Capítulo 1

YUNA POV_

─ ¡Yuna es una bebé llorona!

─ ¿Por qué no te ríes Yuna? ¡No ves que es divertido!

─ ¡Yuna es una bebé llorona! ¡Yuna es una bebé llorona! ¡Yuna es una bebé llorona!

Todos reían, me apuntaban y tiraban de mis cabellos rebajándome aún más en mi propia banca. Era como si estuviera sentada en un agujero sin fin, donde todos entraban conmigo y me perseguían con la única intención de verme sufrir.

Y de solo pensar que eran solo unos niños los que me trataban con cinismo, me causaban más escalofríos.

En un momento mientras corría a través de ese oscuro pasillo, huyendo de las insoportables risas, sentí como tomaban mi antebrazo haciéndome parar de inmediato y congelándome al instante, sin poder decir nada y solo viendo frente mío.

─ Yuna, ya es hora... Yuna ya es hora... ¿No me escuchas? ¡Ya es hora! ─ La voz era fina y suave, pero a medida que repetía cada frase está se hacía cada vez más agresiva y profunda.

{ . . . }

De pronto, abrí mis ojos nada más para encontrarme con la fuerte luz de mañana aquel lunes.

─ ¡Yuna ya despierta, es hora de alistarte para tu primer día de clases! ─ Y con sólo escuchar la voz de mi madre avisándome, pude saber a qué se refería la gruesa voz de mi sueño.

Desde el incidente que sufrí en séptimo grado, mi madre habría retirado la matrícula de la institución y optado por darme educación privada en casa; contratando tutores personales o enseñándome por su propia cuenta todo lo que me quedaba hasta mi último año. Claro, le fue un poco difícil conseguir la aprobación del ministerio, pero al final lo consiguió. Fui registrada como una "alumna independiente" y mis notas eran subidas gracias a los profesores privados, todavía me es difícil creer que eso era posible.

Lamentablemente debía culminar ciclo estudiantil en último año a través de clases presenciales en una institución real, con profesores, compañeros y un salón de clases. Uno de mis mayores temores.

Sin embargo, a lo largo de estos años sin asistir nuevamente a una escuela, comencé también mi lucha por querer olvidar mi tormentoso pasado y a quienes hicieron de él un infierno. Vencer mis traumar y la asfixia que me causaba estar rodeada de tanta gente, sentir todas las miradas y los dedos apuntándome por cualquier error eran solo de los pocos miedos que amenazaban con atacar una vez ponga los pies en la entrada de la institución.

Esta mañana estaba dispuesta a vencer mi temor y superar mis expectativas, sin importar los obstáculos que vengan junto a estos.

─ ¡dame 10 minutos y bajo mamá! ─ le avisé y tomé la iniciativa de salir de una vez de mi cama.

Hoy era un nuevo comienzo y no podía perderme la oportunidad de lucir lo mejor de mí.

─ Yuna espera...─ mi madre tomó de mi brazo e hizo que volteara hasta encontrarme con su triste mirada.

Ella también vivía con el temor de que algún día la muerte volviera a respirar sobre mi cuello, por eso siempre fue tan sobre-protectora conmigo desde entonces. Sabía que aún guardaba coraje con la directora y los maestros que estuvieron presentes el día del incidente.

Nunca le conté la verdad sobre los hechos y cómo fue que realmente acabé así en el viaje escolar, pues en mi pequeña cabeza solo cabía la idea de que nadie me creería y sólo se burlarían una vez más de mí por mentirosa.

Y quizá... Nunca llegue a salir una sola palabra de mi boca.

─ quiero saber si estás realmente lista para hacer esto... No quiero obligarte a nada y sé que-

─ mamá, sé que sólo quieres verme sana y feliz, pero no tienes nada de qué preocuparte. Ya han pasado varios años y estoy segura que puedo retomar mi camino nuevamente ¿Está bien? ─ tomé sus manos entre las mías y las apreté suavemente.

─ suerte hija.─ fue lo único que dijo y me dedicó una cálida sonrisa de oreja a oreja.

Casi 9 años después estaba parada frente a ese colegio que tantas lágrimas me había sacado, tantos eventos pesados y oscuros que mi mente se negaba a recordar, no había ni un solo hecho feliz que mi cerebro mostrara.

Caminé dentro y respiré hondo calmando mis descontrolados nervios, miré a mí alrededor y pude notar como habían cambiado tantas cosas. No habían más niños pequeños de once o doce años, todos eran personas pasando claramente los dieciséis, la pintura en las paredes ya no era deprimente y los suelos por lo menos se teñían de verde gracias al pasto. Pasé por uno de mis antiguos salones, cerca de la entrada principal y pude notar como aún seguía el cuadro de las mejores puntuaciones a lo largo de los años.

Mi foto era la que más resaltaba, pues era una falsa sonrisa que en ese entonces solo disfrazaba a una deprimente niña de la que nadie tenía idea que sufría, a la que tampoco escuchaban y negaban de sus palabras.

"Shin Yuna, cuarto grado. Promedio anual= 9,46".

"Shin Yuna, quinto grado. Promedio anual= 9,62".

"Shin Yuna, sexto grado. Promedio anual= 9,97".

Pensar que a pesar de todo lograba mantener mis puntajes y siempre era tan puntual. Ni siquiera en los siguientes años de mi ausencia los demás han podido batir mis calificaciones. Y vaya que estaba muy sorprendida, no me imaginaba la capacidad que tenía como alumna, puede que mis tutores también me lo hayan repetido un centenar de veces en casa. Al parecer mi mentían.

De pronto, y gracias a mis distraídos ojos choqué contra la espalda de alguien, este se volteó de inmediato y me observó. Su aspecto y estilo eran algo oscuros, jeans rotos, chompa extremadamente holgada, el cabello despeinado y el olor a humo que desprendía era insoportable.

Retrocedí un par de pasos e hice una reverencia disculpándome.

─ disculpa, andaba distraída y no te... Vi.─ él chico puso una mano sobre su mentón y sentí como si me estuviera juzgando mentalmente. Temía porque vaya a reaccionar de forma explosiva o fuera grosero conmigo.

Pero solo se encogió de hombre y rodó los ojos antes de darme la espalda, siguió platicando con otro par de amigos que le acompañaban.

No me dijo nada y yo tampoco, sólo volví a respirar hondo siguiendo mi camino en busca del salón que me tocaba.

Me detuve un segundo al escuchar un fuerte golpe contra el pasillo de la institución, observé cómo todo echaban las miradas atrás mío y comenzaban a reír como si no tuvieran razón alguna. Entonces me volteé y supe por qué todos se burlaban a molestas carcajadas.

Mi corazón se encogió y mis manos se cerraron en un puño.

Mi mente solo quiso retroceder años atrás, recordándome las constantes burlas de mis compañeros, los dedos apuntándome, y yo siendo su centro de atención. El blanco fácil del cual todos aprovechaban para hacer y deshacer.

Aquella chica había caído tan fuerte que los libros que cargaba en sus manos se habrían esparcido por todo su alrededor. Y sólo esa escena provocó que todos le señalen, se rían y murmuren. Nadie tenía la decencia de acercarse y ayudarle con su problema, nadie le preguntaba cómo se encontraba, nadie callaba a la multitud o los ponía en su lugar.

Estaba furiosa.

Caminé rápidamente hasta ella y tomé sus libros. Se los entregué con una sonrisa y ella solo me miró sorprendida.

─ ¡Oh, gracias!

─ no hay de qué... ¿Estás bien?─ le pregunté con preocupación buscando en sus manos y brazos algún raspón.

─ ¡No! No te preocupes, no me hecho nada. Y gracias nuevamente por ayudarme con estos libros.

─ ¿Vas algún lugar? Puedo ayudarte a llevar eso- ─ quise tomar unos libros de la enorme pila que llevaba pero ella solo se alejó con una incómoda sonrisa.

─ déjalos, es mi trabajo y si no me voy ahora la profesora Kang se enojará conmigo. ¡Gracias! ─ replicó antes de seguir nuevamente su camino. Yo fruncí el ceño confundida.

Después de algunos minutos había encontrado mi salón, aquella habitación que alguna vez perteneció a quinto grado, ahora albergaba a estudiantes de último año en la clase de filosofía. Era tan raro y nostálgico a la vez.

Y por primera vez estaba buscando banca vacía en las últimas filas, porque a pesar de que siempre me gustó ser primera en el aula, tristemente mis traumas en proceso de superación habían ganado en mi batalla de confianza. No quería tener a tantos detrás mío y que la mirada penetrante de algún profesor se clave en mi poniéndome más nerviosa de lo que era.

─ ¿Puedo sentarme contigo?─ sentí una mano sobre mi hombro y por un momento de exalte echando la mirada para atrás, sólo para encontrarme con aquella chica que había tropezado hace unos minutos. Yo le asentí con una pequeña sonrisa.─ soy Chaewon por cierto.

Extendió su mano con una amplia sonrisa, se notaba fácilmente que era una chica muy amigable y confiada.

Tomé su mano y la apreté suavemente en un saludo.

─ Yuna...─ yo la miré unos segundos y por mi mente pasó una vaga preocupación de que ella pudiera sentirse mal debido a lo que ocurrió hace poco fuera del salón, pero esta chica nada más parecía haberlo olvidado por completo.─ oye... ¿No te sientes mal por lo que pasó afuera? Digo... Todos se burlaron de ti porque caíste.

Ella hizo una mueca de lado y puso una mano en su mentón pensativa, al instante me negó con la cabeza.

─ no, realmente no me importa lo que digan esos tontos. Simplemente son adolescentes inmaduros y con poca capacidad mental.─ yo fruncí el ceño confundida por su respuesta, aunque también me sorprendía.

No me esperaba ver que tuviera la valentía de enfrentar esa situación como si fuera algo sin importancia o pasajero. Claramente lo había dejado en el pasado en cuestión de minutos y sin problema alguno, mi yo de doce años se hubiera bajo sus faldas y dejado que los demás niños la pisotearan como si fuera una pelota de fútbol.

Desde ese instante la admiré, su pensar estaba más que claro y supe que alguien como ella era difícil de encontrar si se trataba de situaciones que te expongan a la humillación tanto física como verbal, y ella vivía en su propio mundo sin prestarle la mínima atención al qué dirán.

Ya tenía una amiga asegurada.

Y así pasamos durante casi toda la clase, hablando y conociéndonos mejor, nunca antes tuve la oportunidad de socializar con alguna niña o siquiera un varón, puesto que nadie veía a Shin Yuna como una chica interesante y tampoco me animé. Chaewon emanaba una energía muy positiva y botaba cientos de palabras, preguntas y respuestas. No me aburría en absoluto, sólo la escuchaba y participaba junto a ella en la conversación.

─ ¿qué clase te toca ahora?─ me preguntó entusiasmada.

─ inglés, con un tal... ¿Yoo Haeseong?

─ ugh... Te ha tocado con el más pasivo de todos, yo debo aguantar dos horas de largos testamentos sobre química del señor Gong. ¡Suerte!

─ tú también.

Chaewon tomó sus cosas y me abrazó antes de irse. Yo por mi lado bostecé de largo y esperé a que todos dejara el salón antes de tomar mi mochila y tomar camino hasta el salón donde recibiría mi próxima clase.

Al fin había llegado al aula, faltaban menos de seis minutos para empezar la clase, así que me apresuré en buscar un asiento y quizá en el camino poder hacer algún amigo.

Habían muchos estudiantes y tantos grupos que los diferenciaban entre sí, que si no fuera porque estábamos en la vida real diría que se trataban del estereotipo estudiantil de estudiantes de serie adolescente vergonzosa. Los "nerds", las populares o lindas, los jugadores, los que leían libros o se la pasaban estudiando antes de que iniciará la clase -aunque recién estemos iniciando el año, ¿Un repaso del año anterior no lástima a nadie?-.

Yo me encogía entre todos sin saber por dónde empezar a entablar una conversación. Nadie volteaba a verme y tampoco me atrevía a verlos, su sola presencia sin intención me estaba intimidando.

Me acerqué a la banca junto a una chica quien no despegaba su mirada del celular y quise saludar de la forma más cortés posible.

─ hola, soy Yuna. Puedo-

─ no tengo tiempo de hablar contigo Yuna, busca otro asiento.─ con grosería interrumpió mis palabras y yo solo me calle, no buscaba pelear así que me abstuve de responderle. Sólo seguí su consejo y preferí sentarme en la última banca al lado de la ventana y ubiqué mis cosas.

Inhalé y exhalé un par de veces para calmar mis nervios y me eché rendida sobre el espaldar de mi asiento buscando comodidad y tranquilidad. No tenía la mínima esperanza de que alguien se fuera a sentar a mí lado.

Sin embargo, me asusté al sentir las grandes manos de una persona sobre mi hombro y que aquella misma silueta se sentará en la silla de al lado. Era un chico de apariencia presentable, cabello arreglado y que desprendía de sí un fuerte y tentador aroma a colonia, me miró coqueto y volteó la silla al contrario y se sentó nuevamente quedando cara a cara.

─ ¿Eres nueva? Yo soy Minho.

Yo miré a mí alrededor asegurándome de que no se tratara de alguna broma de mal gusto, aunque no había nadie más viéndonos y ese chico solo esperaba mi respuesta con una sonrisa de lado, sin apartar su mirada de la mía.

─ s-si... Soy Yuna.

─ Yuna... Lindo nombre, pero creo que la dueña de ese hermoso nombre lo es aún más.─ yo me sonrojé al escuchar como aquel muchacho de cabello castaño me había llamado, nunca antes alguien se atrevió en apodarme o elogiar mi belleza.─ quizá podríamos salir en algún momento y conocernos mejor... La verdad, me llamas la atención, creo que-

Antes de que pudiera terminar su frase miró frente él y detrás mío, con esa expresión seria noté como su manzana subió y bajó al tragar fuerte.

─ estás en mi asiento.─ la pesada y desanimada voz de esa perdoname hizo erizar la piel sin la más mínima idea, y quería hacerme ideas de que podría tratarse de algún tipo del grupo de rebeldes. Por su parte, Minho bufó fuerte y rodó la mirada viendo al sujeto atrás mío.

─ lo siento Sunghoon, no veo tu nombre aquí.─ mi respiración se cortó al escuchar ese nombre y mis manos comenzaron a sudar con presión, sentí mi corazón alborotarse y angustiarme el pecho de forma sofocante. El castaño le había aclarado con valentía y sin pudor alguno al sujeto y yo solo permanecía atónita escuchándolos.

Por un momento mi mente quiso separar la idea de que tal vez se trataba de otro, que era imposible que se quedara a estudiar tantos años escolares en la misma institución, pues hasta ahora ninguno de los niños que se burlaban de ella estaba y agradecía cada segundo con que hayan desaparecido para siempre. Es más, ¿Cuántos Sunghoon no hay en el país? No podría ser...

Este chico se hizo más visible caminando más cerca hasta Minho y tomarlo de la manga de su chompa. Este vestía ropa algo rebelde, chaqueta de jean y pantalones semi ajustados que daban a relucir la forma de sus muslos y piernas, botas negras impecables... Aún de espaldas podía notar su rubio cabello algo peinado y desordenado a la vez, como si sólo se hubiera pasado los dedos en él. También dejaba expuesta la embrigadora esencia de su colonia.

─ he dicho... Qué estás en mi seinto.

Él levantó por la manga a Minho y este solo quitó rápidamente el agarre.

─ está bien, está bien... No quiero discutir Sunghoon, ahí tienes tu asiento.─ el castaño se sacudió la ropa y se fue sin más qué decir.

Ahora aquel chico rubio volvió a acomodar la silla y se sentó de golpe en esta, provocando que las patas rechinaran contra el suelo.

Yo con temor tomé la iniciativa de verle bien.

El cabello tal como lo describí, un rostro algo pequeño, labios medianos, unos ojos atractivos, un perfil perfecto y la piel blanca que le daba su toque. No me entraba la idea de que tal vez pudiera ser él... El mismo Park Sunghoon, ese niño que tuvo un solo objetivo durante nuestros días de escuela; yo.

Quería ignorarlo, quería asegurarme y no hacerme ideas en la persona equivocada.

─ buenos días clase.─ había entrado el profesor, pero yo seguía atrapada en mis pensamientos, analizando cada detalle de la persona que tenía a mi lado.─ parece que empezamos el año con el pie correcto señor Park, ha llegado temprano.

Ese apellido retumbó en un fuerte eco dentro de mis oídos, no evité bajar mis manos abajo de la banca y quitarle la mirada de encima.

Park Sunghoon...

¿Era real? ¿De verdad estaba frente al chico que se dispuso a arruinarle la vida durante sus días de escuela? ¿El mismísimo Park Sunghoon?

─ como sea...─ contestó de mala gana y en voz baja poniendo una de sus manos sobre la mesa y estirando una de sus piernas, quedando en una posición nada cómoda para mi gusto.

Una vez me había atrevido a verlo nuevamente él también giro su vista desprevenido, chocando nuestras miradas y como si fuera su propósito desde hace mucho tiempo, sentí como me devoraba en una sola ojeada. Rápidamente vi su nariz y pude notar su característico lunar, confirmando así de una vez que era la persona que me menos esperaba volver a reencontrar.

Tragué pesado y me rendí quitando mis ojos de él.

Mi vida estaba acabada una vez más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top