troix
It might seem strange
You don't even know my name
But I've been watching you for days
Sitting in the same corner table of the same cafe
Y volviste, volviste a dar vuelta mi mundo. Acelerando mi pulso, secando mis labios, mis manos temblaban y lo único que podía pensar era en lo bello que luces en la mañana. Puede que el crecimiento del sentimiento se deba a que no has venido por días. Largos días en los que estuve buscando el valor que perdí hace tiempo. Hurgando entre las ruinas de mi alma y viejas penas de mi corazón encontré un poco de él, escondido en lo más profundo de la oscuridad.
¿Crees que podría servirnos?
Necesitaba decirlo, las palabras quemaban en mi garganta como acero sobre fuego. Necesitaba uno de tus besos para sanar esta nueva enfermedad, así como un jarabe para la tos, porque algo en mí me decía que tenías esos labios que pueden sanar cualquier mal.
Debía decirtelo, pero ni siquiera sabías mi nombre o no te importaba lo suficiente como para recordarlo. Algunos días soy Jimmy, otros John o Jared, pero nunca James. Me llamabas como querías y sonreías cada vez que me acercaba a ti; mi estúpido corazón no dejaba de acelerarse por cosas como esa, aún cuando sabía que para ti yo era el camarero rubio.
-Tus ojos son muy lindos, me encanta su color.
Me sentía un tonto por deducir que te gustaban los comics porque siempre traías uno contigo, que no eras de aquí por tu marcado acento tal vez escocés y que tenías un perro o un gato llamado Rex, al cual nunca dejas sólo y por eso estuviste una hora completa al teléfono dándole indicaciones a alguien de como cuidarlo.
Podría parecerte extraño que haya creído conocerte tanto, sin haber cruzado muchas palabras contigo. Me avergüenza admitir que te observé por días, leyendo comics y recibiendo la misma llamada a la misma hora. Te escuché hablar sobre Rex, sobre su alimento y su bienestar. Te ví todos los días sentado en la misma mesa de la esquina del mismo café. Siempre sólo, riendote de lo que leías y sonriendo a todos los que pasaban a tu lado. Irradiando alegría en cada rincón de ese local, alegrando las mañanas de muchos.
Desde que llegaste, mis mañanas eran soleadas. Aún cuando había nubes o una fuerte lluvia. Si tú estabas ahí, tenía mi propio sol a mi lado.
-Gracias, pero creo que los tuyos son más bonitos.
Y sigo sin saber cómo devolverte todas las alegrías que trajiste a mi vida.
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