Perdonenme
Como si las palabras de Ayano dichas por Ayako fueran una especie de interruptor, hicieron encender el alma de Okoto.
No del simple rosado de antes, si no de un color blanco intenso, tan cegador y fuerte, que al parecer rompió la botella, pero no pudieron verlo, solo escucharlo.
Hasta que la luz se extinguió, no pudieron abrir los ojos.
Ayako noto que a su lado estaba el antes nombrado, intentando desamarrar las cuerdas que lo tenían prisionero.
Al parecer el alma había vuelto a su cuerpo y ya la otra chica no tenía control sobre él.
-¿Okoto? Pero tu... -. Ayako fue interrumpido.
-No hay tiempo, para hablar de ello... -. Dijo soltando lo de todas las ataduras y poniéndose en Guardia, el libro de hechizos apareció en sus manos -Vamos!! sigue diciendo cosas buenas de los demás, así tal vez logren liberarse tal como lo hice yo... Ayano -. Sorprendido de que sepa quién es en realidad intento decirle lo contrario.
-Estas en un error, yo soy... -.
-Se que eres tú, puedo ver tu verdadero ser, pero comprendo si no puedes decirlo -. Dijo ayudándolo a levantarse, y dándole un pequeño beso en la frente.
Sorprendiéndolo, hasta los huesos, se alejo un poco, Okoto le guiño un ojo.
Eso le hizo ruborizarse mas, jamás pensaría que Okoto era más valiente con Ayano siendo hombre, tal vez solo le atemorizaban las chicas.
Okoto decidió quitar el escudo que los separaba de los demás, sonriente de haber logrado ese rubor.
Ayako sacándose esos pensamientos de la cabeza, solo pensó en que diría para liberar a los demás.
-Chicos lamento haber jugado con sus sentimientos, no fue mi intención, supongo que es porque jamás había tenido a alguien que me quisiera tanto como ustedes lo hacen, se que les he mentido en varias cosas, lo lamentó, pero tengo que decirles que a pesar de todo me siento feliz alrededor de ustedes, supongo que no me perdonarán por lo que he hecho, pero quiero decirles que nunca hubo favoritos, a todos... Los Quiero de igual manera -. Un poco de brillo hubo en las almas haciendo que los cuerpos cayeran al suelo, pero no era suficiente tendría que hacerlo uno por uno.
Se decidió por Osma, se lo merecía, por el mal que le había hecho.
-Osma, lamentó haberte rechazado, no era porque no me gustes o te odie, simplemente es porque eres un amigo que no quiero perder, lo siento si te lastime, pero jamás pude expresarme de la manera que lo estoy haciendo ahora... Y tal vez no pude encontrar las palabras para decírtelo... -. El cuerpo de Osma se relajo, mientras una lágrima caía por su mejilla, el alma se iluminó y el frasco que la contenía se rompió.
Un enemigo menos, un aliado más.
Ayako sintió su cuerpo decaer algo no estaba bien consigo, lentamente se dirigió hacia su cuerpo, Su alma y él han estado separados mucho tiempo, antes que se acercara, la chica misteriosa se interpuso.
Creyendo que tendría que pelear con ella se puso en Guardia, ella noto que algo en su mirada había cambiado y solo lo observó, para después decir algunas palabras.
-¿Crees que pueda llegar a tener la felicidad que tu tienes? -. Ayako se ánimo solo a responderle.
-No lo se, solo depende de si estas lista para cambiar o no -. Puso su mano en el pecho el dolor se hacía más fuerte, solo se lo aguanto para seguir hablando.
-Pero siento que no puedo vivir sin él, volveré a estar sola si él me deja -. Ayano comprendía su dolor, eso mismo sintió ella, aunque tubo amigos que la salvaron y ayudaron, la chica al parecer no tenia a nadie y eso tal vez decidía el destino, un camino diferente del de Ayano.
-Y si obligas a Taro a obedecer te, se que eres capaz de ello, serás feliz de todos modos-. Una sonrisa maléfica salió de los labios de la chica, y Ayako, la entendía perfectamente... Parecía estar considerándolo, aunque no es algo que Ayano quería hacer, no niega que lo pensó algunas veces, pues su madre también lo había hecho, pero con el tiempo su padre se enamoró de su madre y de la familia que habían creado juntos.
Ayako sintió un dolor en su alma, de verdad necesitaba acercarse a su cuerpo.
Se dirigió hacia el nuevamente, pero esta vez Ayato interfería, al parecer esta vez no era la chica quien lo controlaba, si no él mismo, pero sin alma.
Aunque supiera la razón de porque le impedía el paso, no se dejaba de preguntar ¿Porque estaba enfrente de él? acaso jamás quería renunciar a Ayano.
Se lanzó encima de Ayako, era lo único que podía hacer, no tenía un arma.
Entre forcejeos, Ayako golpeo el rostro de Ayato, su alma le rogaba acercarse a Ayano lo antes posible.
Antes de alcanzar a tocar un solo cabello, alguien sujeto sus piernas y lo lanzó lejos de un golpe.
Cayó al suelo escupiendo sangre, miro a su atacante y se topo con Osoro.
Ayako ya estaba arto de esto, simplemente quería tocar su cuerpo... De la forma buena.
¿Porque tienen que todos impedírselo?
Y al fin Ayako lo entendió, si quería acercarse a Ayano tendría que pelear, tal como ellos lo hacen cada día a sus espaldas.
Pero que se creían ¿Acaso ella era un premio o algo?
Decidido a seguirles el juego, Ayako se levantó.
Se enfrentó a Osoro primero, aunque daba muy Buenos golpes eran lentos por lo aprovechó Ayako y lo golpeo lo mas fuerte que pudo, dejándolo inconsciente.
Varios más atacaron pero a todos le hacia lo mismo, no podía perder el tiempo, no se detuvo hasta que ya todos estaban en el suelo.
Ayako quería acercarse a Ayano pero ya le era imposible, estaba muy cansado sus músculos no resistían su propio peso y sus pulmones le rogaban por aire.
Sintió un violento golpe en el estómago, que seguramente le rompió más de una costilla.
Había olvidado al Inútil de Taro.
Ayako ya no podía levantarse y se había dado cuenta de que le había dejado el camino libre al maldito, e incluso pudo deshacerse de Osma y de Okoto, el simplemente se encaminó hacia Ayano.
Y levantando la en sus brazos la beso.
Ayako sentía demasiado dolor en su alma, era tarde para poder hacer algo, sentía que su alma se extinguida lentamente.
De repente vio como la chica dio un gran golpe a Taro un patada que le hizo soltar a Ayano, por suerte ella la atrapó y rápidamente la acercó a Ayako.
En frente de las miradas de todos, que luchaban por mantenerse consientes, Ayako tomó a Ayano en sus delicados brazos y la abrazo fuertemente, tal como si nada pudiera separarlos ahora.
Ayano comenzó a brillar al igual que Ayako, a ambos le había salido Alas de Ángel.
Sentían una calidez profunda, incluso se podía ver en el rostro de Ayano que sonreía.
-No!! Ayano es mía!! -. Miraron a Taro que había gritado, y lograron ver que tenía un arma de fuego, y apuntaba directamente a Ayako, que solo se ánimo a proteger su cuerpo, pero de que sirve proteger el cuerpo, si no proteges el alma, sería el fin para ambos.
Solo se escucho el disparó y sonido que advirtió que había atravesado carne.
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