseado que la locura de Cynthia fuera la que imperara en ese momento, sin embargo esa mujer estaba completamente alejada de ella. Aún con duda de su proceder, se acerca y la abraza. Cynthia corresponde al abrazo y recarga su cabeza en su pecho.
Cynthia:(voz temblorosa), ¡Tengo miedo!, por favor, Luis, quedémonos aquí. Presiento que si salimos van a separarnos y tú sabes que eso significaría mi muerte o mi completa locura.
Luis: Si te quedas aquí yo seré el que va a perderte y eso jamás voy a permitirlo, (toma su mentón y la hace que lo mire), te dije que quiero que estemos juntos en la eternidad... por eso no olvides lo que te pedí hace tiempo... ¿verdad que cumplirás para que estemos juntos?
Cynthia: Dime ¿cómo hacerlo?, porque si tú no estás no creo ser capaz de seguir tus pasos.
Luis ya no sabía que responderle. Los ojos de Cynthia se comenzaban a llenar de lágrimas y el miedo se hacía más grande. El guardia les grita que salgan pronto o si no tendría que cerrar las puertas. Luis trataba de que caminara, pero el cuerpo de ella se hacía más pesado. El tiempo se les estaba acabando y si no pensaba en algo ya no podrían salir, así que se arriesga a hacer la única cosa que podía devolverla a la locura ó darle las fuerzas para continuar...Con su mano atrae el rostro de ella al suyo hasta que roza sus labios. Cynthia percibe el cálido aliento de Luis y sin esperar ni un segundo más, termina la distancia uniendo por completo sus labios; besándose por primera vez... El beso fue largo y en el entregaron todos sus sentimientos. La oscuridad que siempre cubrió sus corazones comenzaba a desaparecer y nació una alegría que nunca habían conocido. El miedo y la locura se disipaban de la mente de Cynthia y en su lugar quedaba el ruego por el perdón y la esperanza de un futuro junto al hombre de quien se había enamorado.
Otro grito del guardia consigue que Luis regrese a la realidad y lentamente termina el beso. Cynthia iba a hablar pero él vuelve a recargarla en su pecho.
Luis: ¿Sabes qué me gustaría hacer cuando seamos libres?
Cynthia: ¿Qué?
Luis: Quisiera que viviéramos en un lugar tranquilo y alejados del mundo.
Cynthia:(sonríe), ¿Cómo una casa en el bosque?
Luis: ¡Sí te gusta, claro que sí!, (ella levanta el rostro y ve sus ojos), ¡Yo te estaré esperando en ese lugar!, ¡por favor, llega a mí!
Cynthia:(le ofrece una de las rosas), ¡Te juro que voy a llegar!, pero te suplico que no me dejes ahora.
Luis:(toma el obsequio), ¡Nunca te voy a dejar!
Guardia: ¡Doctor!, ¡ya llegaron!
Luis la suelta y sujetándola fuertemente de la mano corre con ella hasta la salida del reclusorio. Afuera los esperaban dos camionetas negras. En la primera estaba Raúl junto con otro hombre gordo y muy alto. Luis mete a Cynthia y enseguida cierra la puerta. Tanto Raúl como Cynthia se alteran al ver que él no subió. Luis va del lado del conductor y Raúl baja la ventana para escucharlo.
Raúl: ¿Qué está haciendo señor?
Luis: Si es verdad que esos hombres vienen por mí, entonces no es conveniente que ella esté conmigo, así que quiero que la lleves aun lugar seguro.
Raúl: ¡Señor!, su cuñado y su hermana me pidieron que...
Luis: ¡Es una orden!, Si a ella le pasa algo, jamás te lo perdonaría, (baja la voz), ¡Protégela siempre!
Raúl: (¿?), Pero señor...
Luis corre hacia la otra camioneta. Cynthia trata de bajarse, pero Raúl se pasa rápidamente al asiento trasero y evita que abra la puerta. Con un grito da la orden de avanzar. Las camionetas se alejan del reclusorio sin ningún problema. Cerca de la carretera empieza a llover; Raúl sonríe y se recarga despreocupadamente en el asiento.
Raúl: ¡Qué bueno que fue falsa alarma!, (observa a Cynthia), ¡Debe estar feliz!, el señor Mendoza daría la vida por usted y eso no cualquiera lo hace.
Cynthia no dice nada, pero en su semblante se podía ver el estado en que su locura tomaba el control. Con un rápido movimiento se voltea y se arrodilla en el asiento para mirar por la ventana trasera. Raúl siente un poco de miedo porque esa mujer se veía realmente loca.
Cynthia: ¡Llévame con Luis!
Raúl: (¿?), ¡Yo sólo obedezco al señor Mendoza!, y para que usted pueda darme órdenes o tendría que ser la esposa de mi jefe o esperar a que se muera.
Cynthia: ¡No te estoy ordenando!, (una lágrima resbala por su mejilla), ¡te lo estoy implorando!
Raúl y el otro hombre intercambian miradas extrañadas por el retrovisor.
Raúl:(sereno), ¡Señora!, él viene detrás nuestro, y aunque no haya peligro, no puedo arriesgarla a que le pase algo malo porque si eso sucede, el señor Mendoza se pondría muy mal.
Cynthia:(levanta su mano temblorosa y señala hacia el camino), ¡Él ya no podrá venir!
Raúl salta de su asiento para colocarse en la misma posición de Cynthia y ve cómo otra camioneta le cierra el paso a la de Luis mientras que otras dos la rodean por detrás. Estaba a punto de dar la orden de regresar cuando su celular suena y de inmediato contesta, (solamente escuchaba lo que le indicaban). Conforme pasaban los segundos su expresión fue de la ira al conformismo. Cynthia lo jalaba de la chamarra y le exigía regresar, pero Raúl se limitó a decir que Luis pidió que se adelantaran. Debido a que ella empezaba a alterarse, tiene que sujetarla de los brazos con todas las fuerzas que tenía, (cosa que le costaba mucho, pues no soltaba el celular).
James, (vestido con gabardina negra y guantes negros) baja de la camioneta que se encontraba frente a la de Luis. Éste estaba acompañado de tres hombres corpulentos que iban a bajar a darle un escarmiento al tipo que les cerró el paso, pero él los detiene y desciende del vehículo no sin antes ordenarles que se fueran. Los hombres no querían, sin embargo lo obedecían en todo y aún con renuencia se alejan del lugar, (rodeando el vehículo de enfrente). Cynthia vio con terror que Luis se quedó, y empieza a gritar haciendo que James voltee a verla. La mirada de los dos se cruza; la camioneta avanza pero Cynthia no dejaba de ver a James y se mantuvo así hasta que lo perdió de vista. Uno de los hombres que venían con él pregunta sí quería que fueran tras ella, a lo que James responde que no y luego dirige la mirada hacia su blanco. De los dos hombres el que se veía más relajado era Luis, y debido a que mantenía una mano dentro de su chamarra, James estaba alerta de cualquier movimiento extraño.
James: ¡Buenas noches, señor Mendoza!, mi nombre es James Clayton Miller, estafador y asesino... es un gusto conocer a otro demente que se atrevió a matar a la amante de su cuñado... ¡Claro que no lo hubiera hecho de no ser porque la mujerzuela iba a matar a su hermana!, (se ríe), ¡qué conveniente que un político le deba un favor!
Luis: ¡Buenas noches, señor Clayton!, y me encantaría decir lo mismo, pero así como a mí no me da gusto ser un asesino, independientemente de las razones, sé que a usted tampoco le hace feliz haberse convertido en uno.
James: (¿?), Usted no es psiquiatra, así que no intente psicoanalizarme.
Luis: Mi intención no es psicoanalizarlo señor Clayton, pero aún con poca luz, puedo ver en sus ojos lo mucho que le cuesta haber venido a repetir sus errores.
James:(alterado), ¡Déjese de estupideces!, lo mejor para usted es que terminemos lo más rápido posible, (saca de su gabardina una pistola, a la que le coloca el silenciador).
Luis: Antes quisiera preguntarle ¿qué beneficio obtendrá al deshacerse de mí?... yo no lo conozco.
James: ¡Verá señor Mendoza!, usted puede llegar a convertirse en un verdadero problema si se le ocurre darle apoyo a los Montero. Aunque mi objetivo principal es la mujer que acaba de irse, (sonríe), Rogelio Montero adora a la loca de su hermana y si un plan no me funciona, ella me puede servir... Lo que quiero decir es qué si las cosas no las obtengo por las buenas, entonces las consigo por las malas.
Luis: Escuchándolo puedo asegurar que usted tiene la misma enfermedad que la hermana de Rogelio... La envidia, el odio a sí mismos, y la soledad acrecientan su mal y los lleva a cometer los peores delitos que se puedan imaginar. Sin embargo al igual que Cynthia, usted aún tiene la oportunidad de encontrar la paz y el perdón.
James: ¿Ahora es reverendo?... señor Mendoza, preocúpese por sus pecados en lugar de andar tratando de salvar a los demás, (le apunta con el arma), porque muy pronto tendrá que rendir cuentas en el infierno.
Luis: Como bien lo dice, yo ya voy a rendir cuentas y es por eso que no lucharé contra usted, pero piense en las personas que seguramente lo quieren y a las que está arrastrando a su infierno... ¿acaso es tan egoísta que desea verlos sufrir con tal de tener lo que en realidad no quiere?
James:(molesto), ¿Usted qué sabe de lo que en verdad quiero?
Luis: Usted al igual que nosotros alguna vez tuvo consciencia y es evidente que una parte de su mente quiere detenerse, (camina lentamente hacia él y se detiene a unos pasos)... Sus manos no han dejado de temblar desde que bajó de la camioneta, no me mira a los ojos, y me permite hablar cuando ya debió haberme matado... ¿por qué lo hace señor Clayton?... si no me responde supondré que ni siquiera usted lo sabe.
James: ¡Ya le di mis razones!, y son porque dejo a los Montero sin ayuda y así podré vengarme de mis enemigos.
Luis: ¡Enemigos que antes llamó amigos!, y a Rogelio ni siquiera sabe porqué lo odia.
James: (¿?), ¿Cómo supo que...?, (se ríe), ¡Ah claro!, seguramente me investigo... (Voltea hacia su camioneta), ¡Malditos traidores!...¡Déjeme felicitarlo!, hizo bien su última investigación señor Mendoza... es una pena que nadie vaya a conocerla, (corta cartucho),¡Adiós doctor!
Luis: ¡Espere!, (busca dentro de sus ropas la cajita donde está el anillo que iba a darle a Cynthia y se la muestra), ¿le puedo pedir un favor?... ¡entréguele esto a Cynthia!... es mi promesa de que siempre estaré junto a ella.
James:(sorprendido), ¡Es de no creerse!... ¡yo soy quién va a matarlo y se atreve a pedirme ese favor sabiendo que también me desharé de esa mujer!
Luis: Nadie conoce el futuro, y si usted cumple mi última voluntad tendrá una parte del perdón que necesita. Además confirmará que aún en un alma podrida existe luz.
James:(sonríe), Siento mucho decirle que se equivocó señor Mendoza.
Luis: ¡Nunca me he equivocado, James!
Luis cierra los ojos. En la camioneta, Raúl continuaba sujetando a Cynthia, pero de repente ella guarda silencio y afloja su cuerpo. Raúl agradecía que dejara de luchar porque en verdad le costaba contenerla y después de un minuto la suelta. Cynthia mira hacia atrás y lleva sus manos a su pecho. Un estruendo percibido sólo por ella, se deja oír en el viento y enseguida grita el nombre de Luis mientras dejaba libre un mar de lágrimas y sollozos que partían el corazón de cuanto la escuchara... Dentro de su mente aparece la imagen del campo; aquél hermoso cielo empezó a cubrirse de nubes negras y su esperanza se disipaba con rapidez... A quien una vez esperó ya no llegaría... A lo lejos oye la voz de Raúl, sin embargo no tenía fuerzas para responder y finalmente se rinde al abismo de la oscuridad... Raúl alcanza a sostenerla antes de que caiga del asiento y la recuesta para después cortar la llamada del celular. El hombre que conducía le pregunta ¿qué había pasado?, pero él no le responde y continúan su camino sin mirar atrás.
En la camioneta de James, uno de sus hombres se estaba impacientando por la tardanza de su jefe y baja para presionarlo a subir.
James permanecía hincado al lado de Luis, (quien yacía en el suelo con los ojos cerrados). De su mano toma la cajita y se la guarda en la gabardina. Antes de levantarse mira la rosa de papel que aún sujetaba y sin saber por qué lo hacía, junta ambas manos para que quedaran sobre el pecho de Luis. Con cuidado acomoda la rosa y se incorpora con un ligero temblor en las piernas. Cuando el hombre se acerca, James camina sin darle tiempo a decir nada y sube a la camioneta ordenando retirarse enseguida.
Transcurridos unos metros, golpea su cabeza con sus puños en un intento vano de alejar de ella las palabras que Luis le dijera, pero por más que hacía no lograba sacarlas de su mente, y como último recurso se recuesta en el asiento para cerrar los ojos, prometiéndose que al despertar todo estaría olvidado, sin embargo al tocar su pecho, siente la cajita; la saca y la abre encontrándose con el anillo de compromiso... Lo observa un largo rato y luego la cierra de golpe debido a que se dio cuenta de que Luis sería más peligroso ahora, pues a partir de ese momento, jamás se desharía de su recuerdo.
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