CAPÍTULO 14
Cynthia regresó al reclusorio un día después de todo lo que pasó con Bruno, Rosaura estaba sorprendida de semejante acto, porque creyó que aprovecharía para irse lejos, pero ella únicamente le sonrió y se fue a su celda.
Después de unos días verdaderamente tristes para Rogelio y María, las heridas poco apoco comienzan a sanar. Saben que nunca podrán olvidar, pero dentro de sus corazones, el recuerdo de los días más bonitos que compartieran los tres juntos existiría por siempre.
Durante ese proceso de aceptación, Paula se mantuvo más unida que nunca a Rogelio. Temprano iba al Rancho para atender los pendientes más urgentes. Al medio día regresaba y como una manera de distraerlo, hacía que fueran los tres (Mary incluida), a recoger a Margarito. Paseaban por la plaza, comían en la fonda, por las tardes preparaba ella misma los platillos que más le gustaban a Rogelio, en las noches le hacía sus fisioterapias y se dedicaba a darle masaje en la espalda cuidando de no descontrolarlo porque no era un buen momento para estar pensando en ciertas cosas (aunque le era difícil controlarse ella misma). Pero de repente toda esa energía que tenía comenzó a disminuir, pues se levantaba bastante tarde, perdió el apetito, casi todo el tiempo bostezaba y aprovechaba en dormir donde pudiera e incluso su carácter cambió, al grado de que se enojaba sin motivo aparente. Rogelio como buen esposo, dejaba que descansara porque pensaba que de tantos años de encargarse de algo que no era justamente lo que le llamaba la atención (según él), era natural que su cuerpo y mente lo resintiera.
Laura y Jennifer se habían cambiado a la pensión al día siguiente de volver de Tuxtla. Con todo lo sucedido Laura se sentía incómoda de quedarse en la Hacienda, aunque como era de esperarse de Jennifer, esto le disgustó un poco (no le agradaban los lugares pequeños). Laura le pidió paciencia, pues en unos días finalizarían las gestiones con los clientes americanos y con Rogelio, después de eso, podrían regresar a su vida en E. U.
Por otro lado, Alejandro quiso renunciarle a Rogelio porque sentía vergüenza de la traición que había cometido. Pero la palabra de Rogelio fue un rotundo no, ya que si su hermana y Laura no pensaron en denunciarlo, era porque comprendían la situación que lo llevó a ese extremo, además, nunca se atrevió a cumplir con lo que Bruno le pidiera. Al final él accedió a continuar siendo su abogado, pero tampoco quiso estar en la Hacienda, por eso buscó una pequeña casa en el pueblo que también le serviría como despacho jurídico.
Los recién casados Consuelo y Hugo, regresaron de luna de miel, y como ambos tenían cargos muy importantes en la Hacienda y el Rancho, Rogelio les asignó que arreglaran todos los detalles de la firma del contrato con la compañía a la que le surtirían la carne y con la empresa asociada donde trabajaba Laura (él quería descansar del exceso de trabajo).
Cuando el día de la firma del contrato llegó, todos se reunieron en el lugar ofrecido para tal fin (el comedor de la Hacienda), los clientes habían arribado desde temprano, pero los socios parecía que no llegarían. Así que Rogelio pidió a los compradores que firmaran y ya después mandaría a E. U. los documentos para que sus socios lo hicieran también, una vez que se retiraron los clientes, Jennifer se levantó y sin decir nada, tomó la pluma y firmó el documento ante la mirada reprobatoria de casi todos.
R: Jennifer, ¡pero qué rayos te pasa!
AP: Jen, ese documento es un contrato que pedimos expedir directamente a los E. U. ¿olvidas que ustedes redactaron los acuerdos?, y el único que tiene poder para firmarlo es el dueño de la empresa donde trabajas, o la Licenciada Allison.
Laura: En realidad Ana Paula, Jennifer tiene derecho de firmarlo, con esto el convenio está cerrado.
R: (¿?), ¿Qué quieres decir Laura?
Jennifer: Rogelio, ¿Qué nunca te preguntaste, por qué Laura me pasaba las tonterías que decía o hacía, si se supone que yo soy únicamente una subordinada?
Laura: Lamento no haber sido honesta contigo Rogelio, pero no me era posible decírtelo.
AP: ¿Podrían explicarse mejor?
Jennifer: Ana, Rogelio, soy la hija del dueño de la empresa con la que están haciendo el convenio. Y si estoy como la asistente de Laura, es porque así lo quise para aprender cómo se llevan a cabo los tratos con nuestros socios; aparte de que también es una buena forma de ver si son confiables o no.
R & AP: (sorprendidos), ¿Qué dices?
Laura: Es verdad Rogelio, Ana Paula. Jennifer, es la hija del Licenciado Henry Douglas Smith Brown, presidente de nuestra empresa, si lees el contrato dice claramente el nombre de la Licenciada Allison Smith Collins.
R: Pos por eso no comprendo, si ella se llama Jennifer Smith.
Jennifer: (riéndose), Perdón, pero mi nombre es Allison Jennifer Smith Collins. Pero como es algo raro y muy mal compuesto, solo uso Jennifer.
Alejandro: ¡Debí imaginarme que saldrías con algo así!, era ilógico que Laura, siendo tan capaz dependiera de tu presencia.
R: (sonriéndole), Espero Licenciada que en el futuro, no me haga otra de esas jugadas, o si no, nuestra sociedad va a ser muy complicada.
Jennifer: No se preocupen, soy muy profesional y en los negocios de la familia nuca he mezclado mis asuntos personales.
Paula estaba muy callada, pues aunque no tenía dudas del amor de Rogelio, de un tiempo para acá, él platicaba más de la cuenta con ella. Y con eso de que resultó ser su socia, ahora tendría que soportar que estuvieran más cerca.
AP: (se levanta), les pido me disculpen, voy a ver si ya está la comida.
Los cuatro asienten. Paula entra a la cocina sin hablarle a María (que estaba cocinando), y va a sentarse en una silla de la pequeña mesa. A María no le sorprende su comportamiento, porque tiene días de hacer lo mismo.
María: ¿De nuevo te molestó que Rogelio sea amable con la señorita Smith?
AP: (un poco enojada), es que el gran señor Montero, tiene unas actitudes tan complacientes con ella, y ahora que es nuestra socia, seguro se va a desvivir más.
María: ¿socia?
AP: Es la hija del dueño.
María: Con razón Laurita le aguanta todo, (se sienta junto a ella), ¡pero Paula!, tú sabes que Rogelio solo tiene ojos para ti.
AP: (contando con sus dedos), Para mí, para Laura, para Jennifer, para las enfermeras de la clínica, solo falta que Dany y Consuelo entren en su lista de mujeres especiales para él.
Como María no le dice nada y la mira muy raro, prefiere dar por terminada la plática.
AP: Perdón María, no me hagas caso, estoy algo sensible desde el accidente, (se pone de pie), lo mejor es que vaya por Mary que debe estar dándole mucha guerra a Margarito.
María: Paula, es hora de comer, deja que Juanita vaya por los niños y tú vuelve al comedor para que acompañes a los demás. Recuerda que Dany no tarda en regresar también.
AP: Es que no tengo hambre, mejor voy por Mary para que tomemos una siesta, porque lo que si tengo es mucho sueño. Discúlpame con los demás por favor.
María: Pásale hija, yo le aviso a Rogelio.
AP: Gracias María.
Paula sale por atrás, para que no la vean en el comedor y sube por su hija para dormir juntas. María se queda pensando en los motivos para que tuviera esas actitudes tan extrañas últimamente, pero no encuentra otro que no sean celos, porque Rogelio tenía días hablando más de la cuenta con Jennifer cada que se encontraban en el pueblo, (aunque no veía que lo hiciera de forma inapropiada), lo malo es que en ciertas ocasiones los dos se reían y eso si era para malinterpretarse, por eso esta vez sí le iba a dar un jalón de orejas a su hijo, para que deje de andarse pasando de amigable con una mujer que no es su esposa.
Se dirige al comedor y le pregunta a Rogelio que si puede servir la comida, él le dice que sí, pero que estaban esperando a Paula. María le informa que ella no quería comer por falta de apetito y mejor se fue a dormir un rato con Mary.
R: ¿Otra vez no tiene hambre?, ¡María lleva casi cuatro días así!, Voy a verla.
Jennifer: Tal vez es por el accidente. No creo que sea algo fácil de superar.
Alejandro: Pero Ana Paula es una mujer fuerte, por eso hay que darle un poco más de tiempo, seguro que en unos días regresará a la normalidad Rogelio.
R: No lo dudo Alejandro, pero de todas formas me preocupa. Con permiso.
Rogelio se va junto con María para ir a ver a Paula.
Laura: Si no fuera por la condición de Rogelio, juraría que está embarazada.
Jennifer se atraganta con el agua que estaba bebiendo antes de oír a Laura decir eso.
Laura: ¿Estás bien?
Jennifer: (recuperándose de la impresión), Yes!, thank you.
Alejandro: (volviendo al tema), Pues esa podría ser una razón. Lo malo es que es imposible a menos de que le ponga el cuerno, y se ve que Ana Paula no es de esas mujeres.
Laura y Jennifer se quedan viendo pues de las cosas que le platicó Cynthia a Laura, fue sobre un pequeño desliz de Paula con su ex novio cuando Rogelio y ella, se casaron por un contrato. Pero aunque era poco el tiempo que tenían de conocerla, se dieron cuenta que estaba muy enamorada de él, así que esa idea estaba descartada, sin embargo prefirieron no decir nada enfrente de Alejandro.
Laura: Bueno!, yo pienso que lo más prudente sería irnos. El deber de Rogelio es cuidar de su esposa.
Alejandro: Tienes razón, yo de todas formas tengo un compromiso.
Jennifer: Por mí no hay problema, así aprovecho y veo si hay algún lugar divertido por aquí, ya que mañana nos vamos a Tuxtla y de ahí en cuatro días a E. U.
Los tres le piden a Juanita que le comunique a Rogelio que no podían quedarse y de ser posible en la mañana pasaban a verlo.
Recámara de Mary; Paula estaba dormida abrazando a la niña.
En los casi tres años de la pequeña Mary, Paula y la princesita (como Rogelio solía llamar a la niña), estaban muy unidas; todas las tardes jugaban, le contaba cuentos (entre esos la historia de amor de su papá y ella), le enseñaba palabras, y la hacía su cómplice cuando quería que Rogelio dejara su trabajo y les dedicara más tiempo a las dos. Con Margarito las cosas iban tan bien como cuando llegó a la Hacienda, solo que ahora él siempre estaba al lado de su papá, sobre todo en cuanto a negocios se trataba.
Rogelio entra al cuarto y observa a las dos mujeres más importantes para él. La forma tan protectora en que Paula abrazaba a la niña, le llenaba de una ternura incomparable. Al principio pensó que sería difícil tratar como hija a su sobrina, pero su esposa le puso el ejemplo de que el hecho de no haber nacido de ellos, no era impedimento para amarla tanto o más que si hubiera sido concebida por los dos.
Se acerca hasta ellas y mirando hacia todos lados, se levanta brevemente de su silla para besar la frente de su esposa e inmediatamente se sienta porque aún no conseguía mantenerse mucho tiempo de pie.
María entra a la recámara sin haber podido ver a Rogelio levantarse.
María: Rogelio, ¿podemos hablar?
R: Claro Nana, vamos a mí recámara.
Los dos se van al cuarto, al cerrar la puerta, María pone una cara muy seria que hace que él haga un rápido análisis de las posibles cosas que hiciera mal.
R: Nana, esta semana no he hecho nada malo. Al menos no algo que recuerde.
María: (molesta), Sonreírle, platicar mucho tiempo, y hablar en secreto con una mujer que no es tu esposa, me parece que es algo no muy adecuado Rogelio.
R: (riéndose), Pero María, ¡por Dios!, si te refieres a mis pláticas con Jennifer, tú misma has estado presente en todas porque han sido en la fonda de Macaria cuando vamos a comer después de ir por Margaro.
María: (alterada), Por eso mismo te lo digo. ¿Qué no te has dado cuenta que eso pone de muy mal humor a Paula?
R: En eso sí me he fijado, pero no es lo único que la pone de malas. Estos días han sido muy difíciles porque Paula se enoja hasta de su sombra, yo creo que finalmente se hartó de andar haciendo cosas que no le gustan, por eso estoy viendo la manera de continuar el proyecto de la escuela para que ella se encargue de ser la maestra o si eso no le agrada tampoco, mañana hablo con Ernesto para que la reciba de nuevo como enfermera.
María: ¿Tú crees que sea por eso que anda así?
R: Sí Nana, no se me ocurre otro motivo para ese cambio de actitud tan repentino, porque dudo que el accidente tenga algo que ver.
María: Si tú piensas que con eso se va a calmar, tienes mi apoyo. Pero lo que sí no te voy a pasar es que andes dándole motivos a la pobre de Paula para pensar mal de ti. Así que prométeme que dejarás de andar tan pegado a la señorita Smith.
R: Te lo prometo, de todas formas mañana se va para Tuxtla con Laura y de ahí a E.U., así que ya no te preocupes.
María: Dicho así, más parece que es porque se va y no porque no te interese como mujer.
R: Nana, tú mejor que nadie sabe lo mucho que amo a Paula, por eso no veo el motivo de tus dudas. Y por otro lado Jennifer y yo no estamos hablando cosas malas. Sólo dame un poco de tiempo y comprenderás que lo que platicaba con ella, no era más que de situaciones que compartimos muy distintas al amor.
María: (ya más calmada), Lo lamento Rogelio, pero es que no me gustaría ver de nuevo una pelea entre Paula y tú. Tanto ha sido el tiempo de felicidad que solo espero que duren así por muchos años más.
R: Así será Nana, ahora si me disculpas, voy a atender a mis invitados, y después quisiera ir con mi chamaco, porque últimamente no lo he llevado conmigo a ningún lado.
María: Ve Rogelio, yo por lo mientras le hecho un ojo a Paula y Mary.
Rogelio pasa por el comedor y no ve a nadie, Juanita sale y le avisa que todos se fueron porque tenían cosas que hacer. En parte se siente aliviado de que se hubieran ido porque aprovecharía el tiempo compartiéndolo con Margarito, así que se va a buscarlo para que lo acompañe al pueblo.
En la Clínica de San Gabriel.
Alejandro espera a que Dany salga. Ambos acordaron ir a comer juntos para luego ver una casa que estaba en venta, (un poco cerca del despacho de él).
Dany: ¡Hola Alejandro!, espero no haberme tardado demasiado.
Alejandro: Acababa de llegar Dany, así que no te preocupes, (le ofrece el brazo), ¿por favor?
Dany un poco nerviosa acepta tomar su brazo.
Como era costumbre comieron en la fonda de Marcaria, que no dejaba de preguntarles si ya se habían decidido a intentar ser novios. Dany negaba siquiera haberlo contemplado, Alejandro prefería no contestar y dejaba que ella expusiera sus argumentos para no querer nada con él.
Dany: Macaria, Alejandro y yo solo somos conocidos, aunque tal vez más adelante podamos ser amigos.
Macaria: ¡Si tú lo dices!, pero es que hacen bonita pareja, y llegué a pensar que por fin reharías tu vida, y dejarías de pensar en Miguel.
Alejandro levanta la vista y la posa en Dany; que no tenía una expresión fácil de interpretar, porque al principio, la mención de ese hombre la hizo ponerse sería, pero inmediatamente sonrió como siempre.
Dany: En él voy a pensar toda la vida, pero eso no quiere decir que no haya considerado rehacerla. Solo que todavía no encuentro a la persona indicada.
Un baldazo de agua fría es lo que Alejandro sintió en ese momento, ya que eso quería decir que él estaba completamente descartado.
Después de tan incómoda plática, y habiendo terminado de comer; fueron a ver la casa que aunque no era muy grande se veía confortable, estaba amueblada y lo mejor es que el precio se encontraba dentro de las posibilidades financieras de ella. Por todos estos motivos, Dany enseguida hizo el trato con la propietaria, quedando de pasar mañana a entregarle el cheque por la cantidad solicitada.
Dany: (emocionada), Es bonita la sensación de tener algo propio ¿verdad Alejandro?, (él no le responde porque iba pensando en otras cosas), ¿Alejandro?
Se pone de frente de él haciendo que éste choque con ella.
Alejandro: (casi abrazándola), Perdón Daniela.
Dany: No Alejandro, yo fui la que se atravesó.
Margarito: (venía corriendo hacia ellos), Dany, Alejandro, que coincidencia encontrarlos por aquí.
Dany: Hola Margarito, ¿vienes solo?
Margarito: No, mi papá vino al pueblo, estuvimos contándonos unas cosas y luego se fue para platicar con Ernesto, ahorita está en la clínica y como me aburrí de esperarlo, me puse a dar una vuelta a la plaza y los vi desde lejos.
Alejandro: Sabes Margarito, yo creo que te llevamos de regreso a la Clínica, no sea que tu papá salga antes y se preocupe por no verte donde te dejó.
Los tres se ponen en camino, pero la actitud tan rara de Alejandro le preocupaba a Dany.
En el Consultorio de Ernesto.
Rogelio le platicaba lo que pasó cuando fue el accidente. Como era de esperarse Ernesto estaba muy sorprendido de que haya logrado levantarse.
R: Lo malo es que desde ese momento, ya no puedo estar de pie mucho tiempo y como consecuencia, tampoco puedo caminar.
Ernesto: Es natural Rogelio, la adrenalina y la desesperación te ayudaron a moverte, pero es necesario que te revise para ver qué tipo de ejercicios son los que te vamos a dar y que te permitan ir dejando poco a poco la silla.
R: Pero entonces, ¿no voy a caminar pronto?
Ernesto: No es cosa de un día para otro Rogelio, todo lleva su tiempo. Tu cuerpo se desintoxicó completamente de los medicamentos que te pusieron después de la operación. Luego las fisioterapias que te mande hace más de dos años, reforzaron la columna y piernas. Esta vez los ejercicios serán más duros porque manejarás aparatos especiales parecidos a los de gimnasios, y si todo sale bien, en lugar de silla usarás bastón.
R: ¿Qué?, ni creas que voy andar usando eso.
Ernesto: Pues lo lamento Rogelio, pero así son estos procesos, ¿acaso no quieres que Ana Paula te vea de pie?
R: Pos sí, pero ahora con lo que pasó, creí que sería cuestión de unos días, y lo que tú me dices parece más a meses.
Ernesto: Eso es lo que son. Pero si te esfuerzas, en menos de un año, estarás caminando.
R: (suspira), Un año. Quería darle a Paula la sorpresa en estos días, porque ha andado de un humor que ni te imaginas, también me preocupa eso de que no quiere comer y pensé que si recibía una alegría como está sus ánimos volverían.
Ernesto: ¿No come nada?
R: Sí come, pero no lo normal. Prefiere irse a dormir y según Consuelo que es la que trabaja con ella en el Rancho, cuando están revisando documentos se la pasa bostezando y en cuanto puede se queda dormida. Yo no quería pensar que fue por el accidente, pero tú sabes que ella no es así. De todos nosotros, es quién tiene energía hasta para regalar.
Ernesto: (pensativo), Rogelio, ¿qué tanto está cambiando de humor?
R: Pos primero empezó con exceso de ánimo para todo, ahora está de malas, aunque de pronto regresa a ser la misma de siempre.
Ernesto: Pues te recomiendo que le digas que venga a verme, tal vez pueda darle un medicamento para los nervios.
R: Y por qué no me los das a mí y le ahorramos el viaje.
Ernesto: Es que también le voy a mandar a hacer unos análisis para descartar anemia. Tú sabes que siempre ha tenido problemas de ese tipo.
R: Se me olvidaba eso. Entonces le digo que venga lo más pronto posible.
Ernesto: Rogelio, también necesito que vayas a Tuxtla para que veas los centros especiales donde dan los ejercicios que te comentaba, si quieres te acompaño y ahí te hacemos los estudios que te van a pedir para darte una rutina.
R: Laura y Jennifer se van mañana, si puedes, entonces nos vamos con ellas. Me parece que salen a medio día.
Ernesto: Perfecto, entonces te veo en la Hacienda.
Rogelio se retira, y Ernesto se queda pensando en lo que le dijera de Paula, aunque es poco probable que sea lo que se imagina, no estaba demás descartarlo, pero recuerda algo muy importante y sale corriendo a buscar a Rogelio que ya estaba afuera junto con Margarito, Alejandro y Dany.
Ernesto: (agitado por la carrera), Rogelio, hay algo que si te voy a pedir que Paula no haga hasta que no sepa que tiene y es que no monte.
R: ¿Y eso por qué?
Ernesto: Si tiene anemia, se puede desmayar y no creo desees que algo le pase.
R: No claro que no, pierde cuidado que de mi cuenta corre que no se suba al caballo por ahora.
Ernesto: Entonces me quedo más tranquilo, ahora voy a dejar todo arreglado para irnos a Tuxtla.
R: (¿?), Ve Ernesto, no se te olvide, mañana antes del medio día.
Rogelio y Margarito suben a la camioneta, así como después lo hace Dany (ella pensaba que Alejandro la acompañaría, pero él no quiso), y regresaron a la Hacienda.
Cuarto de Mary:
Mary comienza a querer levantarse, pero como Paula la estaba abrazando no podía, así que empezó a hablarle a su mamá. Al oírla se despierta y la libera de su agarre.
AP: Lo siento Mary, ¿a qué horas son?, (se para y va a la ventana notando que es casi de noche), ¡hay no nena!, tu papi debe estar muy molesto con mamá por dejarlo solo con los invitados.
Paula toma a la niña y va a su cuarto, como su esposo no estaba ahí, baja a la cocina a preguntarle a María.
AP: María, ¿sabe donde está Rogelio?
María: (pidiéndole a la niña), Fue al pueblo con Margarito, no debe tardar en regresar.
En eso llega Margarito, Rogelio, y Dany. Margarito va con María para que le dé a Mary, y como siempre se la lleva a que lo acompañe mientras hace su tarea. Paula estaba desconcertada de que Dany, estuviera con ellos.
AP: Dany, pensé que irías con Alejandro a ver una casa.
Dany: Y si lo hice Ana Paula. Solo que nos encontramos a Margarito y a Rogelio en el pueblo. Después ellos venían de regreso y como Alejandro tenía otros asuntos me vine con ellos.
AP: ¡Ah!
Dany: (¿?), Bueno Ana, yo creo que me voy a dormir, mañana nos espera un día muy pesado en la clínica. Con eso de que Ernesto se va a ir con Rogelio a Tuxtla.
AP: (alterada), ¿Cómo que te vas a Tuxtla Rogelio?
R: Es que vamos a acompañar a Laura y a Jennifer al aeropuerto, recuerda que se regresan a E. U.
AP: Se pueden ir solas.
R: Sí pero no se te olvide que ellas nos ayudaron mucho y es lo mínimo que podemos hacer.
AP: Está bien, entonces ¿a qué hora salimos a Tuxtla?
R: Es que preferiría que te quedaras. Paula, no has estado bien de tus nervios, y volver a pasar por el lugar donde tuvimos ese accidente, no sería de mucha ayuda.
AP: ¿Tú piensas que estoy así por eso?
Dany se sentía muy incómoda con esa escena, así que lentamente se fue para su cuarto dejando a los esposos teniendo su plática (si se podía llamar así). Paula seguía dando sus motivos para no querer que fuera solo, mientras Rogelio trataba lo más posible no alterarse, porque sentía que era su culpa el que ella estuviera pasando por toda esa presión. Una persona llegó en un mal momento llevándose una parte del conflicto consigo.
Pancho: ¡Patrón, lo siento! como ya me voy a mi casa me urge mucho saber la hora en que tengo que pasar por las señoritas al pueblo.
AP: ¡oye Pancho!, ¿Cómo ves a tu patrón?, quiere dejarme aquí sola por quien sabe cuántos días, y todo por lo que sucedió en Tuxtla.
Pancho: (nervioso), Es que no sé qué decirle patrona.
R: Paula, ¿cómo se te ocurre ventilar nuestros problemas con Pancho?
AP: (ignorándolo), ¿Qué opinas Pancho?
Pancho: Bueno, usted tiene razón patrona, yo cada que puedo, me llevo a mi chaparra conmigo, y eso que hemos visto cosas muy feas en carretera. Y cuando no, procuro llamarle cada tres horas para que no me extrañe.
AP: (empezando a llorar), ¡Ves!, al menos él si es considerado. Cuando tú te vas, jamás me llamas para preguntar si estoy bien.
Paula se va de la cocina dejando a Rogelio y Pancho sin palabras.
Pancho: (armándose de valor), ¡Patrón!, no se me vaya a molestar, pero si me podría decir lo que le vine a preguntar.
Rogelio no le contesta porque va con su mujer. Pancho mejor se retira a buscar a Hugo para que le dé indicaciones.
Recámara del matrimonio Montero.
Paula entra con los ojos rojos y se acuesta en la cama. Poco después entra Rogelio.
R: (suavizando su voz), Paula, mi amor, no quiero que te enojes conmigo. Sé que soy muy insensible y a veces no mido lo que digo.
AP: Rogelio, lo lamento, es que estos días no me he sentido bien, supongo que lo que me dices es cierto y con todo lo que sucedió me altero por nada.
Rogelio se acerca y se recuesta junto a ella, abrazándola.
R: Pues sí, has tenido unos cambios de humor muy raros, primero tenías exceso de energía, luego enojo y ahora hasta lloras.
AP: Debe ser muy desgastante para ti estar soportándome ¿verdad?
R: No te voy a negar que sí me siento un poco cansado, pero al menos puedo aguantarme el sueño y no ando quedándome dormido en el escritorio del despacho, como alguien que conozco.
AP: (roja), ¿Consuelo ya te platicó?, es que te juro que no sé qué me pasa, por más que trato no puedo evitarlo.
R: Por eso necesito que descanses. Lo del viaje no es solo para acompañar a Laura y Jennifer, Ernesto viene conmigo por trámites de algunos medicamentos que necesita la clínica.
AP: Lo sé, pero es que no puedo evitar sentirme triste por no poder acompañarte.
R: (sonriéndole de forma seductora), Entonces te quito un poco de tristeza dándote un masaje como los que tú me das ¿estás de acuerdo?
AP: (riendo con él), Me parece una buena idea de intento, pero ya veremos que tan experto eres con las manos.
R: (indignado), ¿Lo dudas?, con todo y lo que te he demostrado, no puedo concebir que no me creas.
AP: Es un reto que te hago. Si me complace tu trabajo, te prometo que aceptaré ese viaje que planeaste.
R: Acepto, pero recuerda bien lo que prometiste, porque estoy seguro que será mejor de lo que piensas.
Paula le sonríe y se sienta para quitarse la blusa, después se recuesta boca abajo esperando que su esposo comience con su labor. Rogelio toma un poco del relajante muscular, lo pone en sus dos manos y las lleva a la espalda de su mujer acariciándola de forma delicada. Paula realmente empezaba a sentirse muy bien con esas caricias que se estaban haciendo placenteras, al grado de que el resto de su cuerpo pedía una atención similar. Él no se encontraba en una mejor posición, pues la espalda era solo una parte de la suave piel de Paula, y sus manos que la habían recorrido completa, necesitaban sentirla otra vez. Solo requirió del gemido de ella para atreverse a bajar a su cintura, pero sin decidirse a adentrar su mano en el pantalón, así que solo se limitó a pasarlas por encima de su cadera llegando hasta sus piernas. Habían sido días de no tener la oportunidad de que Rogelio la tocara que no le importó romper el trato, por eso se volteó para abrazarlo y besarlo.
R: (agitado), Paula, ese no fue el acuerdo.
AP: (sin dejar de besarlo), se supone que dije que me tenías que complacer, así que yo decido como.
Para dar por entendido lo que pedía, le desabrocha la camisa y se acomoda para quedar detrás de él. Luego sus manos empiezan a darle masaje en la espada por encima de la ropa, para ir bajando lentamente por su pecho que estaba descubierto. Rogelio estaba más que ansioso por todas las caricias que le estaban dando, pero recuerda que él era quién debía cumplir con lo pactado para que su esposa lo hiciera a su vez con lo del viaje. Así que se gira para acorralarla en la cabecera de la cama, intensificando los besos y las caricias, dándose la libertad de quitarle el sostén y los pantalones (junto con otras cosas más). Paula con tan solo las caricias que le estaba prodigando en su cuerpo, ya sentía que llegaba al clímax de la pasión, pero exigía una entrega total para disfrutarla completamente y para conseguirla comienza a morder la oreja de Rogelio. Esto cumplió muy bien con su cometido, porque era lo que faltaba para sacar de control a su esposo, que enseguida se libró de todo y la hizo su mujer como tantas veces lo había hecho. Tan concentrado estaba en su placer y el de ella que no se cuidó de hacer un movimiento que solo consiguió ayudado por el agua el día de su segunda luna de miel. Paula al darse cuenta abre un poco los ojos para cerciorarse de que lo que sentía era provocado por él y no por la necesidad de ella y se sonríe. Este momento siempre es conservado por casi la mayor parte de la noche, y aunque lo concluyan en el instante de llegar al placer que ambos se otorgan. Continúan besándose, mientras se dicen las más hermosas palabras de amor. El problema ahora, es que Paula no retenía mucha energía últimamente, por lo que se queda dormida en el pecho de Rogelio.
Muy temprano Rogelio se despierta y la ve sumida en el más profundo sueño reparador. Como no quiere molestarla, se levanta poniéndose de pie solo unos segundos para sentarse en su silla y alistarse antes de que sea la hora de partir a Tuxtla.
Ya casi cerca de las doce, Paula abre los ojos y lo primero que hace es voltear al lado donde supuestamente estaría Rogelio, pero se entristece de no verlo. Se levanta con lágrimas resbalando por su cara, voltea enfrente de la cama y ve a su esposo mirándola muy preocupado por su reacción. Él se acerca y con sus dedos retira sus lágrimas.
R: Paula, ¿pero por qué lloras?
AP: (abrazándolo), No lo sé Rogelio, es que no quisiera que te fueras y me dejes sola por mucho tiempo.
R: No es el primer viaje al que voy solo Paula. ¿Es acaso que sientes que puede pasar otro accidente?
AP: No. Esa vez sentía miedo, pero en este momento mi corazón se entristece sin una razón.
R: Mira te prometo que ahora sí te voy a llamar para que sepas que estoy bien, ¿te parece?
AP: ¿Lo harás cada tres horas?
R: ¿Qué?, ¡claro que no Paula!, lo haré cuando llegue al Hotel y en la noche.
AP: (volteándose molesta), Si quieres que me quede tranquila, me tienes que prometer que serán cada tres horas.
Por su actitud, Rogelio comenzaba a creer que quizás una visita al psicólogo no le vendría mal, aunque sabía que ella lo tomaría como una falta de respeto y como no quería irse, con ella enojada, acepta sus condiciones.
R: Ta bueno Paula, cada tres horas te llamo, pero yo también tengo algo que pedirte.
AP: (más contenta), ¿Y qué es?
R: Que no montes por un tiempo, al menos hasta que te revise Ernesto, porque le platiqué que no quieres comer y me dijo que fueras a hacerte unos estudios para descartar anemia.
AP: ¡Hay amor!, ni que fuera tan grave dejar de comer unos cuantos días. Pero está bien, lo voy a cumplir, siempre y cuando tú cumplas con lo que te pedí.
R: Entonces es un trato señora Montero y como buenos negociantes, deme su mano para cerrarlo (le estira su mano).
AP: (apretándola), Trato hecho señor Montero.
R: Bueno amor, te voy a pedir que te arregles porque ya llegaron Laura y Jennifer, en unos minutos nos vamos.
AP: Muy bien, en un rato bajo.
Rogelio sale de la habitación y Paula se alista para bajar.
En la sala, Dany, Alejandro, Laura, y Jennifer se estaban despidiendo.
Laura: Fue un gusto conocerlos.
Alejandro: Más gusto fue el mío Laura. De no haber sido por ti, en estos momentos estaría preso por cómplice de Bruno.
Laura: Eres un buen hombre Alejandro, merecías una segunda oportunidad, así que no la desaproveches.
Alejandro y Laura se abrazan muy fuerte. Para él, ella siempre será su salvadora, la persona que por amistad arriesgó su propia integridad física y moral, pues de haber fallado su plan, también podría estar en la cárcel. Dany los veía y no comprendía qué era lo que la incomodaba de tan afectuosa muestra de agradecimiento. Jennifer con su peculiar manera de ser, abraza a Dany.
Jennifer: (susurrando), No te enojes, Laura no se fijaría en un niñito como él, ni por muy viuda que sea.
Dany: ¿Cómo?, ¿Laura es...?
Laura: ¿Yo soy qué Dany?
Jennifer: Alex ¡darling!, por qué no me llevas a dar una vuelta a la Hacienda, mientras Dany y Laura se despiden.
Alejandro: (¿?), Si tu quieres, vamos.
Jennifer y Alejandro salen casi corriendo por la prisa con la que ella lo jalaba.
Laura: (sonriendo), ¡Esa Jennifer!, sino fuera la hija de mi jefe, quizás la dejaba abandonada en la primer oportunidad.
Dany: No creo que lo harías, sobre todo por lo que hiciste por la hermana de Rogelio. Si a ella la ayudaste con tantos años de no verla, mucho más a Jennifer.
Laura: No te creas, yo no tengo mucho que perder en esta vida, todo lo valioso para mí ya no existe, por eso me arriesgue, aunque Jennifer sí que me sorprendió cuando se ofreció a ayudarme con Rogelio, pero comprendo que fue más que nada por sus similitudes.
Dany: ¿Similitudes?
Laura: No me hagas caso, es un decir.
Dany: Perdona, ¿podrías responderme algo?
Laura: Por supuesto, ¿qué quieres saber?
Dany: Jennifer me dio a entender que tú eres viuda.
Laura: Yo siendo discreta y esta mujer hablando de más, (toma aire), Es verdad, mi esposo y mi hija murieron en un accidente hace varios años, fue muy duro aceptar que ya no los veré, pero la vida sigue. Todos tenemos pruebas en este mundo y de nosotros depende salir adelante. No hay que encerrarnos en nuestro dolor, porque entonces el significado vida no valdría para nada.
Dany: Pero tú no te has vuelto a enamorar.
Laura: Hay personas que quieren, otras aman, y existen aquellas que viven a través de su pareja cuando sus almas se fusionan. Yo soy de ésta última, pero tú eres de la segunda.
Dany: Yo amé a mi flaquito, y aún lo amo.
Laura: No dije que no lo amaras, solo que faltó tiempo para obtener lo que te acabo de decir, eso se da con la convivencia. Tú eres joven y si comienzas a pensar que no amarás de nuevo, solo conseguirás amargarte.
Rogelio, entra a la sala, y Laura solo le da un apretón de mano a Dany. Unos minutos después todos se encontraban afuera de la casa despidiéndose de las dos invitadas. En cuanto salieron Jennifer regresó a su porte autoritario y un poco déspota de la primera vez que llegó a la Hacienda, solo que por raro que pareciera, a nadie le disgustó su actitud.
Jennifer: (dándole la mano a Paula),¿te digo algo?, tu esposo me gusta mucho.
Paula: Ya lo note Jen, desde el primer día que viniste aquí. Solo que él me ama a mí, así como yo a él.
Jennifer: (sonríe), Ya me lo dijiste, solo quería corroborarlo, pero si te cansas de él, no dudes en mandármelo a E. U., que yo con mucho gusto te lo acepto.
Jennifer se da la vuelta para subir al coche, pero se voltea y mira a Paula con mucha insistencia.
Jennifer: ¿Sabes que se me olvidaba?, Tú me debes un pago, así que escucha bien lo que voy a pedirte, quiero que en unos meses me mandes un mail para confirmarme como tú madrina.
AP: ¿Madrina, de qué?
Jennifer: Ya lo entenderás. Por cierto, para no comer bien, te ves muy ancha de cadera.
Paula iba a decirle unas cuantas verdades a Jen, pero se contuvo por lo que hicieran por su esposo y su cuñada.
Rogelio deja indicaciones a Hugo y los demás empleados, entre ellos Marcial (que funge como guardia de su esposa), especificándole que por nada del mundo permita que monte un caballo. Después se acerca a Paula para decirle lo mismo, pero ella se abalanza y lo comienza a besar frente a todos. Al separarse las lágrimas están cayendo por toda su cara.
AP: No se te olvide llamarme como quedamos, y por favor cuídate mucho.
R: (limpiando sus lágrimas), Paula, son solo tres días, verás que en menos de lo que canta un gallo estoy de regreso.
Desde el coche Laura, Jennifer y Ernesto miran a los esposos.
Laura: Yo sigo en lo dicho, si no fuera por Rogelio, daría mi brazo izquierdo a que está embarazada.
Jennifer: Pues mejor no lo ofrezcas, porque lo pierdes.
Laura: ¿Perdón?
Jennifer: Nada, olvídalo.
Pancho ayuda a Rogelio a subir a la camioneta. Antes de que él haga lo mismo, Paula le pide un momento y le dice unas cosas que no se escuchan porque lo hace muy bajo. Después regresa al coche y arranca.
Rogelio se despide y cuando se comienzan a alejar Paula llora más fuerte mientras coloca sus manos en su vientre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top