CAPÍTULO 29

Rogelio levantó muy temprano a su hijo porque tenía planeado llevarlo a recorrer otros lugares de la ciudad. Una vez que estuvieron listos le pide que busque a Alejandro. Cuando el jovencito sale del cuarto, marca a la Hacienda para hablar con su esposa.

Hacienda del Fuerte:

Paula tenía mucho de haber despertado y como distracción, (por tantos pensamientos confusos en su mente), ayudaba a María a preparar el desayuno. Debía reconocer que si no fuera por Mary, simplemente no hubiera podido cerrar los ojos en toda la noche, por eso se esmeraba en preparar el postre favorito de la princesa, (mouse de limón). María estaba preocupada porque desde que entró a la cocina, su única palabra fue un "buenos días" y de ahí se limitó a cocinar.

María: ¿Qué tienes Paula?

AP: (¿?), ¿Cómo dice María?

María: Hija, desde ayer no has querido hablar conmigo y la verdad no entiendo por qué, ¿acaso te hice algo malo?

AP: Perdón María, no es nada contra usted, es por mi esposo, (alterada), ¡es que cuando pienso que todo está bien, resulta que el señor hace algo que me enfurece!

María: ¿Qué hizo ahora?

Juanita: (entra a la cocina), Disculpe patrona, el patrón le llama por teléfono.

AP: ¿Finalmente se acuerda que tiene esposa?, pues ahora soy yo la que no tiene tiempo para atenderlo, dile que marque después.

Juanita: ¡Si le digo eso se va a enojar conmigo!

AP: No lo hará, en todo caso le dices que estoy furiosa con él.

María: Paula, no sé lo que habrá hecho Rogelio para que estés tan enojada, pero por su relación que es tan bonita, al menos deberías dejarlo aclarar lo que sea que pasó.

AP: ¡Está bien María!, nada más que no le prometo nada porque aparte de lo que sucedió, se le suma la falta de delicadeza que tiene cada vez que sale de viaje.

Paula se va hacia el despacho para tener más privacidad. Mira unos segundos el teléfono y luego contesta de forma muy seria.

AP: ¡Bueno!

R: ¿Cómo está la mujer más hermosa del planeta?

AP: ¡No tengo idea, porque ya ni siquiera puedo estar segura de que te refieres a mí!

R: (¿?), Paula, para ser broma me sonó un poco brusca, además, te escucho muy seria. ¡Amor!, ¿sucedió algo?

AP: ¿Qué te imaginas qué pudo suceder?, Rogelio, ¿sabes cuántas horas tiene un día?

R: ¡Ah!, ¡con que era es eso!, Paula, te pido que me disculpes, ¡ya me conoces!, cada que me propongo llamarte, otra cosa sucede y lo voy dejando, (meloso), pero siempre estás en mis pensamientos al igual que mi princesa.

AP: (se ríe), ¡Se te nota!, y más porque te esfuerzas mucho en tu intento fallido de encontrar excusas para no decirme el verdadero motivo de tu olvido.

R: (serio), Te estoy hablando con la verdad, pero por qué no mejor me dices directamente lo que te molesta y nos ahorramos las adivinanzas.

AP: ¡Bien, te lo voy a decir!, Te paso que tardes en llamarme, o que el trabajo esté por encima de mí, pero lo que no te voy a perdonar es que me ocultes que viste a Vanesa, (comienza a llorar), ¡y para colmo me levantas la voz!

R: (¿?), ¡Paula!, ¿cómo te enteraste que vi a Vanesa?, bueno no me respondas, ya sé cómo, y por eso estoy seguro que entiendes.

AP: ¡Claro!, no eres nada tonto, pero sí muy ingenuo porque piensas que desviando la conversación, conseguirás tiempo para buscar tu nueva excusa, nada más que esta vez sí te falló Rogelio.

R: ¡No estoy buscando excusas!, (dulcifica el tono), ¡lo siento Paula!, si no te dije nada fue por...

Antes de que Rogelio pudiera terminar, Paula cuelga el teléfono con una fuerza que hizo que él se despegara el auricular por el estruendoso sonido. Al momento no reacciona por la impresión de lo sucedido. Tenía tanto tiempo de no pelear con su esposa, que en verdad estaba atónito. Pasados unos segundos vuelve en sí y de inmediato marca a la Hacienda.

Paula estaba sentada en la silla del escritorio intentando controlar las lágrimas que ya resbalaban por sus mejillas. María entra al despacho porque quería hablar con Rogelio y se encuentra con una escena que desde hace mucho no veía.

María: ¡¿Muchacha que tienes?!

AP: En serio estaba molesta con Rogelio por ocultarme que se encontró con Vanesa, pero ahora siento que exageré las cosas y me duele haberle hablado así, (aumenta los sollozos), ¡lo siento María!, le prometí que iba a controlar mis celos, pero no puedo.

María: (acaricia su cabello), Sino los sintieras no amarías tanto a Rogelio. Los celos no son los mejores sentimientos que existen, pero no hay un ser humano en el mundo que no los tenga. Por eso Paula, ya no llores, Rogelio entiende que en estos momentos estás muy sensible y cualquier cosa por pequeña que sea, te altera.

AP: Eso no me justifica, aunque tampoco él puede justificar el hecho de no ser sincero conmigo.

María: ¿Dijiste que se encontró con Vanesa?, pero si él no te lo mencionó, entonces, ¿quién fue?

AP: Margarito me llamó ayer y dijo que estuvo en un parque platicando con Vanesa.

María: ¿Y te dijo que hacía Vanesa ahí?

AP: Se cortó la llamada justo cuando me lo iba a decir, y cuando intenté comunicarme ya no me contestó.

María: Paula, ¿no te has puesto a pensar que si Margarito te lo dijo es porque Rogelio no se escondió de ninguna forma?

AP: A lo mejor es eso, pero tampoco me consta.

El teléfono suena y María contesta.

R: ¡Paula!, necesito que me escuches, ¡te juro que no es lo que piensas!

María: Soy yo Rogelio.

R: ¡María, por favor pásame a Paula!

María le extiende el teléfono, Paula lo toma pero en un impulso lo cuelga.

María: ¿Qué hiciste Paula?, ésta era tu oportunidad de aclarar las cosas.

AP: María, entiendo lo que me dices y el que ambos estuvieran en el mismo lugar, no significa que hiciera algo malo, pero necesito que aprenda a no ocultarme nada, por cosas como éstas siempre tendremos problemas.

María: (medita), ¿Sabes Paula?, creo que esta vez tienes razón. Rogelio aún no aprende a no ocultarte nada y si tú cedes, lo más seguro es que siga haciéndolo.

AP: Así es, y también quiero que sienta lo que yo cuando no me llama.

María: (¿?), eso me sonó más a venganza que a una lección.

AP: Es por ambas cosas, (se levanta), mejor volvamos a la cocina. Mary no tarda en despertarse y me gustaría que su postre esté listo.

María: Ésas hormonas están muy descontroladas, solo espero que no te arrepientas después, ¡vámonos a la cocina!, aunque antes de eso, ¿qué va a suceder si Rogelio vuelve a llamar?

AP: Lo que resta de la mañana y parte de la tarde, no voy a responder ninguna llamada de él.

Paula sale del despacho dejando a María un poco desconcertada por su actitud tan cambiante, que se da más cuando se encuentra sola.

Estados Unidos:

Rogelio continuó llamando a la Hacienda por varios minutos. Margarito entra a buscarlo porque se tardaba en bajar, y a unos centímetros de tocar su hombro, Rogelio azota el teléfono.

R: ¡Me lleva!, ¿por qué siempre me pasa esto?

Margarito: ¿Qué pasa papá?

R: (enojado), ¡Pasa que no comprendo por qué Paula siempre piensa lo peor de mí!

Margarito: ¡Seguro fue por lo de ayer!, papá perdóname, ya sé que me dijiste que no le hablara a mi mamá para decirle que mi tía Vanesa va para la Hacienda, pero cuando te vi dormido, le marque y...

R: No me tienes que explicar nada hijo. Cuando tu madre mencionó a Vanesa, me imaginé que tú le habías dicho que la vi.

Margarito: Por eso tengo que explicarte, sobre todo porque es mi culpa que mi mamá se enojara contigo.

R: No es culpa tuya que Paula no confíe en mí. Más de tres años y aún todo lo que hago es malo para ella.

Margarito: Papá, si quieres hablo con ella y le aclaro lo que pasó.

R: No, lo mejor es que ella misma se dé cuenta de su error. Ahora vamos con Alejandro para que aprovechemos el tiempo.

Ambos salen del cuarto a encontrarse con Alejandro. Como Rogelio estaba tenso, le pidió que manejara. En todo el camino se limitó a darle indicaciones de hacia dónde debía dirigirse. Alejandro y Margarito lo miraban constantemente porque realmente se veía enojado. Después de varias vueltas, (Rogelio lo hizo a propósito), se detuvieron en una bahía para ver el mar. Margarito bajo lo más rápido que pudo porque le encantaban ese tipo de lugares. El jovencito se quitó las botas y se acercó hasta la orilla para sumergir los pies en el agua, los dos adultos lo observaban sentados en una mesa perteneciente a un pequeño puesto de jugos.

Alejandro: A tu hijo le fascina el mar, ¿por qué no te metes al agua con él?, ¿o es que el grandioso Rogelio Montero no sabe nadar?

R: Sé nadar, pero no me interesa meterme ahora, si tantas ansias te da el mar, ve con Margaro para que te enseñe.

Alejandro: ¿Qué te pasa Rogelio?, es la primera vez en meses que te veo de tan mal humor.

R: No me pasa nada, (alterado), ¡bueno sí me pasa!, ¡pasa que me revienta que todo el tiempo me recriminen lo que hago!

Alejandro: ¡Ahora comprendo!, sucede que Ana Paula te reclamó porque no le llamaste para contarle que te encontraste con la mujer con la que alguna vez tuviste una relación y que para rematar es su hermana. Rogelio, perdonarás mi franqueza, pero qué mujer puede pasar por alto semejante cosa.

R: ¡Margaro es muy comunicativo!

Alejandro: No respondiste.

R: ¿Qué quieres que te responda?, ¿quieres que te diga que viéndolo de ese modo, en verdad me comporté como el hombre más estúpido del mundo?, ¡pues sí!, fui un estúpido, pero esto también me demuestra que Paula no me tiene confianza.

Alejandro: Dime, si Gustavo estuviera vivo y te enteras que tu esposa se encontró con él y no te dijo nada, ¿cómo reaccionarías?

R: (no contesta).

Alejandro: ¡Ves!, por mucho que ambos digan que han madurado y no sienten celos al verse con otras personas, la realidad es que ese sentimiento nada tiene que ver con la madurez o la falta de confianza. Ustedes se aman, pero entre más grande es lo que sienten, más grande es el miedo a perderse.

R: (sarcástico), Un hombre que no se compromete con nadie ¿está diciéndome esto?

Alejandro: Yo no creía en el matrimonio, por eso nunca tuve una verdadera relación con alguna mujer. Sin embargo, al encontrar a Dany todo eso cambió y por un momento pensé que podría formar una familia con ella pero, desafortunadamente no tuve la misma suerte que tú.

R: ¿A qué te refieres con eso?

Alejandro: Alguna vez te hable sobre Dany y el recuerdo de Miguel, ¿Recuerdas lo que te dije?

R: Sí, bueno, no retuve todo pero parece que el motivo que te detenía a decirle que lo intentaran, fue porque el recuerdo de Miguel siempre existiría entre los dos. Solo que pensé que esa duda desapareció cuando ella te acepto.

Alejandro: El que me aceptara como novio, no quiere decir que olvidó al amor de su vida y aunque tengo el deseo de tener mi propia familia, prefiero darle más tiempo para que se enamore de mí con un sentimiento que no pueda ser opacado por el recuerdo de Miguel y en caso de que eso no pase, lo mejor para ambos es separarnos.

R: ¿Y cómo vas a saber si te ama tanto como deseas?, porque mi preciado amigo, "al que no habla Dios no lo oye". Para salir de dudas tendrás que preguntarle.

Alejandro: Lo haré después de que cumplamos un año de novios, antes no.

R: Yo me casé con Paula a escasos meses de conocernos y nunca fuimos novios. ¿Por qué tú quieres esperar tanto tiempo?

Alejandro: Porque solo tenemos siete meses de conocernos y de los cuales tres son de noviazgo, además Rogelio, tus circunstancias fueron muy distintas.

R: Y más complicadas, no tienes idea de lo que fue luchar con tantas cosas en contra mía y la más fuerte es la que acabaste de mencionar.

Alejandro: Te dije aquella vez que tú habías conseguido la certeza de que Ana Paula siempre te amo, porque te eligió antes de que Gustavo muriera. Eso no pasó conmigo y por ende se clavó una espina en mi corazón, que te aseguro no se puede quitar.

R: Quisiera decirte que estás mal pero comprendo lo que sientes y analizando la situación, me parece bien que dejes que pase el tiempo.

Alejandro: ¿Entonces me libraré de tus constantes preguntas?

R: Por unos meses sí, pero en cuanto se cumpla el plazo que pusiste, te voy a atosigar con el tema.

Alejandro: (ríe), no me lo tienes que decir, ¡eres demasiado terco!

R: (saca el celular), hablando de terquedad, voy a hablarle a Paula, quién quita y ya se le pasó el coraje.

Alejandro: ¿Ahora sí le hablas más seguido?, claro, "el miedo no anda en burro".

R: Vete mi espejo, tú no le has hablado a Daniela y eso que llevamos día y medio de haber llegado a Estados Unidos.

Alejandro: ¿Quién dice que no?, (cuenta con los dedos), le hable en el aeropuerto, al llegar al Hotel, antes de ir a la Compañía Smith, a la hora de la comida, en la noche y hoy muy temprano. ¡Cómo te habrás dado cuenta!, eres mi ejemplo a no seguir, y mejor te dejo para que arregles las tonterías que siempre cometes, yo voy a dar una vuelta por el puente.

Alejandro se levanta y camina hacia un puente de madera que llega hasta un extremo de la bahía.

Rogelio marcó a la Hacienda en cuatro ocasiones pero en las tres primeras nadie respondió y en la cuarta Juanita le dijo que su patrona no tenía tiempo para contestar y que marcara después. Al no conseguir hablar con su esposa, decide ir con su hijo para relajarse metiendo los pies en el agua.

Hacienda del Fuerte:

Después del desayuno, María se fue al pueblo a seleccionar unos ingredientes que necesitaba en la comida. Paula se dedicó a jugar con Mary juegos de mesa. Cuando la niña comenzó a bostezar, su mamá le pidió a Juanita que la llevara a su cuarto. Mientras su hija descansaba, sacó los materiales de tejido y continúo con el otro mameluco azul que le faltaba.

Cerca del medio día, Pancho entra a la sala y le informa que tiene visitas.

AP: ¿Quiénes son Pancho?

Pancho: Es su hermana patrona.

AP: ¿Mi hermana?

Vanesa: (entrando a la sala), Así es Paula, esperó que no te moleste mi presencia.

AP: Gracias Pancho, ya te puedes retirar.

Pancho se va. Paula tenía el rostro lleno de sorpresa. Realmente nunca pensó que Vanesa volvería a la Hacienda y esa idea se incrementó cuando le dieron los papeles que la convertían en dueña del Rancho la Negra. De pronto el temor que tenía anoche se presentó de nuevo y miles de preguntas se arremolinaron en su cabeza, entre ellas, ¿por qué Vanesa regresó después de haberse encontrado con Rogelio?

Por varios segundos estuvieron en un ambiente muy tenso porque ninguna hablaba, únicamente se observan esperando que alguna se animara a decir algo. Finalmente Vanesa se aproxima y dirige su mano hasta el vientre de su hermana. Antes de colocarla mira a Paula.

Vanesa: ¿Puedo?

AP: (¿?), Sí, sí puedes.

Vanesa da una pequeña caricia al vientre y después intenta abrazar a Paula pero ésta se aleja.

AP: (seria), ¿A qué viniste Vanesa?

Vanesa: Vine a decirte algo muy importante que cambiará nuestras vidas para siempre.

AP: Ya supe que viste a mi esposo, y si el motivo para venir tan repentinamente es porque aún lo amas, te advierto que no...

Vanesa: ¡No es por eso Paula!, vine porque por fin he podido liberarme del pasado y esperaba que tú también lo hubieras hecho.

AP: Vanesa, esto quizás te suene un poco rudo, pero me conoces y soy una persona muy directa. Necesito que me digas, eso de liberarte del pasado ¿también incluye el amor que le tenías a Rogelio?

Vanesa: ¿No me digas que Rogelio no te dijo nada?, le pedí que lo hiciera para evitar un malentendido.

AP: Lo que le pediste que me dijera, también puedes hacerlo tú, ¿o acaso es algo que va a incomodarme?, Vanesa, yo sé que Rogelio es un hombre difícil de olvidar y si aún lo amas, prefiero que seas sincera y lo admitas.

Vanesa: (¿?), ¡Haber Paula!, ¿de qué me estás hablando?

AP: No te estoy hablando de cosas complicadas, solo te estoy pidiendo sinceridad y que admitas que lo buscaste porque aún lo amas.

Vanesa: ¡Sabía que continuabas siendo celosa!, Paula, en primer lugar no lo busqué, nos encontramos en la Compañía Smith porque resulta que también soy socia. En segundo lugar, no hablamos a solas, lo llevé a un parque en dónde estaba mi esposo y mi hija. Y por cierto, Rogelio platicó un poco más con él que conmigo. Paula, no voy a negarte que cuando me fui hace más de tres años, aún quería a Rogelio, pero tengo dos de que ese sentimiento cambió por uno de cariño y fue esto lo que le dije a él después de haberlo abrazado.

AP: ¿Lo abrazaste?

Vanesa: ¡Era necesario!, con ese abrazo pude darme cuenta que lo que siento por él, es únicamente cariño y al liberarme de la duda, quise venir a decirte que todo está bien. Finalmente después de tanto tiempo puedo verte como a una hermana y no como una rival. Ahora me gustaría que me dijeras, ¿Qué piensas de todo lo que te conté?

Paula sintió mucho alivio no solo porque el encuentro entre Rogelio y Vanesa fue circunstancial, sino también por el hecho de que la posibilidad de que siguiera enamorada de él ya no existía y eso significaba que ambas podrían darse la oportunidad de ser las hermanas que su padre deseaba que fueran.

AP: Vanesa, ¿es cierto todo lo que me estás diciendo?

Vanesa: ¡Te lo juro por la memoria de nuestro padre!, aunque entiendo que no te sea fácil creerme por todas las cosas malas que te hice.

AP: (sonríe), No tienes idea de lo que esto significa para mí, ¡siento una alegría muy grande!, lo que más deseaba nuestro padre es que fuéramos unas verdaderas hermanas, pero existía un obstáculo entre las dos.

Vanesa: Rogelio ¿no?

AP: Sí. Las dos nos enamoramos del mismo hombre y eso pesaba demasiado.

Vanesa: A mí me pesaba mucho más que a ti, por eso decidí alejarme de ustedes, de quedarme, mi obsesión nunca se hubiera terminado y tal vez no habría conocido la verdadera felicidad.

AP: Laura me contó que te casaste y que tuviste una niña, ¿por qué no los trajiste contigo?, me hubiera encantado conocer a tu familia.

Vanesa: ¡Sí vinieron!, están afuera. Es que le pedí a Ricardo que me dejara hablar a solas contigo, estaba un poco temerosa de que no te agradara verme y no quería obligarte a recibirlos.

AP: No estabas tan errada, sino fuera porque mi vientre está muy grande, quizás ni siquiera te dejaba entrar.

Vanesa: Entonces le voy a agradecer a mi sobrino que te limitara para que pudiéramos aclarar todos los malentendidos.

AP: (acaricia su vientre), es una bendición que Dios nos regaló.

Vanesa: ¡Y muy merecida para los dos!, (se levanta), ahora te voy a presentar a la que me dieron a mí, voy por ellos.

Vanesa sale casi corriendo por su familia.

En el patio; Ricardo y Valeria caminaban de una esquina a otra de la enorme casa en un intento por pasar el tiempo.

Una de las camionetas se estaciona en la entrada y de ella desciende María, (ayudada por Simón). Ricardo y Valeria se quedan quietos mientras ésta se les acercaba con cara de desconcierto por su presencia.

Ricardo: ¡Muy buenas tardes señora!

María: (¿?), ¡Buenas tardes!, ¿ya lo atienden señor...

Ricardo: Nada de señor, me llamo Ricardo y ésta linda niña es Valeria. Y ya me atendieron, solo estamos esperando a que mi esposa salga para saber si nos quedamos o nos vamos.

María: ¿Su esposa?

Vanesa sale y María se impresiona porque tampoco se esperaba verla otra vez.

Vanesa: (la abraza), ¡María!, ¡qué gusto volver a verte!, hace tanto ya.

María: ¿Qué haces aquí Vanesa?

Vanesa: ¿Recuerdas lo que me dijiste el día que salí de la Hacienda para tomar mi vuelo?

María: (emocionada), ¡Entonces!, ¿por fin estás aquí como la hermana de Paula?

Vanesa: Sí, como la hermana que siempre debí ser para ella.

Vanesa toma la mano de María y con la otra señala a su familia.

Vanesa: María, ¡te presento a mi esposo Ricardo Archer López y a mi hija Valeria!

Ricardo: Justo me estaba presentando cuando saliste.

María: ¡Oye muchacho!, tienes un apellido un poco raro, se me figura al de la señorita rubia que vino hace unos meses, no me acuerdo bien pero creo que era Smith.

Ricardo: Sí es algo raro y más por la combinación, pero a diferencia de Allison, yo soy mestizo porque mi madre es mexicana.

Vanesa: Bueno, dejemos eso para otro momento, Ricardo, Paula me pidió que te llevara, quiere conocerte.

Ricardo: ¿A mí?, Vane sé muy sincera, ¿está de malas?

Vanesa: Al principio me miraba desconfiada y mostró sus celos de siempre, pero al estar platicando entendió que ya no me interesa Rogelio como hombre.

María: ¡Qué modernos!, hablan del tema sin demostrar incomodidad.

Ricardo: Y eso que no se expresa de Rogelio como cuando llegó a Estados Unidos, no lo bajaba de ser el hombre más atractivo del mundo.

Vanesa: A veces te extralimitas con tus comentarios, ¿qué te imaginas que está pensando María con lo que dijiste?

Ricardo: ¡Que tal vez no soy el hombre más atractivo del mundo, pero sí el más considerado y seguro de sí mismo!

Vanesa: ¡Y el más payaso!, en verdad no entiendo que te vi.

Vanesa carga a la niña y jala del brazo a Ricardo para entrar a la casa, María va detrás de ellos, (en su mente se preguntaba en dónde había visto ese tipo de comportamiento porque sentía que ya trató a alguien así).

Al entrar a la sala, Vanesa presenta a su familia. Paula le sonríe a Ricardo y esto le da más confianza a él y termina por acercarse hasta ella para darle un abrazo.

Ricardo: ¡Qué hermosa es mi cuñada!, y más por el embarazo, ¿cuántos meses tienes?

AP: (¿?), Paso de los seis.

Ricardo: ¿Te faltan menos de tres meses?, ¡pero el vientre es bastante grande!, ¡sabes!, me recuerdas a una prima que tuvo cuates, pero creo que el de ella sí estaba más que enorme, yo pienso que fue porque estaban muy gorditos.

Vanesa: ¡Ricardo!, ¿hasta cuándo vas seguir abrazado a mi hermana?, si la aprietas tanto la puedes lastimar.

Ricardo: (la suelta), Perdón Ana, tengo la costumbre de ser muy efusivo con las personas.

María: (alza la voz), ¡Ya me acordé qué persona hablaba como usted!

AP: ¡María nos asustaste!

Ricardo: A mí no. Dígame señora, ¿a quién le recuerdo?

María: (apenada), mejor se lo digo en otro momento, es que se me fue el nombre. Paula, me voy a preparar todo para la comida.

AP: Si María.

María se va a la cocina, los demás se dedican a platicar la historia de sus vidas a lo largo de tres años.

Vanesa y Ricardo le platicaron a Paula como fue su encuentro. Se conocieron en una visita de Vanesa al Hipódromo que administra Ricardo. Ella había ido en compañía de un novio en turno. La carrera de caballos le parecía un poco aburrida o fue más bien que la pareja que tenía la hacía ver de esa forma, porque aclaró que comenzaron a llamarle la atención cuando Ricardo la vio con cara de sueño y sin pedir permiso le dio una cátedra de lo que eran las carreras y cada que un jinete favorito aparecía le contaba cómo y cuándo llego a ese lugar de favoritismo. Todo eso molestó a su novio y terminó por dejarla ahí después de una fuerte discusión. A partir de ese momento Ricardo la llamaba para saludarla, invitarla a cenar o a los eventos a los que iba. Cuando la confianza entre ambos fue mayor, ella le contó su pasado y con la ayuda de su amistad, poco a poco fue olvidándose de cada cosa que vivió y también se perdonó por sus errores. Antes del año, él le pidió una oportunidad de ser pareja y sin dudarlo lo aceptó porque una parte de su corazón esperaba con ansias ese momento. Luego nació su hija Valeria, y el resto se lo dejaron a la imaginación.

Paula felicitó sobre todo a Ricardo, porque aunque no quiso sonar grosera, dijo que debido al carácter tan risueño que tenía, nunca hubiera creído que Vanesa se fijara en él, comentario que molestó a Vanesa y de no ser por su esposo, seguro que se peleaban.

El método usado por Ricardo para relajar el ambiente, fue la petición de que le diera un Tour por la Hacienda. Paula aceptó, aunque especificó que parte del paseo sería hecho en camioneta, (manejada por ella), ya que el caminar la fatigaba mucho. Una vez que llevaron a Valeria con Mary, los tres salieron para iniciar el recorrido. Ricardo conocía perfectamente las Haciendas, pero fingía sorpresa cada que Paula explicaba un lugar en especial. El Tour duró más de lo que pensaron porque Paula les mostró la escuela que su esposo pidió construir. Como la hora de la comida se acercaba, decidieron regresar a la casa y continuar más tarde con lo que faltaba.

Estados Unidos:

Rogelio y Margarito se animaron a jugar futbol con unos muchachos que llegaron a la bahía, (ambos estaban en bóxers). Alejandro no quiso unirse porque iba de traje, por eso solo los observaba sentado en la mesa del puesto de jugos cuidando la ropa y para su mala suerte tenía que consumir varios jugos o si no lo quitaban. Luego de dos horas de un intenso partido en el que resultaron vencedores, regresan a ponerse la ropa.

Margarito: (contento), ¡Está es la primera vez que juego contigo después de que volviste a caminar!

R: Perdón Margaro, debí hacerlo antes, pero el trabajo no me ha dejado tiempo.

Margarito: Lo sé y no te lo reprocho, solo quería que supieras que me sentí muy feliz de verte bien, como siempre lo deseaste.

R: (palmea su espalda), ¡Gracias hijo!, pero el mayor deseo que tengo es que te conviertas en un hombre honorable y de mucho éxito.

Alejandro: No es por ser aguafiestas y poco sensible, pero ¿no creen que ya es tarde?, llegamos desde las ocho y ya son las dos.

R: ¿Por qué la prisa Alejandro?, hoy no tenemos ningún compromiso de negocio. El señor Sanders llega mañana y es por eso que decidí dedicarle a mi chamaco éste día.

Alejandro: Si conociera la ciudad te juro que no te necesitaba para ir a donde quiera, pero es la primera vez que vengo y no me gustaría perderme.

R: ¿Y adónde querías ir?

Margarito: ¿Quieres ir a ver los coches verdad?

Alejandro: ¡Tú sí que me pusiste atención ayer!, Rogelio, ten más cuidado con los olvidos, esos son síntomas de envejecimiento.

R: No me voy a enojar porque ya sé la razón de tanta insistencia con la edad, nada más que recuerda que tú pusiste el plazo, (se pone el sombrero), ¡vamos!, te llevo a una agencia de autos.

Margarito: ¿No le vas a llamar a mi mamá?, a lo mejor ya te contesta.

R: Tu tía debe haber llegado y segurito que están platicando. Cuando Paula se dé cuenta que no pasó nada de lo que se imagina, podré hablar con ella más fácilmente.

Margarito: ¡Está bien!, pero no se te olvide disculparte, (se echa a corre hacia el auto).

R: ¿Por qué me voy a disculpar si no hice nada malo?

Alejandro: Por bruto, desconsiderado y mal padre, porque no me negarás que estando tu esposa embarazada, no le preguntaste por tu hijo.

R: ¡No me dio tiempo de preguntar nada porque me colgó!

Alejandro: Siempre encuentras excusas, pero Ana Paula ya conoce todas y por eso te va como te va.

Alejandro se apresura a alcanzar a Margarito, Rogelio lo sigue, pero al mismo tiempo pensaba en que su mala fama lo precedía y al parecer tendría que continuar haciendo meritos con su mujer.

Cuando los tres suben al coche, se van a una agencia donde Alejandro compró un Mustang color gris. Rogelio y Margarito le dijeron que estaba más ostentoso que el otro, pero Alejandro se defendió diciendo que el color era discreto. Así que hace todo el papeleo correspondiente para que se le entregara ese mismo día. Padre e hijo se encontraban aburridos porque los trámites tardarían un poco. Luego de dos horas, quedó lista la compra y Alejandro pudo sacar el Mustang. Por la emoción de tener coche nuevo, hizo que Rogelio devolviera el que rentaron y se ofreció a ser el chofer el resto del paseo. Al principio Rogelio se negó a continuar el recorrido debido a que era tarde, pero terminó accediendo gracias a la insistencia de Alejandro y Margarito, (que también estaba emocionado por el auto nuevo).

Reclusorio Varonil de Tuxtla.

Carlos y su abogado esperaban al escolta, necesitaban organizar la última audiencia que sería crucial en la demanda interpuesta por Alejandro. La situación no le estaba siendo nada favorable, pues repentinamente las autoridades comenzaron a investigar sus cuentas bancarias porque les llegó información de un desvío de recursos por parte de su negocio. El guardia abre la reja y el escolta se aproxima a la mesa donde están.

Carlos: ¿Por qué cada que te veo estás con moretones en la cara?

Escolta: ¿A qué vino señor Castillo?, le dije que ya no quería ningún tipo de contacto con usted.

Abogado: Mañana se establece fecha para la audiencia que determinará la culpa del Señor Castillo y por consecuencia, un replanteo en tu sentencia que te aseguro no va a ser favorable para ti.

Escolta: Le puedo jurar que eso es lo de menos. Abogado, ¿qué pasaría si en vez de que se presenten pruebas, el señor Castillo se confiesa culpable?

Abogado: ¿Es la pregunta más tonta que pudiste hacer?, si lo hace no te podrá ayudar a salir de este lugar.

Carlos: ¿Por qué hiciste la pregunta?, estoy seguro que alguien te está usando para perjudicarme, nada más que piensa bien lo que haces, porque si me condenan, tú vas a llevar la peor parte.

Escolta: (sonríe), Ya la llevo señor Castillo, por eso quiero que me haga compañía para que ambos compartamos el odio que generó por ser tan envidioso, y como veo que no tienen otro argumento más que yo asuma toda la culpa, me voy.

El escolta se levanta para regresar a su área. Carlos se apresura a quedar frente a él.

Carlos: ¡Habla claro idiota!, sino lo haces no te puedo ayudar.

Escolta: Si hablo de todas formas no va a poder ayudarme.

El guardia abre para que el escolta ingrese nuevamente a su área. Carlos estaba muy intrigado por las palabras que le dijo. Va con su abogado y lo toma de la solapa del traje.

Carlos: ¿Cuál era ese rumor del que iba a hablarme en la delegación de Santa Catalina?

Abogado: Dicen que la hermana de Rogelio Montero provocó el incendio en dónde casi muere Bruno Rey, y también cuentan que engañarlo fue sencillo porque tenía el apoyo de alguien muy influyente.

Carlos: (se ríe), ¿una loca tiene tanto poder?, ¡por favor abogado!, está encerrada, no tiene dinero y su hermano no conoce a nadie con un puesto mayor al de un simple encargado de Reclusorio.

Abogado: No sé si estará loca, pero de que fue ella la que dejó en mal estado a Bruno, sí lo creo. Y el dinero no es problema, la persona que la ayuda nunca le ha pedido un centavo por los favores.

Carlos: ¡Ahora resulta que la hermana de Rogelio es una vengadora!, (aumenta su risa), ¡qué ridícula historia!

Abogado: Señor Castillo, Bruno fue el culpable de que ella quedara quemada, aparte de que pagó porque la mataran y ni así se animó a vengarse. Lo que la hizo planear el desquite contra él, fue que casi mató a su psiquiatra y quería robarle todo el dinero a su hermano. De ser cierto lo que le digo, lo más probable sea que esté esperando a que usted entre en la cárcel para hacerle algo similar.

Carlos: La hermana de Montero está loca, y un loco no puede hacer nada tenga ayuda o no. Así que por su bien, haga hasta lo imposible por ganarle al abogado de Rogelio, porque yo no voy a pasar años encerrado en este lugar.

Carlos suelta al abogado y sale del Reclusorio.

Hacienda del Fuerte:

La familia Archer degustó uno de los mejores platillos mexicanos que preparó María especialmente por su visita, (pozole con carne de cerdo). Para Ricardo era nuevo pues las pocas veces que visitó el país nunca se atrevió a comer ese tipo de alimentos. Al terminar de comer, retomaron el paseo por la Hacienda.

El último lugar al que los llevó fue a los establos. Ricardo estaba muy emocionado ya que le encantaban los caballos y se tomo el tiempo para inspeccionar a cada uno.

AP: (mostrando a su caballo), Éste es Río, Rogelio me lo dio cuando comenzó a enseñarme a montar. Es muy dócil y como llevamos mucho tiempo cabalgando juntos, nos hemos acoplado perfectamente.

Vanesa: ¿Te animaste a montar?, ¡increíble!, yo aprendí pero realmente me dan miedo estos animales, (mira a Ricardo), aunque sí me gusta verlos en las competencias.

Ricardo: No seas mentirosa, te aburres y si crees que no me di cuenta te equivocas, (se acerca para acariciar al caballo), es muy hermoso y bastante fino, ¡se nota que Rogelio es un amante de los caballos!, ¡qué bueno que también te gusten!, así los dos comparten otro tipo de pasión.

Vanesa: ¿Esa fue pedrada?, ¡sabes Paula!, el motivo por el que me aburro es porque éste hombre me deja sola en el palco y se va a coordinar los hits de competencia, ¡no entiendo que afán de abandonar a su mujer por amor al trabajo!

AP: (triste), Te entiendo, al parecer no hay un hombre que anteponga a su mujer al trabajo o a la diversión y el entusiasmo por estar en un país extranjero.

Vanesa: ¿Lo dices por Rogelio?, Paula, él no se quedó en Estados Unidos porque se esté divirtiendo, lo que pasó es que un tal Sanders no está sino hasta mañana y parece ser un hombre difícil.

AP: ¡No lo sabía!, es que no hemos tenido tiempo de platicar. Ahora comprendo porque no regreso, una vez me comentó que el señor Sanders tiene un carácter complicado y si no se hacen las cosas el día que dice, simplemente las cancela. Yo no estoy muy de acuerdo con esa sociedad, no me gustaría que Rogelio tuviera problemas con un tipo tan prepotente.

Vanesa: Si tú piensas que eso le ocasionaría más problemas que beneficios, pues dile que no la haga.

Ricardo: Rogelio y Edward son iguales porque ambos han pasado por cosas muy duras. Los golpes de la vida te hacen ser más desconfiado de la buena voluntad de las personas, Rogelio debió darse cuenta de la similitud y aceptó el reto de tratar a Edward.

AP: Rogelio no me ha dicho nada de lo que comentas, además, ¿cómo es que sabes que el tal Sanders es igual a él?

Ricardo: Porque una vez también fui su amigo, (sonriendo), y pasando a otro tema, Ana, ¿me prestas a Río?, es que tengo ganas de saber cuánto puede correr.

AP: (¿?), ¿Perdón?, lo siento me desconcentré, por supuesto, puedes montarlo.

Ricardo: ¡Gracias!

Ricardo le coloca las riendas al caballo y sube a él. Primero trota y luego de unos minutos cabalga a una velocidad que ni Paula usa. Por lo rápido, no tarda en desaparecer de vista.

AP: ¡Qué extraño!, de pronto empezó a hablar de una forma muy seria y luego cambio el tema de una manera tan radical que no lo supe hasta que me sonrió.

Vanesa: No te puedo dar una explicación porque nunca lo vi así, Ricardo siempre es muy alegre.

AP: Lo que me tiene sorprendida es la rapidez con la que cabalga.

Vanesa: (orgullosa), ¡Es maravilloso ¿no?!

AP: ¡Me preguntó cómo es Rogelio en ese aspecto!

Vanesa: Paula, ¿acaso Rogelio no ha vuelto a montar?

AP: Pensaba que lo primero que iba a hacer cuando caminara, sería aquello que más le gustaba antes de quedar paralítico. Pero ni siquiera ha venido por aquí y no comprendo a que se debe.

Vanesa: Dale tiempo, no debe ser fácil volver a subirse a un caballo y menos si fue por eso que se quedo paralítico.

AP: Supongo que tienes razón, (más animada), de todas maneras en cuanto dé a luz y pasen los días de reposo obligatorios, intentaré que Rogelio vuelva a ser el grandioso jinete que era antes.

Vanesa: Me parece bien, y si gustas, Ricardo puede ayudarlo con una carrera para que recupere la confianza, quizás le cueste ganarle a mi esposo, pero al menos le servirá como diversión.

AP: ¡¿Disculpa?!, Vanesa no es por nada pero todas las personas de San Gabriel dicen que Rogelio era un excelente jinete, ¿qué tú nunca lo viste?

Vanesa: Lo vi, pero has de saber que Ricardo es jinete en carreras de caballos y créeme que no es lo mismo.

AP: Entonces, ¿qué te parece si averiguamos quién de los dos es mejor?

Vanesa: ¡Acepto!, pondremos como fecha cuatro meses a partir de que nazca mi sobrino, es que por ese tiempo toca la revisión anual de la empacadora de Tuxtla y hace mucho que no la superviso personalmente.

AP: ¡Está bien!, eso quiere decir que será en menos de siete meses, tiempo suficiente para que Rogelio se ponga en forma.

Vanesa: Así quedamos, (ve su reloj), ya casi anochece, es hora de irnos a la pensión.

AP: ¡Cómo, pensé que iban a quedarse!

Vanesa: Antes de venir a la Hacienda, Ricardo dejó el equipaje en la pensión.

AP: ¿Pero por qué?, la pensión no es lo más cómodo para tu hija. Si quieres pueden quedarse en la Hacienda hasta que Rogelio regrese.

Vanesa: Es que tenemos planes de irnos a Cancún, pero como me encontré con Rogelio y sucedió todo lo que ya te dije, le pedí a Ricardo que pasáramos primero aquí. Él no tiene muchas vacaciones y le encantan las playas. Por eso mañana muy temprano salimos al aeropuerto de Tuxtla.

AP: Bueno, sí ya tenían planes no hay nada que pueda hacer.

En cuanto Ricardo regresa a los establos vuelven a la casa por Valeria. Al llegar, ven un cuadro bastante bonito, las dos niñas jugaban con unas muñecas, (aunque Valeria únicamente las aventaba), Vanesa toma en brazos a la niña, pero ésta comienza a llorar, Mary le regala su muñeca para tranquilizarla y se despide con un beso en la frente de su prima.

María y Paula acompañan a la familia Archer hasta su coche. Ricardo se adelanta con su hija para darles privacidad a las dos hermanas. Vanesa y Paula se dan el abrazo que quedó pendiente hace unas horas.

Vanesa: (termina el abrazo), ¡En verdad me dio gusto haber venido!, espero que de ahora en adelante me veas como tu hermana.

AP: Lo mismo digo, aunque no te niego que pensarlo es un poco extraño después de las cosas que nos pasaron y no voy a mentirte, todavía falta para que mis sentimientos se conviertan en cariño de hermana.

Vanesa: Ya lo sé, a mí me sucede algo similar, pero me voy a esforzar mucho para que al menos me tengas confianza.

Vanesa vuelve a darle un pequeño abrazo y después sube a su coche. El Pontiac sale de la Hacienda rumbo al pueblo, en cuanto cierran las puertas de la reja, Paula comienza a llorar, María la abraza para que pudiera desahogarse.

María: Esta vez no te pregunto por qué lloras, sé que es de felicidad, hoy no solo ganaste la oportunidad de tener una hermana, sino también sepultaste el temor que representaba el recuerdo de Vanesa entre Rogelio y tú.

AP: Una vez escuché a Vanesa decir que de nuevo estuvo con Rogelio en la intimidad, por eso ella estaba segura que no se casaría conmigo, casualmente una noche él no llegó según porque estaba en Santa Catalina y era tarde para volver. No te imaginas lo difícil que fue vivir con la duda de si era verdad o no.

María: ¡Sí lo escuchaste!, hija, eso lo dijo en un arranque de dolor, después aclaró que era lo que hubiera deseado hacer, pero sabía del inmenso amor que Rogelio te tiene y para no seguir siendo una carga en sus vidas, decidió marcharse. Lo que me sorprende es que te quedaras callada durante tanto tiempo.

AP: No quería perder a Rogelio, sabía que si le reclamaba al final nos hubiéramos separado, por eso decidí borrar a Vanesa y a cualquier otra mujer con la que llegó a estar.

María: Y yo criticando tus celos, ¡pero hija!, si me hubieras preguntado a mí, todo tu dolor no habría existido. Lo único bueno es que ahora sí dejarás de ser tan celosa, porque ya te aclaré que no fue cierto lo que oíste y Vanesa está más que feliz con su familia.

AP: (limpia sus lágrimas), siento decepcionarte María, pero Vanesa no es la única mujer que ha estado tras mi marido, los celos están en mi naturaleza y no es sencillo dejar de sentirlos, aunque ya me controlo un poco más.

María: Ni modo, tendré que conformarme con que te controles.

Las dos entran a la casa. Paula sube a su recámara, (usaba el montacargas), llevar tanto peso le provocaba mucho dolor en la espalda, pero a pesar del cansancio, no podía dormir. Como no tenía valor para dar el primer paso, esperaba que Rogelio la llamara. Quería pedirle disculpas por haber vuelto a acusarlo sin razón y rogaba porque la comprendiera.

Estados Unidos – Hotel:

Con todo y el ajetreó del día, Alejandro y Margarito llegaron más que contentos; uno por su juguete nuevo y el otro porque convivió con su papá mucho más que en la Hacienda. Rogelio cumplió cada capricho del jovencito, desde subirse a casi todos los juegos de un parque de diversiones, hasta buscar sin descanso un sitio donde vendieran comida mexicana. Alejandro solo se divirtió por el coche, pues no se le hacía correcto subir con otras personas a juegos de parejas siendo que tenía novia. Como ya habían cenado, Margarito se retiró temprano a descansar, Rogelio y Alejandro se quedaron en el bar, (bebiendo una piña colada).

R: ¡Estoy muerto!, ese chamaco me trajo de arriba para abajo, y lo peor fue esa montaña rusa.

Alejandro: Te criticaría, pero la verdad subieron a casi todos los juegos. Hasta yo me cansé solo de verlos.

R: ¿Y por qué no te subiste con nosotros?

Alejandro: No quiero que piensen mal de mí, dime, ¿acaso no viste que iban de tres personas pero una era mujer?

R: ¡Ta bueno!, eso es buen argumento, pero también muchas mujeres te pidieron que las acompañaras, ¿por qué no aceptaste?

Alejandro: No soy mujeriego, si ya tengo novia ¿para qué compensar su ausencia con otras mujeres?, además a ti también te lo pidieron y eso que ibas con tu hijo, ¿tú por qué no aceptaste?

R: Tampoco soy mujeriego, ya tengo a una mujer, no necesito a otra, en primera porque no me interesa y en segunda porque la amo.

El celular de Rogelio suena y él de inmediato lo contesta.

R: (contento), ¡Paula mi amor!, sabía que...

Jennifer: Lo de mi amor estuvo bien, pero te equivocaste de nombre.

R: ¿Jennifer?

Jennifer: Oye, no soy experta en celulares, pero creo que en la pantalla aparece el nombre de quién te llama ¿no?

R: ¡Sí!, pero no hay necesidad de hacerme ver como idiota.

Jennifer: (ríe), Rogelio, yo no tengo la culpa que lo demuestres, pero como no quiero hacerte enojar, solo te aviso que mañana el "Rey de Inglaterra" nos espera en su oficina a las once.

R: ¡Con razón!

Jennifer: (¿?), Con razón, ¿qué?

R: Nada, mañana estamos con ustedes a las nueve, que tengas buenas noches Jennifer y me da gusto que estés mejor.

Jennifer: (¿?), No te entiendo pero ¡thank you!

Ambos cuelgan.

Jennifer estaba con su bata puesta sentada en la sala de su departamento. El lugar era pequeño, aunque bien amueblado, con adornos y cuadros tipo colonial. Después de colgar no se movió, últimamente Rogelio le hacía comentarios muy extraños y eso la confundía. Unos minutos después se levanta para ir a su cuarto. De un buró junto a su cama saca un retrato en el que se veían a un joven rubio de ojos azules, una muchacha también rubia mismo color de ojos con el cabello largo y liso, ambos con ropa de montar y edades de veinte y quince años respectivamente, atrás de ellos un hombre de aproximadamente treinta años, cabello castaño corto, ojos verdes, piel trigueña, con el mismo tipo de ropa. Los tres se apreciaban muy felices pues los jóvenes tenían un trofeo en las manos. Jennifer pasa un dedo en la imagen del hombre y comienza a llorar.

Jennifer: ¿Por qué tuve que poner mis ojos en quién no debía?, después de tantos años veo que me olvidaste, y lo que más me duele es que quizás no hubiera sido así de no haberme casado.

En un instante en que los sollozos se hacen más fuertes, avienta el retrato.

Jennifer: (enojada), ¡Pero tú fuiste el culpable!, desapareciste y me dejaste sola.

Por más que trataba de controlarse, las lágrimas salían sin darle tregua. De tanto que lloró, sus ojos poco a poco se fueron cerrando y finalmente se queda dormida.

En el hotel.

Después de terminar su trago, Rogelio entra a su cuarto. Margarito se encontraba profundamente dormido y eso lo aprovecha para llamar a su esposa.

Recámara de los Montero:

Paula estaba desesperada porque Rogelio no le había llamado, daba vueltas alrededor del cuarto en un intento por calmarse, pero la ansiedad puede más y se acerca al teléfono, en el momento que lo va a tomar, éste suena.

AP: ¿Rogelio?

R: ¡Sí Paula!, ¡Qué bueno que me contestaste!, Amor, espero que todo se haya aclarado.

AP: Vino Vanesa y me explicó lo que pasó, Rogelio tienes que...

R: ¡Perdóname Paula!, siempre cometo los peores errores y ni con eso aprendo.

AP: Yo igual, todo el tiempo te juzgo sin permitirte defenderte, pero entiéndeme, no es fácil enterarse por otros que el hombre que amas se vio con su ex en un parque.

R: Eso mismo me dijo Alejandro y cuando lo hizo, me sentí como el hombre más estúpido del mundo.

AP: Ambos somos estúpidos. Sin embargo nuestros sentimientos nos ayudan a superar ese defecto.

R: Quisiera estar contigo para demostrártelos, pero no regreso sino hasta mañana en la tarde.

AP: También eso me dijeron, no te preocupes, atiende los asuntos por los que fuiste y cuando regreses nos dedicamos a consentirnos con algún postre, porque ya no es fácil que lo hagamos del modo que nos gusta.

R: ¡Nuestro chamaco debe estar más grande!, es que cada que salgo ya está más crecido.

AP: Nuestro hijo seguirá creciendo, así que no te sorprendas si me ves enorme.

R: No eres enorme, ¡eres hermosa!, recuérdalo siempre, Paula ya es tarde y tienes que descansar, mañana nos vemos.

AP: Sí amor, duerme bien y deja de mal pasarte o te vas a enfermar, (le manda un beso), ¡Te amo Rogelio!

R: ¡También yo te amo Paula!

AP: ¡Rogelio!

R: ¿Sí?

AP: ¡Acuérdate que tienes que traer tu regalo de disculpa!

R: ¿De disculpa?, ¡ta bueno!, pero me imagino que tú también me vas a dar uno ¿no?

AP: No porque el que provocó todo fuiste tú, buenas noches.

Al colgar Paula tenía una sonrisa de satisfacción y aunque Rogelio no estaba muy de acuerdo en ser el único en disculparse de esa forma, lo haría como un punto a favor sobre esa mala fama que necesitaba desaparecer.

Esa noche ambos durmieron mejor de lo que esperaban a pesar de no estar juntos. Al día siguiente Rogelio, Margarito y Alejandro salieron temprano a la Compañía Smith.

San Gabriel – Fonda de Macaria y Ulises:

Dany tomaba su café como lo hacía todos los días en ese lugar. A unos metros de la fonda, Ricardo metía las maletas al Pontiac, Vanesa sale con la niña en brazos y desde lejos ve a Daniela. Como tenía curiosidad de saber que tanto había pasado en el tiempo que no estuvo cerca, deja a la niña al cuidado de su padre y se dirige hasta ella.

Vanesa: ¡Hola Daniela!, ¿Cómo has estado?

Dany: ¡Vanesa!

Vanesa: ¿Por qué todos ponen esa cara?, ya sé que me porte muy mal, pero al final rectifiqué.

Dany: Lo siento pero en serio es una sorpresa verte de nuevo, (asustada), ¿no me digas que volviste por Rogelio?, ¡Vanesa!, de una vez te advierto que mi amiga no va a permitirte que intentes separarlos.

Vanesa toma asiento frente a ella.

Vanesa: Daniela, ya vi a Ana Paula y aclaramos las cosas, finalmente soy libre de la obsesión por Rogelio, ahora tengo una hermosa familia.

Dany: ¿Ya se vieron?

Vanesa: Sí, y por suerte tiene un vientre muy grande, porque de otro modo me hubiera sacado arrastrando de la Hacienda, sus ojos y la forma en la que me hablaba me lo demostraron.

Dany: (sonríe), ¡Y sí lo haría!, mi amiga no piensa permitir que le arruinen la felicidad que tiene con Rogelio, han tenido problemas pero los superan porque se aman demasiado.

Vanesa: Se les nota, cada vez que hablan sobre su relación, el brillo en su rostro me lo confirma.

Dany: Bueno, dejemos a esos dos, cuéntame, ¿vienes a quedarte en México?

Vanesa: ¡No!, mi vida está en Estados Unidos, Ricardo es un empresario importante y no quisiera que renunciara a su negocio por complacerme. Únicamente vinimos para aclarar las cosas con Paula y de vacaciones, justamente estábamos preparándonos a salir rumbo a Tuxtla.

Dany: ¡Ya veo!, (mira hacia donde está Ricardo con Valeria), ¿esa es tú familia?

Vanesa: Sí.

Ricardo se acerca a ellas. Al estar enfrente de Dany le extiende su mano.

Ricardo: ¡Mucho gusto!, no me presento porque creo que Vane ya lo hizo.

Dany: (corresponde al saludo), en realidad solo me dijo que ustedes son su familia.

Ricardo: ¡Ah! pues mi nombre es Ricardo Archer y nuestra hija se llama Valeria.

Vanesa: (toma a la niña), voy a aprovechar a pedirle a Macaria algo de comer para el camino, ahora vuelvo.

Los dos asienten, Vanesa entra a la fonda con su hija y Ricardo se sienta al otro lado de donde estaba su mujer.

Ricardo: Éste pueblo es muy tranquilo.

Dany: Me supongo que quisiste decir aburrido. La verdad no hay mucho que ver aquí.

Ricardo: Hace tiempo viví en una Hacienda, y como sabes, los alrededores únicamente cuentan con un pequeño poblado igual que éste.

Dany: ¿Entonces también eres un hacendado como Rogelio?

Ricardo: No, soy administrador de un Hipódromo.

Dany: Es el lugar donde corren los caballos ¿cierto?

Ricardo: En efecto, yo inicie en competencias junto con una amiga, ambos bajo la tutela de un grandioso jinete que años después me vendería las acciones del Hipódromo, (voz baja), cuando aún éramos amigos.

Dany: Lo dices como si se hubieran peleado.

Ricardo: ¿Me oíste?

Dany: Sí, ¿no debí hacerlo?

Ricardo: No te preocupes, no es algo que tenga que ser un secreto.

Dany: ¿Y por qué te peleaste?, perdón, a veces se me da preguntar lo que no.

Ricardo: A mí también, (suspira), es una larga historia, así que la resumiré diciendo que nunca debí confiar en un lobo con disfraz de cordero, por hacerlo arruiné la vida de dos personas.

Dany iba a decir algo cuando Vanesa sale con unas bolsas en la mano. De inmediato Ricardo se levanta para tomar a la niña y las bolsas, luego se despide de Dany y se va al coche.

Dany: ¡Tú marido es muy especial!

Vanesa: (sentándose), ¡¿Tú también?!, ¿Qué tiene de malo que sea risueño?, ¡ni que fuera un pecado!

Dany: No hay nada de malo, a mí me cayó bien y tu hija es muy bonita y carismática.

Vanesa: Es una pena que no tengamos tiempo de quedarnos, pero la próxima vez que venga, traigo un álbum de fotos para que todos ustedes vean a Valeria de bebé.

Dany: ¡Hay sí!, me gustaría ver esas, las de tu boda, el bautismo, etc.

Vanesa cambia el semblante por uno más serio.

Dany: ¿Sucede algo Vanesa?

Vanesa: No, ¿por qué me lo preguntas?

Dany: Es que de pronto te pusiste seria.

Vanesa: Daniela, ¿te puedo confiar una cosa y me prometes no decírsela a nadie?

Dany: ¡Claro!, me conoces y sabes que jamás andaría de chismosa.

Vanesa: Ricardo y yo no estamos casados, vivimos en unión libre. Él me permite presentarlo como mi esposo, pero aún no lo es legalmente.

Dany: ¿Entonces sigues recordando a Rogelio y por eso no se han casado?, Vanesa, es muy noble de tu parte venir a decirles que todo está bien, pero eso te lastima.

Vanesa: Me estás mal interpretando, Ricardo es quién no quiso casarse y por supuesto no lo culpo, todo el tiempo le hablaba de que Rogelio sería el amor de mi vida aunque no estuviéramos juntos. Cuando acepté intentar una relación, pensé que nunca me enamoraría pero me equivoqué. Me enamoré al grado de embarazarme con el riesgo que me dejara. Ahora solo me resta esperar el día en que decida pedirme matrimonio, bueno, ¡si es que lo hace!

Dany: ¿Pero tú no le has dicho que tus sentimientos cambiaron y que él es de quién estás enamorada?

Vanesa: ¡Se lo dije!, pero ni así me ha propuesto casarnos. En realidad vine para demostrarle que Rogelio es solo un bonito recuerdo y espero que con eso no tarde en pedírmelo, (toma su mano), Daniela, sino se los dije a mi hermana y a Rogelio, fue porque seguramente pensarían lo mismo que tú, por favor, no se te vaya a salir.

Dany: ¡No te angusties!, yo no diré nada.

Vanesa: (retira la mano), no te imaginas el alivio que tengo porque al menos pude desahogarme contigo, (se levanta), ahora me voy o si no Ricardo se va a desesperar.

Dany: ¡Espera Vanesa!

Vanesa: ¿Qué sucede?

Dany: Tal vez te parezca extraña la pregunta pero, dijiste que corriste el riesgo que te dejara al quedar embarazada, eso significa ¿Qué deseabas concebir un hijo suyo?, pero tenías dudas, ¿por qué?

Vanesa: Esa no fue una sino dos preguntas.

Dany: Necesito que me respondas por favor.

Vanesa: Ricardo me trata bien, me mima y me complace en todo. Lo único que no ha hecho es decirme que me ama, por eso no estaba segura sí me apoyaría con el bebé. Sin embargo mi anhelo de ser madre apareció cuando yo le dije que lo amaba, así que pensé, ¿qué tan malo puede ser tener un hijo del hombre que amo aunque esté sola?

Dany: No habría nada de malo porque tienes los recursos para sacarlo adelante y como un extra, la dicha de poseer una parte de él, ¿fue esa tu respuesta?

Vanesa: (¿?), ¡Así es!, parece que entiendes el asunto.

Dany: ¡Mucho más de lo que te imaginas!

Ricardo toca el claxon y Vanesa le hace una seña indicándole que ya iba.

Vanesa: (¿?), Bueno, ahora sí me voy, hasta luego Daniela.

Dany: Hasta luego Vanesa y cuídense mucho.

Vanesa sonríe y después sube a su coche. La familia Archer sale de San Gabriel dejando su historia de vida que servirá como ejemplo a seguir para una persona.

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